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Capítulo 1

Construir puentes misioneros entre Suecia y Perú

Carlos Olsson

Aprender de la vida

Mis padres se llamaban Karl Ingemar Olsson y Ellen Astrid Ingeborg Olsson. Nací el 3 de marzo de 1943 en Hjälmseryd, en el condado de Blekinge en el sureste de Suecia. Teníamos una pequeña granja. Mi padre murió cuando yo tenía cuatro años y mi madre se quedó con tres niños: Margaretha de ocho años, Hans de siete y yo. Mi madre tuvo que vender la propiedad para sacar adelante a la familia. Compró una pequeña casa en el pueblo de Fågelmara, donde a la edad de siete años, comencé a estudiar. Completé mis estudios de secundaria en la ciudad de Karlskrona, a treinta kilómetros de allí.1

Junto con mis hermanos Hans y Margaretha, escuché el evangelio desde la infancia, gracias a nuestra madre Ellen, que diariamente nos leía la Biblia y nos llevaba a los cultos de la iglesia y la escuela dominical. Esta educación cristiana me hizo aceptar a Jesucristo como mi Salvador personal a los nueve años. Me bauticé por inmersión en la Iglesia Pentecostal, Filadelfiaförsamlingen en Jämjöslätt. Lleno de entusiasmo, comencé a ayudar con lecturas de la Biblia, testimonios y canciones en los cultos.

Después de mis estudios técnicos en Karlskrona, comencé a trabajar en la fábrica Volvo de Gotemburgo, la segunda ciudad más grande de Suecia. Solía visitar la Iglesia Pentecostal Smyrnakyrkan. Al año decidí asistir a la escuela bíblica que la iglesia organizaba cada otoño. Fue un cambio radical que Dios estaba obrando en mi vida. Fui aceptado gracias a la carta de recomendación del pastor Olof Nilsson, en Jämjöslätt, Blekinge. Al terminar estos estudios, me trasladé al departamento de Dalicarlia con Hans-Olof Linddahl, hijo de un pastor y juntos ayudamos al pastor Arne Widholm en su ministerio.

Después de dieciocho meses de trabajo en Sörsjön y Älvdals-Lövnäs, empecé a trabajar como ayudante de un pastor en Älvdalen, Eric Cullman, a setenta kilómetros al sur. Ahí experimenté nuevamente que Dios me estaba hablando acerca de la obra misionera. Necesitaba mayor preparación y decidí asistir a un curso de verano para futuros misioneros en la escuela bíblica de Kaggeholm. Me trasladé a Estocolmo alrededor del año 1967 con este fin y también para ver si lograba ingresar a la escuela de medicina.

En 1968 fui llamado al servicio militar en Sollefteå, una ciudad a ochocientos cincuenta kilómetros al norte de la capital sueca. Me otorgaron un buen número de medallas de honor, pero lo más importante fue que comencé una misión fructífera y próspera en la Iglesia Filadelfia de Sollefteå como líder de un grupo juvenil entre varias iglesias de nuestra denominación.

Entrenado para aprender de otras culturas

En abril de 1969, cuando estaba a punto de terminar mi servicio militar, fui invitado a trabajar como voluntario en Argentina durante uno a dos años para ayudar a misioneros a fundar un orfanatorio. Originalmente creía que Dios me había llamado a la obra misionera en un país africano, como el Zaire o Congo, pero lo consideré como una buena oportunidad para poner a prueba mi vocación y para aprender español.

