Kitabı oku: «Perspectivas Críticas de la Contabilidad Contemporánea», sayfa 17

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En este sentido, también la información de tipo social y ambiental es susceptible de ser producida bajo las mismas lógicas que asisten a la contabilidad tradicional. Los procesos y las estructuras terminan siendo, entonces, reproducidas, aun cuando se trata de emitir un informe no financiero, con lo cual ciertas lógicas de explotación y dominación pueden terminar recibiendo legitimidad. Es así como:

Paradójicamente, los procedimientos adoptados para revelar información de responsabilidad social, se legitiman a partir de su correspondencia con técnicas pensadas para la contabilidad financiera y de gestión, ideada dentro de límites que registran el flujo de entradas y salidas de la actividad comercial e industrial. (Rivera, 2012, p. 11).

Vemos cómo entonces, incluso otras formas de rendición de cuentas, pensadas bajo lógicas no financieras, corren el riesgo de ser capturadas y reducidas a un discurso favorable al capitalismo financiero. Por ello, un análisis crítico del discurso y, en este caso, la revisión del papel de la contabilidad en la sociedad debe implicar necesariamente la transformación de sus prácticas. De otro modo, las siguientes oleadas hacia la ‘revolución en la rendición de cuentas’ terminarían siendo modeladas y moderadas por un discurso que, lejos de significar un cambio real en las prácticas contables y organizacionales orientadas al bienestar general, sirva a dar legitimidad a las mismas formas contables anquilosadas, esta vez vestidas con ropajes nuevos que en poco contribuirían a la formación de un interés público crítico (Rivera, 2012).

La información, pues, debe contribuir a que se generen principios de intención comunicativa, con los cuales sea posible superar el problema de la distribución desigual del capital cultural e inmaterial, al tiempo que es necesario pensar sobre los efectos de una rendición pública de cuentas que no contaría, como base, con una formación adecuada de la opinión pública.

La legitimidad implícita en los informes contables se desprende del discurso (códigos de significado) empleado por la contabilidad para dar sentido a sus prácticas, a partir de referentes de significado que le den coherencia interna, a la vez, que de los recursos (tanto de asignación –materiales –, como de autoridad –sociales–) de que se valga para organizar sus tareas y rutinas (Barrios y Rivera, 2011). No obstante, es posible suministrar información, principalmente a los usuarios externos de la organización, que, si bien muestre una apariencia legítima en cuanto a su coherencia con la norma y las reglas sociales externas, no se sustente en estructuras de significado que cobren vida al traducirse en las prácticas cotidianas. Estas que, al realizarse de manera rutinaria, otorguen conformidad con el sentimiento de correspondencia con la vida social al interior de las organizaciones.

Los informes anuales externos publicados por las organizaciones (por ejemplo, a través de boletines y publicados en sus sitios oficiales de Internet) dejan ver que la información se dirige, o bien, directamente a los accionistas (shareholders) como destinatarios exclusivos de los mismos o, en los últimos años y con una tendencia creciente, a los grupos de interés (stakeholders). La revisión de algunos cuantos casos permite ver que las primeras, generalmente, presentan solo información financiera “tradicional” que, aunque divulgada de manera pública, está explícita y conscientemente dirigida a un grupo de usuarios específico como lo manifiestan expresamente; mientras un segundo grupo de organizaciones se representa como destinatario de la información a más variados grupos de usuarios, denominados como stakeholders o grupos de interés, incluyendo en este caso, no solo los informes financieros tradicionales, sino información acerca de prácticas de gobierno corporativo, desarrollo sostenible y responsabilidad social.

Dicha tendencia, no obstante, mantiene lo que aquí se denomina la puesta en público de información privada, sin trascender a que la información sea entendida y sancionada como de interés público, donde su significado se dirija no solo a intereses y funciones económicos. Si bien, la emisión del discurso es un reconocimiento de la separación de lo público y lo privado, al parecer, los informes contables pasan del espacio privado en el que son producidos, a aquellos otros espacios privados donde se ubican los grupos de interés a los que van literalmente dirigidos (accionistas, proveedores, acreedores, sector financiero, entre otros). De esta manera, evaden su real puesta en público de manera abierta, no a un grupo reducido de actores interesados en el contenido económico y financiero de la información, sino a ciudadanos que reclaman una rendición pública de cuentas.

Como afirman Scapens y Roberts (1993, citados en Araujo, 2003), “mediante la significación de lo que es importante y lo que es trivial, la contabilidad suministra un discurso para la estructura de dominación y la legitimación para particulares acciones sociales” (p. 708). De nuevo, la defensa del interés púbico pretende hacerse únicamente por medio del respaldo de las acciones de quienes detentan derechos de propiedad privada. Estos, aunque llevados al mercado “público”, sirven principalmente a intereses privados que no necesaria o, al menos, directamente pueden traducirse como benefactores del interés general.

