Kitabı oku: «Perspectivas Críticas de la Contabilidad Contemporánea», sayfa 3
La pregunta de Hoogvelt va al corazón de una controversia en la economía: entre la economía neoclásica y clásica. Las controversias de Cambridge representan el gran torneo intelectual entre estos dos sistemas teóricos (Harcourt, 1972; Harcourt y Laing, 1969). El primero, denominado marginalismo, no tiene en cuenta las preocupaciones de Hoogvelt; el segundo sí lo hace.
El punto de vista clásico evoca una visión diferente del significado de los conceptos de gasto en los estados de resultados. Las partidas de gastos, incluyendo el número de beneficios, es indicativo del poder social, institucional y monopólico, en contraste del recuento neoclásico de eficiencia social y productividad. En esencia, como únicamente la mano de obra ‘crea’ valor (el capital no produce nada), entonces, la ganancia es una medida de expropiación o explotación6.
Sin embargo, el análisis empírico de Delco no es, en sí mismo, una crítica suficiente de la ‘teoría’ en la cual se basa la contabilidad convencional (la economía neoclásica). Es importante revisar la crítica del neoclasicismo, en particular, las controversias de Cambridge (Cambridge Massachusetts contra Inglaterra Cambridge) (Harcourt, 1972). El final es la derrota del neoclasicismo7, logrado en parte, pero no exclusivamente, en La producción de mercancías por medio de mercancías de Piero Sraffa (1960), un texto señalado por Paul Samuelson como el libro más importante de la economía en los últimos 70 años (Harcourt, 1972)8.
Tabla 1.Explicaciones contradictorias del beneficio
La economía neoclásica Marginalismo | Economía política clásica | |
Significados atribuidos al beneficio | Indicador de eficiencia económica. | Los retornos a los capitalistas. |
Explicación teórica sobre cómo la tasa de ganancia se determina | Teoría de la productividad marginal centrada en las fuerzas de la producción. | Un análisis social y político que se centra en las relaciones sociales de producción. |
Fuente: elaboración propia.
Las diferencias entre estas alternativas teóricas se cristalizan con el estudio de caso Delco. Este se refiere a la historia socioeconómica de una multinacional escocesa (Delco) que operaba en África. Delco operó un negocio de extracción de mineral de hierro en Sierra Leona durante 46 años. La empresa cerró sus puertas en 1976. Esta investigación vincula la historia contable de la empresa con su historia sociopolítica (utilizando la teoría económica clásica).
Se utiliza un análisis de la periodización de datos históricos para ilustrar la relación entre las variables contables y sociopolíticas. La historia de 46 años de Delco se divide en tres periodos: principio de la Colonia, finales de la Colonia y el poscolonial. El estado de resultados se monta para cada periodo, este último resume la distribución de los ingresos y los gastos de la empresa para esa fase. Las diferencias entre los tres estados de resultados (es decir, los cambios en la distribución del ingreso) se enlazan después con los cambios en las condiciones sociales y políticas que subyacen de las cifras contables (la explicación de la economía clásica).
La Tabla 2 contiene un resumen de las partidas de gastos de las cuentas de resultados de Delco. Los gastos se muestran en términos monetarios y como porcentaje de ingresos por ventas9. Las preguntas anteriores ahora se pueden dirigir a los datos de la Tabla 2: ¿son los rendimientos a los inversionistas, trabajadores y gobierno, un indicativo de productividad marginal en la producción o la lucha entre los actores sociales? Por ejemplo, ¿debemos entender los £ 43 millones “ganados” por los inversionistas durante 46 años? ¿O se trata de una medida de “extracción” de la riqueza de Sierra Leona10? Del mismo modo, ¿son solo las tasas de salarios indicativos del valor de la mano de obra en la producción?, ¿o la mano de obra es estafada al recibir menos del valor que produce?1113
La Tabla 2 se subdivide en tres momentos. Cada época tiene su propia cuenta de resultados y muestra una diferente distribución de gastos e ingresos. Asociar el estado de resultados con cada periodo es una configuración única de las condiciones sociales y políticas (es decir, cada uno es un régimen diferente que representa la lucha de extracción de valor de la mano de obra de Sierra Leona).
