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Imagen de un tuit de Fígaro, un enfermero de la sanidad pública en el que reivindica la falta de medios.

El agradecimiento por bandera

La crisis económica, la precariedad laboral derivada de la misma y la escasez de trabajo han generado un caldo de cultivo perfecto para que se cumpla «el agradecimiento por bandera». Una cultura establecida entre empresario y trabajador, de la que parece que no hay que dudar y que se debe practicar como si fuera parte del trabajo.

Efectivamente, «es de bien nacido ser agradecido» y el hecho de tener un trabajo tiene que ser un motivo de alegría para los trabajadores, porque significa que van a poder llevar dinero a casa y vivir con una mínima dignidad. O por lo menos eso significaba hace años, pero «el agradecimiento por bandera» es algo muy dife­rente.

Últimamente estamos asistiendo a la pleitesía máxima del trabajador a la empresa. Esta práctica va mucho más allá del típico peloteo al jefe. Estamos hablando de que muchos trabajadores tienen que escuchar en sus empresas frases como «tienes que estar agradecido por tener trabajo», «hay muchas personas que querrían estar en tu puesto» o «en la cola del paro hay miles de personas como tú».

Frases que desmoralizan y sirven para asustar al trabajador y endiosar al empresario al concederle la potestad de decidir «quién vive y quién muere» no sólo por la calidad del trabajo, sino por permitir sus abusos fuera y dentro del horario laboral. Es decir, ya no importa que el empleado desarrolle bien sus tareas; ahora también tiene que echar horas extra sin remunerar, debe callar si se cometen injusticias y debe demostrar sumisión ante el que le paga la nómina a final de mes.

Paradójicamente, estas prácticas se dan más en trabajos peor remunerados y con peores condiciones –como la parcialidad y la temporalidad–. Es en estos trabajos en los que los abusos son más sencillos de cometer, ya que suelen ocuparlos personas precarias que, si son despedidas, tienen mayor dificultad a la hora de encontrar otro trabajo. Además, en este tipo de empleos existe una menor presencia sindical (pues los trabajadores no se afilian para el poco tiempo que van a permanecer en su puesto), por lo que es más sencillo que se cometan abusos y fraudes. En esos casos la situación se retroalimenta, ya que, al no haber presencia sindical, se abre un camino hacia el empeoramiento de las condiciones.

El hecho de que se instaure el «agradecimiento por bandera» en el discurso laboral consigue incorporar otro elemento dañino más en el acervo cultural del que venimos hablando, que perjudica al trabajador que tiene o está buscando un empleo y ampara al empresario sin escrúpulos para que cometa mayor número de abusos.

La mejor forma de no perder la perspectiva en cuanto al trabajo y el agradecimiento es conociendo la propia definición de contrato laboral: el contrato de trabajo es un acuerdo entre el trabajador y el empresario, en virtud del cual el trabajador se compromete a prestar sus servicios de forma voluntaria, por cuenta ajena y dentro del ámbito de organización y dirección del empresario, que se compromete al pago de una retribución. Es decir, el contrato es un acuerdo en el que ambas partes intercambian algo para que la relación contractual funcione. El empleador paga un salario y el empleado aporta su fuerza de trabajo (intelectual y/o física) al empleador. Ya está.

Es fundamental que no perdamos de vista lo que es una relación de trabajo. Todo lo demás es un exceso, un abuso por parte del empleador que no se ajuste a lo establecido.

El fenómeno del mileurismo

Muy ligado al apartado anterior está el fenómeno del mileurismo. Nos encontramos en un punto en el que los salarios son tan bajos, la inestabilidad tan alta y el hecho de encontrar un trabajo tras ser despedidos tan complicado, que nos han acostumbrado a la fuerza a pensar que cobrar 1.000 euros tampoco está tan mal. Quien dice 1.000 dice 1.200, una cantidad de dinero con la que en la mayoría de ciudades españolas hay que hacer malabares para poder llegar a fin de mes y con la que es prácticamente imposible ahorrar. En muchas ocasiones, estos trabajadores viven al día y estiran sus sueldos hasta el 30 de cada mes, mientras cruzan los dedos para que la nómina no se retrase, porque son incapaces de hacer frente a las facturas que entran el primer día del mes.

