Kitabı oku: «El dibujo humorístico», sayfa 2
la caricatura; la exageración, lo grotesco
no corresponde a un tipo de humor propiamente dicho. Hasta ahora, sólo se han mencionado los tipos más representativos, pero sin duda existen variaciones sobre ellos, al igual que numerosos puntos de coincidencia que hacen difícil establecer la frontera entre dónde termina un tipo de humor y dónde empieza otro; por ejemplo, el humor político podría compartir perfectamente espacio con el satírico, ya que gran parte del humor político utiliza la sátira para desarrollar sus gags; no obstante, por su especialidad tan concreta, casi todos los estudios coinciden en clasificarlos en apartados distintos.
Algo similar le sucede a la caricatura. Podemos hacer todo tipo de humor con personajes que sean reconocibles para el lector, satirizarlos, utilizarlos como blanco de nuestro humor negro, ser amables con ellos y realizar una crítica sutil a través del humor blanco, pero sin duda, donde la caricatura se mueve con más agilidad es en el humor político.

La caricatura puede ser muy elaborada y parecer un auténtico retrato distorsionado del personaje. En este caso, vemos a un Clint Eastwood apergaminado por el paso del tiempo, pero manteniendo su rictus de “tipo duro”. Una caricatura amable sobre un genio cinematográfico e, indudablemente, un clásico.
INTERPRETACIONES DE LA CARICATURA
La caricatura nos permite hacer un “retrato” del personaje central del gag y exagerar sus rasgos físicos y faciales, e incluso algunos aspectos comportamentales que nos ayuden a resaltar el defecto moral del personaje hacia el cual se dirige la crítica.
Con esta técnica se pretende conseguir un efecto grotesco con el que ridiculizar a instituciones políticas, religiosas o sociales, siendo en estos casos cuando la caricatura adopta su matiz más satírico. Pese a ello, con la caricatura se pueden crear también simples dibujos de humor amable en los que, lejos de la pretensión de denigrar a los personajes, se pretende, de algún modo, rendirles un simpático homenaje.
Como ejemplo de este tipo de caricatura humorística tenemos las que se basan en personajes del mundo del cine, de la televisión y del espectáculo en general… e incluso en algún representante político cuya gestión no es del todo lamentable.
Curiosamente, resulta difícil encontrar a un personaje público verdaderamente ofendido por ver de manera constante su caricatura en la prensa diaria; en cierto modo, cualquier personaje conocido sabe que está expuesto a los medios de comunicación y, le guste o no, ser el blanco de los caricaturistas (aunque no le traten demasiado bien) contribuye a mantener en alza su popularidad.

Caricatura en un estilo naturalista de la actriz Marilyn Monroe. Mediante la pose y la expresión de sus labios se muestra su exuberante sensualidad.

En el estilo más simplista también se pueden realizar caricaturas. En el ejemplo de Woody Allen, el caricaturista resalta en especial aquellas características que aun estando exentas de más detalles, aseguren su semejanza con el personaje caricaturizado.

Una caricatura en un estilo esquemático y con la técnica de tinta bloqueada puede servir para reconocer a un personaje determinado, en este caso Groucho Marx, que se presta a la caricatura con gran facilidad por sus rasgos característicos: un cabello peculiar, sus gruesas cejas, sus gafas singulares y su inconfundible bigote contribuyen a hacerlo fácilmente reconocible.

Los clichés. Un recurso fácil, o…

SERGI CÀMARA.
2009. ROTULADOR SOBRE PAPEL
el reto más difícil. La palabra cliché es
un término tomado del francés que se refiere a cualquier acción, idea, frase o expresión que en su día significó una innovación poderosa, que se ha mantenido a lo largo del tiempo y se ha usado hasta el exceso e incluso el abuso.

