Kitabı oku: «El pequeño doctor», sayfa 8
Leche materna
Constituye el mejor y más natural alimento para el lactante, y es de vital importancia para su salud y para el futuro de su vida. Estudios estadísticos nos muestran que los niños alimentados con leche artificial presentan una mortalidad diez veces superior a la de los niños que toman el pecho. Los primeros días de la lactancia materna son de vital importancia, hasta el punto de poder ser decisivos para la vida o muerte del lactante. Hemos podido observar también en los animales que la manipulación de la naturaleza puede acarrear malas consecuencias. Todo granjero sabe que los animales recién nacidos, aunque sean de aspecto robusto (como sucede, por ejemplo, con las ovejas) van a tener serias dificultades de supervivencia si no son alimentados por sus propias madres. Muchos corderos preciosos acaban sucumbiendo cuando se les alimenta con leche de vaca o incluso con leche de otra oveja que no sea su verdadera madre. La leche materna es definitivamente el alimento más adecuado que cada recién nacido necesita para su desarrollo. Para el ternero es la leche de vaca; para el cordero, la leche de oveja y, para el ser humano, la leche materna. Su composición es la más apropiada, tanto fisiológica como biológicamente, para la formación del organismo, tanto de su estructura ósea como de los riñones y del resto de los órganos del cuerpo.
La leche materna, especialmente la primera en salir (calostro), contiene sustancias activas parecidas a fermentos, así como sales nutritivas y vitaminas, no todas bien conocidas, que no se hallan en ningún otro alimento ni siquiera de forma aproximada. Así mismo, contiene también anticuerpos y alexinas que pueden proteger al niño de muchas enfermedades. De ahí el gran misterio de por qué los niños de pecho se muestran inmunes a ciertas infecciones durante sus primeros tiempos de vida.
El falso argumento de que las madres que dan el pecho a sus hijos ven perjudicada su salud y su belleza corporal carece de fundamento. Hay suficientes pruebas que demuestran precisamente lo contrario. Una madre considerada como sana, que nutre a su hijo de forma natural, es decir, mediante lactancia materna, verá reforzada su salud, ya que durante este periodo sus glándulas de secreción interna y externa trabajan mucho más y mejor. Con ello mejora el aprovechamiento de los alimentos, especialmente la utilización de las vitaminas procedentes de la alimentación. También, en las madres lactantes, la regeneración de los órganos del bajo vientre transcurre mejor que en aquellas que renuncian a este privilegio natural. La armonía y el afecto emocional que surgirá entre la madre y su hijo queda mejor garantizado o reforzado si la madre da de mamar al niño. Como sucede con tantas otras cosas cuando se siguen las leyes de la naturaleza establecidas por el Creador, aquí también se aprovechan tanto la madre como el niño.
La alimentación del lactante con leche materna es de suma importancia para el desarrollo normal del niño y para poder disponer de una buena capacidad defensiva frente a posibles enfermedades típicas de la infancia. Sabemos por experiencia que los niños de pecho superan mucho mejor las enfermedades de la infancia y presentan menos secuelas indeseables que los niños alimentados artificialmente.
Algunas madres jóvenes se muestran nerviosas y preocupadas si desde el primer día no les sale leche del pecho. Podemos decirles que no deberían preocuparse por ello, ya que es normal que el recién nacido no reciba ninguna clase de alimento durante las primeras 24 horas de vida. En un principio solo se forma el nutritivo calostro. La verdadera leche no sale de su pecho hasta el tercer, cuarto o sexto día después del parto. Las madres jóvenes no deben pues preocuparse si el primer día no transcurre como quizá erróneamente se habían imaginado. Si sus mamas no producen suficiente cantidad de leche, podemos ayudarlas con la toma de unas gotas de ortiga al día o unas tabletas de un compuesto de calcio y ortiga. A este respecto, véase también el capítulo dedicado a la costra láctea.
