Kitabı oku: «Sin cadenas», sayfa 2
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
01. Haz un pacto con tus amigos: De ahora en adelante vigílense unos a otros para detectar e interrumpir las críticas que hacen a los demás. Quizá se sorprendan de cuan acostumbrados están a molestar a sus compañeros y de lo poco constructivas que suelen ser sus conversaciones.
02. Menciona algunos de los ataques verbales que has recibido y describe cómo te han afectado.
03. Escribe una lista de las críticas y difamaciones que quizá recibirás en el futuro. Analízala y acepta que triunfarás y lograrás tus metas a pesar de esa lista.

4 OBSERVA EL RADAR DE LAS EMOCIONES
El señor Meneses parecía un loco recién escapado del manicomio.
— ¿Dónde andabas, papá? ¿Ya te sientes mejor?
—Sí. Estoy bien. Les tengo una noticia: ¡Vamos a irnos de aquí! Renuncié a mi trabajo.
—¿Re... renunciaste? ¿Y... y de qué vamos a... a vivir?
—Me dieron dinero. Con eso iremos a otra ciudad donde nadie nos conozca. Si tenemos suerte, mañana cruzaremos la frontera.
—No... no... pode... podemos irnos, te... tenemos muebles. Además a... a mamá le gustaba esta casa.
—¡Su madre se fue para siempre! ¡Los muebles son viejos! ¡Esta casa apesta! ¡Debemos once meses de renta y el dueño me ha amenazado! Preparen sus cosas... Nos iremos de inmediato.
Puso en el suelo un costal mugriento que había traído y dio por terminada la discusión.
Owin y Beky tardaron varios minutos en reaccionar. ¿Qué le pasaba a su padre?
—Vamos —dijo la muchacha resignada.
Con movimientos reacios, metieron ropa y algunos libros en una maleta vieja. Aunque tenían pocas pertenencias la valija se llenó.
—¡Esto pesa mucho! —los regaño su papá cuando pasó junto a ellos dirigiéndose al sanitario—, ¡con tantas porquerías no podemos cruzar la frontera! Saquen todo y vuelvan a empacar. ¡Sólo lo indispensable!
Owin se puso de pie y se asomó a la cama de su padre con la intención de ver cómo estaba empacando él. En una mochila había acomodado ropa y otras cosas provenientes del costal que trajo.
—¿Qué... qué es... esto? —cuestionó.
Beky se acercó, abrió mucho los ojos y sintió miedo.
—¡Herramientas electrónicas! ¡Tienen el sello de la empresa de mi papá!
El señor Meneses salió del baño y sorprendió a los chicos inspeccionando su valija.
—¡No toquen nada! —gritó—. ¡Dedíquense a lo suyo!
Owin se apartó presuroso, pero Beky se quedó quieta en actitud de reto. Por lo que a ella tocaba, no aceptaría formar parte de un circo de pulgas nunca más. Ni aún en su propia casa.
—Tienes que explicarnos qué es esto, papá —exigió la joven—, ¿lo robaste?
El hombre se mostró ofendido.
—¡No te interesa!
—Sí me interesa. ¡Lo que tú hagas nos afecta a nosotros!
Waldo Meneses apretó los puños y caminó por la estancia furioso.
—De acuerdo. Está bien. Mis jefes son unos pillos, unos explotadores, me hubieran mandado a la calle sin un centavo, así que ayer me quedé en la empresa de noche, entré al almacén y cobré mi liquidación yo mismo.
Los muchachos se quedaron inmóviles como estatuas. ¿Su padre era un ladrón?
Owin murmuró:
—E... entonces es me... mentira que... que te dieron dinero.
—Bueno, vendí algunas herramientas. Con eso compré los boletos del autobús para irnos de aquí.
—¡Vendiste herramientas robadas! —dijo Beky—. Y nos vamos porque estamos huyendo.
—Eso suena muy exagerado. Nadie nos persigue. Es difícil que hayan notado el faltante tan pronto.
—¡Pero tarde o temprano lo notarán, papá!
—Y ya no estaremos aquí. ¡Así que apúrense!
