Kitabı oku: «José Elizardo Aquino»

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Erasmo González

josé elizardo aquino

Una vida de probidad y patriotismo

colección

protagonistas de la guerra guasu

grupo editorial atlas

Prólogo

Este libro permitirá al lector comprender, a partir de la vida del célebre luqueño Elizardo Aquino, cómo se operacionalizó el proyecto modernizador de Carlos Antonio López. Aquino fue uno de los hombres fundamentales en dicho proyecto, a tal punto que el propio presidente lo reconoció ante el Congreso General de 1857.

Hijo de un carpintero y artesano español, Elizardo creció en una numerosa familia, formado en las primeras letras por su padre. Evidentemente desarrolló unos conocimientos culturales más avanzados que muchos de sus contemporáneos. Por ese motivo se destacó en la carrera militar y en la labor ingeniosa de ser el responsable designado para dirigir el emprendimiento más relevante del proyecto lopista, la fundición de hierro en Ybycuí.

El doctor Erasmo González en esta obra va relatando paso a paso la labor de Aquino antes de la Guerra Guasu para describir luego la participación que tuvo en las batallas libradas durante los dos primeros años del conflicto. Concluye la obra con la referencia a la apoteosis de Elizardo en su Luque natal en la década de 1960, en el marco del centenario del conflicto.

La muerte de Aquino en el Boquerón del Sauce privó a Solano López de contar con uno de sus oficiales más inteligentes, hecho que queda en evidencia con esta obra.

Indudablemente, Aquino fue un protagonista de la Guerra Guasu, uno que vio segada su vida en pleno combate y que, en tiempos de paz, fue uno de los principales artífices del proyecto de modernización paraguayo.

Herib Caballero Campos

Marzo de 2020

Introducción

La Guerra contra la Triple Alianza ha sido uno de los principales acontecimientos de nuestra historia, cuyos efectos han marcado profundamente el rumbo de la nación. Su estudio genera posiciones divididas que van desde los que la consideran un episodio trágico y funesto a causa del orgullo de un dictador, así como otros que la conciben como el ejemplo heroico de un pueblo que, siguiendo a su gobernante, fue capaz de resistir por cinco años las ambiciones de países que querían destruir al Paraguay.

Dentro del estudio de esta guerra, la historia ha recogido nombres de personas que se han destacado durante aquella contienda y cuyo protagonismo ha sido redimido por otras generaciones en la intención de inmortalizar esos nombres como ejemplos, a fin de que la sociedad tenga un modelo para construir virtudes patrióticas que presumiblemente se requieren para el bienestar nacional.

En ese contexto, surgió José Elizardo Aquino Jara como una de las figuras emblemáticas por su destacada labor en tiempos de la patria vieja (1811-1870), siendo recordado por su capacidad en la construcción y la dirección en caminos, fundiciones y fortificaciones; así como su rol de soldado acompañando al ejército de Francisco Solano López y en cuya causa entregaría la vida.

Instituciones educativas, plazas, rutas, clubes deportivos, unidades militares y ciudades han perpetuado el nombre del general Aquino, para eternizar la memoria de este hombre, cuya semblanza histórica se describe en este libro, considerando su aporte en tiempos de progreso, así como en la época turbulenta del Paraguay.

La evocación a José Elizardo Aquino es abordada desde su faceta de constructor y organizador de obras en tiempos del presidente Carlos Antonio López, así como su participación militar en la Guerra contra la Triple Alianza. Su semblanza histórica lleva a estudiar la sociedad de la época y el ambiente en el que se desenvolvió. Su recuerdo en la memoria colectiva es un tema de interés en el cual este material hace una breve referencia.