Tabla 2. Muestra de ítems de tres cuentas de resultados de Delco Ltda.
Fuente: elaboración propia.
Los datos de ingresos son un producto de la realidad socioeconómica. Las diferencias entre los elementos de los tres estados de resultados son atribuibles a los cambios en sus específicas realidades sociales subyacentes. De esta manera, usamos la economía política (la teoría económica clásica), la cual explica y predice los números contables.
Ahora es posible ofrecer un análisis más claro del contenido del documento, con una lectura marxista de los datos: que los ‘gastos’ y los ‘impuestos’ representaban diferentes magnitudes de explotación (de mano de obra), que varía en cada uno de los periodos.
Conclusiones e implicaciones
En la década de 1980, la contabilidad conservadora bloqueó la admisión de cualquier cuenta del colonialismo, esclavitud y orígenes africanos de la contabilidad para la literatura contable. Esta resistencia fue parte de un rechazo occidental compartido de aceptar la responsabilidad por los actos atroces cometidos durante los periodos coloniales esclavistas (y la posibilidad de que “una disculpa” pudiera dar lugar a una reclamación legal por reparaciones). Un eurocentrismo ha cargado los dados en contra de la literatura no norteamericana y no europea (Diop, 1974, 1991; Tinker y Sy, 2006). Después de todo, es difícil admitir que las poblaciones han sido objeto de una colonización infantilizadora como (nuestros) ‘niños’ que necesitaban (nuestra) ‘civilización’.
Una hoja de higo de teoría económica neoclásica ha protegido la historia contable y la contabilidad conservadora. Las controversias de Cambridge destruyeron la fachada, ¡en teoría! Aún esta ideología continúa dominando tanto la economía como la contabilidad. Sin embargo, ahora ha recibido un serio golpe con las crisis económicas mundiales de la década pasada. La bancarrota de la ideología marginalista se ha visto expuesta a enfrentar una nueva crisis. Esta vez, el reto no es solo desde fuentes teóricas, sino desde las crisis mundiales de la vida real. Ciertamente, esta ideología ya no funciona (Galbraith, 2000, 2009; Krugman, 2009; Posner, 2009).
Los políticos, reguladores y académicos están “pescando fuera del basurero de la historia”, al olvidar al predecesor del marginalismo: la teoría económica clásica (a veces llamada la “teoría del valor de la mano de obra”). Como trabajo académico, esta es una modesta intervención política para restaurar los documentos centrales sobre contabilidad africana e historia contable africana, esclavitud y colonialismo, y las controversias de Cambridge y crítica de Sraffa de 1960 sobre el marginalismo. Este golpe de gracia intelectual languideció durante unos cuarenta años (lo que demuestra el triunfo de la ideología de la veracidad intelectual). Un avance rápido hasta la crisis económica actual: el neoclasicismo está en crisis, al no anticipar y explicar las fallas del mercado, el desequilibrio del mercado y el aumento de los oligopolios y monopolios – exponiendo la falacia de la disciplina del mercado competitivo –.
Así pues, en este trabajo se reavivan las críticas del marginalismo proporcionadas por las controversias de Cambridge, e ilustra cómo las ideas de la contabilidad impactan los estados contables, utilizando la evidencia de un estudio empírico de una multinacional escocesa (DELCO).
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Notas
1 Este capítulo retoma algunos apartes y datos específicos de la historia africana, incluidos en Sy y Tinker (2014).
2 El texto completo se puede encontrar en BBC Home (2003). Expresamos nuestro agradecimiento a la BBC por esta selección abreviada y reeditada de este texto. Los límites y las adiciones a la selección garantizan que se han respetado los derechos de autor de la BBC.
3 Esta fuente, citada en Referencias, ofrece enlaces a las publicaciones actuales y debates sobre el hueso de Ishango.
4 La represa de Asuán en Egipto inundó miles de artefactos de la época de Nubia, y enterró varias civilizaciones africanas sin rastro. Egipto ha luchado siempre para negar su herencia africana (incluida la tecnología de la construcción de pirámides, y varios faraones negros que gobernaron Egipto).