Media hora después, la pequeña familia salía de la casa llevando dos mochilas deterioradas con lo más esencial. Se dirigieron a la estación de transporte público y, poco después, viajaban hacia la frontera en un autobús de segunda clase.
Owin miraba por la ventana sin decir palabra. No entendía cómo es que su vida estaba dando un giro tan terrible. Recordó los malos pronósticos de la maestra y se le hizo un vacío en el estómago. Había relámpagos que amenazaban tempestad. Estaban dejando la casa donde vivieron siempre, abandonando su alberca del deportivo municipal, renunciando a los recuerdos de una existencia feliz al lado de su madre, y obedeciendo a un padre que no había demostrado mucha inteligencia últimamente.
—Tengo ganas de llorar —dijo Beky
—Yo... yo también —contestó su hermano.
Emociones de temor, tristeza y coraje habían confluido en el corazón de ambos. La tarde empezaba a extinguirse y los últimos rayos diagonales de un sol que se había ocultado ya, avivaban el ambiente con luz ambarina. En pocos minutos sobrevino la oscuridad de la noche. Fue un viaje largo y tortuoso. El autobús hizo algunas paradas para cargar combustible y dejar que los pasajeros estiraran las piernas.
Amaneció y volvió a atardecer. Cuando llevaban treinta y seis horas de viaje, la chica sacó el cuaderno de apuntes personales de su madre y lo abrió. Owin se acercó. Beky tomó la iniciativa de nuevo y leyó en voz alta. El cuaderno decía:
RADAR DE LAS EMOCIONES
En los cursos he aprendido que vivir es como conducir un automóvil. Debo manejar con habilidad y atención, sin pisar el acelerador a fondo en momentos de oscuridad y tormenta, porque puedo sufrir un accidente fatal.
Los hermanos dejaron de leer unos segundos y se miraron,
—¿Di... dice “en momentos de oscuridad y tormenta”? —preguntó Owin.
—Sí.
Voltearon a ver a su padre. Tenía los ojos cerrados y trataba de dormir. Se movía. Apretaba los párpados y murmuraba boberías. Su cuerpo parecía exhausto, pero su conciencia no lo dejaba relajarse.
—Si... sigue leyendo, hermana.
En momentos difíciles, necesito frenar un poco para esquivar los obstáculos.
Las emociones se reflejan en un radar, me hacen bajar la velocidad y analizar el camino. Por eso, las emociones son buenas. Aún las que parecen malas.
El miedo me permite detectar el peligro y huir de él. Es el más útil mecanismo de defensa. Cuando sentimos miedo, frenamos, calculamos el paso más seguro y volvemos a acelerar, esquivando los riesgos innecesarios.
La culpa también puede ser buena; me lleva a reconocer mis errores y a cambiar de dirección para no equivocarme de nuevo.
La sensación de ignorancia me induce a estudiar y a crecer.
El orgullo me lleva a amarme a mí misma y a defender mis derechos.
La ira me hace rebelarme contra las cosas que están mal y luchar por el bien.
Las emociones son útiles. No trataré de reprimirlas. Lloraré si estoy triste, reiré si estoy alegre, callaré si estoy nostálgica, me desahogaré si estoy enfadada. No hay nada peor que una persona insensible, con mente de robot, sangre de aceite y corazón de piedra.
Los pensamientos deben pulirse, los sentimientos, sentirse. Son señales de frenado y reacción. Pueden salvarme la vida.
De igual manera, debo evitar detenerme por completo a causa de las emociones. El que se paraliza deja de progresar, madurar, disfrutar la vida, y comienza a enloquecer, pues queda atrapado y las emociones (que eran útiles), se convierten en cadenas de prisión.
A partir de hoy manejaré mi automóvil con agilidad y esmero, en un movimiento continuo hacia delante, poniendo mucha atención al radar de emociones para atravesar con éxito las tormentas del camino.
Comenzaba la segunda noche que pasarían en el autobús y casi había oscurecido por completo. Owin y Beky guardaron silencio, pero en su mente se repetían las frases que acababan de leer e imaginaban que era su madre misma quien las decía.