La adaptación del discurso contable: una conducta estratégica de las organizaciones para obtener legitimidad del entorno

Las acciones organizacionales para obtener legitimidad del entorno hacen evidente la capacidad de estas para adaptarse o mostrarse como adaptadas a su entorno. Cuando el público interesado vuelca su atención en un tema específico, las organizaciones adaptan su discurso para mostrarse competentes y calificadas en su aplicación, más aún si se trata de la protección de los intereses asociados a dicho tema. Dicha conducta es estratégica de las organizaciones que, como agentes diestros, son capaces de actuar de otro modo, que muestran sus habilidades sociales para “ser con”, es decir, para comportarse según el contexto y las expectativas sociales (Giddens, 1998), o al menos de adoptar posturas que las hagan aparecer como si lo hicieran.

Gómez (2009) presenta un estudio de caso correspondiente al análisis del informe de gestión e informe financiero del año 2006, en una gran empresa en Colombia, desde el cual explica algunas maneras en las cuales los informes contables externos son usados para obtener la legitimidad organizacional con el entorno, lo que constituye un medio de supervivencia para la organización. Según el autor, tales reportes contables (particularmente los estados financieros), vistos como recursos económicos escasos y costosos, poseen un contenido económico, técnico, “neutral”1 y objetivo, puesto al servicio para tomar decisiones económicas racionales por parte de los agentes (el cual debe ser evaluado con detenimiento).

Según Gómez (2009), los informes hacen posible mostrar el isomorfismo (igualdad en la forma) de la organización con su entorno. Ello es legitimar la organización:

[…] los informes contables externos son el resultado de un proceso cognitivo y normativo que está institucionalizado. Estos informes permiten la conformación de una “imagen” que construye el mundo económico y social, dirigida a quienes no han estado presentes en el momento mismo de la producción y el intercambio en la organización. En tal sentido, los informes tienen una capacidad semiótica para reinterpretar lo acontecido en el mundo por medio del lenguaje técnico que la contabilidad incorpora. Estos informes permiten que la contabilidad intervenga en el mundo organizacional y social, pero a la vez son la posibilidad de demostrar al entorno la sintonía de la organización con los valores generales existentes en el medio externo. (p. 157).

El estudio de caso desarrollado por Gómez (2009), se refiere a una gran firma de economía mixta ubicada en Bogotá (Colombia), la cual pertenece al sector de las telecomunicaciones. Según el autor, en el análisis crítico del discurso hecho al informe financiero y de gestión del año 2006, “el lenguaje técnico utilizado busca poner al lector en sintonía con la condición globalizada y de mercado del ‘negocio’ de las telecomunicaciones” (p. 161). Este lenguaje “reviste de neutralidad y, pretendidamente, de objetividad externa al sentido de lo expresado” (p. 161), pues la posición de liderazgo de la compañía que se exalta en el informe como producto de sus logros, promueve la identidad con sus valores –legitimidad–, planteando que esta se da, esencialmente, gracias a la eficiencia económica de la empresa y a su administración, dejando por fuera la posibilidad de admitir que dicho nivel bien puede deberse a su posición dominante en el mercado, a su carácter ciento por ciento estatal, al dominio de una red pública de telecomunicaciones y a cambios en la regulación (Gómez, 2009).

A pesar de tratarse de una empresa de economía mixta, prestadora de servicios públicos, tras la democratización de parte de la propiedad de esta entidad antes ciento por ciento estatal, su nueva condición al parecer “ha implicado el uso de la información contable externa y del informe de gestión, como un mecanismo para legitimar el proceso de transformación dirigida hacia el mercado y la competencia” (Gómez, 2009, p. 164). Esto es evidenciado por el autor, cuando señala algunas carencias en la lógica de la argumentación exhibida en el informe, la cual considera que no es descriptiva de la realidad, pues adopta el lenguaje de las compañías privadas, pretendiendo mostrar grandes esfuerzos de transformación tecnológica y de innovación en los servicios, acompañados, a su vez, por el incremento y la protección de los ingresos y la disminución de costos y gastos. En su lugar, aquí el lenguaje tiene propósitos prescriptivos que pretenden crear una imagen de la organización, con lo cual de nuevo se busca la legitimidad con el entorno, aún a pesar de exhibir abiertamente en el informe una lógica de fines-medios, propia de la racionalidad instrumental capitalista.

