Kitabı oku: «La Vida en la Casa del Padre», sayfa 3

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La cuestión de quién ha de ser tratado como un creyente puede ser de lo más pertinente en el asunto de la disciplina de la iglesia (véase el capítulo 8). Si un “hermano” o una “hermana” está viviendo un estilo de vida pecaminoso y rehúsa responder a la confrontación privada, entonces la iglesia tiene la orden dada por Dios de tratar con el pecado (Mt. 18:15-17; 1 Co. 5). Pero, ¿cómo sabemos si una determinada persona que asiste es un “hermano” o una “hermana” sin un sistema por el cual la persona puede, de manera oficial, unirse a la iglesia o rechazarla? Y, ¿cómo podemos poner fuera de la iglesia oficialmente a la parte ofensora, si nunca ha entrado en ella oficialmente? Si las personas que han de ser tratadas como no creyentes cometen pecado, nuestra respuesta a eso no sería excomulgarles, sino evangelizarles.

Las consideraciones legales también entran en juego con respecto a la disciplina de la iglesia. En los últimos años varias iglesias han sido demandadas por personas a las cuales se les ha nombrado desde el púlpito y han surgido preguntas sobre la legalidad de la disciplina de los no-miembros.22 A la luz de estos acontecimientos recientes, probablemente no es prudente ejercer el proceso disciplinario sobre aquellos que no son miembros. Así que, si los líderes de la iglesia permiten que un porcentaje alto de su rebaño sean no-miembros, se pueden ver grandemente maniatados cuando una de esas personas cae en pecado. Pueden ser incapaces de obedecer varios mandatos importantes de la Escritura, se verán impotentes para quitar del cuerpo la influencia ruinosa de una persona inmoral o que causa divisiones.

La membresía hace que la iglesia local refleje mejor la iglesia invisible. Este punto es similar al anterior, pero tiene una naturaleza más teológica. R. B. Kuiper lo expresó de manera clara y elocuente:

La iglesia visible es gloriosa a medida que refleja la iglesia invisible. La visibilidad y la invisibilidad son dos aspectos de la única iglesia de Jesucristo. Por esa simple y determinante razón, la iglesia visible debe ser una manifestación de la iglesia invisible. Hay que admitir, no obstante, que la semejanza de la una a la otra nunca es perfecta. Pero en algunas ocasiones la iglesia visible no es más que una simple caricatura de la iglesia invisible; entonces no es gloriosa. En muchísimas otras ocasiones la iglesia trata de reflejar en forma muy tenue la iglesia invisible; entonces su gloria es opaca. Por la gracia de Dios hay también ocasiones en las cuales la iglesia visible emula con claridad a la iglesia invisible; tal iglesia es ciertamente gloriosa.23

Por causa de su testimonio ante el mundo, la iglesia local debería parecerse tanto como fuera posible al cuerpo espiritual de Cristo, el cual disfruta de una unidad perfecta (Juan 17:22-23), de una sumisión incondicional a Él (Ef. 5:22), y de una estabilidad absoluta (Mat. 16:18). Eso significa que no se le debería permitir unirse a la iglesia a nadie que niega el evangelio, pero también significa que todo aquel que es parte de la familia espiritual de Dios debería ser un miembro de la iglesia local. Si ese fuera el caso, aquellos que sólo asisten a la iglesia de vez en cuando con corazones insinceros no serían considerados parte de la iglesia con tanta frecuencia como sucede en nuestros días. También tendrían menos probabilidades de manchar la reputación de la iglesia ante el mundo llamándola “mi iglesia” mientras están viviendo vidas impías.

Dos razones finales apoyan el hecho de que es sabio para los líderes de la iglesia enfatizar la membresía.

1) La membresía promueve la participación de aquellos que están en la “periferia” de la iglesia. Esto es especialmente cierto cuando comprenden que deben tomar una decisión entre estar comprometidos o no comprometidos. Un énfasis en la membresía provee una vía para que las personas den un gran paso en su santificación al trasladarse desde “la multitud” a la “congregación”. También es más probable que sirvan en la iglesia cuando han hecho la inversión de un compromiso de membresía. Como dijo Jesús, “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt. 6:21; Lc. 12:34).