Un recorte periodístico dice así: «El culto juvenil fue dirigido por el joven evangelista Göran Olsson… El culto misionero … tuvo un carácter internacional. El evangelista Göran Olsson representó a América del Sur, a donde viajará dentro de un par de meses».2

Eramos tres jóvenes que nos habiamos unido al proyecto y decidimos viajar juntos. Abordamos el tren a Italia a finales de octubre de 1969. Salimos del puerto de Génova donde Cristóbal Colón, el descubridor de América había nacido unos quinientos treinta años antes. Con nuestro hermoso barco Flavia, con más de mil pasajeros, llegamos a Buenos Aires en dieciocho días. El misionero, Sture Andersson nos recibió con gran entusiasmo y nos llevó en su camioneta. Después de viajar dos días a través de Rosario, Córdoba y Tucumán llegamos a «Salta la Linda», al pie de los Andes fascinantes, a mil ochocientos cinncuenta kilómetros de la capital argentina.3 La ciudad tiene seiscientos mil habitantes y está en el norte de la Argentina.

La obra fue muy variada. Entre otras cosas conduje la camioneta para adquirir víveres y materiales de construcción. También trabajé en la instalación de agua y directamente en la construcción de nuevos bloques de comedor, cocina y alojamiento, a la par de un constructor de Landsbro, Suecia y con dos peones matacos indígenas de Villa Montes, Bolivia. Ya que previamente había estudiado tres idiomas, me fue fácil aprender un cuarto idioma por mi cuenta. Empecé a enseñar español a mis compañeros de trabajo y, después de menos de tres meses, comencé a testificar, predicar y cantar en los cultos. Después de ocho meses en Salta, acompañé en un amigo sueco a Santiago de Chile, donde apoyamos a algunos misioneros suecos durante tres meses transformando el Teatro Matta en «Templo Matta».

Volví a Salta y continué trabajando hasta que logré alcanzar un total de quince meses. Recibí una invitación de otro misionero, Gunnar Axell, a quien ayudé en la isla de Apipé Grande, en el río Paraná, Provincia de Corrientes durante cuatro meses.

Yo quería conocer mejor el país y viajé con un amigo misionero a Mendoza, donde los misioneros Henriksson trabajaban con gran eficacia. Los apoyé en el trabajo de la construcción y en los cantos en sus cultos. Otro misionero, Nils-Erik Forsberg, me invitó a apoyar el trabajo en Río Cuarto por unos meses mientras su esposa y él regresaron a Suecia. Junto con Gunnar, hijo de Nils-Erik, experimentamos un «avivamiento». Tuvimos la oportunidad de bautizar a un buen número de personas. Nunca olvidaré el culto de Navidad, donde el poder del Espíritu Santo me otorgó su unción. Gunnar Forsberg comentó que prediqué un mensaje de gran bendición. Esta experiencia confirmó una vez más mi llamamiento como misionero.

En 1972 entendí que ya era el momento de regresar a Suecia porque empecé a extrañar a mi familia y a mi patria. También estaba aburrido de vivir solo y quería casarme. Antes de regresar a Suecia quería conocer unos países más de América Latina para aprender de su cultura, geografía y gente. Visité Chile y Paraguay. El misionero Nils-Erik Forsberg me dio una carta de recomendación y con esto en mi maleta viajé en bus y tren hacia Cochabamba, Bolivia. Continué mi viaje a través de La Paz hasta la ciudad de Cuzco, Perú.

El milagro de encontrar a mi futuro suegro

Los misioneros suecos Bengt y Kerstin Lundkvist, Per y Brita Anderås, me habían invitado a colaborar con ellos en la ciudad de Huancayo, Perú. Llegando al país, aproveché la oportunidad de visitar el lago Titicaca y las famosas ruinas de Machu Picchu. Un domingo por la tarde, me acerqué a la recepción de mi hotel, Ambassador, para conseguir la dirección de una Iglesia Evangélica en Cuzco. Me dieron la información sobre una Iglesia Bautista y en la noche asistí a un culto en esa iglesia acompañado por el recepcionista. Allí el hombre de negocios y misionero laico Juan Cueva compartía sobre el trabajo misionero de amen (Asociación Misionera Evangélica a las Naciones), de la que era fundador y presidente. Hablé con él después del culto y me enteré que era amigo de los Anderås y Lundquist, a quienes yo había planeado visitar. Don Juan Cueva, me pidió que yo visitara su casa para dejarle una carta a su esposa, la hermana Celestina.4

