Kitabı oku: «Si Ella Se Ocultara», sayfa 2

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CAPÍTULO TRES

La estación de policía de Deton era lo que Kate había esperado. Estaba metida en el extremo opuesto de la vía principal, junto a la autopista, un sencillo edificio de ladrillos con una bandera ondeando en el techo. Unas patrullas se hallaban estacionadas a lo largo del costado, su escaso número un reflejo del pueblo mismo.

Adentro, una amplia estancia abarcaba la mayor parte del espacio. Un gran escritorio descansaba al frente, vacío. De hecho, el lugar lucía prácticamente desierto. Siguieron a Barnes hasta la parte trasera del edificio, por un estrecho pasillo que conducía a solo cinco habitaciones, una de las cuales estaba señalada con una placa sobre la puerta donde se leía Sheriff Barnes. Barnes las guió hasta la última habitación del corredor, una muy pequeña dispuesta como una especie de sala de conferencias. Un oficial estaba sentado ante la mesa, hojeando una pequeña pila de documentos.

—Agentes, les presento al Oficial Foster —dijo Barnes.

El Oficial Foster era un hombre joven, acercándose probablemente a los treinta años de edad. Tenía el cabello cortado casi al rape y lucía un ceño fruncido. Kate podía afirmar que era un oficial bastante serio. No iba a contar chistes para aliviar la tensión y probablemente no se molestaría en conversar para conocer a las agentes sentadas enfrente de él.

A Kate le gustó de inmediato.

—El Oficial Foster ha serivido principalmente como el enlace para este caso desde que recibimos la llamada del Pastor Poulson —explicó Barnes—. Cualquier pieza de información que haya venido hasta aquí ha pasado por sus ojos y oídos, y la ha añadido a los archivos del caso. Cualquier pregunta que tengan, es probable que él pueda responderla.

—Esos son demasiados elogios —dijo Foster—, pero ciertamente me esfuerzo.

—Bueno, ¿qué información tenemos sobre las personas con quienes hablaron los tres integrantes de la familia Fuller, aparte de entre ellos mismos, antes de que sucedieran los asesinatos? —preguntó Kate.

—Alvin Fuller habló con un viejo amigo de la secundaria mientras pagaba en el Citgo de la Autopista 44 —dijo Foster—. Regresaba a casa después del trabajo, paró para comprar cerveza, y así se encontraron. El amigo dice que simplemente charlaron acerca del trabajo y la familia. Cosas muy superficiales, por pura educación. El amigo dijo que Alvin no se veía extraño en modo alguno.

—En cuanto a Wendy Fuller, la última persona en hablar con ella aparte de su família fue un compañero de trabajo. Wendy trabajaba en el pequeño almacén de una empresa de transporte en las afueras del pueblo. El colega mencionado dijo que la última cosa que conversaron fue que a Wendy le preocupaba que Mercy comenzaba a interesarse vivamente en los chicos. Mercy, al parecer, recién se había besado por primera vez y Wendy temía lo que eso podía significar. Pero aparte de eso, las cosas parecían casi lo mismo de siempre.

—¿Y qué hay de Mercy? —preguntó DeMarco.

—La última persona con la que habló fue su mejor amiga, una chica de por aquí llamada Anne Pettus. Hemos hablado con Anne dos veces, para asegurarnos que contara la misma historia. Dijo que la última conversación que tuvieron fue acerca de un muchacho llamado Charlie. De acuerdo a Anne, este chico Charlie no era el novio de Mercy. Anne también nos dijo algo que choca un poco con lo que sus padres podrían haber sabido acerca de ella.

—¿Como una mentira? —preguntó Kate.

—Sí. de acuerdo al compañero de trabajo de Wendy, hablaron acerca de este supuesto primer beso. Pero de acuerdo a Anne Pettus, eso no es cierto. Aparentemente, Mercy tuvo su primer beso hace mucho tiempo.

—¿Era ella promiscua?

—Anne no diría eso. Solo dijo que tenía la certeza de que Mercy había hecho mucho más que darse un beso con un chico.

