Kitabı oku: «Miradas contemporáneas de política pública»
Miradas contemporáneas de política pública
se terminó de editar en julio de 2020 en las oficinas de la Editorial Universidad de Guadalajara, José Bonifacio Andrada 2679, Lomas de Guevara, 44657 Guadalajara, Jalisco.
En la formación de este libro se utilizaron las familias tipográficas Minion Pro, diseñada por Robert Slimbach, y Ronnia, diseñada por Veronika Burian y José Scaglione.
Índice
Introducción
Primera sección, políticas de tipo sectorial
Políticas tecnológicas: agendas de investigación entre industria, innovación y sociedad
Pablo Ayala Villalobos
El papel de los partidos políticos en el diseño de políticas públicas de desarrollo
María Azucena Salcido Ledezma
Los Medios Alternativos de Solución de Conflictos como política de justicia. Por una cultura de solución de conflictos
Miguel Briones Blanco
Adrián Torres Cuevas
Políticas públicas basadas en la propiedad intelectual como contribución para la economía en México
Enore Adriana Chávez Jiménez
Zayda Anahí Naranjo Martínez
Profesionalizar la práctica de los directivos en un enfoque por competencias. Las expectativas y mecanismos de apoyo sobre la función directiva desde la riems
Maricarmen Castillo Esparza
Políticas públicas: su análisis y evaluación
Édgar Ricardo Rodríguez Hernández
Segunda sección, políticas territoriales
Las transferencias de políticas públicas entre gobiernos municipales. El caso de la política de participación ciudadana en Zapotlán El Grande, Jalisco
Luis Téllez Arana
Marco institucional y normatividad vinculada con la gestión de la migración internacional en México. Notas para estudiantes de pregrado
Julio Santiago Hernández
Edilma de Jesús Desidério
Autonomía financiera y su relación con la deuda pública en las entidades federativas de México
Armando Francisco Cambroni De Anda
María Magdalena Huerta Villalobos
José Trinidad Ponce Godínez
Estudiar políticas públicas rurales: estrategias interpretativas del pensamiento del mundo rural
Carlos Emigdio Quintero Castellanos
Sustentabilidad urbana y políticas de movilidad
Fernando Calonge Reillo
Rodolfo Humberto Aceves Arce
Reflexiones finales
Autores
Introducción
Este libro es parte de una historia reciente que aquí se hace realidad como uno de los primeros esfuerzos, no el único, por supuesto, de construir una identidad académica y contribuir a un proyecto intelectual colectivo, abierto, plural e interdisciplinario: el Centro Universitario de Tonalá de la Universidad de Guadalajara. Este libro es producto del profesorado adscrito a la División de Economía Empresa y Gobierno del Centro Universitario con la colaboración de otras instancias de la Universidad.
Los trabajos que se exponen a continuación se comunicaron, analizaron y discutieron en la edición del Seminario de Otoño del 2017. El Seminario se dividió en dos mesas:
1. Políticas públicas en un sentido territorial y para el crecimiento.
2. Políticas públicas en un sentido sectorial: poder, organizaciones y técnica.
Cuando se invitó a los participantes se tenía claro que ambas mesas se presentaban como una oportunidad para colaborar de una manera interdisciplinar en un tema ya consolidado en México: las políticas públicas, pero que, comprendemos, no está acabado. Con ello en mente, el primer objetivo del Seminario fue proporcionar un foro al cual se convergiera desde distintas formaciones.
En la primera mesa se abordaron temas directamente asociados con las políticas públicas vistas como una expresión espacial de la acción pública, es decir, cómo las organizaciones públicas dirigen recursos, materiales e inmateriales, para la solución de problemas geográficamente localizados: la política rural, la movilidad urbana o la transferencia de políticas entre municipios, por ejemplo.
En la segunda mesa el tratamiento de las políticas fue de carácter sectorial, aquellas políticas que se desenvuelven como conductas agregadas de poblaciones, organizaciones o proyectos. Aquí entraron temas como partidos políticos, la evaluación de políticas, el desempeño financiero de gobiernos o la tecnología.
