Kitabı oku: «Intensement», sayfa 2
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Como nota pasajera siempre
se hace tarde para entrar.
Vivo en equilibrio imperfecto de verdad.
Con el juego de la vida siempre empieza
todo de cabeza una vez más.
No tienes norte, nunca sabes dónde vas,
cómo salir y querer vivir echando todo al azar
con el tiempo que te juega
las traviesas aventuras del disturbio del rodar y rodar.
Como que no sabes por dónde salir,
porque no hay nadie que te espere
en un silencioso adiós.
Con la ausencia del disturbio,
una vez más dices adiós.
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Confinados a vivir en el recuerdo,
retirados de toda locación emocional.
Con frecuencia miras alto, pero nunca logras ver.
La fatiga y el ocaso te aventajan
ante impíos sofocantes del presagio del ayer.
Tu mirada es furtiva
y tu aliento a alcohol
marcado por cada estación.
Las palabras son hechizos
que viajan en el tiempo,
poseyendo las praderas
que despeinan tu sosiego.
Son miradas de cemento
y abismos de quietud,
caucásicos y tibios por el eje de tu piel,
consanguíneo arbitrario,
juez de lo eterno y pasajero
que por ti agachas la mirada.
Con el trono ante tus pies
y la mirada devastada,
haces claro el horizonte,
tiempo en el que juegas al azar
con las trampas del destino,
que ya huyen otra vez.
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Conectados con la vida
y el equilibrio que nos da;
conectados con el alma,
te siento cada día más eterna;
conectados con la luz
que ilumina nuestro andar en la tiniebla;
conectados por un cable,
para cada día estar a tierra;
conectados por la piel
cada día te extraño más;
conectados por el sonido de tu voz
que hace eco en la habitación.
Estamos conectados por tu esencia,
ya que cada día te recuerdo con más exactitud;
conectados por la vía.
Y tú estás aquí, mi hermosa compañera,
mi silueta, mi presencia,
que añoro con tanta exactitud.
8
Con piedad te pido:
dame habilidad,
la ofensiva de ilusión
y el conjuro de tu voz.
Vivo al pie del caudal,
siempre dando oportunidad.
Caí en cuenta del eterno pasajero
que llevo rodando en mi interior.
No sé dónde encuentro la salida,
rogando en el pilar de la cruz
que goza por verte partir.
Aún eres el miembro exacto que descuadra
mi amplio espíritu de quietud,
mamífero insatisfecho e intuitivo que avanza
imperante al discurso de ovación,
con las canas pituitarias que cantan al brotar,
con la luz que apenas logras divisar.
Buscas la locura, y no los círculos que se van,
sigues haciéndolo todo mal.
Los seis ejemplos de quietud,
las seis historias de tu vida,
como caja preciosa que no se puede ni tocar,
y las seis terapias que desbocan en lujuria
y la respuesta es la historia,
es que vuelves para atrás.
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Con una lágrima sutil pero perfecta,
demandas atención de lo inusual.
Con tu mirada taciturna y triste tratas de brillar.
Con tu silencio y el eco de tu ausencia
tratas de disimular tu enojo.
Con mi aullido negativo,
tras dos copas de verdad,
te veo auténtica una vez más.
Con palabras lacerantes trato de llevarte
y convencerte de una realidad.
Eres cálida y fría cada día al despertar.
Te contemplo sollozante
día a día en el altar.
En tu mente tienes clara
la idea visceral del coloquio marital.
En tu vientre haces eco del llamado
de un llanto pasajero que lo traes del ayer.
Tu mirada ebria pero eterna
me contempla al despertar.
Confundida en el espacio
llamas la atención del equilibrio,
con tu gesto pionero
que devasta mi interior.
Caen lágrimas de desconsuelo
que el tiempo no logró posesionar.
Cae el alba. Con él brotan
los primeros rayos de sol,
encontrándote perfecta, tibia,
con los ojos cerrados de emoción.
Eres clara, eres luz, eres eterna y perfecta,
con la tempestad dispuesta a tu esencia.
Eres libre, y también agua cristalina,
pura y hermosa.
Con la mirada a tus pies te levantas
y sigues pasajera,
te vuelves eterna primavera
en el llanto del ayer.
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Con el tranvía que vuela junto a ti
en busca de su capitán,
perdiendo, pero siempre ganando
un poco más en la labor;
volando lejos, pero siempre con las alas rotas,
los tiempos de las risas jactanciosas
y nos deja qué mirar,
solo soledad.
En tiempos imperfectos,
con luz prestada,
siempre con simplicidad,
los cántaros llenos
y las flores marchitas,
enjaulaban tu espíritu
dejándote en estado de quietud.
La ausencia de comas
hacía que el verso
fuese solo un párrafo más,
distante a realidades
imperfectas para mí.
Solo existes en el ocaso,
tú, inquieta y feliz,
radiante, solo porque sabes
que el tiempo de partir acaba de llegar.
11
Cómo seducir tus pasos
cuando cada día los siento más ausentes.
El tiempo es mi gloria,
cuando te encuentro junto a mí.
Despertar de madrugada con tu esencia,
con tu luz a contraluz.
Cómo acudir a otras almas,
cuando la tuya me tiene poseído.
El encuentro a dos voces
y la mirada celestial que cautiva
en lo profundo y en la caja de recuerdos.
12
Tus labios y besos me levitan al andar,
ojos que esquivan a los míos
y miran sin mirar.
El latido de tu voz,
que le canta a la luna y al sol
que estás conmigo,
es tu piel perfecta
que acompaña la ilusión.
Te miro fijamente
y no encuentro imperfección.
Eres bella, pura, magia y locura.
Mi inconsciente está contigo,
paso a paso desde ayer.
Perspectiva incongruente
que no sale de la mente,
te deslizas suavemente
con el abrazo del ayer.
Posees la costumbre de amarrarme
en tu mundo de prisión.
Amor caótico, eterno y libre,
perfecto, inusual y pasajero.
Eres tú, silueta, trastorno
y forma de pensar.
Abates la distancia y te abochornas al partir.
Me llamas elocuente y despiertas la quietud,
te desvelas noche a noche,
pensando en mi interior.
Avasallado con mis besos,
te pido un día más.
No descuentes los presagios
que te llevaron a mi ser,
tu calma imperfecta que se apoya
en el filo del abismo, no dejándote caer.
Delicada, tibia, te abates al entrar
en cada uno de mis pensamientos.
Te desnudas libremente,
permitiéndome alcanzar
el pensamiento más profundo
de tenerte junto a mí.
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