Kitabı oku: «Una Vez Anhelado», sayfa 3

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“Sé que todo acabó”, dijo Riley. “Sé que Peterson está muerto. Estoy tratando de acostumbrarme a eso”.

“Mamá, todo está mucho mejor ahora. No tienes que preocuparte por mí todo el tiempo. Y no soy una chiquilla. Tengo quince años”.

“Y eres muy inteligente”, dijo Riley. “Lo sé. Tengo que seguir recordándomelo. Te amo, April”, dijo. “Por eso es que me porto tan loca a veces”.

“Yo también te amo, Mamá”, dijo April. “No te preocupes tanto”.

Riley estaba encantada de ver a su hija sonreír de nuevo. April había sido secuestrada, había sido la prisionera de Peterson y había sido amenazada con esa llama. Parecía que ya era una adolescente absolutamente normal de nuevo, aún si su madre no había recuperado su estabilidad.

Aún así, Riley no podía dejar de preguntarse si todavía había memorias oscuras en algún lugar de la mente de April que estaban a punto de estallar.

En cuanto a sí misma, sabía que tenía que hablar con alguien sobre sus propios miedos y pesadillas recurrentes. Y tenía que hacerlo lo más pronto posible.

Capítulo Seis

Riley se movía nerviosamente en su silla mientras pensaba en lo que quería decirle a Mike Nevins. Se sentía agitada y nerviosa.

“Tómate tu tiempo”, dijo el psiquiatra forense, estirando el cuello en su silla de oficina y mirándola fijamente con preocupación.

Riley se rio tristemente. “Ese es el problema”, dijo. “No tengo tiempo. He estado postergándolo. Tengo que tomar una decisión. Ya no puedo postergarlo más. ¿Alguna vez me habías visto tan indecisa?”.

Mike no respondió. Solo sonrió y presionó las puntas de sus dedos.

Riley estaba acostumbrada a este silencio de Mike. El hombre apuesto y algo irritable había sido muchas cosas para ella durante los años—un amigo, un terapeuta, hasta un mentor. Últimamente acudía a él para saber su perspectiva sobre la mente oscura de un criminal. Pero esta visita era diferente. Lo había llamado anoche después de llegar a casa de la ejecución y había conducido a su oficina en DC esta mañana.

“¿Cuáles son tus opciones, exactamente?”, preguntó finalmente.

“Bueno, creo que tengo que decidir lo que voy a hacer con el resto de mi vida, o enseñar o ser agente de campo. O hacer otra cosa completamente”.

Mike se rio un poco. “Un momento. No tratemos de planificar todo tu futuro ahora mismo. Concentrémonos en el presente. Meredith y Jeffreys quieren que tomes un caso. Solo un caso. Esto no significa que tienes que escoger una de las dos. Nadie está diciendo que tienes que dejar de enseñar. Y todo lo que tienes que hacer es decir sí o no esta vez. ¿Entonces cuál es el problema?”.

Ahora le tocó a Riley guardar silencio. No sabía cuál era el problema. Por eso estaba aquí.

“Supongo que estás asustada”, dijo Mike.

Riley tragó grueso. Sí, eso era. Estaba asustada. No había querido admitirlo, ni siquiera a sí misma. Pero ahora Mike iba a hacerla hablar del tema.

“¿A qué le tienes miedo?”, preguntó Mike. “Dijiste que estabas teniendo pesadillas”.

Riley siguió guardando silencio.

“Esto obligatoriamente tiene que ver con tu TEPT”, dijo Mike. “¿Todavía estás teniendo flashbacks?”.

Riley había estado esperando esa pregunta. Después de todo, Mike era el que más la había ayudado a tratar de superar el trauma de su terrible experiencia.

Inclinó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Por un momento sintió que estaba en la jaula oscura de Peterson de nuevo y él estaba amenazándola con una llama de propano. Meses después de haber sido la prisionera de Peterson, esa memoria aún la atormentaba de vez en cuando.

Pero luego había rastreado y matado a Peterson. De hecho, lo había molido a golpes.

“Si eso no es cierre emocional, no sé qué lo será entonces”, pensó.

Ahora los recuerdos parecían impersonales, como si estuviera viendo la historia de otra persona desarrollarse.

