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Kitabı oku: «Retrato de la Lozana Andaluza», sayfa 15

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MAMOTRETO LXII

Cómo la señora Imperia, partido el médico, ordenó de ir á la estufa ella y la Lozana, y cómo encontraron á uno que decia Oliva, Oliva de España, el cual iba en máscara, y dice la Imperia al médico:

Imp. ¿Qué se dice, maestro Arresto? ¿retozábades á la Lozana, ó veramente haceis partido con ella que no os lleve los provechos? ya lo hará si se los pagais, por eso ántes que se parta sed de acordo con ella.

Méd. Señora, entre ella y mí el acuerdo sería que partiésemos lo ganado y participásemos de lo porvenir, mas Rampin despriva á munchos buenos que querian ser en su lugar; mas si la señora Lozana quiere, ya me puede dar una espetativa en forma comun para cuando Rampin se parta, que éntre yo en su lugar, porque, como ella dice: no esté lugar vacío, la cual razon conviene con todos los filósofos, que quieren que no haya lugar vacuo, y despues desto verná bien su conjuncion con la mia, que, como dicen, segun que es la materia que el hombre manca, ansí es más excelente el maestro que la opera; porque cierta cosa es que más excelente es el médico del cuerpo humano racional que no el albéitar, que medica el cuerpo irracional, y más excelente el miembro del ojo que no el dedo del pié, y mayor milagro hizo Dios en la cara del hombre ó de la mujer que no en todo el hombre, ni en todo el mundo, y por eso no se halla jamas que una cara sea semejante á otra en todas las partículas, porque si se parece en la nariz no se parece en la barba, y así de singulis. De manera que yo al cuerpo, y ella á la cara, como más excelente y mejor artesana de caras que en nuestros tiempos se vido. Estariamos juntos, y ganariamos para la vejez poder pasar, yo sin récipe, y ella sin hic, et hec, et hoc, el alcohol, y amigos como de ántes, y beso las manos á vuestra merced, y á mi señora Lozana la boca.

Loz. Yo la vuestra enzucarada, ¿qué me decis? cuando vos quisiéredes regar mi manantío, está presto y á vuestro servicio, que yo sería la dichosa.

Imp. Más vale asno que os lleve que no caballo que os derrueque, de Rampin haceis vos lo que quereis, y sirve de todo, y dexá razones y vamos á la estufa.

Loz. Vamos, señora, mas siempre es bueno saber, que yo tres ó cuatro cosas no sé que deseo conocer, la una qué via hacen, ó qué color tienen los cuernos de los hombres, y la otra querria leer lo que entiendo, y la otra querria que en mi tiempo se perdiese el temor y la vergüenza para que cada uno pida y haga lo que quisiere.

Imp. Eso postrero no entiendo, de temor y vergüenza.

Loz. Yo, señora, yo os lo diré; cierto es que si yo no tuviese vergüenza, que cuantos hombres pasan querria que me besasen, y si no fuese el temor, cada uno entraria y pediria lo vedado; mas el temor de ser castigados los que tal hiciesen, no se atreven, porque la ley es hecha para los transgresores, y así de la vergüenza, la cual ocupa que no se haga lo que se piensa, y si yo supiese ó viese estas tres cosas que arriba he dicho, sabria más que Juan Desperaendios. De manera que cuantas putas me viniesen á las manos, les haria las cejas á la chancilleresca, y á mi marido se los pornia verdes, que significan esperanza, porque me metió el anillo de cuerno de búfalo, y la cuarta que penitus inñoro es: ¿de quién me tengo de empreñar cuando algo me empreñe? señora, vaya Jusquina delante y lleve los aderezos. Vamos por aquí que no hay gente, señora, ¿ya comienzan las máscaras? mire vuestra merced cuál va el bellaco de Hércoles enmascarado; y Oliva, Oliva de España, aquí vienen y hacen quistion, y van cantando: agora me vezo sonar de recio. Entre vuestra merced y salgamos presto, que me vernán á buscar más de cuatro agora que andan máxcaras, que aquí ganaré yo cualque ducado para dar la parte á maestro Arresto, él debe trala, que medicó el asno, y mérito el albarda, pues vaya á la horca, que no me ha de faltar hombre, aunque lo sepa hurtar.

