Kitabı oku: «Macabros 2»
César Biernay Arriagada
MACABROS 2
EVIDENCIAS QUE DESBARATARON LA COARTADA PERFECTA
EXPEDIENTES DESCLASIFICADOS DE HOMICIDIOS EN CHILE
BIERNAY ARRIAGADA, CÉSAR
Macabros 2. Evidencias que desbarataron la coartada perfecta.
Defectos en un crimen perfecto / César Biernay Arriagada
Santiago de Chile: Catalonia, 2021
ISBN: 978-956-324-930-9
ISBN Digital: 978-956-324-931-6
CRIMINOLOGÍA
364
HISTORIA DE CHILE
983
Diseño de portada: Mateo Infante Vergara
Diseño y diagramación eBook: Sebastián Valdebenito M. Corrección de textos: Hugo Rojas Miño
Dirección editorial: Arturo Infante Reñasco
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Primera edición: diciembre, 2021
ISBN: 978-956-324-930-9
ISBN Digital: 978-956-324-931-6
Registro de Propiedad Intelectual N°
© César Biernay Arriagada, 2022
© Editorial Catalonia Ltda., 2022
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Santiago de Chile
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Índice de contenido
Portada
Créditos
Índice
Prólogo
Prólogo del libro I
Introducción. Siete crímenes documentados
El balurdo de los cuenteros Moyano El cuento del tío (1946)
Hampa criolla
Cambiazo y escapazo
El “cuento del tío”
Pedro Urdemales
Los hermanos Moyano
Abracadabra
Tipología y modus operandi
Balurdo a un clic
El quinto Moyano
El fin de una era
La llave la tiene el mayordomo El Caso Portal Lyon (2002)
Caracol de Providencia
El ascenso de Óscar
Brazo derecho
La carta
Tricolor fin de semana
Líneas de investigación
Largo y sinuoso camino
Fuerza irresistible
Nueva Providencia
San Antonio de cabeza El crimen de Juanito Miranda (2002)
Amor en el puerto
La demanda
La partida de Juanito
Un difícil caso judicial
La declaración del Choro del Puerto
Ayúdeme, presidente
La coartada bajo la lupa
La arremetida de los procesados
Huelga de hambre
Nuevo fallo
Juanito regresa
La viuda del criminal
Un caso histórico
El tatuaje de Milenko El crimen de Leydi Torrealba (2005)
El subinspector Paredes
Roberto, la pareja
Patricio Bello, el primer pretendiente nortino
Hallazgo en el centro comercial
Ariel, amigo de Romina
Claudio, el compañero de andanzas
Leydi Melissa
Perfil de la víctima
La evidencia está en las bolsas
¿Quién vigila al vigilante?
El pasado te condena
Caso cerrado
Profesionalismo detectivesco
Epitafio para un crimen
La Marcha de las Balizas Azules El Caso Nolli (2011)
Entre réplicas y escombros
Un poco de historia
Dos jóvenes con ADN policial
Tras la pista de la chatarra
“El Rambo Chileno”
Persecución del Lima Lima
La trampa
Sin escapatoria
Negocios sucios
Destello azul
La Mano de Fátima El Caso de la Colombiana (2016)
Cuando el río suena
Piedras trae
Bolsas sospechosas
Cinco pétalos
La respuesta está en la uña
Homicida en cámara
Edwin y Yuliana
Cien días
Nudo doble
La noticia en Colombia
Reflexiones de un crimen macabro
Brebaje a la medianoche El Caso del Profesor Nibaldo (2018)
Clases nocturnas
Búsqueda implacable
Paseo en lancha
Peritaje al tórax
Triángulo mortal
Ciencia, tecnología y liderazgo
Malta con sushi
Contradicciones
Juicio oral
“Me encontraron y me mataron”
Agradecimientos
Notas
A Matilda.
Mi dulce guerrera.
