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Buitrago actor

Guillermo Buitrago incursionó igualmente en el teatro. Se presentó en una obra en el Colegio Santa Teresa, de las Hermanas de la Presentación, titulada Bajo unas palmeras. Actuó con Ana Joaquina Gastelbondo, que hizo el papel de cantante, mientras que en un bote, con un fondo lleno de palmeras, mar y aves, remaba “El Mono” Buitrago. La obra fue presentada varias veces y gustaba, pero no llenaba en nada las aspiraciones de Guillermo.

Definitivamente “no le jalaba a eso”. El bote no era su vocación. Si le hubieran dado una guitarra, el remero seguramente hubiera cantado.

El Garcípolo

Guillermo Buitrago fue una persona de pocas bromas. Sin embargo, no escapó a ellas. Una muy recordaba aún, ocurrió en casa de Manuel Meza Fonseca, en el callejón Enciso, entre calles Santander y Magdalena.

El 16 de enero, cumpleaños de Alicia, Pablo, su hermano mayor, regresó de la finca en donde había estado de cacería con unos amigos, comentaba Arturo, hijo del viejo Meza. Encontró una agradable reunión, amenizada por Bienvenido Martínez y Guillermo Buitrago. A eso de las once o doce de la noche, cuando todos disfrutaban de la fiesta y estaban en lo mejor, a Pablo se le ocurrió organizar un sancocho con la presa que había traído de la cacería.

La presa era un pájaro grande, apetecido por la familia, un Garcípolo que había apartado, premeditadamente, para que se lo comiera Buitrago. Guillermo degustó el plato mientras los otros, entre risas y chistes, empezaron a llamarlo Garcípolo, no solo por habérselo comido, sino porque ambos (el pájaro y Buitrago) tenían una característica común: los dos tenían el cuello largo. Al principio Guillermo quiso molestarse, pero finalmente aceptó la broma, como aceptó también repetir del suculento sancocho.

Es posible que haya aceptado la broma, termina diciendo Arturo, por la amistad tan familiar que los unía a ellos, especialmente con don Manuel y Marcelina Jerónimo, a quien cariñosamente llamaban Chela.

Extraño episodio en su vida

Siendo inspectora de educación en Ciénaga Helena Esther Castañeda Rada, reunió en aquella época a los dos distintos colegios de la ciudad con el propósito de realizar una verbena para recolectar fondos con destino a una obra benéfica. Para garantizar el éxito del festejo, contrató al artista de moda, Guillermo Buitrago, quien amenizó la reunión bailable.

Cuando la actuación terminó, la inspectora de educación le preguntó cuánto le iba a cobrar por la presentación, Buitrago textualmente contestó: “A una mujer tan bonita, tan amable y tan dinámica como usted, no se le puede cobrar”.

El episodio parece intrascendente: una anécdota más en la vida del cantautor cienaguero, un gesto amable de alguien que hacia su aporte a una obra de beneficio social, colectivo, para su entrañable tierra, muy en la línea de un hombre servicial y sin afanes desmedidos de lucro.

El 2 de diciembre de 1967, diecinueve años después de la reunión bailable, el hijo de Guillermo Buitrago y la hija de la inspectora de educación, Isabel Elena Romero Castañeda, contrajeron matrimonio en la parroquia de Santa Bernardita de Barranquilla. El destino o el azar siempre juegan con cartas marcadas. Sus designios nadie puede borrarlos.

Nadie podrá negar que el ambiente artístico musical de la Ciénaga de la juventud de Buitrago favoreció su crecimiento como cantautor. Tampoco puede soslayarse que el declive de la primera emisora de Ciénaga, tan útil en su corta carrera, fue un indicio temprano del fin de una época de lujos, fiestas, pasiones y esplendores. El primero golpe provino del cierre forzado del mercado bananero durante los años de la Segunda Guerra Mundial, que sumió a Ciénaga y sus élites en un sopor semejante a la muerte, muy a pesar del plan de obra que el gobierno de Eduardo Santos autorizó para ocupar a miles de brazos caídos de la región bananera, incluida Santa Marta, sede del puerto y el ferrocarril. El segundo, dos décadas después, corrió por cuenta del traslado de la compañía bananera a la región de Urabá, en Antioquia, en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970): un golpe mortal para la deprimida economía cienaguera.