El viaje a la frontera duraría doce horas más.
Cuando el sol salió los rayos de luz atravesaron con dificultad las densas nubes que habían tapizado el firmamento. Estaba lloviendo. La ciudad a la que se dirigían, además de frontera era costa, y un fuerte ciclón tomaba forma en el océano.
Los limpiadores del autobús se movían de un lado a otro para despejar el parabrisas. Con un clima así, se antojaba quedarse en casa recostado frente al televisor comiendo galletas con leche...
Beky se dirigió a su padre por primera vez en el viaje y le preguntó con voz suave:
—¿Por qué estamos haciendo esto?
El hombre se giró para verla con expresión de recóndita desolación.
—Porque soy un idiota... —respondió.
—¡Papá! ¡Regresemos! Devuelve lo que tomaste...
—No puedo. Además de robar, hice otras tonterías. Les falté al respeto a mis jefes. Grité cuando debí permanecer callado y callé cuando tuve que hablar. Discutí tontamente y me hice de muchos enemigos; ahora sólo me resta desaparecer del mapa.
Los jóvenes movieron la cabeza en señal de desacuerdo y no objetaron más.
Cerca de las diez de la mañana, después de dos días y dos noches de camino, el autobús arribó a su destino. La estación fronteriza estaba lodosa y con baches llenos de agua.
Cuando el enorme vehículo terminó de estacionarse siseando por los frenos de aire, ocurrió algo que sustrajo el aliento a los muchachos: El señor Meneses dio un fuerte golpe en la codera de su asiento al mirar por la ventana. Un grupo de policías armados esperaban en el cobertizo la llegada del autobús.
CONTROL EMOCIONAL: OBSERVA TU “RADAR DE EMOCIONES”
REPASO DE CONCEPTOS
01. Todos vivimos como regidos por un radar que detecta nuestras emociones y nos indica si debemos acelerar o frenar.
02. Las emociones positivas, como la alegría, el entusiasmo y la euforia, nos inducen a acelerar. Las emociones negativas, como el miedo, la vergüenza o la tristeza, nos impulsan a frenar.
03. Debemos observar el radar de emociones porque puede salvarnos la vida. Por otro lado, no podemos detenernos por completo motivados por las emociones pues comenzaríamos a enloquecer.
04. Tú eres un campeón. Los campeones avanzan decididos, disminuyen su velocidad cuando perciben una emoción de frenado, y ponen mucha atención para atravesar con éxito las tormentas del camino.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
01. Haz una lista de quince emociones distintas, ¿son emociones de frenado o aceleración? Clasifícalas.
02. Las cosas que van sucediendo durante el día te producen emociones. Menciona una que hayas sentido en los últimos días y explica qué mensaje había en ella.
03. ¿Alguna vez te has sentido mal, sin saber por qué? ¿Descubriste la razón? Relátalo. ¿Qué debemos hacer cuando nos sentimos irritados o tristes sin saber por qué?
04. Haz un análisis de tu vida y escribe las tres emociones que te han acompañado con mayor frecuencia. ¿Qué significan?

5 ¿PASIVO, AGRESIVO O ASERTIVO?
Los pasajeros comenzaron a bajar.
El señor Meneses se acercó a sus hijos y dijo:
—Tengo que confesarles algo. La otra noche, en la empresa... —echó un furtivo vistazo alrededor—, abrí la oficina del gerente y robé el dinero de la caja chica...
Sacó de su bolsa un pequeño fajo de billetes; no eran muchos, pero suficientes para fugarse del país. Owin y Beky escuchaban aterrados.
—Esos policías... —continuó Waldo Meneses—, tal vez me busquen a mí. Tendremos que separarnos —quitó la liga de los billetes y le dio a los niños la mitad—.Yo puedo escapar si estoy solo. Juntos nos atraparían. Bajen y caminen disimuladamente. Vayan a la plaza central del pueblo, frente a la catedral. Ahí los veré.
—No... no papá —dijo Owin.
—Tengo miedo —comentó Beky.
