Kitabı oku: «Retrato de la Lozana Andaluza», sayfa 11
MAMOTRETO XLIII
Cómo salia el Auctor de casa de la Lozana, y encontró una fantesca cargada y un villano, con dos asnos cargados uno de cebollas y otro de castañas, y despues se fué el Auctor con un su amigo, contándole las cosas de la Lozana.
Auctor. ¿Qué cosa es esto que traés, señoreta?
Jacómina. Bastimento para la cena, que viene aquí mi señora y un su amigo notario, y agora verná su mozo, que trae dos cargas de leña; señor, ¿es vuestra merced de casa? ayúdeme á descargar, que se me cae el bote de la mostaza.
Auctor. Sube, que arriba está la Lozana; ¿qué quieres? ¿tú, vendes esas cebollas?
Villano. Señor, no sé, son para presentar á una señora que se llama la Fresca, que mora aquí, porque me sanó á mi hijo del ahito.
Auctor. Llamá, que ahí está, esas castañas son para que se ahite ella, y tú con sus pedos.
Villano. Micer, sí.
Auctor. Pues voto á Dios, que no hay letrado en Valladolid que tantos cliéntulos tenga, pues aquellas ocultas allá van, que por ella demandan, y no me partiré de aquí sin ver el trato que esta mujer tiene, allá entra la una y la otra mujer con dos ánades, aquélla no es puta, sino mal de madre, yo lo sabré al salir; ya se va el villano, ya viene la leña para la cena, milagros hace, que la quiere menuda, ya van por más leña, dice que sea seca, al mozo envia que traiga especias y azúcar, y que sean hartas y sin moler, que traiga candelas de sebo de las gordas, y que traiga hartas por su amor, que será tarde, que han de jugar, yo me maravillaba si no lo sabía decir á mi fidamani, que ella cene más de tres noches con candelas de notario y á costa de cualque monitorio; ¿veis dó sale la de los anadones? quiero saber qué cosa es; decíme, madre, ¿cómo os llamais?
Vitoria. Fijo, Vitoria, enferma de la madre, y esta señora española me ha dado aqueste cerote para poner al ombligo.
Auctor. Decidme, señora, ¿qué mete dentro, si vistes?
Vit. Yo os lo diré, balbano y armoniaco, que consuma la ventosidad, y perdonáme, que tengo priesa.
Auctor. Andate en buen hora, yo me quiero estar aquí y ver aquel palafranero á qué entra allá, que no estará muncho, que ya viene el notario ó novio, que será cardico, y moxama le trae el ladron; bueno, pues entra, que ahí te quiero yo, que mejor notario es ella que tú, que ya está matriculada, ya sale el otro, italiano es, más bien habla español y es mi conocido; á vos, Penacho, ¿qué se dice? ¿sois servicial á la señora Lozana? ¿qué cosa es eso que llevais?
Penacho. ¡Juro á Dios! cosas buenas para el rabo, guarda que tú no lo dices á otro, questo es para la hemorroide que tiene monseñor mio, adio.
Auctor. Va norabuena, que aquí viene quien yo deseaba; si vuestra merced viniera más presto viera maravillas, y entre las otras cosas oyera un remedio que la señora Lozana ha dado para cierta enfermedad.
Silvano. Pues deso me quiero reir, que os maravilleis vos de sus remedios, sabiendo vos que remedia la Lozana á todos de cualquier mal ó bien; á los que á ella venian no sé agora cómo hace, mas en aquel tiempo que yo la conocí, embaucaba las gentes con sus palabras, y por cierto que dos cosas le vi hacer, la una á un señor que habia comido tósigo, y ella majó presto un rábano sin las hojas, y metiólo en vinagre fuerte, y púsoselo sobre el corazon y pulsos; y cuando fué la peste ella en Velitre, hizo esto mismo en vino bueno, y que tomase siempre placer, y que no se curase de otras píldoras ni purgas. Cada mes de Mayo come una culebra, por eso está gorda y fresca la traidora, aunque ella de suyo lo era.
Auctor. ¿No veis qué prisa se dan á entrar y salir putas y notarios?
Silv. Vámonos que ya son vacaciones, pues que cierran la puerta.
MAMOTRETO XLIV
Cómo fué otro dia á visitarla este su conocido Silvano, y las cosas que allí contaron.
