Kitabı oku: «¿Cómo programar un curso? Guía para evaluar y autoevaluar el programa del curso»

Yazı tipi:



Primera edición.

Editorial Tecnológica de Costa Rica, 2004.

Primera reimpresión

Editorial Tecnológica de Costa Rica, 2010.

375.001

F294c Fëdorov,Andrei

¿Cómo programar un curso? guía para

elaborar y autoevaluar el programa del curso/

Andrei Fedorov. -- 1a. ed. -- Cartago :

Editorial Tecnológica de Costa Rica,2003.

152 p.

ISBN 9977-66-152-9

ISBN EPUB 978-9977-66-275-6


1.PROGRAMACIÓN DE CURSOS. 2.

ASIGNATURAS. 3. EVALUACIÓN. 4.

AUTOEVALUACIÓN. 5. INSTRUCTIVO.

© Editorial Tecnológica de Costa Ric

Correo electrónico: editorial@itcr.ac.cr

Instituto Tecnológico de Costa Rica

Apdo. 159-7050, Cartago

Tel: (506) 2550-2297 / 2550-2336 / 2550-2392

Fax: (506) 2552-5354

ePub x Hipertexto Ltda. / www.hipertexto.com.co

A la energía omnipotente que me une

con Dios todopoderoso.

A mi abuela y mis padres, que me educaron

y me legaron lo mejor de sí mismos.

A mis amigos que, sin importar dónde se encuentran,

siempre están en mi corazón.

A los (as) compañeros (as) y amigos (as) del TEC

por enseñar y compartir conmigo cotidianamente

toda la riqueza de su conocimiento y sabiduría.

Sobre todo a los colegas del CEDA

Rosita, Carlos, Rodo, Ulises, Mario y Fabio,

por ser parte de este trabajo y una fuente

de inspiración para seguir adelante.

I

Introducción

La especie que sobrevive no es la más fuerte

ni la más inteligente,

sino la que mejor responde al cambio.

Charles Darwin

Una frase filosófica que encierra una verdad casi absoluta abre las puertas del futuro para los estudiantes de una Universidad del siglo XXI: “La constante es el cambio”. Evolucionará exitosamente quien se adapte mejor a la transformación y desempeñe un papel proactivo en esta dinámica renovación. La economía, la ciencia, la tecnología, la cultura, la religión y la ética, la sociedad en general, evolucionan. Como encarnación de estas sucesivas transformaciones avanza vertiginosamente la información.

La educación superior está íntimamente vinculada con la información. Por lo tanto, ya no podemos enseñar y aprender de memoria toda la teoría que se ha generado alrededor de las amplias áreas del saber y las específicas de cada carrera. Si lo continuáramos haciendo, los futuros profesionales se desactualizarían antes de graduarse.

La universidad moderna se encamina hacia la educación totalizadora y en sus políticas, da prioridad al desarrollo de las habilidades y actitudes para la comunicación, el razonamiento y pensamiento crítico, la investigación, la resolución de problemas y toma de decisiones, la inteligencia interpersonal, el espíritu emprendedor, el trabajo en equipos y el aprendizaje cooperativo, la ética y los valores, la responsabilidad personal y cívica y la sensibilidad intercultural.

Cumpliendo su Misión, la Universidad debe ser consciente de su obligación de brindar una formación que prepare a los estudiantes, no solamente para las exigencias de hoy, sino para las próximas siete u ocho décadas de su vida: enseñándoles a aprender por sí mismos, y logrando el desarrollo de personas y especialistas integrales.

Ser profesor en un ámbito universitario del siglo XXI exige la reflexión acerca de educación superior y de las prácticas, retos y responsabilidades del proceso educativo, incluidos aspectos tales como la planificación, el diseño, el desarrollo y la evaluación de los cursos frente a las exigencias de las nuevas realidades y perspectivas.

