Kitabı oku: «Emprender con equilibrio»
En Gentera buscamos generar valor humano, confiamos en la persona, en su disposición para crecer, autorrealizarse y ser mejor. Somos una empresa que, durante más de treinta años, hemos llevado oportunidades financieras e impulsado los sueños de las personas. A lo largo de nuestra historia, la mayoría de nuestros clientes han sido millones de mujeres que han mostrado su grandeza con un gran trabajo y con el entusiasmo de buscar lo mejor para ellas y sus familias. Creemos en su fortaleza y perseverancia para crear y sacar adelante sus negocios o actividades productivas. ¡Y las admiramos muchísimo!
Cuando las mujeres creen y se comprometen con un emprendimiento ponen todo su corazón para hacerlo crecer, para generar empleos, contribuir al desarrollo económico inclusivo de nuestro país y, lo más importante, para fortalecer a sus familias.
En Fundación Compartamos estamos comprometidos con acercar oportunidades para que las mujeres puedan adquirir cada vez más conocimientos que las ayuden a impulsar sus negocios. Deseamos que este libro sume a cada lectora para identificar las etapas de su emprendimiento, para reflexionar sobre los cambios que necesita hacer y para visualizar las oportunidades que tienen para cumplir sus sueños.
Ayleen Cortés
Directora
Fundación Compartamos
En FUNDACIÓN ADO® tenemos el compromiso de lograr que la sostenibilidad de las comunidades sea una realidad en México y de que, a través de ella, se rompa la brecha de desigualdad que afecta a millones de personas. Durante más de quince años, hemos acompañado la transformación del papel de las mujeres en las comunidades del país como principal motor de la inversión social que realiza MOBILITY ADO®.
Estamos convencidos de que las mujeres son agentes de cambio y líderes sociales con gran consciencia de su entorno, capaces de hacer posible cualquier proyecto. Su fuerza radica en un espíritu colectivo, una fortaleza que reconfigura realidades y una visión humana enfocada en la participación y el bienestar común. Para FUNDACIÓN ADO®, las mujeres tienen el poder de transformar no solo a sus familias, sino a sus comunidades.
Creemos que el camino es impulsarlas para que consoliden emprendimientos productivos, fortalecerlas en sus capacidades, facilitar su acceso a recursos básicos y dotarlas de herramientas útiles para dirigir, con consciencia y creatividad, sus empresas sociales.
Invertir en las mujeres es invertir en transformaciones sostenibles, promoviendo con ello un entorno más justo, sano y equitativo.
Carmina Galicia Fuentes
Jefa de Inversión Social y Proyectos
FUNDACIÓN ADO®
Agradecimientos
Siempre que pienso en mi pasado y en todo lo que he recibido y logrado aparecen muchas mujeres que han sido mi sustento, mis mentoras y mi compañía en esta travesía: a ellas les debo la experiencia que he podido plasmar en este libro. Sería imposible nombrar a cada una, pero espero que ellas puedan reconocer su contribución a mi vida y en estas páginas.
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También me han acompañado muchos hombres que me han enseñado esa otra manera de ver el mundo, con sus fortalezas y vulnerabilidades. Algunos de ellos me apoyaron en este proceso de reflexión porque creen en la visión femenina y en la aportación de las mujeres a la sociedad, pero también reconocen los retos de estas nuevas relaciones.
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Muy en especial quiero agradecer a quienes más cerca han estado de esta aventura, pues comenzaron escuchando mis anhelos, mis primeras ideas y me ayudaron a concretar todo lo que quería expresar: a Diana Vitte, mi socia por más de dieciocho años, quien creyó en mí desde que nos conocimos y entregó su vida para acompañarme en lo que primero fue una idea, un sueño incierto y después se convirtió en nuestra profesión. Con ella recorrí miles de kilómetros por las sierras de diferentes estados del país, haciendo posible el trabajo con las mujeres indígenas, con comunidades de artesanas y con diversos grupos de productores con quienes trabajamos de la mano. Sin ella, todo este sueño no habría sucedido, por lo que le estoy infinitamente agradecida y la llevo en mi corazón.