“Estoy mejor”, dijo Riley. “Son más cortos y mucho menos comunes”.

“¿Y tu hija?”.

La pregunta fue como un golpe para Riley. Sentía el eco del horror que había experimentado cuando Peterson había capturado a April. Aún podía oír los gritos de April pidiendo ayuda.

“Creo que no he superado eso”, dijo. “Me despierto asustada pensando que la volvieron a raptar. Tengo que ir a su habitación y asegurarme de que está bien y que está durmiendo”.

“¿Esa es la razón por la cual no quieres tomar otro caso?”.

Riley se estremeció. “No quiero que pase por algo así de nuevo”.

“Eso no responde mi pregunta”.

“No, no supongo que lo hace”, dijo Riley.

Cayó otro silencio.

“Tengo la sensación de que hay algo más”, dijo Mike. “¿Qué más te da pesadillas? ¿Qué más te despierta por las noches?”.

Sintió una sacudida de terror en su mente en ese instante.

Sí, había algo más.

Incluso con sus ojos abiertos, podía ver el rostro grotescamente inocente de Eugene Fisk con sus ojos pequeños, redondos y brillantes. Riley lo había mirado profundamente a los ojos durante su enfrentamiento fatal.

El asesino había colocado una navaja recta en la garganta de Lucy Vargas. En ese momento, Riley había indagado en sus más grandes miedos. Había hablado de las cadenas, esas cadenas que él creía que le estaban hablando, obligándole a cometer asesinato tras asesinato, encadenando a las mujeres y rajando sus gargantas.

“Las cadenas no quieren que te lleves a esta mujer”, le había dicho Riley. “Ella no es lo que necesitan. Sabes lo que las cadenas quieren que hagas en vez”.

Eugene había asentido con la cabeza con los ojos llenos de lágrimas. Luego se hizo a sí mismo lo que le había hecho a sus víctimas—se pasó la cuchilla por su cuello.

Se rajó la garganta ante de los ojos de Riley.

Y ahora, sentada aquí en la oficina de Mike Nevins, su propio horror casi la ahoga.

“Maté a Eugente”, dijo jadeando.

“Te refieres al asesino de la cadenas. Bueno, no fue el primer hombre que mataste”.

Es cierto, no era la primera vez en la que había usado fuerza letal. Pero con Eugene había sido muy diferente. Pensaba en su muerte muy a menudo, pero nunca había hablado de eso con nadie.

“No usé una pistola ni una roca ni mis puños”, dijo. “Lo maté con comprensión, con empatía. Mi mente es un arma mortal. No sabía eso. Me aterra, Mike”.

Mike asintió con compasión. “Tú sabes lo que dijo Nietzsche sobre mirar un largo tiempo al abismo”, dijo.

“El abismo también mira dentro de ti”, dijo Riley, terminando el famoso dicho. “Pero he hecho mucho más que mirar al abismo. Prácticamente he vivido allí. Casi me siento cómoda allí. Es como un segundo hogar. Me asusta demasiado, Mike. Uno de estos días quizás entre a ese abismo y no salga más. Y quién sabe a quién podría herir, o matar”.

“Bueno”, dijo Mike, reclinándose en su silla. “Tal vez estamos progresando”.

Riley no estaba tan segura. Y no se sentía ni cerca a tomar una decisión.

*

Cuando Riley entró por su puerta principal más tarde, April bajó por las escaleras rápidamente para saludarla.

“Ay Mamá, ¡tienes que ayudarme! ¡Ven!”.

Riley siguió a April por las escaleras hasta su habitación. Tenía una maleta abierta sobre su cama con un montón de ropa a su alrededor.

“¡No sé qué empacar!”, dijo April. “¡Nunca he tenido que hacer esto antes!”.

Sonriendo por la mezcla de pánico y euforia de su hija, Riley comenzó a ayudarla a acomodar sus cosas. April se iría de excursión escolar mañana a las cercanías de Washington, DC. Iría con un grupo de estudiantes del curso de Historia Estadounidense Avanzada y sus maestras.