El problema de que existan salarios tan bajos ha quedado patente durante la pandemia. En marzo de 2020, cuando multitud de empresas se sumaron a los ERTE y el SEPE se colapsó, muchos trabajadores no consiguieron cobrar la prestación al mes siguiente y se vieron ahogados en facturas porque no tenían dinero para afrontarlas. Incluso nos encontramos familias que directamente no tenían margen ni para comer. Trabajadores con nóminas muy justas que se vieron sin nada de un mes para otro.

Lo que antes de la crisis de 2008 era algo propio de jóvenes, de aquellos que entraban al mercado laboral y tenían que asentarse, ahora es la norma. El tener capacidad de ahorro es un lujo que sólo se pueden permitir unos pocos. En el año 2017, más del 86 por 100 de los españoles no podían ahorrar. El 86,6 por 100 de los españoles con rentas ingresaban menos de 30.000 euros al año, por lo que era «prácticamente imposible» destinar parte del dinero a algún producto de ahorro o inversión, según los técnicos del Ministerio de Hacienda[13]. En la actualidad, el salario moda –el más repetido– en España es de 18.469 euros y el salario medio es de 24.395 euros brutos anuales. ¿Quién puede ahorrar cobrando 1.200 euros en 12 pagas? ¿Quién puede tener un colchón para imprevistos cobrando esa cantidad de dinero? Pocos, muy pocos. Además, hay que tener en cuenta el nivel de vida. Si el alquiler de un piso pequeño en Usera o Carabanchel –dos barrios humildes del sur de Madrid– cuesta mínimo 700 euros, ¿qué margen de maniobra pueden tener los trabajadores? Ninguno.

Una de las cuestiones fundamentales es que esos millennials (nacidos entre 1981 y 1993), que en 2008 cobraban 1.000 euros como becarios –sabiendo que era una etapa por la que había que pasar, pero que no duraría para siempre–, se han hecho mayores. Ahora son adultos, son padres y han intentado formar una familia cobrando los mismos 1.000 euros que ganaban en su juventud. Esos hombres y mujeres llevan años formando parte del mercado laboral, llevan mucho tiempo aportando al sistema de pensiones, consumiendo, pagando alquileres y la gasolina del coche. Llevan años estirando sus sueldos, cruzando los dedos para que la nómina no se retrase, porque son incapaces de hacer frente a las facturas que entran el día 1.

Sin embargo, las siguientes generaciones no hemos entrado en el mercado laboral cobrando 1.000, lo hemos hecho cobrando 300 y con suerte. Nuestra aspiración al entrar ya no es cobrar un salario de 1.600, como era la de nuestros hermanos mayores, es llegar a esos 1.000 euros para poder organizarnos una vida. Precaria, inestable, justa, difícil… pero una vida. Y es así, si la cosa no cambia, como todas las generaciones acabaremos siendo mileuristas.

La deshumanización de los trabajadores

En una sociedad en la que se romantiza la precariedad laboral, se intentan instaurar y normalizar actitudes que evidencian esta problemática y se promueve una fuerte distorsión entre lo que es y lo que debería ser el trabajo, es muy sencillo que se llegue a la deshumanización de los trabajadores.

El término deshumanización define un proceso mediante el cual una persona o varias pierden o son despojadas de sus características humanas. Al desaparecer aquello que les hace humanos, pueden perder automáticamente los derechos que tienen por su condición.

Considerar a las personas únicamente como recursos (humanos), como números que sirven para configurar estadísticas y datos macroeconómicos, reducirlas a mercancías de las cuales extraer su fuerza de trabajo, ha favorecido el crecimiento de la precariedad laboral. Y es que, si una empresa antepone el beneficio económico a todas las cosas (incluida la salud y la seguridad de sus trabajadores), obvia los derechos y las necesidades de los mismos, ya que son fácilmente sustituibles por otros «más rentables» (no enfermos, más jóvenes, a los que se pueda pagar menos…).