Aunque la divulgación de información contable externa, se considere una estrategia principalmente de legitimación ante el público – de distintas formas, como se indica aquí–, desde este análisis también se reconoce que los cambios pensados para obtener legitimidad social, tanto aquellos en los sistemas contables, como los que se presentan en el discurso exhibido en los informes externos, pueden alcanzar distintos efectos no intencionales (consecuencias no buscadas) en las prácticas reales de la organización y en la gestión organizacional mediante procesos de cambio institucional. Es decir, tras el intento de buscar legitimidad, es posible originar cambios en la producción, reproducción y transformación del orden social de las organizaciones. Ello puede darse tras la compleja interrelación existente entre el cambio contable y el cambio organizativo, producto de la acción de los distintos agentes implicados y sus consecuencias, esperadas o no (Araujo, 2003).

Un ejemplo de este hecho es el estudio de caso ilustrado por Macintosh y Scapens (1991), donde los autores nos hablan acerca de la evolución del sistema contable de gestión para la reparación de armas del Departamento de Defensa (DoD) de Ansari y Euske (1985-1987). En el caso del DoD, el sistema contable-financiero implantado, respondió principalmente a la necesidad de legitimar ante el Congreso, el control independiente del presupuesto del DoD, sin la intervención directa de este organismo. Se requería, sobre todo, generar una apariencia visible de responsabilidad y control adecuado de los recursos, a lo cual ayudaría la estructura de significado permitida por el discurso de la contabilidad y las finanzas, a través de un lenguaje técnico-racional. Macintosh y Scapens argumentan que, finalmente, el sistema contablefinanciero del DoD influyó las relaciones de poder entre este y el Congreso, permitiendo resistir el ingreso directo del Congreso sobre el control del presupuesto de Defensa. Esto, mediante el cumplimiento de los requisitos de información exigidos al sistema, sin llegar a ser verdaderamente eficaz en controlar los recursos del depósito para la reparación de armas, al no ser por ejemplo utilizado por el personal para controlar los gastos. No obstante, el discurso contable hizo al personal más sensible frente a los aspectos financieros, e incluso posibilitó algunas mejoras técnicas en las prácticas contables.

En este argumento coincide Pedro Araujo, quien al estudiar acerca de las implicaciones de la contabilidad en el cambio institucional de las organizaciones, señala que “la literatura contable evidencia la influencia de los factores institucionales y, en particular, la búsqueda de legitimación sobre el cambio en los sistemas y prácticas de contabilidad de gestión” (Araujo, 2003, p. 694). Así pues:

[…] el cambio en los sistemas de contabilidad de gestión puede ser tanto efecto como causa de la transformación de las instituciones, debiendo tenerse en cuenta que estos sistemas son reglas y rutinas organizativas que presentan el potencial de institucionalizarse dentro de las organizaciones. De este modo, las instituciones –junto a la acción de los propios integrantes de las organizaciones– pueden motivar la modificación de los sistemas y prácticas de contabilidad de gestión, pero este cambio puede, a su vez, alterar a los sistemas de reglas o estructuras compartidas de significado en las organizaciones que son la base de las propias instituciones. De este modo, el cambio contable podría afectar al resto de la organización, provocando cambios organizativos e, incluso, contables que, en un proceso dinámico y sin principio ni final, podrían motivar ulteriores transformaciones. (Burns y Scapens, 2000, citados en Araujo, 2003, pp. 709-710).

Los sistemas contables (principalmente, en el caso de los sistemas de información) o se transforman a partir de los cambios acaecidos en las acciones reales que adelantan las organizaciones para adquirir legitimidad, o sus salidas informacionales son manejadas de tal manera que se muestren o hagan aparecer como legítimas.

Un cambio real en las prácticas contables y organizativas es posible, aún a partir de acciones como la emisión de información contable externa, tras la mera búsqueda de legitimidad con el entorno. El efecto de la palabra para crear realidad se hace entonces evidente, por lo que el análisis de las consecuencias prácticas de la información contable no debe reducirse solamente a revisar el objetivo detrás del discurso proferido. Es necesario, además, estudiar el cambio que la palabra produce o es capaz de producir en las organizaciones, en el entorno y en las decisiones del público, aun cuando estas se den de manera indirecta o no consciente.

Conclusiones

Las prácticas de rendición pública de cuentas y la producción de informes contables y organizacionales son consideradas, en este trabajo, como actos comunicativos construidos a partir del entrelazamiento de significados, normas y relaciones de poder.