Al día siguiente tomé el autobús Hidalgo y cuarenta y ocho horas más tarde llegué a la ciudad incontrastable de Huancayo, situada a tres mil trescientos metros sobre el nivel del mar. Ya que era medianoche, me quedé con otros dos turistas en un hotel. Al día siguiente busqué la casa de los misioneros suecos y pedí a Bengt, «Beni», que me llevé a la casa de la familia Cueva en la calle Huancas 533. Cuando llegué, una señorita con el nombre de Anita me abrió la puerta. Me preguntó amablemente «¿Cuánto tiempo se quedará en el Perú?». «Siete u ocho días», le contesté. Yo no sabía entonces que esos días se convertirían en meses, que me iba a casar con ella y que juntos íbamos a viajar a Suecia.

Anita había terminado sus cinco años de estudios universitarios y estaba trabajado como contadora auxiliar en una conocida empresa de construcción. Ella era muy activa en la Iglesia Evangélica Peruana del distrito El Tambo; era una líder en la Comunidad Bíblica Universitaria (cbu), equivalente a International Fellowship of Students (ifes) en el Reino Unido. Trabajaba con entusiasmo con la misión de Juventud para Cristo (jpc), movimiento internacional dedicado a la evangelización de jóvenes y capacitación de líderes juveniles.

Como Anita era la mejor amiga de la misionera sueca Kerstin Anderås de Lundquist, en cuya casa yo estaba viviendo, tuvimos muchas oportunidades de vernos. Cuando yo participaba con cantos cristianos en el Canal 3 de Televisión Huancayo, ella también colaboraba de distintas maneras. Así que poco a poco llegamos a acercarnos. El 16 de septiembre de 1972 «pedí la mano» de Anita a sus padres, al estilo peruano, es decir, pidiendo permiso primero a sus padres para casarme con la hija y luego llamando a la hija para entregarle el anillo de compromiso. Nos casamos el 4 de noviembre en la Iglesia Metodista de Huancayo ante cientos de personas. El oficiante fue el misionero sueco Pedro Anderås, ahora con el Señor.

Luna de miel y regreso a Suecia

Comenzamos nuestra luna de miel viajando en bus por América Latina, hasta la ciudad de Los Ángeles. Luego volamos a Suecia con escala en Londres. Cuando llegamos a Suecia tuvimos una preciosa recepción en la Iglesia Filadelfia en Jämjö, Suecia, junto con nuestros familiares, amigos y miembros de mi iglesia local donde aprendí a amar a Jesús. Fue un tiempo de descanso y sobre todo de adaptación donde ambos, mi esposa y yo, teníamos que adaptarnos tanto el uno al otro como a los patrones culturales suecos.

La decisión que transformó una ciudad

Después de unos meses, el pastor Owe Carlsson, nos programó una serie de visitas a sesenta iglesias pentecostales por toda Suecia, donde Dios nos utilizó de una manera muy poderosa.5 Los líderes de mi iglesia habían escrito una carta a cada una de estas iglesias preguntándoles si estarían dispuestas a adoptarnos como sus misioneros y enviarnos al Perú. Diez iglesias de distintos lugares en Suecia aceptaron apoyarnos financieramente durante un período de cuatro a cinco años en el Perú.

Al mismo tiempo averiguamos por cartas haciendo la pregunta: «¿Qué áreas en Perú son las más necesitadas para recibir el evangelio?» Nos pusimos en contacto con el misiólogo peruano Pedro Hockings de la misión Segadores de la Cosecha, quien nos entregó un mapa con el título Campos misioneros blancos del Perú, que significa lugares donde hay muy pocas o ninguna iglesia evangélica». Pedimos también apoyo de Paco Rebaza, para sacar datos estadísticos sobre la existencia de iglesias evangélicas en el Perú. Él nos dio detalles incluyendo mapas de todo el país y encontramos cuatro áreas: Pampas en la provincia de Junín en el centro, Chulucanas en la provincia de Morropón en el norte, la sierra de Arequipa y los alrededores de Tacna en el sur del país.