Al mencionar la palabra miedo, ambos recordaron los apuntes y se dieron cuenta que era una emoción de frenado. ¡Había que detener a su padre en esa loca idea y corregir el rumbo!, pero ¿cuál era el correcto?
—Las cosas empeorarán —lo aseguró Beky—, es mejor entregar todo y pedir perdón.
—¡No digas tonterías! Si hago eso me meterán a la cárcel.
—¡Pero papá, de todas formas...!
—¡Cállate!
El señor Meneses temblaba, y por la cara le corrían chorros de sudor.
—Déjenme. Váyanse ya. ¡Pronto!
Los muchachos se repartieron el dinero y lo escondieron en el interior de sus zapatos. Tomaron, como único equipaje, la libreta de su madre. Se pusieron de pie y caminaron hacia la salida del autobús. Frente a ellos, una señora obesa intentaba pasar por la puerta con cuatro bolsas de plantas y comida. Varios hombres trataban de ayudarla desde abajo.
—Si nos da los paquetes, podrá salir mejor.
—No hace falta. ¡Yo puedo hacerlo!
Verla en su terca obstinación de cruzar con semejante cargamento por un espacio en el que a duras penas cabía ella sola, era digno de asombro e hilaridad. Cuando al fin pudo dar el último paso, una de sus bolsas de plástico reventó, ella tropezó y un ramillete de verduras se regó por el suelo.
Mientras policías y mirones ayudaban a la voluminosa mujer a levantarse, los niños aprovecharon para bajar con cautela del autobús y caminar hacia la estación. Se ocultaron detrás de un enorme pilar y observaron a lo lejos. La señora gorda se había incorporado y trataba de atar sus verduras con el plástico de la bolsa rota. Los pasajeros estaban recogiendo sus respectivas maletas.
Owin y Beky guardaron el aliento y se quedaron quietos. Frente a ellos, en el pilar, había un póster publicitario en el que se invitaba a todos los transeúntes a participar en una convención internacional de comunicación eficaz.
Owin lo observó y dijo a su hermana:
—E… esas clases so… son como las que to… tomaba mamá.
—Owin, no te distraigas. Concéntrate.
Owin siguió mirando el póster como tratando de evadir su nerviosismo. La publicidad impresa decía:
¿ ¿Cómo se comporta usted cuando tiene problemas?
¿PASIVAMENTE?: Callado, inhibido, manipulado por otros, enojado en secreto y lleno de rencor.
¿AGRESIVAMENTE?: Autoritario, violento, decidido a todo, malhablado, dispuesto a pelear.
¿ASERTIVAMENTE?: En el punto medio entre la pasividad y la agresividad. Hablando con franqueza sin ofender, siendo sincero sin irritar, defendiendo su dignidad, sin manipular.
¡ La asertividad es una destreza que se desarrolla con la práctica. Acude a nuestro seminario.
Owin quiso despegar el cartel publicitario, pero estaba adherido con un fuerte pegamento.
—¡Deja eso, hermano. Mira para allá.
Los pasajeros recién llegados en el autobús se habían retirado llevándose sus maletas. En el enorme compartimiento sólo quedaban dos mochilas viejas. Las de su padre.
El policía que parecía al mando se asomó al interior del autobús sorprendido porque no bajaba nadie más. Ordenó a sus subalternos primero que revisaran la etiqueta de las maletas olvidadas, y después que las abrieran. De inmediato hallaron los aparatos robados. Entonces comenzaron a actuar con rapidez. Dos de los agentes subieron al autobús.
Owin y Beky estaban aterrados.
Con toda seguridad, hallarían a su padre escondido entre los asientos. Quizá trataría de huir y sería acribillado a balazos por los policías.
—¡No, Dios mío! —murmuró el muchacho—. Haz que mi padre actúe tranquilamente...
Uno de los oficiales bajó del autobús y gritó con fuerza:
—Aquí adentro no hay nadie. O el señor Meneses no venía en el camión o escapó sin que lo viéramos.
—¡Búsquenlo por los alrededores!
Owin murmuró:
—¡Vámonos de aquí! —murmuró Beky.