Este trabajo ha contado con la colaboración de varias personas, desde funcionarios de las bibliotecas, encargados de museos y también de los distintos ciudadanos exponentes de la cultura de la localidad de Luque, quienes, en la intención de revalorizar la memoria del general Aquino como hijo dilecto de la ciudad, han dedicado parte de su tiempo atendiendo a las preguntas y orientando con sus conocimientos algunos puntos necesarios para desempolvar algunas páginas de la rica historia de esa ciudad. A todos ellos, los sinceros agradecimientos.

capítulo i

Luque, el punto de partida

Su pueblo

El sublime suelo luqueño fue cuna de almas que han sido protagonistas significativas en las páginas de nuestra historia. Desde una mirada nacionalista, la memoria colectiva recuerda que de esta comarca germinaron personajes destacados de la Independencia nacional, intelectuales, artistas, artesanos, autoridades, deportistas y figuras militares que se han destacado en las guerras que afrontó el país.

Los luqueños recuerdan orgullosos a esos antiguos pobladores como componentes de su identidad pueblerina, tan fuertemente arraigada en la ciudad. Una localidad con tales características no puede estar exenta de rendir tributo a los protagonistas del pasado nacional, muchos de los cuales han tenido relevante desempeño en diferentes ámbitos, lo que les sirvió ser elevados a la categoría de héroes.

Es así como la figura de José Elizardo Aquino Jara es recordada y venerada de manera particular por los luqueños, por ser originario del lugar y por su apreciable servicio a la causa nacional en tiempos de la Guerra contra la Triple Alianza. Estos fueron condimentos más que suficientes para que sea considerado hijo dilecto de la ciudad.

Nacido en una de las tantas compañías del “vergel luqueño”, Isla Zárate, en el año 1825, José Elizardo fue uno de los tantos vástagos formados por la unión del carpintero español Patricio Aquino y la señora Rosa Isabel Jara. Elizardo fue calificado en una de sus biografías como “Hijo del pueblo, exponente de una clase humilde, nacido en un hogar de sencillos jornaleros”.

Su familia

La fe de bautismo del párvulo José Elizardo Aquino Jara nos aproxima sobre su origen: “En esta Iglesia Parroquial de N. S. del Rosario de Luque, en veinte y ocho de enero de mil ocho sientos [sic] veinte y seis, yo, el cura rector de ella, puse óleo y crisma in facie ecclesiae a José Elizardo bautizado prive por mí a ocho de marzo del año veinte y cinco; e hijo de Patricio Aquino y de Rosa Isabel Xara de esta Parroquia, siendo padrino Juan de la Cruz Gutiérrez, a quien amonesté la obligación que contraxo [sic] ante Juan Vicente González y Fermín Gauna. De que certifico. Pedro Pasqual Prieto”.

El hogar de sus progenitores —don Patricio y doña Rosa Isabel— estuvo conformado por 11 hijos, de los cuales Elizardo sería el quinto. Un censo realizado en 1846 refiere que doña Rosa Isabel, de 51 años, tenía como hijos a Tomás, de 31 años; Ladislao, de 29; Manuela, de 28; Francisco Pablo, de 27; José Elizardo, de 21; María Felicia, de 19; Vicente Ignacio, de 16; José Blas, de 14; José Gaspar, de 11; Claudio José, de 8, y María Mercedes, de 7.

Las referencias que se tienen sobre el padre de José Elizardo Aquino, don Patricio Aquino, dan cuenta de que llegó al Paraguay siendo joven y, durante la dictadura del doctor Francia, llegó a supervisar varias obras. Con el dinero que pudo acumular en su oficio de carpintero logró montar una fábrica. Como regidor suplente llegó a firmar el Acta de Independencia del Paraguay. Alcanzó a ser juez de paz en Barrero Grande y luego fundó el pueblo que lleva su nombre: San Patricio, antiguo pueblo de indios.

Una prueba de los trabajos realizados por su familia data de 1826, la cual se encuentra hasta la actualidad en la iglesia Virgen del Rosario de Luque, en el pórtico principal, y cuya fabricación pertenece a su padre, Patricio Aquino.

