Kitabı oku: «Milagros»
Índice de contenido
1 Portada
2 Créditos
3 Prólogo
4 Mi vieji
5 Un poco de historia…
6 Tú llegada
7 Tu primer día!!!!
8 Los pormenores…
9 Vos con nosotros
10 Conmigo
11 La sarna
12 Tu lugar en la casa
13 La parrilla
14 Tus primeras vacaciones
15 Tus paseos y viajes en auto
16 Cromañón
17 Tu primera quinta
18 Tu salud
19 Después del susto
20 La promesa del pastito
21 La quinta… nuestro paraíso
22 La vuelta a casa
23 Las contrapartidas de la vida
24 Julieta, la nueva integrante
25 Mis nueras
26 El A.C.V
27 Tiempos difíciles
28 Aceptación y calma
29 Tu último pastito
30 Tu canción
31 Otra vez en casa
32 El deterioro inevitable
33 Mi decepción mal entendida
34 Recuerdos de Marce
35 La decisión
36 Un recuerdo de papá
37 La despedida
38 Sin vos….de vuelta a casa
39 Reflexión final
40 Prólogo
41 Índice
Hitos
1 Índice de contenido
2 Portada
Cecilia Sorace
Milagros
Sorace, Cecilia
Milagros. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2015.
ISBN XXXXXXX
1. Narrativa Argentina. I. Título
CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA
www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Prólogo
Esta es la historia de vida de una simple mascota, como tantas, llamada Milagros, más cortito Mili.
Es la relación de amor más hermosa que puede vivir un ser humano, y más aún, una familia.
Su pérdida me causó un dolor indescriptible, y volcar en un papel mis sentimientos a la semana de su partida me hizo dar cuenta de lo importante que sería escribir su historia para recordarla siempre.
Con esa primera carta, nació la idea de este libro, espero que puedan disfrutarlo.
Mi vieji:
Te extraño tanto, hace una semana que nos dejaste y parece mucho más, los primeros días todavía tenía tu calorcito a un costado de mi cuerpo, te acordás “mi valijita”, íbamos para todos lados juntas desde que no pudiste caminar más.
Yo pensaba en lo lindo que fue tenerte conmigo y lo extraño de esto, porque llegaste a mi casa como un bebé que apenas podía tomar su leche y para todo estaba mamá para cuidarte, para enseñarte, para mimarte. Y pasó la vida, 16 años y más, y terminaste tu vida conmigo siendo mi vieji, como una abuela a la que había que cuidar, y acompañar en todo momento, porque tus tantos años fueron deteriorando tu cuerpo y yo siempre ahí, te cuidé de bebita y te cuidé de ancianita. Que rara es la vida, para vos debe haber sido hermoso, porque la compartiste con los seres que tanto te amaron, incondicionalmente y de principio al fin, pero para nosotros, para mí, el dolor de dejarte ir es muy fuerte, sé que hay que superarlo pero…….. te extraño.
Trato de recordar tantos momentos lindos que vivimos juntas, tus travesuras, tus locuras, tu fidelidad para conmigo, tu facilidad para adaptarte a los cambios que fuimos haciendo con vos a lo largo de tu vida, y cuesta recordar tanto, vuelvo siempre al último tiempo que fue el que más juntas estuvimos por la necesidad de tenerte siempre conmigo y aunque era difícil, me hacía feliz.
Muchos pensaban que eras una carga para nosotros por tu estado y tu dependencia, pero papá y yo éramos felices viendo la tele con vos en el medio, llenándote de caricias y de amor, escuchando tus ronquidos a la noche. Cuando no estabas con nosotros vivíamos pensando en tus horarios y necesidades, volver a casa cuando te dejábamos, era una alegría, porque sabíamos que al volver, vos ibas a estar “tranquila y feliz”.
Todos te dieron un amor incondicional, pero papá y yo estábamos las 24 hs. del día ocupándonos y preocupándonos por vos, con todo el amor del mundo y te extrañamos mucho.
Sé que tengo que consolarme, sé que te di todo lo que pude, hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance y más, pero quisiera abrazarte, sé que no se puede, duele……..ya va a ir pasando.
Fue muy duro para mí llevarte a la veterinaria, sé que fue una decisión correcta. También fue muy doloroso ver a todos mis hijos sufriendo, hubiera hecho cualquier cosa por evitarles el dolor, pero no podíamos curarte y hubiera sido egoísta no haberte tenido para evitar pasar por esto, porque fue maravilloso todo lo que nos diste, y el que estuviéramos todos para acompañarte en ese momento, me confirmó que fue lo mejor que hice al abrirte la puerta de casa para que nos dieras tanto amor a todos nosotros.