Riley sintió un poco de aprensión luego de haber firmado los permisos y pagado las tasas extras. April había sido prisionera de Peterson en Washington, y aunque habían estado lejos en el borde de la ciudad, a Riley le preocupaba que el viaje podría hacer que el trauma saliera a la superficie. Pero a April le parecía estar yendo muy bien, tanto académicamente como emocionalmente. Y el viaje era una oportunidad maravillosa.

Riley se dio cuenta que se estaba divirtiendo mientras ella y April bromeaban y terminaban de empacar su maleta. Ese abismo del que había hablado con Mike hace un tiempo parecía estar muy lejos. Todavía tenía una vida fuera de ese abismo. Era una buena vida, y estaba determinada a seguir teniéndola, sin importar la decisión que tomara.

Gabriela entró en la habitación mientras estaban arreglando las cosas.

“Señora Riley, mi taxi estará aquí pronto”, dijo con una sonrisa. “Ya empaqué mis cosas, están en la puerta”.

Casi había olvidado que Gabriela se iba. Gabriela había pedido tiempo libre para ir a visitar a sus familiares en Tennessee ya que April no iba a estar. Riley estaba más que contenta de darle el permiso.

Abrazó a Gabriela y le dijo: “Buen viaje”.

La sonrisa de Gabriela desapareció un poco y añadió: “Me preocupo”.

“¿Estás preocupada?”, le preguntó sorprendida. “¿Qué te preocupa, Gabriela?”.

“Tú”, respondió Gabriela. “Estarás sola en esta nueva casa”.

Riley se rio un poco. “No te preocupes, puedo cuidar de mí misma”.

“Pero no has estado sola desde que pasaron todas esas cosas terribles”, dijo Gabriela. “Me preocupa”.

Las palabras de Gabriela pusieron a Riley a pensar. Lo que ella decía era cierto. Desde el calvario que había vivido con Peterson, al menos April siempre había estado a su lado. ¿Podría abrirse un vacío oscuro y aterrador en su nuevo hogar? ¿El abismo podría estar acechándola en este mismo momento?

“Estaré bien”, dijo Riley. “Diviértete con tu familia”.

Gabriela sonrió y le entregó a Riley un sobre. “Esto estaba en el buzón”, dijo.

Gabriela abrazó a April, luego abrazó a Riley de nuevo y bajó las escaleras para esperar a su taxi.

“¿Qué pasa, Mamá?”, preguntó April.

“No lo sé”, dijo Riley. “No fue enviado por correo”.

Abrió el sobre y encontró una tarjeta plástica adentro. Las letras decorativas de la tarjeta leían “El Grill de Blaine”. Luego leyó lo que decía más abajo: “Cena para dos”.

“Creo que es una tarjeta de regalo de nuestro vecino”, dijo Riley. “Eso es muy amable de su parte. Podemos ir a cenar allí cuando vuelvas”.

“¡Mamá!”, exclamó April. “Esa tarjeta no es para las dos”.

“¿Cómo así?”.

“Te está invitando a cenar”.

“¡Ah! ¿En serio? No dice eso aquí”.

April negó con la cabeza. “No seas tonta. Quiere salir contigo. Crystal me dijo que le gustas a su papá. Y es muy lindo”.

Riley pudo sentir su rostro sonrojarse. No podía recordar la última vez que alguien la había invitado a salir. Pasó muchos años casada con Ryan. Desde su divorcio se había concentrado en instalarse en su nuevo hogar y en las decisiones que tenía que tomar acerca de su trabajo.

“Estás sonrojada”, dijo April.

“Terminemos de empacar tus cosas”, interrumpió Riley. “Tendré que pensar en todo esto ahora”.

Ambas volvieron a la tarea de ordenar ropa. Después de unos minutos de silencio, April dijo, “Estoy preocupada por ti, Mamá. Como dijo Gabriela...”.

“Estaré bien”, dijo Riley.

“¿Segura?”.

Riley no sabía qué contestar. Seguramente había enfrentado peores pesadillas que una casa vacía — asesinos psicópatas obsesionados con cadenas, muñecas y sopletes. ¿Pero podrían liberarse un montón de demonios internos ahora que estaría sola? Una semana comenzó a parecer un largo tiempo en ese instante. Y la posibilidad de decidir si saldría o no con el vecino también parecía aterradora de cierta forma.