2) La membresía provee una oportunidad para educar a las personas acerca de la naturaleza y los distintivos de la iglesia. Esto librará a las personas que están involucradas regularmente de ser ignorantes en asuntos tales como la disciplina de la iglesia y los dones espirituales, incluso cuando no son discutidos frecuentemente desde el púlpito. En nuestras iglesias, hemos encontrado que las personas pueden asistir durante un largo período de tiempo antes de que se les enfrente a algunas doctrinas concretas de suma importancia, simplemente porque esas verdades no han surgido en la exposición bíblica por largo tiempo. Así que nosotros consideramos el proceso de la membresía como un ingrediente vital en nuestros intentos por amonestar “a todo hombre, y [enseñar] a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Col. 1:28).

Los Privilegios del Compañerismo

Carlos Spurgeon en una ocasión le contó a su congregación esta historia con respecto a la membresía de la iglesia:

Me acuerdo muy bien de cómo me uní a la iglesia después de mi conversión. Yo mismo me forcé a ello al decirle al ministro (que era poco estricto y lento, y después de haber intentado hablar con él en cuatro o cinco ocasiones sin poder verle), que ya había cumplido con mi deber. Y que si él no me recibía, yo convocaría una reunión de la iglesia y les diría que había creído en Cristo, y les preguntaría a ellos si me querían admitir.24

¿Por qué estaba el joven Spurgeon “aporreando la puerta” de la iglesia para entrar en ella? Sin duda, él sabía que el compromiso con una iglesia local y la obediencia a los líderes eran necesarios para su crecimiento espiritual, y temía enormemente al Señor que había dictado esos mandamientos. Pero también puede haber habido otra razón imperiosa para que él forzara su camino hacia la membresía en la iglesia: los beneficios que obtendría siendo parte de ella.

La membresía de la iglesia no es sólo un compromiso por parte del miembro con la iglesia, sino que también es un compromiso de la iglesia para con el miembro. Tanto la iglesia como un cuerpo, como sus líderes, se comprometen a cuidar del miembro proveyendo las siguientes ventajas:25

Oportunidades ministeriales . El liderazgo, la enseñanza, el evangelismo, el manejo de los fondos, la música, el cargo de ujier, e incluso las tareas aparentemente mundanas como el cuidado de la guardería, y el mantenimiento del edificio, deberían ser realizados por aquellos que aman a Cristo y están comprometidos con la iglesia. Esto es así porque los miembros del cuerpo son dotados por el Espíritu con el propósito de llevar a cabo la obra del ministerio (1 Co. 12; Ef. 4:11-16). Una manera de asegurarse de que eso sucede es haciendo de la membresía un requisito necesario para tal servicio. Muchas iglesias hacen justamente eso; así que en muchos casos, aquellos que rehúsan convertirse en miembros están diciendo básicamente que no están dispuestos a cumplir los ministerios para los que pueden haber sido dotados por Dios. Por otro lado, aquellos que son miembros tienen la libertad de obedecer a Dios en cualquier manera que Él les llame a servir.

Servicios útiles. Una iglesia que conocemos tiene un ministerio de orientación bíblica dotado de más de veinte hombres y mujeres cualificados para aplicar las Escrituras a los cuidados del alma. Han sido tantas las personas que han expresado un deseo por recibir este servicio que la iglesia ha tenido que limitar el acceso a recibir este ministerio solamente a los miembros. De la misma manera el personal pastoral agotado por el trabajo, a menudo tiene que tomar decisiones respecto a quien pueden ofrecer su tiempo, y aquellos que son miembros tienen prioridad sobre los que no lo son. La iglesia incluso se ha visto forzada a limitar las bodas en sus edificios a los miembros debido a la gran demanda y a lo limitado de su personal.

