Kitabı oku: «Yo Soy»
Yo soy
Aldivan Teixeira Torres
Yo soy
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Por: Aldivan Teixeira Torres,
©2018-Aldivan Teixeira Torres
Todos los derechos reservados.
E-mail:aldivanvid@hotmail.com
Traductor: Arturo Juan Rodríguez Sevilla
Reseña: Aldivan Teixeira Torres
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Este libro, incluyendo todas sus partes, está protegido por derechos de autor y no puede ser reproducido, revendido o transferido sin el permiso del autor.
Calificaciones académicas: licenciatura en Matemáticas con especialización en la misma área.
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Breve biografía: Aldivan Teixeira Torres, nacido en Arco verde (Brasil), creó la serie El vidente, las series Los hijos de la luz, y también ha publicado libros de poesía y guiones. Su carrera literaria comenzó a finales de 2011 con la publicación de su primera obra romántica Opposing forces. Por razones que no han trascendido, dejó de escribir sólo para reanudar su carrera en la segunda mitad de 2013. Desde entonces no ha parado. Espera que su escritura contribuya a la cultura pernambucana y brasileña, despertando el placer de la lectura en aquellos que aún no tienen el hábito. Su lema es: "Por la literatura, la igualdad, la fraternidad, la justicia, la dignidad y el honor del ser humano para siempre".
Dedicatoria
Dedico este trabajo a todos los espíritus iluminados y luchadores que han tenido el valor de enfrentarse a los dictados sociales y difundir sus creencias y visiones del mundo. En especial, a los estigmatizados por la sociedad que están siendo juzgados constantemente. Para ellos tengo un mensaje: "Yo soy" cree en ti.
Agradecimientos
Primero, a mi buen Dios que me considera su hijo. A mis padres y familiares, que siempre están presentes en los momentos buenos y malos. A mis amigos, compañeros de trabajo, conocidos, vecinos y aquellos que han formado parte de mi vida. A mis lectores que siempre me alaban. Finalmente, agradezco a todos los que creen en la literatura brasileña.
"Jesús estaba diciéndole a los judíos que habían creído en él: Si permanecéis en mi palabra, seréis mis verdaderos discípulos y conoceréis la verdad y la verdad os liberará. Ellos respondieron: Somos descendientes de Abraham y nunca fuimos esclavos de nadie; ¿cómo es que dices "serás libre"? Jesús contestó: En verdad os digo que todos los que pecan son esclavos del pecado. El esclavo no se queda en casa todo el tiempo; el hijo, sin embargo, se queda siempre allí. Si, entonces, el hijo te libera, serás verdaderamente libre. Sé que sois descendientes de Abraham, pero tratáis de matarme, porque mi palabra no os penetra. Hablo de lo que vi junto con mi padre y vosotros hacéis lo que habéis oído de vuestro padre. Ellos respondieron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fuerais hijos de Abraham, haríais la obra de Abraham. Ahora, sin embargo, tratáis de matarme, a mí que he predicado la verdad que he oído de Dios; Abraham no hizo esto. Estáis haciendo el trabajo de vuestro padre. Ellos respondieron: No nacimos de la fornicación; sólo tenemos un padre que es Dios. Jesús les dijo: Si Dios fuera vuestro padre, entonces me amaríais, porque yo soy de Dios y vengo de él: yo no vengo de mí mismo, sino que él me ha enviado. ¿Por qué no entendéis mi idioma? ¿Por qué no podéis oír mi palabra? Sois del diablo que es vuestro padre y queréis satisfacer los deseos de vuestro padre. Él ha sido un asesino desde el principio y no persistió en la verdad, porque la verdad no está con él; diciendo mentiras, habla de sí mismo, porque es un mentiroso y padre de las mentiras. Yo, sin embargo, que digo la verdad, no creéis en mí. ¿Quién de vosotros me acusa de pecar? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, escucha la palabra de Dios. No escucháis porque no sois de Dios. Los judíos respondieron: ¿Quizás no hemos hablado bien diciendo que eres samaritano y que estás poseído por el diablo? Jesús contestó: No tengo ningún demonio, pero glorifico a mi padre y vosotros me deshonráis. No busco mi gloria; hay alguien que busca y juzga. En verdad, en verdad os digo, los que observan mi palabra nunca verán la muerte. Entonces los judíos dijeron: Ahora sabemos que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: Si alguien guarda mi palabra, nunca saboreará la muerte. ¿Por casualidad eres más grande que nuestro padre Abraham, que murió? ¿Y los profetas que murieron? ¿Quién pretendes ser? Jesús respondió: Si me glorifico a mí mismo, mi gloria no vale nada; el que me glorifica es mi padre que decís que es vuestro Dios y a quien no conocéis; yo, sin embargo, lo conozco. Si dijera que no lo conozco, sería como vosotros, un mentiroso. Pero lo conozco y cumplo su palabra. Tu padre Abraham se regocijó al ver mi día; lo vio y fue feliz. Entonces los judíos le dijeron: ¿No tienes ni cincuenta años y has visto a Abraham? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo que antes de que existiera Abraham, yo soy". (Juan, 31-58)
Introducción
"Yo soy" se presenta como un reto, un atrevimiento, frente a una sociedad muchas veces atrasada y conservadora. El primer gran pensador que enfrentó este paradigma fue un judío llamado Jesucristo hace unos dos mil años. Declarándose hijo de Dios y afirmando su "Yo soy", rompió las estructuras entonces existentes. Inspirado por este ejemplo, este libro da un grito de libertad que todo ser humano debe experimentar. No somos lo que dicen los demás, y muchas veces somos la personalidad que creamos. Debemos ser nosotros mismos con la verdad desnuda y cruda. Siguiéndolo, despertaremos nuestro verdadero "Yo soy" y esto nos liberará para siempre de nuestros propios miedos.
"Yo soy" también pone en contradicción las reglas, la falsa moral, los prejuicios, la intolerancia y el orgullo. Sólo cuando encontremos nuestro eje principal definiremos nuestras prioridades y la mejor manera de realizarlas. El libro plantea preguntas relevantes sobre la correlación e intercorrelación de las relaciones.
Finalmente, "Yo soy" es una obra primordial que debe ser leída a la luz de la sociedad actual y si conseguimos trasladar el argumento a nuestra vida, resolveremos nuestros propios fracasos y descubriremos que no hay mayor felicidad en el mundo que estar junto a nuestros amigos, a nuestros maestros, a nuestra creencia y a nuestro Dios. Con ellos somos más fuertes, y nos transformaremos en defensores, propagadores y protectores de las cosas buenas. Hazlo. Sé un apóstol de buena voluntad, de la verdad, del Padre y practica siempre el amor. Un abrazo y buena lectura.
NOTAS PARA EL EDITOR:
«Sirviente» como «discípulo», etc.
Psicografía
Era el día uno de enero de 2015, una mañana agitada, oscura, sombría, tormentosa, a pesar de ser el comienzo del nuevo año, en un cierto lugar del interior de Pernambuco, donde, descansando en una recién comprada cama box, se encontraba el glamuroso vidente, el viejo soñador que había conquistado la cueva de la desesperación y su fuego.
Entre pesadillas conflictivas que lo despiertan varias veces durante la noche, se debate incansablemente en busca de signos que alumbren una mayor realización de sus sueños más profundos. Sin embargo, ninguno parecía muy prometedor.
Exactamente a las tres de la madrugada se despierta del último sueño de la noche, se levanta de la cama y se acerca a su escritorio donde están su cuaderno, su impresora, los libros, el cable para conectarse a Internet, formularios y otros documentos.
