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La retórica discursiva de 1917:
Acercamientos desde la historia,
la cultura y el arte
SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN SOBRE HISTORIA
Y MEMORIA NACIONALES
La retórica discursiva de 1917:
Acercamientos desde la historia,
la cultura y el arte
Alicia Azuela de la Cueva
Coordinadora
Universidad Nacional Autónoma de México
México, 2020
Catalogación en la publicación UNAM. Dirección General de Bibliotecas Nombres: Azuela, Alicia, 1947- , editor. Título: La retórica discursiva de 1917: acercamientos desde la historia, la cultura y el arte / Alicia Azuela de la Cueva, coordinadora Descripción: Primera edición. | Ciudad de México : Universidad Nacional Autónoma de México, 2019. Identificadores: LIBRUNAM 2064207 (impreso) | LIBRUNAM 2092127 (libro electrónico) | ISBN 978 607 30 2833 2 (impreso) | ISBN 978 607 30 3809 6 (libro electrónico). Temas: México -- Política y gobierno -- 1910-1946. | México – Historia -- Revolución, 1910-1920. | México -- Vida intelectual -- Siglo XX. | México -- Civilización -- Siglo XX. Clasificación: LCC F1234.R457 2019 (impreso) | LCC F1234 (libro electrónico) | DDC 972.0816—dc23
Este libro fue sometido a un proceso de dictaminación por pares académicos externos a la Secretaria de Desarrollo Institucional de acuerdo con sus normas editoriales.
La retórica discursiva de 1917: Acercamientos desde la historia, la cultura y el arte
Primera edición: 13 noviembre de 2020.
D.R. © 2020 Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad Universitaria, Alcaldía de Coyoacán, C.P. 04510
Secretaría de Desarrollo Institucional Ciudad Universitaria, 8o. Piso de la Torre de Rectoría Alcaldía de Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México.
ISBN del libro electrónico: 978-607-30-3809-6
Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Imagen de portada: Retrato de Venustiano Carranza y Félix Palavicini. Pintura al pastel realizada por Gerardo Murillo, Dr. Atl. SECRETARÍA DE CULTURA.-INAH.-MUSEO CASA DE CARRANZA.-MEX; “Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia”, por tratarse de bienes de la Nación Mexicana.
Hecho en México / Printed in Mexico
Contenido
Introducción
Alicia Azuela de la Cueva
La ideología de la Constitución de 1917
Guillermo Hurtado
El Cincuentenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917
Virginia Guedea
Congreso Constituyente de 1916-1917. Una reconstrucción de memorias revolucionarias y disputas territoriales
Susi Ramírez
Entre epifanías maderistas y carrancistas. La pugna memorial en los años de la refundación del Estado mexicano
Miguel Felipe Dorta
El nacimiento de Excélsior y la vida cotidiana en 1917
Edwin Alcántara
Jesús H. Abitia, fotógrafo constitucionalista
Erika W. Sánchez Cabello
José Natividad Macías, Rector de la Universidad Nacional de México y Diputado Constituyente (1915-1920)
Ma. de Lourdes Alvarado
El campo de las letras en 1917. Poco antes y poco después
Fernando Curiel Defossé
Justicia y Constitución de 1917: el programa mural de José Clemente Orozco en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (1940-1941)
Itzel A. Rodríguez Mortellaro
Fuentes y bibliografía
Introducción
Alicia Azuela de la Cueva
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM
El libro La retórica discursiva de 1917: Acercamientos desde la historia, la cultura y el arte, nace del propósito de analizar la Constitución de 1917 como objeto de memoria, precisamente a raíz de la conmemoración de los 100 años de su promulgación y a partir del principio de la simultaneidad entre su construcción, como texto legislativo y como símbolo de las conquistas revolucionarias. En la historia de México, la promulgación, en el mes de febrero, de la “Constitución de 1917”, en la ciudad de Querétaro, conllevó el nacimiento de un nuevo imaginario que a lo largo del tiempo refuerza su impacto, guía e interfiere en sus rumbos, legitima a los grupos que lo generan y se legitima desde las instituciones. Nuestro caso de estudio se centra principalmente alrededor del año de 1917 para mostrar el contexto, los ámbitos y los elementos que circundaban e interactuaban con el proceso que culminó con la promulgación del texto constitucional. Para probar su pervivencia y consolidación en el imaginario cívico posrevolucionario y dar luz sobre las variantes interpretativas, los modos de representación y los juegos de poder en dichos transcursos consagratorios, incluimos además en nuestra temporalidad algunos momentos posteriores, representativos del proceso y de su mutación simbólica.