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A Ximena Silva, nuestra joven socia diseñadora, que llegó después con la frescura y la entrega que nos ayudó a cambiar nuestra mirada. Gracias a ella pudimos expandir nuestro trabajo con bellísimos diseños de productos y grandes ideas para la vinculación de las mujeres al mercado. Su compromiso con el proyecto me enseñó la importancia de repensarnos e innovar constantemente.
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A Andrés Pérez Peña, director de la FUNDACIÓN ADO®, por creer en nosotras siempre y apoyarnos para que nuestro trabajo fuese posible. Agradezco su confianza porque apostar por un libro que no se ha escrito es un riesgo que solo corre quien de verdad confía. Gracias a él y a Carmina Galicia fue posible este proyecto, al que se sumaron Cecilia Hernández y Alejandra Suárez de Fundación Compartamos, quienes no solo me apoyaron con el financiamiento, sino con retroalimentación y recomendaciones.
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Agradezco infinitamente a Ashoka, la organización internacional que me ha impulsado como emprendedora social, guiándome en mi crecimiento personal y profesional hacia mayores retos. Ashoka me abrió miles de puertas a lo largo de dieciocho años y hoy me permite seguir expandiendo mis capacidades para trabajar por un mundo en el que todos podamos ser agentes de cambio.
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Este libro también contiene experiencias de muchos años en los que compartí grandes momentos con mis tres hijos. Katina, quien viajó conmigo hasta la sierra de Puebla para filmar mi trabajo con las mujeres, combinando su pasión por el cine con mi pasión social, una experiencia que guardo en mi corazón. Ella es mi ejemplo, mi inspiración y una gran mentora para todo lo que aquí escribí. Raúl, quien continuamente me enseña a modernizarme, a entender la tecnología y el futuro, a desenredar mis confusiones y dudas, siempre con su estilo sencillo y paciente para guiarme en todo lo que necesito en este mundo digitalizado. Y Alejandro, quien en múltiples ocasiones apoyó de manera solidaria y generosa mis proyectos en las comunidades. Él tiene ese espíritu que me alienta todos los días a dar los siguientes pasos para crecer, cuestionándome, invitándome a reflexionar y ayudándome a defender mis derechos y a ver por mí misma.
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A Karen y Claudia, por ser dos mujeres que me inspiran y me entusiasman, que me muestran que es posible el equilibrio entre la vida personal y la profesional. Con ellas he transitado esta nueva etapa de ser abuela en la que, al igual que ellas, sigo aprendiendo a equilibrar lo laboral con lo familiar. Y a Martha, mi alma gemela y siempre mi conciencia, con quien pude reflexionar e ir y venir hasta definir lo que quería expresar.
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Por último, dedico este libro a Valentina, Victoria, Luisa y Gala, mis nietas, que serán las mujeres del futuro, deseo que sus vidas estén llenas de consciencia, de libertad para seguir sus sueños, de emprendimientos que las hagan felices y que contribuyan al bien de todos.
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A todas las mujeres que buscan vivir satisfechas y felices con sus vidas les deseo que estas letras contribuyan a ello. Que se atrevan a emprender lo que más desean y que, juntas, rompamos los mitos que nos impiden una total libertad.
Índice
Portada
Contraportada
En Gentera...
En Fundación ADO...
Agradecimientos
Índice
Mi propósito
Introducción
¿Por qué hablar sobre las creencias de las mujeres?
Capítulo 1. «El emprendimiento no es lo mío» versus las mujeres emprendemos en tres espacios: el empresarial, el social y el político
El emprendimiento
El aprendizaje
Capítulo 2. «Las emociones nos debilitan» versus las habilidades emocionales nos dan ventajas para emprender
Habilidades técnicas
Habilidades organizacionales
Habilidades emocionales
¿Cómo pararse frente a la vida?
Capítulo 3. «El éxito se basa en la idea» versus las actitudes y emociones son las que sostienen el emprendimiento
¿Qué genera una actitud positiva o negativa?
