Kitabı oku: «El ministerio de las publicaciones», sayfa 8
¡Cuán gloriosa es la perspectiva que espera a los que serán aprendices de Cristo, mansos y humildes de corazón, según el Modelo divino! El Señor Jesús será su Ayudador, su Fortaleza, su Liberación, si tan sólo usted quisiera creer y andar humildemente delante de él (Carta 153, 1903).
Poner la causa de Dios sobre todos los demás intereses20.–Ningún vínculo terreno, ninguna consideración terrena, debiera pesar ni por un momento en la balanza contra el deber hacia la causa y la obra de Dios. Jesús cortó su conexión con todo para salvar a un mundo perdido, y requiere de nosotros una consagración completa.
Hay sacrificios que deben realizarse a favor de la causa de Dios. El sacrificio de los sentimientos es el más intenso de los que se requieren de nosotros; sin embargo, después de todo, es un sacrificio pequeño. Usted tiene muchos amigos, y si los sentimientos están santificados, usted no sentirá que está haciendo un sacrificio muy grande. No deja a su esposa entre paganos. No ha sido llamado a recorrer las ardientes arenas del desierto africano, a correr el riesgo de ser encarcelado ni a enfrentar pruebas a cada paso. Tenga cuidado con la forma como actúa con los que simpatizan con usted, y cómo permite que los sentimientos humanos y consideraciones personales se mezclen con sus esfuerzos y trabajos por la causa de Dios. Él exige un servicio abnegado y voluntario. Usted puede prestarlo y al mismo tiempo cumplir con todos sus deberes familiares; pero considere esto como un asunto secundario (T 3:500).
19 Se refiere a la casa editora Echo de Melbourne, Australia.
20 Un estudio de la vida de Jaime White y su esposa Elena en los comienzos de la iglesia proporciona un ejemplo convincente de una dedicación sin reserva al servicio de Dios. Los dos hijos que les sobrevivieron, Edson y William, también fueron objetos de su atención y cuidado, aunque los esposos White algunas veces tuvieron que dejarlos al cuidado de otras personas. Ambos hijos llegaron a ser pastores del evangelio. Cuando Jaime y Elena tenían que separarse por razones de las exigencias de la causa, se reconfortaban mutuamente con expresiones de comunión y cariño cuando volvían a reunirse al final del viaje.
Capítulo 8
Preparación de los obreros
Las casas editoras como escuelas de capacitación.–Las casas editoras debieran ser escuelas de capacitación y preparación para la juventud. Los que trabajan en la institución debieran tener un amor profundo y duradero por Jesucristo, y sentir preocupación por todos los seres humanos por los que él dio su preciosa vida. Se debe manifestar la simpatía más tierna por los huérfanos de madre o padre, y éstos deben ser especialmente el objeto de esfuerzos decididos, el objeto de un trabajo sabio y bien dirigido, y se los debe tratar con la ternura de Cristo Jesús.
La religión personal se manifestará por los buenos frutos que produce; la santificación no es obra de un día sino de toda la vida. El corazón humano llega a ser una mezcla de pasiones, vanidades, amor al yo, amor al dinero y amor al mundo. En el corazón de todos debiera haber la gracia que puede florecer en el jardín de Dios. El egoísmo borrará toda preciosa semejanza con Cristo, y expulsará la humildad, la abnegación y la devoción (Manuscrito 32, 1893).
La preparación de aprendices.–Se me ha revelado mucho acerca de la obra especial que quienes ocupan posiciones de responsabilidad en nuestras casas editoras debieran hacer en favor de los aprendices. El Señor nos guiará hacia adelante y arriba si es que estamos dispuestos a dejarnos guiar. Él quiere que alcancemos una norma más elevada de espiritualidad que la alcanzada en el pasado. Los que llevan responsabilidades en nuestras casas editoras tienen a su cargo aprendices que recibirán influencia de sus palabras y acciones. Los que tienen que desempeñar alguna parte en la educación de los aprendices debieran manifestar la presencia de Cristo en su vida.
He visto durante mucho tiempo que los aprendices de nuestras casas editoras no han recibido suficiente atención.21 No basta preocuparse de que trabajen las horas establecidas. Debiera haber un programa de enseñanza en relación con su trabajo, para que sigan estudios y lecciones de capacitación profesional a horas determinadas...