Echaron a correr tan de repente que el movimiento fue notorio para los policías que miraban alrededor.
—¿Vieron esos niños? —preguntó el comandante, y acto seguido ordenó—: ¡Vayan tras ellos!
La estación de autobuses estaba colmada de transeúntes. Como en un videojuego, Owin esquivó, obstáculos, pilares, sillas y gente que iba y venía. Beky no tuvo la misma habilidad. Cometió el error de los corredores novatos: miró hacia atrás. Al hacerlo se topó con un viajero y rebotó cayendo al suelo. Se levantó, pero volvió a girar la cabeza y se tropezó de nuevo. Los policías la alcanzaron.
—¿A dónde vas con tanta prisa, niña? —la detuvieron para llevarla de vuelta con el comandante.
Owin llegó a la calle, jadeando, y se agazapó de espaldas a la pared del edificio esperando a Beky. ¿Dónde estaba? Quizá en el intento de esconderse había tomado un camino distinto. Regresó sobre sus pasos con mucho sigilo. Recorrió despacio la enorme y concurrida sala general de la estación. Miró de un lado a otro. Fue inútil. Salió de nuevo y cruzó al otro lado de la calle. De frente al edificio, echó un amplio vistazo a la acera. Su hermana no estaba. De pronto, sintió una mano como de hierro que le apretaba el cuello.
—¿Buscas a alguien? —le preguntó un policía.
—N... no... —contestó—, e... estoy esperando que.. que llegue mi... mi tío... en un autobús.
—¿De veras? ¿Entonces no te importa que castiguemos a una niña que acabamos de capturar?
—¿Be... Be... Beky?
—Sí, Beky.
El agente atravesó la calle llevando al chico de regreso sin aflojar la presión que ejercía sobre su cuello.
PODER DE COMUNICACIÓN: REACCIONA ASERTIVAMENTE
REPASO DE CONCEPTOS
01. Existen tres formas de reaccionar ante los problemas: Pasiva, agresiva o asertiva.
02. La pasividad es producto de la inseguridad: Si alguien se encuentra en un país ajeno y no domina el idioma, será pasivo en las discusiones. Lo mismo le ocurrirá a quien tema, y le afecte demasiado, cometer errores. El pasivo se comporta callado, inhibido, manipulado por otros y, en ocasiones, enojado en secreto.
03. La agresividad también proviene de la inseguridad, pero se manifiesta de forma opuesta: con autoritarismo, violencia y malas palabras.
04. Cuando alguien se siente seguro de sí mismo, deja de ser pasivo o agresivo y se comporta en el punto medio: Hablando con franqueza sin ofender; siendo sincero sin irritar; defendiendo su dignidad, sin manipular. Esto se llama ser asertivo. Es una muestra de madurez.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
01. Cuando te sientes inseguro ¿cómo sueles comportarte? ¿Pasiva o agresivamente? ¿Qué consecuencias te ha traído portarte así?
02. Describe a dos personas que conozcas bien, una pasiva y otra agresiva. ¿Qué piensas de ellas, en general?
03. Describe a una persona asertiva. ¿Conoces a alguien así?
04. La asertividad se desarrolla con tres factores ¿cuáles son?
05. A partir de ahora, trata de no ser agresivo ni pasivo. Concéntrate en fortalecer los tres factores que te harán asertivo.

6 EL JUEGO DE LA MANIPULACIÓN
Frente al autobús, cuatro policías uniformados y tres vestidos de civil habían vaciado las mochilas sobre el piso mojado. La ropa de los mellizos estaba siendo esculcada. Los aparatos electrónicos habían sido separados y resguardados sobre una manta seca. Beky, afianzada por un oficial, miraba la escena.
—Ya encontramos a tu hermanito.
El que parecía de mayor rango caminó hacia un cubículo y ordenó:
—¡Traigan a los muchachos!
Owin y Beky fueron conducidos a la oficina. En realidad se trataba sólo de una bodega para utensilios de aseo. En el
interior había escobas, cubetas, jabones y dos sillas apretujadas. Los vidrios pintados daban al pequeño recinto la apariencia de un sanitario público sin inodoro.