Otro de los trabajos de don Patricio Aquino es el Señor de las Palmas, una imagen que, a pesar de más de siglo y medio, aún se conserva y preside anualmente cada celebración del Domingo de Ramos en la capilla de la Fuerza Aérea.


Su descendencia

Los documentos relacionados con la vida de Elizardo Aquino se perdieron con el tiempo y, si bien existen descendientes del general luqueño, muchos de ellos desconocen detalles del linaje heredado. El prolífico escritor de la ciudad de Luque Optaciano Vera Franco ha obtenido datos orales sobre los hijos.

Por la zona de Ybycuí han nacido Luciano Aquino y Albertana Aquino, ambos de la unión entre José Elizardo y Oliva Melgarejo. Del primero de los hijos, siempre de acuerdo con los datos de Vera Franco, se cuenta como vástagos a Antonio Hermes Aquino, José León Aquino, Félix Aquino, Evangelista Aquino y Alejandrina Aquino.

Los tres primeros de los mencionados nietos de José Elizardo tuvieron participación en la Guerra del Chaco (1932-1935). Sobre los detalles de la vida conyugal del héroe de Luque solo han quedado algunos testimonios orales que no pudieron ser confrontados con los documentos escritos, salvo lo que se expone más abajo.

Gilberto Ruiz Carvallo, en su obra sobre los personajes luqueños, afirma que en el testamento dejado por Elizardo Aquino reconoció a un hijo natural, llamado José Patricio, y dejó todos sus bienes a una hermana, llamada Felicia Aquino. A los familiares citados, consigna Ruiz Carvallo que, al momento de morir, su madre seguía viva; y a todos ellos distribuyó los bienes en su testamento.

Sobre el testamento, expresa Ruiz Carvallo: “[…] el 18 de julio de 1866, a solicitud del brigadier Aquino, en artículo mortis, este reconoce y lega su apellido y un lance de casa de tejas de los dos que posee en el Partido de Luque, con la mitad de los demás bienes que le pertenecen, a su hijo natural José Patricio, joven de 10 años, tenido con doña Josefa Antonia Mendoza, acto certificado por el escribano de Gobierno y Hacienda Silvestre Aveiro, ante los testigos: brigadier Francisco Isidoro Resquín y Cnel. Venancio López”.

El entonces escribano de gobierno protocolizó en la escritura la comparecencia de Patricio Aquino, doña Josefa Antonia Mendoza y su hermana Felicia el 24 de julio. El 12 de octubre de ese mismo año, el juez de paz de Luque, Pedro Burgos, nombró tutor de José Patricio a don Sebastián Salduondo, vecino de Luque. El nombramiento obedecía a sus “[…] notorias cualidades […] el que dijo que se notificaba en todo y para todo lo que constaba de su compromiso, obligándose con su persona y bienes habidos y por haber […]”.

Posteriormente, el hijo de José Patricio, llamado Benjamín Patricio Aquino, nieto del general, reconoció en una entrevista de 1966 que su padre tuvo dos hijos con su madre Manuela Mendoza, de cuya unión nacieron el mencionado Benjamín Patricio y Ramón Elizardo Aquino.

El propio hijo natural del general Aquino llegó a gestionar la posibilidad de traer los restos de su padre desde Paso Pucú hasta el panteón familiar, sin poder lograrlo, ya que en aquel camposanto no se podían identificar sus restos.

Su educación en tiempos de cambio

La educación de Elizardo no dejó de ser abnegada, pues su etapa de formación académica transcurrió durante el gobierno del dictador Rodríguez de Francia, quien estuvo ciertamente limitado a invertir los recursos del Estado para la instrucción, a pesar de que había dispuesto en 1828 la obligatoriedad de la educación hasta los 14 años.

El destacado historiador Efraím Cardozo apunta sobre las características de la educación paraguaya en tiempos de Francia: “[…] En los últimos años de su gobierno se esmeró en la situación material de los numerosos maestros de escuela esparcidos en la República, pero sin preocuparse de mejorar la calidad de la enseñanza, reducida a leer, escribir y contar […]”. Los comisionados del interior eran encargados por el dictador para establecer escuelas que se consideraban necesarias.