5 Posteriormente, el autor se encontró con otros tres evaluadores (cuyos comentarios nunca fueron remitidos a los autores). Uno de ellos le preguntó: “¿cuándo se va a publicar?».
6 Será argumentado por el neoclasicismo que el “capital” producido por la contribución de maquinaria, instalaciones, equipos y otras herramientas de producción es, por lo tanto, “productivo”, y los propietarios merecen una parte del producto social. Este argumento ignora los orígenes históricos del capital (acumulaciones que se originaron en los primeros tiempos de trabajo). Después de todo, el capital no apareció por primera vez de la nada. Les costó mucho a los trabajadores hacer esos primeros telares / máquinas.
7 Cabe señalar que, si bien la economía clásica ha triunfado sobre la economía neo-clásica “en teoría”, en la práctica de la mayoría de las escuelas de negocios y departamentos de economía, el neoclasicismo es el rey supremo. La explicación es más social que lógica: el triunfo de la ideología sobre la verdad.
8 Los Debates de Cambridge han iniciado una nueva y sustancial literatura sobre teoría del capital que continúa hasta nuestros días, pero donde el sistema de Sraffa todavía ocupa un lugar preponderante en los intentos de hacer frente a una de las áreas más difíciles de la economía: La teoría del crecimiento. Cabe señalar que Keynes excluyó el problema del crecimiento con un índice en su teoría general que mantiene la mercancía del capital constante.
9 Hoy, el Instituto de Examinadores de Fraude ofrecen las herramientas de auditoría de investigación del estado del arte, proponiendo la transformación de los números reales a porcentajes para aclarar la comparabilidad e identificar señales de alerta. Cabe destacar, pues, que este método fue adoptado, en este trabajo, unos 60 años antes de los examinadores de fraude entraran en escena.
10 Para reiterar el punto anterior: las ‘máquinas’ (capital) deben su creación original a la mano de obra – ya sea en Escocia o Sierra Leona–. De cualquier manera, “capital”, en sí mismo, es un producto de (actualizado) mano de obra, no es de autogeneración.
11 La diferencia entre el valor producido y el valor recibido (en salarios) representa la plusvalía (ganancia) extraídos por capital (istas) que se consume o se utiliza para crear más máquinas (capital). Por lo tanto, una vez más, el trabajo produce capital y reproduce el capitalista.
Claves antropológicas para desentrañar la impronta de la contabilidad creativa en la crisis de confianza global
Óscar Raúl Sandoval Zúñiga
Introducción
El presente texto se estructura a partir de la disputa que el orden financiero, en el marco de la financiarización, le plantea al cada vez más disminuido orden simbólico, acentuando así, los distanciamientos entre los seres humanos y la naturaleza. Seguidamente, se aborda de manera crítica la forma como una élite tecnocrática viene posicionando el discurso de la innovación financiera, en tanto instrumento útil para imponer su autoridad académica, con el fin de arrogarse ciertos privilegios direccionados a poder naturalizar discursos y prácticas funcionales a la reproducción del capital financiero. Finalmente, se analizan los modos en que la llamada contabilidad creativa ha inducido grandes estafas a escala global, contribuyendo a la erosión de la confianza pública. Estas líneas terminan con un llamado esperanzador, reflejado en la existencia de líneas de fuga que diversas comunidades emprenden como opciones frente al aparentemente inquebrantable poder de las grandes corporaciones, para enfrentar las perversidades agenciadas por los fundamentalistas del libre mercado.
La presente reflexión pretende contribuir a desentrañar antropológicamente las dinámicas que circunscriben la actual crisis financiera global, la cual ha dado lugar a determinadas formas de representación propias de un entorno construido artificialmente por las tramas de la financiarización de la economía mundial, donde la “contabilidad creativa” emerge como uno más de los dispositivos estratégicos del capital financiero internacional. Nos enfrentamos ante una realidad signada por imágenes sociales resultantes de órdenes simbólicos dados, reflejo a su vez, de una cosmovisión racional y empírica mediada por el incesante influjo del mundo de las finanzas.
