Kitabı oku: «Dirigir funerales centrados en el evangelio», sayfa 2
5. SÉ cordial sin olvidar que tu principal responsabilidad es presentar el evangelio de Jesucristo. Es verdad que las anécdotas acerca del difunto pueden ser apropiadas, sin embargo, deben compartirse sabiamente. En el caso del funeral de un creyente, la meta es que los asistentes se vayan pensando: “¡Qué gran Salvador tenía esa persona!” en lugar de que se vayan pensando en cuán inteligente o dotada era la persona. Las anécdotas pueden ser extraídas de tu propia relación con el difunto o pueden ser descubiertas a través de conversaciones que tengas con su familia o amigos. Ten cuidado y trata de evitar discutir asuntos privados o asuntos que puedan provocar vergüenza o infringir la confidencialidad del difunto. También debes tener cuidado de no utilizar historias con el fin de manipular a las personas, provocando en ellas una respuesta emocional en particular. Tu tarea es consolar, no manipular. Podría ser apropiado compartir una historia o ilustración humorística o ligera, pero hazlo sabiamente. Una vez asistí a un funeral en el que se contaba una historia tras otra acerca del difunto. Pero ninguna de esas historias tenía relación con Cristo. Ni siquiera el ministro habló de Cristo, sólo hizo una pequeña mención de Él en su oración. La mayoría de los servicios fúnebres se centran en compartir historias de los incidentes graciosos y las peculiaridades del difunto. Y cuando me voy de ese lugar me quedo pensando que, a pesar de que las historias fueron interesantes, no se ofreció ninguna clase de consuelo, y se desaprovechó la oportunidad de hablar acerca de la esperanza del evangelio de Cristo.
En contraste con esa experiencia, recuerdo que asistí a un funeral de una mujer mayor, que había sido educadora y entrenadora en su comunidad. Uno de los miembros de la familia contó cómo la mujer había llegado a la fe en Cristo después de que su hija adolescente le sugiriera leer el libro “Born Again” [Nacer de Nuevo] de Chuck Colson. Mientras que se contaban numerosas y fascinantes anécdotas acerca de esta alegre persona, la pieza central del funeral era un claro mensaje del evangelio dado por su yerno. La iglesia estaba repleta de gente de la comunidad, y ellos se fueron sin dudar que Jesucristo y el evangelio eran el centro de la vida de esta amada mujer.
6. EXPÓN las Escrituras. Muchos pastores tienen el hábito de ensamblar una serie de pasajes de las Escrituras para un servicio fúnebre. Pero ese método carece de contexto. Las Escrituras siempre deben ser entendidas en su contexto, y no deben ser manipuladas y convertidas en algo nuevo. Conocí a un ministro anciano que había memorizado gran parte de las Escrituras, y sus mensajes fúnebres consistían en citar decenas y decenas de versículos. Aunque creo firmemente en la primacía de la Palabra de Dios, también creo que es necesario tratar de ser sensibles a la manera en la que utilizamos un pasaje bíblico. Algunos predicadores, con las mejores intenciones, a veces llevan a los oyentes a malinterpretar el significado de un pasaje. Cuando era estudiante universitario, asistí a un funeral en el que escuché al ministro usar como su texto principal el pasaje de 1 Corintios 2:9: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman”. Y comenzó a hablar de cuán hermoso sería el cielo para el difunto. Pero si hubiera leído el siguiente versículo, habría visto que este texto no tiene nada que ver con el cielo, sino que habla de las provisiones presentes que tiene el creyente a través de Cristo en el evangelio.
