Kitabı oku: «Cuando es real», sayfa 4

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Capítulo 6
Ella

A la mañana siguiente me levanto al amanecer a pesar de casi no haber pegado ojo. Paisley está en su modo zombi precafé en la cocina, con un bollo untado con mantequilla en la mesa y una cafetera medio llena en la mano. Le quito la cafetera antes de que la estampe contra un lateral del frigorífico. Mi hermana es incapaz de funcionar sin su dosis de cafeína.

Cuando nuestros padres fallecieron, empecé a beber esa repugnante bebida con ella. Ahora es parte de mi rutina, pero siempre lo diluyo con leche. Paisley llama a mi café un mitad y mitad. Mitad café, mitad leche.

—Oí que te levantaste a las tres —murmura mientras se sienta a la mesa del desayuno de cristal—. ¿Estás bien?

—No podía dormir. —Tiro el agua del grifo y saco una jarra de agua de la nevera—. ¿Crees que es lo correcto? —pregunto mientras echo el agua en el tanque de la cafetera y vacío el filtro de posos—. Le di vueltas anoche y no es el salir de mentira lo que me molesta —soy una campeona a la hora de fingir—, sino la duración. ¿Todo un año, Paisley?

Me siento a su lado y arranco un trozo de su bollo.

—Sé que parece mucho tiempo, pero a menos que sea una relación seria, no tiene sentido montar toda esta farsa. —Ella también parece cansada—. No tienes que hacerlo si no quieres. Estaremos bien sin el dinero.

La culpabilidad me atraviesa al escuchar su tono de voz derrotado. Paisley ha mantenido a la familia unida con determinación y coraje. Cuando los servicios sociales quisieron separarnos y mandar a los gemelos a una casa de acogida, Paisley no lo permitió. Se dio prisa con las clases en el instituto, ya que se matriculó en más clases de las que yo pensaba que se podían hacer en un solo año, y se graduó en tres años en lugar de cuatro. Trabajó en dos sitios diferentes hasta que la contrataron en Diamond. Mientras, yo me ocupaba de la casa: cocinar, limpiar y asegurarme de que las vidas de los gemelos permanecieran todo lo estables posible.

A pesar de nuestro esfuerzo, sé que estamos con el agua al cuello.

Un año comparado con lo que Paisley ha sacrificado no es nada.

—Lo voy a hacer —anuncio con firmeza—. Por eso me he levantado a las tres. Para firmar los papeles. —Y comerme la cabeza sobre cómo decírselo a W. Me giro para observar el café caer en la cafetera—. Es decir, no voy a comer bichos, heces ni nada repugnante. Hay cosas peores que salir con Oakley Ford por dinero, ¿verdad?

—Cierto —sonríe aliviada—. Y no es un mal chico. Puede ser encantador si quiere, y haréis muchas cosas divertidas. Me aseguraré de que las citas tengan cosas que te guste hacer.

—Genial—. Trato de mostrar algo de entusiasmo por Paisley. Está claro que la posibilidad de obtener todo ese dinero le quita un gran peso de encima, y sería una hermana terrible y egoísta si no quisiese eso para ella. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en lo mucho que cambiará mi vida.

—Aún te preocupa algo —dice al tiempo que parte otro trozo del bollo para mí.

Yo me lo meto a la boca y mastico antes de admitirlo.

—Es W. No sé cómo voy a decírselo.

Paisley sacude la cabeza.

—No le puedes dar todos los detalles. El contrato de confidencialidad no lo permite.

—Lo sé. —Froto una zona de la mesa—. ¿Esas cosas son muy estrictas?

—¿El contrato? Mucho —responde Paisley, y sus ojos se abren del susto—. ¿Recuerdas a Sarah Hopkins?

—¿La canguro que se tiraba a Mark Lattimer y rompió su matrimonio?

Mark Lattimer es el líder de la banda de rock Flight. El año pasado tuvo un divorcio desagradable. Apareció en todas las revistas de cotilleos durante unos tres meses. El escrutinio no acabó hasta el siguiente escándalo.