Puede ser que todas las iglesias no estén tan abrumadas como lo está ésta, pero es probable que muchas se encuentren en una situación similar. Y otras iglesias pueden incluso decidir (como lo hemos hecho nosotros en algunos casos) limitar intencionadamente sus servicios a los miembros con el propósito de animar a los creyentes a tomar ese compromiso. De cualquier manera, en muchos cuerpos locales aquellos que se han comprometido oficialmente encuentran que les resulta más fácil ser ministrados por la iglesia.

Responsabilidad amante. Otro beneficio de pertenecer a una iglesia local es que se nos pueden pedir responsabilidades ante sus líderes y miembros según el proceso de disciplina eclesiástica mencionado anteriormente en este capítulo. La posibilidad de ser amonestados por nuestro pecado o de ser puestos fuera de la iglesia es algo que de manera natural no vemos como beneficioso, pero esto es así sólo porque nuestro punto de vista está nublado por nuestra carne pecaminosa. Realmente deberíamos recibir con agrado e incluso buscar tal responsabilidad, porque es una herramienta poderosa que Dios usa para moldearnos a la imagen de Su Hijo.

La amonestación es un acto de amor que beneficia enormemente al amonestado, e incluso la disciplina más severa es llevada a cabo por el bien del ofensor. Considera estos versículos:

Que el justo me castigue, será un favor, Y que me reprenda será un excelente bálsamo. (Sal. 141:5)

No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; Corrige al sabio, y te amará. Da al sabio, y será más sabio; Enseña al justo, y aumentará su saber. (Pro. 9:8-9).

El que ama la instrucción ama la sabiduría; Mas el que aborrece la reprensión es ignorante. (Pro. 12:1)

El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; Mas el que escucha la corrección tiene entendimiento. (Pro.15:32)

Mejor es reprensión manifiesta Que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece. (Pro. 27:5-6)

El tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. (1 Cor. 5:5).

De los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar. (1 Tim. 1:20)

Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. (Heb. 12:5-6)

La responsabilidad y la amonestación por parte de otros creyentes pueden tener lugar en nuestras vidas si no somos miembros de una iglesia, pero como tratamos anteriormente, las últimas fases del proceso con frecuencia no pueden llevarse a cabo. De tal manera que si nosotros persistiéramos en algún pecado (¡Dios nos libre!), todos los medios que Dios ha diseñado para sacarnos del pecado no estarían a nuestra disposición. Así que, en efecto, el no estar dispuestos a unirnos a una iglesia local equivale a decir que no estamos interesados en la responsabilidad ante Dios en nuestras vidas.

Considerando los privilegios de la pertenencia a la iglesia local, toda persona que no es miembro de una debería estar “aporreando la puerta” para entrar. La suma del mandato para comprometernos con la iglesia y nuestra obligación de obedecer a nuestros líderes, nos lleva a ver por qué la membresía no es una mera opción para un verdadero creyente. Por esto es certero decir que en un sentido aquellos que rechazan la membresía de la iglesia “se tratan a sí mismos como no-creyentes” (especialmente después de haber sido enseñados en las verdades anteriores), porque son voluntariamente desobedientes a los mandatos de Dios y se niegan a sí mismos neciamente los beneficios de la comunidad de Dios.

Eric Lane dice que la relación de un creyente con la iglesia es análoga a un matrimonio. Compara a los cristianos que rechazan la membresía de la iglesia con un hombre y una mujer que meramente se declaran a sí mismos casados y se ponen a vivir juntos sin someterse jamás a una ceremonia legal de matrimonio.

Han pensado sólo en sí mismos y no en la sociedad de la cual forman parte. El matrimonio es un asunto público, porque, por mucho que algunos individuos lo consideren un asunto privado, los demás miembros de la sociedad tienen el derecho de saber quien pertenece a quien y quien es el esposo o la esposa de quien. Una sociedad en la que todo el mundo se comportara como esta pareja sería un caos absoluto. Por otra parte, su egoísmo rebota sobre su propia cabeza, porque al rehusar registrarse como matrimonio, se excluyen a sí mismos de ciertos beneficios que el estado otorga a las personas casadas.26

Tomando la misma analogía del matrimonio, necesitamos honrar a Cristo siendo Su esposa en todo sentido, externamente tanto como internamente, de manera visible tanto como invisible, y oficialmente en la iglesia local tanto como espiritualmente en el cuerpo universal.