Las interpretaciones y las maneras de legislar
La retórica discursiva de 1917: Acercamientos desde la historia, la cultura y el arte, tiene como antecedente el Coloquio 1917 Acercamientos desde la historia, la cultura y el arte que organizamos junto con Erika W. Sánchez Cabello, en agosto de 2017 en la Galería de Historia, Museo del Caracol, gracias al apoyo de su directora la Mtra. Julieta Gil y de Pavel Luna. Este evento, hace parte de las actividades del Seminario de Investigación sobre Historia y Memoria Nacionales de la Secretaría de Desarrollo Institucional de la UNAM, que coordina la Dra. Virginia Guedea, proyecto interdisciplinario cuyo eje metodológico deriva de la Historia intelectual; se enfoca en el estudio de las fiestas y celebraciones cívicas post independentistas en México, en tanto herramientas para la construcción de una memoria colectiva enlazada a los aconteceres histórico-sociales que marcan los rumbos de la nación.
El presente volumen consta de dos secciones: la primera, dedicada al análisis de los procesos de construcción de la memoria revolucionaria, los cuales desde los espacios del poder político antecedieron y presidieron a la instauración de la Constitución de 1917. Incluye reflexiones sobre la conformación de las características de la ideología de la Revolución mexicana: los discursos, las fechas, los acontecimientos, las conmemoraciones, los espacios y los personajes ilustres con los que se fueron conformando los elementos necesarios para hacer de la Constitución de 1917 una de las herramientas más poderosas para el ejercicio del poder simbólico. Este espacio de lo simbólico nos permite mostrar, como parte del argumento central de esta publicación, cómo van de la mano los acontecimientos histórico-políticos junto con el empeño de perpetuar su memoria, como una manera de legitimar a sus actores y abonar a la posibilidad de arribar y conservar el poder político.
La segunda parte de este libro, abarca los ámbitos de la vida cotidiana, la vida universitaria, el mundo de las noticias periodísticas y cinematográficas, y la creación literaria y pictórica. Todas éstas, esferas que, entonces o a posteriori, participaron en el proceso de configuración de la imagen de la Constitución de 1917, a manera de símbolo de la instauración del orden legislativo y de sus diversas connotaciones, como el triunfo de la civilización sobre la barbarie o la implantación de una serie de leyes que permitieron, encubrieron o impidieron la aplicación de la justicia revolucionaria institucionalizada.
La importancia de utilizar los principios ideológicos constitucionalistas inscritos en el texto de Guillermo Hurtado, como punto de partida de nuestro libro e inicio de su primera parte, le ofrece al lector un punto de referencia para comprender las múltiples interpretaciones, apropiaciones y usos que en distintos momentos y a través de diversos medios y contextos se hizo de la Constitución de 1917.1 Se trata de celebraciones cívicas, de discursos oficiales o de eventos que motivaron debates o enfrentamientos entre las facciones en el poder.
Como veremos más adelante, un elemento común en los ensayos que conforman este libro que aborda la Constitución de 1917, es la de su apropiación o re-semantización, a partir de “el espíritu de la ley” sin que necesariamente derive en cambios legislativos en sí. La apropiación de determinados artículos constitucionales, que con frecuencia lleva implícitas las luchas entre los grupos en pugna por el poder y refleja, por supuesto, sus intereses e ideología en momentos críticos. Lo mismo sucede con las distintas formas de adjudicación de la Constitución que pueden ir desde la exaltación a los constitucionalistas y a su jefe máximo, Venustiano Carranza, hasta la sacralización del documento en sí.2 El libro reporta el nacimiento de la forma misma de enunciar a la Constitución de 1917, es decir, sus ligas con la terminología usada en el discurso oficial, principalmente asociado con la Revolución.
