Kitabı oku: «Mariano Santiago de Jesús de la Bárcena Ramos»
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Primera edición electrónica, 2007
Textos © 2007, Anabel Velasco Reynaga
D.R. © 2007, Universidad de Guadalajara
Editorial Universitaria
José Bonifacio Andrada 2679
Guadalajara, Jalisco 44657
VELASCO REYNAGA, Anabel
Mariano Santiago de Jesús de la Bárcena y Ramos. De minerales, fósiles y plantas / Anabel Velasco Guadalajara: Editorial Universitaria, 2007, 1ª edición (Colección Jalisco, Serie Biografías)
ISBN 970-27-1315-3
1. Bárcena, Mariano, 1842 – 1899.
2. Jalisco – Historia.
3. Geología.
972.35 scd-21
ISBN 10: 970 27 1315 3
ISBN 13: 978 970 27 1315 9
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Noviembre de 2007
Imagenes de guardas tomadas de Guía Rojí, Ciudad de Guadalajara, México 2006.
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Mariano Santiago de Jesús de la Bárcena Ramos fue, al igual que muchos personajes del siglo XIX, un hombre multifacético que se desarrolló en un sinfín de oficios talabartero, artista, ingeniero, profesor, paleontólogo, geólogo, delegado en exposiciones industriales y científicas, director de un museo industrial y de un observatorio meteorológico, hacendado y político. Destacó a nivel internacional en geología y paleontología, al grado que su nombre fue utilizado para nombrar restos fósiles y plantas descubiertas en el siglo XIX.1 En el presente se le han hecho homenajes por sus aportaciones en el ámbito académico, por eso su nombre lo tiene una escuela primaria, un observatorio meteorológico, una biblioteca y un premio en ciencias.
A pesar de ser un jalisciense digno de presumir, sólo un par de historiadores han investigado sobre su vida, sin que todavía se haya dicho todo de él. Con nuevas investigaciones se podrán rellenar todos aquellos huecos que quedan sin llenar.
Mariano Bárcena nació en Ameca, Jalisco, el 22 de julio de 1842. Fue el tercer hijo del matrimonio entre Candelaria Ramos y José María de la Bárcena, ambos de origen asturiano y avecinados en el pueblo de Ameca. Su padre desarrolló el oficio de talabartero,2 primero que aprendió Mariano.3 Además, a corta edad se le incluyó en la banda del pueblo.
Manuel Romo, amigo de la familia, al ver que Mariano tenía facilidades para las artes, le patrocinó la continuación de su educación formal en la ciudad de Guadalajara, donde amplió sus estudios de dibujo al natural y de paisaje, pintura y piano.4
En 1842, año del nacimiento de Mariano, ya se habían cumplido veinte años de la obtención de la independencia, dando un margen de estabilidad en el país para animar a inversionistas extranjeros. Desafortunadamente esta situación no duraría mucho, ya que para el año de 1847, cuando Mariano tenía cinco años, México se vio fracturado al perder más de la mitad del país, debido a la invasión estadounidense y a las malas decisiones tomadas por el gobierno de López de Santa Anna.
No se tiene noticia de qué sucedió en su adolescencia; al parecer se la pasó en la ciudad de Guadalajara hasta la edad de 22 o 23 años, pues se vuelve a saber de él hasta el año en que se fue a estudiar a la Ciudad de México. Ahora, bajo el auspicio de la familia Cañedo,5 también originaria del pueblo de Ameca y quienes tenían relación con la familia Bárcena. Entonces, hasta el año de 1865 se volvió a tener noticia de él cuando ingresó a la Academia de San Carlos,6 pues quería dar continuidad a los estudios de arte que inició en Guadalajara. En San Carlos tuvo como profesores a Manuel Rincón, José M. Rego y Ladislao de Pascua, quienes le impartieron las cátedras de física, matemáticas y química, respectivamente, y que sin saberlo influyeron en la decisión de Bárcena en desertar de la Academia de San Carlos para ingresar a la Escuela Preparatoria Nacional.
La Academia de San Carlos fue una institución fundada desde el año de 1781, que junto con otras instituciones como el Jardín Botánico, fundado en 1877 y el Real Seminario de Minas en 1792 (después conocido como el Colegio de Minería), trabajaría bajo el principio de enseñar a través del método científico, es decir, ya se pensaba en términos de una ciencia bajo uno de los paradigmas de la modernidad.