Buitrago en Santa Marta

Al final de los años treinta, o tal vez a principios de los cuarenta, Guillermo Buitrago llegó a la ciudad de Bastidas, la capital del departamento del Magdalena.

La ciudad sufría el cierre de los mercados externos debido a las hostilidades bélicas de la Segunda Guerra Mundial. Las exportaciones de banano habían cesado y en la ciudad, como Ciénaga y los pueblos de la Zona Bananera, muchos trabajadores que dependían del movimiento de la fruta (operarios y mecánicos del tren, portuarios, obreros de la construcción, entre otros) estaban cesantes. El gobierno colombiano, en cabeza de Eduardo Santos, había autorizado un plan de obras públicas para Santa Marta y el Magdalena (Ciénaga, Fundación) que, en parte, ayudaban a absorber parte de la mano de obra desempleada.

Demetrio Daniel Henríquez Pereira, profesor de historia de Colombia, que había sido trasladado de la Escuela de Segunda Enseñanza de Ciénaga al Colegio Industrial de Santa Marta, fue quien llevó al joven Buitrago a Radio Magdalena y lo relacionó con el profesor José Manuel Conde Campo, fundador y propietario de la emisora, que operaba en pleno centro de Santa Marta.

Darío Torregrosa Pérez, ya fallecido, celoso protector y asesor de los intereses de Guillermo, se encargó de presentarlo en el programa Antenas del Espíritu, que se transmitía los jueves, a las 7 de la noche, después del radio-periódico La Voz de la Victoria y el programa cívico La Media Hora del Pueblo.

Fue recibido con entusiasmo por la audiencia samaria. En Antenas del Espíritu, donde también leía cuñas, fue bautizado definitivamente como artista en las modalidades de la guitarra y la canción, algo muy significativo venido de una ciudad y un público entendidos en la música, tanto la culta como la popular. Allí deleitó a los oyentes durante el tiempo que duró el programa. Estuvo secundado por Julio Bovea Fandiño, Efraín “El Ronco” Torres, como guitarras acompañantes, y José “El Cheque” Rodríguez en la guacharaca.


Foto: Radio Teatro de la emisora Radio Magdalena, Santa Marta

En aquella emisora, la vieja Radio Magdalena, trabajaba Ariel Moreno, encargado de los transmisores. Rafael Bermúdez Benítez, Juan Tovar Noriega y Jorge Olarte Blanco eran los locutores de plantas. En los controles (hoy operadores de audio) estaban Enrique Roca Elías y Máximo Martínez Hernández, el popular Amiguito.

El apodo de Amiguito se originó por la forma como Buitrago acostumbraba llamar a Máximo Martínez. Cuando llegaba a la emisora solía decirle cordialmente: “Hola, amiguito”. Tratamiento que usaba cuando se despedía o se encontraban en alguna parte: “Hasta luego, amiguito”, “¿Cómo estás, amiguito? El término se generalizó y se volvió costumbre entre los compañeros de Máximo seguir llamándolo así. Amiguito murió en Santa Marta, el 12 de marzo de 1998, de infarto cardíaco. El patrocinador del programa Antenas del Espíritu era la Farmacia Tropical, de Ambrosio Zabaraín Díazgranados.

Buitrago, antes de ir a la emisora, llegaba a casa del “General” Rovira, cienaguero radicado en Santa Marta. Casado con Aída Mercado, vivían cerca de la emisora. Guillermo pasaba a cambiarse, como también, a tomar los alimentos; otras veces se quedaba a dormir en la casa del General, que entre cosas no era ningún general, pero decía haber combatido en la Guerra de los Mil Días. Razón suficiente para que sus amigos determinaran ascenderlo a general sin haber sido coronel.