¿De dónde surgen estas actitudes?
Actitudes que afectan el emprendimiento
Capítulo 4. «Primero están los otros» versus debemos ver por nosotras mismas, tener sueños y establecer una brecha que nos guíe
Las posturas frente al futuro
¿Cómo logramos cambiar?
Capítulo 5. «Lo difícil es comenzar» versus lo difícil es sostenerse y cumplir para tener éxito
Construir la confianza
La confianza en mí misma
Capítulo 6. «Trabajar de sol a sombra para tener éxito» versus equilibrar la vida personal y familiar con la profesional para vivir satisfechas
¿Somos más felices ahora?
¿Qué cualidades nos hacen valiosas?
Capítulo 7. «El éxito es ser la primera y más grande» versus grande o pequeña, la mujer mide el éxito de otra manera
El equilibrio siempre es importante
Capítulo 8. «El mundo que veo es la realidad» versus salir del «cascarón» para ampliar el horizonte y conocer otros mundos que cambien mi perspectiva
Un mundo demasiado pequeño
La percepción del mundo se construye desde la infancia
La tecnología: un mundo de posibilidades
Capítulo 9. «Hay que mirar dentro de nosotras mismas» versus escuchar y entender a los otros para ofrecer lo mejor de mí
Lo que hacemos por los demás nos da sentido de vida
Saber escuchar a los demás es una habilidad muy importante
Capítulo 10. «La innovación es solo para personas creativas» versus la creatividad se aprende para ofrecer lo que no hay
Pensar e innovar
¿Qué necesitamos para mantenernos innovando?
Capítulo 11. «Lo que ofrezco solo se vende si es barato» versus reconocer el valor de lo que doy a otros para cobrarlo bien
¿Cómo ponerle valor a lo que hacemos?
¿Qué considerar en los costos?
Capítulo. «Vender no es lo mío» versus en todo lo que hacemos vendemos posibilidades 12
Saber vender es una gran habilidad
Conclusiones:
Ser una inspiración y un ejemplo
Enamorar a otros
Ser una jardinera
La comunidad y los valores éticos
Tejer comunidad
Autora
Página legal
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Mi propósito
No todas las mujeres nacemos con las mismas oportunidades para enfrentar el mundo cambiante y los retos para crear nuestros sueños, pero todas podemos apoyarnos en otras personas para aprender lo que es necesario.
Para tener éxito en los negocios se requiere de muchas habilidades que no necesariamente se aprenden en la escuela, sino que más bien se heredan cuando crecemos en familias en las que el trabajo, el negocio y las actividades productivas son parte de la vida cotidiana; pero en mi familia no había negocios y nadie me enseñó a vender o a administrar una empresa.
No fui a la universidad cuando correspondía porque quería ser artista, me gustaba pintar y crear con las manos. Estudié una carrera técnica mientras me casaba solo porque mi madre insistió, y cedí al entender que ella no había tenido esa oportunidad y yo sí. Tiempo después, cuando ya tenía a mis tres hijos y regresé al trabajo, pensé que sería bueno estudiar de nuevo y me inscribí a la preparatoria abierta, a mis cuarenta años. Mis hijos estudiaban lo mismo que yo, así que aproveché para que me ayudaran. Siempre sentí que había hecho todo al revés.
Tuve varias oportunidades que cambiaron mi vida, una de ellas fue la de encontrarme con dos grandes maestros que guiaron mi camino; el primero fue el doctor Fernando Flores, con quien me formé profesional y personalmente. Gracias a él inicié mi experiencia como consultora de empresas —que hoy he trasladado a los emprendimientos de mujeres— y estudié cinco años llevando sus enseñanzas y disciplina como la base de todo lo que he construido profesionalmente. Toda mi gratitud por la fortuna de haberlo encontrado en mi vida.
Años después me crucé con Guadalupe Maldonado, una gran maestra de vida que me enseñó a vivir en equilibrio, a fluir con serenidad, con aceptación, siempre entendiendo que «lo que viene, conviene». A ella le agradezco mi paz y mi camino espiritual, además de la fortaleza para enfrentar las diversas situaciones difíciles que me han tocado vivir.