La elaboración de un programa de curso es un proceso científico que se construye con base en un paradigma educativo. Por lo tanto, cualquier proceso de planificación didáctica exige una previa reflexión sobre los aspectos más inclusivos de la educación superior y sus procesos. ¿Cómo construir un curso para fomentar en los estudiantes la capacidad de construir conocimiento por cuenta propia, pero en forma cooperativa ¿Cómo lograr que el aprendiz ponga en práctica sus conocimientos, que interactúe efectivamente en ámbitos pluriculturales, que se adapte en forma natural y continua al incesante cambio de su entorno y se encargue de realizar a plenitud su potencial de ser humano?

Entre estos aspectos fundamentales, la presente guía se orienta al proceso de planificación y de diseño, con la intención de proporcionar a los profesores criterios para la elaboración o revisión de los programas de cursos presenciales o virtuales, seminarios, laboratorios o talleres de las carreras de las instituciones universitarias sumergidas en un continuo proceso de autoevaluación y automejoramiento.

El trabajo de elaboración del programa es un proceso útil, cualquiera que sea nuestro nivel de experiencia docente y preparación académica. Para un profesor nuevo es muy difícil programar su curso coherentemente con el diseño curricular de la carrera o programa.

El docente que comienza su camino enfrenta varios obstáculos: en el caso de los profesores de las universidades, en su gran mayoría no fueron formados formalmente para desempeñar un papel de educador y, por lo tanto, en muchos casos no poseen conocimientos básicos en el área curricular. Además, en sus inicios aún no poseen una visión íntegra de la carrera como un todo y del papel que en ella desempeña su curso específico. Con el tiempo, esa carencia se supera por medio de la formación permanente en la docencia y con las vivencias en la cátedra. Para quien imparte un curso por primera vez, dedicar algún tiempo para hacer o rehacer el programa permite una mayor seguridad y organización de su trabajo en el salón de clases.

Para los profesores con amplia experiencia docente, la elaboración del programa constituye un ejercicio insustituible para someter a revisión y mejorar su manera de enfocar o abordar los cursos que dictan.

La presente guía no pretende ser un recetario o conjunto de reglas infalibles para el diseño de un programa. Nuestro mayor interés es que el diseño de programas sea, para quienes ejercemos la docencia universitaria, una práctica continua y valiosa, en la medida en que la sintamos como un alto en el camino, un tiempo que nos tomamos para incorporar nuevas ideas y resolver aquello que no nos satisface en nuestros cursos.

Mahatma Gandhi dijo: “La regla de oro es hacer, sin miedo, lo que uno cree que es correcto”. Afirmemos y confiemos en el espíritu autocrítico, reflexivo, colaborativo y constructivo de los profesionales que trabajan en educación y formación todos quienes ejercemos la docencia frente a los retos del tercer milenio.

II

Definición

Tú puedes triunfar en todas tus actividades,

mas no es suficiente pensar en el éxito.

Quien realmente logra salir adelante

es quien pone todo su entusiasmo en un plan concreto;

quien determina medios, métodos y metas claras

y luego trabaja con persistencia hasta lograr

lo que se propone.

¡Organízate! No camines a la deriva.

Fíjate objetivos precisos y convenientes.

Y entonces sí, decídete y actúa.

Tiberio López

No es necesario ser un sabio para predecir que sólo quien sabe lo que quiere con exactitud llegará a conseguirlo con más seguridad. De este modo tenemos que definir el concepto del programa de curso y presentarlo en su función planificadora y ejecutora: ¿qué es lo que queremos y cómo pensamos alcanzarlo?

Margarita Pansza González, citada por Hernández (2001:175), destaca la importancia que reviste para el docente no ser un simple ejecutor, sino participar en la elaboración de sus programas.

Existe un amplio espectro de opiniones sobre lo que es un programa del curso. Por ejemplo, Quesada, Cedeño y Zamora (2001:175) presentan el programa del curso como “(...) el espacio que define la organización de las experiencias de enseñanza y aprendizaje, y orienta el proceso de interacción dialógica entre el docente y los estudiantes”.

La profesora Ana Cecilia Hernández (2001), del departamento de docencia universitaria de la UCR, resalta la cualidad de flexibilidad del programa y lo define así: “(...) un instrumento que sintetiza la conceptualización y organización de un curso universitario. Resume la intencionalidad, los contenidos y la forma en que será desarrollado, así como la forma o estrategia de evaluación de los aprendizajes, la bibliografía a emplear y otros aspectos atinentes al curso”.