En esta primera parte también se aborda la forja del ceremonial y conmemorativa con sus distintas facetas, las cuales contemplan la construcción de los sitios de memoria, la participación de las élites intelectuales y las políticas que acompañaron este proceso, “el diseño paulatino de las políticas de masas, las negociaciones de las autoridades gubernamentales con los líderes populares y, todo esto, junto con el empeño de ser incluido en la historia y la memoria histórica de la etapa revolucionaria, sus actores y fechas señeras”.3 Este proceso además demuestra la simultaneidad entre los acontecimientos históricos y el empeño de perpetuar una memoria cívica, como una manera de legitimar a sus actores y abonar con ello a la posibilidad de llegar a tener y conservar el poder político.
La referencia a la participación en la construcción del entramado simbólico que acompaña la edificación del poder político, desde distintos puntos de la República, queda claro en el caso del apoyo a la candidatura de Carranza a la presidencia en ciudades como Guadalajara y Aguascalientes. Aquí se muestran las referencias generalizadas que enlazan los discursos locales con los centralistas y algunos de los factores que a nivel regional marcaron el re-acomodo de los propios imaginarios particulares como respuesta a las luchas de poder e intereses locales y federales.
La segunda parte del libro4 aborda, en primer lugar, el tema de la publicidad y la prensa y su efecto en la opinión pública. Trata también de la manipulación de los deseos y aspiraciones de una clase media que esperaba su ascenso y la solidificación de su estatus social. Todo esto puede verse a partir del análisis de las noticias de los diarios, tomando como ejemplo el periódico Excélsior, que publica su primer número precisamente en 1917, en cuyas páginas se hace una radiografía de la vida cotidiana de la época. El impacto desde los medios de comunicación sobre la opinión y el gusto del lector también permite develar la influencia del gobierno de turno en la construcción de la opinión pública.
De esta manera, resulta contrastante cómo el ambiente social de la vida cotidiana que se muestra en las páginas de Excélsior parecen ajenas a los sucesos narrados en la historia política del país, llena de narraciones sobre enfrentamientos entre facciones o que retratan la penosa experiencia de las víctimas de los exilios, pobladores provenientes de las regiones levantadas en armas, que llegaban a refugiarse a la Ciudad de México. La vida cotidiana que captura, recrea y retroalimenta la prensa periódica en esos años parecería que se dio de manera insular. Incluso algunos acontecimientos que, debido a su magnitud, fue imposible obviarlos del relato periodístico, aparentemente no interrumpieron el curso de la vida privada.
En esta segunda parte del libro, la producción cinematográfica también ocupa un lugar importante, pues hizo las veces de puente entre los campos de batalla y la vida cotidiana, fue la herramienta propagandística de las principales facciones revolucionarias. Aquí se trata el caso del ejército constitucionalista a través de la mirada de Jesús H. Abitia; sus registros de los combates y los rituales que van construyendo la memoria fílmica de la Revolución mexicana. Vemos que entre 1916 y 1917, en pleno proceso de redacción de la Constitución, Abitia produce dos películas con el objetivo de ganar adeptos. Años después, para 1961, se utilizan fragmentos de este material fílmico para elaborar otra de las películas subsidiadas por el gobierno y que narran la “historia de bronce”, en la que las escenas filmadas en el campo de batalla proporcionan los elementos de realidad que supuestamente avalan la veracidad de las correspondientes reinterpretaciones de la Revolución mexicana.
Por otro lado, la manera como afectaron a la Universidad Nacional de México los principios constitucionales y los conflictos de intereses de ésta con el gobierno carrancista se muestra en el estudio de caso del constitucionalista y también rector José Natividad Macías. Queda claro que son tiempos de contradicciones y posturas encontradas en el ejercicio del poder político, tal como sucede con la biografía de Macías. La evidente falta de neutralidad o aparente choque de intereses que genera ser parte del grupo que concibe la legislación que regirá a los centros de enseñanza a la vez que ocupa la máxima autoridad de una institución educativa, está ilustrado en el texto de María de Lourdes Alvarado.