Entonces, el libro quedó conformado en su gran mayoría con textos de profesores en el Centro Universitario, pero también de profesionales y colegas de otras instituciones de educación e investigación superiores.
Contenido del libro
Los trabajos aquí presentados son eclécticos en su temática y en el abordaje. Hay textos con un corte más bien teórico y otros con intereses expositivos; reflejan diversos momentos en las trayectorias de sus autores.
La interdisciplina es una meta, no un inicio. Se comenzó a trabajar interdisciplinariamente por medio de ejercicios de intercambio de información, exposición de metodologías ajenas, en compartir problemas y discutirlos. En las mesas de trabajo cada participante abordó con libertad el tema.
El libro se divide en dos secciones. En la primera se abordan políticas sectoriales, aquellas que identifican un campo de políticas a través de los problemas, actores, reglas y dinámicas que articulan la acción gubernativa en la sociedad. En la segunda sección se agrupan los trabajos que, junto con lo anterior, tienen una explícita dimensión espacio-temporal, es decir, territorial.
El primer capítulo, redactado por Pablo Ayala, “Políticas tecnológicas, agendas de investigación entre industria, innovación y sociedad”, problematiza la tecnología como un fenómeno social y político que tiene impacto en el crecimiento económico, siempre dependiendo de si su gobernanza es adecuada para fines correctos.
El segundo trabajo queda a cargo de Azucena Salcido. Su pesquisa atraviesa una de las dimensiones menos exploradas en el análisis de políticas públicas: la relación entre los partidos políticos y el proceso de toma de decisiones públicas para el desarrollo, y cómo es que esos actores netamente políticos apoyan o no la formulación de políticas que lleven a que los países alcancen mejores estadios de bienestar.
El tercer capítulo, compuesto por textos de Miguel Briones y Adrián Torres, analiza a los Medios Alternativos de Solución de Conflictos como parte integral de la política social en México. Para ello revisan las diversas definiciones que provee la normativa internacional, lo que comprenden por política social y cómo es que esas novedosas técnicas mejorarían la propia política.
Por su parte, Chávez y Naranjo cuestionan la relación entre la propiedad intelectual y la economía en clave de las necesidades de políticas públicas. Hacen una crítica a las falencias de la política actual y analizan las tendencias de indicadores económicos vitales en esa relación. Concluyen con recomendaciones de política para lograr el crecimiento económico.
La profesionalización del personal directivo en la educación media superior es un problema de política que analiza Maricarmen Castillo. Ante los problemas de capacidades y resultados da una panorámica de cómo resolverlos en el contexto de las reformas educativas recientes.
Rodríguez Hernández sistematiza la evaluación de políticas públicas, identifica perspectivas, herramientas y estrategias entorno a esa función del análisis. En su trabajo hace un inventario de las técnicas más recurridas en la evaluación. Termina con un ejemplo que, como caso práctico, ilustra a esas técnicas en su vertiente cuantitativa.
Luis Téllez Arana abre la segunda sección con el análisis de un caso de transferencia de políticas a nivel municipal, para ello construye un marco teórico en relación con el caso de transferencia de la política de participación social entre el municipio de Zapotlán El Grande y Tlajomulco, Jalisco. Resuelve los éxitos y fallas en la transferencia de una manera crítica, logrando que el diálogo propuesto desde el marco teórico nos haga verlo como una herramienta útil en otras situaciones.
A través de la normativa aplicable, Julio Santiago y Edilma de Jesús configuran la emergencia y cambio de la política de migración en México. Al diseccionar los cuerpos normativos y regulatorios del fenómeno nos adentran en cómo el Estado mexicano ha gestionado el paso de personas por el territorio nacional.
Cambroni, Huerta y Ponce estudian la relación entre la deuda pública y la autonomía financiera a nivel subnacional. Con un modelo cuantitativo identifican diferentes correlaciones entre variables que explican el nivel de deuda tales como el producto interno bruto subnacional, nivel de egresos y capacidad de recaudación.