Hay quien opina que el uso de clichés denota una grave falta de creatividad por parte de un autor, cuando en realidad puede ser todo lo contrario.
¿Acaso no demuestra ser tremendamente creativo y a la vez original aquel autor que, utilizando un cliché que ya ha sido usado hasta la saciedad…, es capaz de aportar ideas nuevas sobre él?
El siguiente capítulo trata sobre algunos de esos clichés a los que tanto se ha recurrido en humor gráfico. También se intentará demostrar que la utilización de clichés… es la esencia de cualquier historia.
lo importante No está en el “qué”, sino en el “cómo”
lo primero que un autor novel busca en su mente cuando trata de contar una historia –de la especialidad que sea– es “ser original”, y para ello empieza por exigir a sus neuronas que se esfuercen en encontrar aquella historia jamás contada por nadie, aquel argumento que no hasido abordado aún por ningún autor, y que dejará sin aliento a su audiencia precisamente por eso… por su originalidad.
Exactamente el cien por cien de esos intentos terminan en estrepitosos fracasos por una razón muy sencilla: apenas existe una docena de historias que contar. No hay más, y todas ellas fueron contadas (en Occidente al menos) por autores clásicos griegos, romanos e incluso babilónicos. Podríamos denominarlas “historias universales”, muchas de las cuales, a su vez, fueron inspiradas por viejas leyendas orientales.
LOS MODELOS “CLÁSICOS”
Esa docena de historias son comparables a las siete notas musicales; aun habiendo sólo siete, la combinación entre ellas, el tempo, ritmo, armonía, etc., hacen de cada pieza musical una obra única, irrepetible, que nos transmite algo peculiar. Lo mismo sucede con los colores: los tres primarios permiten al pintor obtener, por medio de la mezcla, una infinita diversidad cromática en su paleta.
Amor, odio, celos, envidia, venganza, auxilio, misericordia, sensación de fracaso, de superación, etc. son los argumentos base de las historias en cine, teatro, literatura y cómo no… también en humor gráfico. Por lo tanto, el “qué” está claro, pues sin duda nuestra historia versará sobre alguno de esos temas, ahora bien, nuestra particular combinación de los diferentes sentimientos humanos, sus causas, sus consecuencias, nuestro modo de contar, es decir…, el “cómo” será lo que haga de nuestras historias un material original.
A continuación, veremos algunos de los clichés más reconocibles en humor gráfico, pero cabe reflexionar sobre el resto de historias… ¿Es posible que sean también clichés?

Todas las historias que conocemos, ya sean clásicas o contemporáneas, son constantes readaptaciones de historias universales.
LA ISLA DE LOS NÁUFRAGOS
Probablemente, pocas situaciones hayan generado tantos gags como la isla típica de los náufragos. A simple vista, pocas cosas le pueden suceder a un tipo perdido en la inmensidad del océano y acompañado de una palmera, media docena de cocos y la insignificante porción de tierra que tiene bajo sus pies; no obstante, la creatividad y el ingenio de muchísimos autores lo han convertido en uno de los clichés más característicos porque han sabido explotar el concepto de la soledad para sus dibujos generando un sinfín de divertidas situaciones que constituyen un icono de la imaginería colectiva.

Un gag inconcebible años atrás cuando no existía internet y que hoy puede despertar alguna sonrisa por lo absurdo de encontrar cobertura wifi en una isla tan minúscula y desierta.

“El amor imposible.” Una historia universal al más puro estilo Romeo y Julieta, también puede tener cabida en los gags de náufragos.
PRESOS, REOS, RECLUSOS…
La privacidad de libertad y sus protagonistas, los presos, han proporcionado también una importantísima cantidad de material a humoristas gráficos de todo el mundo. Un individuo entre rejas, a pan y agua, y con una larga condena por delante guarda mucha relación con el cliché del náufrago, ya que no deja de ser alguien obligado a compartir su soledad consigo mismo, a pesar de que este recluso dé más juego por tener en su entorno una mayor cantidad de elementos. En cualquier caso y por alguna curiosa razón, los clichés se crean desde las situaciones más extremas, como la privación de la libertad, hasta las más cotidianas, como el cliché del matrimonio en la cama.

El patio de la prisión es un buen recurso para no limitarse al interior de la celda y dar la oportunidad al protagonista del gag de intercambiar vivencias con otros condenados. A todo cliché hay que buscarle los recursos que puedan darle más juego.