—Con respecto a su desaparición, ¿adónde apunta la evidencia en este momento? —preguntó Kate— ¿Se la llevaron o se fue porque quiso?

—A menos que ustedes dos encontraran algo nuevo en la casa, no hay evidencia que sugiera que Mercy fuera llevada en contra de su voluntad. En todo caso, tenemos pequeñas evidencias circunstanciales que sugieren que ella pudo haberse ido porque así lo quiso.

—¿Qué clase de evidencia?

—De acuerdo a Anne, Mercy tenía ahorrada una pequeña cantidad de dinero en efectivo. Incluso sabía dónde lo guardaba: en el fondo del cajón de los calcetines. Revisamos y había unos trescientos dólares ocultos allí. Eso de hecho contradice que se hubiera ido por su voluntad porque habría tomado ese dinero, ¿correcto? Sin embargo, la última cosa debitada en la tarjeta de crédito de Mercy fue llenar un tanque de gasolina. Eso fue dos o tres horas antes de que los cuerpos de sus padres fueran hallados. Antes de eso, dos días atrás, ella compró unos cosméticos tamaño viajero en un Target de Harrisonburg: cepillo de dientes, pasta de dientes, desodorante. Tenemos eso en el historial de su tarjeta de crédito al igual que la confirmación de Anne Pettus, que fue de compras con ella ese día.

—¿Llegó a preguntarle a Mercy por qué necesitaba cosméticos tamaño viajero? —preguntó Kate.

—Lo hizo. Mercy dijo que no le quedaba mucho en casa y detestaba sentirse como una niña pidiéndole a sus padres que compraran sus cosas.

—¿Y ningún novio conocido? —preguntó Kate.

—No, de acuerdo a Anne. Y parecía saber casi todo acerca de Mercy.

—Me gustaría hablar con Anne —dijo Kate—. ¿Piensa que ella estaría dispuesta o vamos a ser rechazadas?

—Ella estaría muy dispuesta —dijo Foster.

—Él tiene razón —añadió Barnes—. Ella incluso nos ha llamado varias veces entre una y otra entrevista para ver si tenemos nueva información. Ha sido de mucha ayuda. Igual que su familia, al permitir que hablemos con ella. Si quiere, podemos llamar y arreglar algo.

—Eso sería fantástico —dijo Kate.

—Ella es una chica fuerte —dijo Foster—. Pero entre usted y yo... Creo que ella podría estar ocultando algo. Quizás nada importante. Pienso que ella solo quiere asegurarse de no comunicar nada malo acerca de su mejor amiga.

Eso es incomprensible, pensó Kate.

Pero ella también sabía que el hecho de que fueran las mejores amigas sería una razón más que suficiente para ocultar algo.

***

Los padres de Anne, como era de suponer, le habían permitido quedarse en casa. Cuando Kate y DeMarco llegaron a la residencia Pettus —localizada en un camino muy similar a aquel donde vivían los Fuller— los padres estaban parados en la puerta principal, aguardando. Kate pudo verlos a ambos a través de la puerta vidriada al estacionar el auto en la vía de acceso en U.

El Sr. y la Sra. Pettus salieron a su porche para encontrarse con las agentes. El padre mantenía los brazos cruzados, con una mirada triste en su cara. La madre lucía fatigada, los ojos enrojecidos y la postura encorvada.

Tras unas breves presentaciones, el Sr. y la Sra. Pettus fueron directo al punto. No eran groseros ni insistentes, eran simplemente padres preocupados que no querían hacer pasar a su hija por ningún infierno, sin necesidad.

—Ella parece mejorar cada vez que habla de eso —dijo la Sra. Pettus—. Creo que mientras más tiempo pasa, comienza a comprender que su mejor amiga no está necesariamente muerta. Pienso que mientras más asimila la idea de que solo podría estar desaparecida, ella quiere ser de más ayuda.

—Dicho eso —añadió el Sr. Pettus—, yo apreciaría si ustedes mantienen las preguntas breves y tan esperanzadas como sea posible. No se equivoquen... No interferiremos mientras le hacen preguntas, pero si escuchamos algo que parezca molestarla, su tiempo con nuestra hija se habrá acabado.