Gracias a ambos, a estas alturas de la vida he aprendido a encontrar alegría y profunda satisfacción en lo que hago en todos los espacios de mi vida: con mis hijos y mis nietos, con mis amigas y amigos, con mis colaboradores y compañeros de viaje, en el trabajo diario y los proyectos, en mi tiempo libre y mi espacio espiritual. Todo ello a pesar de los momentos de pérdidas, de tristeza, de dolores inevitables y necesarios que he experimentado para poder vivir la vida profundamente.
Así que esta tercera década en mi vida laboral es un gran regalo para ofrecer lo mejor de mí, mi experiencia y aprendizaje dirigiendo a otros y enseñando todo lo que he logrado. También incluye aprender a vivir este proceso con paz y equilibrio, compartiendo mi creatividad y pasión por la vida. Más importante aún es poder escribir todo lo que quiero decir a otras mujeres.
Durante muchos años, mis compañeras me animaron para que escribiera lo que enseñaba a las mujeres, porque constatábamos su transformación cuando descubrían oportunidades y desarrollaban nuevas habilidades para alcanzarlas. Con frecuencia hablamos de esos momentos trascendentales en donde hubo un maestro que nos abrió el panorama o nos enamoró de su materia; de aquella persona que nos guio hacia un camino determinado. Escuché a varias decir que cuando supieron lo que costaba su hora de trabajo comenzaron a valorarse a sí mismas, y eso es lo que hoy me invita a escribir.
Pertenezco a una época en la que las mujeres prácticamente trabajábamos entre hombres. Por muchos años impartí talleres a grupos de ejecutivos y funcionarios en los que nunca participaba una mujer, lo que representaba un reto enorme. Con frecuencia sentía actitudes de descalificación y de rechazo, incluso comentarios sobre lo «incómoda» que resultaba para ellos mi presencia. Era perfectamente «aceptable» que los hombres no nos quisieran en su espacio.
Aprendí entonces a validarme como mujer y a pelear mis espacios mientras atendía a mi familia, entre la satisfacción de ser madre y la culpa de ser profesionista. Estaba convencida de lo que deseaba y del compromiso con mi carrera, pero mi madre y el entorno social no agradecían que trabajara y «descuidara a mis hijos», como ella decía. Mamá era una mujer de casa que valoraba el rol de madre y esposa. En ese tiempo las mujeres apenas comenzaban a participar en otras áreas que no fueran el hogar y la familia, y los hombres tenían que acostumbrarse poco a poco. Y también las mujeres como mi madre.
Afortunadamente, tuve la suerte de contar con una pare-ja que creyó en mí y me impulsó sin condiciones, y también con muchas otras mujeres que ya habían dado el paso pa-ra construir su vida profesional y son mi ejemplo.
Años después de esta etapa de tanto estrés y exigencia conmigo misma descubrí el trabajo con mujeres, y no dudé ni un momento en darle un giro a mi vida para dedicarme a ellas. Comencé participando en una red llamada Mujeres y Punto, en donde aprendí del mundo social, ciudadano y político, desarrollando proyectos de capacitación para el liderazgo, de cómo construir la confianza, sobre temas de autovaloración, crecimiento personal y todo aquello que las ayudara a salir de casa para participar en la vida de sus comunidades. Definitivamente esta experiencia cambió mi vida.
Así surgió todamujer.com, un sitio virtual donde pudieran aprender y compartir sobre sus temas de interés: desde el hogar, la pareja y los hijos, hasta la profesión, el emprendimiento y la equidad de género. Este fue uno de mis grandes proyectos y lo disfruté hasta el final. Lo arranqué sin tener idea de internet, pero me lancé junto con una socia, iniciando un proyecto completamente nuevo, desconocido, con alto riesgo y con un gran potencial.