El 1 de noviembre de 1973 nació Ann-Caroline. Así que, ya no solo éramos dos personas sino tres, viajamos al Perú en 1974 y comenzamos el ministerio en la ciudad de Lima reemplazando a nuestros colegas, los misioneros Lennart y Boyan Lindgren por el lapso de un año. Desde Lima hicimos viajes de reconocimiento a distintos campos, de acuerdo con el mapa que mostraba los lugares sin una iglesia establecida: Tacna, Arequipa, Pampas, Piura, Sullana y Chulucanas.

En aquella época, había cinco iglesias en Piura y dos en Sullana. Al descubrir que Chulucanas y los pueblos inmediatos eran «campos blancos», es decir, sin presencia de una iglesia evangélica, entendimos que era allí donde Dios nos llamaba a predicar el evangelio. Nos pusieron en contacto con el misionero Ralph Leslie de la iglesia Asambleas de Dios en Piura, quien nos permitió permanecer en su casa durante siete días, mientras buscábamos un lugar donde vivir en Chulucanas. El Señor confirmó en nuestros corazones, dándonos paz y gozo, de que ese era el lugar que Dios había señalado para nuestro ministerio, porque vimos la realidad espiritual de esta ciudad, con una gran necesidad de transformación por el poder del Dios, mediante la predicación del evangelio.

Nos trasladamos a la ciudad de Chulucanas, el 10 de mayo de 1975.6 El sábado 24 de mayo de 1975 comenzaron los trabajos en la sala de nuestra casa en la calle Junín 932.7 La vivienda era un inmueble muy sencillo que antes había sido usado como garaje de camiones. Como parte del trabajo iniciado, colocamos un letrero fuera de la casa que decía:


IGLESIA CASA DE ORACIÓNMiércoles 7.30 p.m. OraciónSábado 7.30 p.m. Estudio bíblicoDomingos 10.00 a.m. Escuela dominicalDomingos 7.30 p.m. Predicación y cantos

El culto de dedicación y envío como misioneros tuvo lugar el 8 de junio de 1974 en la iglesia de Jämjöslätt, Suecia. Aquí presentamos una traducción al castellano de algunos himnos del culto misionero realizado en el idioma sueco, el cual tienen un gran contenido misiológico:8

Culto de Dedicación Misionera en la Iglesia Filadelfia de Jämjöslätt de los misioneros Göran y Anita Olsson

8 de junio de 1974

Canción 1: Campos blancos, Himno 390

Parte de la letra de este antiguo himno dice en su parte del coro: Señor de la mies a ti rogamos. Envía segadores fieles.

Canción 2: A tierra desconocida quiero ir, Himno 295

A lugares desconocidos quiero ir, quiero ir,

donde la palabra de Dios no ha sido anunciada.

A esas multitudes que nunca han escuchado

de su gracia y su amor, su poder salvador.

Coro:

A tierra desconocida pronto quiero ir

para anunciar el maravilloso mensaje de salvación.

A los lugares más duros me llama Él a ir,

dejar todo lo que es fácil y cómodo.

Que me llamen soñador, loco o payaso,

yo solo quiero estar donde el maestro ha decidido que esté.

Multitudes hay que caminan perdidos

y que esperan ser trasladados a la luz.

Él me envía para reunirlos y llevarlos

al cielo a la casa de nuestro Padre celestial.

Canción 3: He aquí mira los campos blancos, Himno 49

Mira los campos blancos que esperando están.

¿Quién quiere encargarse de cosechar?

Han sido comprados con la sangre preciosa

de nuestro Salvador y por el sufrimiento que el tuvo al morir.

Coro:

Apúrate, apúrate cuando el Señor justamente te llama a ti.

