Kitabı oku: «La música con faldas»
La música con faldas Compositoras a través de los siglos
132 páginas de 14 x 20.5 cms
Vol. 6 de la Biblioteca Musical
Mínima
© Fernando Díez de Urdanivia Serrano
Primera edición: 2010
ISBN libro impreso: 978-607-00-3616-3
ISBN libro electrónico: 978-607-8427-04-8
Biblioteca Musical Mínima
Director de la colección:
Fernando Díez de Urdanivia
Diseño y cuidado de la edición:
Carmen Bermejo
Editor:
LUZAM
Río Lerma No. 260
Col. Vistahermosa
62290 Cuernavaca, Mor.
Tel. (777) 315-4022
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www.luzam.com.mx
Impreso y hecho en México
Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio. Se autorizan breves citas en artículos y comentarios bibliográfi cos, periodísticos, radiofónicos y televisivos, dando al autor el crédito correspondiente.
LA MÚSICA CON FALDAS
Compositoras a través de los siglos Fernando Díez de Urdanivia
BIBLIOTECA MUSICAL MÍNIMA
6
Índice de Compositoras A
Acosta, Josefi na
Adaievsky, Ella
Addison, Phyllis
Adkins Chiti, Patricia
Agnesi-Pinottini, Maria Teresa
Agudelo, Graciela
Agudíez, Elisa *
Aleotti, Vittoria
Alexander, Lorin
Alonso, Julia
Alter, Martha
Álvarez, Lucía
Andrée, Elfrida
Aretz, Isabel
Arizti, Cecilia
Armijo, Leticia
Auenbrugger, Marianna von
Auernhammer, Josepha
4
B
Badalla, Rosa Giacinta
Baker, Agathe
Baratta, María de
Barnett, Clara
Barradas, Carmen
Barthélemon, Cecilia Maria
Bauer, Marion
Bayon, Marie-Emmanuele
Bearer, Elaine
Bembo, Antonia
Benda Reichardt, Juliane
Bengoechea, Soledad
Bergensen, Marie
Bigot, Marie
Bingen, Hildegard von
Blahetka, Maria
Boesch, Leonor
Boetzelaer, Josina van den
Boltz, Harriet
Bon, Anna (di Venezia)
Boulanger, Lili
Boulanger, Nadia
Brillon, Anne Louise
Bronsart von Schellendorf, Ingeborg
Buckley, Olivia
Buenaventura, Isabel
C
Caccini, Francesca
Caccini, Settimia
Calcagno, Elsa
5
Campmany, Montserrat
Cancino, Sofía
Candeille, Amélie-Julie
Carreño, Teresa
Carrique, Ana
Carvalho, Dinorah del
Castegnaro, Lola
Casulana, Maddalena
Caterina, Alessandra
Cesis, Sulpitia Ludovica
Cianchettini, Veronika
Cimaglia, Lía
Colbran, Isabella
Corri-Dusek, Sophia
Cozzolani, Chiara
Cuen, Leticia
Curuberto, María Isabel
CH
Chacón, Emma
Chaminade, Cécil
Cheney, Amy Marcy
D
Deharme, Lise
Derbez, Georgina
Diamond, Ema
Dianda, Hilda
Diemer, Emma Lou
Dlugoszewski, Lucia
Dusek, Olivia
6
E
Elías, Graciela Morales de
Escamilla, Manuela de
Escobar, María Luisa
F
Faisst, Clara
Fajardo, María
Faltis, Evelyn
Farga, Onia
Farrenc, Louise
Ferrari, Carlota
Figueroa Mañas, Isabel
Folville, Juliette
Foodim, Sylvia
Freixas, Narcisa
G
Gaigerova, Varvara
García Ascot, Rosa
García Renart, Marta
Garfi as, María
Garre-Gaïl, Sophie
Garwood, Margare
Giuranna, Barbara
Glickman, Sylvia
Granillo, María
Gubitosi, Emilia
Guest, Jane Mary
Guízar, Amelia Cristina
Guraieb, Rosa
7
H
Hall, Pauline
Harbach, Barbara
Harrison, Ellen
Held, Barbara
Hernández, Gisela
Hess, Marjorie
Holmes, Augusta
Hoover, Katherine
Hugh-Jones, Elaine
Hui, Melissa
I
Icaza de Díaz Barreiro, María
Inglaterra, Elisabeth de
J
Jacquet, Elisabeth
Jambor, Agi
Janotha, Natalie
Järns, Helge
Johnson, Lynette
Jutta, Sor
K
Kabat, Julie
Kassia, Sor
Kats-Chernin, Elena
Kearns, Ann
Khosrovidukht
Kinkel, Johanna
Kralik, Mathilde
Krumpholtz, Anne-Marie
8
L
La Peireta, Ninón
Lambertini, Marta
Landowska, Wanda
Lang, Josephine
Lang, Margaret Ruthven
Lara, Ana
Le Beau, Louise Adolpha
LeFanu, Nicola
Lehmann, Liza
León, Tania
Leonarda, Isabella