No me gustó dejarte en la tierra, tengo que repetirme que ya no estás ahí, que solo está ese cuerpito que tanto amé. Me dolió la tormenta, no poder contenerte, de locura, de tristeza, de no poder pensar con claridad porque duele mucho, pero se que tiene que pasar.
Tengo que dejarte ir, para no enfermarme, y para recordar todo lo positivo de tu paso por mi vida. Pero para eso también tengo que llorar, para que no quede adentro todo ese dolor que lástima y se que vos no querrías verme mal, porque lo hablamos no???? te expliqué todo lo que iba a pasarnos a las dos, y como siempre sé que me entendiste.
Lo que no sé con seguridad, lo que estarás pasando vos, pero “creo” que estarás mejor que yo y que desde ahí vas a cuidarme como siempre lo hiciste.
Te amo, mi vieji, gracias por tu vida conmigo!!!!!!!!!!!!!!!!!
Un poco
de historia…
Pasa el tiempo y te sigo buscando en los lugares de la casa, inconscientemente, sin pensarlo, la realidad es otra y escribirte me alivia un poco el alma.
Quiero recordar tu historia, tu primer día con nosotros, pero para esto tendría que contarte el porqué de tu nombre “Milagros” y el porqué de lo difícil que fue que te aceptara papá en nuestra casa.
Nosotros, cuando nos pusimos de novios, en 1976, hace ya tantos años, teníamos cada uno su mascota; yo, Cecilia, tenía en ese entonces un poco más de 18 años, y papá, Rodolfo, un poquito más de 20. Mi mascota se llamaba Pelusa, de más o menos 13 años, era una foxterrier de pedigree muy buena y bonita que me dio muchas alegrías en mi niñez. En ese tiempo yo estaba muy poco en mi casa, porque trabajaba, estudiaba y pasaba mucho tiempo en la casa de la Abuela Elsa, obviamente donde vivía papá. Ahí había una perrita también de muchos años, llamada Artemisa, pero ella no era tan buena ni tan bonita, tenía un carácter especial y era una mezcla de ovejero alemán con salchicha, el resultado, nada lindo, pero para mí fue muy importante en mi vida.
Pelusa era una perrita feliz, muy bien cuidada por mi madre, la Abuela Olga, que no trabajaba y le daba amor y compañía permanente, muy mimada por mi padre, Fernando, consentida por mi hermano, Juan Manuel y por mí. Sumado a eso, teníamos un parque hermoso donde ella corría y disfrutaba enormemente, vivía rodeada de amor.
Artemisa, por el contrario, estaba mucho tiempo sola, papá trabajaba y estudiaba, se iba muy temprano a la mañana y volvía muy tarde a la noche, la abuela trabajaba todo el día y llegaba muy cansada, y Claudia, la hermana de papá, en esa época salía mucho y no estaba tan pendiente por su edad, de sus necesidades. Así, de a poco, me fui quedando mucho en esa casa y entablé una relación con Archi, como yo la llamaba, muy especial en poco tiempo, hasta que decidimos casarnos y vivir ahí, el 20 de Mayo de 1978, a pesar de ser tan jóvenes y con la inconsciencia de pensar que podría resultar una convivencia con tanta gente, pero…..solo queríamos estar juntos.
A los seis meses de casarnos, quedé embarazada de Mariano, felices seguíamos construyendo la familia, pero durante mi embarazo, Pelusa se enferma de los riñones, gravemente, y en poco tiempo muere. Todos querían evitar por mi estado que sufriera, pero era tan grande el dolor que por las noches, en soledad, la lloraba en silencio, para que no se preocuparan los demás, pero yo, lo necesitaba.
Artemisa, intuitivamente, me protegía y me cuidaba como nadie, tanto que ni papá podía acercarse sin el permiso de ella, y al poquito tiempo antes que naciera Mariano, le salió un tumorcito en el cuello que por su edad no tenía remedio.
Fueron tiempos muy difíciles, pero la alegría de la llegada de nuestro primer hijo, amortiguó el dolor que sentíamos, y todo giró alrededor de Mariano. Me hicieron sacar a Archi de la habitación porque, obviamente, había un bebé. Yo era muy chica, tenía veintidós años, y aunque no lo creas en ese tiempo no tenía carácter y me dejé llevar por lo que me decían. Sin dudarlo, eso empeoró la situación de Archi, que aguantó apenas dos meses y también murió, porque el tumor había crecido y le provocaba unos ahogos que eran imposibles de soportar.