El último deseo de un condenado a muerte ha inspirado hilarantes y descabelladas situaciones cómicas.
EL DIVÁN DEL PSIQUIATRA
El desequilibrio mental, la locura y, en un grado más mínimo y corriente en las sociedades industrializadas, el estrés y la ansiedad, han hecho del psiquiatra un personaje apropiado para numerosos gags. Aunque este tema es antiguo, pues se recurría a él antes incluso de Freud.
El diván del psiquiatra es un buen medio para que el humorista gráfico juegue con las malas pasadas que nos ocasiona nuestra propia mente, las muestre de un modo cómico e incluso a veces absurdo y encuentre rápidamente la empatía del lector, al que le permite, a través del chiste, reírse un poco de sus propios miedos.
El paciente por un lado: un tipo que puede estar como una auténtica regadera y dar lugar al humor más descabellado y absurdo, o bien el paciente acosado por miedos más o menos comunes que harán que el lector se sienta identificado con él.
El psiquiatra por otro: un individuo que puede estar más loco que sus propios pacientes. No cabe duda que con éstos y otros elementos el humor sobre un diván es un campo de ideas inagotable.

En ocasiones, un simple descanso después de una jornada de estrés… puede ser la más reconstituyente de las terapias.

Las terapias de choque o el vencer nuestros miedos por sobredosis de los mismos pueden originar numerosos gags.
LA OLLA DE LOS CANÍBALES
La aventura, el ánimo de explorar e ir en busca de lo desconocido y la adrenalina que todas esas emociones despiertan en los individuos, también tienen su cliché en la típica olla de caníbales; un final algo trágico para lo que se supone debería haber sido una buena aventura, pero ahí está también el porqué del cliché, ese final extremo en el cual se desata lo insólito e inesperado.
Los chistes de caníbales demuestran que los clichés cambian también con los tiempos, y que lo que antes hacía gracia, hoy en día puede estar mal visto o ser de un gusto dudoso. Nos referimos a que tiempo atrás, nadie se hubiese llevado las manos a la cabeza ante un chiste en el cual los caníbales estuviesen a punto de merendarse a un explorador, pero hoy en día, debido a lo que algunos consideran “políticamente correcto”, ciertos sectores de la sociedad protestan enérgicamente ante un chiste —por blanco que sea— en el que alguien de raza negra es mostrado en esa actitud salvaje y primitiva. Esto es lógico en parte, ya que hay determinados aspectos de la conducta humana que, por más arraigados que hayan estado en muchas sociedades (conductas racistas, homófobas, machistas, xenófobas, etc.), deben ser erradicados de nuestras costumbres cotidianas.

La preocupación por la hipertensión de la víctima, teniendo en cuenta que se encuentra en una situación mucho más extrema, sorprende incluso al caníbal.

En este gag de caníbales, y ante la presencia de una exploradora de buen ver, se produce una situación que podría ser incluida en un estilo de humor erótico muy suave.

El humorista gráfico destaca la picaresca que a veces se produce en determinados colectivos sociales.
En los clichés acostumbra a utilizarse un tipo de humor atemporal que suele hacerle bastante universal ya que no recurre a hechos ni a casos puntuales de la actualidad o de localismos determinados.
PITONISAS Y ADIVINOS
El miedo ante un futuro siempre incierto, la incertidumbre y el hecho de tener que tomar decisiones con el riesgo a equivocarse que ello conlleva, dan lugar a otro cliché muy recurrido en el cual sus protagonistas son, por una parte, los personajes preocupados en busca de unos designios positivos, y por otra, las pitonisas o los adivinos, que en la mayoría de los casos darán unas soluciones más que obvias ante problemas con los cuales el lector también puede identificarse a la perfección: futuro laboral, mal de amores, problemas de salud, etc. Como vemos, los clichés recurren muchas veces a situaciones cotidianas en las que sus personajes se enfrentan a sus miedos más primarios. El humor en este tipo de chistes puede ser de todo tipo, pero casi siempre producen en el lector alivio y, en parte, un efecto terapéutico.