Prólogo
La investigación criminal se ha ido transformando cada vez más en un tema de alto interés ciudadano. No solo ya como atención consuetudinaria a las noticias que siempre destacan los aspectos más sensacionalistas de los diversos hechos criminales, sino ya como un atavismo asociado al propósito de construir una mejor vida en sociedad. Con el increíble desarrollo de los sistemas de información y con las nuevas tecnologías comunicacionales, existen hoy en día muchos más medios para informarse en forma directa y relevante sobre hechos que en el pasado se diluían en la memoria social, rodeados de un limitado conocimiento público. Hoy las acciones criminales interesan mucho más por su generalizada incidencia y los riesgos evidentes que representan para cada ciudadano, y por la generalizada conciencia acerca del negativo impacto en la vida social que se asocia a su práctica creciente y generalizada. Por ello, el seguimiento de las investigaciones criminales, dotado con mucho mejores y adecuados medios informativos, se convierte en un legítimo interés y un derecho irrenunciable para el hombre y la mujer medios.
Como un conjunto de saberes interdisciplinarios y acciones sistemáticas integradas para conocer una verdad relacionada con el fenómeno delictivo, la investigación criminal ha ido cobrando creciente importancia en la sociedad. Esta aspira a protegerse adecuadamente de la incidencia del crimen, comprendiendo aquí no solo el crimen violento que envuelve maltrato y hasta el asesinato, sino que también el crimen “intelectual” basado en el engaño y el uso de artimañas de todo tipo para timar a las víctimas y hacerse parte de sus recursos. La investigación criminal comprende el manejo de estrategias que contextualizan el papel de la víctima, del delincuente y del delito como tal, reconstruyendo los acontecimientos y dejando siempre una enseñanza en materia de prevención, como asimismo también en cuanto al debido castigo. Por esa razón, la atención a la investigación criminal ha ido creciendo, puesto que de ella emanan lecciones en el campo de la prevención y control del delito.
Vicente Lago Montejo, en su obra La práctica de la investigación criminal. Inspección técnico-ocular (ITO)1, sostiene que los orígenes de la investigación criminal se remontan al primer fratricidio en la historia de la humanidad, así consignado en la Biblia. El asesinato ocurre por mano de Caín sobre su hermano Abel, y la investigación del hecho, sostiene el autor, se refiere al cuestionamiento hecho por Dios: “¿Dónde está Abel tu hermano?”. Caín mintió y dijo: “No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”. Luego de lo cual el Señor dijo: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la Tierra”.
Esto puede ser considerado solamente una descripción admonitoria sobre la diferencia entre el bien y el mal; pero, más allá, puede leerse como un paradigma de lo que ha sido la investigación criminal a lo largo de la historia humana: la búsqueda del o los responsables por hechos delictivos y que se basa, antes que nada, en el cuestionamiento a los sospechosos, además de la recolección de piezas de evidencia. En el caso bíblico no se menciona al sitio del suceso ni la investigación de evidencias, pero lo que debe recogerse del caso es la investigación emprendida por Dios, para atribuir responsabilidad al implicado principal. Hay que observar este caso como un anuncio de lo que ha sido un factor que ha acompañado siempre al desarrollo humano: la actividad criminal.