Entre tanto dolor, Mariano nos daba la alegría que necesitábamos para seguir adelante. A los tres meses de nacido, nos fuimos a vivir solos a un departamento alquilado, pero en ese momento, los dos, dijimos convencidos que nunca más íbamos a pasar por esto, que nunca más tendríamos una mascota. Fue un acuerdo basado en el dolor que estábamos viviendo en ese momento, y que fue muy difícil de revocar, obviamente hasta que te vi, pero eso después te lo cuento.
Tú llegada
Pasaron muchos años desde aquel acuerdo que hicimos con papá, y fue mucho lo que pasó en nuestras vidas desde aquel primer embarazo, hasta tu llegada.
La vida no fue fácil, alquilando, sin techo propio, pasamos muchas dificultades pero también fuimos bendecidos con una familia hermosa, con cinco hijos maravillosos que nos llenaban el alma.
Mientras alquilábamos, la idea de tener otra vez una mascota era inadmisible, porque sabíamos, que tarde o temprano venía otra mudanza y no sabíamos cuando se iba a terminar esto.
Los chicos, en ese tiempo, Mariano, Natalia y Sabrina, nos pedían cada tanto el permiso para tener un perro, pero papá era terminante, no lo dudaba ni un segundo. Nos hacía entender que no era posible, no solo por nuestro famoso acuerdo, si no también por el alquiler, que nos obligaba a mudarnos, y una mascota sería un impedimento mas para encontrar un lugar razonable a nuestro bolsillo, ya que algunos dueños no las aceptaban.
La resignación de los chicos ante la negativa, me daba tristeza, pero nunca dudé que lo que decía papá era razonable y seguimos adelante así.
Hasta que un día llegó el tan esperado techo propio!!!!!! Una alegría inmensa fue mudarnos a nuestra primera propiedad!!!!!!
Solo un detalle nos alejaba de la idea de romper nuestro acuerdo, nuestra primera propiedad fue un departamento.
Veníamos de alquilar una casa antigua muy grande, en Villa Martelli, con dos patios, que en realidad, eran dos casas unidas que no estaban en excelente estado, pero los cinco, fuimos muy felices viviendo ahí.
El departamento que compramos era muy lindo, en el mismo barrio, en una zona hermosa que le decían el Barrio Nuevo de Villa Martelli. Las comodidades eran muy justas, tuvimos que deshacernos de muchas cosas para poder entrar, pero teníamos lo necesario para vivir bien y estábamos felices de haber logrado “ser propietarios”, con la ayuda de una tía de papá, Anita, que como no tenía hijos le legó al morir un departamento antiguo de Once que nos sirvió para conseguirlo.
El razonamiento de las mudanzas y del alquiler, ya no era viable, en el edificio se permitían animales, pero volvió a resurgir el acuerdo y por si eso no alcanzara, al poquito tiempo de mudarnos quedé embarazada de los mellizos, y aunque los chicos seguían insistiendo, tu llegada, se alejaba cada vez más.
Pasamos cuatro años maravillosos en ese departamento, que aún viviendo siete personas, se agrandaba y nos rendía, era muy práctico y el barrio inigualable. Tenía tres dormitorios y un living comedor muy amplio, la cocina chiquita y un lavadero también chico, Mariano tenía un dormitorio para él solo ya que rondaba los doce años y comenzaba su adolescencia, Naty y Sabry dormían en lo que sería la pieza matrimonial, Gabriel y Marcelo, los mellizos, desde bebés durmieron en el tercer dormitorio, y nosotros en un sofá que guardaba la cama tendida en el living. Fuimos muy felices viviendo ahí y en esas condiciones, pero los chicos crecían y necesitábamos algo más grande.
Después de mucho buscar, nos mudamos al dúplex donde vos llegaste, nos fuimos a Capital, a Saavedra, que fue lo más cerca de Villa Martelli que pudimos encontrar. En ese momento era un paraíso, ya que todos teníamos nuestro lugarcito, era a estrenar y con un patio grande para disfrutar.
Costó acomodarnos, fue muy sacrificado, pero fue un tiempo de plenitud, la familia acomodada, todos juntos, felices y sobre todo después “tu llegada”.
Tu primer día!!!!
Disfrutábamos comiendo un asadito en lo de Daniel, cosa que era muy frecuente en aquella época, sobre todo los domingos.