Asistimos a la necesidad de comprender las distintas interacciones sobre las cuales se constituyen esos órdenes simbólicos, soportes desde donde los sujetos perciben su mundo. Antropológicamente, es necesario desentrañar los procesos de apropiación de la realidad, para dar cuenta no solamente de los sometimientos o adhesiones promovidos por el mundo de las finanzas, sino también de las transformaciones auspiciadas por este. Así las cosas, urge estudiar las formas de constitución y reconfiguración de esos órdenes simbólicos, para determinar de qué manera los “mercados” reconfiguran tales órdenes simbólicos.
Orden simbólico y orden financiero
No podemos perder de vista el carácter social del orden simbólico, mediante el cual los seres humanos agencian acercamientos o distanciamientos, tanto con sus congéneres como con la naturaleza o con la institucionalidad. Es en comunidad como se avanza en el conocimiento del mundo social. Es en la praxis cotidiana como se da la producción y reproducción del mundo.
En la interacción social, los sujetos construyen una serie de categorías colectivas sobre la percepción del mundo cotidiano acerca de las costumbres, de los comportamientos o de los elementos circundantes. Estos pueden manifestarse de formas diferentes en espacios sociales o en sociedades similares, aunque ello no signifique la centralidad del individualismo. Aquí el condicionante está dado por el entorno social de referencia.
Urge comprender la forma en que la actual crisis financiera entreteje nuevas formas de significación, expresadas en códigos convertidos en signos, incidiendo, a su vez, en el oscurecimiento de significados compartidos por los miembros de un grupo social que, tradicionalmente, han funcionado como eje central de la vida social. En ese orden de ideas, es imperativo develar la forma como los fenómenos asociados a hechos financieros inciden en la alteración del orden simbólico, reflejo quizá de un acto de sometimiento por parte de los seres humanos a los dictados del “mercado”.
Asistimos a la pérdida del carácter sagrado de elementos importantes de la espiritualidad, de la cultura y de la naturaleza, sometidos a un intenso proceso de cosificación, el cual emerge, en tanto nuevo elemento del orden simbólico, inmolado en una especie de ritual sacrificial, gracias a la deificación de lo que ideólogos del capitalismo eufemísticamente designan como “el mercado”. En él, es imprescindible la mediación de una voluntad de poder, que hace posible a la matriz de poder dominante, moldear y configurar los escenarios propicios para someter diversos pueblos, culturas y naturalezas a su órbita de poder.
El orden impuesto por la financiarización de la economía ha agudizado dramáticamente la alteración del orden simbólico vigente en la relación humano-naturaleza. De esta forma, los tabúes existentes han sido eliminados o sustituidos por otros que le asignan y refuerzan al gran capital, el rótulo de dueño absoluto de todas las formas de vida.
Podría decirse con Nietzsche que, en el juego religioso impuesto por el proceso de financiarización de la economía, cobran importancia dos aspectos desarrollados ampliamente por él: la voluntad de poder y la mala conciencia (Nietzsche, 2006). Esa voluntad de poder se refleja en el afán por imponer su hegemonía espiritual y racional sobre el pensamiento y la espiritualidad de los pueblos; coadyuvando también a ejercer su supremacía para construir y transformar determinado orden simbólico, sometiendo las conciencias libres, truncando las posibilidades creadoras de cada ser, soportándose en la premisa de la racionalidad occidental para imponer sus ansias de progreso.
[…] también la parcial inutilización, la atrofia y la degeneración, la pérdida de sentido y conveniencia, en una palabra, la muerte, pertenecen a las condiciones del verdadero progressuss: el cual aparece siempre en forma de una voluntad y de un camino hacia un poder más grande, y se impone siempre a costa de innumerables poderes más pequeños. La grandeza de un ‘progreso’ se mide, pues, por la masa de todo lo que hubo que sacrificarle; la humanidad en cuanto masa, sacrificada al florecimiento de una única y más fuerte especie hombre –eso sería un progreso –. (Nietzsche, 2006, p. 101).