5. En memoria de este ilustre educador baranoero, fallecido en Ciénaga el 28 de marzo de 1957, a la edad de 67 años, el colegió pasó a denominarse Instituto Víctor Manuel Gallardo, según constas en la Resolución N°0235 de febrero 2 de 1962.

Capítulo IV
Algunas de sus obras
Falsa caricias

Romántico y poeta, Buitrago vivía las penas y lo mataban las preocupaciones. Fue artista y bohemio. Siempre encontraba o se agarraba de cualquier pretexto para componer. Desengañado de una linda momposina, dejó correr su vena poética para hacer la composición en aire de vals:

Te entregué mi cariño con nobleza

nunca pensé en engaños ni falsías

estaba convencido que me amabas

y no quise creer en felonías.

Una noche junto al mar

con luna grande y llena

juraste que me amabas

y yo te entregué toda mi vida

sin saber que eran falsas

mil veces falsas tus caricias.

Imposible olvidar aquel ultraje

al pagar tan malamente mi cariño

quiera Dios que algún día en tu camino

alguien cobre tu falta y tu desvío.

Vendedora de amor y de caricias

falsa, mil veces falsa

sigue tu camino solitario

y déjame que llore mi desgracia

de ser hoy un espectro de la vida.

Esta fue su primera composición en aire de vals que, aunque grabada en acetato, se perdió, para quedar solamente en el recuerdo de sus amigos.

Anhelos

“Anhelos” es otra de sus obras, que en opinión de Darío Torregrosa Pérez “No solo era musical y sentida, sino que tenía poesía y alma”. Veámosla:

Tus ojos se impregnaron sobre mí

con dulce y soberbio caminar,

pasaste por mi calle, coqueteando,

con tu sombrilla de rosa y de carmín.

Imposible olvidarte, si eras linda

y llevabas un donaire de mujer

me clavaste tu mirada mansa y buena

y desde ese instante de ti, yo me prendé.

Un día te apartaste de mi vía

nunca supe qué destino tomarías

solo sé que de ti quedé prendado

y por ti, mi muñeca estoy soñando.

Qué martirio amar sin ser amado

qué tragedia querer a un ser de piedra

qué indiferencia, altiva y presumida

pasó por mi camino un bello día.

Yo le pido a la Virgen Milagrosa

que de mí se compadezca y me consuele

que tu regreses y vuelvas a mirarme

que si me miras tranquilo moriré.

“Anhelos”, “Falsas caricias” y “Linda Nena” fueron piezas de Guillermo Buitrago que no corrieron la suerte de otras interpretadas por él. Infortunadamente muchas de sus composiciones desaparecieron, incluso algunas puestas en acetatos, pero que no fueron prensadas por sello alguno.

Teresa Mercedes

Los paseos “Teresa Mercedes”, dedicado a su madre, y “Mala noche”, cuya figura principal era Sócrates Villero (el negrito Figurín), hacen parte de esa larga lista de discos perdidos y apetecidos por los coleccionistas de música.

Teresa Mercedes

una mujer singular

que tenía la mano lista

para siempre regalar.

Daba lo que tenía

y se quedaba sin nada

gozaba haciendo favores

así era Teresa Mercedes

siempre Teresa Mercedes

Tenía algo que regalar

y daba lo que tenía

y se quedaba sin nada.

Oye Teresa Mercedes

que dice Juana Canal

que le prestes cinco pesos

y le des un poquito de sal.

Muy contenta y alegre

viene Teresa Mercedes

ya regaló hasta su casa

y ahora sí que está feliz.

Mala noche

Lo cantaba en la emisora de Víctor Roberto Pereira, al presentar al negrito Figurín, su ahijado, que salía a bailar, disfrazado de rumbero, en la pista del radioteatro.

Decía así:

El negrito Figurín

es un rey para bailar

canta bien los paseos

y es un as en la cumbiambas.

Sócrates Antonio Villero

en mala noche te veía,

tus ojos como luceros

tenían fuego y calor

y yo te ofrecía un trago

de media botella de ron.

