Kitabı oku: «El corazón y el mar»
CARLOS JAVIER MORALES
EL CORAZÓN Y EL MAR
ADONÁIS
675
EDICIONES RIALP
Madrid
© 2020 by CARLOS JAVIER MORALES
© 2020 de la presente edición, by
EDICIONES RIALP, S.A. - COLOMBIA 63 - 28016 MADRID
ISBN (versión impresa): 978-84-321-5270-2
ISBN (versión digital): 978-84-321-5271-9
Realización ePub: produccioneditorial.com
Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando…
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
VICENTE ALEIXANDRE
ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR
CRÉDITOS
CITA
ADVERTENCIA
I. MAR DEL MUNDO
EL NADADOR
MAR DEL MUNDO
EL MAR, LA LUZ, LA HORA
PARA QUE NO LO OLVIDES
MAR DE INVIERNO
SALIDA
PAISAJE NECESARIO
II. EN LA COSTA
ROSA ÍNTIMA
ESTE VERANO
PRESENCIA
EN MITAD DEL VERANO
SOL DE OTOÑO
AQUÍ, AHORA
OTRO TIEMPO
DÍA EN SU INTEGRIDAD
ETERNIDAD
EL ROSTRO
LA MIRADA
PRIVILEGIO
DÍA DE NAVIDAD
SOLOS
LA LECCIÓN PRINCIPAL
III. POR LOS CAMINOS
HIPÓTESIS
TIC
FUERA DEL MAPA
MI CALLEJERO
SOBRE UN ANTIGUO ALUMNO
PROMOCIÓN ACADÉMICA
AHÍ
OTRA CASA
IV. EN LA GRAN CASA
ISLA MÍA
JUEVES SANTO
LA HORA DEL ENCUENTRO
ROSAS ROJAS
CRITERIO
VALLE DE GUERRA (TENERIFE)
TÍA NENA
REUNIÓN
ADONÁIS COLECCIÓN DE POESÍA
AUTOR
ADVERTENCIA
NO me atrevo a decir lo que veo,
porque es mucho mayor lo que no veo:
lo que somos tú yo, lo que retumba
en todos los rincones de esta casa
cuando tú entras en ella.
Y todo lo que anuncias
desde el negro charol de tus zapatos
hasta ese lacio fleco
que da más brillo aún a tu sonrisa.
Si yo sólo dijera lo que sé,
la tierna melodía del jilguero,
y no el origen ni el motivo
de su alegría eterna;
si yo sólo dijera
la libertad infinita de la ola
que ahora rompe en la playa,
y no el deseo hondo
por el que siempre muere y resucita;
si yo sólo explicara
dónde te conocí, por qué te sigo
a donde tú me lleves;
por qué eres tú la única persona
con la que sueño y realidad se enlazan
en una eternidad que nunca he visto
pero que vivo a diario en nuestro lecho;
si yo te describiera…
sería un insensato; más aún:
un zafio, un mentiroso
que intentara ocultar el Universo
con injustas palabras.
I
MAR DEL MUNDO
EL NADADOR
A Antonio Moreno y Bárbara Bertos
INSISTES en nadar derecho al horizonte,
aunque sabes muy bien
que el horizonte no termina nunca.
Te parece un fracaso anticipado, una claudicación,
empezar a nadar hacia la orilla.
Conoces tu pasado y nunca quieres
instalarte en el sol de aquella tarde
donde tus ojos
y aquellos ojos limpios, tan hermosos,
descubrieron que el mar tenía un destino.
Sabes que tus recuerdos
son la mejor imagen de ti mismo.
Por eso vienes a lavar al mar
tu pesada memoria, su falso cargamento.
No basta con mirar el horizonte para lavar la vida.
Tú sabes bien que debes lavar todo tu cuerpo
y dirigirte entero hacia el destino
que aquella tarde visteis los dos juntos.
La unión no estuvo nunca en el pasado:
la unión es comunión cuando se vive
un destino común que no termina.
Sigue nadando, sigue, aunque no vuelvas.
Es doloroso, sí: pero es tu dicha
la que te está esperando.
Sigue nadando, sigue,
que el horizonte no termina nunca,
pero tu amor te espera cada día.
Sigue nadando, sigue.
Pierde tu miedo a la corriente.
Sigue nadando, sigue. Bien es cierto
que el horizonte no termina nunca,
pero el destino y el amor se cumplen.
MAR DEL MUNDO
¡OH, mar! Hoy ya no eres mi mar tan sólo:
veo cómo resurges y me buscas con igual ansiedad
en otra playa de mi isla.
Y veo desde aquí, desde otra playa,
cómo es que aún me sigues invitando
a mirar hacia el frente,
a donde ya no llegan ni islas ni penínsulas
ni ningún continente de esta tierra.
¡Oh, mar! Mío, pero no mío solamente.
Hoy veo que tu espuma resucita
en los pies de un turista de blanquísima piel
y lengua ajena: ¡oh, mar de mis Canarias,
que eres el mismo mar de aquel que viene
del Mar del Norte
y te siente tan suyo como yo!
¡Oh, mar! ¡Oh, mar sin nombre!
¡Oh, mar, tan sólo mar, mar puro!
El mismo mar donde nadó mi padre,
el mismo mar que me he encontrado en la otra orilla
del Atlántico. ¡Oh, mar! ¡Oh, mar tan frío
en las costas de Irlanda aquel verano!
¡Oh, mar, mar de mi isla, que puedes transportarme
desde el hermoso pueblo de mis padres
a donde yo no sé!
¡Oh, mar! ¡Oh, mar tan mío,
mar del mundo!
EL MAR, LA LUZ, LA HORA
LO que te diga el mar en esta tarde
no volverá a decirlo nunca más:
la luz que ahora te avisa desde el agua,
allende tu ventana, tu ciudad y tu costa,
es la luz de tu mundo y de tu vida,
que nunca se repite.
Uno puede pensar que en esta hora
la luz siempre te cuenta su secreto.
Es verdad: es la hora
en la que todo el día te pesa sobre el alma
buscando acomodarse. Uno puede
seguir cargando el tiempo acumulado
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