Inflamación de las mamas (mastitis)
Las mastitis suceden con más frecuencia después del parto, durante la lactancia o el destete. Es necesario tratar enseguida su inflamación, ya que si no se pueden producir endurecimientos que pueden terminar con la formación de un absceso. En estos casos es preferible hacer madurar el absceso hasta que se abra por sí mismo, si bien hay quien prefiere intervenir quirúrgicamente. Tanto de una forma como de otra se formarán cicatrices que, como tejido carente de elasticidad, pueden representar un cierto riesgo para la salud.
Formas de tratamiento y medidas de precaución
Trataremos las mastitis mediante aplicaciones externas y también por vía oral mediante los remedios pertinentes. Por vía oral recurriremos a un extracto de equinácea, pues se ha mostrado muy eficaz en estos casos. Externamente, practicaremos suaves fricciones alternas con tintura de árnica10 primero y equinácea después. En mujeres especialmente sensibles se consigue una rápida mejoría si se le aplican con regularidad compresas calientes empapadas con infusiones de malva o de sanícula. Para aumentar su efecto curativo, añadiremos a estas infusiones de cinco a diez gotas de tintura de equinácea.
Las mujeres lactantes que deseen disminuir la producción de leche pueden conseguirlo mediante fricciones con tintura de levístico, tomando a la vez infusiones de esta planta especialmente adecuada para estos casos. En caso de aborto o si la criatura nace muerta, hay que ir sacando la leche de los pechos hasta que esta desaparezca definitivamente por efecto de los citados remedios. Hay que parar de forma natural la formación de leche para impedir que se pueda producir la llamada «fiebre de la leche» y una mastitis. También es recomendable untar las mamas regularmente, de dos a tres veces por semana, especialmente los pezones, con un buen aceite de hipérico o con la crema biológica de lanolina. Con estas aplicaciones podemos impedir, además, que se formen grietas en ellos.
Alimentación de los niños pequeños
Muchas madres se quejan de que las papillas de arroz integral estriñen al niño pequeño. Es posible que estos reaccionen de una forma especialmente sensible y que respondan con estreñimiento, lo que no ocurre, en cambio, cuando toman papilla de cebada. De todos modos, como la papilla de arroz integral posee un elevado valor nutritivo no debe abandonarse su consumo, sino más bien solucionar este inconveniente de una forma sencilla y natural. Las semillas de lino molidas constituyen un excelente remedio contra el estreñimiento, por lo que las añadiremos a la papilla de arroz integral. La cantidad a emplear dependerá de la respuesta y de la sensibilidad de cada niño. A menudo, suele bastar con una pizca (tomada con la punta de un cuchillo) para solucionar el estreñimiento producido en estos niños por el arroz integral y de esta manera no tienen que prescindir de tan valioso alimento.
Podemos preparar también una papilla de centeno integral. No es tan mucilaginosa como las anteriores, pero también es muy beneficiosa, especialmente durante la época de la dentición. El centeno no solo contiene calcio, sino también ácido fluorado de calcio, necesario para la formación del esmalte dentario.
La alimentación más adecuada para el niño se basará en el consumo de arroz, centeno, cebada, avena y, eventualmente, también mijo y alforfón, junto con zumo de zanahoria en alternancia con zumos de fruta. Vigilaremos siempre no mezclar los zumos de frutas con los de hortalizas. Tampoco resulta recomendable mezclar zumos de diferentes frutas entre sí, pues a algunos niños sensibles les puede dificultar la digestión. Los purés de almendras que podemos encontrar en herboristerías constituyen un buen sustituto de algunas papillas, los cuales podemos dar a los niños mezclados con zumos de fruta. Primero se disuelve el puré de almendras que vayamos a emplear, se le añade el zumo de fruta y se pasa por la batidora. Resulta, así, un excelente alimento adecuado tanto para niños pequeños como para mayores e, incluso, para los adultos. A su vez, la leche de almendra es un alimento fundamental para los niños que padecen de costra láctea; trastorno que combatiremos con más éxito si a estos niños les damos gotas de la planta Viola tricolor y calcio.