Preguntas para la plática y la aplicación:

1. ¿Piensas que las iglesias deberían tener un listado de membresía, y un proceso por el cual las personas se pueden unir a la iglesia? ¿Por qué o por qué no?

2. Si tu iglesia tiene un listado de miembros, ¿estás tú en él? ¿Por qué o por qué no?

3. ¿Qué votos de membresía o qué compromisos hiciste tú cuando te hiciste miembro, o harías si te hicieras miembro? ¿Cómo piensas que el hacer esos votos podría afectar a tu vida?

4. ¿Cuáles son algunas maneras en que tú has vivido esos votos en el cuerpo, y cuáles son algunas maneras en que planeas hacerlo en el futuro?

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Escogiendo una Buena Iglesia

Cuando los cristianos comprenden la importancia de la iglesia y buscan una en la cual involucrarse, con frecuencia caminan hacia una plétora de posibilidades. El número estimado de denominaciones que afirman formar parte de la religión cristiana en todo el mundo era en 1980 de 20.800,27 y sin duda, ese número ha crecido desde entonces. En muchas comunidades americanas, hay más iglesias que escuelas, tiendas de comestibles, o incluso restaurantes. (En algunas ciudades del Sureste, ¡parece haber más iglesias que la suma de esas tres otras cosas!)

Así que, comprender la importancia de la iglesia y de la membresía no es el final de la guerra para muchos creyentes; luego tienen que luchar la batalla terrible de encontrar una iglesia en la cual puedan adorar y servir a Dios. La Grace Community Church (Iglesia Cristiana Comunitaria) y el ministerio Grace to you (Gracia para ti), reciben más de trescientas cartas cada mes con preguntas acerca de la Biblia o expresando necesidades personales. Con mucho, las peticiones más frecuentes son las de recomendaciones de iglesias o las de consejos sobre cómo encontrar una buena iglesia.

Este capítulo tiene el propósito de ayudar a tales personas a saber qué cosas buscar en una iglesia local. Para aquellos de nosotros que ya estamos involucrados en buenas iglesias, también nos proveerá un patrón por el cual podremos juzgar la calidad y el progreso de esos cuerpos. Tendremos una buena idea de lo que debe ser una iglesia local mirando atrás a los primeros cristianos en Jerusalén. Hechos 2:42-47 describe a aquellos creyentes de esta manera:

Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

La iglesia primigenia descrita en este pasaje tenía éxito en todas las áreas. Era efervescente, agradable a Dios, y creciente a pasos agigantados. Por lo tanto podemos aprender mucho de ella. También, porque encarnaba los principios que se enseñan a lo largo de todo el Nuevo Testamento y que son aplicables a todas las iglesias de todos los tiempos, sabemos que nuestros cuerpos eclesiásticos de hoy pueden llegar a ser como ella en sus énfasis y su filosofía.

Para que no haya ningún malentendido, no estamos diciendo que deberíamos ni que podemos hacer todas las cosas exactamente de la manera en que lo hacía la iglesia en Jerusalén. Había diferencias incluso entre las distintas iglesias en los tiempos del Nuevo Testamento, y creemos que hay lugar para las diferencias entre las iglesias de nuestros días. No se puede esperar de nosotros que copiemos su ejemplo en cada detalle. Si lo hiciéramos, deberíamos tirar nuestros trajes, suéteres, y vestidos y comprar túnicas; deberíamos dejar de hablar español y aprender griego o arameo; deberíamos vender nuestros coches e ir andando a todas partes, con sandalias en nuestros pies y no zapatillas Nike ni zapatos de tacón.

Así que Dios no quiere que hagamos todas las cosas como lo hacía la iglesia primigenia,28 pero sin duda hay algunos rasgos que deberían caracterizar también a la iglesia del siglo XXI. Estas se podrían resumir diciendo que una buena iglesia local exhibe una devoción a la enseñanza de los apóstoles, un enfoque centrado en Dios, y un interés amante por las necesidades de las personas. La presencia de esas características hizo apasionante y efectiva a la iglesia primigenia, y las mismas deben estar presentes en cualquier iglesia en nuestros días para que sea verdaderamente exitosa a los ojos de Dios.