“Lidiaré con ello”, pensó Riley.

Además, aún tenía otra opción. Y era el momento de tomar una decisión de una vez por todas.

“Me han pedido que trabaje en un caso”, le dijo Riley a April. “Tendría que irme a Arizona inmediatamente”.

April dejó de doblar su ropa y miró a Riley.

“Así que irás, ¿cierto?”, preguntó.

“No lo sé, April”, dijo Riley.

“¿Y eso por qué? Es tu trabajo”.

Riley miró a su hija a los ojos. Los tiempos difíciles entre ellas realmente parecían haber quedado en el pasado. Se habían unido más puesto que ambas habían sobrevivido los horrores infligidos por Peterson.

“He estado pensando en no trabajar más en el campo”, dijo Riley.

Los ojos de April se abrieron de sorpresa.

“¿Qué? Mamá, acabar con los malos es lo que mejor sabes hacer”.

“También soy muy buena dando clases”, dijo Riley. “Soy muy buena en eso. Y me encanta, realmente me encanta”.

April se encogió de hombros, no entendiendo nada. “Bueno, sigue dando clases. Nadie te está deteniendo. Pero no dejes de luchar contra el mal. Es igual de importante”.

Riley negó con la cabeza. “No lo sé, April. Después de todo por lo que te hice pasar— “.

Parecía que April no podía creer lo que estaba escuchando. “¿Después de todo por lo que tú me hiciste pasar? ¿De qué estás hablando? Tú no me hiciste pasar por nada. Fui raptada por un psicópata llamado Peterson. Si no me hubiera raptado a mí, hubiera raptado a otra persona. No pierdas el tiempo culpándote”.

Después de una pausa, April dijo: “Siéntate, Mamá. Tenemos que hablar”.

Riley sonrió y se sentó en la cama. April sonaba como una mamá.

“Tal vez un sermón es justamente lo que necesito”, pensó Riley.

April se sentó junto a Riley.

“¿Alguna vez te hablé sobre mi amiga Angie Fletcher?”, dijo April.

“No lo creo”.

“Bueno, solíamos ser buenas amigas pero se cambió de escuela. Ella era muy inteligente, me llevaba solo un año, tenía quince años. Me enteré que empezó a comprarle drogas a un tipo que todo el mundo llamaba Trip. Se volvió bastante adicta a la heroína. Y cuando se quedó sin dinero, Trip la puso a trabajar como prostituta. La entrenó personalmente y la obligó a mudarse con él. Su madre está tan loca que ni siquiera se dio cuenta de que Angie se había ido. Trip hasta la promocionó en su sitio web, la hizo tatuarse jurando que ella siempre sería de él”.

Riley estaba conmocionada. “¿Qué pasó con ella?”.

“Bueno, la policía finalmente agarró a Trip y Angie terminó en un centro de rehabilitación de drogas. Esto sucedió este verano mientras estábamos en el norte del estado de Nueva York. No sé qué pasó con ella después de eso. Todo lo que sé es que solo tiene dieciséis años y su vida está arruinada”.

“Lo siento mucho”, dijo Riley.

April gruñó con impaciencia.

“¿Realmente no lo entiendes, Mamá? No tienes nada que sentir. Has pasado toda tu vida deteniendo este tipo de cosas. Y has encerrado a muchos tipos como Trip—algunos de ellos para siempre. Pero si dejas de hacer lo que mejor sabes hacer, ¿quién tomará tu lugar? ¿Alguien tan competente como tú? Lo dudo, Mamá. Realmente lo dudo”.

Riley se quedó callada por unos instantes. Luego, con una sonrisa, apretó la mano de April con firmeza.

“Creo que tengo que hacer una llamada”, dijo.

Capítulo Siete

Mientras el jet de FBI despegaba de Quántico, Riley se sentía segura de que estaba en camino a enfrentarse a otro monstruo. Le inquietaba mucho el pensar en eso. Había deseado mantenerse alejada de asesinos por un tiempo, pero tomar este caso finalmente le había parecido ser la decisión correcta. Meredith claramente se había sentido aliviado por su decisión.