MAMOTRETO LXIII

Cómo la Lozana fué á su casa, y envió por un sastre, y se vistió del paño que le dieron en casa del coronel, y lo que pasó con una boba, y dice la Lozana:

Loz. ¿Dónde meteis esa leña? ¿y el carbon está abaxo? ¿mirastes si era bueno? ¿sobistes arriba los barriles, los presutos y quesos? ¿contaste cuántas piezas de tela vinieron? ¿vistes si el olio está seguro que no se derrame? pues andá, llamá á maestro Gil, no sea para esotra semana, y mirá que ya comienzan las máxcaras á andar en torno, estas carrastollendas tenemos de ganar; torná presto, porque presteis esos vestidos á quien os lo pagáre. Veis, viene madona Pelegrina, la simple, á se afeitar, aunque es boba siempre me da un julio, y otro que le venderé de soliman serán dos. Entrá, ánima mia cara, ¿y con este tiempo venís? ánima mia, dulce, saporida; mirá qué ojos y qué dientes, bien parece que sois de buena parte. Bene mio, asentaos, que venis cansada, que vos sois española por la vida, y podria ser, que los españoles por do van siembran, que veinte años há que nos los tenés allá por esa Lombardía, ¿estais gravida, mi señora?

Pelegrina. Señora, no, mas si vos, señora Lozana, me supiésedes decir con qué me engravidase, yo os lo satisfaria muy bien, que no deseo en este mundo otro.

Loz. ¡Ay ánima mia enzucarada! récipe lo que sé que es bueno, si vos lo podeis hacer, tomá sábana de fraile que no sea quebrado, y halda de camisa de clérigo macho, y rechincháoslas á las caderas con uñas de sacristan marzolino, y veréis qué hijo haréis.

Pel. Señora Lozana, vos que sabeis en qué caen estas cosas, decíme, ¿qué quiere decir que cuando los hombres hacen aquella cosa se dan tanta prisa?

Loz. Habeis de saber que me place, porque el discípulo que no dubda ni pregunta, no sabrá jamas nada, y esta tierra hace los ingenios sotiles y vivos, máxime vos, que sois de la Marca, muncho más sabréis interrogando que no adevinando.

Habeis de saber que fué un emperador que, como viese que las mujeres tenian antiguamente cobertera en el ojo de cucharica de plata, y los hombres fuesen eunucos, mandó que de la cobertera hiciesen compañones á los hombres, y como hay una profecía que dice Merlin que ha de tornar cada cosa á su lugar, como aquellos al cufro de la mujer, por eso se dan tanta priesa por no quedar sin ellos, y beata la mujer á quien se le pegaren los primeros; por tanto, si vos me creeis, hacé desta manera: alzá las nalgas y tomaldo á él por las ancas y apretá con vos, y quedaréis con cobertera y preñada, y esto haced hasta que acerteis.

Pel. Decíme, señora Lozana, ¿qué quiere decir que los hombres tienen los compañones gordos como huevos de gallina, de paloma y de golondrina, y otros que no tienen sino uno?

Loz. Si bien los mirastes, en ellos vistes las señales; habeis de saber que los que no tienen sino uno perdieron el otro desvirgando mujeres ancianas; y los que los tienen como golondrinas, se los han disminuido malas mujeres, cuando sueltan su artillería y los que los tienen como paloma, ésos te saquen la carcoma, y los que los tienen como gallina es buena su manida.

Pel. Decíme, señora Lozana, ¿qué quiere decir que los mozos tienen más fuerza y mejor que sus amos, por más hombres de bien que sean?