En lo que se refiere a la búsqueda de legitimidad externa por parte de las organizaciones desde el discurso contable, este trabajo plantea que la información contable orientada a revelar contenido social y medioambiental puede, en realidad, ser una estrategia de legitimación que, aunque pareciera, en principio, un acto de comunicación que informa los comportamientos socialmente responsables de las organizaciones, encarna en el fondo la tarea fundamental de obtener legitimidad y, con esto, una imagen pública favorable entre sus competidores. A su vez, el discurso implicado en los informes facilita que las organizaciones reproduzcan sus estructuras de sentido, dominación y legitimación, profundizando y radicalizando los problemas de inequidad y desequilibrio social.

La divulgación de información contable se presenta aquí, entonces, como un acto de constitución de autoidentidad que sigue a una primera distinción de un “yo organizacional”, a la definición del otro ante quien se comunica, y que implica que la organización posee un discurso válido ante esos otros con quienes se comunica. Para producir un discurso coherente, es necesario, por tanto, reconocerse como un “yo” distinguible por unos límites corpóreos y una propia identidad deslindable de la de esos “otros”. En tal sentido, comunicarse con ellos es, entonces, un acto de reconocimiento de la importancia de esos otros para la identidad de la organización.

Por otra parte, cuando se deja de comunicar información al otro, o a algunos otros en particular, también se emite un mensaje: dejar de hablarle al otro, permanecer en silencio aún en su presencia, también tiene un significado. No hablar equivale a negar su humanidad, a partir de la negación del lenguaje. En cuanto al discurso contable, las organizaciones también “son libres” de definir con qué otros se identifican y a quienes les interesa comunicar. A quiénes considera en consecuencia “dignos de humanidad” y de ser tratados como iguales. La información contable está dirigida expresamente a unos agentes de carácter económico y legal (stakeholders), a quienes considera como sus iguales o superiores, dejando de comunicarse directamente con otros excluidos de su discurso, mientras, de alguna manera, les niega la existencia.

Los indicadores presentados a través de gráficos e ilustraciones pueden ser interpretados sin mayores recursos. La imagen aquí no es usada para ilustrar el discurso. La imagen es el factor principal de ese discurso y la palabra, ubicada en los márgenes, solo aparece para contarnos de manera breve los datos más destacados; mientras los informes anuales externos publicados por las organizaciones, dejan ver que la información se dirige a los accionistas como destinatarios exclusivos de los mismos, y a los stakeholders como agentes estratégicos a quienes interesa informar. La revisión de algunos cuantos casos permite ver, por ejemplo, que mientras el primer grupo de empresas generalmente presentan solo información financiera “tradicional” que, aunque divulgada de manera pública, está explícita y conscientemente dirigida a un grupo de usuarios específico, como lo manifiestan expresamente. Un segundo grupo incluye como destinatarios de la información a más variados grupos de usuarios, denominados stakeholders o grupos de interés, caso en el cual, la información no solo incluye informes financieros tradicionales, sino además información acerca de prácticas de gobierno corporativo, desarrollo sostenible y responsabilidad social.

La destreza de las organizaciones al adaptar su discurso hacia aquellos temas y tendencias en los cuales otras organizaciones y la sociedad, en general, muestren especial interés, es muestra de la capacidad de adaptación y de la habilidad organizacional de comportarse de acuerdo con la expectativa social para mantener su vigencia. No obstante, aunque la divulgación de información contable externa se considere una estrategia, principalmente, de legitimación ante el público, aquí también se reconoce que los cambios que buscan obtener legitimidad social, pueden alcanzar distintos efectos no intencionales (consecuencias no buscadas) tanto en las prácticas reales de las organizaciones, como en la gestión organizacional, provocando el cambio institucional. Esto significa que es posible hallar tales intentos hechos con el objetivo de alcanzar legitimidad, originen cambios reales y visibles en la producción, reproducción y transformación del orden social de las organizaciones, lo cual puede ser producto de la interrelación existente entre el cambio contable y el cambio organizativo (Araujo, 2003).

Finalmente, es importante destacar que el discurso propio de la información contable no solo hace parte de las formas de comunicación de la organización con sus agentes, y de los mecanismos que emplea para validarse como sujeto económico. Gracias a la emisión de información con contenido contable-financiero, la sociedad puede, a su vez, orientar varios de sus procesos económicos y sociales. La contabilidad es, en consecuencia, una institución que posibilita el ordenamiento de procesos y relaciones, por lo que la información contable puede ser usada para tomar decisiones de interés público; para ejercer un control político sobre la administración de bienes y derechos de interés común, los cuales deben dirigirse al bienestar general de una sociedad que esté integrada por ciudadanos capaces de ejercer, de manera diestra, sus facultades como actores sociales y políticos (Rivera, 2012), es decir, que conocen su historia y su cultura.

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Notas

1 Las comillas son del autor.