Esa mañana, April se había ido de excursión, y ahora Riley y Bill estaban en camino a Phoenix. La tarde se había vuelto oscura y había lluvia en el cristal de la ventana del avión. Riley se quedó abrochada a su asiento hasta que el avión atravesó unas nubes grises a un cielo más despejado. Luego una superficie acolchada se extendió debajo de ellos, ocultando la tierra donde las personas probablemente estaban corriendo para no mojarse. “Y siguiendo sus tareas diarias”, pensó Riley.

Luego de que se asentara el viaje, Riley se volteó para mirar a Bill y le preguntó, “¿Qué tienes para mostrarme?”.

Bill abrió su portátil sobre la mesa delante de ellos. Colocó una foto de una gran bolsa de basura negra apenas sumergida en aguas poco profundas. Podía ver una mano blanca muerta que se asomaba por la abertura de la bolsa.

Bill explicó: “El cuerpo de Nancy Holbrook fue encontrado en un lago artificial en el sistema de embalses en las afueras de Phoenix. Era una acompañante de treinta años que cobraba caro. En otras palabras, una prostituta costosa”.

“¿Se ahogó?”, preguntó Riley.

“No. La causa de muerte fue asfixia. Luego fue metida en una gran bolsa de basura y arrojada al lago. La bolsa de basura fue rellenada con grandes piedras para que se hundiera más”.

Riley estudió la foto de cerca. Ya se estaban formando muchas preguntas en su mente.

“¿El asesino dejó evidencia física?”, preguntó. “¿Huellas, fibras, ADN?”.

“Nada de nada”.

Riley negó con la cabeza. “Lo que no entiendo es la eliminación del cadáver. ¿Por qué el asesino no se esforzó más? Un lago de agua dulce es perfecto para deshacerse de un cuerpo. Los cadáveres se hunden y se descomponen rápidamente en agua dulce. Obviamente podrían volver a la superficie más tarde debido a la distensión abdominal y los gases. Pero colocar piedras suficientes en la bolsa solucionaría ese problema. ¿Por qué dejarla en aguas poco profundas?”.

“Creo que nos toca a nosotros descubrirlo”, dijo Bill.

Bill colocó otras fotos de la escena del crimen, pero no proporcionaron mucha información.

“¿Qué opinas?”, preguntó Riley. “¿Se trata de un asesino en serie o no?

Bill frunció el ceño, reflexionando.

“No lo sé”, respondió. “Realmente estamos tratando con el asesinato de una sola prostituta. Obviamente han desaparecido otras prostitutas en Phoenix. Pero eso no es nada nuevo. Sucede habitualmente en las grandes ciudades del país”.

La palabra “habitualmente” hizo que los pelos de Riley se pusieran de punta. ¿Cómo podría considerarse la desaparición continua de una cierta clase de mujer algo “rutinario”? Aún así, sabía que lo que estaba diciendo Bill era cierto.

“Cuando Meredith llamó por teléfono, lo hizo parecer urgente”, dijo ella. “Y ahora nos está dando el tratamiento VIP, dándonos un jet de la UAC para llegar allá directamente”. Riley lo pensó por un momento. “Sus palabras exactas fueron que su amigo quería que lo investigáramos como si fuera un asesinato en serie”. Pero por lo visto nadie está seguro que esto es obra de un asesino en serie”.

Bill se encogió de hombros. “Quizás no lo sea. Pero, por lo visto, Meredith tiene una relación bastante estrecha con el hermano de la víctima, Garrett Holbrook”.

“Sí”, dijo Riley. “Me dijo que fueron a la academia juntos. Pero todo esto es inusual”.

Bill no argumentó este hecho. Riley se inclinó hacia atrás en su asiento para examinar la situación. Parecía bastante obvio que Meredith estaba rompiendo algunas reglas del FBI para hacerle un favor a su amigo. Esto no era algo que Meredith solía hacer.

Pero Riley no le tenía menos estima por esto. En realidad admiraba su devoción a su amigo. Ella se preguntaba...

¿Rompería yo las reglas por alguien? ¿Por Bill, tal vez?