Pansza indica: “(...) el programa es la herramienta fundamental del trabajo que realiza el docente y está íntimamente relacionado con los problemas de finalidad (consciente e inconsciente) y con la intencionalidad que caracteriza a la práctica docente” (Hernández 2001:91).

La misma autora propone la siguiente definición de programa: “Un programa de estudios es una formulación hipotética de los aprendizajes que se pretende lograr (...). En todo programa es importante también considerar el tiempo con que se cuenta para desarrollar el trabajo docente y las condiciones en que éste se llevará a cabo; el programa (. ) debe ser concebido como una propuesta mínima de aprendizajes relativos a un curso particular” (Hernández 2001:15).

Carlos Masís (2001) señala la importancia de las relaciones de congruencia, interdependencia y de jerarquía que existen entre los planes de estudio de la carrera, el programa del curso y el planeamiento didáctico; de tal modo, cada uno de los planes mantiene su propio nivel de inclusión y permite que de él surjan, como subdivisiones y especificaciones operantes, los programas y planes más concretos. Por lo tanto, es preciso indicar que el programa del curso debe desempeñar el rol de planificador estratégico, con su propio nivel de concreción y generalización, como importante eslabón intermedio entre los planes de estudio y el quehacer cotidiano en el aula universitaria.

Mas adelante, Masís (2001) define el término de la siguiente manera: “El programa de curso constituye el trabajo de previsión en un determinado período de tiempo (un mes, dos meses, un semestre o un año) que dure un curso. Es una versión anticipada de lo que el instructor enseñará y cómo enseñará un determinado conjunto de conocimientos y promoverá la adquisición de un conjunto de habilidades y actitudes, distribuidas, organizadas y delimitadas para ser cubiertos en el tiempo previsto”.

En las definiciones anteriores, se destaca el papel de planificación de la materia, del tiempo, del espacio y del quehacer de los actores del proceso educativo que desempeña el programa de curso. Se nota que los autores citados, expertos en el tema tanto nacionales como internacionales, impregnan las definiciones con cierta posición epistémica, lo que en la práctica atribuye diferentes significados y grados de importancia a los procesos de la enseñanza y el aprendizaje y resalta diferentes componentes o requisitos que el programa debe contener o cumplir. Por ejemplo, Quesada, Cedeño y Zamora (2001: 177) presentan los detalles de cuatro diferentes modelos de los programas de curso: “el modelo lineal, el modelo basado en preguntas generadoras (problemas), el modelo basado en resolución de casos y el de planteamiento de hipótesis para cursos prácticos”.


Uno de los puntos de interés para nosotros es el formato del programa del curso. Pansza, citada por Hernández (2001) anota: “Aunque el formato de un programa de estudios puede ser variado, es recomendable que en las instituciones se logren, de ser posible, acuerdos entre los profesores para unificar la presentación de los programas a los alumnos” (Hernández 2001: 32).

Los documentos normativos consultados para la elaboración de esta guía hasta cierto grado definen los puntos que deben ser representados en un programa del curso. Por ejemplo, el artículo 46 del Reglamento del Régimen de Enseñanza y Aprendizaje del ITCR puntualiza y exige los elementos referentes al plan de estudios y los operativos que deben conformar un documento de esta índole. De este modo, tomaremos la posición epistémica plasmada en los documentos normativos del Instituto como el fundamento para definir los requisitos que debe cumplir un programa de curso impartido en él.

Cabe señalar que en el caso de los cursos o módulos virtuales y bimodales, que resaltan las funciones de organización y planificación del programa de curso, se propuso el término “Eje organizador”. La construcción de esos ejes permite concretar las declaraciones macro del plan de estudios y llevarlas a nivel adecuado para poder con facilidad operacionalizarlas posteriormente en el planeamiento didáctico.