Voy a intentar explicar, con un ejemplo muy gráfico (y real), la deshumanización de los trabajadores en una gran empresa, en este caso el Burger King[14]. La empresa de hamburguesas es conocida por dar un servicio barato, rápido y a domicilio, por lo que necesita mucho personal que trabaje a destajo durante las horas en las que presta servicio a la empresa. Para ello suele nutrirse de dos tipos de trabajadores: jóvenes y migrantes. Dos tipos de personas que necesitan trabajar con urgencia y que suelen tener miedo a perder su fuente de ingresos.

Las contrataciones que realiza suelen ser temporales, parciales y con horarios rotatorios (fines de semana incluidos). Es decir, Burger King contrata a personal precario, aprovechándose de su situación, a los que mantiene como temporales y a los que no le importa despedir cuando dejan de ser útiles o comienzan a ser molestos por reclamar sus derechos. No es que lo diga yo porque tenga especial inquina a la empresa, esto ha sido denunciado por los sindicatos desde el año 2018. Concretamente, en septiembre de ese año, el coloso de las hamburguesas despidió a tres sindicalistas de CCOO alegando «acoso laboral». Tras varios meses, los trabajadores tuvieron que ser readmitidos, al firmarse un acuerdo en acto de conciliación.

Aquí vemos cómo a la empresa no le interesa que esos «números» se organicen para reivindicar sus derechos como trabajadores (humanos). De hecho, la lucha de Burger King contra los sindicatos es conocida: un año después de este acontecimiento, UGT tuvo que denunciar que la compañía no concedía las horas sindicales a los representantes de los trabajadores[15].

Pero si estos hechos no son suficientes para mostrar la deshumanización de los trabajadores que no pueden ejercer su derecho a organizarse, la empresa va un paso más allá para convertirse en el ejemplo perfecto de lo que quiero mostrar.

En plena crisis derivada del coronavirus (2020), Burger King despidió a más de 20 trabajadores que se encontraban de baja por incapacidad temporal. Es decir, que la empresa despidió entre mayo y junio a más de 20 trabajadores que se encontraban de baja médica.

El despido se les notificó mediante dos cartas estandarizadas: en la primera acusaron a los trabajadores de simular la enfermedad (es importante destacar que las bajas las tienen que dar los médicos) y en la otra se los despedía alegando bajo rendimiento (algo bastante complicado porque no estaban trabajando).

Entre las personas despedidas se encontraba una mujer que había estado varias veces en urgencias por una infección en un pecho y una joven que se había roto el ligamento cruzado de la rodilla y estaba esperando la operación.

Además, este modus operandi, según denunció CCOO, ya había sido llevado a cabo por la empresa durante el mes de diciembre del año 2019, despidiendo a otra remesa de trabajadores.

En ambos ejemplos se puede observar cómo los trabajadores son fácilmente sustituibles por otros más sanos y dóciles. Es importante tener un rebaño tranquilo y que las ovejas den leche para que la economía de la empresa siga funcionando; de no ser así, no hay que tener ningún tipo de pudor a la hora de prescindir de las ovejas descarriadas. En estos casos de despido con «cartas tipo», realmente no importa si el trabajador ha bajado su rendimiento, ha fingido una enfermedad o ha acosado laboralmente; lo relevante es alegar lo que sea para quitar de en medio a aquellos que molestan y que cunda el ejemplo de lo que uno puede o no hacer, independientemente de que esos actos que han sido fuertemente castigados son derechos laborales adquiridos hace años.

La cultura de la gratisfacción

Tras más de dos años llevando Mierda Jobs y más de cinco en el mercado laboral, observé que en España se da mucho la gratisfacción entre las ofertas de trabajo, entre las empresas y entre los propios trabajadores. Por ese motivo, decidí hacer un artículo en Público explicando lo que para mí significa este fenómeno que tantas veces se repite en el mercado laboral y que engloba dos términos: gratis y satisfacción.

Para ello, puse varios ejemplos reales de ofertas de empleo. Y en este apartado añadiré tres para ejemplificar en lo que consiste la gratisfacción en las ofertas de trabajo.

El aprendiz entregado

Un cuestionario para poder postular a un trabajo cualquiera: «¿Estarías dispuesto a dedicar un año de prácticas sin retribución económica en una empresa con el objetivo de adquirir experiencia en el mundo empresarial y conseguir una beca de estudios para descubrir las habilidades digitales más demandadas?».


Cuestionario previo en una oferta de Infojobs.