—No escaparán, ¿verdad amigos?
Movieron la cabeza.
—¡Suéltenlos! —los subalternos obedecieron. Owin se sobó el cuello; Beky la muñeca—. Tomen asiento. Soy Hermenegildo López, jefe de investigaciones fronterizas. Su padre fue reportado por la policía federal como el presunto responsable de haber provocado un incendio en su empresa. Según tenemos entendido, el señor Waldo Meneses entró a las oficinas y vació combustible. Después salió y les prendió fuego. Por fortuna, los bomberos llegaron a tiempo y pudieron evitar una tragedia mayúscula, pero varias habitaciones con archivos importantes se quemaron.
Los chicos tenían la boca seca. ¿Entonces no buscaban a su padre sólo por el robo de herramientas y dinero sino también por haber tratado de quemar su compañía?
—Ahora ustedes me ayudarán a encontrarlo. Si él se entrega, seremos benevolentes, pero si continúa huyendo, lo meteremos a la cárcel de por vida.
Beky miró hacia el suelo y sintió que la tierra se movía.
—¿Van a cooperar?
La joven dijo que sí, pero Owin le tomó la mano y la apretó para que se mantuviera callada.
—No traten de hacerse los héroes; el hombre a quien buscamos llegó con ustedes en ese autobús. Saben adónde se ha ido, ¡así que díganmelo!
Beky miró con ojos suplicantes a su hermano como diciéndole “tenemos que hablar, es por el bien de todos”, pero Owin negaba con la cabeza.
El comandante López usó otra estrategia de tortura:
—Ustedes también pueden ser acusados de cómplices. Si ocultan información a la policía los encerraremos en un centro de rehabilitación para delincuentes juveniles. ¡No se imaginan lo que es eso! Han sido rebeldes. Sálvense a tiempo y limpien su conciencia. Según supe, le provocaron tantos corajes a su madre que murió por culpa de ustedes... No le hagan lo mismo ahora a su padre.
Beky protestó sin poder evitar un mohín de rabia:
—¡Mi madre murió de cáncer!
—¡Claro! ¿Ven lo que digo? El cáncer se ocasiona por disgustos —mintió el comandante—. ¡Ustedes se lo produjeron! No lo pueden negar. Saben que es cierto. Tienen la culpa de todo lo malo que ha pasado en su casa. Pero yo les voy a dar la oportunidad de corregir el rumbo de su vida y ser buenos por primera vez.
Beky sentía que le faltaba el oxígeno. Owin se mantenía impasible.
—¿Dónde está su papá?
—No... no se... se lo diremos.
—Por lo visto —continuó Hermenegildo—, desconocen los castigos que recibirán. Ignoran el código penal de la frontera. Si tan sólo supieran... —suspiró de forma teatral—. Están violando leyes muy importantes.
Beky se acercó a Owin y le habló al oído con lágrimas de angustia.
—Hay que decirle...
Owin movió la cabeza. Hermenegildo López miró a los chicos y fue hasta la puerta.
—Jamás han estado presos, ¿verdad? Algunos jóvenes acaban suicidándose. Sienten claustrofobia. A ustedes y a su padre les pasará eso si no cooperan. Prueben un rato mientras se ponen de acuerdo.
El verdugo salió del privado cerrándolo con llave por fuera. En cuanto la puerta se cerró, la improvisada prisión quedó en penumbras. Sólo entraba luz por una franja superior del vidrio. Beky se había quebrantado. No podía con la carga que el comandante Pérez había puesto sobre sus hombros. Owin, en cambio, trabado por el coraje, detectaba la manipulación de la que habían sido objeto, y eso lo enfurecía aún más.
—Confesemos —sugirió ella—. Digámosle al oficial dónde hallará a papá.
—E... este tipo es muy... muy malo. Si... si... esto nos hace a nosotros, i... imagínate lo que le hará a él. Además, se burló de mamá. Dijo que tú y yo la matamos. E... es un mentiroso. No, no no.... No quiero cooperar con él...