Necesitamos aprender más del criminal, de su mentalidad y de los problemas que seguramente, en muchos casos, explican conductas patológicas que causan inmenso daño a los demás. La criminalidad ha acompañado a la civilización y al progreso de la humanidad todo el tiempo, haciéndose siempre más sofisticada y maligna. Varias disciplinas, incluyendo la sociología, la antropología social, la economía y, por cierto, la sicología, han venido uniendo las fuerzas emanadas de sus respectivos campos de conocimiento, para buscar la verdad y tener explicaciones que ayuden a entender la raíz del delito y la imposición del debido castigo, así como en la prevención y tratamiento de la falta. El enorme desarrollo que ha experimentado la criminología, con todos los ingredientes que hoy le proporciona la ciencia y la tecnología, ha ido además constituyendo una batería de mayores fuerzas y conocimientos para buscar la verdad y prevenir. Como lo plantea Lago Montejo, la investigación criminal orienta su esfuerzo a establecer la verdad de los hechos y la responsabilidad sobre los mismos. Por otra parte, la Criminalística estudia un hecho sometido a investigación criminal, con el objetivo de descubrir o comprobar científicamente el delito e identificar al delincuente. El aparato jurídico, por su parte, es el encargado de penar los delitos, para así poder corregir las conductas y castigar a los infractores, una labor que a menudo se cumple con dificultades. Pero todo esto envuelve un sistema aumentado y enriquecido a lo largo del tiempo, casi al mismo tiempo que el crimen ha crecido en todas sus manifestaciones, como producto de la mayor riqueza existente en la humanidad, pero también como resultado de las enfermedades que distorsionan la mente de muchos seres. Dentro de ellas, sin lugar a dudas, figura la violencia que siempre ha existido pero que hoy se practica quizás de un modo más desproporcionado y generalizado.
César Biernay Arriagada nos ofrece en este texto siete relatos sobre hechos policiales chilenos investigados y cerrados de acuerdo a los protocolos policiales y judiciales. Relatos que nos transportan al mundo criminal, con todas sus lógicas y en la plenitud de sus estilos de vida. Muchos de ellos obedecen a crudas descripciones de crímenes cometidos en la siempre esperada impunidad por parte del delincuente, actos que sobrepasan la comprensión de la gente normal y que llevan envuelta decisiones violentas destinadas a arrebatar la vida o causar el mayor daño físico posible. No se intenta en estos relatos desmenuzar los hechos sobre la base de alguna teoría contrafactual. El texto nos refiere los hechos acaecidos y su posterior interpretación sobre la base de la investigación criminal acometida, en el marco de una causa formalmente establecida. De ese modo, el autor describe el escenario y los antecedentes de los hechos punibles. Al contarse con los siete relatos, el lector tiene la oportunidad de establecer comparaciones sobre hechos en esencia similares, pero que se distinguen rotundamente por las características del hechor (o hechores) y las circunstancias propias de la relación entre víctima(s) y victimario(s).
En una descripción que goza de vasta pulcritud literaria, cuidado por los detalles envueltos y respeto por los hechos principales y situaciones circundantes, Biernay nos introduce en cada caso de manera muy apropiada. Es cuidadoso en dar a conocer los antecedentes de las personas envueltas, como asimismo familiariza al lector con el carácter de vida de los personajes, como asimismo respecto a su recorrido laboral o personal. Además, nos sitúa bien en la época correspondiente y en las circunstancias en que la misma colabora a la descripción del caso delictivo. Los personajes son descritos por medio de un destacable estilo literario, al punto de que muchas veces el lector considerará que se trata de entes ficticios salidos de la mente del autor, más que de personas que actuaron en el mundo real y en un país como el nuestro, aunque en distintas circunstancias de tiempo y espacio. Biernay describe el escenario de los hechos y los antecedentes de los principales protagonistas con cuidado y celo descriptivo, para así envolver al lector en la trama de los hechos. Y su relato, novelado y bien escrito como es, coloca al lector en una situación de juez respecto a los hechos y su desenlace.