—Eso es más que justo —dijo Kate—. Y tiene mi palabra de que pisaremos con cuidado.

El Sr. Pettus asintió y finalmente les abrió la puerta principal. Cuando pasaron hacia adentro, Kate vio a Anne Pettus de inmediato. Estaba sentada en el sofá con sus manos sujetadas entre sus rodillas. Como su madre, lucía cansada y desgastada. Se le ocurrió entonces a Kate que las adolescentes tendían a sentirse fuertemente unidas a sus mejores amigas. Era incapaz de imaginar el tipo de emociones por las que esta joven estaría pasando.

—Anne —dijo la Sra. Pettus—. Estas son las agentes que te dijimos que venían. ¿Todavía te parece bien hablar con ellas?

—Sí, mamá. Estoy bien.

Ambos padres hicieron una pequeña indicación con la cabeza a Kate y DeMarco al tiempo que se sentaban a cada costado de su hija. Kate notó que Anne no comenzó a verse realmente incómoda hasta que sus padres la flanquearon.

—Anne —dijo Kate—, haremos esto rápido. Nos han informado de todo lo que le dijiste a la policía, así que no te pediremos que repitas todas esas cosas de nuevo. Bueno, con una excepción. Me gustaría saber del viaje de compras que tú y Mercy hicieron a Harrisonburg. Mercy compró varias cosas tamaño viajero, ¿correcto?

—Sí. Pensé que era extraño. Ella solo dijo que se le estaban acabando en casa. Pasta de dientes, un pequeño cepillo, desodorante, cosas como esas. Le pregunté porqué las compraba ella y no sus padres pero ella de alguna manera evitó responder.

—¿Sientes que ella era feliz en casa?

—Sí. Pero, es decir… tiene quince. Ama a sus padres pero odia este lugar. Ha estado hablando de mudarse de Deton desde que teníamos diez años.

—¿Alguna idea del porqué? —preguntó DeMarco.

—Es aburrido —dijo Anne. Miró a sus padres como pidiendo perdón—. Es decir, soy un poco mayor que Mercy; tengo dieciséis y una licencia, y ella y yo vamos aquí y allá a veces. De compras. Al cine. Pero tienes que conducir como una hora para hacer algo de eso. Deton está muerto.

—¿Sabes adónde quería mudarse?

—Palm Springs —dijo Anne riendo—. Vio un programa donde la gente asistía a una fiesta en Palm Springs y pensó que era lindo.

— ¿Tenía ella una universidad en particular a la que le hubiera puesto el ojo?

—No lo creo. Quiero decir fue poca la información que nos suministraron en la escuela, pero ella miró con insistencia el material de UVA y Wake Forest. Pero… Sí, no lo sé.

—¿Puedes decirnos algo acerca de Charlie? —preguntó Kate— Vimos su nombre en el diario y sabemos que eran lo suficientemente cercanos como para darse un pequeño beso entre clases. Pero la policía nos contó que tu dijiste que Mercy no tiene novio.

—No lo tiene.

Kate notó de inmediato cómo el tono de Anne cambió un poco con este comentario. Su postura también pareció volverse más rígida. Aparentemente, este era un tema sensitivo. Pero, como ella solo tenía dieciséis y ambos padres estaban sentados al lado de ella, Kate sabía que no podía acusar directamente a la chica de estar mintiendo. Tenía que abordarlo de otra manera. Quizás había unos oscuros secretos con respecto a su amiga de los cuales ella simplemente no quería hablar.

—¿Entonces ella y Charlie son solo amigos? —preguntó Kate.

—Algo así. Es decir pienso que quizás se gustaban entre sí pero no querían salir en una cita, ¿sabe?

—¿Que tú sepas, ella y Charlie hicieron alguna vez algo más que besarse?

—Si lo hicieron, Mercy nunca me dijo. Y ella me lo dice todo.

—¿Sabes si había secretos que le ocultara a sus padres?