Había sido más que un compañero a lo largo de los años y mucho más que un amigo. Sin embargo, Riley no estaba segura. Y eso la hacía preguntarse qué tan cercana se sentía a sus compañeros de trabajo, incluyendo a Bill, hoy en día.

Pero ponerse a analizarlo en este momento no parecía tener sentido. Riley cerró los ojos y se durmió.

*

Aterrizaron en un día soleado de Phoenix.

Bill le dio un codazo mientras se estaban bajando del jet y dijo: “Guau, el clima está hermoso. Por lo menos este viaje también servirá como unas vacaciones”.

De alguna manera, Riley dudaba de que sería divertido. Tenía rato sin tomarse unas verdaderas vacaciones. Su último intento en Nueva York con April había sido truncado por los asesinatos y las locuras habituales que formaban una gran parte de su vida.

“Necesito tomarme un verdadero descanso un día de estos”, pensó.

Un agente local joven se encontró con ellos y los condujo a la oficina de campo del FBI de Phoenix, un edificio moderno llamativo. Mientras se estacionaba en la Oficina dijo: “¿No les parece genial el diseño? Incluso ganó un premio. ¿A qué se les parece?”.

Riley miró la fachada. Tenía rectángulos rectos y largos y ventanas verticales estrechas. Todo había sido cuidadosamente colocado y el patrón parecía familiar. Se detuvo y lo miró fijamente por un momento.

“¿Secuenciación del ADN?”, preguntó.

“Sí”, dijo el agente. “Pero puedo apostar a que no adivinan a qué se parece el laberinto de rocas desde arriba”.

Pero entraron al edificio antes de que Riley o Bill pudieran intentarlo. Riley vio el motivo del ADN repetido en las baldosas. El agente los llevó entre paredes y muros de separación horizontales hasta que llegaron a la oficina del agente especial encargado, Elgin Morley, y luego los dejó allí.

Riley y Bill se presentaron a Morley, un hombre pequeño y cincuentón que tenía un gran bigote negro y anteojos redondos. Otro hombre también los estaba esperando en la oficina. Era cuarentón, alto, flaco y un poco jorobado. Riley pensó que se veía cansado y deprimido.

“Agentes Paige y Jeffreys, conozcan al agente Garrett Holbrook”, dijo Morley. Su hermana fue la víctima que fue encontrada en el lago Nimbo”.

Todos los agentes se dieron la mano y luego se sentaron a hablar.

“Gracias por venir”, dijo Holbrook. “Todo esto ha sido bastante abrumador”.

“Háblanos de tu hermana”, dijo Riley.

“No tengo mucho que decir”, dijo Holbrook. “No puedo decir que la conocía muy bien. Era mi media hermana. Mi padre fue un mujeriego, dejó a mi mamá y tuvo hijos con tres mujeres diferentes. Nancy era quince años más joven que yo. No nos mantuvimos mucho en contacto a lo largo de los años”.

Miró fijamente al piso por un momento, sus dedos tocando el brazo de su silla distraídamente. “Lo último que supe de ella es que estaba trabajando en una oficina y tomando clases en un colegio comunitario”, dijo sin levantar la mirada. “Eso fue hace unos años. Me sorprendió descubrir en lo que se había convertido. No tenía ni idea”.

Luego se quedó en silencio. A Riley le pareció que se había guardado algo, pero se dijo a sí misma que tal vez realmente era todo lo que el hombre sabía. Después de todo, ¿qué podría decir Riley sobre su hermana mayor si alguien le preguntara? Ella y Wendy habían pasado tanto tiempo sin hablar que prácticamente ya no eran ni hermanas.

Aun así, percibía algo más que dolor en la actitud de Holbrook y eso le parecía extraño.

Morley sugirió que Riley y Bill fueran con él a Medicina Forense para poder echarle un vistazo al cadáver. Holbrook asintió y dijo que estaría en su oficina.

“Agente Morley, ¿qué razón existe para creer que estamos tratando con un asesino en serie?”, preguntó Bill cuando iban caminando por el pasillo.

Morley negó con la cabeza. “No creo que tengamos una”, dijo. “Pero cuando Garrett se enteró de la muerte de Nancy, se negó a no hacer nada. Es uno de nuestros mejores agentes, y he tratado de complacerlo. Trató de poner en marcha su propia investigación, pero no llegó a ningún lado. La verdad es que se ha portado bastante extraño, no parece él”.