Tratamiento efectivo contra la costra láctea
El padecimiento de costra láctea suele preocupar bastante a los padres de estos niños. Su aparición no se debe a influencias externas, por una infección o algo parecido, como alguna gente cree. En realidad, la costra láctea se debe a una anormal hipersensibilidad del organismo infantil (lo que se llama una alergia trófica) o eventualmente a un estado carencial. Una vez suprimidas las causas que la han producido, la erupción cutánea desaparece sin más. Puede ocurrir también que el niño venga al mundo ya con esta hipersensibilidad en su organismo. Hay que procurar suprimir todas las causas posibles. Cuando el origen es un trastorno alimentario, hay que poner en orden la función intestinal mediante la toma de papilla de arroz integral, suero de mantequilla y otras medidas naturales.
A veces sucede que la responsable de la costra láctea del niño de pecho es la alimentación de su madre. Algunas madres no piensan que muchas sustancias que toman, incluidos bastantes medicamentos, pueden pasar a la leche materna y de ahí al niño. Así, por ejemplo, si una madre que padece estreñimiento toma el primer laxante que le viene a mano, este puede llegar a afectar al niño y producirle un trastorno intestinal con diarrea. Entonces se comienza a probar esto o aquello, se van haciendo pruebas al niño y, si no se obtienen resultados, se termina pasando a una alimentación artificial con la que parar la diarrea del niño. El problema es que a este niño se le priva entonces de tal valioso alimento, como es la leche materna. Si se hubiera indagado a fondo y se hubiera descubierto la verdadera causa, la solución hubiera sido bien fácil. Ninguna madre debería utilizar ningún laxante que contuviera áloe u otros remedios similares (irritantes del intestino grueso) durante el periodo de lactancia. En cambio, podemos disponer de preparados de semillas de lino, de zaragatona (Psyllium) u otros que también son inofensivos y se pueden tomar para combatir el estreñimiento durante la lactancia. Otros productos, como el fenobarbital, y otros muchos fármacos que contienen barbitúricos pasan a la leche materna. Lo mismo puede decirse de otros tranquilizantes, somníferos, compuestos de bromo, morfina, mercurio, quinina, ácido acetilsalicílico, muchos preparados antirreumáticos y yoduro potásico, además del alcohol y la nicotina, tan solo por citar los más importantes.
No es de extrañar, pues, que un niño cuya alimentación contenga estas sustancias pueda presentar trastornos de salud. No habría que olvidarlas cuando vemos un niño con costra láctea. Evita fumar; si tienes la mala costumbre de hacerlo, ¡evítalo por lo menos durante el periodo de la lactancia! Piensa en tu hijo, en su pequeño cuerpecito sufriendo por tu falta de consideración, tratando de eliminar la tóxica nicotina de su organismo.
La nicotina perjudica al niño ya durante el embarazo, lo que se puede comprobar escuchando los latidos del corazón del niño cada vez que su madre fuma un cigarrillo y como este puede llegar a latir ocho veces más por minuto. Si el padre participa en esta prueba, y ve los resultados, seguro que pedirá a su esposa que desista de fumar.
Algunos alimentos influyen también sobre la leche materna. A menudo he podido observar como la costra láctea desaparecía a los pocos días si la madre se abstenía de tomar proteína de huevo. Las madres deberían cuidar su alimentación durante el periodo de la lactancia y seguir las recomendaciones que se exponen en este libro. ¡Cuándo estés dando de mamar a tu hijo piensa que lo que comes es para ti y para él! Dale el pecho todo el tiempo que te sea posible. Solo en aquellos casos en los que, al cambiar la alimentación de la madre, la costra láctea siga inalterable, habremos de sustituir una toma por un biberón de leche de almendras o suero de mantequilla. Los niños afectados de esta dolencia suelen mejorar cuando se reduce la cantidad de grasa de sus comidas. Al suero de mantequilla se le pueden añadir unas gotas elaboradas a partir de Viola tricolor recién recolectadas.