En cuanto a la política rural, Quintero propone un marco interpretativo para el abordaje de la literatura especializada. El marco interpretativo integra tres categorías: crítica, de análisis de políticas y axiomática-extensionista, las cuales vincula con las tradiciones de análisis de política pública. Con ese marco interpretativo invita a pensar con más cuidado las diversas evidencias, teorías e hipótesis de cada política.
El último capítulo del libro, escrito por Calonge y Aceves, analiza las contradicciones de la movilidad urbana en clave de sustentabilidad. Los autores reconstruyen la noción de sustentabilidad, la cual perciben como crisis en términos urbanos para su resolución, con herramientas de gestión y política pública. Cierran su contribución apelando a la muy necesaria integración entre el ordenamiento del territorio y las políticas de movilidad.
El libro termina con unas conclusiones, en las que se hace un balance de los resultados y de cómo es que consideramos que se cumplieron los objetivos del Seminario.
Todos los textos integrados en este libro ilustran uno de los intereses primordiales del Centro Universitario de Tonalá: construir un programa de investigación en políticas públicas de gran calado y ambicioso, que interpele a las burocracias públicas, los actores políticos y a la academia de una manera novedosa y audaz.
Primera sección, políticas de tipo sectorial
Políticas tecnológicas: agendas de investigación entre industria, innovación y sociedad
Pablo Ayala Villalobos
Para la humanidad la tecnología sigue siendo un elemento problemático tanto en su conceptualización como en los intentos explícitos, por ejercer algún tipo de control social sobre ella. Establecer una definición específica sería un esfuerzo fútil, pues el uso cotidiano e intercultural de la palabra constantemente eludiría a dicha definición, por lo que habremos de contentarnos por trabajar con el término de tecnología tal como es usado en el lenguaje científico primordial, mas no exclusivo.
Así que, de modo general, hablaremos de la tecnología entendida para este análisis de manera sencilla como las herramientas y técnicas del humano o, de manera más elaborada, como la aplicación recurrente de saberes en el medio físico (material) con algún tipo de intencionalidad humana generando un producto. Puede utilizarse el término tecnología refiriendo a objetos físicos o artefactos, a procesos o actividades, o incluso a lo que las personas saben (Bijker, Huges y Pinch, 2012).
El presente texto aborda el tema de la tecnología desde una perspectiva de política pública para vislumbrar cómo puede darse (o no) un proceso de gobernanza de dicho fenómeno. Es decir, explorar preguntas tales como: ¿se puede intervenir socialmente sobre el proceso de creación de tecnología? ¿Se pueden gobernar las consecuencias de la tecnología? ¿Es la tecnología de todos los humanos o de algunos pocos? y, finalmente, ¿está la tecnología al servicio de las personas? ¿Qué impedimentos existen en el camino?
Marshall Sahlins (1983), en su estudio de antropología económica, la Economía de la Edad de Piedra explora cómo, alrededor de 8 000 años atrás, el ser humano logra la subsistencia con tres a cuatro horas de trabajo en promedio; a partir de ese momento, se comienza a trabajar más hasta llegar en nuestros días, en los que se trabaja entre nueve y 10.5 horas diarias (promedio) en los países de renta media y baja (Bick, Fuchs-Schündeln y Lagakos, 2016). La promesa de liberar al hombre del trabajo arduo se aviva con la expectativa de la inteligencia artificial y la automatización. Sin embargo, subyacente al trabajo, permanece la cuestión de las herramientas del hombre; subyace la tecnología y qué hacemos con ella, pues en este momento histórico, en el que tenemos más tecnología que nunca, seguimos sin poder hacernos cargo de las necesidades básicas de la humanidad y laboramos (en horas totales) más que antes.