Siguiendo primordialmente el modelo lineal caracterizado por Quesada, Cedeño y Zamora (1999: 38-39), para los efectos de este guía se establece el siguiente formato de la estructura de un programa de curso (Fig. 2): 1 Datos generales del curso; 2 Descripción general del curso; 3 Objetivos generales y específicos; 4 Contenidos y cronograma; 5 Metodología del proceso educativo; 6 Actividades de aprendizaje; 7 Evaluación y medición; 8 Referencias bibliográficas; 9 Información acerca del profesor. A continuación presentaremos en detalle cada uno de los apartados que forman parte de un programa.


III

Instructivo

Los ideales son como las estrellas:

nunca las podemos tocar con las manos,

pero al igual que los marinos en alta mar,

las tenemos como nuestro guía y, siguiéndolas,

llegamos a nuestro destino.

Carl Schürz

1. Datos generales del curso

Como ya mencionamos, una de las principales funciones de un programa de curso es facilitar una buena comunicación entre la institución, los profesores y los estudiantes. Por ello, es importante que el documento escrito incluya un encabezado con datos relevantes y concisos acerca de la institución, la carrera y la asignatura. Ya que es usual observar que en algunos programas se maneja mayor cantidad de datos (útiles para los estudiantes, los procesos administrativos, de acreditación, de equiparación y de reconocimiento, etc.) que en otros, es conveniente lograr en cada institución e, inclusive entre todas las instituciones públicas, un acuerdo respecto a qué información se proporcionará en este espacio.

1.1. Colocar logo oficial de la Institución

1.2. Indicar las siglas de la Institución

1.3 Indicar el nombre completo de la Institución

Éste parece ser uno de los apartados del programa más triviales, en el cual muchas cosas aparentemente no están dentro de la competencia del profesor y son preestablecidas a nivel de la institución (como lo es el logo definido por la comisión de la imagen institucional), de la escuela o del plan de estudios (como el nombre del curso, su código, los requisitos y la ubicación dentro del plan de estudios). Aun así, aquí existe mucho campo para la reflexión, el análisis e, inclusive, para la creatividad, hasta con los elementos tan estáticos como el logo institucional: se puede darle apariencia tridimensional, jugar con la luz y sombra, la textura de la imagen, lo que al fin dará desde el principio un toque particular a su programa y será uno de los elementos distintivos de su curso.

1.4. Indicar la (s) Escuela (s) o Departamento(s) a la (s) que pertenece el curso

Comúnmente conocemos los cursos que están adscritos a una escuela o departamento particular, pero cabe anotar que últimamente en algunas instituciones surgen iniciativas innovadoras de gran interés. Por ejemplo, desde el 2001 tres o cuatro profesores de tres escuelas diferentes del TEC (Departamento de Ingeniería en Computación, Escuela de Diseño Industrial y Escuela de Ingeniería Electrónica) trabajan en conjunto en unos cursos electivos dónde están involucrados estudiantes de las tres escuelas, con el objetivo de desarrollar un trabajo de resolución de problemas en forma inter y transdisciplinaria.

En este caso se puede anotar una sola escuela a la cual pertenece el curso y las demás son simples usuarias de un curso “de servicio”; en el caso de un curso multidisciplinario, el curso pertenece a todas las escuelas participantes y, por lo tanto, involucra con toda la responsabilidad colegiada a estas escuelas y profesores a cargo. De hecho, la relación y las obligaciones de los profesores respecto al curso se plasmarían en la definición del curso colegiado (curso cuyos “contenidos” son “impartidos” entre dos o más profesores, existiendo una estrecha coordinación en el desarrollo del programa. Debe existir un profesor responsable del mismo y es necesaria la presencia de todos los profesores involucrados cada vez que se den lecciones). Es de gran trascendencia tener esto en cuenta, ya que cualquier decisión sobre el curso (por ejemplo, algún cambio en el programa) debe ser aprobada por los consejos de las tres escuelas involucradas.