Con la financiarización de la economía nos enfrentamos a un claro intento por moldear todas las formas de vida a partir del entramado burocrático del gran capital, como una nueva afirmación de la torsión simbólica que busca, por todos los medios, la reafirmación del proyecto hegemónico poscolonial desde su visión desarrollista.
La visión apologética del progreso impuesto por Occidente apela a la invención de la mala conciencia, la cual viene a operar como dispositivo de control moral, imponiendo condicionamientos al orden instintivo que, de manera artificiosa, es equiparado con la esfera de lo primitivo y de lo marginal. Así, sus marcos de referencia están predestinados para los mal llamados países tercermundistas. Es decir, lo que está por fuera no solo de la racionalidad, sino también de la cultura occidental y, desde luego, lejos de su visión paradigmática del mundo del libre mercado.
Como parte de los dispositivos de control moral, opera su contraparte (“la buena conciencia”), buscando de manera sutil que los individuos superen, mediante cambios drásticos, lo instintivo y se enfilen en procesos de “adaptación” abrupta para inhibir sus instintos básicos. De acuerdo con Nietzsche, el invento de la mala conciencia trajo consigo los conceptos de culpa y deber, los cuales obran contra la génesis del mismo hombre: la naturaleza, donde se sitúa lo malo, lo instintivo. Esto es designado como la “diabolización de la naturaleza”, o lo que es lo mismo, la recurrencia en el tiempo de contemplar con “malos ojos”, las inclinaciones naturales del ser humano, detrás de lo cual se esconde una voluntad de poder (Nietzsche, 2006).
[…] se desconoce la esencia de la vida, su voluntad de poder; con ello se pasa por alto la supremacía de principio que poseen las fuerzas espontáneas, agresivas, invasoras, creadores de nuevas interpretaciones, de nuevas direcciones y formas, por influjo de las cuales viene luego la ‘adaptación’; con ello se niega en el organismo mismo el papel dominador de los supremos funcionarios, en los que la voluntad de vida aparece activa y transformadora. (Nietzsche, 2006, p. 102).
Un elemento clave en la emergencia e imposición del orden simbólico al mejor estilo de la racionalidad occidental, es el Estado. Este es constituido como un dispositivo para promover la “adaptación” mencionada por Nietzsche, gracias a la cual los seres humanos son violentados de manera cruel, con el fin de sumergirlos en un mar de inhibiciones. Su influjo es mayor sobre los más indefensos y los marginados del poder, sometidos al mandato de un “contrato” amparado en el imperio de la ley. Nadie escapa del poder de ese “contrato”, nada queda libre del poder imperial del Estado. A partir de la reconfiguración de las relaciones sociales se impone un nuevo relacionamiento de dominación en los ámbitos de la cultura y de la naturaleza. La cultura termina siendo moldeada según el mandato contractual hegemónico, dando paso a un nuevo orden simbólico. Así pues, el Estado, en su esencia, hace relación a:
Una horda cualquiera de rubios animales de presa, una raza cualquiera de conquistadores y de señores, que, organizados para la guerra, y dotados de la fuerza para organizar, coloca sin escrúpulo alguno sus terribles zarpas sobre una población tal vez tremendamente superior en número, pero todavía informe, todavía errabunda. Así es como, en efecto, se inicia en la tierra el ‘Estado’: yo pienso que así queda refutada aquella fantasía que le hacía comenzar con un ‘contrato’. Quien puede mandar, quien por naturaleza es ‘señor”, quien aparece despótico en obras y gestos - ¡qué tiene él que ver con contratos! Con tales seres no se cuenta, llegan igual que el destino, sin motivo, razón, consideración, pretexto, existen como el rayo, demasiado terribles, demasiado súbitos, demasiado convincentes, demasiado ‘distintos’ para ser ni siquiera odiado. (Nietzsche, 2006, p. 111).