El superhéroe cieneurista

Un anuncio de prácticas cualquiera: «Buscamos personal para nuestro departamento administrativo-comercial. Deberá hacer tareas administrativas, análisis de convenios colectivos y actualización de los mismos, actualización de documentación comercial, realización y actualización de ofertas comerciales e introducción y actualización de datos comerciales en nuestra intranet propia. Se ofrece una remuneración de 150 euros mensuales y horario de cuatro horas diarias».


Anuncio obtenido de Infojobs.

El colaborador generoso

Una conversación de WhatsApp en la que ofrecen trabajo a cambio de visibilidad: «nos gustaría mucho que pincharas online una o dos horas […] Presupuesto no hay, nene, estamos intentando recuperar todo lo perdido en estos meses».


Conversación de WhatsApp cedida por el DJ Carlos Salinas y posteriormente publicada en Público.

Como si de un favor se tratara, estas empresas ofrecen explotación gratis a cambio de visibilidad, experiencia, apelar a la vocación o lo que se les pueda ocurrir, aprovechándose de la necesidad de las personas. Sin embargo, este término va mucho más allá y engloba más situaciones.

Hay mucha gente que asume que debe trabajar gratis para poder optar a un empleo remunerado, pero además existen empresas que pintan esa explotación de purpurina para intentar enganchar a trabajadores precarios y jóvenes que trabajen gratis pero con satisfacción. Voy a poner los mismos ejemplos que puse en el artículo que apareció en Público[16].

Imaginad que una joven consigue un trabajo en prácticas en una gran empresa que tiene su oficina en Gran Vía o en Plaza de Castilla. Además, la empresa tiene cierto nombre dentro del sector y cuando entra hay unos ascensores preciosos y la gente va estupendamente vestida. Llega a la entrevista y le ofrecen hacer prácticas sin remunerar a cambio de (más) experiencia y la joven acepta.

Al final, ella tendrá la satisfacción de estar allí unos meses, ganar más experiencia (si cabe) en una empresa con un gran nombre, poder conocer gente importante que va estupenda, trabajar en un escritorio con unas vistas estupendas y hacer todo eso de forma totalmente gratuita. Eso es la gratisfacción.

Como este, hay muchos casos. Imaginad que una gran marca saca un concurso de diseño para una campaña por la que ganará una pasta. Ofrece visibilidad al que gane el concurso y crear imagen de marca, pero ni un céntimo. Como es una empresa conocidilla y habrá algún medio que se hará eco de esa campaña, se presentan 100 trabajos diferentes. Al final, gana el trabajo de Federico, que ha tardado tres días en pensar, diseñar y perfilar la idea. Se publica que su trabajo es el premiado y que su firma estará plasmada en la esquina inferior derecha (de su propio diseño) en los carteles de la campaña. Además, algún medio recoge que el ganador ha sido él, justo al final del texto.

Federico estará encantado y pensará (o por lo menos cruzará los dedos) que es posible que alguien le llame (y le pague) en un futuro por haber ganado ese concurso, y lo difundirá en sus redes sociales y entre sus contactos, difundiendo a su vez la campaña y la empresa que le ha utilizado para que trabaje gratis. De nuevo, el fenómeno de la gratisfacción.

Otro ejemplo es el de los moderadores de videojuegos, páginas web, etc. Son trabajos; hay gente que cobra por ello y hay otros muchos que lo hacen gratis. En muchas ocasiones, esa persona es fan del videojuego o de la página en cuestión y se ofrece a moderar. Hay veces que le dedican jornadas enteras para que todo esté perfecto o lo más perfecto posible, y lo hacen de forma totalmente gratuita. Los llena de satisfacción hacer ese trabajo, ser moderadores, pero lo hacen por cero euros al mes. He aquí la gratisfacción.

Dicho fenómeno se produce, entre otras cosas, porque se valora muy poco el trabajo creativo, porque nos encontramos en un contexto que permite multitud de abusos a través de las prácticas y las becas, y porque existe una cultura empresarial en la que se estila mucho el ofrecer trabajo precario como una oportunidad.

[1] P. Móvil, «Friganismo: la última dieta hipster es coger comida de la basura», El País, edición digital, 24 de marzo de 2016 [https://elpais.com/elpais/2016/03/23/tentaciones/1458743983_806662.html].

