Kitabı oku: «Memoria errante»
Cristina Falcón Maldonado
Cristina Falcón nace en Trujillo (Venezuela), con el Páramo como telón de fondo de su primera memoria. Su estrecha relación con la poeta Ana Enriqueta Terán marca sin duda su primer libro de poemas, Premura sagrada (Caracas 1986). Entre Mérida y Trujillo mantiene contacto con los poetas Ramón Palomares, Raúl Valera, Douglas Bohórquez, Eduardo Zambrano, Margoth Carrillo…
Luego comienza su errancia por el mundo: Bolonia (1988), Granada (1992), Ibiza (1996), Cuenca (2003)… De estos años son El libro de Mathias y Gaia (inéditos).
Ha publicado en la revista literaria Barcarola (Albacete, España) y ha sido incluida en la antología En-obra (poesía venezolana 1983-2008) (Equinoccio, Caracas, 2008).
Parte de su creación está dedicada a los niños, como el libro Caja de Cuentos y Aventuras. De Aventuras por Cuenca (2006) o su colaboración en el suplemento literario Luna de papel. Es directora creativa del estudio Veo Veo Comunicación.
Candaya Poesía, 10
MEMORIA ERRANTE
© Cristina Falcón Maldonado
© Prólogo: Ramón Palomares
Primera edición: enero de 2009
© Editorial Candaya S.L.
Camí de l’Arboçar, 4 - Les Gunyoles
08793 Avinyonet del Penedès (Barcelona)
Diseño de la colección:
Francesc Fernández
BIC: DCF
ISBN:978-84-15934-93-6
Actividad subvencionada por el Ministerio de Cultura y Deporte
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier procedimiento, sin la previa autorización del editor.
Índice
I. Hubo que irse
II. Deriva
III. Regresos
IV. Fronteras
V. Destinos
PALABRAS INICIALES
Ramón Palomares
La angustia, el dolor, la protesta dominan en estas páginas de Memoria errante. La poesía de Cristina Falcón Maldonado se debate en la confrontación de su mundo y su existencia –en difícil devenir–, con ese reino perdido que, cada vez más ajeno y distante, apenas alcanza a dejarle ya borrosas huellas. (Mi lectura en principio se extrañó de encontrar experiencias tan desoladoras en este libro que me resulta una hermosa elegía y, desde mi ser interior le pregunto: ¿De dónde has traído, poeta, esta rama de flores tan dolidas? Tal vez usted me respondiera que la memoria tiene su condición de árbol errante. Podríamos entonces recordar unos versos de un poeta brumoso del México antiguo y prehispánico, algo así como: “No es cierto que vinimos a vivir en la tierra/ sólo vinimos a soñar/ en hierba de primavera vinimos a convertirnos”. Y usted quién sabe si me diría que la memoria la hiere con sus imágenes y sus seres errantes.)
La poeta descubre en su despertar que es una extraña, que su memoria no se reconoce en el entorno, y es entonces cuando, al intentar refundarse en el desconcierto de su nuevo acontecer, inicia la aventura de un rescate de sí misma: volverá a su ser interior, a la sensibilidad que conserva de la tierra donde naciera –un entorno virgen, exaltado en sonidos de modulación silvestre–, a los primeros hallazgos y sorpresas, a los seres dulces y afectuosos que, verdaderos guardianes de su interioridad, la han acompañado siempre. (Poeta Cristina, quiero decirle en estas breves líneas que creo en su poesía y tengo fe en su condición creadora, no importa de qué madeja venga, de cultivo esmerado -seda o lino- o de algodón silvestre como el que hallamos tantas veces en nuestras sierras. Su Memoria Errante es bella y profunda: ¡cómo irradian esos personajes de ausencia doliente, cómo se iluminan aquellos lugares sagrados que los ojos guardan en lo imposible! Allá están, desandando riscos y hondonadas que el tiempo y la errancia han respetado, los espacios que, en el sufrimiento y la alegría, usted y yo, y muchos, muchos hasta el fin compartimos.)