En contraste, en el capítulo de Fernando Curiel Defossé, se aborda la activad en “el campo de las letras” al derredor de 1917, en donde se refleja el brío de la vida cultural durante la Revolución Mexicana. Esto refuta la supuesta paralización en los terrenos de la creación y la difusión literaria y, el hipotético impasse en el surgimiento de nuevas generaciones de escritores. Es así como el autor muestra que se configuran los Siete Sabios, los Estridentistas y los Contemporáneos y publican sus primeras obras en revistas y periódicos de la época, lo que les abre el espacio para dejar huellas imperecederas. En esas mismas casas editoriales siguen publicando aquellos huertistas o carrancistas que, al estilo de los exiliados de la revolución en España, se vieron forzados a dejar el país. Dice el autor del capítulo que ellos aprovechan el destierro para establecer o solidificar los vínculos con sus colegas extranjeros, participar y ponerse al día de las novedades artísticas.
El caso de los murales de José Clemente Orozco Las riquezas nacionales, Movimiento social de los trabajadores o La lucha de los trabajadores y La Justicia (1940-41) en la Suprema Corte de la Justicia, abordado por Itzel A. Rodríguez, contrasta de manera importante con la serie de cuestiones que en este libro muestran los espacios y las maneras de colaborar en la creación del aparato simbólico que acompaña la consolidación de una herramienta-legal esencial para la gobernabilidad. Se valora aún más la valentía del pintor, lo sólido y atinado de su argumentación para obviar no sólo las deficiencias en la aplicación o la evasión de la ley sino las limitaciones mismas de la justicia humana y de sus impartidores.
Los autores y sus capítulos
Guillermo Hurtado abre la primera parte de esta publicación con el ensayo “La ideología de la Constitución de 1917” ofreciéndonos una visión general de los principios básicos que animaron a la Carta Magna en su dimensión ideológica. Parte de la premisa de que se trata de una constitución Revolucionaria, es decir, derivada de las condiciones históricas y las demandas sociales que provocaron la lucha armada de 1910 y avocada a remontar las condiciones político-sociales que la originaron. Precisamente, en el terreno de las ideologías, rebate dos interpretaciones excluyentes que se le han dado al “espíritu constitucional”: la primera, desde ciertas tendencias de la izquierda, que la tacha de burguesa y, la segunda, por parte de la derecha, considerándola como socialista. El autor, reconoce, como han señalado sobre todo desde la perspectiva marxista, que aunque la constitución de 1917, con sus antecedentes en la de 1857, no deriva de una serie de textos teóricos previos, determinantes de su orientación inicial, sí se basa en un conjunto de principios derivados de las principales corrientes del pensamiento en boga en México durante la última parte del siglo XIX e inicios del XX. Este texto fundacional a la vez da lugar a tratados teóricos posteriores que con frecuencia se vierten en adendas a los artículos constitucionales.
Hurtado también argumenta que la ideología de la constitución es la expresión sintética de los ideales, valores y objetivos de la Revolución mexicana, coherentes con su momento y realidad histórica, y además, conjunta ideas básicas unificadoras para la nación. De acuerdo con los que fueron los artículos constitucionales más controvertidos y representativos de las preocupaciones tácitas de los constitucionalistas, el autor de este capítulo, se refiere a los derechos a la tierra y al trabajo, a las formas de gobierno y sus posturas anticlericales. Por último, argumenta su oposición de señalar la pertenencia de la Constitución del 17 al liberalismo social.
De esta manera, Hurtado aborda los puntos medulares y distintivos de los artículos 27° y 123° y centra su argumentación en el carácter Revolucionario de la constitución. Respecto al artículo 27°, que regula la propiedad del suelo y el subsuelo en el territorio nacional, el autor señala que éste determina a la nación como la propietaria última del suelo patrio y al Estado como el rector de las modalidades de la propiedad privada, de acuerdo con una repartición justa y equitativa de la riqueza y con el interés público sobre el privado. Al respecto, Hurtado ejemplifica el sentido nacionalista de la constitución con la prohibición a los extranjeros de la posesión del subsuelo y las costas mexicanas.