Si analizamos los años de formación de José Elizardo, su instrucción transcurre en el periodo de transición donde el Estado empezará a mostrar interés en la educación elemental para luego recibir una mayor dosis cultural en época de Carlos Antonio López. Esto se sustenta en una estadística de 1834 donde se apunta que ciento cincuenta maestros enseñaban a cinco mil alumnos.

Aquino, como otros oficiales del ejército, fue entrenado para los oficios manuales, de ahí que muchos de los jóvenes fueron reclutados en aquella época, por lo que la disciplina militar caracterizó su gestión. Sobre la función militar, expresa Milda Rivarola el rol que les cupo cumplir: “Además de las funciones estrictamente militares, esta población acantonada debía cumplir las tareas constructivas en la paz. Estas abarcaban la construcción y el mantenimiento de la infraestructura militar, y las tareas productivas destinadas al abastecimiento de las tropas”.

Los biógrafos de Aquino dicen que “el maestro Fermín Benítez le dio las primeras lecciones de cultura en la escuela de su pueblo. Luego siguió un curso de artesanía en la búsqueda de acrecentar sus conocimientos […]”.

Tiempo después aprendió el inglés, siéndole de gran utilidad para conversar con los extranjeros ingleses contratados por el Gobierno. En una de sus biografías, la de Leandro Aponte, se afirma: “[…] Estudió por igual física, gramática, reglamentos militares, derechos y deberes fundamentales del ciudadano, y cuantos manuales castrenses pudieran serle útiles, sin descuidar su ilustración general en cuantos temas cuyos conocimientos pudieran acrecentar el volumen de su personalidad”.

El recordado reivindicador de los combatientes paraguayos en la Guerra contra la Triple Alianza, Juan E. O’Leary, mencionó la lista de los libros encontrados en las dos bibliotecas que tenía Aquino, en Asunción y Humaitá, según consta en el inventario general de sus bienes: “Compendio de Física Experimental, en siete volúmenes; Suplemento al diccionario universal de física; Mujeres célebres en Francia; Historia profana general; Gramática inglesa; Año cristiano; Biblia Sagrada, en portugués; Soberana Reina de cielos y tierras, en portugués; Los caballeros del firmamento; Geografía universal; Práctica aritmética; Gramática castellana; Aritmética, Medicina doméstica; Oficios de semana; Ordenanzas militares, en cuatro volúmenes; Instrucción de Infantería; Biblioteca americana; Nomenclatura explicada de artillería; El Paraguay: lo que es, lo que fue y lo que será; Moral militar; Manual de guerrilla; Táctica de infantería; Libros primarios de ortografía; Compendio de los derechos y deberes primordiales del ciudadano; Libro del arte de leer; Lecciones de medicina; Relación histórica de las misiones del Chaco y de la asociación católica civilizadora; Vida de Franklin; Ordenanzas militares, en tres cuadernos; Tres libros escritos en inglés; Instrucción de guerrilla; Reglamento para ejercicios; Reglamento de Infantería; Escuela de oficial; Obligación del soldado; Catecismo de fortificación de campaña, periódico trimestral de ciencias, artes, historia y literatura; etc., etc.”.

Sin embargo, el campo de habilidad de Aquino no se sustentó tan solo en libros enciclopédicos ni trabajos intelectuales de la época; más bien su destreza para los oficios fueron capacidades que a lo largo de su vida fue adquiriendo y que le valdrían el reconocimiento superior para ser parte de los emprendimientos realizados dentro del afán modernizador de la política lopista.

A manera de reorganizar el ejército nacional que seguía con las características de formación colonial, el presidente Carlos Antonio López instauró la nueva organización de las milicias el 26 de agosto de 1845, creándose el Ministerio de Guerra y Marina. Fue así como muchos jóvenes se incorporaron a las tropas, entre ellos el propio José Elizardo.