En la obra de Biernay se incluye un relato que no versa sobre un crimen físico, como el asesinato y/o descuartizamiento que sí se contienen en los otros seis relatos incluidos. Se trata del primer cuento: “El balurdo de los Cuenteros Moyano”, que lleva como subtítulo “El cuento del tío (1946)”. Es destacable, porque ello probablemente constituye la acción criminal más corriente en nuestro medio: el engaño, la mentira y la obtención de ganancias indebidas sobre la base de la buena fe de la víctima. En el pasado lo fue el “paquete chileno”, que se hizo popular más allá de nuestras fronteras y que, como todo este tipo de engaño, radica en buscar a personas confiadas y un tanto cándidas. También típicos actos como la recepción de una inexistente herencia que otra persona se ofrece para cobrarla, obteniendo así ciertos recursos para efectuar los trámites. O como la ya tradicional historia de la venta del cerro Santa Lucía, u otros espacios públicos, a desprevenidos acaudalados visitantes de regiones principalmente. El autor sí nos previene acerca de que este mismo tipo de engaño —superado, porque hay más información y las personas cuentan con un mayor bagaje educativo— tiene ahora versiones más sofisticadas y vinculadas a la moderna tecnología comunicacional. Pero, en el fondo, es el mismo fundamento: personas confiadas que aspiran a obtener una suculenta ganancia de capital producto de una “oportunidad” a la que accede de manera gentil por medio de interpósita persona.
En este trabajo se destaca a lo largo de todos sus capítulos, de manera muy justa y pertinente, la calidad del trabajo detectivesco llevado a cabo por oficiales de la PDI. En todas estas historias los detectives a cargo se destacan por su empeño y gran profesionalismo para encontrar la verdad de los hechos. Eso domina todos los casos descritos, que en realidad obedecen a una selección formulada por el autor sobre la base de un total de casos registrados y debidamente cerrados. Lo importante de destacar es que siempre el empeño policial lleva a la verdad sobre el caso en particular, y que el compromiso casi personal de los oficiales a cargo lleva a resultados que innegablemente son irrefutables y reproducen una lógica investigativa siempre impecable. Junto con aprender el lector que el crimen nunca paga y que el criminal debe afrontar penas ejemplares para así educar duramente a los miembros de la sociedad, también asimila que hay un profesionalismo y un compromiso de los investigadores que llevarán irrefutablemente a la verdad. Todo esto es aún más digno se ser mencionado cuando, en los días presentes, el salto científico y tecnológico de la investigación criminal ha adquirido mucha importancia y notorio desarrollo en nuestro medio.
El trabajo de César Biernay es meritorio. Joven profesional funcionario de la Escuela de Investigaciones, ha llevado adelante un trabajo de búsqueda muy intenso, puesto que los casos envuelven gran cantidad de antecedentes, en base a los cuales ha también ha obtenido información adicional para así completar convenientemente su relato. Con eso ha logrado una obra convincente que se constituye en un segundo aporte en la misma línea de relato, contando con su anterior publicación: Macabros.Esta línea de publicaciones enriquece convenientemente la información que precisa el ciudadano, y se constituye en un claro insumo educativo sobre el crimen y su debido castigo, mediante una sólida y profesional investigación criminal, además de constituir material de importancia para la formación de los nuevos detectives. Además, y como se ha dicho, esta línea editorial también pone de relieve la jerarquía del trabajo policial que se lleva a cabo en Chile, con el aporte decidido de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), y que nos asegura que el delito se investiga con los mejores estándares profesionales, para así dar paso a los procesos judiciales que correspondan sobre la base de los antecedentes elaborados con excelencia profesional. Esta publicación sirve de relevante testimonio a este respecto.
Prof. Luis A. Riveros
Miembro de Número de la Academia Chilena
de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile
Ex rector de la Universidad de Chile
Santiago, 15 de julio de 2021
Prólogo del libro I
“La Ética no es otra cosa que la reverencia por la vida”, señaló alguna vez el médico, ensayista y Premio Nobel de la Paz, Albert Schweitzer. No obstante ello, ese antiguo impulso humano que pretende desconocer sin más la profunda legitimidad del otro en cuanto otro sigue vigente cual salvaje sin control y que, a veces, desatado, termina por quitar el derecho más preciado de toda existencia humana como es la vida misma. Es ahí donde el investigador policial entra en escena para contribuir a rescatar la justicia perdida y cimentar los caminos que conducen a la paz social y a la sana coexistencia humana.