Silv. Señora Lozana, no se maraville, que quien viene no viene tarde, y el deseo grande vuestro me ha traido, y tambien por ver si hay páxaros en los nidos de antaño.
Loz. Señor, nunca faltan palomas al palomar, y á quien bien os quiere no le faltarán palominos que os dar.
Silv. No sean de camisa, que todo cuanto vos me decis os creo, Dios os bendiga, que gorda estais.
Loz. Hermano, como á mis expesas y sábeme bien, y no tengo envidia al Papa, y gánolo, y osténtolo, y quiéromelo gozar y triunfar, y mal año para putas, que ya las he dado de mano, que por la luz de Dios, que si me han menester, que vienen cayendo, que ya no soy la que solia; mirá qué casa, y en qué lugar, y qué paramentos, y qué lecho que tengo, salvo que ese bellaco me lo gasta cada noche que no duerme seguro, y yo que nunca estoy queda, y vos que me entendeis que somos tres; hi, hi, acordaisos de aquellos tiempos pasados cómo triunfábamos, y habia otros modos de vivir, y eran las putas más francas, y los galanes de aquel tiempo no compraban oficios ni escuderatos como agora, que todo lo expendian con putas y en placeres y convites, agora no hay sino maullantes overo, como dicen en esta tierra, totivento, que todo el año hacen hebrero, y ansí se pasan, no como cuando yo me recuerdo que venía yo cada sábado con una docena de ducados ganados en ménos tiempo que no há que venistes, y agora cuando traigo doce julios es muncho, pues Sábado Santo me recuerdo venir tan cansada, que estaba toda la Pascua sin ir á estaciones, ni á ver parientas ni amigas, y agora este Sábado Santo con negros ocho ducadillos me encerré, que me maravillo cómo no me ahorqué, pues las navidades de aquel tiempo, los aguinaldos y las manchas que me daban como agora cierto, nunca tan gran estrechura se vido en Cataluña ni en Florencia como agora hay en Roma; y si mirais en ello, entónces traian unas mangas bobas, y agora todos las traen á la perdalesca, no sé, por mí lo digo, que me maravillo cómo pueden vivir munchas pobres mujeres que han servido esta córte con sus haciendas y honras, y puesto su vida al tablero por honrar la córte y pelear y batallar, que no las bastaban puertas de hierro, y ponian sus copos por broquel y sus oidos por capacetes, combatiendo á sus expesas y á sus acostamientos de noche y de dia, y agora ¿qué mérito les dan? salvo que unas rotos sus brazos, otras gastadas sus personas y bienes, otras señaladas y con dolores, otras paridas y desmamparadas, otras que siendo señoras son agora siervas, otras estacioneras, otras lavanderas, otras estableras, otras cabestro de símiles, otras alcahuetas, otras parteras, otras cámara locanda, otras que hilan y no son pagadas, otras que piden á quien pidió y sirven á quien sirvió, otras que ayunan por no tener, otras por no poder, ansí que todas esperan que el Senado las provea á cada una segun el tiempo que sirvió y los méritos que debe haber, que sean satisfechas, y segun piensan y creen que harán una taberna meritoria como antiguamente solian tener los romanos y agora la tienen venecianos, en la cual todos aquellos que habian servido ó combatido por el Senado romano si venian á ser viejos ó quedaban lisiados de sus miembros por las armas, ó por la defension del pueblo, les daban la dicha taberna meritoria, en la cual les proveian del vito é vestito, esto al hora era bueno que el Senado cobraba fama y los combatientes tenian esta esperanza, la cual causaba en ellos ánimo y lealtad, y no solamente entónces, mas agora se espera que se dará á las combatientas en las cuales ha quedado el arte militario, y máxime á las que con buen ánimo han servido y sirven en esta alma cibdad, las cuales, como dixe, pusieron sus personas y fatigas al carro del triunfo pasado por mantener la tierra y tenella abastada y honrada con sus personas viniendo de léxos, y luengas partidas y de diversas naciones y lenguajes, que si bien se mira en ello, no hay tantos lenguajes en Babilonia, adonde yo soy estada en mi juventud; ansí que si esto se hiciese, munchas más vernian, y sería como en las batallas cuando echan delante la gente armada, y á la postre cuando van faltando éstos, los peones y hombres darmas, y esles fuerza pelear á ellos y á los otros que esperaban seguir victoria, que si bien vencen el campo, no hay quien lo regocije como en la de Ravena, ni quien favorezca el placer que consiguen por ser pocos y solos, que no tienen quien los ayude á levantar, y así esperan la luna de Boloña, que es como el socorro de Escalona; ansí que tornando al propósito, quiero decir que cuando á las perdidas y lisiadas y pobres y en senetud constitutas no les dan el premio ó mérito que merecen, serán causa que no vengan munchas que vinieran á relevar á las naturales las fatigas y cansancios y combates, y esto causará la ingratitud que con las pasadas usaron, y de aquí redundará que los galanes requieran á las casadas y á las vírgenes desta tierra, y ellas darán de sus casas, joyas, dinero y cuanto ternán á quien las encubra y á quien las quiera, de modo que quedarán los naturales ligeros como siervos asentados á la sombra del alcornoque, y ellas contentas y pobres, porque se quiere dexar hacer el tal oficio á quien lo sabe menear.