Algunos podrán argumentar que una política sobre tecnología es un esfuerzo fútil, ya que busca gobernar un aspecto ingobernable, siendo la tecnología un componente elusivo de la producción del mundo material o, desde otra perspectiva, puede verse una propiedad emergente del sistema, sobre la cual es difícil influir (predominante en ciencia política y economía neoclásica). Incluso desde cierta perspectiva neoliberal, puede ser un visto como aspecto sobre el cual no es deseable influir. No es descabellado pensar la tecnología como algo ingobernable, pues estamos tratando un fenómeno muy amplio y complejo, pues hablamos de todas las herramientas del ser humano y cómo éstas son producidas.
Para algunos lectores el tema de política tecnológica podría ser asociado intuitivamente con las temáticas de innovación y nuevas tecnologías, y cómo éstas pueden contribuir al desarrollo económico de alguna área geográfica, o cómo pueden esas nuevas tecnologías contribuir a solucionar problemas públicos. Sin embargo, aunque son relevantes dichas aproximaciones (por lo general encontradas en estudios de ciencia y tecnología, geografía económica y desarrollo regional), el tema de la tecnología, desde una perspectiva de política pública, tiene muchas más implicaciones, dado que los procesos que referimos como tecnológicos penetran una gran variedad de ámbitos sociales, así como en los sistemas terrestres (ecológicos).
En el presente texto nos contentaremos con presentar una sección de temáticas que parecen relevantes en el contexto histórico actual, con el objeto de argumentar en relación con la importancia de la integración de la reflexión sobre tecnología en los procesos de política pública.
Metodológicamente, se realiza una revisión de literatura desde una perspectiva interdisciplinaria. La intención del presente texto es una revisión horizontal del campo, es decir, conectar a modo de red ideas dispersas que existen relacionadas con la política tecnológica y no como una aportación especializada (o vertical) como tal a un campo específico de la política tecnológica. Es decir, la aportación del presente texto está en una ser una interpretación global del campo y permitir una emergente comprensión que puede surgir de la presente interpretación. Hermenéuticamente aspira a revisar una sección de la literatura sobre el campo y abrir en la gama de interpretaciones del campo a partir de la posición del autor, sin aspirar a una interpretación correcta o única del campo. Dicho esfuerzo por sí mismo no está libre de dificultades metodológicas y es difícil no excluir ciertos campos; sin embargo, su intencionalidad está enfocada en proveer una suerte de mapa para comenzar a navegar en las temáticas de política tecnológica.
Se parte de una perspectiva de “objetividad en paréntesis” (Maturana, 1996) y la tradición del “realismo crítico” (Sayer, 2000), formas de realismo que incorporan las limitantes del observador y conciben el potencial emancipador de la ciencia para cuestionar circunstancias y sufrimientos evitables.
El capítulo está organizado de modo que la primera sección revisa cuestiones fundamentales sobre la tecnología y tiene un tinte más filosófico y sociológico para discutir en relación con la tecnología; la segunda sección hace una revisión de consideraciones generales para una política tecnológica y está centrado en asuntos de política pública de tecnológica desde las perspectivas predominantes en el campo, repasando las teorías económicas que le detentan, así como una revisión somera de instrumentos de política pública, ejemplificando brevemente el caso de México. Al final, la tercera sección hace un análisis crítico de ciertas políticas tecnológicas y se dibujan algunas de las alternativas que existen para los países de renta media y baja, así como ciertas cuestiones de relevancia para el siglo xxi. Las secciones se complementan en las temáticas; sin embargo, tienen un abordaje diferente, por lo tanto, pueden ser abordados con relativa independencia según los intereses del lector.
Algunas cuestiones fundamentales sobre la tecnología
El estudio de la tecnología es casi tan antiguo como las civilizaciones. Las discusiones sobre ella, sus afectaciones y su devenir, pueden ser encontradas en algunos de los primeros textos y tratados. Por ejemplo, en la antigua Grecia las discusiones sobre tecnología no eran menores. Entre las distintas discusiones encontramos, por ejemplo, si la tecnología imitaba o aprendía de la naturaleza, en contraste con identificar cierta creatividad original en el seno de lo humano, tal como podrían serlo las posibilidades creadoras que encontramos en el arte. También, por ejemplo, se deliberaba la diferencia entre artefactos (las creaciones humanas) y los elementos naturales, así como las implicaciones sociales de la tecnología. Dichas discusiones en nuestro contexto se han transformado, pero siguen presentes en el pensamiento contemporáneo, por ejemplo, en relación con las discusiones entre la medicina alopática versus la medicina natural o, por ejemplo, la reflexión de las implicaciones sociales de la tecnología podemos verla reflejada en los miedos sobre el devenir de la inteligencia artificial.