Sucesos fortuitos que pueden adoptar todo tipo de significados.
LAS CLASES DESFAVORECIDAS: LOS POBRES
En las sociedades más competitivas, el riesgo de una mala gestión que nos lleve a la miseria es una posibilidad. Que una empresa vaya a la quiebra, deje en la calle a cientos de sus empleados y que éstos y sus familias pasen por una situación de pobreza, aunque sea temporal, es algo que uno no puede controlar. Sin olvidar, claro está, que existe una clase social que se halla en el umbral de esa lastimosa situación y que difícilmente va a poder salir de ella, o cuanto menos, no con poco esfuerzo. De nuevo nos enfrentamos a un temor que, visto tras el prisma del humor, no deja de ser cómico, aunque por otra parte, nos hace tomar conciencia de esa situación concreta. El humor que utiliza a personas pobres como protagonistas, o que de algún modo se refiere a ellas, es algo más que un simple cliché y se convierte en una buena herramienta para que el humorista gráfico haga sátira y crítica social.

El humor de pobres desde el punto de vista de los ricos, sirve para satirizar los abusos y la falta de conciencia de las clases más privilegiadas.

Parece que forma parte de la condición humana que absolutamente siempre… habrá unos pobres que serán más pobres que otros.
VIDA EN PAREJA
Quizá se trata de uno de los clichés más recurrentes, junto con la isla del náufrago, y que sirve como base para la gran mayoría de tramas novelescas, teatrales y cinematográficas. La vida en pareja, el acercamiento sexual, los encuentros esporádicos, la convivencia diaria y sus consecuencias, la creación de una unidad familiar y la posterior llegada de los hijos, etc. Es un cliché que configura todo un mundo de posibilidades y de situaciones que los afilados lápices de los humoristas gráficos no han pasado por alto y en muchas ocasiones nos han hecho reaccionar con una sonrisa ante experiencias que, de un modo u otro, han formado y forman parte de nuestra vida cotidiana. Sin duda, constituye una inagotable fuente de recursos, de esas de las que parece que ya está todo dicho, pero que seguirán inspirando historias por más tiempo que pase.

En las relaciones de pareja, las expectativas del ego masculino suelen mostrarse por encima de la realidad palpable.


El kiosco de prensa está prácticamente presente en todas las sociedades. En ellos se comercializa tal cantidad de objetos que pueden darnos ideas para numerosos gags.
en este capítulo, estaría bien crear un cliché para ir conociendo un poco más de cerca el método de trabajo de un humorista gráfico. Ello consiste en tratar de encontrar la mayor cantidad de recursos posibles referentes a una idea para así poder crear no sólo un gag, sino una sucesión o una buena serie de ellos.

El kiosquero, un individuo por lo general amable, pero que también puede adopter desde la personalidad más afable a la más déspota y antipática.
la Creación de nuestro propio cliché
Podemos iniciar nuestra búsqueda de ideas a partir de una situación, de un hecho concreto, de una localización, etc. Un kiosco de prensa es una buena localización en la que pueden producirse diferentes situaciones, además, en ellos se venden las revistas y los periódicos que publican humor gráfico, así que vamos a tratar de rendirles un simpático homenaje.
El humorista debe asociar a la situación o localización escogida toda una serie de imágenes relacionadas que le harán ir encontrando los distintos golpes de comicidad. Papel, lápiz y un poco de concentración serán herramientas más que suficientes para llevar a cabo esta tarea, por otra parte gratificante y divertida.
EL PROTAGONISTA Y SU ENTORNO
Hemos decidido que el entorno en el cual tendrán lugar nuestros gags será un kiosco. Obviamente, hay otro protagonista, el kiosquero, de modo que empezaremos a trabajar con ambos y a dotarles de un aspecto determinado.
Al igual que en los chistes de náufragos o de caníbales, los personajes que aparezcan en nuestros gags no tienen por qué ser forzosamente siempre los mismos, de modo que podemos crear varios tipos y utilizar el que consideremos más conveniente en cada gag.
IMÁGENES Y RECURSOS RELACIONADOS
El siguiente paso es examinar en detalle todos aquellos personajes, elementos, objetos, etc. que pueden ser de utilidad porque guardan alguna relación con el entorno, situación y con los protagonistas del tema. Hacer esbozos, imaginar situaciones, plantearnos diversas puestas en escena, etc., hará acudir las ideas a nuestra mente poco a poco.