Loz. Porque somos las mujeres bobas, cierta cosa es que para dormir de noche y para sudar no os haceis camisa sotil, que luégo destexe. El hombre, si está bien vestido, contenta al ver, mas no satisface la voluntad, y por esto valen más los mozos que sus amos en este caso; y la camisa sotil es buena para las fiestas, y la gorda á la contínua; que la mujer sin hombre es como fuego sin leña, y el hombre machucho que la encienda y que coma torreznos, porque le haga los mamotretos á sus tiempos, y su amo que pague el alquilé de la casa y que dé la saya; y ansí pelallos, y popallos, y cansarlos, y despues de pelados, dexallos enxugar.

MAMOTRETO LXIV

Cómo vinieron cuatro palafreneros á la Lozana, si queria tomar en su casa un gentil-hombre que venía á negociar, y traia un asnico sardo llamado Robusto, y ensalmóles los encordios, y dice uno:

Palafrenero. Señora Lozana, nosotros, como somos huérfanos y no tenemos agüelas, venimos con nuestros tencones en las manos á que nos ensalmeis, y yo, huérfano, á que me beseis.

Loz. Amigo, este monte no es para asnos, comprá mulos; ¡qué gentileza! hacerme subir la calamita, ¡si os viera hacer eso Rampin el bravo, que es un diablo de la peña Camasia! ¿pensais que soy yo vuestra Ginebra, que se afeita ella misma por no dar un julio á quien la haria parecer moza?

Pal. Puta ella y vos tambien, ¡guay de tí, Jerusalen!

Camarino. Señora Lozana, ensalmános estos encordios, y veis aquí esta espada y estos estafiles, vendeldos vos para melecinas.

Loz. Vení uno á uno, dexáme poner la mano.

Cam. ¡Ay! que estais fria.

Loz. Vos seréis abad, que sois medroso; vení vos, ¡oh! qué teneis de pelos en esta forma, Dios la bendiga, vería si tuviese cejas.

Pal. Señora Lozana, si tuviese tantos esclavos que vender, á vos daria el mejor.

Loz. Andá, que vos serés mercader cobdicioso; vení vos, esperá, meteré la mano.

Sarac. Meté, señora, mas mirá que estoy derecho.

Loz. Por mi vida, que sois caballero y hidalgo, aunque pobre; y si tanto derecho tuviésedes á un beneficio, sería vuestra la sentencia, esperá, diré las palabras, y tocaré, porque en el tocar está la virtud.

Sar. Pues dígalas vuestra merced alto que las oigamos.

Loz. Só contenta; Santo Ensalmo se salió, y contigo encontró, y su vista te sanó; ansí como esto es verdad, ansí sanés deste mal, amén. Andá, que no será nada; ¿qué pecado es que tengais mal en tal mandragulon?

Pal. Mayor que el rollo de Écija, servidor de putas.

Loz. Mala putería corras, como Margarita Corillon, que corrió los burdeles de Oriente y Poniente, y murió en Setentrion, sana y buena como yo.

Pal. Decinos agora, ¿cómo haréis, que dicen que habrá guerra, que ya con la peste pasada cualque cosa ganábades?

Loz. Mal lo sabeis, más quiero yo guerra que no peste, al contrario del Duque de Saboya, que quiere más peste en sus tierras que no guerra. Yo, si es peste, por huir como de lo ganado, y si hay guerra, ganaré con putas y comeré con soldados.

Pal. ¡Voto á Dios! qué bien dice el que dixo que de puta vieja y de tabernero nuevo me guarde Dios, digámosle á la señora Lozana á lo que más venimos. Vuestra merced sabrá que aquí á Roma es venido un gentilhombre y en su tierra rico, y trae consigo un asnico que entiende como una persona, y llámalo Robusto, y no querria posar sino solo, y pagará bien el servicio que á él y á Robusto le harán, y por estar cerca del rio, adonde Robusto vaya á beber, por tanto, querriamos rogar á vuestra perniquitencia que, pagándolo, fuésedes contenta por dos meses de darle posada, porque pueda negociar sus hechos más presto y mejor.