Esa fue tal vez la experiencia profesional más intensa en mi vida porque no solo retó mis capacidades, sino porque me expuso a la inequidad de género cuando tuve que solicitar recursos para una empresa manejada por mujeres. La discriminación que viví entonces fue una de las razones que me impulsó a trabajar en el tema del emprendimiento femenino, buscando siempre abrir nuevas oportunidades en un mundo dominado por los hombres.
Me fue muy útil para adentrarme en las diferencias de género cuando se trata de comenzar un proyecto, pues al escribir al respecto en una sección llamada «Atrévete a emprender» conocí las preocupaciones, los intereses y los propósitos que llevan a las mujeres a iniciar su propio negocio. Ahí constaté, al conversar con muchas de ellas, que sin autonomía económica no hay libertad para decidir nuestra vida, pero también que el dinero no es el móvil más importante, aunque lo parezca.
Fue en estas conversaciones que surgió la idea de conectar a mujeres de distintas ciudades: a las que estaban más orientadas al servicio y los negocios de venta de productos con aquellas que eran productoras (generalmente ubicadas en zonas aisladas y vulnerables). Estaba convencida de que si unía estas dos necesidades lograría una cadena de valor con gran impacto para ambos lados. Sin embargo, en la primera experiencia se hizo evidente que lo que se producía en las comunidades no era atractivo para el mercado en la ciudad, y que había que hacer un gran trabajo de diseño, de calidad y de cumplimiento en tiempo y forma. Decidí entonces que mi labor tenía que centrarse en desarrollar las capacidades de las mujeres productoras para poder incluirlas en el mercado y también, de pasada, de las emprendedoras que buscaban desarrollar su negocio.
Poco a poco trasladé mis actividades al mundo social, a zonas rurales y a proyectos con mujeres vulnerables que recibían lo que yo daba con el corazón abierto y con una mente ávida de conocimiento. Mi vida cambió radicalmente cuando «toqué» la realidad de mujeres tan distintas, pobres económicamente, pero ricas en sabiduría, en tradiciones y en hermosos espacios naturales: artesanas, indígenas y mestizas que trabajan con las manos o en el campo; que me mostraron la profunda conexión que compartimos porque tenemos los mismos anhelos, necesidades e inquietudes a pesar de las diferencias en nuestro estilo de vida, en nuestra economía, en nuestros valores o creencias. Todas, de mundos tan diversos y desiguales, nos parecíamos cuando hablábamos de la familia, de los hijos, de la pareja, de los padres.
Me convencí entonces de que lo que creemos, lo que nos gusta, lo que deseamos para nosotras y para los demás, es válido, es inspirador y podría transformar al mundo. Nuestra mirada y nuestros propósitos revelan otra manera de elegir prioridades, de tomar decisiones que afectan a otros, de dar importancia a lo que parece irrelevante. No tengo duda de que nuestra contribución puede cambiar profundamente muchas de las creencias del mundo actual.
Es por ello que lo que escribo hoy se centra en esas ideas que nos hacen diferentes cuando emprendemos, ya que plantean valores importantes que se han dejado de lado por considerarse irrelevantes. Tener el regalo y la oportunidad de «dar vida» y de cuidar a otros nos da otros ojos para mirar lo que es importante y prioritario; es una perspectiva en donde el afecto, las emociones, el cuidado, la nutrición del alma y el cuerpo están por encima de todo.
La vida profesional es importante para nosotras, sin duda, pero cuando tenemos que elegir entre la vida familiar y la laboral generalmente nuestra naturaleza pesa al buscar el equilibrio. También he encontrado que no hay diferencia entre lo que vivimos en diferentes contextos, entre las mujeres que tienen más oportunidades y las que no; lo único que cambia es el nivel de aprendizaje y de retos.
En mi trayectoria he constatado que así como algunas mujeres tienen que aprender a no depender del gobierno para lograr sus propios ingresos, otras tienen que moverse, salir de sus comunidades y buscar ayuda con el cuidado de los hijos para poder viajar. La mayoría luchan por la libertad en la vida de pareja, por la no discriminación en sus propias comunidades y, desde luego, por no ser excluidas del mercado laboral y del mundo.