Una Devoción a la Enseñanza de los Apóstoles

La primera característica de la iglesia primigenia que se menciona en Hechos 2:42, y el rasgo más fundamental que ha de tener cualquier iglesia que honre a Dios, es una devoción continua a la enseñanza de los apóstoles. La iglesia del Nuevo Testamento fue fundada como resultado directo de la enseñanza de los apóstoles (Hch.2:14-41), y después nuestro texto dice que los creyentes en Jerusalén “perseveraban” en ella. La palabra griega traducida como “perseveraban” (proskarterountes), significa literalmente “ser fuerte hacia”. Eso nos dice que los primeros creyentes se dedicaban de todo corazón y perpetuamente a la enseñanza de los apóstoles; también puede significar entusiasmo e interés en ello.

La palabra griega traducida como “enseñanza” (didache) engloba tanto el contenido como la manera de la enseñanza de los apóstoles. El entender ambas cosas de manera plena nos ayudará a evaluar cualquier iglesia de nuestros días.

El Contenido de la Enseñanza Apostólica

¿Qué enseñaron los apóstoles exactamente? Encontramos la respuesta a esa pregunta en el resto del libro de los Hechos, y en el resto del Nuevo Testamento, porque todo él fue escrito por los apóstoles o por aquellos que trabajaban con ellos. También se encuentran en todo el Antiguo Testamento, porque esas eran las Escrituras inspiradas que los apóstoles estudiaban y de las que enseñaban. Hechos 17:2 dice que Pablo fue según su costumbre a la sinagoga de los judíos y durante tres sábados razonó con ellos basándose en las Escrituras. Las Escrituras que él tenía en aquel momento eran el Antiguo Testamento.

Así que la enseñanza apostólica es todo lo que está contenido en la Palabra de Dios, o “todo el consejo de Dios”, como lo pone Pablo en Hechos 20:27. Esto incluye la verdad acerca del carácter de Dios: la soberanía de Dios, la justicia de Dios, el amor de Dios, el poder de Dios, la gracia de Dios, y la omnisciencia de Dios. Incluye la verdad acerca de la elección, la predestinación, la justificación, la redención, la gracia irresistible, la perseverancia de los santos, el pecado, la justicia, la salvación, el juicio, el perdón, el nacimiento virginal de Cristo, la vida sin pecado de Jesucristo, la expiación sustitutoria, Su gloriosa resurrección, y Su ascensión a la diestra de Dios el Padre.

La enseñanza apostólica también incluye amonestaciones prácticas e instrucciones sobre el matrimonio, las finanzas, las relaciones empleador-empleado, las relaciones padre-hijo, las misiones, y la manera de responder a las autoridades. En resumen, la enseñanza apostólica incluye “todas las cosas pertenecientes a la vida y a la piedad” (2 Pe. 1:3). Así que cuando abordamos cualquier tema que cae dentro de la categoría de “la vida y la piedad”, el asunto principal no es qué es lo que dicen los grandes teólogos de la iglesia, no es lo que dice la tradición, no es lo que dicen las personas educadas de nuestros días, y tampoco es lo que dicen los predicadores muy conocidos de la iglesia. En lugar de eso, el asunto es ¿qué es lo que dice la Palabra de Dios? De eso es de lo que se ocupaba la iglesia primigenia, y ese debe ser el énfasis de nuestras iglesias hoy. John MacArthur ha escrito:

La función principal de la iglesia es proclamar la Palabra de Dios. He oído a personas criticar a la Grace Church (Iglesia de la Gracia) diciendo: “Hay demasiada predicación y enseñanza en la Grace Church, y no lo suficiente de otras cosas.” ¡No puedo ver cómo puede haber nunca demasiada predicación y enseñanza! Eso podría suceder si todas las personas conociesen todo sobre la revelación de Dios, pero eso es imposible. La razón por la que ponemos tanto énfasis en la predicación y la enseñanza es que ellas ayudan a que las demás cosas sucedan. Debemos saber lo que la Biblia dice acerca de algo antes de que podamos saber cómo actuar. No sabremos como adorar, orar, evangelizar, disciplinar, pastorear, adiestrar, o servir, a menos que sepamos lo que dice la Palabra de Dios.29

Una buena prueba de la solidez de una iglesia en particular es si podría estar expuesta a esa clase de crítica (que hay “demasiada enseñanza”). Si ese es el caso, la iglesia probablemente comprende la importancia de comunicar la verdad y se ha comprometido con ese énfasis bíblico. Otra buena pregunta que se puede formular para evaluar una iglesia es si la enseñanza allí incluye todas las verdades enumeradas anteriormente. Si es así, ese cuerpo probablemente está haciendo un esfuerzo coordinado por darle a la enseñanza apostólica el lugar al que tiene derecho.

La Manera de la Enseñanza de los Apóstoles

¿Cómo enseñaban los apóstoles? Podemos vislumbrar la manera de su enseñanza en el sermón de Pedro registrado en Hechos 2:14-36, y deberíamos desear formar parte de una iglesia que practica el mismo tipo de enseñanza. El mensaje de Pedro fue efectivo y agradable a Dios debido a las siguientes características:

Era relevante. En los versículos 14-15, Pedro comenzó su sermón relatando los eventos que ocurrieron en su audiencia y en el entorno de la misma. Respondió a las preguntas que le estaban haciendo y proveyó la información específica que necesitaban para entender la situación que estaban viviendo.

Era bíblica y expositiva. En los versículos 16-21, 25-28, y 34-35, Pedro citó pasajes del Antiguo Testamento. Luego procedió a explicar el significado de todos aquellos pasajes e hizo una aplicación de los mismos a las vidas de sus oyentes.

Era Cristo-céntrica. El tema central del mensaje de Pedro era la persona y la obra de Jesucristo (vv. 22ss.), y el mismo tema dominó toda la predicación subsiguiente de los apóstoles (cf. 1 Co. 2:2; 15:1ss.; 2 Co. 4:5; Col. 1:28).

Era específica y personal en cuanto a su aplicación. Pedro se dirigió directamente a sus oyentes, diciendo: “vosotros mismos sabéis” (v. 22), “vosotros matasteis clavándole [a Cristo] en una cruz” (v. 23 RVA), y “sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis…” (v.36). El no se limitó meramente a darles una charla sobre unos hechos, sino que trató vigorosamente de dejar una impresión de esa verdad sobre sus almas.

Era autoritativa. Pedro no se limitó simplemente a compartir su opinión para que la audiencia la considerase. El declaró con atrevimiento los hechos innegociables del evangelio. Les ordenó “escuchar” la verdad acerca del hombre que había sido “aprobado” (o avalado) “entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales” (v. 22).

Era resueltamente con propósito. Sus palabras tenían el designio de persuadir a aquellos que le oyeron; él quería producir un efecto en ellos por medio del poder del Espíritu Santo, e incitarles a actuar sobre la verdad que escuchaban (v. 37 ss.).

Ese era el tipo de enseñanza que los apóstoles presentaron a la iglesia primigenia, y a esta clase de enseñanza es a la que se consagraron continuamente. Aquellas personas no se reunían para ser entretenidas; no se reunían para hablar de sus sentimientos en una especie de sesión de “terapia de grupo”; no se reunían para discutir sus opiniones o exhibir de alguna manera su ignorancia; y tampoco se reunían para contemplar las ideas de Sócrates, Epicuro, Platón, o cualquier otra autoridad secular. Más bien se reunían con la intención primordial de aprender de la enseñanza de los apóstoles.