1.5. Indicar el código del curso

Aunque el profesor no siempre tiene la potestad de definir directamente el código de curso, es importante que se aclare uno de los posibles mecanismos para la definición de los códigos de cursos que funcionan actualmente en el Instituto. El código del curso es asignado por el departamento de Admisión y Registro, junto con la escuela a cargo de este curso. Se compone de una parte alfabética y una numérica. La alfabética representa las siglas de la carrera. La cifra más significativa de la parte numérica corresponde al semestre de la carrera en que se imparte este curso, la siguiente corresponde al área a la que pertenece el curso (las áreas se establecen dentro de la carrera); las dos cifras menos significativas se asignan en forma consecutiva y ascendente a los cursos dentro de cada área.

Por ejemplo, al curso Diseño de Sistemas con Microprocesadores de la Escuela de Electrónica se le asigna el siguiente código:


En el caso de los cursos colegiados donde participan diferentes escuelas de la misma institución o, inclusive, varios departamentos de instituciones diferentes, se debe establecer una codificación consensuada. El asunto de la asignación del código a un curso en este caso es un poco más complicado, ya que ahí participarán diferentes escuelas con las áreas temáticas diferentes y la ubicación del curso en el plan de estudios también puede variar de escuela a escuela, es decir, los semestres de las carreras donde se impartirá el curso no necesariamente van a coincidir. Por lo tanto, se propone lo siguiente: un curso colegiado siempre debe tener un coordinador; a su cargo está la presentación formal del programa de la asignatura. El coordinador, por lo general, pertenece al departamento o la escuela cuya participación de alguna manera posee mayor importancia para el curso. Por esta razón, se propone asignar al curso un código único y universal que lo identificaría con la escuela a la cual pertenece el coordinador y que será compartido por las escuelas que participen en los cursos inter, trans o multidisciplinarios. De todos modos es sano y necesario buscar una solución particular de acuerdo con las particularidades de cada caso.

1.6 Indicar el nombre del curso

Históricamente los nombres de los cursos únicamente representaban el área del saber o del hacer y los contenidos más representativos de esta área. Consideramos que el nombre oficial del curso debe contestar en forma totalmente breve y muy clara a una serie de preguntas, como las siguientes: ¿Cuál es su área de conocimiento, su objetivo general, su modalidad, su metodología, su importancia, su contenido específico? En cierta manera, con muy pocas palabras el nombre del curso debe representar todo lo que es. No es un ejercicio simple reflexionar y poner nombre a una asignatura.

A la hora del diseño curricular inicial de una carrera, las etapas que anticipan el nacimiento de un curso son las siguientes: la justificación y la fundamentación, la definiciones del perfil académico profesional de los graduados, el diseño de los objetivos de la carrera, la construcción de la estructura curricular general, el trazado de los ejes curriculares y temáticos transversales, las definiciones de las áreas de estudio, de los criterios de selección y organización del contenido curricular y de los tipos y naturaleza de cursos. De esta manera, la aparición de un curso es anticipada por una serie de pasos que permiten que nazca un curso con su nombre representativo y significativo como un paso lógico del diseño del currículo de la carrera.

1.7. Indicar un “subtítulo del curso” (opcional)

En este momento no tiene carácter obligatorio y tampoco se cree que lo tendrá en algún momento. Aquí se invita a reflexionar un poco sobre esto: se considera que el programa del curso puede ir más allá de un nombre tradicional e indicar un “sobrenombre” más creativo para que el estudiante y el interesado pudieran tener una mayor motivación hacia este curso. Para ejemplificar este apartado, utilicemos un curso típico del área de las ciencias básicas: el nombre oficial del curso es “Biología general”, pero a la par se puede poner un “subtítulo” como el siguiente: “Descubriendo el misterio del fenómeno de la vida”.

Se cree que, con este elemento, el programa y el curso obtendrán una fisonomía más particular y humana, lo que generará un acercamiento emotivo entre el estudiante y el cuerpo de conocimientos desde el principio. Este elemento posee un gran significado para los programas de los cursos con predominio del componente no presencial. Por ejemplo, para un programa de un curso en línea se recomienda incorporar como eje metodológico el tratamiento lúdico de la signatura y el “subtítulo” podría convertirse en la primera piedra de construcción de este eje.