MAMOTRETO XLV
Una respuesta que hace este Silvano, su conocido de la Lozana.
Silv. Por mi vida, señora Lozana, que creo que si fuérades vos la misma teoría no dixérades más de lo dicho, mas quiero que sepais que la taberna meritoria para esas señoras ya está hecha archihospital, y la honra, ayuda y triunfo que ellas dan al Senato es como el grano que siembran sobre las piedras, que como nace se seca, y si oistes decir que antiguamente cuando venía un romano ó emperador con victoria, lo llevaban en un carro triunfante por toda la ciudad de Roma, y esto era gran honra, y en señal de forteza una corona de hojas de roble, y él asentado encima, y si alguna señal tenía de las heridas que en las batallas y combates hobiese rescebido, la mostraba públicamente, de manera que entónces el carro y la corona y las heridas eran su gloria, y despues su renombre, fama y gloria. ¿Qué mejor ni más largo os lo puedo yo dar á entender, señora Lozana, de lo que vos misma podeis ver? que como se hacen francesas ó grimanas, es necesario que en muerte ó en vida vayan á Santiago de las Carretas, y allí el carro y la corona de flores y las heridas serán su mérito y renombre á las que vernán, las cuales tomarán audibilia pro visibilia; ansí que, señora Lozana, á vos no ha de faltar sin ellas de comer, que ayer hablando con un mi amigo hablamos de lo que vos alcanzais á saber, porque me recordé cuando nos rompistes las agallas á mí y á cuantos estábamos en el banco de ginoveses.
Loz. Y si entónces las agallas, agora los agallones, y oidme dos razones.
MAMOTRETO XLVI
Respuesta que da la Lozana en su laude.
Loz. Aquel es loado que mira y nota y á tiempo manifiesta, yo he andado en mi juventud por Levante, só estada en Nigroponte, y he visto y oido munchas cosas, y entónces notaba, y agora saco de lo que entónces guardé; ¿no se os acuerda cuándo estaba por ama de aquel hijo de vuestro amo, qué concurrencia tenía de aquellos villanos que me tenían por médica, y venían todos á mí, y yo les decia, andaos á vuestra casa y echáos un ayuda, y sanaban? Aconteció que una vieja habia perdido una gallina, que muchos dias habia que ponia huevos sobre una pared, y como se encocló, echóse sobrellos, y vino la vieja á mí que le dixese de aquella gallina, y yo estaba enoxada, y díxele: andá, id á vuestra casa, y traéme la yerba canilla que nace en los tejados, y díxeselo porque era vieja, pensando que no subiria, en fin, subió, y halló la gallina, y publicóme que yo sabía hacer hallar lo perdido, y así un villano perdió una borrica, vino á mí que se la encomendase, porque no la comiesen lobos, mandéle que se hiciese un cristel de agua fria, y que la fuese á buscar, él hízolo, y entrando en un higueral á andar del cuerpo, halló su borrica, y desta manera tenía yo más presentes que no el juez. Decíme, por mi vida, ¿quién es ese vuestro amigo que decis que ayer hablaba de mí? ¿conózcolo yo? reisos, quiérolo yo muncho, porque me contrahace tan natural mis ménos y autos, y cómo quito las cejas, y cómo hablo con mi criado, y cómo lo echo de casa, y cómo le decia cuando estaba mala, anda por esas estaciones, y mira esas putas cómo llevan las cejas, y cómo bravea él por mis duelos, y cómo hago yo que le hayan todos miedo, y cómo lo hago moler todo el dia soliman, y el otro dia no sé quién se lo dixo, que mi criado hacia quistion con tres, y yo, porque no los matase, salí y metílo en casa, y cerré la puerta, y él metióse debaxo del lecho á buscar la espada, y como yo estaba afanada porque se fuesen ante quél saliese, entré y busquélo, y él tiene una condicion, que cuando tiene enojo, si no lo desmuele, luégo se duerme, y como lo veo dormido debaxo de la cama, me alegré, y digo, en este medio los otros huiran; y cómo lo halago, que no se me vaya, y cómo