Estábamos en Villa Martelli, con esta familia hermosa que conocimos a través del colegio, el Instituto Fátima, donde hicieron los chicos la primaria, Mariano, Naty y Sabry hasta cuarto grado. Nos presentaron unos amigos en común y no pasó mucho tiempo para que fueran una parte valiosa de nuestras vidas.
Todo comenzó en una quinta que fuimos con los melli recién nacidos, con amigos, ahí estaban Daniel, haciendo el asado, Graciela su esposa, Sebastián y Valeria, sus dos hijos de 5 y 9 años aproximadamente.
Nos presentaron, Dany con su carácter tan jovial, en seguida nos cayó bien, Graciela con su paz interior, se encargó de los melli, de cuidarlos y mimarlos, tarea que se fue repitiendo a lo largo de sus vidas, Sebastián y Valeria, pegaron muy buena onda con Sabry y Naty porque eran de la misma edad y con Mariano también, aunque era más grande, porque nadie podía llevarse mal con él, con su buen carácter, y además todavía era una criatura.
A partir de ese día, nuestros encuentros se fueron haciendo cada vez más seguido, nos fuimos encariñando y construyendo un lazo de amor, que se confirmó en el 92 cuando mi vida cambió para siempre, con la muerte de mi hermano. Una muerte absurda y difícil de aceptar. A los treinta y seis años jugando al fútbol, dos cabezas que se juntaron a buscar una pelota y al golpearse mi hermano cayó al piso casi inconsciente y un aneurisma terminó con su vida.
Con el tiempo me fui dando cuenta que esta familia, fueron ángeles que Dios puso en mi camino para apaciguar el dolor y la desesperanza que vivimos después del accidente de Juan Manuel.
Al año de su muerte, muere mi papá un 25 de Diciembre de un cáncer de pulmón. Una enfermedad que le produjo el cigarrillo, pero que se desencadenó con la depresión que le dejó la pérdida de su hijo. Daniel y Graciela, estuvieron presentes en todo momento, fue la navidad más difícil de mi vida y ellos acompañándonos con respeto y calidez, hasta pusieron regalos para todos en el árbol!!!!! ya que nosotros no podíamos ni pensar en eso, y los chicos todavía tenían la ilusión de la llegada de Papá Noel. Pasamos la noche del 24 en su casa, tranquilos, tristes, pero rodeados de mucho amor esperando el desenlace. Mi mamá al lado de él en el sanatorio, también rezando para que terminara esa enfermedad terrible y para que mi papá encontrara la paz que necesitaba.
Pero volviendo a la alegría de tu primer día, estábamos, como ya dije, en lo de Dany comiendo el asadito. Natalia y Sabry decidieron volverse después de almorzar a casa, nosotros nos quedamos como siempre de sobremesas eternas y disfrutando el parque hermoso que tenían.
Al rato me llama Sabry exaltada, hablaba a borbotones, pidiendo que fuera para confirmar tu entrada a casa. Yo sin entender nada por teléfono y con la complicidad de Graciela para que papá se quedara, me fui con una excusa para ver qué pasaba.
Fue cuando te conocí, te habían dejado en una caja agujerada junto con tus cuatro hermanos bajo el árbol de nuestra vecina. Sabry y sus amigas los encontraron y estaban tratando de lograr ubicar los cachorros en el barrio y como era de esperar Sabry quería uno!!!!!!
No podía contener la alegría y la ansiedad que tenía Sabrina cuando llegué a la casa, ella ya te había elegido, pero sin decir nada me pidió que eligiera uno, y sin dudarlo te elegimos, ese era “tu destino”.
No eras la más linda de la caja, tu pelo era gris obscuro, tan chiquitita, parecías una ratita, pero quien podía negarse a esos ojos marrones enormes que pedían amor.
Después de calmar un poco a Sabry, porque no sabía el resultado de mi estrategia para convencer a papá, hablé por teléfono con Graciela y otra vez con su apoyo, vinieron todos para casa, anticipándole algo a papá que sin entender nada, sabía que algo importante estaba pasando, y su presencia era absolutamente necesaria.
No fue fácil, tuve que apelar a todos mis recursos para convencerlo, y hacerle entender lo importante que era para sus vidas, los melli tenían un poco y más de seis años, estábamos todos juntos en nuestra casa le recordé lo felices que habíamos sido nosotros con nuestras mascotas.
A pesar de sus miedos y del acuerdo, bajo la guardia y dijo que sí.
Esa noche dormiste por primera vez en casa!!!!!!!
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