Por otra parte, también se refiere al artículo al 123° que trata de la relación entre los derechos laborales y los sociales, de manera que, dice el autor, su alcance llega hasta la protección al trabajador de los abusos del capitalismo. Hurtado rebate las acusaciones del origen burgués o comunista de la Constitución, por parte de la izquierda y de la derecha respectivamente, mostrando que el estatismo nunca estuvo en contra de la propiedad privada, aunque sí defendía los derechos de los trabajadores. No obstante, la constitución nunca se concibió como una herramienta conducente a la toma del poder del proletariado.
La condición política, estatista y presidencialista de gobernar tampoco implicó que fuera comunista ya que tenía más bien la intención de enfrentar la tendencia latinoamericana de ir de la tiranía a la anarquía, que para el caso de México se reflejaba en la recién derrotada dictadura porfirista y sus consecuentes levantamientos armados en el territorio nacional. En el análisis de los artículos constitucionales más representativos de la “ideología anticlerical” de la constitución de 1917, Guillermo Hurtado se refiere a los artículos 27° y 130° argumentando que niegan a los sacerdotes la personalidad política y otorga al Estado la facultad de decidir el número de sacerdotes en funciones. Centra su atención en el 3° constitucional, el cual otorga al Estado la rectoría de la educación, determina el carácter laico, gratuito y obligatorio de la enseñanza pública y legisla la prohibición a las iglesias, y sus ministros o sacerdotes, de tener escuelas o impartir clases. El autor muestra cómo los principales debates giran alrededor de la iglesia católica y concluye que la Constitución de 1917 tiene sobre todo un carácter antirreligioso, aunque inicialmente no marca un modelo educativo determinado y, por lo tanto, la nueva filosofía mexicana no repercute entonces en el texto constitucional.
Al nacionalismo revolucionario lo considera defensivo y global, argumenta que en la Carta Magna este precepto está presente en campos tan diversos como el educativo, el económico, el político y el social, y que esto es consecuencia de los abusos sobre los intereses del país y sus habitantes; ya sea por el intervencionismo político, la defensa de los capitales extranjeros del artículo 27° o la injerencia de la iglesia en terrenos como el educativo. Al respecto, el nacionalismo se manifiesta, por ejemplo, en la potestad del Estado de conceder sólo a los mexicanos el derecho al sacerdocio; también en el artículo 32° se priorizan los intereses de los mexicanos sobre los extranjeros siempre que entren en competencia en el campo laboral o económico.
Hurtado también cuestiona el binomio neologista propio del término “nacionalismo revolucionario” por confundir y entre- mezclar distintos aspectos presentes en la Constitución de 1917 y que le son propios al pensamiento revolucionario: el nacionalismo político favorable a la autodeterminación de los pueblos y defensor de los derechos nacionales y colectivos por sobre los extranjeros. Por otra parte, atribuye la xenofobia del mexicano a la propia discriminación y trato desigual que ha recibido de los extranjeros en su propio país y, distingue la intensidad del fenómeno en distintos momentos históricos para darle nuevamente, un carácter defensivo, “ajeno al odio irracional propio del racismo”.
En el nacionalismo característico de la etapa revolucionaria distingue dos dimensiones que supuestamente no están ni se derivan del texto constitucional: una cultural y la otra social. Como la propia Carta Magna, ambas son parte de la modernidad. Para el caso de la cultural su carácter nacionalista y vanguardista, son elementos propios y originales que han valido un reconocimiento universal.