Lima, María Antonieta de
López Rovirosa, María Isabel
Lutyens, Elisabeth
M
Mackenna, Carmela
Maconchy, Elizabeth
Mahler, Alma (Schindler)
Malibrán, María
Mamlok, Ursula
Mancera, Delfi na
Maragall, Joan
Marbe, Myriam
Marchand, Maria Margarethe
María Guadalupe
Marin, Marie-Martin Marcel de
Martines, Marianne
Martínez de la Torre, Emma
Mayer, Emilie
McLaughlin, Jennifer
9
McLean, Priscilla
Meda, Blanca Maria
Medina, Cecilia
Mendelssohn, Fanny
Menter, Sophie
Mozart, Anna María (Nannerl) 1
Müller-Hermann, Johanna
N
Newman, Maria
O
Oliver, Mary
Olmedo, Guadalupe
Orsini, Leonora
Ortiz, Gabriela
P
Pablos, María de
Padoani, Antonia
Paradis, Maria Theresia von
Paredes, Hilda
Park, Maria Hester
Pejacevic, Dora
Pentland, Barbara
Peralta, Ángela
Peruchona, Maria Xaviera
Pierce, Alexandra
Pinedo, Elisa
Poldowski, Irene
Polignac, Armande de
Porcairagues, Azalais de
Prieto, María Teresa
1
No hay obra comprobada.
10
Prusia, Anna Amalia de Ptaszynska, Marta
R
Ramann, Lina
Read, Deborah
Reichardt, Louise
Reiset, Clemencia de
Rodrigo, María
Rodríguez Borja, Sofía
Rodríguez, Esther
Rodríguez, Marcela
Rogers, Clara
S
Safo
Sahakduxt
Sajonia, María Antonia de
Santa Catarina, Juana de
Sánz, Rocío
Sarenom, Tibors de
Scalero, Rosario
Scheer, Caroline
Schoenthal, Ruth
Schumann, Clara
Sepúlveda, María
Serret, Josefi na
Sessa, Claudia
Silver, Sheila
Silverman, Faye-Ellen
Smith, Alice Mary
Smith, Ethel
Sowande, Fela
11
Stirling, Elizabeth
Strozzi, Barbara
Syrse, Diana
Szymanowska, Maria Agata
T
Tailleferre, Germaine
Tapia, Gloria
Terzian, Alicia
Torrá, Cecilia
Trissina, Alba
U
Ugalde, Delphine
Urreta, Alicia
V
Valenzuela, Cynthia
Vázquez, Lilia
Viardot, Pauline
Villanueva, Mariana
Vivanco, Marquesa de
Vizzana, Lucrezia
W
Warshauer, Meira
Weaver, Elisa
Weir, Judith
White, Maude Valerie
Wilkins, Margaret
Z
Zegers, Isidora
Zubeldía, Emiliana de
12
Un libro que se inició con dudas y se termina con asombro
Si bien es cierto que la guerra de los sexos no ha tenido, y tal vez no tendrá fi n, no es menos verdadero que en años recientes se han dado actitudes positivas; hay buen ánimo y se promulgan legislaciones que van estabilizando el respeto a la mujer. Es necesario reconocer que tales cambios no son históricos, ni tienen proyección mundial. Sigue vigente el dicho de las mexicanas que van por la calle a la zaga de su esposo: “me traes como chinita”. En Oriente es hábito ancestral el de un marido caminando por delante de la compañera, quizá ostentando su primacía.
Dentro de los propósitos de la Biblioteca Musical Mínima, pareció aventurada la idea de un libro sobre el tema de las mujeres que han escrito y escriben música. Aunque existía el antecedente de algunas distinguidas autoras, había el riesgo de no poder llenar sufi cientes páginas, o la necesidad de hacer excesivas concesiones. El resultado de una indagación somera, pero ante todo de la fe en los 13
resultados, fueron puertas hacia un camino poco recorrido que entrañaría felices hallazgos.
Con estos párrafos preliminares se intenta evitar a los lectores la sorpresa de encontrarse con una multitud, donde esperaban un grupito. Ya que quien escribe no es investigador, ni ha querido redactar una obra enciclopédica para la que no tiene capacidad, priva la idea de informar sobre un tema que seguirán tratando más ampliamente los conocedores. Hay numerosos libros regionales, pero hasta el momento no muchos con intención global, a pesar del The New Grove Dictionary of Women Composers 1 .