En lugar de elegir una variedad de textos, selecciona un texto o dos y explícalos frente a la congregación, y aplícalos a sus vidas a la luz del evangelio. Hay varios textos funerarios “estándar” como el Salmo 23; Salmo 27; Salmo 46; Eclesiastés 3:1-11; Juan 11:1-44; Juan 14:1-7; 1 Corintios 15; 1 Tesalonicenses 4:13-18; y Apocalipsis 21-22. En realidad, casi cualquier pasaje de los Evangelios o cualquier pasaje que explique el evangelio de Cristo funcionará perfectamente. Una vez prediqué acerca de la justificación por fe, a partir de Romanos 3, porque así lo solicitó la familia de una persona. Ese sermón terminó siendo una clara explicación del evangelio y fue el medio para que se entablaran conversaciones del evangelio después del servicio. En otro funeral, me centré en la persona y la obra de Cristo a partir de Colosenses 1:15-20, y en esa ocasión, me dirigí a una audiencia que, en su mayoría, tenía una comprensión de la salvación basada en la ley y la justicia de las obras. Esa fue una oportunidad invaluable de explicarles claramente el evangelio a esas personas. En el funeral de mi padre, expuse Apocalipsis 5, haciendo exhortaciones evangélicas apropiadas a lo largo del sermón. Por otra parte, yo me sentí muy bendecido por una meditación acerca del descanso en Jesús, a partir de Mateo 11:28-30, en el funeral de mi nieta.
7. VISTE de manera apropiada. Aunque un traje negro no es necesario, un traje oscuro con una camisa blanca o azul y una corbata conservadora es a menudo apropiado. Las costumbres de tu comunidad pueden decir lo contrario, pero por lo general ésa es una manera apropiada de vestir en los funerales. Si eres nuevo en alguna comunidad, quizá será necesario que hables con el director de funerales y le preguntes cuál es la manera apropiada de vestir. Es la persona indicada para darte consejos al respecto. No olvides llevar un abrigo para los servicios de invierno que son al aire libre, especialmente en las partes del país que tienen clima frío. El día más frío de mi vida fue un día en el que tuve que dirigir un servicio funerario al aire libre y en el invierno. El entierro fue en la cima de una colina del cementerio, y todo el tiempo estuve temblando de frío, lo cual hizo que hablar fuera un tanto difícil. Poco tiempo después, ¡encontré un mejor abrigo!
8. INVESTIGA los detalles del servicio al aire libre. Si se trata de un servicio de entierro, el ministro por lo general debe esperar en la puerta trasera de la carroza fúnebre y debe llegar con la procesión. Él es el encargado de guiar a los portadores del féretro hasta el lugar de la tumba. Esto puede sonar como una advertencia extraña, pero ten cuidado cuando estés caminando cerca de la tumba. Yo me he dado cuenta de que la excavación de tumbas no es siempre como uno lo espera, y en ocasiones el ancho de la tumba podría representar un pequeño riesgo de caer adentro. Las personas que preparan las tumbas en ocasiones colocan tablas alrededor de la tumba para evitar accidentes, y cubren esas tablas con “césped de funeral” (una especie de césped artificial) y es posible que no sean perceptibles a la vista. En esos casos, es mejor caminar alrededor de las tablas o directamente sobre ellas, si el director o el encargado del cementerio así lo ordena. Aunque no me lo crean, ¡yo he visto a portadores de féretro caer sin querer dentro de las tumbas!
A veces será necesario que te coloques en la cabecera del ataúd para decir unas palabras frente a la tumba. Nunca empieces antes de que el director te haga una señal de que puedes hablar. Yo siempre mantengo la mirada en el director, porque él se encarga de asegurarse de que todas las personas de la procesión hayan llegado. Así que, una vez que el director lo autoriza, puedes comenzar con tus palabras. No esperes que se te ofrezca un atril o un soporte para poner tu biblia o tus notas. Normalmente eso no es algo que esté disponible en los cementerios. Yo te recomiendo que sujetes tus notas con un clip en tu Biblia, o que las pongas en una pequeña libreta o en una carpeta que puedas usar durante el funeral.
Después de terminar tus palabras y finalizar con una oración, posiblemente también tendrás que hablar con los familiares que estarán sentados junto a la tumba, utilizando una voz apacible. En esos casos puede ser apropiado dar algún comentario breve pero caluroso, un apretón de manos, o incluso un abrazo. Finalmente, después de que hables con los familiares, el director concluirá el servicio de entierro y dará algunas instrucciones a los presentes.