Es excelente la sugerencia que se ha hecho de que se impartan clases para la preparación de los jóvenes que trabajan en las casas editoras. Introduzcan agrado, ánimo y esperanza en esta obra...
Los aprendices debieran recibir instrucciones en contabilidad. El conocimiento del manejo de cuentas será una gran ayuda para ellos personalmente y una gran ventaja en su obra (Manuscrito 81, 1901; ver también TI 7:141-144).
Un gran esparcimiento previsto.–Debemos realizar una obra concienzuda en educación. Los jóvenes de nuestras editoriales debieran recibir instrucción práctica en todos los ramos de la obra relacionados con la impresión de libros. Después, si la providencia de Dios los dirige hacia otros países, pueden aprender el idioma y ser capaces de publicar para los habitantes de ese país la verdad que Dios nos ha encomendado y que debe difundirse en toda nación, tribu, lengua y pueblo. El Señor está enviando a sus ángeles a preparar el corazón de la gente para que reciban la verdad. Y si nos dedicamos solamente a su servicio, se nos enviará en el espíritu y el poder de Elías.
Por la luz que Dios me ha dado, sé que algunos adquirirán una perfecta comprensión de cada ramo de la obra relacionado con la impresión y encuadernación de libros, porque Dios los colocará en posiciones donde se requerirá que hagan esa obra. Debido a que estamos establecidos aquí, tendemos a pensar que nunca seremos enviados a otro lugar. Pero llegará el tiempo cuando se producirá un gran esparcimiento, con el cual ni siquiera soñamos; y sobrevendrá en formas inesperadas. Algunos serán llevados a regiones remotas, pero Dios tendrá una obra para ustedes. Mientras están aquí, dejen que se les enseñe. Eduquen y preparen toda facultad de la mente para que alcance una comprensión de cada parte de la obra. Cultiven la voz. Aprendan a hablar para que puedan hacer la impresión más favorable sobre otras mentes (Manuscrito 73, 1906).
Los obreros de la casa editora debieran ser colportores.–La obra del Señor tiene numerosas ramas. Son numerosas las formas como el Señor condesciende en emplear a agentes humanos. Cada hombre y mujer, como mayordomo de Dios, tiene una obra que realizar. Cada uno ha recibido capacidades que lo califican para esta obra. Si los que están en cargos de responsabilidad en la casa editora desechan el egoísmo, si pesan fielmente las probabilidades y posibilidades, se preocuparán de que si en la institución hay algunos empleados que hacen trabajos que se harían mejor fuera de la casa editora, estas personas sean colocadas en un lugar donde puedan usar su habilidad en otras líneas de servicio en la obra del Señor. Hay gran necesidad de colportores, y ninguno de nosotros está en este mundo para complacerse y glorificarse a sí mismo (Manuscrito 54, 1899).
Entrevistas y exámenes hechos con alegría.–Antes de emplear a un obrero en la casa editora, se lo debe someter a un examen para comprobar su capacidad y su condición espiritual. Este examen no debe realizarse en forma arbitraria, sino en el amor de Cristo, no según el método habitual, sino el método de Cristo...
La obra que realizan con interés espiritual los obreros de la institución debe hacerse con alegría. No debe considerarse una carga, sino un privilegio. Los que hacen esta obra no deben andar con la cara larga, como si fueran a un funeral, sus rostros debieran estar iluminados con el gozo del servicio a Cristo (Manuscrito 81, 1901).
Ayudar al que tenga defectos de carácter.–Se me instruyó que el Hno. P debía ser separado de sus asociados mundanos; que a menos que fuera colocado bajo influencias totalmente diferentes, se arruinaría; y que en lo que concierne a su llamado a salir del campo del sur sin un motivo debido, para ir a trabajar en la Review and Herald, debiera volver al trabajo del que fue llamado.
Esto es lo que se me dijo: “Toma a este joven como tu hijo. Tu corazón de madre debe adoptarlo como alguien necesitado de tu simpatía y cuidado vigilante. Su alma es preciosa. Puede ser imbuido por mi Espíritu y capacitado para realizar una obra para salvación de otros. Tú puedes ser un instrumento para su salvación. No te alejes de él porque tiene puntos débiles en su carácter” (Carta 115, 1902).
