Kitabı oku: «Incidencias clínicas de la carencia paterna»

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Incidencias clínicas de la carencia paterna

¿Cómo se analiza hoy?

Incidencias clínicas de la carencia paterna

¿Cómo se analiza hoy?

Marcela Ana Negro

Gerardo Battista

Compiladores

Eric Laurent | Guillermo Belaga | Marcelo Barros Emilio Vaschetto | Gustavo Stiglitz | Darío Galante Fabián Fajnwaks | Gerardo Battista | François Ansermet Marco Focchi | Gustavo Dessal | Marcus André Vieira Romildo do Rêgo Barros | Mirta Berkoff Marcela Ana Negro | Nieves Soria | Enric Berenguer Fernando Vitale | Alejandra Loray | Silvia Salman

Índice de contenido

Portadilla

Legales

Una invitación a la conversación

Capítulo 1. Entrevista a Eric Laurent. Por Gustavo Stiglitz

Capítulo 2 ¿Una nueva psicopatología? Lo inclasificable, ¿es la estructura o su retorno?

Apuntes clínicos a la luz de la transformación del discurso amo y la pluralización de los nombres del padre. Guillermo Belaga

Fluctuat, nec mergitur. Marcelo Barros

¿Cómo incide la decadencia del padre en las nuevas presentaciones clínica? Entstellung. Emilio Vaschetto

Las “avanzadas” de Lacan. Ajustar la orientación por lo real. Gustavo Stiglitz

Capítulo 3 ¿Qué tratamiento para el goce ante el impasse de la operatoria de la castración? Soluciones más acá del falo

La politoxicomanía contemporánea y su búsqueda de paridad entre los goces. Darío Galante

No limits. Fabián Fajnwaks

La imaginarización del S1. Gerardo Battista

¿La temporalidad sin pérdida o la pérdida de temporalidad?

Todo junto, todo al mismo tiempo. François Ansermet

Los ataques de pánico en la experiencia psicoanalítica. Marco Focchi

Patologías del yo en el mundo contemporáneo. Gustavo Dessal

Capítulo 4. La vía materna, ¿impasse y/o solución? ¿Servirse de la madre?

Madres de creación. Marcus André Vieira y Romildo do Rêgo Barros

Un sueño indispensable. Mirta Berkoff

Soluciones por la vía del superyó de la madre. Marcela Ana Negro

Capítulo 5. El sinthome es una nominación, ¿qué estructura? …o peor

Síntomas del discurso capitalista. Nieves Soria

Nuestro Uno solo y el de la época, cómo hacer con él. Enric Berenguer

¿Qué orden adviene al lugar de la carencia del padre?

O el padre o el sinthome. Goce en el cuerpo y goce fuera del cuerpo. Fernando Vitale

“Los simuladores”: ingenio en singular. Alejandra Loray

El amor después del padre. Silvia Salman

Palabras para continuar…


Battista, GerardoIncidencias clínicas de la carencia paterna : ¿cómo se analiza hoy? / Gerardo Battista ; Marcela Ana Negro ; compilado por Gerardo Battista ; Marcela Ana Negro. - 1a ed . - Olivos : Grama Ediciones, 2020.Archivo Digital: descargaTraducción de: Lucrecia Moreno de Sáenz. ISBN 978-987-8372-07-51. Clínica Psicoanalítica. I. Negro, Marcela Ana. II. Título.CDD 150.195

© Grama ediciones, 2019

Manuel Ugarte 2548 4° B (1428) CABA.

Tel.: 4781-5034 • grama@gramaediciones.com.ar

http://www.gramaediciones.com.ar

© Marcela Ana Negro y Gerardo Battista, 2019

Ilustración de tapa: “La manta hindú” (1996), Carlos Alonso.

Digitalización: Proyecto451

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.

Inscripción ley 11.723 en trámite

ISBN edición digital (ePub): 978-987-8372-07-5

Para Aníbal y Juan

M.A.N.

a Carolina y Lorenzo

G.B.

UNA INVITACIÓN A LA CONVERSACIÓN

“Supongamos, como premisa para todo lo que sigue, que el sueño no es un fenómeno somático, sino psíquico. Pero, ¿qué justificación tenemos para hacer este supuesto? Ninguna […] Por tanto, trabajamos bajo la premisa de que lo es realmente, a fin de ver qué sale de ahí. El resultado de nuestro trabajo decidirá si hemos de conservar ese supuesto y si podremos entonces defenderlo, a su vez, como resultado”.