—¿No tenía un problema con la droga y se prostituía para pagarla? —pregunto.

—Sí, ¿y sabes cómo se enteró la prensa del corazón?

Antes no lo sabía, pero ahora me lo imagino.

—Firmó un contrato de confidencialidad pero después decidió que estaba cansada de que la culpasen del matrimonio fallido de Mark y Lana. En su círculo íntimo, todos sabían que tenían una relación abierta. A ella no le importaba la canguro hasta que los pillaron en público. Después, pagaron a Sarah pero esta no quiso quedarse callada. Así que Jim le dio toda la información a la prensa. Básicamente arruinó su vida.

—Entonces, si lo incumplo, Jim bombardeará nuestra casa.

—Nuestras vidas —me corrige Paisley seria—. Oakley Ford vale millones para Jim. Su última gira sumó doscientos cincuenta millones de dólares.

La miro con la boca abierta. No sabía que en la vida real los números fuesen tan altos.

—A lo que te refieres es que o lo hago al cien por cien o nada.

—Exacto. Solo le puedes decir a W lo que el contrato dice que le puedes contar. Algo más y Jim nos aplastará como cucarachas.

«Nos». No a mí, sino a toda mi familia.

***

Paisley lleva a los gemelos al colegio y yo limpio la casa, preparo la cena e intento comer algo antes de coger el autobús que me lleva a la Universidad del Sur de California para ver a W. Su última clase termina a las dos.

Jim Tolson me ha mandado otro contrato de confidencialidad por correo, este para que W lo firme. Es como si tuviese millones en su portátil, listos para dárselos a la gente ignorante.

El semestre solo lleva una semana de clases, así que a nadie parece interesarle estudiar. Varias puertas están abiertas cuando llego y en el pasillo se escucha todo tipo de música y sonidos.

Una parte de mí se arrepiente de no matricularme este año. W quería que lo hiciese, pero al ver a Paisley trabajando sin descanso para asegurarse de que pagábamos todas las facturas, yo quise contribuir. Tomarme un año de descanso para ganar dinero era lo que más sentido tenía. Sin embargo… cada vez que entraba en la residencia de W y veía a todas las chicas guapas merodeando por los pasillos, sentía un ataque de nervios al instante.

—Toc, toc —digo en el umbral de la puerta abierta.

W y sus compañeros de cuarto están sentados en el sofá de segunda mano jugando a Madden. Dos chicas que no conozco están acurrucadas en el sillón de la esquina. Siempre tienen a chicas aquí. Al igual que con el resto, finjo que no me importa, porque lo último que quiero es parecer la típica novia celosa e inmadura de instituto.

W se levanta inmediatamente.

—V, no sabía que ibas a venir.

—Te he mandado un mensaje.

Él hace una mueca.

—Estábamos jugando. Chicos, os dejo. Ha venido mi chica.

—Pon un calcetín en la puerta —grita Mark al tiempo que W cierra la puerta de su habitación. Mark es un chico del norte del estado que siempre me pregunta cómo es W en la cama, como si supiera que nunca lo hemos hecho y disfrutase al provocarme con ello.

W me sonríe con las manos en las caderas.

—¿Necesito poner el calcetín?

—Hay gente ahí fuera —le recuerdo.

Él se ríe y me tira a la cama.

—¿Y? Aquí solo estamos tú y yo.

Yo me estremezco cuando su mano se cuela bajo mi camiseta.

W hace que me sienta bien, pero no estoy preparada para dar el siguiente paso aún. Y menos todavía si sus compañeros están ahí fuera jugando a un videojuego y hay dos chicas desconocidas con ellos.

Lo empujo con la mano.

—Mi primera vez no va a ser con público.