Con la irrupción del Estado, se transforma totalmente la concepción de mundo, afianzando procesos avasalladores de colonización, de cuya órbita no escapa ninguna esfera. La imposición de determinadas relaciones sociales supedita el mundo de la cultura y de la naturaleza a su poder omnívoro, es decir, a la racionalidad y a la espiritualidad occidental. De esta manera, irrumpe en otros mundos con éxito, agenciando procesos de expropiación cultural donde quiera que actúe.
En síntesis, asistimos a un proyecto de representación, de construcción de narrativas y de sujetos, donde prima la autorreflexividad y las estrategias de la modernidad insertas dentro de un proyecto epistémico. En ese proyecto moderno, cobra vida un orden financiero que precisa de la medición y la clasificación, las cuales, a su vez, se muestran útiles no solo para la explicación del mundo, sino también para permitirle al sujeto, preguntarse sobre su lugar en el mundo, aunque la forma de preguntar esté fija en la matriz hegemónica occidental. En el plano simbólico, transitamos por el mundo de la objetividad, donde se profundizan las distancias entre el sujeto y su realidad. Epistémicamente, es necesaria la negación del sujeto para conocer y comprender su mundo, conminando al individuo a su desubjetivización.
Hablar del orden financiero implica el abordaje a fondo del orden epistémico, es decir, de un particular sistema de conocimiento del mundo. La modernidad, en cuanto proyecto científico, legitima y se vale de un método para conocer el mundo. Su sustento se sitúa en una racionalidad, donde se exige que lo conocido debe ser objeto de comprobación, planteando una ineludible confrontación con el sentido común, con el prejuicio.
Entonces, ¿de qué manera el orden epistémico sirve al orden financiero? Esa simbiosis actúa gracias a la forma como el proyecto moderno ha podido constituir al sujeto. En la constitución del sujeto, en tanto objeto susceptible de ser conocido, tiene lugar una relación entre lenguaje y poder simbólico (Bourdieu, 1997), relativa a las maneras en que los discursos someten y moldean al sujeto. Precisamente, es en este punto donde el lenguaje del cálculo y de la medición racional posibilita la construcción de un orden financiero que confronta las subjetividades, coadyuvando a moldearlas, a perfilarlas y a objetivarlas.
En este sentido, la financiarización de la economía sirve como diría Dussel, a la intencionalidad de la modernidad: constituir al otro para negarlo (Dussel, 1992). Opera, además, a decir de Quijano, en tanto sistema de control efectivo que perdura más allá del proceso colonial, lo que, en otras palabras, significa que nos topamos en el presente con una colonialidad en avanzada, a pesar de que haya pasado el proceso de colonialismo (Quijano, 2007).
Desde la perspectiva de Foucault, es posible comprender la historicidad presente en la lucha por instaurar un régimen de verdad que, al ser instaurado, pretende producir unos efectos. La lucha por las resistencias implica, ante todo, develar cuáles son los efectos de ese régimen de verdad, más que un asunto de carácter sustantivo (Foucault, 2007).
No obstante, la pretendida totalidad del proyecto moderno no es un proceso circular, que transita por una superficie lisa, sin resistencias. Una cosa es el discurso de la modernidad que totaliza, y otra cosa es la realidad con sus fisuras. Hay totalidad en la discursividad, pero en la realidad hay líneas de fuga. Nietzsche nos habla de la necesidad de recurrir a las resistencias para confrontar esos procesos de avasallamiento, donde tienen lugar ciertas metamorfosis, cuyo fin se orienta a la defensa y a la reacción (Nietzsche, 2006). También, en el pensamiento de Rodolfo Kusch, se expresa la posibilidad de la negación como instrumento de resistencia y como hecho cultural, desde donde los pueblos construyen la afirmación de su propia existencia, a partir del orden simbólico (Kusch, 2000). En esas relaciones, se produce una doble tensión que tiende a generar separaciones entre el hombre y la naturaleza, expresadas no solo en la espiritualidad, sino también en la racionalidad occidental; o, en otros casos, construyendo aproximaciones al estilo de algunos pueblos nativos.