9. OFRÉCELE tus servicios a la funeraria cuando no tengan un ministro para servirle a las familias enlutadas. Los ministros tienen bastantes oportunidades para compartir el evangelio en ocasiones como esas. Eso te permitirá conocer frecuentemente a muchas personas que necesitan ver al cristianismo en acción y escuchar las buenas nuevas de Dios para los pecadores. En esos casos tal vez se apropiado invitar a los miembros de tu congregación para ayudarte a servirles a estas familias necesitadas.
Lo que no se debe hacer
1. NO trates de hacer el trabajo del director de funerales. Recuerda que ellos son profesionales. Más bien, consúltalos para conocer la logística de dónde tienes que estar antes del servicio, dónde tienes que sentarte, cómo terminar el servicio y cómo devolverle las riendas al director. Evita decirle al director cómo tiene que hacer su trabajo.
2. NO desperdicies una oportunidad de aconsejar con el evangelio de Cristo. Los funerales son una ocasión para aplicar lo que le predicas y lo que le enseñas a tu congregación. A menudo, te darás cuenta de que los pasajes que has predicado recientemente serán útiles en tu ministerio, ya que te permitirán llevar la atención de los asistentes del funeral hacia la aplicación de verdades particulares de los pasajes bíblicos que ya habías predicado.
3. NO llegues tarde a un funeral. Llega temprano para pasar tiempo con la familia y los invitados. Infórmale al encargado del estacionamiento (si hay alguno disponible) que eres la persona que va a ministrar en el funeral. Posiblemente te pedirá que te estaciones en un lugar especial para que puedas ir a la cabeza del cortejo fúnebre. El director de funerales por lo general estará esperando tu llegada y te dará una “tarjeta del ministro” (o “tarjeta de obituario” como en ocasiones le llaman) en la que te proporcionará información básica acerca del difunto: fecha de nacimiento, ciudad natal, familia, etc. Posiblemente te será útil esa información al momento del servicio, incluso si sólo la utilizas como una guía para orar por los familiares mencionando sus nombres. Una vez que llegues al lugar, preséntate con el director, pregunta por la logística con respecto a la familia y con respecto al cortejo fúnebre, y entrégale una orden de servicio fúnebre, en la que se especifique principalmente cual es la manera en la que vas a concluir y regresarle el control al director. Investiga los detalles del servicio al aire libre y del entierro. Es posible que te inviten a viajar en el auto del director. Yo siempre prefiero que así sea. Pues de esa manera puedo conocer mejor al director, y además eso es garantía de que voy a llegar al lugar correcto. Para ser honesto, cada vez que me piden que sea el auto guía, me da temor conducir a toda la procesión hacia un lugar incorrecto dentro del cementerio, por esa razón creo que es mejor ir con el director, si es que me dan la oportunidad.
4. NO desatiendas la comunicación con los involucrados en el servicio fúnebre. Si hay otros miembros de tu congregación participando en algún aspecto del servicio, asegúrate de que todos están en sintonía. Yo tuve una experiencia desafortunada en una iglesia en la que antes servía, cuando una mujer que cantaba de manera asombrosa fue invitada a cantar en el funeral del familiar de otro miembro de la iglesia. El servicio se llevó a cabo en una zona rural que se encontraba a unos treinta o cuarenta minutos de nuestra iglesia, y no era fácil de encontrar. Esta mujer era conocida por llegar tarde, y como era de esperar, cuando llegó el momento de reunirnos en la iglesia para comenzar el servicio, la cantante no estaba por ninguna parte. Así que el director fue muy generoso al retrasar el inicio del funeral, con la esperanza de que la mujer llegara pronto. Después de un incómodo retraso, bajo el sol de la tarde, la mujer seguía sin llegar. Así que comenzamos el servicio, y después de diez minutos la mujer se acercó tímidamente hacia un asiento de la parte de enfrente. En lo que considero uno de los funerales más incómodos en los que he estado, terminé el servicio, caminé frente al ataúd, y comencé a ir hacia el cementerio adyacente. No había avanzado mucho, cuando la viuda del difunto dijo de forma inesperada: “Deja que cante la chica”. El director me miró, me hizo un gesto con los ojos para que volviera, y movieron el ataúd una vez más al frente de la pequeña iglesia, para que “la chica” pudiera cantar. De haber tenido un pequeño margen de tiempo y una mejor comunicación de mi parte, habríamos aliviado la tensión de ese momento.