reñimos porque metió el otro dia el suyo en una olla que yo la tenía media de agua de Mayo, y cómo arma dentro por causa del agua, traia la olla colgada, y yo quise más perder la olla y el agua, que no que se le hiciese mal; y el otro dia que estaban aquí dos mochachas como hechas de oro, parece que el bellaco arma, y tal armada, que todas dos agujetas de la bragueta rompió, que eran de gato soriano, y cómo yo lo hago dormir á los piés, y él cómo se sube poco á poco, y otras mil cosas que cuando yo lo ví contrahacerme, me parecia que yo era. Si vos lo viéredes aquí cuando me vino á ver que estaba yo mala, que dixe á ese cabron de Rampin que fuese aquí á una mi vecina, que me prestase unos manteles, dixo que no los tenía, dixe yo simplemente, mira qué borracha, que está ella sin manteles, toma, vé, cómprame una libra de lino, que yo me los hilaré, y ansí no la habré menester. Señor, yo lo dixe, y él lo oyó, no fué menester más, como él há tiempo, cuando yo no pensaba en ello, me contrahizo, que quedé espantada.
MAMOTRETO XLVII
Cómo se despide el conocido de la señora Lozana, y de las señas de la patria del Auctor.
Silv. Señora Lozana, quisiera que acabáramos la materia comenzada de la meritoria, mas como no tuvo réplica, manda vuestra merced que digamos reliqua, para que se sienten y vayan reposadas, donde la rueda de la carreta las acabará, y tornando á responderos de aquel señor que de vuestras cosas hace un retrato, quiero que sepais que só estado en su tierra, y daréos señas della. Es una villa cercada, y cabeza del maestrazgo de Calatrava, y antiguamente fué muy gran cibdad, dedicada al dios ó planeta Marte, como dice Apuleyo; cuando el planeta Mercurio andaba en el cielo, el dios Marte, que aquella peña era su trono y ara, de donde tomó nombre la Peña de Marte, y al presente de los Martes, porque cada uno de los que allí moran son un Marte en batalla, que son hombres inclinados al arte de la milicia y á la agricultura, porque remedan á los romanos, que reedificaron donde agora se habita, al pié de la dicha peña, porque allí era sacrificado el dios de las batallas; y ansí son los hombres de aquella tierra muy aptos para armas, como si oisteis decir lo que hicieron los Covos de Mártos en el reino de Granada, por tanto que decian los moros que el Covo viejo y sus cinco hijos eran de hierro y áun de acero, bien que no sabian la causa, del planeta Marte, que en aquella tierra reinaba de nombre y de hecho, porque allí puso Hércules la tercera piedra ó colona que al presente es puesta en el templo; hallóse el año M.D.IIII: y la Peña de Mártos nunca la pudo tomar Alejandro Magno ni su gente, porque es inexpunabile á quien la quisiese por fuerza, ha sido siempre honra y defension de toda Castilla. En aquella tierra hay las señales de su antigua grandeza en abundancia, esta fortísima peña es tan alta que se ve Córdova, que está catorce leguas de allí, ésta fué sacristía y conserva cuando se perdió España, al pié de la cual se han hallado atautes de plomo y marmóreos escritos de letras gódicas é de egipciacas; y hay una puerta que se llama la Puerta del Sol, que guarda al Oriente, dedicada al planeta Febo, hay otra puerta, La Ventosilla, que quiere decir que allí era la silla del solícito elemento Mercurio, y la otra puerta del Viento dedicada á este tan fuerte elemento aéreo, por tanto el fortísimo Marte dedicó á este elemento dos puertas que guardasen su altar, todas dos puertas de Mercurio guardan al Poniente, hay un albollon que quiere decir salida de agua al baluarte do reposa la diosa Cereza, hay dos fortalezas, una en la altísima peña, y otra dentro en la villa, y el Almedina, que es otra fortaleza que hace cuarenta fuegos, y la villa de Santa María, que es otra fortaleza que hace cien fuegos, y