Los lectores de prensa, clientes que adquieren revistas de actualidad o de temas diversos, niños y niñas en busca de chucherías o de cromos coleccionables. La gente de la calle y el ambiente urbano en general, serán posibles personajes secundarios que darán lugar a diversas situaciones en las que hay que saber encontrar la comicidad.
LOS GAGS
Ahora es cuando hay que empezar a imaginar situaciones con el tema que nos hemos propuesto (o que nos hayan encargado), con las imágenes y los recursos relacionados, revisar los garabateos que hemos realizado y hacer algunos nuevos. Es muy probable que en esta fase del trabajo ya se nos hayan ocurrido algunos chistes, de lo contrario, hay que observar más y garabatear nuevos elementos y experimentar con más personajes. Todos esos bocetos deben ser espontáneos y servirnos para desarrollar con ellos las distintas situaciones que fluyan en nuestra mente.

El cliente “respetable” que compra la prensa con el único pretexto de “camuflar” entre sus páginas una revista erótica. Basta un kiosquero indiscreto para crear con ello una situación embarazosa.

Una situación cotidiana, el típico cliente “mirón” que revisa la prensa, pero que finalmente no adquiere un solo periódico. La reflexión y el punto de vista de dicha situación desde la perspectiva del kiosquero puede ser motivo de un gag.

Podemos llevar nuestro kiosco más allá. La exageración casi siempre es un buen recurso humorístico, así que un niño miope… puede confundir un confesionario con el kiosco de su barrio.
Los Materiales
“A FIN DE CUENTAS, TODO ES UN CHISTE.”
Charles Chaplin.

los primeros esbozos
las ideas y los gags son como traidores agazapados que pueden asaltar al humorista gráfico en el momento menos pensado y más inoportuno. El dibujante precavido y conocedor de que, tarde o temprano, se producirán esas emboscadas sin previo aviso, acostumbra a llevar consigo un pequeño cuaderno y un bolígrafo con el cual tomar notas y fijar esas ideas para después dar debida cuenta de ellas.
Ese mismo cuaderno servirá para tomar apuntes rápidos de situaciones que se produzcan en la calle o de composiciones que más tarde puedan inspirarnos para realizar un chiste: parejas paseando, niños jugando en un parque, personas tomando algo en las terrazas de los bares, bocetos de perspectivas, dibujos de fachadas, coches, edificios, etcétera.

Las ilustraciones, los esbozos, notas marginales y garabatos que todo humorista guarda en su cuaderno de campo corresponden a ideas pasajeras y fugaces capturadas en breves instantes.
¿QUÉ USAR?
El material para plasmar los primeros esbozos y aprisionar las ideas fugaces que acudan a nuestra mente debe ser muy simple:
Un lápiz, un bolígrafo o un rotulador. Cualquier instrumento que escriba servirá, pero mejor optar por uno con el que nos sintamos cómodos y que seamos capaces de manejar con agilidad.
Un cuaderno. De papel cuadriculado, blanco, milimetrado, etc., todos sirven, lo importante es que podamos escribir y esbozar dibujos en él. Siempre será mejor cualquier tipo de cuaderno que la servilleta de papel de un bar, o que el vano intento de retener una idea en la memoria, pues luego… rara vez seremos capaces de recordarla con exactitud y nunca sabremos si hubiese sido el embrión para desarrollar un buen chiste.

Equipo de trabajo básico del humorista gráfico cuando se encuentra fuera de su estudio. Portátil y manejable, pero con capacidad para albergar buenas ideas y embriones de futuros e inmejorables chistes.

En ocasiones, es útil repasar viejos dibujos e incluso de anteriores cuadernos con el fin de rescatar alguna idea que en su día no supimos llevar a buen fin, pero para la que quizás ahora haya llegado el momento. Si disponemos de tiempo, podemos llevar con nosotros material más sofisticado y experimentar libremente con distintas técnicas que no se limiten al lápiz, al bolígrafo o al rotulador.
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