En la Constitución de 1917 Hurtado no encuentra un mexicanismo ideológico que trascienda sobre el nacionalismo social, éste lo refiere a la preocupación y el esfuerzo pos independentista por lograr la cohesión, unidad e identidad necesarias para consolidar a México como nación. En el caso de la etapa revolucionaria la concepción del mestizaje como identidad compartida, junto con el propósito de sumar a esta mixtión el componente indígena y su cultura a la vida nacional. Finalmente, el último apartado de este texto, analiza la incorporación de la Constitución de 1917 al discurso político oficial. Nace a la par del texto constituyente y despunta con la presidencia de Álvaro Obregón, y desde entonces como símbolo patrio, se le atribuye la cualidad de contener el programa de la revolución mexicana y ofrecer los medios para cumplir sus fines.
A continuación, encontramos el texto titulado “El cincuentenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917”, de Virginia Guedea, en el cual se analizan las celebraciones del centenario de la Independencia y el 50 aniversario de la promulgación de la Carta Magna de 1917, prestando atención a los discurso que se oficiaron en los actos conmemorativos, para mostrar la jerarquía y el sentido que le dieron los gobiernos posrevolucionarios a este acontecimiento fundacional.
Este trabajo centra su atención precisamente en la década de 1960, momento en el que se consolida el partido de Estado con su revolución institucionalizada, para analizar la construcción de la memoria histórica nacional alrededor de la Constitución de 1917.
El análisis de los discursos presentados en las Cámaras de los poderes nos da luz sobre las funciones que cumple la retórica en el ejercicio del poder simbólico. La manera como la retroalimentación de la memoria histórica amplía sus contenidos y significados cuando se retoman en otro momento histórico, como en el caso de 1967. En esta línea, se busca, entre otras cosas, derivar de la historicidad de los sucesos la posibilidad de incidir en los contenidos mismos de la constitución moldeando la propia legislación según los intereses y los tiempos. Por otra parte, se muestra cómo se hace de la constitución y los constitucionalistas, una herramienta legitimadora para justificar y exaltar la valía del gobernante en funciones, la inclusión de las diversas fuerzas o facciones democráticas opositoras y el valor mismo de las cámaras y sus diputados y senadores.
En la segunda parte de este estudio, Guedea se refiere a la conmemoración principal de la promulgación de la Constitución de 1917 que se realizó, cincuenta años después, en el mismo lugar donde se promulgó, en la ciudad de Querétaro. Asegura la autora que en los honores que se le rindieron a los textos conmemorativos en el ceremonial cívico y en los discursos que lo acompañaron, podemos reconocer “la sacralización” del manuscrito en sí, como la culminación del proceso de apropiación republicana de la liturgia religiosa.
En las conclusiones de su texto, Guedea señala la gran similitud entre sí, de los discursos conmemorativos de esta etapa, tanto en su temática, como en las referencias a las mismas etapas históricas y bajo la misma óptica evolucionista y triunfalista. La carga simbólica dada a la constitución de 1917, como síntesis y culminación de los principios asentados por Morelos en la Constitución de Apatzingán, la misma y reiterada visión de la Historia ante de las conquistas económicas y sociales de los actuales gobernantes, como los mismos referentes simbólicos, son elementos que señala la autora en su análisis.
Por su parte, el capítulo de Susi Ramírez, titulado “el Congreso Constituyente de 1916-1917. Una reconstrucción de memorias revolucionarias y disputas territoriales”, discurre sobre dos formas típicas de la representación del poder político: una festiva y otra geopolítica, las cuales se manifiestan en el pre constitucionalismo 1916-1917 fuera del centro político mexicano. La autora sostiene este planteamiento en dos hipótesis, a saber: la primera que tiene que ver con la memoria histórica y el ejercicio del poder político, propio de las celebraciones patrias y otra, diacrónica y reiterativa, derivada de las discusiones y los enfrentamientos durante las revisiones constitucionales de las divisiones territoriales en momentos históricos coyunturales.
A nivel simbólico la gestación de uno de los imaginarios mas representativos de la Revolución mexicana, con la presencia, prota- gonismo y exaltación de Carranza y los constitucionalistas entre 1916 y 17 y, los antecedentes de largo alcance de las representaciones cartográficas, el sustento y la posibilidad real de realizar cambios territoriales, lo cual enmarca la reiteración de una lógica divisoria y cartográfica de largo alcance temporal además que visualiza la super- vivencia de la repartición territorial durante el segundo imperio mexicano, su reiteración en algunos momentos del siglo XIX y su reiteración en la transición de 1916-1917.