Los padrinazgos que tuvo de Manuel Romo y de la familia Cañedo, fueron fundamentales para su formación académica. Se sabe a ciencia cierta que, siendo familias cercanas, quisieron ayudarlo en sus estudios, pues le vieron ganas y facilidades para hacerlo. Según la especulación de Rafael Guevara, la relación de la familia Bárcena con la Cañedo se remontaba al siglo XVIII, cuando los Bárcena se establecieron en el valle de Ameca.
Bárcena, después de desertar a la Academia de San Carlos, se inscribió en la Escuela Nacional Preparatoria. Ahí confluyeron los más importantes científicos, ingenieros y hombres de letras del país. Pero mejor dejemos una descripción de Alfonso Reyes, justo en el período donde Bárcena fue estudiante:
La Escuela Nacional Preparatoria tiene su grandeza y su decadencia al comenzar la segunda mitad del siglo XIX, tiene una República resentida de su nerviosa infancia, han madurado ya los dos grandes partidos: el liberal, que se inclina hacia una nueva concepción del Estado en que se mezclan la filosofía de los derechos del hombre con el presidencialismo y el federalismo americanos; y el conservador, a quien el apego a las normas hereditarias y el anhelo de conservar el cuadro ya creado de intereses, arrastra hasta el despeñadero de una aberración antinacional…7
Hay que recordar que en ese siglo no todos podían estudiar, era un privilegio llegar hasta ese nivel académico. Se puede considerar a la preparatoria como la base para integrar a los nuevos ciudadanos a una nueva sociedad, una nueva cultura: “sólo la cultura, sólo la escuela puede vincular alivios de larga duración, Benito Juárez procura la reorganización de la enseñanza pública con erario público y liberal, y confía la ardua tarea a su profesor Gabino Barreda”,8 es así que las ideas positivistas llegan a todos los ámbitos educativos. Este sería el sello del nuevo régimen.
Es así que la preparatoria fue la escena donde surgieron los primeros cuadros del gobierno del porfiriato, donde se dieron los primeros debates, donde se afinaban las ideologías, donde se definían las tendencias y las nuevas ideas. A Bárcena, su estancia en la preparatoria lo marcaría ideológica y políticamente para el futuro, ya que ahí tuvo marcadas influencias por parte de algunos de sus profesores como fue en sus clases de geología y botánica impartidas por Gabino Barreda, y en su clase de química con la cátedra de Leopoldo Río de la Loza.
Gabino Barreda tuvo la fortuna de haber asistido a una de las cátedras de Augusto Comte, padre del positivismo, y Barreda fue quien introdujo dicha ideología al país. Además de ser el primero en traer sus trabajos a México.
Gabino Barreda, discípulo de Augusto Comte, imbuido del positivismo francés, fuerte en sus concepción matemática del universo, congruente y limitado, contento con lo datos de los sentidos, seguro de haber matado al dragón de las inquietudes espirituales, acorazado y contundente; Barreda, el maestro de la enseñanza laica, congregó a los hombres de ciencia y creó, como prototipo de su vivero para ciudadanos, la Escuela Nacional Preparatoria, alma máter de tantas generaciones, que dio una fisonomía nueva del país; puesta después de la enseñanza primaria antes de lo profesional o especial, semejante en parte al bachillerato francés, y con un programa enciclopédico que recorría, peldaño a peldaño, la escala comtiana desde la matemática abstracta y pura hasta las complejas lucubraciones sociales…9
Mariano Bárcena sobresalió en las clases de botánica y zoología, y todavía como estudiante obtuvo la reputación de sabio naturalista.10 Esto le permitió vincularse con sus profesores, quienes lo considerarían colega, abriéndole las puertas a la investigación y a la docencia. Como fue el caso del doctor Leopoldo Río de la Loza, quien fue una gran influencia. Sólo para entender el peso que tuvo se debe mencionar que Río de la Loza, además de médico, fue farmacéutico, químico y botánico; tuvo funciones dentro de los gobiernos de la década de 1830, y fue maestro en la Escuela Nacional de Agricultura, en la de Medicina y en la de Bellas Artes.11 Seguramente tuvo a Bárcena como un alumno con quien podía discutir sobre todas estas ramas del saber, ya que fueron también ciencias por las que se inclinó a estudiar.
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