1.8. Indicar el tipo de curso (teórico, práctico, teórico- práctico, seminario, taller, etc.)

Existen varias clasificaciones de los cursos hechas con diferentes criterios y propósitos. En un programa básicamente se utiliza la clasificación con base en las características del proceso de la adquisición del conocimiento, o sea en las particularidades de la enseñanza y el aprendizaje. Así, en diferentes fuentes podemos encontrar los siguiente tipos de cursos: curso teórico; teórico- práctico; práctico; seminario; taller; seminario-taller; práctica supervisada; laboratorio; curso por tutoría; trabajo de campo, etc.

A manera de ejemplo, en esta guía citamos el Manual de normas y procedimientos para el cálculo de la carga del profesor en el Instituto Tecnológico de Costa Rica, que establece la siguiente taxonomía de los cursos con base en las particularidades del proceso de enseñanza y aprendizaje:

Curso colegiado: Curso cuyos temas son impartidos entre dos o más profesores, existiendo una estrecha coordinación en el desarrollo del programa del curso. Debe existir un profesor responsable del mismo y es necesaria la presencia de todos los profesores involucrados cada vez que se den lecciones.

Al argumento de que llevar a cabo un curso colegiado con la asistencia de todos los profesores es organizacionalmente imposible, podría contestarse con un caso real de un curso interdisciplinario, en el cual la planificación, el desarrollo y la evaluación se hacen permanentemente por tres profesores de tres escuelas muy distintas. Es el curso interdisciplinario denominado Desarrollo Vía Diseño, donde participan los estudiantes y los profesores de las Escuelas de Computación, de Electrónica y de Diseño Industrial del ITCR.

Curso compartido: Curso cuyos contenidos temáticos son impartidos entre dos o más profesores; es responsabilidad de cada profesor la parte del curso que le corresponde desarrollar.

Curso coordinado: Curso cuyos contenidos temáticos son desarrollados en coordinación entre los profesores que lo imparten en distintos grupos. Los exámenes parciales, finales y de reposición son comunes para todos los grupos.

Curso teórico: Es aquel en el que el profesor dedica 60% o más de las horas ante el grupo a impartir horas teoría. El propósito de este tipo de curso es “(...) la construcción de conocimiento a partir de desarrollos conceptuales, el análisis de casos e identificación de principios, entre otros. Este tipo de curso requiere horas de contacto de teoría a cargo del profesor” (Quesada, Cedeño y Zamora, 2001: 140).

Se considera que la última afirmación de la cita pierde validez en los cursos no presenciales, donde el contacto con el profesor es virtual; además, se puede reflexionar sobre las responsabilidades que debe asumir el profesor bajo el rol de facilitador del proceso del aprendizaje.

Curso por tutoría: “Es un curso teórico que se ofrece a un grupo de estudiantes muy reducido (a lo sumo 5 estudiantes), en el cual las actividades de aprendizaje tienen el carácter de estudio independiente. El docente tiene un papel de orientador del proceso” (Quesada, Cedeño y Zamora 2001: 141).

Curso práctico: Es aquel en el cual el profesor dedica menos del 33% de las horas ante grupo a impartir de horas teoría. “Está orientado a la aplicación de conocimientos en un ámbito disciplinar determinado para desarrollar la madurez académica y profesional del estudiante. Este curso requiere pocas horas de teoría” (Quesada, Cedeño y Zamora 2001: 140).

Curso teórico-práctico: Es aquel en el cual el profesor dedica entre el 33% y el 59% de las horas ante grupo a impartir de horas teoría. “Además de las características del curso teórico, tiene como finalidad emplear los conocimientos a afinar una habilidad o destreza para el análisis de situaciones concretas, simuladas o reales, el diseño de alternativas de acción y la posible ejecución de alguna de ellas” (Quesada, Cedeño y Zamora 2001: 140). Este tipo de curso demanda tanto horas de contacto con el profesor en las clases de teoría, como las horas de práctica y/o laboratorio.