Se sienta en la silla, abre el cajón, saca un bolígrafo y un papel. El espíritu de Yahvé lo agita y luego comienza a psicografiar:
"Se acerca una nueva era y en estos nuevos tiempos quiero darte, hijo mío, todo el honor, la gloria y el éxito que mereces. Yo actúo de esta manera porque tú eres el único en la tierra que me entiende, que me escucha y que es completamente obediente. Por lo tanto, te digo: Toma tu saco, tu bastón, tu cruz y sígueme. No te preocupes por lo que estás dejando atrás ni por lo que sucederá después, porque todo ha sido planeado desde el principio de los tiempos. Quiero, a través de ti, tocar el corazón de las personas, hacerlas reflexionar y que tomen un nuevo rumbo en sus turbulentas vidas. De nuevo, tengo la intención de buscar a los pecadores, pues como dice el viejo dicho: Quien necesita un médico es quien está enfermo. A los que creen, les prometo vida eterna y un lugar especial en nuestro reino. A quienes lo repudien, se les quitará el nombre del libro de la vida, porque los que no reconocen al hijo que pueden ver, mucho menos reconocerán al padre que no ven. Estos últimos no merecen el polvo de tus pies. No tengas miedo, siempre estaré contigo dirigiéndote internamente. No hay secretos entre nosotros y mi gracia te protegerá. Busca una señal."
El vidente deja de escribir. Recoge el periódico y se preocupa. ¿Qué iba a pasar? A cada momento, la gigantesca rueda en la que se ha transformado su vida se vuelve más interesante.
Ya ha congregado las fuerzas opuestas, ha comprendido profundamente su noche oscura del alma, ha vuelto a visitar el pasado, ha descifrado el código de Dios y ahora está ante más demandas.
El cansancio es intenso y decide volver a dormirse. Está seguro de que no podrá dormir, pero al menos puede descansar su cuerpo fatigado. Y así lo hace: guarda el papel en el cajón del escritorio, se levanta de la silla y en cuatro pasos se desploma sobre la cama. Ahora, sólo había que esperar al amanecer para tomar las medidas necesarias.
Hasta entonces, aprovecha para una reflexión interior sobre sí mismo, su misión y sus desafíos, sus círculos sociales y sus respectivas necesidades, sus compromisos, la batalla diaria; y trata de prever los matices del destino, cada vez más asombrosos. Pero lo más importante es que todo permanecía en paz y al ritmo esperado. Su estrella pronto brillaría.
Y así, el tiempo pasa. Cuando el despertador suena exactamente a las cinco de la mañana, salta de la cama, se viste, grita de alegría porque es fiesta, va a la estantería, coge el cable de la radio y lo conecta. En el mismo estante elige uno de sus CDs favoritos y lo reproduce. Escucha tres canciones, se desnuda, coge champú, jabón, cepillo, pasta de dientes, crema y navaja de afeitar, la toalla envuelta alrededor de su cuerpo menesteroso, delgado y sudoroso. Al salir de la habitación, pasa por dos salones y al final del pasillo entra en el baño. Cerrando la puerta detrás de él, se quita la toalla, pone los objetos personales en el lavabo y comienza los procedimientos necesarios.
Con cuidado se salpica un poco de agua en la cara y aplica la crema. Ahora tiene la oportunidad de analizar su aspecto externo. Su cara está negra y azul como resultado de restregarla constantemente contra la almohada durante la noche anterior. Al ser vanidoso, inmediatamente comienza a afeitarse para sentirse joven lo antes posible. A medida que se afeita, se rasura el bigote, la piel se vuelve suave, a pesar de algunos cortes causados por no prestar atención. Nada serio.
Cuando termina, se mete bajo la ducha, la abre y el contacto con el agua fría despierta sus emociones más profundas. Todo va encajando en su vida, haciendo cada vez más interesante su destino. Aunque aún no se ha dado cuenta, se siente plenamente seguro de sí mismo y capaz de volver a ganar. Está dispuesto a ir hasta el fondo en busca de la señal mencionada por su padre en el mensaje psicográfico de hace un momento. Incluso aunque no tenga ni idea de por dónde empezar. El vidente cierra la ducha. Se pone jabón hasta en el último rincón del cuerpo y lo lava una vez más. Con la exfoliación de la piel, ahora es más fácil eliminar completamente las impurezas corporales, espirituales y psicológicas que de vez en cuando le afligen. Aprovecha para concentrarse en la limpieza, dejando sus pensamientos para otro momento.