De nuevo, Kate notó que la incomodidad asomaba al rostro de Anne. Era algo fugaz y casi imperceptible, pero podía reconocerla al cabo de tantos casos anteriores —particularmente aquellos donde los adolescentes estaban involucrados. Una rápida mirada, revolverse en el asiento, contestar de inmediato sin pensar la respuesta o tomarse demasiado tiempo para producir otra.

—De nuevo, si lo hizo, nunca me dijo.

—¿Qué hay de un trabajo? —preguntó Kate— ¿Estaba Mercy trabajando en algún lado?

—No recientemente. Estuvo trabajando unas diez horas a la semana como tutora de unos niños de la escuela hace unos meses. En álgebra, creo. Pero lo cancelaron porque no había suficientes niños interesados en obtener ayuda.

—¿Ella lo disfrutó? —preguntó DeMarco.

—Supongo que sí.

—¿No hubo historias de horror del sitio donde ejercía la tutoría?

—Nada de eso me dijo.

—Pero te sientes segura de que Mercy te contaba todo acerca de su vida, ¿correcto? —preguntó DeMarco.

Anne pareció incomodarse un poco ante la pregunta. Kate se preguntó si era la primera vez que ella era confrontada de esa manera —cuestionando algo que ella había expresado como verdadero.

—Eso creo —dijo Anne—. Éramos… somos las mejores amigas. Y digo que somos porque ella está todavía viva. Yo lo sé. Porque si ella está muerta…

El comentario flotó en el aire por un momento. Kate pudo ver que la emoción en el semblante de Anne era real. Basándose en su expresión, podía afirmar que la chica empezaría a llorar pronto. Y si llegaba a eso, Kate estaba segura que sus padres les pedirían que se fueran. Eso significaba que no tenían mucho tiempo —y eso significaba que Kate iba a tener que presionar un poco si esperaba conseguir respuestas.

—Anne, queremos llegar al fondo de esto. Y, como tú, estamos trabajando bajo la presunción de que Mercy está todavía viva. Pero, si puedo ser honesta contigo, en los casos de personas desaparecidas el tiempo es el enemigo. Mientras más tiempo pasa, más pequeñas son las posibilidades de averiguar que pasó con ella. Así que, por favor... si hay algo que te haya costado decir a las autoridades locales de Deton, es importante que nos lo digas. Yo sé que en un pueblo así de pequeño, te preocupa lo que los demás pensarán y...

—Creo que es suficiente —dijo el Sr. Pettus. Se puso de pie y caminó hacia la puerta —No aprecio que esté insinuando que nuestra hija haya estado ocultando algo. Y puede mirarla y decir que ella comienza a molestarse.

—Sr. Pettus —dijo DeMarco—. Si Anne está...

—Hemos sido más que comprensivos dejando que hable con las autoridades, pero hasta aquí llegamos. Ahora, por favor… márchense.

Kate y DeMarco intercambiaron miradas de derrota mientras se incorporaban. Kate dio tres pasos hacia la puerta antes de ser detenida por la voz de Anne.

—No… esperen.

Los cuatro adultos se giraron hacia Anne. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y había una cierta gravedad en sus ojos. Miró a sus padres por un instante y luego apartó con rapidez la vista, como si estuviera avergonzada.

—¿Qué pasa? —preguntó la Sra. Pettus a su hija.

—Mercy tiene un novio. Algo así. Pero no es Charlie. Es este otro chico... y ella nunca se lo dijo a nadie porque si sus padres se enteraran, se habrían vuelto como locos.

—¿Cómo así? —preguntó Kate.

—Es este chico que vive cerca de Deerfield. Es mayor que ella… tiene diecisiete.

—¿Y estaban saliendo en citas? —preguntó DeMarco.

—No creo que fueran citas. Solo se veían. Pero cuando se juntaron, creo… Bueno, creo que solo fue algo físico. A Mercy le gustaba porque era un chico mayor que estaba prestándole atención, ¿entienden?

—¿Y por qué no lo iban a aprobar sus padres? —preguntó Kate.

—Bueno, primero por la edad. Mercy tiene quince y este chico tiene casi dieciocho. Pero está también su reputación. Abandonó la secundaria, anda con gente poco recomendable.