Ya hemos hablado de esto. Al principio él se resiste, pero luego saca la mano de debajo de mi camiseta y la posa en la parte del vaquero que cubre mis caderas. Parte de su pelo castaño cae sobre su frente cuando rueda y se coloca a mi lado. Yo le aparto el pelo para poder ver sus ojos color chocolate. Está guapísimo, como siempre. Más que Oakley Ford, eso está claro.

¿En serio? Bufa mi voz interna. Tienes que estar bromeando.

Vale, W no es más guapo que Oakley, pero es más simpático y dulce y lo quiero y eso cuenta para todo.

—Vale —sonríe, y se forman arrugas alrededor de sus preciosos ojos—. ¿Han mirado los gemelos el parque de skate que te mandé por mensaje?

—¿El de Boyle Heights? Está como en otro estado. —Cualquier cosa que suponga que alguien de Los Ángeles se meta en la autovía se considera un crimen menor dada la aglomeración de tráfico. Ir a Boyle Heights no requiere pasaporte pero sí un gran esfuerzo. Aunque quiero a mis hermanos, no los quiero tanto.

—Ya, pero si los traes podremos quedar. Eso estaría bien, ¿no? —Su boca besa un lado de mi cuello.

Ambos sabemos que los gemelos no irán, pero es un gesto dulce que W trate de juntarnos a todos.

—Pues sí. Veo el sentido a tu plan. —Me acurruco contra él y mis labios encuentran los suyos.

—Beneficios de salir con un universitario —bromea.

Nos besamos un poco más y cuando nos separamos por falta de aire, la razón por la que he venido vuelve a instalarse en mi mente.

—Oye, necesito pedirte un favor.

—La respuesta es sí. —Me hace cosquillas en el ombligo.

He practicado un discurso en el autobús pero no sonaba bien. Aun así, lo digo.

—Sabes que me he tomado el año libre para ayudar a Paisley, ¿no?

—Ajá.

Sus labios viajan hasta mi oreja.

—Me ha salido la oportunidad de ganar una gran suma de dinero este año. Nos duraría bastante.

—Suena bien.

Se mueve desde mi oreja hasta mi cuello y después baja la camiseta holgada por la curvatura de mi hombro.

Permitir que me bese cuando estoy a punto de decirle que necesito salir de mentira con una estrella del pop hace que me sienta demasiado culpable como para disfrutar de ello. Así que me salgo de la cama y me quedo al lado de la ventana.

—Necesito que no te enfades y me entiendas.

W frunce el ceño y pasa la pierna por la esquina de la cama. Se apoya sobre los codos, y la estampa de su cuerpo largo y desgarbado me es tan familiar y maravillosa que cuestiono de nuevo mi decisión.

—Empieza a parecerse al discurso que Danny Jones le dio a Karen de que se iba a la Universidad de Nueva York y no quería una relación a distancia.

—No, no es nada de eso. —Me froto la frente—. Es… es que este trabajo requiere que haga algo que no te va a gustar.

—¿Vas a participar en una peli porno? —Sus cejas se elevan hasta las entradas de su pelo.

—Dios, W, no.

—Dilo de una vez, V.

Suspiro en señal de frustración.

—No puedo decir nada más hasta que firmes esto. —Le doy el contrato de una página que declara que se le pueden contar algunas cosas a W pero no todos los detalles.

Él deja el papel a un lado.

—No voy a firmar nada. ¿Qué coño pasa, Vaughn?

—No digas tacos —digo sin pensar.

—No canalices a tu hermana —se queja. Paisley y él no se llevan bien. Ella cree que él me presiona y él que ella es demasiado estirada.

—Sé que parece una locura, pero si no lo firmas no puedo desvelarte los detalles y parecerá peor si no te los digo, créeme.

—Entonces confía en . —W coge el papel y lo tira a la cama, que está detrás de él—. Me lo puedes contar todo. Sabes que soy una tumba.

No es que no confíe en W, pero el futuro de toda mi familia está en juego.

—Si se tratase solo de mí te lo contaría, pero ya le he prometido a la agencia que no diría nada a menos que firmases esto.