Entre champú y jabón y más agua fría, termina de bañarse en quince minutos. Vuelve al lavabo, se cepilla los dientes blancos, haciéndolos brillar. Ahora está listo para un día libre y quién sabe, quizá interesante en su vida casi monótona. Se siente confiado, recoge la toalla, se seca, se viste y sale del baño; por el mismo camino regresa a su habitación. En este momento, todos en la casa están despiertos y amablemente desean buenos días a aquellos con los que se encuentran y son correspondidos rápidamente a pesar de que no es lo usual. En la habitación, se pone ropa sencilla pero limpia. Luego se dirige a la cocina ubicada al final del pasillo. Pasando por los mismos lugares que antes, llega allí, va a la mesa y se sienta en una silla vacía. En este punto huele el café y los huevos fritos que está preparando su amable hermana. Los otros comienzan a llegar haciendo el lugar más animado, con las habituales contradicciones familiares.
A continuación se sirve el desayuno, que consta de huevos, panecillos y galletas. Mientras comen, mantienen una conversación sobre temas cotidianos, noticias regionales, deportes, política, religión y relaciones, y cada uno tiene la oportunidad de dar su opinión. Todo es muy agradable.
Una vez terminado el desayuno, el vidente se despide y regresa a su habitación. Allí comienza a empacar su mochila, sólo los artículos necesarios para el uso. Su objetivo es salir y empezar a buscar la señal mencionada por su padre. Con todo listo, sale de la habitación, pasa por el salón, dice el último adiós y cruza la puerta. Va a seguir su intuición.
Afuera, se dirige hacia el este, lugar de una vista peculiar. En el camino, se encuentra a dos personas, las saluda y sigue adelante, porque no hay tiempo que perder. El desafío exige una decisión.
En cinco minutos ya está en el campo contiguo a la escuela del pueblo. Camina un rato y en un momento dado todo parece cambiar: el suelo tiembla, el cielo se oscurece y se acerca la sombra negra de la aflicción. Fue como el sueño que tuvo hace dos años. Desde dentro de la sombra tres hombres salen y se acercan. Con una sonrisa engañosa, agarran por la fuerza al vidente de ambos lados y lo aproximan al interior de la sombra. Cada vez más cerca, el hijo de Dios entiende que sería su perdición entrar en la sombra y lucha por liberarse.
Sin embargo, sus esfuerzos son inútiles, ya que está en desventaja, son tres contra uno. Sin salida, la solución es pedirle ayuda a su padre a través de la siguiente oración llamada Oración de Liberación:
"Te invoco, Dios de los ejércitos, para que me rescates en este momento de desesperación. He aquí que los malhechores se apoderaron de mi alma y de mi cuerpo tratando de llevarme a la perdición. Estoy atascado. Así que, te lo ruego, padre mío, rescátame, muéstrame tu poder y llévate a todos los malhechores. Te ruego en nombre de tu plan, tu bondad y tu amor insondable. Libérame para que pueda dignificar tu nombre ante los otros. Que así sea".
Tan pronto como termina de rezar la oración, la situación cambia por completo: una gran luz se acerca, se para frente a los hombres y de su interior salen dos ángeles fuertes. Uriel y Rafael, viejos conocidos suyos. Agarran a los hombres y con una agilidad espectacular los arrojan de vuelta a la sombra. Después, soplan un fuerte viento que los envía al Seol, el gran abismo. ¡Hecho! Ahora el vidente está a salvo.
Mágicamente, Renato también llega, formando el increíble cuarteto de la aventura anterior. Después de los saludos habituales, empiezan a hablar.
–Oh, qué bueno que estéis aquí, amigos míos, encantado de volver a veros ―dice el vidente.
–Estamos aquí por la voluntad de tu padre. Agradécele a él ―responde Rafael.
–También es un placer para nosotros. (Uriel)
–Estoy muy contento, compañero. (Renato)
–¿Cómo es que estás aquí, Renato? (El vidente)
–La señora guardiana me dio vuestras coordenadas. Subrayó la importancia astral de este momento. Es como si se tratara de un reinicio de todo lo construido hasta ahora ―explica.