—¿Sabes si la relación fue sexual? —preguntó Kate.

—Ella nunca me dijo. Pero creo que eso pudo haber sido porque siempre que bromeaba con ella al respecto, se quedaba callada.

—Anne —dijo el Sr. Pettus—, ¿por qué no le dijiste a la policía?

—Porque no quería que la gente pensara mal de Mercy. Ella es… ella es mi mejor amiga. Ella es gentil y amable… este tipo es basura. No comprendo por qué le gusta.

—¿Cuál es su nombre? —preguntó Kate.

—Jeremy Branch.

—Dices que dejó la escuela. ¿Sabes en qué trabaja?

—En nada no creo. Trabaja con árboles aquí y allá, cortando ramas y ayudando a los madereros. Pero de acuerdo a Mercy, simplemente se sienta junto a la casa de su hermano mayor y bebe la mayor parte del día. Y no estoy segura, pero creo que vende drogas.

Kate casi lo sentía por Anne. Las miradas en los rostros de sus padres dejaban en claro que tendrían una seria conversación con ella, una vez que Kate y DeMarco se marcharan. Sabiendo esto, Kate caminó hacia Anne y tomó asiento en el mismo lugar que el padre había ocupado solo un minuto antes.

—Sé que fue duro para ti —dijo Kate—. Pero hiciste lo correcto. Nos has dado una pista y ahora quizás lleguemos al fondo de todo. Gracias, Anne.

Dicho eso, hizo una inclinación de cabeza a los padres de Anne y salió. En el camino hacia el auto, DeMarco sacó su teléfono. —¿Sabes dónde está Deerfield? —preguntó.

—Como a veinte minutos, internándose en los bosques —dijo Kate—. Si pensabas que Deton era pequeño, no has visto nada.

—Llamaré al Sheriff Barnes y veré si puede conseguir la dirección.

Estaba haciendo exactamente eso al tiempo que se subían al auto. Kate se sintió de repente llena de energía. Tenían una pista, el apoyo de la policía local, y casi todo un día por delante. Al arrancar, no pudo dejar de sentirse esperanzada.

CAPÍTULO CUATRO

Aunque DeMarco había recibido una dirección muy precisa de parte de Barnes, Kate no pudo evitar preguntarse si Barnes no se había equivocado, o si algo se habia se había quedado sin ser transmitido en la comunicación. Vio la dirección cinco minutos después de pasar por los límites del pueblo de Deerfield, pintada de mala manera con letras negras en el costado de un sucio buzón. Pero, como casi todo lo demás en Deerfield, Virginia, más allá del buzón todo era bosque y campo abierto.

Como a medio metro del buzón, vio el trazado de lo que presumió era una vía de acceso. La maleza había crecido a lo largo del costado, ocultando la mayor parte de la entrada. Ingresó a la vía y se encontró con que era un estrecho camino de tierra que conducía a un espacio abierto, más ancho, varios metros más adelante. Supuso que lo que estaba mirando era un gran patio al frente que no había visto una cortadora de césped en mucho tiempo. Había tres autos, dos de los cuáles lucían como chatarra, estacionados en el patio. Se hallaban colocados a lo largo de una franja de tierra que venía siendo el final de la vía de acceso.

A unos metros de los autos, no muy lejos de los árboles que pertenecían al bosque que se extendía más allá, había un enorme tráiler. Era del tipo que estaba decorado como una casa en su parte externa y, que de haber estado bien cuidado se vería como un lugar más bien bonito. Pero el porche principal se veía ligeramente inclinado, y uno de los soportes se había caído por completo. Faltaba también el canalón en uno de los lados de la casa y, por supuesto, estaba el patio lleno de maleza.

Kate y DeMarco aparcaron junto a la chatarra y lentamente se aproximaron a la casa. El césped, que mayormente era maleza, llegaba hasta las rodillas de Kate.

—Me siento como en un safari —dijo DeMarco—. ¿Tienes un machete?