Riley ciertamente había notado que Garrett parecía estar agitado. Tal vez un poco más agitado de lo que estaría un agente experimentado normalmente, incluso con la muerte de un familiar. Había dejado claro que no estaban ni cerca de resolver el caso.

Morley guio a Riley y a Bill al área de Medicina Forense del edificio, donde les presentó a la líder, la Dra. Rachel Fowler. La patóloga abrió la unidad refrigerada donde se encontraba el cadáver de Nancy Holbrook.

Riley hizo un gesto de dolor a la oleada familiar de descomposición, aunque el mal olor aún no se había intensificado tanto. Vio que la mujer había sido bajita y muy delgada.

“No había estado mucho tiempo en el agua”, dijo Fowler. “Su piel estaba comenzando a arrugarse cuando la encontraron”.

La Dra. Fowler señaló sus muñecas.

“Pueden ver quemaduras por el roce de cuerdas. Parece que estuvo atada durante su asesinato”.

Riley notó marcas en el recodo del cadáver.

“Parecen ser marcas de agujas”, dijo Riley.

“Sí. Estaba consumiendo heroína. Creo que estaba volviéndose adicta”.

Le pareció a Riley que la mujer había sido anoréxica, y eso parecía coherente con la teoría de adicción de Fowler.

“Esa clase de adicción parece fuera de lugar para una acompañante de categoría”, dijo Bill. “¿Cómo sabemos que eso es lo que era?”.

Fowler sacó una tarjeta de presentación laminada que estaba dentro de una bolsa plástica de evidencia. Tenía una foto provocativa de la mujer muerta. El nombre en la tarjeta era simplemente “Nanette” y el negocio se llamaba “Acompañantes Ishtar”.

“Encontramos esta tarjeta en su cuerpo”, explicó Fowler. “La policía se comunicó con Acompañantes Ishtar y descubrió su verdadero nombre, y eso conllevó a que fuera identificada como la media hermana del agente Holbrook”.

“¿Alguna idea de cómo fue asfixiada?”, preguntó Riley.

“Hay algunos moretones en su cuello”, dijo Fowler. “El asesino pudo haber colocado una bolsa de plástico sobre su cabeza”.

Riley observó las marcas de cerca. ¿Esto fue un juego sexual que salió mal, o un acto deliberado de asesinato? Aún no sabía la respuesta.

“¿Qué más encontraron con su cuerpo?”, preguntó Riley.

Fowler abrió una caja que contenía la ropa de la víctima. Había estado usando un vestido rosa escotado. Riley observó que no era muy respetable, pero era un atuendo un poco más recatado que la ropa típica de prostituta. Era el vestido de una mujer que quería verse tanto sexy como convenientemente vestida para ir a una discoteca.

Había una bolsa plástica llena de joyas encima del vestido.

“¿Puedo echarle un vistazo?”, le preguntó Riley a Fowler.

“Adelante”.

Riley sacó la bolsa y le echó un ojo al contenido. La mayor parte era bisutería bastante elegante — un collar y unos brazaletes de cuentas y unos aretes sencillos. Pero un artículo sobresalía sobre todos los demás. Era un anillo delgado de oro con un diamante. Lo levantó y se lo mostró a Bill.

“¿Es real?”, preguntó Bill.

“Sí”, respondió Fowler. “Oro auténtico y un diamante real”.

“El asesino ni siquiera lo robó”, comentó Bill. “Así que esto no fue por dinero”.

Riley se volvió para dirigirse a Morley. “Me gustaría ver el sitio donde fue encontrado el cuerpo”, dijo. “Ahora mismo que es de día”.

Morley se veía un poco desconcertado.

“Podemos llevarte en helicóptero”, dijo. “Pero no sé lo que esperas encontrar. Los policías y los agentes inspeccionaron todo el sitio”.

“Confía en ella”, dijo Bill a sabiendas. “Descubrirá algo”.

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Litres'teki yayın tarihi:
10 ekim 2019
Hacim:
271 s. 2 illüstrasyon
ISBN:
9781632919700
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