Él entrecierra los ojos.

—¿Qué agencia?

—En la que trabaja Paisley. Diamond Tal…

—¿Diamond Talent Management? —exclama—. ¿Son ellos los que te han dado el trabajo? ¿Por qué no has dicho eso antes? Claro que firmaré. ¿Dónde necesitas la firma?

Veo como W se apresura a coger un bolígrafo del escritorio. Casi tiembla por el entusiasmo.

No alza la mirada al escribir su nombre sobre la línea, incluso en las que se supone que Jim tiene que firmar en nombre de Oakley. Pone el punto en la última «i» de su nombre completo con una floritura.

—Vale. Cuéntamelo todo.

Me levanto y arrastro a W hacia la cama para poder sentarme a su lado y cogerle de la mano mientras le explico esta locura.

—Vale, esto es todo lo que te puedo decir: voy a hacer algo para la agencia, algo así como una campaña en redes sociales. —Suena ridículo cuando lo digo en alto, pero eso es lo que el contrato de confidencialidad me permite revelar—. Saben que tú y yo estamos saliendo y…

—¿Me conocen? —Sus ojos brillan de entusiasmo—. ¿Paisley les ha hablado del canal? ¡Pensé que lo odiaba! ¿Qué vídeo les gustó? ¿En el que puntuamos las celebraciones de gol? ¿O en el que nos disfrazamos y fingimos ser los perros del cuadro en que juegan al póker? Tuvimos muchas visitas en ese aunque no fuese interactivo.

Arrugo la frente.

—Eh, no es acerca del canal.

—¿No? Pero lo has mencionado, ¿verdad?

—No exactamente. —Me siento avergonzada. Ni se me había pasado por la cabeza que lo primero en que pensaría W es en su canal, y ahora me siento mal por no habérselo comentado a Jim Tolson.

—¿Por qué no?

Hay cierto tono de traición en su voz. W y sus compañeros crearon un canal de YouTube en septiembre en el que cuelgan vídeos sobre ellos comentando los titulares deportivos. Se llama Bro Hards y… uf, vale, es algo tonto.

Pero como soy una novia que lo apoya, veo cada vídeo y me aseguro de comentar a pesar de no resultarme entretenido.

—No sé, no salió el tema —replico, deseando de repente haberlo tratado.

Al fin y al cabo, habría sido más fácil y un gran paso para que W se sintiera más cómodo con mi trato con Oakley. Me apunto mentalmente que he de hablar con Jim la próxima vez que lo vea.

—Bueno, nuestra relación es un problema para la agencia. Interfiere con mis… deberes. Le gente no puede saber que

tengo novio así que quieren que rompamos en público —cuando frunce el ceño me doy prisa para explicar el resto—, pero no de verdad. Seguiríamos saliendo de verdad. Excepto que…

—Hago una mueca—… no pueden vernos en público.

Me mira perplejo.

—¿Quieres que rompamos pero que no sea de verdad?

—Sí. —Dios. Suena tan estúpido.

—¿Quieres romper conmigo, V? Porque yo ni siquiera sabía que tuviésemos problemas. Si no quieres que salgamos, dímelo —lo dice de forma tan objetiva que parece como si romper conmigo no le afectase.

Pero a mí sí.

—¿Quieres tú romper conmigo? —exclamo, nerviosa y preocupada.

W es mi apoyo. Empezamos a salir antes de que mis padres falleciesen, y durante aquel doloroso verano estuvo a mi lado todo el tiempo, a pesar de mis lloreras impredecibles. Como cuando estábamos en el centro comercial y vi el anuncio del día del padre en una tienda Hallmark. Aquella noche volví a casa decidida a ser la novia divertida de antes y desde entonces no he vuelto a llorar frente a él.

Me preocupaba muchísimo que fuese a romper conmigo cuando empezó la universidad; pero no lo hizo. Me dijo que me quería y que se quedaría conmigo, aunque significase retrasar algunos de los planes que había hecho para ambos.