También, muchas de las descripciones del mundo que Platón y Aristóteles utilizaron fueron imágenes sobre tecnología, tales como el trabajo del artesano y el artista, en las cuales se permeaban sus creencias, o imaginarios, acerca de un diseño racional del universo (Franssen, Lockhorst y De Poel, 2015). Utilizamos a los griegos como un ejemplo documental accesible; sin embargo, es de esperarse que la reflexión sobre el papel de la tecnología haya estado presente en distintas culturas, momentos históricos y geografías, pues hablamos de algo muy presente para el humano en su modo de relacionarse con el resto del mundo.
En el presente apartado presentaremos algunas premisas básicas para la creación de tecnología, varias consecuencias epistémicas y estructurales de la tecnología, así como una breve revisión de las posturas de determinismo tecnológico y las de construcción social de la tecnología, las cuales, desde una perspectiva interdisciplinaria, abonan en la interpretación fundamental del fenómeno y las consecuencias que los distintos modos de interpretación pueden tener para la política pública.
La tecnología como posibilidad humana
La tecnología es una capacidad humana que surge desde su biología, específicamente de la capacidad de conocer. Distintas perspectivas constructivistas han argumentado que el ser humano se encuentra en el mundo como un conocedor, por ejemplo, en el léxico de Martin Heidegger (1927), el dasein, el ser-ahí del humano es conociendo, es decir, abriendo o desentrañando la sección de realidad que se le presenta, como un proceso ontológico del ser humano. Sin embargo, para Heidegger el ser humano no conoce esencias, no están a su alcance, siempre tiene un horizonte de interpretación, es decir, su observación de la realidad se da desde un contexto específico: físico, histórico, cultural, entre otros, y éste, por tanto, está limitado.
Desde la epistemología genética, como definiese Jean Piaget (1977) su campo de estudio, se llega a conclusiones similares, interpretando los mecanismos en que la persona, desde sus etapas tempranas al encontrarse con la realidad, comienza a adaptar y acomodar sus esquemas (mentales), encontrando las propiedades de la realidad a partir de la experiencia y profundizando de manera progresiva sobre la misma.
En versiones más contemporáneas Humberto Maturana (1992), desde la biología del conocer, argumenta que el conocer se encuentra dentro de nuestras operaciones del vivir. En concordancia parcial con Heidegger, Maturana argumenta que nuestro conocer está enmarcado y delimitado por la biología misma y de manera importante por el lenguaje.
De las anteriores podemos suponer que tenemos un acceso a la realidad, no universal, pero sí cierto acceso, que hace que nos encontremos constantemente en la vida desentrañando ese acceso, proceso que abre las propiedades de las cosas. A su vez, como parte de la evolución de las comunicaciones del ser humano y primordialmente el lenguaje, el conocer del ser humano se enmarca permitiendo (y a su vez limitando) profundizar sobre las propiedades y las interacciones de los elementos de su contexto. En este momento, podríamos definir como conocimiento la acumulación de saberes en los sistemas de comunicación del ser humano (Luhmann, 2005). Por tanto, la creación de tecnología, de manera inicial, dependerá tanto de la capacidad de conocer (biología), así como del conocimiento acumulado.
Es entonces que surge, como propiedad emergente1 (y por lo general con alta aleatoriedad, como diría Norbert Weiner [1995]), la creación de nuevas interacciones entre elementos de la realidad. Éstas pueden surgir de modo azaroso o por búsqueda explícita y terminan por permitir concretar algún uso específico para los seres humanos. Esto último es lo que podríamos interpretar como tecnología.