Este pequeño libro exhibe las limitaciones de los que llamamos breviarios; carencias que no son ajenas a los grandes tratados donde también hay frecuentes omisiones. Se ha reunido buen material, pero no se agota el tema. Que los lectores hagan su propia búsqueda. Existen ediciones a las que ésta aventaja en brevedad y ecumenismo, aunque les quede corta en amplitud y en detalle.
Intencionalmente no se incursiona en la producción oriental, polinésica o aborígen de países lejanos y aun cercanos, por considerarse asunto arduo, especializado y digno de estudios que o ya se han hecho, o están en manos de quienes se han preparado para ellos. Sin embargo, y a título solamente informativo, no se omite la mención de la cultura matriarcal bantú2 del África, donde ha 1
Publicado en 1995.
2
Término que se usa para mencionar el nexo lingüístico que tienen más de 400 grupos éticos, cuyo habitat se extiende entre Camerún y Somalia.
14
imperado la canción femenina como ejemplo de un ejercicio tradicional del que poco se sabe.
En el mundo, y por supuesto en México, las décadas recientes han sido de gran efervescencia femenina, a veces promovida por afanes feministas que en sus casos extremos no son aconsejables. El espíritu de estas páginas coincide con aquella vieja broma mexicana en la que uno proclama: “en mi pueblo somos puros machos” y el otro contesta: “en el mío somos machos y hembras, y la pasamos muy bien”.
Tal vez muchos dirán que no han escuchado una sola nota de ninguna de las 232 compositoras incluidas. Si al cerrar este libro acuden a una tienda de discos y adquieren alguna de las muchas grabaciones que hay en el mercado, los trabajos de recopilación, orden, escritura, cuidado del formato y del tiraje y de distribución que es nado contra la corriente, habrán sido espléndidamente retribuidos.
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¿Compositoras en el Calvario?
Es necesario el punto de partida grecolatino. Aunque las investigaciones modernas han demostrado el valor de culturas distintas del Lacio3 y la Hélade4, arrancamos de la lejanía griega.
Ayudados por los conocimientos de Adolfo Salazar5 y de otros eruditos, puede saberse que hacia 675 a.C. Terpandro de Lesbos compartió los tiempos de las fl autas frigias y lidias de que hay mención en Las Bacantes de Eurípides (409 a.C.). Arquíloco, gran poeta, tuvo que ver con la producción popular y compuso algunas obras corales. Éstos y otros personajes nos conducen a las dos fi guras cumbres de la lírica eolia, Alceo y Safo (hacia 612 a.C.), esta última señalada por la historia como precursora de la homosexualidad, a pesar de que se casó con Kerkylas, tuvo con él una hija llamada Cleis y 3
Lacio. El Latium latino, que era la parte central de Italia con capital en Roma.
4
Hélade. Antiguo nombre de Grecia.
5
Adolfo Salazar. Nacido en Madrid en 1890, se exilió al comienzo de la guerra civil y llegó a México en 1939. Fue musicólogo, historiador y maestro que enseñó en El Colegio de México. Murió en 1958.
16
heredó a la posteridad su oda donde expresa el furor pasional que sentía por el adolescente Faón. Safo y Alceo hicieron poesía sobre el amor platónico hacia el mismo sexo, que éste lo fi ja en Lykos y aquélla en Erina. No hay duda sobre la condición musical de Safo, quien fundó en Mytilene6 una organización donde se cultivaba la poesía, la danza y el arte de los sonidos bajo la advocación de Afrodita.
Al pasar con un gran salto hasta la era cristiana, encontramos que a fi nes del siglo XVII, el Papa Inocencio XI dijo con voz de trueno: “ninguna mujer, bajo ningún pretexto, debe aprender música”.
La frase no pareció sonar con la sufi ciente rispidez, porque en 1703 fue refrendada por otro pontífi ce que fue Clemente XI.
¿Cuándo empezó tan absurda actitud? Tal vez la contestación a esta pregunta sea lo de menos, cuando nos enteramos de que en pleno siglo XX
el gran director británico Sir Thomas Beecham7
pronunció unas declaraciones de este tamaño: “No hay compositoras, nunca las hubo, y posiblemente nunca existirán”. Para ese momento el bello sexo ya había hecho, y por fortuna siguió haciendo muchas diabluras musicales, aunque las limitantes genéricas produjeron su efecto y hasta hoy el número de compositores varones centuplica el de sus colegas.
En una encuesta reciente llevada a cabo en 6
Mytilene. Ciudad que se asentaba en la costa oriental de la isla de Lesbos.
7
Sir Thomas Beecham (1879-1961). Quiso ser compositor, pero se dedicó a la dirección de orquesta, donde fue uno de los más grandes. En 1932 fundó la Filarmónica de Londres.
17
Argentina, una de las conclusiones fue: “no hay una Bach8, ni una Beethoven9, ni una Mozart10”.