—Claro que no. —Me coloca en su regazo y frunce el ceño de nuevo—. ¿Pero cómo va a funcionar? —Sus manos se cuelan bajo mi camiseta—. Se supone que nos lo íbamos a pasar en grande juntos este año.

—Lo sé —digo triste—, pero es mucho dinero.

W vuelve arrugar el ceño.

—Paisley y tú os las arregláis bien. ¿No me comentaste que gana lo suficiente como para no trabajar en dos sitios a la vez?

—Sí, pero…

—¿Y no pospusiste venir a la universidad este año porque tenías que trabajar?

—Sí, pero…

—Entonces no necesitas este —dice con la confianza de alguien que no se ha tenido que preocupar por una factura en su vida.

La familia de W tiene dinero. Incluso gastaron algo para que tuviera una habitación en la residencia De Neve Plaza que tiene una suite de dos habitaciones y un baño privado que comparte con otros tres tíos. Cuando vi lo que costaba la suite por semestre casi me trago el chicle.

—Sí, W. Sí que necesito el trabajo. Mi familia lo necesita.

Le cojo de las manos, con las que intenta quitarme la camiseta, y las junto entre las mías.

—¿Esto es idea de Paisley? Porque sabes que me odia.

—No te odia.

W gruñe con recelo. Sus dedos acarician la pretina de mis vaqueros y yo me obligo a no echarme hacia atrás. Es W. Le quiero. Por lo que deberían encantarme sus caricias, no hacer que me tense cuando lo veo aproximarse hacia mí.

Mi hermana nunca me ha dicho que no debería tener sexo con W, pero sé que cree que soy muy joven. Parte de su reticencia viene de su propia primera vez, la cual ella misma dice que fue terrible. Tras el funeral de nuestros padres, Paisley se sentía sola, deprimida y preocupada sobre cómo cuidar de nosotros. Así que acabó acostándose con alguien que no conocía muy bien porque necesitaba consuelo. Y fue tan horrible que la pillé llorando al día siguiente. No digo que me traumatizase, pero tenía claro que no quería ir rápido con W después de aquello.

—Vale, finjamos que lo hago —dice W despacio—. ¿Quién rompería con quién?

Su cambio de ciento ochenta grados me deja alucinada. Supongo que debería aliviarme que W se muestre dispuesto, pero en lugar de eso su actitud tan normal me sienta mal. Una de las cosas buenas de W es que es muy relajado. Nunca me molesta por mi falta de ambición o por el hecho de que no tengo ni idea de qué hacer con mi vida. Si no puedo tener una cita porque quiero estar con mi familia o trabajo turnos extra nunca se queja. Me digo a mí misma que es algo bueno y positivo. En los meses tras la pérdida de mis padres, su actitud relajada era lo que necesitaba.

Y ya que necesitaba que le pareciese bien esto, no debería irritarme que pregunte cómo será la ruptura de forma tan normal, como si me estuviese preguntando por el tiempo que hace.

—¿Cómo quieres que sea? —contesto con otra pregunta.

Él se encoje de hombros.

—Probablemente debería ser yo, pero no quiero que ninguno de nuestros amigos me acuse de engañarte. Diremos que ya no funcionaba.

¿Engañarme? ¿Le digo ahora que se supone que tengo que besar a Oakley Ford o espero a luego? Aunque en realidad no puedo elegir ninguna opción, porque me han prohibido decirle a W que Oakley está involucrado. Está claro que lo descubrirá pronto, pero el contrato que he firmado me prohíbe mencionar a Oakley.

Esto es un lío.

—Me aseguraré de que todos sepan que no has hecho nada malo —prometo mientras internamente lucho contra mi creciente inquietud.

—Vale —se queda callado—. Y… ¿podemos seguir quedando en secreto?

Siento que eso no es lo que quería preguntar, ha vacilado demasiado antes de hablar. Pero asiento de todas formas.