Si bien las tecnologías han acompañado a los homínidos durante cientos de miles de años, es posible acertar que una aceleración considerable en creación de tecnologías se realizó a partir de la horticultura y la agricultura, difundidas de manera heterogénea a partir del neolítico, la cual tras la producción de excedentes alimenticios, liberó a un sector importante de la sociedad para la realización de otras labores más allá de la subsistencia, mismas que se reflejaron en la generación de una mayor diversidad tecnológica. En este punto se comienza a visualizar algunos puntos elementales en la creación de la tecnología. Si bien el ser humano tiene en su biología el germen de la tecnología, se requieren de una multitud de condiciones para que se pueda dar una producción más intensiva de tecnología. Es decir, se requiere liberar la energía humana para que pueda focalizarse en explorar y experimentar diversidad de objetos y posibilidades para generar nuevas tecnologías, aunque a la par puede argumentarse que la tecnología también puede ser incentivada por dificultades y problemáticas de modo pragmático.
En el transcurso de la historia la energía humana invertida en algún elemento de modo intencional (pragmático por lo general) facilita la generación de tecnologías que solucionen determinados problemas. Además, es a partir de la generación de excedentes alimenticios (energéticos) que se da el surgimiento de ciencia y tecnología, por lo que pueden interpretarse como parte de un mismo proceso; sin embargo, no toda la ciencia puede tener fines tecnológicos explícitos y es por ello que se mantienen aparte en este texto.
Así como la invención de la agricultura, y tecnología que afectó de manera importante la creación de más tecnologías, múltiples nichos o aceleraciones en el proceso se pueden encontrar en la historia, en la que se detona la generación de tecnologías, tal como la invención de máquina de vapor, la utilización de energías fósiles, la revolución verde, entre otras. En este punto comenzamos a visualizar un fenómeno relevante para la política pública llamado “trayectoria dependiente” (path-dependence). Debido a que las tecnologías descubiertas o existentes tienden a alimentar la creación de otras, acelerando o restringiendo los procesos de transformación tecnológica, se hablará de ese proceso con mayor detalle en la siguiente sección de este capítulo.
Desde una perspectiva aún más general, algunos sociólogos y antropólogos que interpretan la evolución social y cultural (White, 1959; Lenski G., Nolan y Lenski J., 1970), han insistido que la tecnología ha sido uno de los principales motores de transformación en las sociedades. Es a través de los mecanismos y procesos históricos de acumulación y comunicación, sobre todo tecnológica, que grupos humanos han organizado progresivamente la vida material, en la que resalta la importancia de la transformación, metabolismo y control de las energías humanas o naturales.
La tecnología como modo de revelación
Si bien la creación de la tecnología está en el seno de la biología del conocer del ser humano, y depende de las tecnologías que anteceden o el contexto tecnológico existente, también son de resaltar otros procesos en dirección opuesta: por un lado, cómo las tecnologías se vuelven una extensión del proceso de conocer del ser humano y, llevado a la vida cotidiana, cómo las tecnologías enmarcan el conocer, las interacciones, una diversidad de aspectos de la vida diaria y las consecuencias que ello tiene. Aunque dichas temáticas han sido ya revisadas por posturas marxistas, en estudios de ciencia y tecnologías y por aproximaciones feministas a la tecnología, vale la pena resaltar algunos puntos para la consideración en política pública.
En relación con las tecnologías como extensión del conocer, trasladan aspectos incognoscibles por observación simple al ser humano, tal como la estructura de las células o los fenómenos en las regiones más lejanas del universo observable, y cómo a través de una tecnología es posible acceder a través de una traslación a nuestros sentidos para acceder a una interpretación de dicha realidad.
Martin Heidegger (1977) señala cómo la tecnología abre o se convierte en un modo de revelación de la realidad o la verdad (aletheia) o, en otras palabras, cómo la tecnología enmarca cómo se nos presenta el mundo. Sin embargo, va más lejos al señalar cómo la tecnología moderna (Gestell) pareciese esconder la esencia de la tecnología, la cual es interpretada por Heidegger como algo para acercar a la persona con la verdad.