[2] R. Salvador, «Alquilar habitaciones en ‘coliving’, entre la experiencia y la precariedad», La Vanguardia, edición digital, 21 de diciembre de 2020 [https://www.lavanguardia.com/economia/20201221/6137929/coliving-alquilar-vivienda-piso-habitacion.html].

[3] R. F-Novoa, «“Nesting”: el secreto de la felicidad está en tu casa», ABC, edición digital, 13 de marzo de 2020 [https://www.abc.es/summum/living/salud-fitness/abci-nesting-secreto-felicidad-esta-casa-201801301013_noticia.html].

[4] «Confinados en “minipisos”, una experiencia agobiante con sus vías de escape», 20 Minutos, edición digital, 11 de abril de 2020 [https://www.20minutos.es/noticia/4223469/0/confinados-minipisos-experiencia-agobiante-vias-escape/].

[5] C. E., «Los insultos a Rafael van der Vaart por matar el tiempo en su piscina climatizada», El Confidencial, 18 de marzo de 2020 [https://www.elconfidencial.com/deportes/futbol/2020-03-18/rafael-van-der-vaart-coronavirus-insultos-real-madrid_2504263/].

[6] A. de la Fuente, «No son abuelitos erigidos en héroes, son víctimas: así convertimos la pobreza en lemas de Mr Wonderful», Público, 16 de noviembre de 2019 [https://blogs.publico.es/mierdajobs/2019/11/16/no-son-abuelitos-erigidos-en-heroes-son-victimas-asi-convertimos-la-pobreza-en-lemas-de-mr-wonderfull/].

[7] D. Ruiz Fájula, «9 trucos para calentar la casa sin encender la calefacción», El País, edición digital, 28 de enero de 2015 [https://elpais.com/elpais/2015/01/22/buenavida/1421926098_497439.html].

[8] «Friganismo: la última dieta hipster es coger comida de la basura», cit.

[9] B. Chávez, «No salir de casa en todo el fin de semana rebaja la ansiedad e ilumina la mente», El País, edición digital, 29 de marzo de 2017 [https://elpais.com/elpais/2017/03/22/buenavida/1490183687_382361.html].

[10] J. Barbacho, «El ‘coliving’, la nueva moda de casa compartida se planta en Madrid», El Mundo, edición digital, 10 de noviembre de 2018 [https://www.elmundo.es/madrid/2018/11/10/5be5c799468aeb337b8b4587.html].

[11] J. M. Ruiz, «PobRicos: por qué ahora los ricos se visten de pobre», GQ, 20 de diciembre de 2018 [https://www.revistagq.com/moda/tendencias/articulos/ricos-vestidos-de-pobres/32338].

[12] «Los españoles cada vez valoran más el ‘salario emocional’ por encima del sueldo», Antena3 Noticias, 4 de noviembre de 2019 [https://www.antena3.com/noticias/economia/los-espanoles-cada-vez-valoran-mas-el-salario-emocional-por-encima-del-sueldo_201911045dbfcbc80cf282fef3000601.html].

[13] «El 86,6% de los españoles no tiene capacidad de ahorro, según Gestha», Europa Press,13 de octrubre de 2017.

[14] A. de la Fuente, «Trabajadores de Burger King denuncian que los despiden estando de baja alegando “poca productividad”», Público, 16 de junio de 2020 [https://www.publico.es/economia/trabajadores-burger-king-denuncian-les-despiden-estando-baja-alegando-productividad.html].

[15] «UGT denuncia que Burger King no le concede las horas sindicales a los representantes de los trabajadores», Huelva 24, edición digital, 6 de noviembre de 2019 [https://huelva24.com/art/131289/ugt-denuncia-que-burger-king-no-le-concede-las-horas-sindicales-a-los-representantes-de-los-trabajadores].

[16] A. de la Fuente, «‘Gratisfacción’: la perversión de trabajar gratis solo por tu simple satisfacción», Público, 13 de diciembre de 2020 [https://blogs.publico.es/mierdajobs/2020/12/13/gratisfaccion-la-perversion-de-trabajar-gratis-solo-por-tu-simple-satisfaccion/].

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