–¡Caramba! Primero el mensaje de mi padre y ahora todos vosotros estáis aquí presentes. ¿ Será una nueva aventura, Rafael? (Divino)
–Precisamente. Hemos venido a ayudarte en la continuación de tu trabajo. (Rafael)
–De acuerdo. ¿Cuál es el primer paso? (El vidente)
–Depende de ti decidir. Sólo entonces encontrarás las respuestas. (Uriel)
La respuesta de Uriel es razonable. Como ser humano, es libre de elegir el mejor camino e intuitivamente sabe que esa es la elección correcta. Su padre es maravilloso y se expresa a través de él y eso es lo que los ángeles reconocen. Tras un breve análisis, toma una decisión y se lo cuenta a sus amigos:
–Muy bien. Lo he decidido. La experiencia en Sodoma mostró la dirección de mi verdadera misión: busco a los pecadores y su liberación de la oscuridad. Quiero llevarlos a mi reino donde tendrán paz, abundancia, justicia y felicidad si me aceptan como rey y hermano. "Yo soy" os invita a un viaje.
–Estoy a tu disposición. Desde el comienzo, soy tu brazo derecho e izquierdo de cualquier trabajo. (Renato)
–Te acompañaré y te protegeré de cualquier mal. (Uriel)
–Siempre seré tu consejero. (Rafael)
–Gracias a todos. Seguidme. (El vidente)
Dicho esto, se ponen en marcha. La siguiente parada será la casa del vidente, adonde van a buscar comida, ropa y dinero para los gastos del viaje. La suerte está echada.
En el camino tienen la oportunidad de hablar un poco y disfrutar del comienzo del año nuevo en el pueblo. La tierra de Aldivan y Renato era un lugar tranquilo y agradable para vivir, lleno de gente culta, educada y hospitalaria. Este reinicio de sus vidas era prometedor.
Arcoverde
Un poco más tarde, el grupo alcanza su objetivo. Con la ayuda del vidente, empacan las maletas, se reúnen y parten hacia el primer destino. Pasan por el centro del pueblo, toman la carretera principal y a unos cien metros ya están al lado de la carretera BR-232. Esperan un rato, hablando animadamente de los planes del viaje.
Veinte minutos más tarde, llega el autobús, se suben a él y comienza un viaje de veinte kilómetros, hacia la capital del interior, la bella, querida e importante Arcoverde.
En el coche, un combi de quince plazas de color gris oscuro, tratan de mantenerse distraídos, ya sea charlando con otros pasajeros, escuchando música o incluso disfrutando del encantador paisaje provincial típico del interior del noreste brasileño. Sin duda uno de los lugares más bellos del mundo.
A velocidad media, recorren la distancia en veinte minutos, se bajan en la parada del autobús, se despiden, pagan el pasaje y continúan la caminata a pie por las principales avenidas de la ciudad.
Con la ayuda de los ángeles, la primera parada elegida es la Catedral de la Liberación. Suben las escaleras, entran en la zona principal y se arrodillan ante el altar sagrado. Hay otras personas alrededor, pero cada uno tiene la libertad de decir sus propias oraciones en una comunión perfecta e individual con el creador.
Cuando terminan las oraciones, algo llama la atención de los miembros del grupo: una mujer joven y rubia, de 1,75 m de altura, mejillas sonrosadas, piernas y brazos gruesos, cuerpo delgado, con un pantalón de peto rosa, que no podía dejar de llorar. Deciden acercarse a la infeliz criatura y hablar con ella:
–¿En qué puedo ayudarla, señorita? ¿Algún problema? (El vidente)
–No. Nada que te concierna. (Jovencita)
–No le hable así. Sólo quiere ayudar. (Rafael)
–Le ruego me disculpe. Es que no entiendo el repentino interés de los extraños por mí. (Jovencita)
–Yo lo entiendo. ¿Cómo te llamas? (El vidente)
–Rafaela Ferreira. ¿Y tú?
–Mi nombre es Rafael Potester.
–Mi nombre es Uriel Ikiriri.
–Me llamo Renato.
–Soy Aldivan Teixeira Torres, también conocido como el hijo de Dios, Divino o vidente. Quiero decirte, al margen de lo que suceda, que hay una solución para todo. Basta con que tengas más confianza en ti misma, en el padre y en mí. Estoy aquí para ayudarte.