S. Freud, “Premisas y técnica de la interpretación”

A la luz de esta premisa freudiana –con la cual inventó el psicoanálisis explorando la opacidad de la praxis– la propuesta de este libro decantó como producto de nuestro interés en realizar un trabajo de investigación sobre las presentaciones clínicas de la época y su incidencia en la práctica, desde el supuesto de que ya no es la metáfora paterna la que determina el funcionamiento de las neurosis en la época de la caída del Nombre-del-Padre sino el binomio carencia paterna - deseo materno ilimitado.

El encuentro con una entrevista realizada a Eric Laurent –quien generosamente autorizó su publicación– nos dispuso a la conversación precipitando, como saldo de la operación de lectura –pues leer también es conversar–, tres líneas de investigación:

1. ¿La psicopatología en la época de la caída del Nombre-del-Padre amplía el binario clásico neurosis-psicosis? ¿Al binario clásico debemos sumarle la carencia paterna y el compensatory make believe del Nombre-del-Padre, siendo un partenaire invariante, en ambos tipos de funcionamientos, el deseo materno ilimitado?

2. El S1 degradado empuja al sujeto moderno a prescindir de las “soluciones típicas” ante los desarreglos del goce. ¿Qué clínica deriva de estas “soluciones no-típicas” (1)?

3. Nos encontramos con una transferencia no sostenida en el SsS puesto que, en las nuevas presentaciones, el sujeto tiene “un cierto debilitamiento, una cierta desconfianza, digamos una cierta transferencia negativa con relación a todos los significantes amos”. (2) La dirección de la cura dependerá del ‘tipo’ de solución que haya encontrado el sujeto contemporáneo, según si esta es rígida o dispersa. Ante estas presentaciones clínicas, ¿cuál es la posición conveniente para un analista en el siglo XXI?

En suma, quisimos indagar cómo se analiza hoy desde la perspectiva de Lo que no se sabe –título inaugural de lo que fueron las Primeras Jornadas Anuales de la EOL. Jacques-Alain Miller, en la Apertura de aquellas Jornadas, afirmaba que todo estudio de psicoanálisis debería portar ese significante. Delimitó una orientación que puso en forma las condiciones de posibilidad para producir o encontrar algo nuevo: “Lo que no se sabe transformarlo en saber, transformarlo en significante, es la operación que Lacan realizó inventando el significante de objeto pequeño a. Se trata de mostrar cómo sabemos transformar en saber lo que no se sabe”.

Desde esta orientación, el fundamento de este libro fue “entrar en conversación” –pues escribir también es conversar– con analistas de las Escuelas de la AMP tomando, como punto de partida, los ejes mencionados anteriormente.

Con esta intención hemos ordenado los estados de trabajo que leerán a continuación bajo el sesgo de algunas de las tesis principales reflejadas en la entrevista a Eric Laurent. Verán que el entramado de los artículos y las referencias que recoge el sumario del libro son una propuesta de programa de trabajo en sí misma.

Agradecemos a Carlos Alonso que ilumina con su obra la opacidad de nuestro tiempo.

Sin más, lo invitamos, a usted lector, a entrar en conversación con nosotros sobre lo que no se sabe para continuar interrogando lo que hacemos en la clínica contemporánea.

Conversemos entonces…

Marcela Ana Negro

marchinegro67@gmail.com

Gerardo Battista

gerardobattista@hotmail.com

1- Lacan, J., El Seminario, Libro 4, La relación de objeto, Paidós, Buenos Aires, 1994, p. 223.

2- Laurent, E., Los objetos de la pasión, Tres haches, Buenos Aires, 2000, p. 14.