Qué mala noche pasamos

al pie de un negro cajón

el muerto se hacía el pesado

Y sin media botella de ron.

El negrito Figurín

es un rey para cantar

y al escuchar un paseo

abandonó aquel velorio

para ponerse a bailar.

Entre otros acetatos perdidos, con piezas de su autoría, se encuentran “La rosca”, dedicado a los reinados del carnaval cuando estos eran dirigidos por “un monopolio de una estirpe que imponía autoridad y mando en la jurisdicción social carnestoléndica”; así como “Los choferes”, que dedicó a los taxistas de la ciudad, especialmente a su cuñado Francisco Feoli Dilioni, Chicho Feoli, dueño de una flota de carros de plaza y de un bus que recorría la ruta Ciénaga-Santa Marta-Ciénaga, que él mismo manejaba. En la canción mencionaba, en forma jocosa, a todos los choferes de la época.

Linda nena

Sin embargo, es en ritmo de vals que hace uno de sus más bellas páginas musicales, inspirado por la hermosura de una dama cienaguera, que era todo un primor de dulzura y belleza. La conoció una noche del mes de diciembre, en un cumpleaños de Dubys, en casa de la familia Pipán. Ella jamás supo del flechazo, ni de la devoción de Buitrago, cautivado por su rostro angelical.

Linda nena tus ojos me hacen soñar

Linda nena tu mirada es consuelo sin par

no comprendes que te amo con loca pasión

no comprendes que mi alma te llora,

te canta y te implora le entregues su amor.

Tus sonrisas la noche del baile

extasiaron mi fiel corazón,

en tus ojos yo leí la esperanza

que anhelaba sediento de amor.

Hoy tu imagen indeleble en mi mente

me deja inconsciente por tu fiel mirar.

Linda Nena no puedo olvidarte

no puedo arrancarte de mi corazón.

La pieza fue grabada en pasta de acetato en los estudios de Juancho Armenta Vázquez, en Ciénaga. Posteriormente sería reeditada para el sello Atlantic, K-5565, lado B.

Las mujeres a mí no me quieren

Para algunos amigos entendidos resulta incomprensible que Guillermo haya compuesto este tema. Sin ser un mujeriego incorregible, casi nunca fue rechazado en sus pretensiones. El merengue, más allá de su contenido real, de los motivos del músico para componerlo, se constituyó muy pronto en un éxito, al que contribuyeron la picardía de la letra y la cancha de Buitrago al interpretarlo.

Las mujeres a mí no me quieren

porque es que yo no tengo plata

las mujeres se van con los ricos

siempre le resultan lata.

Y este verso no es pa´ mi

desde lejos lo conocí

Las mujeres en el amor

se parecen al acordeón

ay si se afloja la boca

se le aprieta el diapasón

Y este verso no es pa´ mi

desde lejos lo conocí

La araña pelúa

La cartagenera Argénida fue uno de los amoríos del músico. “Era una mujer simpatiquísima, y entre las cosas que llamaba la atención era que tenía muchos vellos, y ese distintivo preocupaba mucho a Buitrago”, comentaba Darío Torregroza, conocedor de intimidades de su protegido. Una tarde discutieron y hubo reventazón en los amoríos y Guillermo, despechado, la comparó con una araña con pelo. Al poco tiempo le compuso la canción en ritmo de paseo:

Yo vi una araña con pelo

Yo vi una araña con pelo

en el alar de mi casa

con rabo y con cuatro patas

con rabo y con cuatro patas

y tenía forma de cangrejo.

La araña te va a picá

agárrala por detrás

la araña te va a morder

agárrala por los pies

la araña pico a Gustavo

porque le tentaba el rabo

borracha araña atrevía

ayer asustó a María.

Esa araña inteligente

esa araña inteligente

es una friega pa´ mí

de pronto la veo subir

de pronto la veo subir

haciendo mueca a la gente.