Tratar con liberalidad a los obreros.–Dios es rico. Puede permitirse ser liberal. Él desea que sus servidores trabajen en líneas de actividad que inspiren confianza. Hay que tratar liberalmente a todos. Sin embargo, hay que recoger los fragmentos para que nada se pierda.
En el trato con las mentes, sean muy cuidadosos de revelar a Cristo. Hagan que sus aprendices comprendan que son parte de la firma. Díganles: “Deseamos que colaboren con Cristo. Al hacerlo, trabajarán en vuestra propia salvación con temor y temblor, porque Dios obrará en ustedes para que quieran y hagan según su propia voluntad”. No hagan nada que conduzca a los aprendices a creer que no han sido tratados correctamente. Este sentimiento corroe la mente y la impresión causada nunca desaparece.
Que Dios nos conceda corazones tiernos, corazones de carne, y no corazones de acero. Recuerden que de la manera como juzguen serán juzgados. Dios será misericordioso con los que manifiesten misericordia. Recuerden que se les ha concedido el privilegio de ayudar a Cristo en la persona de sus santos. Cuando usen este privilegio debidamente, están dando gloria al Salvador. El trabajo les proporcionará abundantes ganancias (Manuscrito 81, 1901).
21 Con el fin de proveer una capacitación práctica en los sectores de escritura, trabajo editorial y relaciones públicas, la Asociación General ha establecido en forma cooperativa un programa de formación y perfeccionamiento en el empleo (General Conference Publishing Department Policies, 43).
Capítulo 9
Se necesitan publicaciones de calidad con el mensaje
Hacer circular libros con la verdad presente.–Dedíquese más tiempo a la publicación y circulación de los libros que contienen la verdad presente. Llámese la atención a los libros que se espacian en la fe práctica y la piedad, así como a los que tratan de la palabra profética. Se ha de educar a la gente para que lea la segura palabra profética a la luz de los oráculos vivos. Necesita saber que se están cumpliendo las señales de los tiempos.
Dios es el único que puede dar éxito tanto en la preparación como en la circulación de nuestras publicaciones. Si con fe sostenemos sus principios, él cooperará con nosotros al colocar los libros en las manos de aquellos a quienes beneficiarán. Debemos orar por el Espíritu Santo, confiar en él y creer en él. La oración humilde y ferviente hará más para promover la circulación de nuestros libros que todos los costosos adornos del mundo (JT 3:158, 159).
Artículos que honren la religión en la familia.–Dedíquense nuestros periódicos a la publicación de un material vivo y serio. Rebose cada artículo de pensamientos prácticos, elevadores y ennoblecedores, pensamientos que darán al lector ayuda, luz y fuerza. Debe honrarse como nunca antes la religión y la santidad en la familia. Si hubo un pueblo que necesitase andar ante Dios como Enoc, es el pueblo adventista del séptimo día ahora, que debe demostrar su sinceridad por sus palabras puras, limpias y llenas de simpatía, ternura y amor.
Hay momentos en que son necesarias las palabras de reprensión y de reproche. A los que han salido del camino recto se les debe despertar para que vean su peligro. Debe dárseles un mensaje que los saque del letargo que encadena sus sentidos. Debe producirse una renovación moral, de lo contrario las almas perecerán en sus pecados. Déjese penetrar hasta el corazón el mensaje de verdad, como una espada aguda y de dos filos. Háganse llamamientos que despierten a los negligentes, y hagan volver a Dios a los espíritus extraviados en la insensatez.
Debe atraerse poderosamente la atención de la gente. Nuestro mensaje es sabor de vida para vida o de muerte para muerte. Están en la balanza los destinos de las personas. Hay multitudes en el valle de la decisión. Debe oírse una voz que clame: “Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Rey. 18:21).
Al mismo tiempo, en ninguna circunstancia deben publicarse cosas provenientes de un espíritu duro y denunciador. No haya en nuestros periódicos estocadas ni críticas amargas o sarcasmos mordaces. Satanás ha logrado casi expulsar del mundo la verdad de Dios, y se deleita cuando sus profesos defensores dan la impresión de no estar bajo la influencia de la verdad que subyuga y santifica el alma.