Capítulo 1 ENTREVISTA A ERIC LAURENT

Entrevista a Eric Laurent (*) Por Gustavo Stiglitz

Gustavo Stiglitz: Dos cuestiones nos llamaron la atención, con el Comité de Rayuela, cuando leímos su artículo “¿El psicoanálisis se cura de la transferencia?” (1), publicado en Lacaniana. Usted dice dos cosas que son muy impactantes. Se pregunta si el niño podría estar directamente en relación con la posición femenina de la madre y no duda en decir que sí, tomando el ejemplo de las fijaciones precoces en cuanto a la sexuación infantil. Por otro lado afirma –muy en conexión con la pregunta anterior– “que es enteramente en tanto objeto a, que se produce el quiasma o el empalme entre la posición de la madre y del niño”, a diferencia de la metáfora paterna clásica en donde es por la vía del significante, de la metáfora. Me parece que hay relación entre esas dos afirmaciones. ¿Nos puede decir algo más sobre esto? Está, por otro lado, esta idea de que es difícil abandonar el amor al padre, el sentimiento amoroso al padre, es decir un movimiento que va hacia un “sin padre” aparentemente, pero, a la vez, algo de eso se mantiene.

Son afirmaciones que exigen todo un recorrido para poder llegar a eso, y por otro lado, ¿Qué consecuencias se pueden extraer?

Eric Laurent: Muy bien, excelentes preguntas… Me parece que remiten mucho a los problemas que nos plantea la clínica de hoy y los instrumentos que nos dio Lacan para aproximarnos precisamente, al momento actual de la civilización, que cambia, por supuesto, la clínica en general y la clínica de los niños en particular. Esta ha sido muy reconsiderada, transformada por todos los cambios que afecta a la familia en el siglo XXI. Especialmente en Argentina, después de las leyes recién sancionadas y que hacen de ese país un laboratorio de investigación.

Ahora no se podrá decir solamente que Argentina es el país del mundo en el cual el psicoanálisis tiene el auge más importante sino también que tiene que investigar las consecuencias de las leyes que redefinen un régimen de la familia de una manera que interesa, creo, a todos.

Usted participó allí del debate del caso Lulú.

El caso Lulú y todo lo que va a seguir. El caso Lulú es la golondrina que anuncia la primavera. Contrariamente a la sabiduría que, según Hegel, sólo toma su vuelo al final del día, podemos decir que el psicoanálisis puede también tomar su vuelo al inicio mismo de estos fenómenos de transformación que van a reinterpretar, redefinir la clínica.

Efectivamente creo que Lacan, en su última enseñanza, o en la báscula de su enseñanza tomando sus distancias con la metáfora paterna, nos da instrumentos nuevos para indagar sobre la clínica de lo que llamé los momentos de sexuación precoz o el modo según el cual el niño se define como objeto a.

La metáfora paterna permitió a Lacan logificar el Edipo freudiano, incluir los avances de Melanie Klein respecto de la incidencia de la madre sobre el niño con la significación fálica, permitió reordenar todo esto. Como dice en sus “Nota sobre el niño” (2), el interés de la metáfora paterna permite ver cómo el niño se define como un síntoma, como una formación de compromiso, síntoma de la pareja. Pero opone a esto algo que es fuera del auge de la metáfora paterna, que es el momento en que el niño se engancha directamente con el fantasma materno, y hace una lista muy interesante de temas que eran un régimen nuevo de investigación, en el cual considera lo que ocurre cuando el niño viene a ser, en lo real, el objeto de satisfacción de la madre, lo que trasloca por supuesto todo lo que era el sistema freudiano de la significación fálica del niño. Bien. Eso fue el final de los ´60. Pero después, en los ´70, Lacan fue más allá aún, redefiniendo una posición del padre, no separando los registros del niño síntoma de la pareja y el niño con el enganche directo con el fantasma, sino un padre que se define a partir del niño como objeto a de la madre.

¿Y no habría también un niño en relación directa con el síntoma de la madre? Es decir, no objeto que realiza el fantasma, sino en relación más directa con el síntoma de ella sola.

Es esto, efectivamente se podría añadir si tomamos más bien el sinthome de la madre, como mezcla síntoma fantasma.

Y no daría casos de psicosis.