Rafaela queda asombrada. ¿Quién es ese loco que se considera el hijo de Dios? En su mente perturbada, nada ni nadie puede ayudarla, y su destino es la perdición o el primer puente que encuentre para saltar. Esas palabras, a pesar de haberla tocado, no significan nada ante su dolor privado. Ella decide entonces mostrarse firme y difícil.
–¡Estás bromeando! ¿Quieres que crea que eres divino? No me hagas perder el tiempo.
–¿En serio? Te pareces a esa chica joven que jugaba con su muñeca y se escondía en la sacristía de la iglesia con sus amigos. En ese momento su ingenuidad y su fe eran espejos para otras personas. Ahora, sin embargo, entiendo la oscuridad de tu alma y me siento preocupado. ¿No quieres mi ayuda? No vayas a arrepentirte cuando todo esté perdido ―dijo el hijo de Dios.
–Te recomiendo sinceramente que lo escuches. Después de haberlo conocido, mi vida ha cambiado de tal manera que ya no puedo vivir sin él. Tiene palabras de vida. (Renato)
–Aldivan es un ser extraordinario. Ningún poder, símbolo, ente o confesión es más fuerte que su amor por las personas. Siempre escúchalo. (Rafael)
–No existo sin él. (Uriel)
Rafaela se queda sin palabras. Es ciertamente increíble, sumado a que su fe y devoción no le permiten creer en milagros. Los cinco allí frente al Todopoderoso, sus problemas que no dejan de martillearle la cabeza, la promesa de un extraño que se llama a sí mismo hijo de Dios y conoce su pasado. ¿Qué está pasando? ¿Puede ser un complot del destino para socavar todavía más su miseria? ¿O quién sabe si puede ser su salvación? En su mente, esta última hipótesis es la que menos probabilidades tiene.
Después de un rápido análisis de la situación, decide ponerlos a prueba a ver adónde lleva toda esta locura.
–De acuerdo. Dejaré que me ayudes. ¿Cuál es el primer paso?
–Vámonos de aquí. Afuera te lo explicaré mejor. (El vidente)
Todos obedecen al líder del equipo. Saliendo de la matriz de Liberación, caminan unos metros hacia el sur y giran a la derecha en la avenida principal del centro. En el camino, el vidente habla.
–Rafaela, ¿podrías presentarnos a tu familia? Vives en el barrio de San Cristóbal, ¿no?
–Sí. No hay problema. Los últimos tres meses he estado viviendo con mis padres, después de que mi compromiso se rompió ―responde ella cada vez más impresionada.
–Lo sé. Lo sé. Aprovecharemos para comer algo. ¿Tenéis hambre, chicos? (El vidente)
–Tengo. (Renato)
–No tengo hambre. Pero te acompañaré. (Rafael)
–Ni siquiera preguntas si la chica está de acuerdo. ¡Gandul! (Uriel)
–No hay ningún problema. Mis padres son muy hospitalarios. (Rafaela)
–Gracias. (El vidente)
La caminata continúa. Más adelante, vuelven a girar a la derecha y esperan en la esquina al primer autobús que vaya hacia el barrio. Mientras esperan, permanecen en silencio.
Cinco minutos después llega el autobús. Nuestros estimados personajes se suben a bordo y reanudan el viaje por el lado oeste de la ciudad de Arcoverde. A una velocidad normal y frente a un tráfico caótico, llegan a la parada más cercana a la residencia de su nueva amiga en diez minutos. Pagan los pasajes, se bajan y caminan otros cien metros.
Están frente a un modesto edificio de mampostería de diez metros de largo y cinco de ancho, casa estilosa, con una pared corta al frente. Rafaela toma la iniciativa y llama a la pequeña puerta de entrada, que da acceso a una pequeña habitación. Llama una vez y no pasa nada. En el segundo intento, escuchan pasos y esperan a ser atendidos.
De la casa sale un hombre fuerte, pequeño, de piel clara, con vaqueros, camisa de punto, sombrero de cuero y chanclas. Viendo a su hija acompañada por los chicos, se sorprende y con vehemencia dice:
–Hija, ¿qué está pasando? ¿Quiénes son estas personas?