—Aunque tendrá que ser en mi casa. Y no podremos mandarnos mensajes durante la ruptura. Podemos hablar por teléfono pero no puede haber pruebas por escrito. Así que nada de mensajes de texto, Snapchats, comentarios en Instagram y esas cosas.

—Es como una de las misiones de James Bond —alza las cejas—. ¿Entonces tendré una aventura en secreto con mi novia? Me pone un poco.

Me siento aliviada. Esto es bueno. Ya bromea y, por alguna razón, eso me dice que nos irá bien.

—Escabullirse será guay —le digo para tentarlo.

Eso hace que me sonría con picardía.

—¿Y qué más?

Mierda. Esta es la parte difícil.

—Puede que me hagan fotos con ciertos famosos…

Sus ojos se iluminan.

—¿Cómo quién?

—Todavía no lo sé —miento—. Pero si ves fotos mías en internet debes saber que no son reales. —Vuelvo a mentir—. La mayoría serán manipuladas con Photoshop. En serio, nada de lo que haga este año será real. Todo estará manipulado, como… piensa que es como un reality show que Diamond produce.

Él asiente.

—Hablando de programas de televisión…

Mi ansiedad aumenta mientras espero a que prosiga.

—Si te doy un vídeo de mi canal, ¿se lo podrías pasar a uno de los agentes? —pregunta esperanzado—. Nunca se lo he pedido a Paisley porque ambos sabemos que no lo hará, pero ahora sus contactos son también los tuyos, ¿no?

La petición me sienta mal, aunque ya había pensado en mencionárselo a Jim. Me obligo a dejar a un lado mi molestia.

—Es decir, vas a pasar mucho tiempo con todos los famosos de Hollywood, gente de la industria, y sabes lo mucho que los chicos y yo nos esforzamos con el canal... —Hay un brillo desafiante en sus ojos—. Es una oportunidad para abrirse paso. Tú misma lo dijiste, que nos imaginabas con nuestro propio programa de televisión.

Me arrepiento de haber escrito ese comentario en YouTube.

—¿No quieres graduarte en ciencias de la comunicación? —pregunto, esperando que recordárselo le distraiga.

Pero W ondea la mano despectivamente.

—La única razón por la que entré en esta carrera es para meterme a trabajar en la tele. Quiero ser presentador de algún programa de deportes. Ya lo sabes. Así que si puedo llegar más rápido a ese objetivo, ¿por qué no? —Al no responder, presiona los labios, triste—. ¿Me estás diciendo que no quieres hacer esto por mí?

—No es eso…

—No creo que sea mucho pedir —me interrumpe—. Porque voy a estar sin novia durante varios meses…

—Un año —susurro.

Se queda con la boca abierta.

—¿Un año? ¿La ruptura falsa va a durar un año? —Alza las manos en señal de sorpresa—. ¿Ves? ¡Es un gran sacrificio por mi parte! Será mucho más fácil de sobrellevar si al menos saco a cambio una oportunidad laboral.

¿Saber que estarías ayudándome a poder mantener a mi familia no es suficiente?

Me muerdo la lengua antes de soltar esas palabras de enfado. Supongo que entiendo lo que dice. Un año es mucho tiempo y estoy bastante segura de que nos cansaremos de quedar a escondidas antes o después. Además, no es como si Diamond fuera a firmar algo con él, así que, si alguien con autoridad le ofrece alguna crítica constructiva, a lo mejor por fin se da cuenta que eso que hace en YouTube es una pérdida de tiempo.

—Tienes razón —convengo—. No podemos dejar pasar ninguna oportunidad laboral.

Su expresión se torna alegre.

—Mándame por correo lo que quieras y yo se lo pasaré a las personas adecuadas.

—¡Joder, nena, sí! ¡Eres la mejor!

Me atrapa con sus brazos y me besa hasta que me quedo sin aliento, y ambos reímos al separarnos.

Bueno, él ríe, yo finjo. Algo normal en mi vida, supongo.

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