Loz. Señores, yo siempre deseé tener plática con estaferos, por munchos provechos que de ellos se pueden haber, y viendo que si hago esto que me rogais, no solamente terné á ese señor, mas á todos vosotros, por eso digo que la casa y la persona á vuestro servicio; avisaldo que si no sabe, sepa que no hay cosa tan vituperosa en el hombre como la miseria, porque la miseria es sobrina de la envidia, y en los hombres es más notada que en las mujeres, y más en los nobles que no en los comunes, y siempre la miseria daña á la persona en quien reina, y es adversa al bien comun, y es señal de natura, porque luégo se conoce el rico mísero ser de baxa condicion, y esta regla es infalible segun á mi ver; y avisaldo que no se hacen los negocios de hongos, sino con buenos dineros redondos.

MAMOTRETO LXV

Cómo vino el asno de micer Porfirio por corona, y se graduó de bachiller, y dice entre sí mirando al Robusto, su asnico.

Porfirio. No hay en este mundo quien ponga mientes á los dichos de los viejos, que si yo me recuerdo, siempre oí decir que ni fies ni porfies, ni prometas lo incierto por lo cierto. Bien sé yo que á este Robusto le falta lo mejor, que es el leer, y si en esto lo examinan primero, no verán que sabe cantar, y ansí me lo desecharán sin grado, y yo perderé mi apuesta. Robusto, canta ut, re, mi, fa, sol, la, di comigo; más baxo, bellaco, otra vez comienza del la, sol, fa, híncate de rodillas, abaxa la cabeza, di un texto entre dientes, y luégo comerás, aza, aza, aza, ro, ro, ro, as, as, as, no, no, no, ansí comed agora y sed limpio. ¡Oh Dios mio y mi Señor! ¿como Balan hizo hablar á su asna, no haria Porfirio leer á su Robusto, que solamente la paciencia que tuve cuando le corté las orejas me hace tenelle amor? pues vestida la veste talar, y asentado y bello, como tiene las patas como el asno de oro de Apuleyo, es para que le diesen beneficios, cuanto más graduallo bacalario.

Loz. Señor Porfirio, véngase á cenar, y dígame qué pasion tiene, y por qué está ansí pensoso.

Porf. Señora, no os oso decir mi pena y tormento que tengo, porque temo que no me lo ternéis secreto.

Loz. No haya vuestra merced miedo, que yo jamas lo descubro.

Porf. Señora, bien que me veis ansí solo, no só de los ínfimos de mi tierra, mas la honra me costriñe, que si pudiese querria salir con una apuesta que con otros hice, y es que si venía á Roma con dinero, que ordenaba mi Robusto de bacalario, y siendo venido y proveido de dinero, y vezado á Robusto todas las cosas que han sido posible vezar á un su par, y agora como veo que no sabe leer, no porque le falte ingenio, mas porque no lo puede expremir por los mismos impedimentos que Lucio Apuleyo, cuando siendo asno, retuvo siempre el intelecto de hombre racional, por ende estoy mal contento, y no querria comer ni beber, ni hacer cosa en que me fuese solacio.

Loz. Micer Porfirio, estad de buena gana, que yo os lo vezaré á leer, y os daré órden que despachés presto para que os volvais á vuestra tierra; id mañana, y haced un libro grande de pergamino, y traédmelo, y lo vezaré á leer, é yo hablaré á uno que si le untais las manos será notario, y os dará la carta del grado, y hacé vos con vuestros amigos que os busquen un caballerizo que sea pobre y jóven, y que tenga el seso en la bragueta, que yo le daré persona que se lo acabe de sacar, y desta manera vencerémos el pleito, y no dubdeis que de este modo se hacen sus pares bacalarios. Mirá, no le deis á comer al Robusto dos dias, y cuando quisiere comer, metelde la cebada entre las hojas, y ansí lo enseñarémos á buscar los granos y á boltar las hojas, que bastará, y dirémos que está turbado, y ansí el notario dará fe de lo que viere y de lo que cantando oyere. Y así omnia per pecuniam falsa sunt, porque creo que basta harto que lleveis la fe, que no os demandarán si lee en letras escritas con tinta ó con olio ó iluminadas con oro, y si les pareciere la voz gorda, decí que está resfriado, que es usanza de músicos, una mala noche los enronquece. Asimismo, que Itali ululant, Hispani plangunt, Gali canunt. Que su merced no es gallo, sino asno, como veis, que le sobra la sanidad.