Seminario: “Está orientado a fomentar el trabajo en equipo y el aprendizaje autodirigido, ya que los participantes incorporan de manera equitativa los contenidos de la información que necesitan sobre un tema particular” (Quesada, Cedeño y Zamora 2001: 140-141). Este tipo de cursos se caracteriza por el papel protagónico de los aprendices, por la interacción y socialización de los conocimientos aportados por cada uno de los participantes. El docente, en este caso, asume un rol de facilitar el intercambio y la apropiación del conocimiento en forma horizontal.

El Manual de normas y procedimientos para el cálculo de la carga del profesor en el Instituto Tecnológico de Costa Rica, citado anteriormente, reglamenta algunos elementos adicionales en los cursos de seminario. Ahí se indica que un Seminario es aquel curso en el cual el grupo investiga sobre algún tema, repartiéndose aspectos del mismo entre individuos o pequeños grupos. Tiene el doble propósito de profundizar en una temática específica y de enseñar- aprender a investigar. Al menos debe cumplir las siguientes condiciones: Los individuos o subgrupos, según corresponda, realizan investigación bibliográfica, de campo o laboratorio, sobre el aspecto que les corresponde. El grupo tiene reuniones periódicas en que se ponen en común los avances de los subgrupos y cuyo objetivo es el análisis crítico de los mismos. El profesor organiza, orienta, asesora y evalúa el trabajo de los subgrupos y del grupo en general; dirige las reuniones periódicas y atiende a los subgrupos para orientar y asesorar su trabajo tanto en la formulación del proyecto como en la ejecución y análisis de resultados. La temática general del seminario es aprobada por el consejo de departamento. Los trabajos realizados tienen carácter “acumulativo” en tanto se da continuidad a la temática y es retomada en períodos académicos sucesivos.

Taller: se deriva de un curso teórico-práctico y su rasgo más particular consiste en la finalidad de buscar y resolver algún problema complejo particular, hasta llevarlo a incorporar a la realidad circundante. Se hace énfasis en el aprendizaje autodirigido y cooperativo.

Seminario-taller: es una amalgama de los rasgos de los dos anteriores.

Práctica supervisada: “Ofrece al estudiante la oportunidad tanto de iniciarse en su ámbito profesional, a través de la integración de la teoría y la práctica, como de interactuar con la realidad social. Esta experiencia es asesorada y evaluada por un docente” (Quesada, Cedeño y Zamora 2001: 141).

Curso laboratorio: “Se caracteriza por verificar conocimientos mediante la realización de prácticas de habilidades y destrezas, cuyo desarrollo requiere la utilización de un espacio, materiales específicos, instrumentos y equipos especializados u otras condiciones especiales (. )” (Quesada, Cedeño y Zamora 2001: 141).

Trabajo de campo: “Tiene como propósito integrar las competencias que posee el estudiante para aplicar o crear conocimiento en el área de su especialidad. Se realiza en un contexto o escenario particular. La realización del trabajo de campo, en un área específica de conocimiento, posibilita la coordinación entre varios cursos y entre varios docentes, lo que contribuye a reducir gastos de operación” (Quesada, Cedeño y Zamora, 2001: 141-142).

Curso electivo (según la Gaceta del ITCR N° 24: 7): Aquel curso que forma parte del plan de estudios, cuyos créditos son computables como requisito de graduación y equivalentes entre sí para efecto del cumplimiento con el plan de estudios.

Curso optativo: Aquel cuyos créditos no son computables como requisito de graduación y que, por consiguiente, el estudiante no está obligado a tomar ni el Departamento a impartir.

Como se desprende de las descripciones anteriores, los tipos de cursos poseen características diferentes respecto a la organización del proceso educativo, el rol de los actores del proceso, contacto con la realidad de su especialidad, etc. Para los efectos de esta guía, es importante destacar la relación de coherencia entre el tipo de curso, la modalidad del programa, el área del conocimiento, relación con las competencias profesionales declaradas en el perfil del egresado y los objetivos del curso. No es un elemento aislado; más bien posee un carácter decisivo, ya que incide en la selección de contenidos, el cronograma, la metodología de la enseñanza y el aprendizaje y las formas de evaluación del curso (Fig. 3.).

Ücretsiz ön izlemeyi tamamladınız.