Estos puntos nos llevan a la segunda anotación, que es cómo la tecnología también contextualiza de manera importante las operaciones personales y sociales de nuestra vida diaria y las consecuencias que ello tiene. Si la tecnología se vuelve un modo de revelar la realidad, es de cuestionar qué tipo de consecuencias tiene para la experiencia cognitiva y, a su vez, al modo de conciencia que se genera a partir del modo específico de revelación de la realidad que permite la tecnología del momento histórico-social. Un ejemplo de ello puede ser analizado desde el medio de transporte: avión, automóvil, autobús, bicicleta, caminando o silla de ruedas, y cómo cada uno tiene especificidades en los que la percepción e interacción con el medio difieren considerablemente.
En la vida diaria, pareciera existir un acoplamiento estructural con las tecnologías con las que vivimos, dotando de cierta naturalidad a dicha relación hombre-herramienta; sin embargo, podría argumentarse que ellas permiten un modo específico y situado de revelación. Es decir, las tecnologías moldean las condiciones del conocer y la forma en que nos relacionamos con otros humanos, los conocimientos y el medio ambiente. Algunos de los grandes exponentes de la sociología contemporánea (Bauman, 2001, 2013; Beck, 1992; Touraine, 1994, 2005, 2006) han advertido sobre las consecuencias de la tecnología para las sociedades contemporáneas, cimbrando nuestros días con gran incertidumbre sobre las consecuencias sobre nuevas tecnologías, la velocidad en que se adhieren a nuestras vidas y las innumerables consecuencias sociales y políticas que ello tiene.
Teorías feministas de la tecnología, sobre todo en feminismo radical y socialista (Cockburn, 1985; Harding, 1986) también han sido insistentes en ese punto, señalando que la tecnología no es neutral, pues al igual que en todo conocimiento, su producción está situada, es decir, surge desde una posición social específica (en mi caso como hombre blanco, universitario, mexicano, de nivel socioeconómico medio alto, detentando distintos privilegios, etc.) y, por lo tanto, responde al mundo que se abre desde dicha posición (sea uno consciente de ella y sus vicisitudes y privilegios o no). Entonces, la producción de tecnologías obedece a las circunstancias relacionales de una posición o situación específica social, es decir, al mundo que se abre desde una posición social específica y, por ello, a un mundo.
Si se considera que la tecnología ha sido desarrollada siempre desde una posición social específica y los diálogos o relaciones que suceden desde esa situación, es de esperarse que la tecnología también se convierta en un mecanismo de reproducción de mundos situados específicos. Es, pues, desde las posturas feministas socialistas que “en lugar de tratar a los artefactos como neutrales o libres de valores, las relaciones sociales (incluyendo las relaciones de género) son materializadas en herramientas y técnicas” (Wajcman, 2010). La producción de ciertos artefactos o tecnologías tienden a justificar y reproducir ciertas formas de vida, favoreciendo vidas y perspectivas de ciertos grupos sociales en ocasiones, y modelando consciente o inconscientemente, de acuerdo con ciertas formas de vida (grupos sociales) que tienen mayor control sobre la tecnología.
Los feminismos contemporáneos (llamados de segunda ola), decolonial, postmoderno y negro, han abierto la reflexión a otro tipo de relaciones entre tecnología y sociedad. En ocasiones han surgido, como en Donna Haraway (1991), versiones más optimistas en relación con la tecnociencia, abriendo posibilidades para liberar a las mujeres y otros grupos sociales para generar nuevos imaginarios y transformaciones radicales de género. No empero, más allá de las posibilidades que abre la tecnología, las posturas feministas contemporáneas tienden a ver a las tecnologías y a la sociedad como mutuamente constitutivas (Rothschild, 1981; Lie, 2003; Wajcman, 2010). Este punto, pues, lleva a la siguiente discusión relacionada con el determinismo tecnológico.