En efecto, la historia de la criminalidad es tan antigua como el hombre mismo. Ahí está para ser revisada y aprender de ella, pues sus hechos nos permiten hurgar en lo más profundo de la conciencia humana y desde ahí tratar de entender al hombre en toda su complejidad. Aun con toda la tecnología logarítmica que ofrece hoy la sociedad de la información, los impulsos humanos que decantan en macabros homicidios constituyen un misterio difícil de resolver.
Pero ahí está el detective para escudriñar en lo más profundo del alma humana y, por medio del saber científico, llegar a la verdad y a la justicia. Por cierto que lo anterior es un reto sublime que jamás se constituye para un investigador policial en una utopía inalcanzable, sino que en un desafío profesional siempre posible y necesario. En cada homicidio no solo hay dolor y desesperanza, sino que también una oportunidad única para aprender y corregir.
Es en este contexto que surge el presente libro. Es un rescate documental que nos ofrece siete espeluznantes casos policiales desde la perspectiva del homicida, de la víctima y del investigador policial, que a partir de las evidencias que ofrece el sitio del suceso reconstruye un pasado que, como tal, se coloca al servicio de la justicia. Lo que hay detrás de estas páginas es un esfuerzo por conocer las complejidades del actuar humano, a fin de motivar la siempre necesaria reflexión.
Pero esta tarea también cumple con el deber de preservar el legado de nuestros antecesores, quienes transmitieron y consolidaron el bello saber inserto en el arte de investigar, a fin de descubrir las certezas ocultas bajo la falsedad, el engaño y la mentira.
Al revisar las páginas de Macabros, el lector se encontrará con siete casos policiales presentados de tal manera que es posible desmenuzar los crímenes en sus partes más pequeñas, identificando sus motivaciones más hondas. Valga eso sí una aclaración en este punto, por cuanto en las siguientes páginas no hay novelados personajes ni descripciones narrativas emanadas del flujo inspirador de Agatha Christie, Ramón Díaz Eterovic o Boris Quercia Martinic. Cada investigación documental aquí expuesta se sustenta en la realidad conforme a una rigurosa bibliografía, así como en entrevistas con los actores relevantes de cada caso criminal, hecho que merece ser especialmente destacado.
El autor revela, además, las particularidades y complejidades de la investigación profesional de los delitos, describiendo los protocolos forenses, las primeras diligencias y los medios de prueba que se han constituido en la evidencia irrefutable en los salones de la justicia. Su pluma nos permite “libar” el bello saber de la profesión del detective. En este escenario, no pretendo detallar las historias de cada caso policial de este texto, pues lo que me mueve es despertar la curiosidad del lector para que pueda observar las luces y sombras de la existencia humana.
El autor detrás de este esfuerzo es un académico con oficio, pero también un funcionario de la PDI motivado en rescatar el aprendizaje acumulado por años de experiencia policial. César Biernay Arriagada es bibliotecario documentalista y profesor de la Policía de Investigaciones de Chile, cualidades que le han permitido documentar y transmitir los aspectos más recónditos de diversos casos policiales chilenos. Estamos frente a un profesional inquieto y curioso, que no solo ha navegado en las aguas de su saber, promoviendo un permanente rescate del patrimonio institucional, sino que también se ha atrevido a cruzar fronteras e ir más allá, avanzando por las sendas de la historia y la literatura.
Macabros es otro fruto de la curiosidad del autor. Es un trabajo digno de destacar y un esfuerzo por reconocer la enorme importancia social que tiene la función del detective. En síntesis, en las páginas que a continuación se despliegan es posible conocer parte de una humanidad herida, pero también un rescate de su dignidad que solo es posible a partir de la justicia y del noble trabajo del detective.
Arturo Herrera Verdugo
Ex Director General de la
Policía de Investigaciones de Chile