Pasado el periodo de la lactancia pondremos atención a las siguientes recomendaciones: no hay que darles leche de vaca a estos niños, sino leche de almendra; hay que controlar también su peso, pues algunos pequeños no absorben del todo bien las proteínas de origen vegetal y pueden adelgazar. En estos casos, intentaremos compensar este déficit añadiendo harina de soja a su dieta. Si no diera resultado no nos quedaría más remedio que recurrir otra vez a la proteína láctea considerando, sin embargo, que estos niños suelen tolerar mejor la leche de cabra, y aún mejor la de oveja, que la de vaca. Los niños mayores que padecen una costra láctea muy pertinaz suelen mejorar al tomar germen de trigo. Siempre es preferible recurrir a remedios naturales que a productos químicos. En unos casos se consiguen buenos resultados al poco tiempo y en otros, en cambio, se requiere más paciencia. Una madre preocupada me pidió, una vez, que le ayudara a resolver la costra láctea que padecía su hijita. Además, me envió una muestra de orina para detectar posibles alteraciones. Se le dio leche de almendra y zumo de zanahoria algo diluido en caldo de verduras debido a una insuficiente actividad hepática. Así mismo, se solucionó un cierto déficit de calcio mediante un preparado biológico adecuado para estos casos. Conviene también estimular la actividad renal mediante una tisana suave con un poco de vara de oro (Solidago). Externamente, pondremos aceite de hipérico (toques), junto con aplicaciones de un preparado de calcio y ortiga en polvo. También podemos conseguir buenos resultados mediante baños con salvado.
Un año más tarde nos escribía la madre escuetamente: «Muchas gracias por habernos ayudado a eliminar la costra láctea de nuestra pequeña».
En otra carta, una enfermera nos decía: «Me encuentro sola en una casa de montaña con dos niños. El pequeño, que tiene ahora 15 meses, padeció de costra láctea el año pasado. Usted me envió un preparado de calcio y ortigas, Viola tricolor y suero láctico concentrado. Gracias a estos remedios, la enfermedad desapareció por completo al cabo de 14 días».
En este último caso se empleó también suero láctico concentrado algo diluido en los toques que se aplicaron sobre las lesiones. También se han conseguido buenos resultados mediante toques con extracto de equinácea recién recolectada. No resulta apropiado, en cambio, emplear agua o jabón para lavar a estos niños. Para limpiarlos es preferible emplear un aceite, a ser posible de hipérico. Con gran satisfacción vemos como podemos resolver muchos trastornos de una forma simple y sencilla, evitándole al niño posibles daños perdurables.
Eczemas infantiles
Los eczemas infantiles constituyen un penoso trastorno que afectan tanto al niño como a la madre por toda la dedicación y preocupaciones que conlleva.
En el congreso de 1964 de la Sociedad Alemana de Pediatría, en Múnich, el profesor Holt13, pediatra americano de la Universidad de Nueva York, defendió la tesis de que el empleo de preparados de alquitrán seguía siendo el mejor remedio contra los eczemas infantiles. Un extracto alcohólico de alquitrán o brea al 5% resultaría incluso más económico que el tratamiento con pomadas a base de esteroides. Hay que remarcar que el citado profesor admitió que los eczemas infantiles son relativamente fáciles de reprimir, pero difíciles de curar.
Mediante preparados con alquitrán podemos hacer que un estado de gravedad IV baje fácilmente a un estado I, pero esto no suele ser suficiente para conseguir una verdadera curación. Además, apenas se interrumpe este tratamiento se produce un rápido empeoramiento en el pequeño paciente, aunque esta cuestión no fue mencionada durante el congreso. Tampoco se dijo que el alquitrán, con sus once grupos de carbohidrógeno (entre ellos también la naftalina) posee un reconocido efecto cancerígeno.