Precisamente una de las consecuencias sería agrandar mucho el binario un poco estúpido o reducido neurosis-psicosis especialmente en la clínica de los niños. Este binario parece muy de otra época cuando tenemos un abanico que se abre. Lacan incluye debilidad, handicaps, preguntas sobre el autismo. Abre el abanico mucho más. Ya en el ´64, al final del Seminario 11, habla para responder a Mannoni que precisamente estaba un poco de más pegada a psicosis-neurosis como única alternativa, diciendo cómo se introduce la noción de debilidad. Bien, son complicaciones a las cuales nos introdujo Lacan para poder efectivamente ver esto como instrumentos que permiten indagar sobre lo que se abrió del abanico. Y efectivamente la definición del padre como en los ´70, el que toma a cargo, el que se ocupa con cuidados paternos de los objetos a de la mujer que ama trasloca mucho el asunto. Y precisamente nos permite dar instrumentos para indagar sobre los fenómenos que eran muy limitados en los ´60, ´70 del siglo pasado y que ahora ocupan un lugar mucho más amplio. Entonces, tenemos efectivamente las preguntas que usted hace, sobre alentar una cierta indagación… sobre las consecuencias de lo que es el enganche directo sobre fantasma de la madre. Se podría añadir como usted lo sugiere, el síntoma de la madre discutiendo esto y las consecuencias. Vemos que todo esto abre efectivamente, un campo de investigación, en el cual tenemos mucho más entre el cielo y la tierra que lo que hay en las clasificaciones un poco limitadas y precisamente la utilidad de reemplazar la clínica de las casillas por la clínica de la particularidad del anudamiento, del nudo en un sujeto, esto da muchas cosas interesantes.

Sí, por ejemplo, pensar en las versiones efectivas, como usted dice, del padre. No el padre como una esencia, si no qué va a funcionar ahí efectivamente como tal. ¿Le parece que se podría hablar también de versiones efectivas del analista? que daría una práctica más homogénea con esta nueva forma de pensar la relación entre la madre y el niño, entre la pareja parental y el niño…

Por supuesto, creo que la manera con la cual el analista puede venir a presentificar en el análisis el enigma del objeto a, digamos, esto lo hace de manera más efectiva a medida que se deshace de los prejuicios que implican la clínica clasificatoria sin su corrección. No quiero decir “tenemos que olvidar completamente la clínica clasificatoria de la época de la metáfora paterna”, pero esta clínica tiene que tener una corrección, algo que nos permita abrir mucho más el campo.

Cuando se refiere, en las fijaciones precoces, al más allá del falo, en algunos casos, en la sexuación infantil, ese más allá del falo, ¿es lo mismo que sin el falo?

Hay que discutir, no está escrito en las estrellas, pero hay cosas que son sin el falo dependiendo del modo cómo se lo defina. Por lo tanto, ningún fenómeno en el campo analítico se define sin la presencia del goce no negativizable, que Lacan pudo notar como función fálica. Entonces hay que discutir cuál es el sentido que damos al falo. De la misma manera que Lacan deconstruyó el padre freudiano entre el padre simbólico, imaginario, real, su introducción en la metáfora paterna, etc., de la misma manera, falo se dice en muchos aspectos, y tenemos que precisar en qué sentido se usa. De la misma manera que, por ejemplo, Jacques-Alain Miller en su “Teoría de los goces”, texto de los años ´80 y cuando ahora habla del goce fálico como algo que viene a trastornar el goce corporal, después del Seminario 23, es otra definición del goce fálico. Entonces, sin el falo puede ser con el goce fálico, entendido en este sentido.

Sin el falo sería en el sentido tradicional de la primera enseñanza.

En el sentido de lo que es el falo como operador simbólico que viene precisamente a sublimar lo que es lo imaginario de la diferencia de los sexos.

Y, ¿en qué esas fijaciones precoces no son identificaciones a un rasgo de la madre, por ejemplo, una identificación a algo de la posición femenina de la madre?

Habría que discutir en cuáles casos esto se puede deducir de la posición maternal y del rasgo, si algo de la madre articulado al padre, o no, forcluído, o no. Y después, dentro de eso, si en todos los casos es suficiente considerar lo que es más bien mecanismo lógico forclusivo, sin considerar el retorno del goce sobre el cuerpo, y cómo precisamente entrar en esta clínica tan sutil entre transgénero, entre la fijación de los casos cuando se puede considerar que al año y medio se puede definir una certeza de goce en un sujeto. Abre muchas preguntas, ¿cómo esto se puede deducir de la posición maternal? Habría que hacer una investigación precisa si se puede hacer, y ver esas fijaciones al año y medio, dos años y medio, casos comentados en la clínica de esta zona, de cómo se pasa de la clínica del transgénero a una clínica del travesti, o de una homosexualidad más o menos lábil, etc. Poder captar algo de esto, de cómo se articula, o si se define de una manera que escapa a esto, y que, por lo tanto, no es sin una relación al goce autoerótico del niño, podría, digamos, abrir una discusión precisamente, con los que dicen que estas posiciones son tan precoces que, entonces, solo pueden ser heredadas, o tener una determinación estrictamente biológica.