Kate rió suavemente, con los ojos puestos en la puerta principal. Entre los.estereotipos y la información de Anne Pettus sentía que sabía lo que encontrarían adentro: Jeremy Branch y su hermano mayor, sentados sin hacer nada. El lugar olería a tierra, basura, y puede que incluso a marihuana. Habría botellas de cerveza regadas por entre los muebles baratos, que estarían apuntando a un relativamente bonito aparato de televisión. Ella había visto este decorado en incontables ocasiones, cuando se trataba de jóvenes vividores pertenecientes a las zonas rurales.

Avanzaron hasta el porche y Kate tocó la puerta. Podía oír el murmullo de la música que provenía de adentro, algo metálico pero con un volumen bajo. Escuchó también los pesados pasos aproximándose a la puerta. Al abrirse unos segundos después, fue saludada por un hombre de aspecto juvenil que tenía puesta una camiseta sin mangas y un short kaki. Una barba incipiente sombreaba su rostro. Todo su brazo izquierdo estaba tatuado y ambas orejas estaban horadadas.

En principio sonrió al ver a las dos mujeres en su porche, pero luego pareció comprender lo que eran en realidad. No eran solo dos mujeres, eran dos mujeres vestidas de manera profesional con una mirada seria en sus caras.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó.

DeMarco mostró su placa, dando un paso hacia la puerta. —Agentes DeMarco y Wise —dijo—. Esperábamos poder hablar con Jeremy Branch.

El joven pareció sinceramente confundido y algo temeroso. Se apartó un poco de la puerta, mirando a una y otra con cautela. —Ese... Bueno, ese soy yo. Pero, ¿para qué me necesitan?

—Suponemos que ya ha escuchado las noticias acerca de una chica de Deton —dijo Kate—. Una chica de nombre Mercy Fuller.

La mirada en su rostro le dijo a Kate todo lo que necesitaba saber. Sin decir palabra, Jeremy no hizo sino confirmar que conocía a Mercy. Asintió y luego miró hacia el interior del tráiler, quizás buscando la ayuda de su hermano mayor.

—¿Puede confirmarme eso? —preguntó Kate.

—Sí, lo escuché. Ella desapareció. Sus padres fueron asesinados, ¿correcto?

—Correcto. Sr. Branch, ¿podemos por favor entrar y hablar un momento?

—Bueno, esta no es mi casa. Pertenece a mi hermano. Y no sé si él...

—No sé si sabe cómo funciona esto —dijo Kate—. Nos gustaría pasar y charlar. Lo podemos hacer aquí o, basándonos en lo que hemos oído de usted, podemos hacerlo en la estación de policía de Deton. Usted decide.

—Oh —dijo. El muchacho se vio absolutamente arrinconado, como un animal que frente a la amenaza busca una salida—. Bueno, entonces, supongo que puedo...

Entonces se interrumpió tirándoles la puerta en sus caras. Luego del tremendo golpe de esta acción inesperada, Kate pudo escuchar rápidas pisadas en la casa.

—Está huyendo —dijo Kate.

Pero antes de que pudiera abrir la puerta de nuevo, DeMarco ya estaba saltando del porche para dirigirse a la parte trasera del tráiler. Kate sacó su arma, empujó la puerta para abrirla, y pasó adentro.

Escuchó otras pisadas en el interior del tráiler, más allá, y luego el sonido de otra puerta abriéndose. Una puerta trasera, pensó Kate. Esperemos que DeMarco lo detenga.

Kate corrió por la casa, encontrando que sus presunciones eran correctas. Había un tenue aroma a hierba, mezclado con el olor de la cerveza derramada. Después de pasar corriendo por la cocina, entró a un pasillo que conducía a dos dormitorios. Allí, al final del corredor, una puerta trasera estaba todavía girando sobre sus goznes luego que alguien acabara de salir corriendo por ella. Ella aceleró hacia la puerta y la abrió del todo, lista para atacar de ser necesario. Pero ella había visto el miedo en los ojos de Jeremy. Él no iba a atacar en modo alguno, su única intención era dejarlas atrás. Y si lograba llegar al bosque que estaba a no más de cinco metros de distancia de la puerta trasera, bien podría ser capaz de hacerlo.