Tratamiento recomendable
Desgraciadamente no había ningún pediatra que pudiese ofrecer un tratamiento mejor, como sería una dieta sin leche y proteínas lácteas junto con un eficaz tratamiento con fermentos lácticos, es decir, con suero láctico. Ninguno de los presentes pudo explicar cómo precisamente el tratamiento con suero láctico concentrado da excelentes resultados en los eczemas infantiles. Resulta lamentable que este tipo de tratamiento no sea mejor conocido por muchos profesionales, a pesar de los muchos años que hace que se utiliza. Desde hace siglos, se ha podido comprobar que muchos eczemas empiezan a curarse con baños en suero láctico fresco o, todavía mejor, en suero láctico ácido. Si además administramos al niño un remedio fitoterápico, como un elaborado con trinitarias recién recolectadas, los resultados todavía son mejores. Como, por regla general, los niños que padecen eczemas suelen presentar unos niveles bajos en calcio, la toma de preparados de ortigas y calcio constituye un valioso refuerzo en el tratamiento. Muchos pediatras conseguirían mejores resultados si en vez de emplear cremas o pomadas con esteroides emplearan una crema con lanolina.
La dieta, por supuesto, también tiene su importancia. Debido a que hay que renunciar totalmente a las proteínas de la leche se hacen imprescindibles las proteínas vegetales. En estos casos ha resultado muy eficaz la proteína de soja y la de las almendras (puré de almendras). También es importante que estos niños sigan una dieta pobre en sal, a pesar de que no se hablara de este tema en los debates del congreso.
En relación con la cuestión de la alimentación hay un hecho, comentado por los médicos, que confirma lo apuntado anteriormente. Con cierta frecuencia aparecen eczemas infantiles en muchas familias ricas de Nigeria que se alimentan al estilo europeo, mientras que estos aparecen rarísimamente o no llegan a producirse en los niños que siguen las mismas costumbres alimentarias que sus antepasados. Así pues, la alimentación y el estilo de vida de nuestra civilización son una concausa de la aparición de eczemas en la infancia.
La afirmación de que los eczemas infantiles deben considerarse como una enfermedad alérgica carece de fundamento. La búsqueda de un factor perjudicial o de anticuerpos específicos no suele dar resultado alguno. ¿Por qué no recurrir a procedimientos naturistas que se han mostrado inocuos y sencillos en el tratamiento de los eczemas infantiles, considerando, además, que con ellos no se consigue una ayuda transitoria, sino que en muchos casos se obtiene una verdadera curación?
Enfermedades infantiles
Hay que admitir que las enfermedades típicas de la infancia pueden ser incluso beneficiosas si la fiebre ocasionada «quema» o aniquila lo que tarde o temprano podría suponer un perjuicio para la salud, lo que no quiere decir que haya que provocarlas. Algunas se presentan a edades muy tempranas, pero lo cierto es que cuanto mayor y más fuerte sea el niño, mejor las superará. Si tratamos correctamente las enfermedades infantiles, es decir, apoyando las reacciones que se presentan en el niño mediante procedimientos naturales, conseguiremos una beneficiosa «limpieza» de su organismo. La fiebre facilita la «quema» o aniquilación de sustancias tóxicas y nocivas del organismo que, en este caso, pueden provenir de la madre y pueden haberse formado durante el periodo de desarrollo embrionario del niño. Muchos médicos perspicaces se han dado cuenta de que aquellas personas que durante su infancia no padecieron enfermedades febriles tienen mayor propensión a enfermar cuando se hacen mayores y alcanzan una edad avanzada, lo que nos muestra la poderosa fuerza curativa de la fiebre. En realidad, la mayoría de los niños que fallecieron por una enfermedad de la infancia fue porque se les practicó un tratamiento erróneo. El peor fallo es suprimir con medicamentos las manifestaciones normales de la enfermedad, entre las que destacan, en primer lugar, la fiebre y, en segundo lugar, las erupciones cutáneas. La fiebre constituye una defensa interna del cuerpo que «quema» toxinas, tanto las que ya existen depositadas en su interior como las provenientes del exterior. Las erupciones cutáneas se deben, a menudo, a una derivación natural hacia la piel o hacia el exterior a través de los poros cutáneos. De la misma manera que no hay que reprimir la fiebre, no conviene inhibir las reacciones externas del organismo, ya que entonces pueden verse afectados órganos internos como el corazón, el sistema nervioso o los pulmones, lo que puede dar lugar a trastornos mucho más graves.