Los que escriben en nuestros periódicos deben espaciarse lo menos posible en las objeciones o los argumentos de los opositores. En toda nuestra obra debemos hacer frente a la mentira con la verdad. Expóngase la verdad por encima de todas las sugerencias personales, alusiones o insultos. Negociemos únicamente con la moneda del cielo. Hagamos uso solamente de aquello que lleva la imagen y la inscripción de Dios. Hagamos penetrar la verdad, nueva y convincente, para minar y suprimir el error.
Dios quiere que seamos siempre serenos y tolerantes. Cualquiera que sea la conducta seguida por los demás, debemos representar a Cristo, obrando como obraría él en circunstancias similares. El poder de nuestro Salvador no estribaba en una enérgica andanada de palabras agudas. Fue su bondad, su espíritu abnegado y humilde lo que hizo de él un conquistador de corazones. El secreto de nuestro éxito estriba en revelar el mismo espíritu.
La unidad.–Los que hablan a la gente en nuestros periódicos deben conservar la unidad entre sí. Nada debe encontrarse en nuestros periódicos que sepa a disensión. Satanás trata siempre de provocar la disensión, porque sabe muy bien que por este medio puede contrarrestar muy eficazmente la obra de Dios. No debemos favorecer sus designios. La oración de Cristo en favor de sus discípulos fue: “Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21). Todos los que trabajan verdaderamente para Dios obrarán en armonía con esta oración...
Casos e incidentes de la vida.–Los directores de nuestros periódicos necesitan la cooperación de nuestros obreros del campo y de nuestros hermanos lejanos y cercanos. En nuestros periódicos deben hallarse comunicaciones de los obreros de todas partes del mundo; artículos que relaten casos de incidentes de la vida. No necesitamos novelas, pero en la vida diaria hay incidentes verídicos que si se relatan en artículos cortos y con palabras sencillas, resultarán más fascinantes que las novelas, al mismo tiempo que proporcionarán inestimable ayuda para la experiencia cristiana y la obra misionera práctica. Necesitamos oír la verdad, la verdad sólida, de parte de hombres, mujeres y jóvenes consagrados.
Ustedes que aman a Dios y guardan en su memoria preciosos detalles de experiencia y las realidades vivas de la vida eterna, enciendan la llama del amor y de la luz en los corazones del pueblo de Dios. Ayúdenlos a resolver los problemas de la vida.
Los artículos que se dirigen a miles de lectores deben revelar que hay en sus autores pureza, elevación y santificación del cuerpo, el alma y el espíritu. La pluma debe usarse bajo el control del Espíritu Santo, como medio de sembrar semilla para la vida eterna. Dedíquese el espacio de nuestros periódicos a asuntos de valor real. Acumulen en ellos asuntos rebosantes de intereses eternos. Dios nos invita a subir al monte para conversar con él, y, cuando por fe contemplemos al Invisible, nuestras palabras serán de veras un sabor de vida para vida.
Publicaciones que tratan de Daniel y el Apocalipsis.–Tengan todos más que enseñar, escribir y publicar acerca de las cosas que se han de cumplir ahora y que conciernen al bienestar eterno de las almas. Den alimento a su tiempo a ancianos y jóvenes, a santos y pecadores. Preséntese sin dilación todo lo que pueda decirse para despertar a la iglesia de su somnolencia. No se pierda tiempo en las cosas que no son esenciales y que no tienen relación con las necesidades actuales de la gente. Léanse los primeros tres versículos del Apocalipsis y véase qué obra se recomienda a los que aseveran creer en la Palabra de Dios: [se cita Apoc. 1:1-3] (JT 3:155-158).
Los libros de Daniel y el Apocalipsis debieran ser publicados en un solo tomo. Podrían añadirse unas pocas explicaciones de ciertas partes, pero no estoy segura de que serían necesarias.
Esta es la sugerencia que le hice al Pr. Haskell y dio como resultado el libro que él publicó. Pero este libro no alcanza a cubrir la necesidad.22 Mi idea era que los dos libros se encuadernaran juntos, el Apocalipsis después de Daniel, como un libro que da más luz sobre los temas tratados en Daniel. El objetivo es colocar estos libros juntos, mostrando que ambos se refieren a los mismos temas.
Ha de proclamarse un mensaje que despierte a las iglesias. Ha de hacerse todo esfuerzo para dar la luz, no sólo a nuestro pueblo, sino al mundo. Se me ha instruido en el sentido de que las profecías de Daniel y el Apocalipsis deben imprimirse en libros pequeños, con las explicaciones necesarias, y deben enviarse al mundo entero. Nuestros mismos hermanos necesitan que se les presente la luz con más claridad (TM 117).