5. NO prediques durante mucho tiempo en un servicio fúnebre. Por lo regular, los domingos por la mañana predico sermones de entre cuarenta y cinco y cincuenta minutos. En los funerales, solamente hablo durante diez o veinte minutos. Ha habido algunas raras excepciones, pero sólo cuando la familia así lo solicita. ¿Por qué razón me aseguro de que mis mensajes sean cortos? Porque es muy difícil para la gente mantener la atención por mucho tiempo durante un funeral. La brevedad también muestra consideración por aquellos que se han tomado tiempo libre del trabajo para asistir al servicio y que necesitan regresar después de que éste termine. Un servicio fúnebre normalmente no debería durar más de treinta o cuarenta minutos. Incluso aunque el servicio sea breve se puede lograr mucho bien para la extensión del reino de Dios. Por supuesto, también hay excepciones. Pues he estado en funerales que han durado más de una hora y aún así han sido muy apropiados. Pero también he asistido a sermones que han durado mucho tiempo y han sido dirigidos de manera inapropiada, causando el agotamiento de los asistentes. Los familiares pueden estar emocionalmente exhaustos, así que, tu objetivo es ofrecerles consuelo, no añadirles cansancio.
6. NO hagas más de lo que te piden que hagas. En ocasiones las personas invitan a más de un ministro para desempeñar diferentes roles dentro del servicio. Uno puede ser invitado para leer las Escrituras, otro para presentar la elegía, y otro para dar el sermón. Así que, haz únicamente lo que te pidan hacer. Suponer que tienes libertad para hacer más de lo que la familia desea es algo que traiciona la confianza que han puesto en ti. Una vez me pidieron que leyera un texto bíblico en un funeral, sin hacer ningún comentario con respecto al texto. Temía que el otro ministro no predicara el evangelio, así que, ¡verdaderamente quería decir más! Pero, aunque mi temor se hizo realidad, refrené mi impulso de hablar. Así que, decidí confiar en el poder de Dios, y oré para que el Espíritu favoreciera poderosamente la lectura de las Sagradas Escrituras. Y por respeto a la familia, no me atreví a tomar ventaja del tiempo y la plataforma, abusando de la oportunidad que me habían ofrecido.
Recolectar Información
Sentarse con una familia justo después de que uno de sus seres queridos muere nos provee una oportunidad perfecta para entender su afecto (o, en algunos casos, su falta de afecto) por el difunto. Puedes invitarlos a que te cuenten historias y recuerden las pequeñas cosas que el difunto hizo por ellos o con ellos. Compartir este tipo de historias te dará una perspectiva única con respecto al difunto, porque comenzarás a verlo tal como la familia lo veía. He encontrado apropiado, especialmente después del primer impacto de la muerte del ser querido, hacer preguntas que permitan a la familia abrirse y hablar. Ciertamente es apropiado tomar notas en presencia de la familia, a medida que te preparas para el servicio. Lo que menos quieres es distorsionar una historia que ellos te cuenten, así que presta atención a los detalles, y haz preguntas para aclarar cualquier cosa que no entiendas.