toda la tierra hace mil y quinientos; y tiene buenos vinos toronteses y albillos y haloques, tiene gran campiña, donde la diosa Cereza se huelga, tiene monte, donde se coge muncha grana, y grandes términos y muy buenas aguas vivas, y en la plaza un altar de la Madalena, y una fuente, y un alamillo, y otro álamo delante de la puerta de una iglesia, que se llama la solícita y fortísima y santísima Martha, huéspeda de Cristo. En esta iglesia está una capilla que fué de los Templares, que se dice de San Benito, dicen que antiguamente se decia Roma la Vieja; todas estas cosas demuestran su antigua grandeza, máxime que todas las ciudades famosas del Andalucía tienen la puerta Mártos, que dice su antigua fortaleza, salvo Granada, porque mudó la puerta Elvira; tiene asimismo una fuente marmórea, con cinco pilares á la puerta de la villa, edificada por arte mágica, en tanto espacio cuanto cantó un gallo, el agua de la cual es salutífera, está en la via que va á la cibdad de Mentesa, alias Jaen, tiene otra al pié de Malvecino, donde Marte abrevaba sus caballos, que agora se nombra la fuente Santa Martha, salutífera contra la fiebre, la mañana de San Juan sale en ella la cabelluda, que quiere decir, que allí muchas veces apareció la Madalena, y más arriba está la peña de la Sierpe, donde se ha visto Santa Martha defensora, la cual allí miraculosamente mató un ferocísimo serpiente, el cual devoraba los habitantes de la cibdad de Marte, y ésta fué la principal causa de su despoblacion. Por tanto, el templo lapídeo y fortísima ara de Marte fué y es al presente consagrado á la fortísima Santa Martha, donde los romanos, por conservar sus mujeres en tanto que ellos eran á las batallas, otra vez la fortificaron, de modo que toda la honestidad y castidad y bondad que han de tener las mujeres, las tienen las de aquel lugar, porque traen el orígine de las castísimas romanas, donde munchas y munchas son con un solo marido contentas. Y si en aquel lugar, de poco acá, reina alguna invidia ó malicia, es por causa de tantos forasteros que corren allí por dos cosas, la una porque abundan los torculares y los copiosos graneros, juntamente con todos los otros géneros de vituallas, porque tiene cuarenta millas de términos, que no le falta, salvo tener el mar á torno; la segunda, que en todo el mundo no hay tanta caridad, hospitalidad y amor proximal cuanto en aquel lugar, y cáusalo la caritativa huéspeda de Cristo. Allí poco léxos está la sierra de Aillo, ántes de Alchahudete.
Loz. Alcahudete el que hace los cornudos á ojos vistas.
Silv. Finalmente, es una felice patria, donde siendo el Rey personalmente, mandó despeñar los dos hermanos Caravajales, hombres animosísimos, acusados falsamente de tiranos, la cuya sepultura ó mausoleo permanece en la capilla de Todos Santos, que antiguamente se decia la Sancta Sanctorum, y son en la dicha capilla los huesos de fortísimos reyes y animosos maestres de la dicha órden de Calatrava.
Loz. Señor Silvano, ¿qué quiere decir que el Auctor de mi retrato no se llama Cordovés, pues su padre lo fué, y él nació en la diócesi?
Silv. Porque su castísima madre y su cuna fué en Mártos, y como dicen, no donde naces, sino con quien paces. Señora Lozana, veo que viene gente, y si estoy aquí os daré empacho, dadme licencia, y mirá cuándo mandais que venga á serviros.
Loz. Mi señor, no sea mañana ni el sábado, que terné priesa, pero sea el domingo á cená y todo el lúnes, porque quiero que me leais, vos que teneis gracia, las coplas de Fajardo y la comedia Tinalaria y á Celestina, que huelgo de oir leer estas cosas muncho.
Silv. ¿Tiénela vuestra merced en casa?
Loz. Señor, vedla aquí, mas no me la leen á mi modo, como haréis vos, y traé vuestra vihuela y sonarémos mi pandero.
Silv. Contémplame esa muerte.