He conocido mujeres que trabajan en casa y cuidan de los hijos, que se enfrentan al reto de no dejar de lado sus ilusiones y sus proyectos de vida, de no volcar todo lo que les da sentido en los otros. Su propósito es maravilloso y contribuye de manera importante a la construcción de nuestra sociedad, pero también estoy segura de que desean una vida propia que las haga felices.
Todas las mujeres que emprenden aprenden que no pueden hacerlo solas, se dan cuenta de que el propósito y el sentido de lo que desean hacer es suyo y de nadie más. Es por ello que en este libro hablo de creencias importantes para mí, porque mi camino no ha sido muy distinto del de tantas otras. Mi propósito de vida ha surgido del aprendizaje con mujeres, de experimentar juntas un mismo proceso: el de estar alerta para nunca dejar de soñar, nunca dejar de lado mi proyecto y equilibrar el sentido de mi vida personal con mis hijos, mi pareja y todas las exigencias del entorno.
Mi propósito hoy, y hacia el futuro, es ayudar a que cada mujer pueda confiar en sus deseos más profundos y que juntas podamos construir un mundo mejor, más justo, más equitativo, más amoroso, más equilibrado. Un mundo en el que los niños puedan jugar y disfrutar, sin violencia, sin inseguridad. En el que todos vivamos con esperanza, con confianza, sabiendo que el estudio y el trabajo son la mejor herencia; donde podamos emprender y contribuir con la misma fuerza y con el mismo compromiso, aceptando las diferencias de oportunidades, pero luchando para que todos las tengan.
En estas páginas no hablo desde la academia, las estadísticas o los estudios; solo expreso lo que la vida me ha enseñado gracias a mi trabajo profesional, que es donde he aprendido quien soy, y también desde mi experiencia como madre de una mujer y dos varones con quienes he constatado estas vivencias al emprender, al ser profesionistas y al tomar decisiones de vida.
Deseo que todas las mujeres que hoy dudan de sus decisiones sepan que no están solas, que las que han perdido sus sueños los recuperen a costa de lo que sea, que aquellas que viven en desesperanza puedan despertar y ver que el futuro es posible y está sus manos: que ninguna más viva en la soledad, en la depresión o con esa sensación de que la vida la decide alguien más, no su corazón.
A todas estas mujeres, y a las que sí están inspiradas, a las que han emprendido, a las que tienen grandes sueños y ambiciones, a todas las invito a ser parte de este camino acompañado y solidario. Desearía hacer realidad el «hoy por ti, mañana por mí» y que algunas de nosotras pudiéramos ser el bastón de otras para poder seguir juntas, siempre hacia adelante.
En esta trayectoria social, lo que he dado a cada mujer que se ha cruzado en mi camino me ha regresado en altas dosis de gratitud, de alegría y de solidaridad; porque con cada momento que paso en una comunidad, en contacto con la sencillez de la vida, con el bosque, la tierra y el sol brillante, encuentro que mi vida en la ciudad no es mejor. Cada vez que comparto con una mujer que vive el día a día y es feliz con lo poco que tiene, me pregunto si teniendo un poco más soy también más feliz que ella, y descubro que esa felicidad es relativa y que no podemos decirle a nadie cómo tiene que vivir para alcanzarla.
Contribuir a la vida de otras mujeres ha sido mi camino, pero ahora reflexionando sobre lo que las hace felices. Cada una tiene su propio viaje, y cada elección es respetable, por lo que debemos aceptar que no siempre el nuestro es el mejor. Pero lo verdaderamente importante es que exista esa brecha que recorrer, un anhelo, un sueño que nos guíe hacia una vida plena, alegre, llena de satisfacciones, en lugar de vivir en la desesperanza y el sufrimiento que, desafortunadamente, abaten a muchas mujeres de nuestra sociedad hoy en día. Este es mi propósito: ayudar a que cada mujer construya un camino propio. Espero que este libro te ayude a descubrir el tuyo.