Como parte de la tortura psicológica que perpetraba, el policía decidió dejar a los chicos encerrados durante casi dos horas. En ese tiempo, Beky se calmó y Owin regresó poco a poco a sus cabales.
Analizaron el lugar. La puerta estaba cerrada con llave y no había por dónde fugarse. Tenían que esperar. Owin leyó al azar una página de la libreta de su madre y comenzó a reírse; luego se la dio a Beky para que la revisara.
—Mi... mira lo que di... dice aquí...
Las meditaciones de su mamá contenían un mensaje compatible con lo que estaban viviendo:
He puesto atención a mi radar de emociones para frenar y acelerar, sin embargo, he descubierto que otros pueden manipular ese radar.
Las emociones provienen del pensamiento. Si alguien asegura que mi esposo me engaña, me siento traicionada; si me amenazan con recibir un terrible castigo, el miedo me domina, si dicen que mis hijos sufrieron un accidente, me embarga una angustia terrible. ¡Pero todo puede ser mentira o exageración para inducirme emociones!
Hoy he aprendido que a muchas personas les agrada jugar este juego. Se llama manipulación. El manipulador tratará de influir en mí con frases como: “¿No has leído ese libro?, ¡es increíble!”, “¿no estás al tanto de la última noticia?, ¿en qué mundo vives?”, “eres una ignorante”, “reconócelo, te equivocaste otra vez”, “todo lo haces mal”, “consulta antes de actuar”, “me has hecho daño”, “¡qué decepción!”, “nunca lo creí de ti”, “pero recibirás tu merecido”, “te arrepentirás”, “no sabes lo que te espera”.
Cuando el manipulador usa esas frases está jugando a la guerra emocional: Su objetivo es quebrantarme. Él gana si logra hacerme sentir vergüenza, culpa, tristeza, ira o miedo; yo gano si me mantengo tranquila, alegre e indiferente.
Algunos manipuladores incluso llegarán al extremo de cometer injusticias conmigo, tratando a toda costa de intimidarme. No caeré en esa trampa. El tirano casi siempre tiene un superior al que debe rendirle cuentas. Tendré el valor de levantar la voz con seguridad y advertirle que deseo hablar con su jefe para quejarme.
Aprenderé a defenderme en el juego de la manipulación. Con mucha frecuencia me encontraré en medio de él, aunque no quiera. Es parte de la vida porque estoy rodeada de gente a la que le fascina jugarlo.
Beky se limpió la cara y sonrió también.
—¡Es increíble lo que dice esta libreta!
En ese instante, alguien introdujo con lentitud una llave en la chapa exterior de la puerta y la giró poco a poco.
Era Hermenegildo López.
CONTROL EMOCIONAL: DEFIÉNDETE EN EL JUEGO DE LA MANIPULACIÓN
REPASO DE CONCEPTOS
01. Los pensamientos intensos o repentinos se convierten en emociones, y las emociones te hacen frenar o acelerar. Si una persona logra influir en tus pensamientos de manera drástica, tendrás emociones provocadas y quizá terminarás actuando como le conviene a esa persona.
02. Ponte alerta cuando alguien te diga frases que te produzcan emociones de vergüenza, culpa, tristeza, ira o miedo. Tal vez te estén tratando de manipular.
03. Algunos manipuladores cometerán injusticias contigo. Ten el valor de levantar la voz con seguridad y advertirle al tirano que deseas hablar con su jefe para quejarte.
04. Evita caer en el juego de la manipulación. Estás rodeado de gente a la que le fascina jugarlo.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
01. Piensa en un amigo o familiar a quien conozcas bien. ¿Qué frases le harían sentir miedo, ira, tristeza o culpa? ¿Te das cuenta de lo fácil que sería manipularlo? Ahora piensa lo fácil que sería para otras personas manipularte a ti.
02. ¿Qué beneficios crees que obtendría un manipulador perverso al infundirte emociones negativas?
03. Describe un momento de tu pasado en el que, sin saberlo, te dejaste manipular por alguien.
04. ¿Qué acciones concretas puedes realizar para no caer en el juego de la manipulación?
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