Trabajar en Conjunto con la Funeraria
No estás solo en el cuidado de las familias que sufren la muerte de un ser querido. Las funerarias locales también están involucradas en el proceso, aunque desde una perspectiva diferente. Mi padre fue director de funerales durante mi niñez y mi adolescencia, y tuve la oportunidad de ver cómo cuidaba de las personas. Yo pude observar en él una preocupación por las familias que tenían que atravesar por el dolor de la muerte y por el subsecuente proceso de duelo. Aunque mi padre rara vez nos hablaba de eso, su cuidado por las personas era evidente a través de sus acciones y a través de su ternura para con ellos, pues él iba más allá de lo que se hace en un “servicio fúnebre normal” al momento de ayudar a las personas enlutadas.
Ciertamente mi padre no era el único que se preocupaba de esa manera. A través de los años he conocido directores y miembros del personal de las funerarias que sirven compasivamente a aquellos que sufren la pérdida de un familiar. Para algunos es sólo un trabajo más, pero honestamente, es difícil trabajar en un ambiente en el que uno se enfrenta regularmente a la muerte y al dolor, a menos que haya una cierta medida de preocupación por los afligidos. Como ministro evangélico, te animo a buscar miembros del personal de la funeraria que se unan a ti para ofrecer un cuidado genuino a las personas.
Conocer al Director de Funerales
En la pequeña localidad en la que viví durante mis primeros años había dos funerarias y dos directores de funerales, con unos cuantos empleados entre ellos. Los ministros locales no tenían mucha dificultad para conocer los nombres de los directores ni para tener una buena relación con ellos. Eso sigue siendo una realidad en las comunidades pequeñas. Pero debido a que ahora la mayoría de la gente vive en grandes zonas urbanas, es más difícil conocer personalmente a los directores de las funerarias. En algunos casos las funerarias les pertenecen a grandes compañías, y no a una familia local. Muchas funerarias dirigen varios funerales cada día, en lugar de cuatro o cinco a la semana, como es común en las comunidades pequeñas. Lógicamente, el director tiene menos tiempo libre para charlar con los ministros locales, por lo que un ministro puede tener que tomar la iniciativa y presentarse a los directores en las funerarias locales. Aquí te presento unas cuantas sugerencias para cuando visites a un director:
1. Haz una cita con el director de funerales de tu localidad, para visitarlo de entre cinco a diez minutos.
2. Déjale una tarjeta de presentación que contenga información acerca de ti y de tu iglesia.
3. Pregúntale acerca de las políticas de la funeraria con respecto a las reuniones con las familias, los servicios fúnebres, y los funerales para aquellos que no tienen seguro de gastos funerarios.
4. Solicita una visita rápida a las instalaciones para que te familiarices con los servicios disponibles para los miembros de tu congregación.
5. Registra el nombre del director, el número de teléfono y cualquier detalle que pueda ayudarte a estar informado para aconsejar a las personas que sufran la pérdida de un ser querido.
Entender la Logística
¿Cuál es el rol del director de funerales? Ya hemos pasado un tiempo considerando el rol del ministro en lo que respecta a la muerte de una persona, pero no hemos hablado mucho acerca de otro miembro del equipo que también se encarga del cuidado de la familia afligida, es decir, el director de funerales. Ellos también tienen que realizar un trabajo importante, y, como lo mencioné anteriormente, es de vital importancia que el ministro no intente inmiscuirse en los dominios del director de funerales. Recuerdo que mi padre comentaba, con mucho disgusto, acerca de dos pastores de nuestro condado que siempre intentaban hacerse cargo de su trabajo. Mi padre era un hombre experimentado y profesional en su trabajo, y era muy respetado por sus compañeros. Los pastores en cuestión no tenían experiencia con funerales, pero les gustaba estar a cargo (incluso los pastores no están exentos del orgullo). Todavía recuerdo a mi padre expresando su temor cada vez que tenía que hacer equipo con estos dos pastores para organizar funerales. Ellos le dieron un pobre testimonio a mi padre y los otros empleados. Estos pastores debieron haber entendido qué era lo que estaba a cargo del director de funerales en lo que respecta al servicio de la familia afectada. Para ayudarte a evitar caer en los mismos errores, vamos a considerar algunos componentes esenciales de la descripción de puesto del director de una funeraria.