Libros de texto para niños y adolescentes.–¿Por qué las lecciones que los niños aprenden no podrían ser puras, elevadoras y ennoblecedoras? ¿Acaso no es posible que se escriban libros exentos de toda clase de errores? ¿No hay entre los adventistas del séptimo día talento suficiente para escribir libros que contengan las sencillas lecciones del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento?23 (Manuscrito 5, 1890).
Ningún libro de naturaleza dudosa para los jóvenes.–¿Por qué nuestro pueblo depende, para instruir a sus hijos, de libros que contienen graves errores? Cuando los niños preguntan por el significado de esas historias, que son tan contrarias a lo que se les ha enseñado, los padres contestan que no son verdaderas, y sin embargo siguen proporcionándoles esos libros... Al parecer nadie comprende que las ideas presentadas en esos libros descarrían a los niños, y que las historias imaginarias, novelas y fábulas que se ponen a su alcance y que alimentan sus mentes generan gusto y despiertan apetito por las cosas irreales de la vida.
Ya que tenemos abundancia de lo que es real y lo que es divino, ¿por qué no nutrimos la mente de los hijos con esta clase de alimento? Los libros que contienen una perversión de la verdad y que descarrían las mentes en desarrollo, nunca debieran ponerse al alcance de los niños y adolescentes; y los que tienen mentes maduras serían mucho más puros, fuertes y más nobles si no tuvieran nada que ver con ellos (Manuscrito 5, 1890).
Cuidado con publicar teorías falsas.–Puedo ver claramente que si todos los que creen que están calificados para escribir libros siguieran los dictados de su imaginación y los hicieran publicar, e insistieran en que nuestras casas editoras los recomendaran, habría abundancia de malezas sembradas en nuestro mundo...
Mientras haya imprentas y casas editoras, se ofrecerán asuntos incorrectos para que se publiquen, y se imprimirán libros para hacerlos circular entre la gente.
Si no se ejerciera vigilancia contra las historias indebidas, nuestras propias casas editoras se convertirían en agentes para la diseminación de teorías falsas. Algunos escritores hacen un mundo de uno o dos asuntos teóricos, que otros no consideran importantes, y, como resultado, el escritor piensa que se menosprecian sus ideas.
Hace dos o tres días recibí una carta de alguien que profesa ser observador del sábado en California, y que se siente muy herido porque la Pacific Press no respeta sus manuscritos y no acepta la luz que él desea presentar al mundo.
Habrá abundancia de dioses y de señores que lucharán porque se los reconozca; pero si las personas con esa preocupación de inundar el mundo con algo original anduvieran humildemente delante de Dios, con mansedumbre y contrición de espíritu, el Señor las reconocería y les daría la gracia de su Santo Espíritu para que hagan, de acuerdo con su capacidad, precisamente la obra que Dios quisiera que ellos llevaran a cabo (Carta 49, 1894).
Necesidad de diversidad en los escritos.–El Señor dio su Palabra en la forma como él quería que se presentara. La dio por medio de diferentes escritores, cada uno con su propia individualidad, aun cuando relatara la misma historia que otro. Sus mensajes se encuentran reunidos en un Libro, y son como los testimonios presentados en una reunión social. No describen las cosas con el mismo estilo. Cada uno tiene una experiencia individual, y esta diversidad amplía el conocimiento que se extrae para satisfacer las necesidades de diversas mentes. Los pensamientos expresados no son uniformes, como si se hubieran fundido en un molde de hierro. Esta clase de uniformidad habría producido una pérdida de gracia y elegante belleza.
No debemos suponer que tenemos que hablar de las mismas cosas, haciendo las mismas representaciones con idénticas palabras; y sin embargo debe haber unidad en la diversidad. Los diferentes testimonios se unen para constituir un todo, como los libros de la Biblia se han reunido y publicado bajo una misma portada... No es necesario que alguien se esfuerce por lograr que lo que procede de su mente sea por entero diferente de lo que sale de la mente de otra persona. Pero debe ir en la dirección que el Espíritu del Señor señale; entonces habrá diferentes ilustraciones y distintas formas de presentación que interesarán e instruirán a diversas mentes (Carta 53, 1900).
