Kitabı oku: «Ilargia», sayfa 2
TEJADO
Y el gato miraba la luna.
El perro dejó de ladrar al aparecer en el cielo.
Los lobos la llamaban.
El mundo se quedó quieto, mientras se alzaba imponente.
El resto, celosas, caían en busca de alguien que las amase.
Todos dormían, su luz velaba por ellos.
Al despertar, se había ido dejando la calidez de su hermano.
No hacía falta decir nada, volvería.
FRÍO
Mis manos congeladas.
El fuego ya no sirve para derretirme.
Estoy tiesa, quieta, no puedo moverme.
Nada.
Sin pestañear, sin respirar, sin sentir.
Mirando todo a través de un cristal,
un cristal roto por el frío.
Todo es tan frío...
Que mi corazón palpite en mi pecho,
que la sangre corra por mis venas.
Todo es tan frío...
Que mis manos están congeladas.
DE LLANTO
De llanto escribí estas palabras.
Te amé, pero el amor no es eterno, y menos una vida.
Las lágrimas derretían el papel, y el rímel hacía de tinta.
No quedaban palabras, solo manchas borrosas.
Las caricias se evaporaban, el sabor de tu piel se mezclaba con el chocolate;
tu olor de mi ropa se escapaba, tu fragancia era mi colonia;
las flores se marchitaban por mis lágrimas.
Cuando te diste cuenta de que lloraba, ya era tarde, ya estaba muerta.
VENTANAS
En una de las ventanas veía la luz,
un arcoíris de luces, sombras de vida;
colores marrones que se reflejaban en tus ojos.
Algunas luciérnagas entre la oscuridad, pequeñas bolitas de luz que me decían dónde acababa.
En la otra...
estaba mi verdadera identidad, adornada de faros que no sabían guiarme.
Colores tristes que no se distinguían.
Tu voz que me torturaba.
En el tren solo había extraños.
¿Y AHORA QUÉ?
Los poetas se cansaron,
rompieron sus lápices y trituraron las hojas;
los cantantes cortaron sus cuerdas vocales;
los pintores lanzaron sus pinturas por la ventana;
los escritores mataron a sus personajes;
los fotógrafos rayaron sus lentes;
los arquitectos demolieron sus edificios;
los artistas cambiaron.
El arte había muerto.
DENTRO
Las campanas sonaban a lo lejos.
¿Los pájaros? Sobre nuestras cabezas,
en sus casas de vida.
los peces en el agua;
los mosquitos sobre nuestra piel;
el musgo entre los dedos;
la tierra húmeda bajo nosotros.
Las campanas no se oían;
los pájaros surcaban el cielo,
dentro, más adentro que nunca,
donde nadie nos encontrase,
donde nadie nos salvase.
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