La mies es mucha mas los obreros son pocos y demorar trae como consecuencia la muerte eterna.

Entra en acción. El Maestro te llama a ti.

Ya no hay tiempo para estar esperando.

Pronto nos llevará a su gloria para recibir

la recompensa por nuestro esfuerzo.

Yo quiero ir al campo a atar las gavillas,

mientras el llamado es actual y da fuerza

y valentía para cosechar,

antes de que el día termine.

Referencias

• Olsson, Carlos y Anita Cueva. Iglesia Casa de Oración Chulucanas, archivos en Lund, Suecia (1975).

• Olsson, Carlos. Memoria personal en Lund, Suecia (1976).

• Programa Culto de dedicación misionera en la Iglesia Filadelfia Jämjöslätt, Suecia (8 de junio de 1974).


Foto 06: Samuel Cueva y Carlos Olsson participando en un programa de televisión, Huancayo, Perú, 1972


Foto 07: Fachada del templo en Chulucanas, Perú, 1980


Foto 08. El primer encuentro con niños en la Plaza de Armas, Chulucanas, Perú, 1974


Foto 09: La primera escuela dominical en el primer local en la calle Junín 932, Chulucanas, Perú, mayo 1975


Foto 10: La laguna al pie de la casa del pequeño Felix le produjieron llagas que con curaciones y oraciones fueron sanadas, Chulucanas, Perú, 1975


Foto 11: Primera marcha, Chulucanas, Perú, 1976


Foto 12: Marcha con carros alégoricos, evangelísticos, Chulucanas, Perú, 2006

1 Olsson, memoria personal en Lund (1976).

2 Fyra världsdelar representerade vid möte på Nordingrå-konferens, Dagen, 23 de junio de 1969.

3 Olsson, memoria personal en Lund (1976).

4 Olsson, memoria personal en Lund (1976).

5 Iglesia Casa de Oración, Chulucanas, Archivos en Lund (1975).

6 Archivos en Lund, Iglesia Casa de Oración, Chulucanas (1975).

7 Ver más detalles, Archivos Iglesia Chulucanas, Lund (1975).

8 Ver programa Culto de Dedicación Misionera en la Iglesia Filadelfia jämjöslätt, Suecia (8 de junio de 1974).

Capítulo 2

Misión coherente y resistente

Samuel Cueva

El primero de noviembre de 1975, Anita y su esposo Carlos fundaron la iglesia «Casa de Oración» en la ciudad de Chulucanas en el norte del Perú. El llamado de Dios para ellos era que abrieran una obra en algún lugar del Perú llamado «campo blanco», una metáfora que quiere decir: «lugar donde el evangelio no ha sido predicado o no existe una iglesia evengélica». Fue así que llegaron a esta ciudad sin iglesia evangélica.

En la Plaza de Armas se encontraron con once niños a quienes preguntaron si habían escuchado historias sobre la vida de Jesús, a lo cual respondieron que nunca. Dios cautivó el corazón de los esposos Olsson para decidir comenzar un trabajo allí.

Ha sido una misión coherente y resistente porque la obra comenzó con niños que aceptaron poner su fe y confianza en Jesús. Ellos crecieron y han llegado a ser, en su mayoría, fieles servidores de Cristo. Otros fueron llamados al ministerio y están sirviendo en distintas áreas de la misión cristiana. Después de más de cuarenta y cuatro años de trabajar para el reino de Dios, se puede decir que la iglesia en Chulucanas contiene una misión resistente. Es decir, que el tiempo la ha hecho crecer y fortalecer para llevar mucho fruto, en el poder del Espíritu Santo.