En ese punto quizás es donde es difícil prescindir del amor al padre, en el sentido que es difícil prescindir de la idea de un elemento que venga a descompletar a la madre, o no.

Lacan trató, en el Seminario 23, de introducir un elemento que quiere pasarse de la extraña primera identificación freudiana que produce el amor al padre. Algo religioso en Freud.

En el ´36, en “Complejos familiares…” él se pregunta por el misterioso sentimiento de la paternidad, y al final se pregunta qué es, no es textual, pero se pregunta qué es esta función más allá del padre, que es servirse de eso. Y en ese sentido no se termina de prescindir, se termina de prescindir de la esencia, pero no de las versiones efectivas.

Efectivamente. Y ese final donde Lacan habla del analista posjoyceano, también abre un campo de investigación.

El problema es cómo pasar del nivel de un caso de hospital a tener una (idea) sobre lo que sería una (intervención) analítica sobre los casos. Hay que examinar esta clínica y ver si se puede sacar, o no, una idea analítica como tal. Es, por el momento, lo que no se ha demostrado.

Bien, muchas gracias Éric.

Seguiremos investigando estas cuestiones.

*- Entrevista realizada por Gustavo Stiglitz para la revista Rayuela 2, junio 2017.

1- Laurent, E., “¿El psicoanálisis se cura de la transferencia?”, Lacaniana 18, Grama, Buenos Aires, 2015.

2- Lacan, J., “Nota sobre el niño”, Otros escritos, Paidós, Buenos. Aires., 2012, p. 393.

Capítulo 2 ¿UNA NUEVA PSICOPATOLOGÍA?

“[…] una de las consecuencias sería agrandar mucho el binario un poco estúpido o reducido neurosis-psicosis especialmente en la clínica de los niños. Este binario parece muy de otra época cuando tenemos un abanico que se abre. […] Por supuesto, creo que la manera con la cual el analista puede venir a presentificar en el análisis el enigma del objeto a, digamos, esto lo hace de manera más efectiva a medida que se deshace de los prejuicios que implican la clínica clasificatoria sin su corrección. No quiero decir “tenemos que olvidar completamente la clínica clasificatoria de la época de la metáfora paterna”, pero esta clínica tiene que tener una corrección, algo que nos permita abrir mucho más el campo”.

Lo inclasificable, ¿es la estructura o su retorno?

Apuntes clínicos a la luz de la transformación del discurso amo y la pluralización de los nombres del padre Guillermo Belaga

La ética del psicoanalista es definida por J. Lacan como una ética del “bien decir”.

En este sentido, a los fines de la construcción del caso, Lacan habló de la “fidelidad a la envoltura formal del síntoma” (1) como una orientación precisa para situar una ética del goce uno por uno.

Se podría decir que en el inicio de esta investigación de las psicosis ordinarias, inaugurada por J.-A. Miller, en aquello que se denominó como “casos raros”, fue sensible a que algo de la “envoltura formal del síntoma” había cambiado en la clínica cotidiana.

1. Consecuencias de la transformación del discurso amo y la pluralización de los nombres del padre.

La época actual se caracteriza por el dominio de dos discursos: el discurso de la ciencia y el discurso del capitalismo, ambos tienen en común, como señala Lacan, la Verwerfung, el rechazo de la castración, llegando así al rechazo del inconsciente y del amor, poniendo en este sentido en cuestión la transferencia.

Al respecto, teniendo en cuenta el nuevo discurso amo, Lacan en su última enseñanza llama la atención sobre el par locura o debilidad mental. Como también, J.-A. Miller ha señalado que las formas del lazo social actual se caracterizarían por paranoia o debilidad.