–Son mis amigos, padre. Vinieron conmigo de visita. ¿Está todo bien? (Rafaela)
–Ok. Disculpe los malos modales. Me llamo Antonio Ferreira ¿y vosotros?
–Soy Aldivan Teixeira Torres.
–Soy Renato
–Mi nombre es Rafael Potester.
–Y yo soy Uriel Ikiriri.
–El placer es mío. Siéntanse cómodos, vamos a entrar. (Antonio)
–Gracias. (El vidente)
–¿Está mi madre aquí? (Rafaela Ferreira)
–Sí. En el salón. ¿Vamos? (Antonio)
Todos aceptan la invitación asintiendo con la cabeza. Pasan por el vestíbulo, entran en el salón, y se sientan unos en el sofá de cinco plazas y otros en sillas. Gildete, la madre de Rafaela es presentada a los visitantes. Entonces empiezan a hablar.
–Bien, señora Gildete y don Antonio, conocimos a Rafaela por casualidad, cuando estábamos rezando. Díganme, ¿cuándo empezaron los problemas? (El vidente)
–No sabemos exactamente cuándo, pero sospechamos que lo peor ocurrió debido a la ruptura del compromiso. A partir de entonces, perdió las ganas de vivir. (Gildete)
–Creo que fue justamente así. (Antonio)
–Yo lo entiendo. Es realmente muy difícil. (El vidente)
–¿Ha visto a un especialista? (Rafael)
–Sí. Sin resultados claros. (Gildete)
–En mi desesperación, incluso consulté a un sacerdote santo. (Antonio)
–Ya os he dicho que nada ni nadie puede ayudarme. Son tercos. (Rafaela)
–No hables así. Nada es imposible. (Renato)
–Ella está deprimida, hombre. Es normal sentirse así. (Uriel)
–Oh, perdóname, Rafaela. (Renato)
–No es culpa tuya. ¿Qué hacer, Dios mío? Me siento perdida y sin posibilidades de seguir adelante. ¿Qué más podría pasar? (Rafaela)
–La respuesta que buscas está en mi padre. Cuando estaba en la noche oscura del alma ―un período oscuro en el que me alejé de Dios― él me buscó y con gran amor me salvó de la perdición. Él puede hacer más por ti, a través de mí. Por eso, les pido permiso a tus padres y a ti, para que me dejen intentar ayudarte. (El vidente)
–No lo sé. Aunque me asusta, confío en que…
–¿Qué debo hacer, papá y mamá? ―pregunta Rafaela.
–No tenemos nada que perder. Con lo poco que hemos hablado, he comprendido la grandeza del corazón de este hombre. Tengo fe. (Gildete)
–¿Qué tiene en mente? (Antonio)
–Conozca a su hija, y a través de su conocimiento podrá ayudarla. También quiero que ella venga con nosotros en un corto viaje. (El vidente)
–Por mí, está bien. Sin embargo, manténganos al día. (Antonio)
–Si estáis de acuerdo, yo también lo estoy. Voy a intentarlo. (Rafaela)
–Gracias por tu confianza. (El vidente)
–¿Quieren algo de comer o beber? (Gildete)
–Agua para mí. (El vidente)
–Quiero jugo. (Renato)
–Lo que sea. (Rafael)
–Gracias. (Uriel)
–Si me disculpan… (Gildete)
Gildete se levanta, se revuelve el pelo y con pasos firmes se dirige a la cocina. En unos pocos pasos llega allí y comienza a preparar algunos bocadillos. Mientras esperan, la conversación continúa animada en el salón, en relación con otros temas. Cuando termina de preparar la comida, la anfitriona llama a todos a la mesa de la cocina, donde todo estaba bien organizado. Responden a la llamada y durante veinte minutos siguen interactuando, en un ambiente de paz, tranquilidad y unión, como si fueran una gran familia, lo cual tiene algo de verdad, pues todos ellos forman parte de la gran familia llamada humanidad.
Finalmente, Rafaela va a hacer las maletas para emprender el largo viaje. Un viaje aún no definido e imprevisto que podría cambiar el futuro del mundo entero. Espera y verás.