Lo vio, yendo como centella hacia los árboles, pero también vio a DeMarco. Ella se estaba acercando desde el costado izquierdo de la casa. No se había molestado en sacar su arma ni le gritaba a Jeremy que se detuviera. Kate estaba asombrada por lo rápida que era su pareja; iba disparada tras Jeremy a una velocidad que fácilmente superaba a la del adolescente.

Lo atrapó justo cuando Jeremy había alcanzado los primeros árboles que conducían al interior del bosque. DeMarco estiró la mano, lo sujetó por el hombro y lo hizo girar para que le diera la cara. Al hacerlo, terminó girando en redondo antes de perder el equilibrio y caer en el suelo.

Kate dio varios pasos apresurados y se unió a DeMarco, ayudándola a esposar a Jeremy Branch.

—Al correr —dijo Kate—, nos haces pensar que tienes algo que esconder. Y has hecho más fácil nuestra elección. Hablaremos contigo en la estación.

Jeremy Branch no tuvo nada que decir. Jadeaba con fuerza mientras DeMarco se esforzaba en ponerlo de pie con las manos esposadas a la espalda. Se veía confundido y algo atontado mientras lo lllevaban al auto. Y cuando miró de manera nerviosa hacia el tráiler, Kate tuvo la seguridad de que hallaría evidencia sospechosa para poner en aprietos a Jeremy y a su hermano, incluso apartando lo de la desaparición de Mercy Fuller.

***

El registro de la casa no tomó mucho tiempo. Mientras DeMarco permanecía afuera, Kate recorrió el lugar y en quince minutos, encontró más que suficiente para poner en aprietos a los hermanos Branch.

Doscientos gramos de cocaína fueron hallados en uno de los dormitorios, junto con media docena de pastillas de ecstasy. En el otro cuarto, había varias bolsas plásticas con hierba, otra docena de pastillas de ecstasy, y unos frascos de medicamentos para el dolor que requerían prescripción. Lo más interesante fue cuando Kate encontró un pequeño cuaderno negro debajo de la cama de la segunda habitación. Lucía como una especie de cuaderno de cuentas, donde se registraba quién debía dinero y por qué.

También supuso que el primer dormitorio que había registrado era el de Jeremy Branch. Sabía esto debido a una foto más bien provocativa que estaba junto a su cama, que los mostraba a él y a Mercy Fuller, casi desvestidos. Pero no pudo hallar diarios, ni portátil, nada que pudiera darle pistas de su participación en la desaparición de ella o en la muerte de los padres.

Encontró una cosa destacable, sin embargo. Algo que contestaba al menos una pregunta. En el pequeño baño junto al cuarto de Jeremy, Kate halló una pasta de dientes nueva tamaño viajero, desodorante femenino y un cepillo dental nuevo en miniatura. Aparentemente, Mercy había comprado esas cosas para tenerlas aquí, tratando de cubrir cualquier traza de contacto íntimo con un muchacho antes de ir a casa.

Salió, vadeando el césped crecido para llegar al auto. —Todas las cosas tamaño viajero están en el baño de Jeremy. Aparentemente, Mercy las mantenía todas aquí.

—Eso es… lindo, supongo.

—O un poco obsesivo —sugirió Kate mientras se ponía tras el volante—. Además, ahora conocemos una de las razones por las que corrió.

Desde el asiento trasero, Jeremy habló. En su voz había pánico y temblaba de miedo. —Todo eso es de mi hermano.

—¿Así que él guardaba algo de eso en tu cuarto?

—Sí, él lo vende y... y...

—Ahorra tu energía para la estación —dijo Kate—. A decir verdad, las drogas son secundarias en este momento.

—No tengo nada que ver con Mercy o sus padres —dijo—. Lo juro.

—Espero que no —dijo Kate mientras el auto comenzaba a avanzar—. Pero supongo que tendremos que esperar y ver.

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Litres'teki yayın tarihi:
15 nisan 2020
Hacim:
221 s. 3 illüstrasyon
ISBN:
9781094303895
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