Chulucanas y sus encantos

En las distintas oportunidades que he visitado Chulucanas, siempre me he encontrado con personas muy amables en la iglesia y muy comprometidas con su fe en Cristo. La ciudad tiene ochenta y dos mil habitantes. Es un distrito y capital de la provincia de Morropón del departamento de Piura. Está a sesenta kilómetros de la capital piurana. Es conocida por sus grandes ceramistas y sus productos han sido declarados un producto representativo del Perú. Es también una zona de exportación de mango y limón. A cinco kilómetros de la ciudad se encuentra «La Encantada», zona turística por la producción de cerámicas. El «seco de chavelo» es un plato típico muy apreciado a base de plátano verde frito mezclado con trozos de carne. Otro plato es «el hornado», pavo con una sazón especial. Un vaso de «chicha de jora» puede acompañar a este plato, hecho a base de maíz y cebada, que se fermenta al gusto. Claro, Chulucanas tiene muchos más encantos: su Plaza de Armas, el cerro arqueológico de Vicús y un mercado, donde se pueden comprar bebidas refrescantes como «las raspadillas» con hielo granizado o jugos de frutas frescas y algarrobina. ¡Vale la pena visitarla!

Chulucanas tiene un clima seco y es una zona de mucho calor; la temperatura promedio es de 25 grados. En el verano puede subir hasta 43 grados centígrados. La gente de Chulucanas es muy abierta, amigable y cariñosa. Son muy emprendedores y con un pensamiento comunitario de ayudarse entre ellos. Creo que en este ambiente Carlos Olsson encajó con rapidez por su carácter bromista y conversador. Alguien en el Perú comentó que Carlos sabía más chistes que los mismos peruanos. Considero que la química de la amistad les ayudó a desarrollar lo que llamo una «teología relacional» es decir, de acercamiento más personal e íntimo como el caso de Jesús con Nicodemo, la mujer samaritana o Zaqueo.

Iniciar una iglesia con niños

Meses antes de la fundación oficial de la iglesia, en mayo de 1975, tuvieron la primera reunión pública con cuarenta y cinco niños. Con ellos comenzaron la primera escuela dominical. Desde entonces su enfoque de evangelización ha sido paralelamente para adultos y niños. Actualmente el ministerio hacia la niñez se ha extendido a más de noventa lugares. Cuentan con treinta y dos directores, ciento setenta y seis profesores y noventa y cuatro auxiliares que cada semana dan enseñanzas de la Palabra de Dios a más de cinco mil niños en el Departamento de Piura. En la actualidad existen catorce comedores infantiles en distintos anexos que ofrecen desayunos en colaboración con las organizaciones cristianas Compassion International y Pan de Vida.

El modelo de la iglesia ico-Chulucanas contiene una doble característica en su fundamento de hacer misión: uno viene a ser la misión coherente y el otro es la misión resistente. Cualquier modelo de misión en cada iglesia local debería experimentar en su dinamismo misionero estos dos fundamentos. La misión coherente se refiere a la conexión, al vínculo y a la unión sin contradicción. No hay oposición entre el mensaje proclamado y el mensaje vivido. Ser ejemplo a los demás indica una misión coherente. El apóstol Pablo trabajó de día y de noche para no ser carga a otros, sino para ser un modelo a los demás y que sigan este ejemplo (2Ts 3.7-9). Los ejemplos nos explican la teoría de lo que se enseña sobre el reino de los cielos. Jesús lo hizo sanando, liberando, dando de comer y resucitando. Por tanto, una misión coherente contiene marcas claras del mensaje verbal que se proclama, con el mensaje práctico que se vive y también que se comparte con los demás.

Al mismo tiempo, la misión debe ser resistente, es decir: tenaz, persistente y fuerte. No se rompe ni se destruye fácilmente. Una misión resistente soporta los ataques y las presiones espirituales, sociales, económicas y culturales sin que se deteriore la íntima comunión con Dios. La misión resistente se aferra y cree sin dudar en las promesas de Dios para su iglesia. Cuando Jesús dice: … yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo… (Mt 28.20), no solo son palabras bonitas, es más bien una promesa con una cristología poderosa que se cumple día a día en la iglesia de Jesús. Es lo que el apóstol Pablo resume como las marcas de una misión resistente al compartir que él ha experimentado muerte, naufragios, peligros de ladrones, de la ciudad y de falsos hermanos. Lo que inspira es saber que el apóstol termina relatando esta realidad de su trabajo espiritual glorificando a Dios (2Co 3.26-31). Esta actitud viene a manifestar la presencia real de una misión resistente. No se rompe fácilmente, no se cansa fácilmente y no se debilita fácilmente. Una misión resistente es uno de los fundamentos a fortalecer en la misión del tercer milenio.