Proporcionar un cuidado respetuoso al familiar fallecido. El director de funerales es el último en darle un cuidado físico a los restos del difunto. Cuando trabajaba con mi padre conocí la ternura y el respeto que demostraba para con el cuerpo sin vida. Aunque no había nadie alrededor de él para ver cómo hacía su trabajo, las familias enlutadas tenían la confianza de que el “Sr. Joe” trataría a su ser querido con el más grande respeto.
Proporcionar un servicio a corto plazo para la familia. Mientras que el pastor está involucrado a largo plazo, la funeraria sólo está involucrada durante unos cuantos días en las vidas de las familias enlutadas. La mayoría de los directores hacen el esfuerzo por aprovechar ese corto periodo de tiempo para proporcionar el mejor cuidado posible. ¿Qué servicios suele ofrecer una funeraria?
transporte del cuerpo del difunto para su embalsamamiento y preparación
ayuda a la familia con los preparativos del servicio
proporcionar opciones de ataúdes, criptas y ropa para los fallecidos
hacer que el rostro del difunto luzca de la manera más natural posible
recolectar y acomodar los arreglos florales
notificar del fallecimiento en el periódico local
transportar el cuerpo del difunto y los arreglos florales al lugar donde será el servicio de entierro
arreglar los detalles de la tumba
asegurarse de que la tumba esté lista cuando la familia llegue
emitir un certificado de defunción
Mi padre siempre me recordaba que él no podía darse el lujo de cometer errores, debido a que él sólo podía tratar con las personas durante un corto periodo de tiempo. Cualquier error que cometiera sería recordado por mucho tiempo y tendría un impacto negativo en él y en su trabajo.
Atender los deseos de la familia. Normalmente el director de la funeraria se reúne con la familia dentro de las primeras 24 horas después de la muerte de su ser querido. Reúne la información necesaria para propósitos legales, para el ministro, y para asegurar que todos los deseos de la familia sean respetados. Ocasionalmente, el pastor puede tener la necesidad de acompañar a la familia en ese momento, aunque en la mayoría de los casos, esa visita debe dejarse en manos del director. El director preguntará el nombre completo del difunto, el lugar y la fecha de nacimiento, el lugar de residencia, el lugar de fallecimiento, los nombres de los miembros de la familia, el lugar de empleo, la pertenencia a una iglesia, otras organizaciones o participaciones importantes, los nombres de los portadores del féretro, la ubicación del servicio fúnebre, el nombre de la persona que lo llevará a cabo, el nombre de la persona responsable de la música y la ubicación del cementerio para el entierro. Me he dado cuenta, especialmente con las familias más jóvenes que experimentan una muerte, que es útil darles una pista de lo que sucederá en la visita con el director. En ese momento, él también ofrecerá varias opciones de ataúdes, criptas y ropa de entierro. En varias ocasiones, me he sentado con una familia alrededor de una mesa, ayudándoles a reunir la información necesaria para su reunión con el director.
Cumplir las leyes del estado. Cada jurisdicción legal tiene leyes que regulan el entierro o la cremación de un difunto. El director de la funeraria estará familiarizado con las leyes actuales y será responsable de cumplirlas.

La atención a los detalles ayuda al ministro a servir a las familias en duelo, así como a dar un buen testimonio en la comunidad. Como la mayoría de los fallecidos son enterrados de tres a cinco días después de la muerte, el ministro tendrá que estar bien organizado y preparado para actuar en lo que aparentemente es un apresurado periodo de tiempo. Pensar de antemano en lo que la familia enfrentará en el breve período de tiempo entre la muerte y el entierro le permitirá al ministro centrarse en las formas de aplicar el evangelio a las familias que luchan con su pérdida.
Te sugiero que revises periódicamente este capítulo (y los que siguen) hasta que tu comprensión de cómo preparar un servicio fúnebre se convierta en una parte natural de tu ministerio a la iglesia.
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