Además, los primeros cristianos examinaban todo a la luz del modelo de los apóstoles. Cualquier creencia o práctica que no estaba de acuerdo con él, era rechazada inmediatamente, y cualquier organización religiosa que no se atenía al mismo era considerada una iglesia falsa.30 Juan escribió lo siguiente en su nombre propio y en el de los demás apóstoles:

Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.(1 Jn. 4:1-6)

Efesios 2:20 dice que la iglesia ha sido edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.” En nuestros días ya no hay más apóstoles ni profetas: el fundamento de su enseñanza ya ha sido asentado y no necesita ser asentado de nuevo. Pero debemos asegurarnos de que la iglesia se conforma al fundamento que ha sido puesto por los apóstoles. Si un edificio ha de permanecer en pie, debe tomar la forma de su fundamento: si una iglesia en nuestros días ha de pasar la prueba de la Palabra de Dios, debe adherirse completamente a la enseñanza de los apóstoles.

En 1 Timoteo 6:20, Pablo le dijo a su joven protegido, Timoteo, que entonces pastoreaba la iglesia en Éfeso: “guarda lo que se te ha encomendado, evitando… los argumentos de la falsamente llamada ciencia.” Y en su segunda carta a Timoteo, Pablo escribió:

Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. (2 Tim. 4:1-4)

En este pasaje Pablo habla de personas que amontonan para sí mismos maestros que les digan lo que ellos quieren escuchar. No quieren escuchar la enseñanza de los apóstoles, pero quieren escuchar la idea o la filosofía más nueva, o la moda del mundo que les haga sentir mejor respecto de sí mismos y de sus estilos de vida. Pero ese no era el caso de la iglesia de Jerusalén descrito en Hechos 2, y no debe ser el caso en nuestras iglesias hoy. Una buena iglesia es aquella en la que la gente desea y responde a una enseñanza y predicación bíblicas, y donde los líderes están comprometidos con proveerles eso de manera regular y perpetua.

Desafortunadamente, nuestras iglesias hoy en día a menudo le dan a la Biblia la autoridad titular en lugar de darle la autoridad funcional. Muchos de ellos relegan la Palabra de Dios a un papel semejante al de la Reina de Inglaterra. La Reina tiene el título de gobernante, pero participa muy poco en las decisiones del gobierno del país. El verdadero poder y la influencia residen en el Primer Ministro y en el Parlamento. De manera similar, muchas iglesias de hoy despliegan de una manera prominente la Biblia y afirman creer en ella, pero cuando se trata de las funciones cotidianas de la iglesia, la Biblia no es su autoridad final. Así que, cuando consideramos nuestro compromiso con una iglesia en particular, necesitamos averiguar si está caracterizada por practicar la Palabra o simplemente por oírla (Stg. 1:22-25). Como escribió Calvino con respecto a Hechos 2:42,

¿Buscamos la verdadera Iglesia de Cristo? Aquí se describe el retrato de su vida. El comienza con la doctrina, que es el alma de la Iglesia. No nombra la doctrina de ninguna clase, sino la de los apóstoles, que el Hijo de Dios ha entregado en las manos de ellos. Por lo tanto, dondequiera que suena la voz pura del Evangelio, donde los hombres permanecen en la profesión de la misma, donde se aplican a escucharla regularmente para ser beneficiados por ella, allí, sin duda alguna, está la Iglesia.31

Un Enfoque Centrado en Dios

Hechos 2:43 dice que en la iglesia de Jerusalén “sobrevino temor a toda persona”. El poder de la enseñanza de los apóstoles y las numerosas señales y prodigios realizados entre el pueblo afectaron profundamente a la actitud de ellos hacia Dios. Un comentarista observa: “La convicción de pecado que siguió a la predicación de Pedro no fue un pánico momentáneo, sino que llenó a las personas con un sentido de sobrecogimiento duradero. Dios estaba obrando en ellos; ellos estaban siendo testigos del amanecer de una nueva era.”32 El sobrecogimiento de las personas estaba dirigido hacia Dios, por supuesto, y este asombro se podría llamar de manera más precisa “un temor respetuoso”. La palabra griega traducida como “temor” es phobos, que casi siempre se traduce como “temor” en el Nuevo Testamento (cf. Hch. 5:5, 11).

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