MAMOTRETO LXVI

Cómo la Lozana se fué á vivir á la ínsula de Lipari, y allí acabó muy santamente ella y su pretérito criado Rampin, y aquí se nota su fin y un sueño que soñó.

Loz. ¿Sabeis, venerable Rampin, qué he soñado? que veia á Pluton caballero sobre la Sierra Morena, y voltándome en verso la tramontana, veia venir á Marte debaxo una niebla, y era tanto el estrépito que sus ministros hacian, que casi me hacian caer las tenazuelas de la mano; yo, que consideraba qué podria suceder, sin otro ningun detenimiento cabalgaba en Mercurio, que de repente se me acostó, el cual me parecia á mí que hiciese el más seguro viaje que al presente se halle en Italia, en tal modo que navegando llegábamos en Venecia, donde Marte no puede extender su ira; finalmente desperté, y no pudiendo quietar en mí una tanta alteracion, traxe á la memoria el sueño que áun todavía la imaginativa lo retenia. Considerando consideraba como las cosas que han de estar en el profundo, como Pluton, que está sobre la Sierra Morena, y las altas se abaten al baxo, como milano, que tantas veces se abate hasta que no dexa pollo ni polla, el cual diablo de milano ya no teme espantajos, que cierto las gallinas ya no pueden hacer tantos pollos como él consuma. En conclusion, me recordé haber visto un arbol grandísimo sobre el cual era uno asentado, riendo siempre y guardando el fruto, el cual ninguno seguia, debajo del cual arbol vi una gran compaña, que cada uno queria tomar un ramo del árbol de la locura, que por bienaventurado se tenía quien podia haber una hoja ó una rameta; quién tiraba de acá, quién de allá, quién cortaba, quién rompia, quién cogia quién la corteza, quién la raíz, quién se empinaba, quién se ponia sobre las puntillas, ansí buenos como medianos y más chicos, ansí hombres como mujeres, ansí griegos como latinos, como tramontanos ó como bárbaros, ansí religiosos como seculares, ansí señores como súbditos, ansí sabios como iñorantes, cogian y querian del árbol de la vanidad; por tanto dicen que el hombre apercibido medio combatido. Ya vistes que el astrólogo nos dixo que uno de nosotros habia de ir á paraíso, porque lo halló ansí en su arismética y en nuestros pasos, y más este sueño que yo he soñado; quiero que éste sea mi testamento, yo quiero ir á paraíso, y entraré por la puerta que abierta halláre, pues tiene tres, y solicitaré que vais vos, que lo sabré hacer.

Ramp. Yo no queria estar en paraíso sin vos; mas mejor será á Nápoles á vivir, y allí vivirémos como reyes, y aprenderé yo á hacer guazamalletas, y vos venderés regalicia, y allí será el paraíso que soñastes.