La araña te va a picá

agárrala por detrás

la araña te va a morder

agárrala por los pies

la araña pico a Gustavo

porque le tentaba el rabo

borracha araña atrevía

ayer asustó a María.

Gustavo Rada, por su parte, manifestaba ser el autor de la letra de la canción. Refiere cómo se originó. “Yo llegué a Barranquilla procedente de Bogotá, para el nacimiento de mi hija Alicia Mercedes, en 1946, e invité para festejar ese día a Efraín Torres, Numa Pabón, Ángel fontanilla y Guillermo Buitrago, entre otros. La canción se origina porque al costado de la casa donde vivía, en el callejón del Matadero, había un grupo de pelados festejando la muerte de una cipote araña negra y pelúa”. Gustavo Rada se da cuenta, “porque había ido al patio a orinar, y se sorprendió al ver ese cipote animal”. Este fue el motivo para que empezara a tararear el primer verso:

Yo vi una araña con pelo

en el patio de mi casa

con rabo y con cuatro patas

tenía forma de cangrejo…

Llamó a Fontanilla para que escuchara los primeros versos. Se acercaron, entonces, Numa Pabón y Buitrago, que le dijo que esa canción estaba buena para grabarla. Término Gustavo de hacerla y ese mismo día la montaron.

Cuando habla de “Borracha araña atrevida// ayer asustó a María”, se refiere a María Flores, entonces su mujer, y cuando dice “La araña picó a Gustavo// porque le tentaba el rabo...”, no es porque lo haya picado, ni él le hubiera tocado el rabo, como él mismo manifestaba, sino que los agregó para hacer el acoplamiento de los versos, cuadrar la melodía. El resto, termina diciendo Gustavo, lo hizo El Mono Guille. Además de una tremenda letra, sencilla y pícara, como la mayor parte del repertorio de la música de Ciénaga y la región, Buitrago le imprimió a la interpretación una gracia difícil de superar o de encontrar en otras composiciones de la música popular colombiana. Es uno de sus clásicos. Surgido, como se deprende de las confesiones de Gustavo Rada, de un episodio de la vida cotidiana e infantil en un barrio popular, pero que sus compositores le dieron una pícara vuelta de tuerca para trascender el motivo inspirador inicial y pasar a ser una metáfora que el entendido pueblo colombiano disfruta y goza, sin distingos de clases y edad.

Los enanos

Por supuesto que no faltaron aventuras en la vida de Buitrago. Guillermo era metódico, pues cada vez que salía de su casa, decía para dónde iba o dónde iba a estar, y así, siempre se le encontraba cuando se le necesitaba.

Un día, Ciénaga fue alegrada con la llegada de un circo, precedido de mucha fama y procedente de Méjico. Era el Circo Atayde. Había llegado a mediados de los años cuarenta. Armó sus carpas, tres grandes carpas, en el viejo playón6 de la antigua estación del ferrocarril, por los lados del entonces Salón Colonial y del extinto Teatro Córdoba. Llamaba la atención por lo grande y espectacular que era y por la variedad de animales que trajo.

Guillermo galanteaba a una de las trapecistas, tocando antes de cada función en unos establecimientos comerciales que había en la calle 17, la vieja calle Nueva York, frente al circo. El propietario de los locales era J.M. Fuentes Cabas, y estaban ubicados entre lo que es hoy la refresquería Chimitá y el Banco de Colombia, en un extremo de la calle más comercial de Ciénaga, escenario también de la masacre de obreros de 1928.

Así conoció Guillermo a esta agraciada jovencita, de nombre Emperatriz, y se enamoró de ella. Decidió, entonces, asistir a todas las funciones, ya fueran vespertinas o nocturnas, y un domingo, en matiné, se presentó el problema: en la puerta de la carpa, Buitrago y Emperatriz charlaban cuando, energúmeno y lleno de celos, apareció el domador de fieras y atacó a Buitrago, quien, indefenso, entró a una casilla del ferrocarril. El domador, armado de hierro enorme, forzaba la puerta del refugio de Buitrago, algo que habría conseguido de no mediar la intervención de sus amigos Alfonso, Enrique y Fernando Angarita, Camilo Remón, Roberto Montero, Toño Miranda, Guillermo Pereira, Nicanor Velásquez y Darío Torregroza, quienes atraparon al domador y le propinaron una tremenda surimba.

