Kitabı oku: «Amor sobre ruedas», sayfa 2
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Mientras haya hombres y mujeres con discapacidad que sean vistos o se vean a sí mismos como niños eternos, incapaces de tener una vida sexual activa, una familia propia o un trabajo lucrativo, estos poemas altamente personales, no hablarán solo de mí.
A pesar de que tuve una educación maravillosa de parte de mi madre y mi padre que entre otras cosas impulsó mi imaginación, durante muchos años mi obstáculo principal fue tenerme lástima y me doy cuenta que eso me ha paralizado mucho más de lo que mi silla de ruedas me detiene.
Conozco a otros que no han tenido tanta suerte. Sus discapacidades los han convertido en chivos expiatorios para la violencia verbal y física, incluso para el abandono.
Luchamos por la accesibilidad física. Una que en México apenas comienza a existir. Pero la accesibilidad no solo debe ocuparse del acceso físico a los edificios. También debe promover el acceso imaginativo a la exuberancia espiritual (la cual no necesita de rampas o complementos especiales para dejarnos entrar).
Recomendación de lectura
Este libro es más disfrutable leído en voz alta y en orden.
Cada salto de línea indica una pausa menor a un punto y mayor que una coma, con una razón emotiva y sonora de ser. Respetar esas pausas a la hora de leer en voz alta nos ayudan a escuchar (en un sentido literal y simbólico) la voz de cada poema.
I La dama del alba
Pacté por mi silla de ruedas:
Sueño de una vida anterior
En una vida anterior
una mujer tras un velo
me invitó a bailar.
¿Era humana? ¿Un hada?
¿Una diosa con disfraz?
¿O mi propio sueño delirante?
No lo sé. No lo supe nunca.
Cuando nuestras manos se tocaron
no hubo tiempo para pensar
en qué ni en quién. Puro gozo, nos colmó a los dos.
Con ardor
corrí desenfrenado
para seguir el paso
de su gracia veloz.
Nuestro pedazo de cielo
fue la pista de danza
quemada por nuestros pies.
Ella me dijo: “Corazón,
si te sigues moviendo así,
tu cuerpo arderá
hasta ser humo
E incluso tu próximo cuerpo
estará jadeante y exhausto
por los espasmos
de nuestro placer”.
“Mi vida”, le respondí
“con tal de seguir bailando contigo
no me importa
si en la que sigue
camino como un perro de circo
¡levantado sobre dos patas!”.
“Olvídate de las patas”.
dijo ella sonriendo, “así como vas
tendrás más suerte equilibrándote
con esa tercera pata larga
que te cuelga entre las piernas”.
“Qué me importa
ir lento o tieso a tu lado
si lo bailado nadie me lo quita,
si en cada músculo dolorido
recordaré el éxtasis
de nuestra danza”.
“¿Podrás soportar, preguntó,
el ritmo de un cuerpo
que se mueve lentamente?”.
“Tomaré lo que me des,
lo que no baile con los pies
lo bailaré con la boca”.
“¡ALTO!
Mira lo que haces.
No saltes así de caliente
a tu próximo cuerpo.
El primero ya se fue
en el fuego y en las brasas
de nuestro júbilo”.
“Siento que mis piernas
se derriten” respondí,
“es solo el precio de la belleza
¡estoy dispuesto a pagarlo!”.
“Ya se gastaron tus piernas.
Te daré una silla de ruedas
con otro regalo:
La poesía será
tu tercer cuerpo
para bailar a través del tiempo
en este mundo
y en el siguiente”.
La velocidad del sonido:
Saltando de una vida a otra
El 14 de octubre de 2012, el paracaidista austríaco de 43 años Felix Baumgartner se convertiría en la persona más famosa del mundo tras realizar un salto al vacío desde más de 39.000 metros y pasaría a la historia como el primer ser humano que supera la velocidad del sonido al alcanzar los 1.357 kms/hora, cuando la barrera sónica oscila sobre los 1.120 km/h. Begoña Villarrubia. Mundo Deportivo, 29-07-2016
Mientras despierto junto a ella,
Felix Baumgartner se lanza
desde el borde del espacio —más rápido
que la velocidad del sonido
y ve el rostro de la Tierra
devolviéndole la mirada.
(Siento que nuestro amor
debería ser el éxito masivo
de una misión imposible).
I’ve fallen in love. Quiero decirle al mundo entero lo duro y lejos que he caído de amor por ella.
Pero mientras ella
se desenrosca del sueño, sus ojos todavía cerrados
llenos del rocío triste de la mañana,
no me dice ni una sola palabra.
En silencio alabo el sonido
de su respiración, la lenta y precaria
paz de lo que se repite, la apenas audible rosa,
pliegue por pliegue abriéndose de nuevo,
los días deslumbrantes
con sus agudas demandas,
las noches en que caemos
tan hondo en nuestros sueños, que al despertar
no nos encontramos
ni a la luz del pleno día.
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