Esta fue la época de la creación del servicio militar obligatorio, establecido por el Gobierno paraguayo ante la amenaza de su soberanía por parte del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Al establecerse el servicio militar se crearon las guardias nacionales y los cuerpos auxiliares del ejército.

De esa misma época data la creación del cuerpo de chaflaneros que prestaron invalorables servicios al Estado, como los de trazar caminos, carreteras, construir puentes, ferrovías, abrir picadas, fundir hierros, fabricar armas y proyectiles, tender líneas telegráficas y preparar obras de defensa. La aparición de esta unidad fue el origen del arma de Ingeniería en el ejército, siendo el nombre de José Elizardo Aquino uno de los principales referentes.

La aparición de Aquino en el quehacer nacional entre mediados de la década del 40 y la del 50 del siglo xix no pudo ser menos que oportuna, pues los requerimientos del Estado para la época consistían en el empeño del Gobierno para la construcción de obras e industrias nacionales. Estas intenciones demandaban de mano de obra capacitada, disciplinada, ingeniosa y abnegada; cualidades que el obrero luqueño podía ofrecer para materializar esos proyectos de gobierno.

Su inclusión en el ejército contribuyó a trabajar en esas obras, pues antes de la guerra la participación de la milicia en la dirección y la construcción de ocupaciones será importante. Al respecto, apunta el recordado historiador paraguayo Juan Pérez Acosta sobre la función del ejército en la época de don Carlos, que consistía en defender la soberanía nacional y construir en tiempos de paz.

Según este historiador, “casi todas las grandes obras públicas de aquella época fueron ejecutadas en esta forma; esto es, manu militari. En los cuarteles, campamentos, fortalezas y guarniciones, los soldados construían no solo las trincheras y obras de fortificación como las famosas de Humaitá, juzgadas casi inexpugnables, sino también los locales y edificios de las comandancias […]. Algunos atendían verdaderos establecimientos ganaderos cuidados con todo esmero, además de los que en gran número tenía el Estado en todo el territorio del país […]”.

Entre las primeras actuaciones de José Elizardo, se relata que acompañó a su padre en un levantamiento indígena en San José Mi, para suprimirlo, teniendo participación a pesar de ser un joven de 15 años. En 1847, es reclutado a Paso de Patria para así incursionar en la esfera militar. En la misma se ganaría la estima de sus superiores por sus cualidades demostradas en diferentes tareas.

Sus realizaciones le encaminaron al ascenso a alférez en marzo de 1850. Luego, entre los meses de mayo y agosto de 1851, asciende a subteniente 2.º y forma parte de la comitiva del jefe del Ejército, el coronel Francisco Solano López.

A inicios de enero de 1853, el nombre de José Elizardo Aquino aparece entre los oficiales del obraje en la ribera como encargado de carpintería y como parte de la unidad que dependía del Primer Batallón. Esa actividad lo tendrá ocupado hasta el 19 de marzo de 1854, tiempo en que los trabajos en la fundición de hierro comenzaban a requerir de nuevos trabajadores en el afán de optimizar su funcionamiento.

Con ello, la fabricación de elementos de labranza, así como de materiales de construcción, será realizada pujantemente con la participación militar, y Elizardo Aquino también será uno de los tantos que, con su familia ligada a la carpintería, encontrarán trabajo en las tareas de asierras, tablas, preparación de puertas, ventanas, camas, carretas.

Aún no llegaba a los 30 años, cuando fue comisionado a montar las baterías que estaban recién llegadas del extranjero. La presencia de máquinas y técnicos extranjeros requería de ciudadanos que asimilen tareas tendientes a un modelo de Estado industrial. Aquino, por haber cumplido las tareas con eficacia, fue reconocido por el Gobierno con su ascenso a teniente de fusileros. En tal carácter es enviado a la fundición de Ybycuí.

capítulo ii

El infatigable oficial y obrero

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