En este punto resulta importante recordar el axioma con que Lacan definía la experiencia psicoanalítica de las psicosis: “el loco es el hombre libre”. (2)

Así, según esta definición encontramos en la psicosis dos vertientes, por un lado es esa estructura clínica en la que el objeto no está perdido, en la que el sujeto lo tiene a su disposición, por esto el sujeto psicótico reivindica y no demanda. En la otra vertiente, la locura se caracteriza por desprenderse del atractivo de las identificaciones que tienen efecto de masa. El sujeto psicótico rechaza, por su certeza, el sentido que viene del Otro, y por esto, es un hombre libre.

En consecuencia, todo sujeto debiera ser confrontado a la decisión y al consentimiento del Otro. Es decir, tanto la alienación del narcisismo como alienación semántica, pasando por las servidumbres voluntarias, pasan al campo de la ética.

Asimismo, Miller ha dicho, que en la psicosis, el Otro no está separado del goce: “el fantasma paranoico implica la identificación del goce en el lugar del Otro”. (3)

A su vez, mientras que la esquizofrenia no tiene otro Otro que lalengua, la diferencia del Otro en la paranoia y la neurosis es que el Otro en la paranoia es un Otro que es real. Es decir, efectivamente, “el Otro de la paranoia existe y es incluso goloso del objeto a”. (4)

Es por esto que el paranoico encarna al amo.

Estos planteos, deben ser leídos a la luz del nuevo discurso amo que Lacan llamó discurso capitalista cuya consecuencia es el “ascenso al cenit del objeto a” (5) lo que implica una modificación inédita teniendo en cuenta lo que era hasta ese momento las permutaciones de los cuatro discursos, en tanto lazo social.

Así, en “La salvación por los desechos” Miller dice que el lazo social es por esencia paranoico, y la dificultad para insertarse es del orden de la debilidad, entendiendo por debilidad al deslizamiento subjetivo entre dos discursos.

Ya que se trata de un problema de discursos, Miller va a decir que “no es sino por el sesgo de la sublimación que el goce hace lazo social”. (6)

Recordemos la definición de Lacan de la sublimación: “Elevar el objeto [el objeto a] a la dignidad de la Cosa”. (7)

Pero, según Miller, la Cosa ya “es el goce idealizado, limpiado, vaciado, reducido a la falta, reducido a la castración, reducido a la ausencia de relación sexual”. (8) De esta manera resulta fundamental la cuestión de detenerse en torno a la sublimación por el sesgo de que el goce es profundamente autístico de lo Uno, y sus posibilidades de conectar o no, con el discurso del Otro e inscribirse en el lazo social.

Cuestión que nos interesa remarcar, en relación a la explicación de los “casos raros”, proponiendo una investigación clínica entre las “neurosis de carácter” y las llamadas “psicosis ordinarias”, donde justamente muchas de ellas serían “paranoias atemperadas”.

En este sentido, es interesante también mencionar el Curso de la Orientación Lacaniana “Causa y consentimiento” donde Miller comenta la noción de locura de Lacan en “Acerca de la Causalidad psíquica”, justamente cuando respondía y criticaba el organodinamismo que H. Ey. Así, explica que en la locura se trata de una alienación narcisística y que, a su vez, debe ser distinguida de la “alienación semántica”.

Esta teoría de la “alienación” muestra que la dependencia de la imagen del Otro no permite en absoluto, clínicamente, establecer la diferencia entre histeria y psicosis, el alma bella y ley del corazón, respectivamente.

Por último, así como la variación del discurso amo trae variaciones en el lazo social, con el síntoma ocurre lo mismo, como ejemplo podemos mencionar “la clínica de las adic- ciones”. Estos cambios han traído como consecuencias las dificultades diagnósticas de esos casos de psicosis que se caracterizan no por no estar “fuera de discurso” sino todo lo contrario por estar enganchadas al discurso, de un modo “hipersocial”.

Es decir, las psicosis “ordinarias”, son las que hacen serie, son las que están dentro del “orden social”.

2. Las neurosis contemporáneas

Esta expresión es usada por J. Lacan en 1938 en “Los Complejos familiares…”: “estas neurosis (freudianas) […] parecen haber evolucionado en el sentido de un complejo caracterial en el que tanto por la especificidad de su forma como por su generalización –es el núcleo del mayor número de neurosis– podemos reconocer la gran neurosis contemporánea”. (9) Es decir, para Lacan, la “neurosis de carácter” es la que caracteriza a la época de la declinación del padre.