En Buenos Aires las compositoras Hilda Dianda, Alicia Terzian y Marta Lambertini agregaron que tampoco había una Verdi11 ni una Wagner12, y en tono de queja resumieron: “la historia se escribe en Europa y la redactan los hombres, aunque la música de concierto también tenga cara de mujer”.
Hace poco más de diez años, el músico mexicano Manuel de Elías (1939) dio a la imprenta el manifi esto de un grupo constituido por sobresalientes creadores de Hispanoamérica. La lista contiene veintiún nombres y no hay ninguno femenino.
Tomás Marco (1942) publicó en 1970 el libro Música Española de Vanguardia, donde solamente menciona a la compositora Elisa Agudíez entre las “promociones más jóvenes”, cuando en realidad existen reportes con muchas creadoras hispanas de similares características. Éstas y muchas otras son faltas sensibles.
8
Johann Sebastian Bach (1685-1750). Precursor de la música moderna. Organista en Santo Tomás de Leipzig. Su obra cumbre: la Pasión según San Mateo, rescatada por Mendelssohn.
9
Ludwig van Beethoven (1770-1827) Revolucionó la forma-sonata y fue el más grande arquitecto musical. Sus cuartetos y sinfonías no encuentran par en la historia.
10
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). Justamente considerado el más grande genio musical de la historia. Su capacidad creativa no tiene pareja antes ni después de él.
11
Giuseppe Verdi (1813-1901). Triunfó inicialmente con la ópera Nabucco (1842) y después refrendó éxitos con el más importante y famoso de los repertorios.
12
Richard Wagner (1813-1883). Las jornadas operísticas de Bayreuth son uno de sus mejores legados. La tetralogía el Anillo del Nibelungo, recientemente puesta en México, es su obra cumbre.
18
Podemos recorrer páginas de libros, revistas especializadas y diarios donde las damas ofendidas levantan su voz para arremeter contra los que se aferran a la idea de que la creación musical está sujeta al sexo, y la genialidad es patrimonio varonil.
Estamos ante una misoginia que a lo largo de milenios no pertenece a una raza o una cultura, sino es problema general. Escritos a fi nes del siglo XIX, encontramos párrafos que terminan con palabras como éstas: “no obstante su inspiración, la compositora permanece siendo una mujer”, o bien
“la mujer siempre será recipiente e intérprete, pero hay escasa esperanza de que sea una creadora”.
Ésas y otras opiniones no son expresión de ideas personales, ni de críticas insanas, sino de un clima antropológico que los siglos han arrastrado y no se limita a la música, sino a todo el quehacer humano. Representan una cara de la moneda que no parece tener otra, y equivalen a posiciones negativas que han sido punto menos que irreversibles.
Una compositora italiana del siglo XVI, Maddalena Casulana, en la dedicatoria de sus obras a Isabel de Medici escribió estas palabras elocuentes: “Deseo mostrar al mundo tanto como pueda en esta profesión musical, la errónea vanidad de que sólo los hombres poseen los dones del arte y el intelecto, y de que estos dones nunca son dados a las mujeres”.
En el reglamento del Conservatorio de París se establecía que en las clases de armonía, contrapunto y fuga tenían preferencia los hombres, y en las de 19
composición debía eliminarse completamente a las mujeres.
Daniel Cosío Villegas cita una queja del jurista mexicano José María Iglesias (1823-1891), porque en su tiempo se consideraba a la mujer “un ser de condición inferior, incapaz de elevación mental, indigna de una educación esmerada, tratábasela con inexplicable desprecio, sin comprender su inmensa importancia social”.
Los lectores preguntarán para qué se publica este libro. La razones son simples: poner en el escaparate a las principales compositoras de ayer y de hoy. Aclararle a Beecham que no tuvieron sentido sus palabras. Sostener que la costilla de Adán se ha llenado con las frondas exteriores que tanto apetecemos; pero también con la excelencia interior que nos colma de reconocimiento y admiración.
En estas páginas figuran compositoras enmarcadas en su momento histórico y a veces aderezadas con los ingredientes culturales y anecdóticos que acompañaron su ofi cio. Muchas de las no incluidas tienen merecimientos sufi cientes para que los interesados las busquen en libros, enciclopedias y portales electrónicos.
Parecen claros los dos objetivos de hacer justicia y sembrar inquietudes. Conseguir que lectores y lectoras se conviertan en portavoces de este hecho histórico: a pesar de los jefes de la Iglesia Católica; de los dictados conservatorianos y de Beecham, las compositoras son una especie humana que ha gozado y goza de cabal salud, aunque 20
las circunstancias las hayan devaluado y el duende perverso de la inseguridad haya dicho al oído de algunas: “¿Por qué no usas seudónimo de varón?”.