En misión integral

Desde el principio ejecutaron pequeñas acciones de carácter social como, por ejemplo, llenar una hendidura a mitad de la calle que se había llenado de agua putrefacta, curar heridas de niños, nivelar calles de Chulucanas que eran intransitables cuando llovía, nivelar carreteras que conducen a tres de los primeros anexos de la iglesia. Se hicieron pupitres para los niños en edad escolar. Proporcionaron camas y medicamentos para el hospital. Durante dos catástrofes tras las fuertes lluvias en 1983 construyeron veintitrés aulas y en 1999 construyeron doscientos veinte módulos de vivienda para gente pobre que había sufrido daños en Alto y Bajo Piura durante las lluvias en 1998. Se estableció un programa de desarrollo a largo plazo prestando la atención a los niños con discapacidades. Estos aspectos de la misión cristiana es lo que deseamos mostrar con más detalle en este capítulo.

En una entrevista al misiólogo peruano Samuel Escobar en el diario online Protestante Digital le preguntaron: Evangelización o acción social, ¿Con cuál se quedaría? ¿Resulta posible encantarse solo por una de ellas? Su respuesta fue la siguiente: «Es que es imposible separarlas, la evangelización supone una presencia y la calidad de esa presencia supone, entre otras cosas, un servicio a las necesidades humanas».9 En la consulta sobre los cuarenta y cinco años de la Fraternidad Teológica Latinoamericana se reafirmó la unidad entre la evangelización y la acción social. Se puso en práctica por toda Latinoamérica mediante proyectos de servicio y transformación social, sirviendo integralmente a las necesidades humanas. Es lo que se denomina comúnmente como «la misión integral», aquella práctica a la obediencia de la fe en Cristo proclamando el evangelio y buscando la trasformación de la sociedad y sus necesidades.10 En este sentido, Carlos Martínez en su breve ensayo sobre Evangelismo y acción social sugiere que la evangelización y la acción social son componentes de la integralidad del evangelio y añade que separarlas ha llevado al pueblo cristiano a consecuencias trágicas y debates teológicos interminables.11

Modelo de misión escandinava

En el modelo misionero de las iglesias pentecostales suecas la predicación del evangelio y la acción social van de la mano de una manera natural. Existen varios ejemplos de misioneros de la denominación Asociación de Iglesias Pentecostales Autónomas que han desarrollado una labor social en el Perú. Entre ellos tenemos a Per Anderås, más conocido en el Perú como Pedro Anderas, fundador de la primera iglesia Casa de Oración, en la ciudad de Tarma en 1956 y luego en la ciudad de Huancayo. Él fundó un comedor infantil para niños cuyas madres estaban en la cárcel y actualmente sigue funcionando.

Otro misionero sueco, Lennart Lindgren, fundador de la iglesia Casa de Oración en la ciudad de Lima, construyó un edificio para albergar a jóvenes de cualquier denominación, de distintas provincias del Perú que van a Lima para realizar sus estudios universitarios. Cientos de jóvenes han sido beneficiados pagando un precio razonable por utilizar las habitaciones; también es un trabajo que continúa en la actualidad. Lindgren fundó un colegio de primaria y secundaria en la ciudad de Lima, el cual ha llegado a tener una calidad excelente. Actualmente, la obra social está conectada con el trabajo de la iglesia local ico-Magdalena en Lima y está bajo la responsabilidad del pastor Heber Calle, oriundo de Chulucanas. Junto con su esposa Cecilia pastorea esta congregación desde hace diecisiete años. Lo resaltante es que desde hace muchos años esta iglesia ya no depende económicamente de las iglesias suecas.