Al día siguiente se fue al circo y con él Emperatriz la trapecista, y solo quedó un vacío en el playón de la estación. Buitrago, triste y melancólico, compuso entonces “El circo”, que la casa disquera rótulo “Los enanos”: pieza en donde habla de payasos, de animales, de malabaristas y de equilibrista, pero no menciona para nada a Emperatriz, la linda maromera, por quien estuvo a punto de perder la vida una tarde.

El grupo de amigos, al tanto del amorío, le dijeron a Guillermo que el circo estaba en Fundación. Le propusieron incluso al enamorado ir darle a Emperatriz una serenata, que ellos irían, dispuestos a repetirle, si era necesario, la surimba al domador de fieras.

Guillermo, prudente y resuelto a no crear problemas, no les paró bolas, y no quiso, por más que le dijeran, ir a Fundación a cantar frente al circo. Esta es la versión:

Aa la una, aa las dos...

a las dos y media y un poquito más ...

ja ja ja ja , dale cajeta pues...

Las muchachas cienaguera

con la llegada del circo

han abandonado todo,

los enanos patulecos

con sus caras de chorizo

han hecho la barrejobo.

Que... yo seré la maromera

que... yo seré la equilibrista

que.. yo seré la payasada

que... y yo seré malabarista.

Así decían las niñitas en sus casas

A sus abuelos y a toditos sus parientes.

Que... yo seré la maromera

que... yo seré la equilibrista

que.. yo seré la payasada

que... y yo seré malabarista.

Pasaron mucho trabajo

los perros y los burros viejos

con la llegada del circo

los gatos a dos por chivo

almuerzos embolatados

y enamorados con compromisos.

Que... yo seré la maromera

que... yo seré la equilibrista

que.. yo seré la payasada

que... y yo seré malabarista.

Aa la una, aa las dos...

a las dos y media y un poquito más ...

dale cajeta otra vez…

Así decían las niñitas en sus casas

A sus abuelos y a toditos sus parientes.

Que... yo seré la maromera

que... yo seré la equilibrista

que.. yo seré la payasada

que... y yo seré malabarista.

Aa la una, aa las dos... a las dos y media y un poquito más…

Ja ja ja ja ja

Anteriormente había estado en Ciénaga, el Razzore, famoso circo de los hermanos Rómulo, Emilio y Régulo, con quienes Buitrago hizo gran amistad, especialmente con Emilio, que además de trapecista, era músico: tocaba la bandola y su show consistía en tocar dicho instrumento en una forma bastante particular, trepado en el trapecio y colgado de los pies, es decir, de cabeza.

El espectáculo central, a cargo de Régulo, consistía en manejar una moto dentro de un inmenso globo de acero enmallado, y de girar en todos los sentidos cualquier cantidad de veces. Rómulo era el gerente de esta empresa.

El circo Razzore tuvo su final trágico cuando naufragaron en el buque hondureño, el Eusquera, que había zarpado de Cuba. Se hundió a la una de la mañana del primero de septiembre de 1948. Extrañamente el buque dio vuelta de campana. Se salvaron 12 personas y algo más de 44 desaparecieron. Los sobrevivientes permanecieron siete días a la deriva en un bote salvavidas y fueron rescatados por el vapor noruego El Caribe.

6. Los playones eran los patios de la antigua estación del ferrocarril. Los circos armaban en ellos sus grandes carpas. También allí se jugaban partidos de fútbol y béisbol, el deporte insignia de los cienagueros. En épocas más recientes en ellos funcionaban las casetas de carnaval. En uno de estos playones se instalaron varios miles de obreros huelguistas en la víspera de la Masacre de las Bananeras, en1928.

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