Al respecto, Miller en “Efecto retorno sobre las psicosis ordinarias” propone los siguientes criterios para diagnosticar las neurosis: “una relación al Nombre-del-Padre –no un Nombre-del-Padre–; deben encontrar algunas pruebas de la existencia de menos phi, de la relación a la castración, la impotencia y a la imposibilidad” (10), por último, en referencia a la segunda tópica freudiana “tiene que haber una diferenciación tajante entre el yo y el ello, entre los significantes y las pulsiones; un superyó claramente trazado”. (11)

Entonces Freud, justamente en “El yo y el ello” habla del carácter, –a diferencia del síntoma al que presenta como una formación del inconsciente– que se caracteriza por: una relación a lo que llama el inconsciente reprimido, como también, la incorporación de la instancia parental como superyó y de la identificación como los dos elementos de la pareja parental. Es decir, J.-A. Miller define que el carácter no remite a una intencionalidad inconsciente, no se deja leer como una formación del inconsciente. Agregando que de lo que se trata en el carácter es: la pulsión más la identificación, como goce del cuerpo propio.

En este sentido, el “empresario de sí mismo” (12), como decía Foucault, o como lo reformula E. Laurent como “el empresario de su deseo”. (13) Ambos se podrían comparar con lo que Freud denomina el “carácter de excepción” (14) en tanto coinciden en el modo en que se describen actualmente estos sujetos que declaman su derecho a gozar, fijados tenazmente a una posición de alienación (S1 – a) a los significantes amos de la época: eficacia, rendimiento.

En definitiva, estamos ante una nueva presentación clínica, que si antes era el par neurosis/psicosis extraordinaria, donde el punto era la inclusión o no dentro de un discurso, ahora resulta en el par neurosis de carácter/psicosis ordinaria, donde, más bien, una pregunta sería si existe o no una articulación del inconsciente con el cuerpo.

3. La envoltura formal del síntoma en las psicosis ordinarias

J.-A. Miller ha señalado en relación a las psicosis ordinarias una manera posible de orientarse para la localización de “envoltura formal de síntoma” en lo que respecta al goce, se trata de un signo discreto: “un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto”. Con sus tres externalidades: social, corporal, subjetiva que permiten una construcción del caso.

En este sentido, a los fines de organizar esta búsqueda de indicios, Miller ha propuesto localizar este “desorden” en tres registros, que define como tres externalidades:

1. Una externalidad social

2. Una externalidad corporal

3. Una externalidad subjetiva

Veamos la primera desde el punto de vista de lo que estamos desarrollando, la externalidad social tiene como índice la identificación del sujeto con una función social, tanto en una vertiente negativa como en una positiva.

En su versión negativa se manifiesta en que el sujeto no se ajusta con respecto a lo social, debiendo distinguirse de la rebeldía histérica o de la autonomía obsesiva. Se trataría más bien de desenganches, de desconexión, de errancias, en una metonimia muy frecuente en la esquizofrenia.

Del lado de la vertiente positiva, se trata de sujetos que han logrado una compensación “como sí” al “orden social”, se trata de un comportamiento “rígido”, “rutinario”, según los usos y los imperativos de la época. Es aquí, donde se presenta a veces una dificultad con los casos de “neurosis de carácter”.

La externalidad corporal, aquí se trata de pesquisar lo que J.-A. Miller ha subrayado en “Habeas corpus” que “el inconsciente procede del cuerpo hablante”. (15) Señalando tres puntos muy importantes a tener en cuenta:

-el hombre, a diferencia del sujeto, tiene un cuerpo.

- este cuerpo es hablante.

- no es el cuerpo quien habla. El cuerpo no habla por iniciativa propia, es siempre el hombre quien habla con su cuerpo.

Con es una preposición de Lacan que tiene un sentido preciso: la instrumentación. Como explica Miller: “El hombre se sirve del cuerpo para hablar. La fórmula del cuerpo hablante no está hecha entonces para abrir la puerta a la palabra del cuerpo. Abre la puerta al hombre en tanto se sirve del cuerpo para hablar”. (16)