Primeras acciones de responsabilidad social en Chulucanas

Cuando se trata de la Iglesia de Chulucanas, los trabajos de obra social eran pequeños al comienzo. Empezaron predicando la palabra y llevando comida preparada por las hermanas a la cárcel una vez por semana. También cuando en aquella época las calles de Chulucanas eran polvorientas y sin pavimentación, las autoridades permitieron en algunas oportunidades que varios presos ayuden a rellenar con tierra y piedras los huecos de una calle. En realidad, eran trabajos de acción social sencillos, dirigidos por Carlos Olsson. Esta evangelización en palabras y en obras es, sin duda, la práctica de una misión integral como obediencia a la fe, como bien lo explica el apóstol Pablo en Romanos 1.5 cuando dice: y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre. Esta es la obediencia a Jesús: … según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe (Ro 16.26).

En el trabajo en Chulucanas, mientras se enseñaba la palabra de Dios cada semana, se fue descubriendo algunas necesidades materiales y físicas que afectaban a la niñez en aquel tiempo, las cuales le llevaron a realizar acciones prácticas e inmediatas. En la zona de Chulucanas en 1975 existía mucha pobreza. Había muchos niños con heridas infectadas que iban sanando poco a poco con la curación y oración que Carlos Olsson y los nuevos creyentes hacían por ellos. Otro aspecto que ayudó a la iglesia a hacer presencia en la sociedad fue que en algunas oportunidades se realizaron cenas para niños lustrabotas. Para entrar a la cena tenían que venir con su caja y herramientas de trabajo. El dinamismo de una misión en acción promovía un sentido de festividad y celebración para dar a conocer el amor de Dios de forma palpable. Era una misión que buscaba influenciar tanto en lo espiritual como en la práctica del mensaje bíblico que se estaba proclamando.

En una oportunidad Carlos Olsson12 le explicó al Prefecto Alejandro Alberdi Carrión que la iglesia evangélica llevaba dos años y medio mejorando las carreteras de Chulucanas a Yapatera y de Chulucanas a Cruz Pampa con el apoyo de sinamos, una entidad estatal del gobierno peruano. A partir de ese momento empezaron a trabajar juntos en este proyecto las autoridades de Chulucanas y el pastor Olsson.

En una carta de Anita Olsson a Per Anderås enviada el 26 de febrero de 1976 le comparte sobre los avances de la obra:13

Durante el mes de enero tuvimos nuestras escuelas bíblicas en Chulucanas y en un anexo. Tuvimos un total de ciento veinte niños. En estos meses llueve mucho, las carreteras son intransitables y las calles en la ciudad se llenan de baches, «lagunas», etc. que se pudren y traen zancudos y moscas. Carlos tiene buen contacto con las autoridades y ha presentado sugerencias para el mejoramiento de las calles que han sido bien recibidas y han empezado a practicarlas. Hoy, la prefectura nos ha puesto un camión, palas y hombres para traer cuatro camionadas de tierra y llenar una lagunita cerca de donde vivimos. Es lindo que él con los jóvenes estén colaborando para el desarollo de esta ciudad.

En los comienzos de la obra en 1977,14 en el pueblo de Yapatera se abrió un anexo de la iglesia. Al ver que los niños del colegio se sentaban en ladrillos y escribían en cuadernos colocados en sus rodillas, el pastor Olsson sacó la cuenta del costo de pupitres y envió cartas pidiendo apoyo económico a las iglesias en Suecia. Entonces niños de las escuelas dominicales suecas ofrendaron para este fin. También apoyó Erikshjälpen, una organización de las iglesias pentecostales de Suecia que recolecta fondos vendiendo cosas de segunda mano.

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