Unidad en la diversidad.–El Creador de todas las ideas puede impresionar las diversas mentes con el mismo pensamiento, pero cada uno puede expresarlo en forma diferente, aunque sin contradicción. El hecho de que exista esta diferencia no debe hacernos vacilar ni confundirnos. No es común que dos personas capten la verdad y la expresen de idéntico modo. Cada una se espacia en aspectos particulares, según los estime de acuerdo con su constitución y educación. La luz del sol que ilumina distintos objetos les da matices diferentes (Carta 53, 1900).
Nuestra obra consiste en proclamar el mensaje del tercer ángel. Se necesitan hombres que comprendan la verdad que se debe proclamar, que saben cuál es el material que debe salir de nuestras casas editoras. Debemos adherirnos firmemente a la verdad para este tiempo, y buscar en toda forma posible trabar las ruedas del carro de Satanás.
Satanás y sus agentes han estado y están trabajando con diligencia. ¿Dará Dios su bendición a las casas editoras si éstas aceptan los engaños del enemigo? ¿Se convertirán las instituciones que se han mantenido ante la gente como santas para el Señor, en escuelas en las que los obreros comen el fruto del árbol prohibido del conocimiento? ¿Animaremos a Satanás en su empeño por penetrar disimuladamente en la ciudadela de la verdad para sembrar su ciencia infernal, tal como lo hizo en el Edén? ¿Son los hombres que se encuentran en el corazón de la obra esos hombres que no pueden distinguir entre la verdad y el error? ¿Son ellos hombres que no pueden discernir las terribles consecuencias de permitir que el mal ejerza su influencia?
Si ganáramos millones de dólares con una obra de esta clase,24 ¿de qué valor sería esta ganancia cuando se la compara con la terrible pérdida en que se incurriría al dar publicidad a las mentiras satánicas, al hacer posible que el mundo diga que los libros con el error fueron publicados en la casa editora adventista, y al esparcir ampliamente la mentira en el mundo?
Despierten y comprendan que sus prensas han publicado las mentiras del diablo. Que los hombres que conocen la verdad actúen como personas sabias, y que coloquen todo el peso de su influencia en el lado de la verdad y la justicia (Carta 140, 1901).
El Señor, mediante la inspiración de su Espíritu, dio la verdad a sus apóstoles para que la expresaran de acuerdo con el desarrollo de sus mentes iluminadas por el Espíritu Santo. Pero no se presione la mente como si se procurara forzarla dentro de un molde. Puede ser que los hombres no tengan exactamente la misma forma nuestra de expresar las verdades, y sin embargo pueden ser tan valiosos como nosotros ante la vista de Dios.
No debe haber ni sombra de egoísmo en nuestra obra, porque estamos obteniendo nuestra provisión espiritual de la misma fuente, y dependemos total y plenamente de la gracia de Dios y la obra de su Espíritu.
Con estricta lealtad, para gloria de Dios, debemos llevar a la gente toda la luz y evidencia posible. Para conseguirlo, debemos ser aprendices constantes en la escuela de Cristo. Debemos aprender su humildad y mansedumbre. Sólo así, mediante nuestras palabras y en nuestro carácter, podemos impartir la unción del Espíritu Santo (Carta 53, 1900).
Peligro al tratar de ser originales.–Algunos siempre están tratando de presentar sus hallazgos en forma original. Esto los coloca en grave peligro. Producen algo nuevo que no concuerda con la Palabra de Dios, y carecen del discernimiento necesario para ver el verdadero mal que resulta de su ambición de sobrepasar a otros en la producción de cosas nuevas y extrañas. Así es como el error llega a parecerles verdad, y lo presentan como una nueva luz maravillosa, cuando sólo se trata de una innovación que invalida el “Así dice el Señor”.
Que todo caiga bajo la influencia controladora del Espíritu Santo de Dios. Bajo la dirección del Espíritu Santo, alguien puede emplear las mismas expresiones usadas por un compañero en la obra motivado por la misma dirección. No debiera realizar un esfuerzo para hacerlo, o para dejar de hacerlo, sino que debe permitir que el Espíritu Santo obre sobre la mente. Hay una cosa que todos debieran hacer: “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efe. 4:3; Carta 53, 1900).
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