En relación a la memoria histórica y los festejos cívicos, Susi Ramírez rescata algunas formas de construcción de memoria a partir de las celebraciones cívicas alrededor de los trabajos de los constitucionalistas en lugares como, Guadalajara, Aguascalientes y Lagos de Moreno. Se incorporarán al ritual posrevolucionario la adición a Carranza, el nuevo jefe de gobierno, el despliegue de lugares de memoria con recorridos y ceremonias en calles principales, teatros o palacios municipales, la erección de monumentos de personajes notables, independentistas y al primero de los nuevos mártires revolucionarios: Francisco I. Madero. Además, se señala cómo, por primera vez, se conmemoró la revolución de 1910 en su sexto aniversario. Todo lo anterior, enmarcado en un análisis que retoma los correspondientes discursos, lugares, personajes y hechos históricos del pasado y con repercusiones en el presente. Todo esto “da paso a la continuidad de desfiles y discursos cívicos como una forma de memoria y consenso de la Revolución”.5
En términos generales, dice la autora, en el occidente mexicano prevaleció la adhesión política al proyecto carrancista. Ramírez identifica que las prácticas sociales, como la adhesión política a una figura o a grupo determinado, son parte del entramado con el que se construyen las relaciones con el poder político; a la vez, distingue aquellos elementos efímeros que se van sumando a un discurso celebratorio regional.
La segunda sección del texto de Ramírez se refiere a las divisiones territoriales, las cuales señala como parte de los artefactos de representación colectiva que permiten que la colectividad “se imagine a la Nación”, esto retomado de autores como Benedict Anderson quien asegura que “así como la idea de Nación y la identidad nacional fueron construidas lentamente en las vicisitudes políticas del siglo XIX, entendido en sus relaciones regionales y nacionales, así también se fue construyendo imaginariamente el espacio que correspondía al territorio nacional como un todo”.6
La autora ejemplifica la manera como el discurso geopolítico, se compone de la representación cartográfica a la par que de las determinaciones histórico- legislativas sobre la división o constitución territorial. Nos muestra el complejo trasfondo político, económico y cultural que hay detrás de toda modificación territorial, ya se trate de permutas entre estados vecinos o la constitución de nuevos territorios, como el estado de Nayarit, y todos los conflictos e intereses implícitos, que llevaron a negar peticiones presentadas por los diputados oaxaqueños, michoacanos, poblanos, en aras de conservar la unidad nacional.
Para concluir, Susi hace énfasis en la importancia que tienen para la construcción de la memoria colectiva, el afianzamiento de la identidad nacional asociada al fortalecimiento del poder político, tanto por medio las ceremonias cívicas y sus rituales correspondientes, como mediante las representaciones cartográficas que permiten imaginarse o, concretar en un imaginario, la existencia de la nación como una unidad territorial.
El capítulo que cierra la primera parte del libro se titula: “Entre Epifanías maderistas y Carrancistas. La pugna memorial en los años de la refundación del Estado mexicano” de Miguel Felipe Dorta, analiza los orígenes y las reyertas sucedidas debido a la creación del memorial sobre la Revolución mexicana: los aspectos puntuales que la conforman y abarcan el concepto mismo de Revolución con mayúscula, los sucesos señeros, las fechas, los personajes y el ceremonial en que se fundamentó el imaginario, que a nivel político y simbólico determinaron esta etapa de la historia de México. El autor, parte de las tesis de que uno de los pocos elementos que unifica de inicio al heterogéneo grupo de facciones enfrentadas durante la lucha armada, es el de considerarse y asumirse como revolucionarios y dar la batalla por cargar de sentido a la Revolución, haciendo uso de una narrativa protagónica de su participación, de sus idearios, sus hazañas y sus héroes, es decir apropiarse del espacio de poder simbólico que marcará la memoria colectiva.