Es posible que alguna cuidadora o enfermera inquieta pueda protestar y afirmar que «de todos modos, tampoco hay que dejar que la fiebre ascienda hasta el punto de poner en peligro la vida del niño, sin hacer nada». Por supuesto que no, pero entre una supresión de la fiebre y un apoyo de este «fuego interno» hay una gran diferencia. Apoyamos la fiebre en el sentido de procurar que todas las vías de tiraje (de este «fuego interno») estén abiertas y en el «horno interno» de nuestro cuerpo se produzca una buena «combustión». Cuanto más rápidamente se quemen o aniquilen los agentes nocivos, tanto más deprisa podremos deshacernos de ellos y conseguir una nueva depuración o «limpieza» del organismo. Mediante un sencillo remedio, como el Ferrum phosphoricum D12, procuramos una gran ayuda a estos niños. Para mejorar la derivación hacia la piel, daremos un bien conocido y probado remedio, como el Aconitum D4.
Cuando sucede que todavía no sabemos dónde radica la enfermedad infecciosa, lo más apropiado es darle al niño Aconitum D4 en alternancia con Belladonna D4. En primer lugar, es importante vaciar el intestino, lo que mayormente se consigue poniendo un enema de manzanilla o cola de caballo7 al niño. El segundo punto importante que hay que considerar en toda enfermedad infecciosa es la función renal, que podremos activar con un poco de tisana de cola de caballo o gotas para los riñones. El tercer punto importante es la derivación hacia la piel. Para ello, seguiremos lo prescrito por Kneipp, Priessnitz y otros hidroterapeutas («doctores del agua»). En estos casos resultan especialmente indicadas las envolturas, unas veces calientes y otras frías, según cada caso en particular. Con las aplicaciones calientes raramente se procede de forma incorrecta, mientras que el empleo de envolturas frías requiere una cierta práctica, conocimientos y rigurosidad para aplicarlas correctamente. Para mayor tranquilidad de quien las vaya a poner, cabe decir que en un cuerpo con fiebre alta no se produce con rapidez una refrigeración excesiva al aplicar una envoltura fría. Lo cierto es que la aplicación de estas dan lugar a una beneficiosa derivación del excesivo calor interno hacia el exterior.
Ante todo, hay que tener siempre presente no actuar nunca contra natura, por lo que el procedimiento que adoptemos será siempre para apoyar los mecanismos defensivos naturales.
Los niños y los adultos padecen enfermedades infecciosas con mayor facilidad cuanto peor e inadecuada sea su alimentación. La existencia de estados carenciales, aunque se trate solo de una ligera avitaminosis, favorecen la aparición de enfermedades infecciosas. Muchos padres tienen miedo a los aumentos rápidos y elevados de la fiebre en sus hijos pequeños. No obstante, deberían saber que esto resulta beneficioso para «quemar» a fondo y de forma rápida. Por otra parte, el pequeño corazón del niño es mucho más fuerte de lo que se podría creer. En relación con el tamaño de su cuerpo, el corazón infantil resulta mucho más resistente que el de un adulto.