Loz. Si yo vó, os escribiré lo que por el alma habeis de hacer con el primero que venga, si viniere, y si veo la Paz, que allá está contínua, la enviaré atada con este ñudo de Salomon, desátela quien la quisiere; y ésta es mi última voluntad, porque sé que tres suertes de personas acaban mal, como son: soldados y putanas y osurarios, si no ellos, sus descendientes, y por esto es bueno fuir romano por Roma, que voltadas las letras dice amor, y entendamos en dexar lo que nos ha de dexar; y luégo vamos en casa de la señora Guiomar Lopez, que mañana se parte madona Sabina, vamos con ella, que no podemos errar, al ínsula de Lipari con nuestros pares, y mudaréme yo el nombre, y diréme la Vellida, y así más de cuatro me echarán ménos, aunque no soy sola, que más de cuatro Lozanas hay en Roma, y yo seré salida de tanta fortuna pretérita, contínua y futura, y de oir palabradas de necios, que dicen que no lo hagais y no os lo dirán, que á ninguno hace injuria quien honestamente dice su razon; ya estoy harta de meter barboquexos á putas, y poner xaquimas de mi casa, y pues he visto mi ventura y desgracia, y he tenido modo y manera y conversacion para saber vivir, y veo que mi trato y plática ya me dicen que no corren como solian, haré como hace la Paz, que huye á las islas, y como no la buscan, duerme quieta y sin fastidio, pues ninguno se lo da, que todos son ocupados á romper ramos del sobrescrito árbor, y cogiendo las hojas será mi fin; estarme he reposada, y veré mundo nuevo, y no esperar qué él me dexe á mí, sino yo á él. Ansí se acabará lo pasado, y estarémos á ver lo presente, como fin de Rampin y de la Lozana.

Fenezca la historia compuesta en retrato, el más natural que el autor pudo, y acabóse hoy primero de Diciembre, año de mill y quinientos e veinte e cuatro, á laude y honra de Dios trino y uno, y porque, reprendiendo los que rompen el árbor de la vanidad, seré causa de moderar su fortuna, porque no sería quien está encima quien los truxere y conduyere, á no poder vivir sin semejantes compañías, y porque siendo por la presente obra avisados, que no ofendan á su Criador, el cual sea rogado que perdone á los pasados, y á nosotros, que decimos: Averte, Domine, oculos meos ne videant vanitatem sine præjudiciis personarum: in alma Urbe, M.D.XXIV.

FINIS

Cómo se excusa el Auctor en la fin del retrato de la Lozana en laude de las mujeres

Sin dubda, si ningun hombre quisiese escrebir el audacia de las mujeres, no creo que bastasen plumas de veloces escritores, y si por semejante quisiese escrebir la bondad, honestidad, devocion, charidad, castidad y lealtad que en las claras mujeres se halla, y hemos visto, porque las que son buenas no son tanto participadas en comun; por tanto, munchas virtudes están tácitas y ocultas, que serian espejo á quien las oyese contar, y como la mujer sea jardin del hombre, y no hay cosa en este mundo que tanto realegre al hombre serio, que tanto y tan presto lo regocije, porque no solamente el ánima del hombre se alegra en ver y conversar mujer, mas todos sus sentidos, pulsos y miembros se revivifican incontinente, y si hobiese en la mujer modestia, y en el hombre temperanza honesta, gozarian con temor lo que con temerosa audacia ciega la impaciencia, ansí al hombre racional como á la frágile mujer; y cierto que si este tal jardin que Dios nos dió para recreacion corporal, que si no castamente, al ménos cautamente lo gozásemos, en tal manera que naciesen en este tal jardin frutos de bendicion, porque toda obra loa y alaba á su Hacedor cuando lo precede el temor, y este tal fruto aprovecha en laude á su Criador, máxime á quien lo sabe moderar; la señora Lozana fué mujer muy audace, y como las mujeres conocen ser solacio á los hombres y ser su recreacion comun, piensan y hacen lo que no harian si tuviesen el principio de la sapiencia, que es temer al Señor, y la que alcanza esta sapiencia ó intelligencia es más preciosa que ningun diamante, y ansí, por el contrario, muy vil, y sin dubda en esto quiero dar gloria á la Lozana, que se guardaba muncho de hacer cosas que fuesen ofensa á Dios ni á sus mandamientos, porque, sin perjuicio de partes, procuraba comer y beber sin ofension ninguna, la cual se apartó con tiempo, y se fué á vivir á la ínsula de Lipari, y allí se mudó el nombre, y se llamó la Vellida, de manera que gozó de tres nombres: en España, Aldonza, y en Roma, la Lozana, y en Lipari, la Vellida. Y si alguno quisiere saber del Auctor cuál fué su intincion de retraer reprendiendo á la Lozana y á sus secaces, lean el principio del retrato, y si quisieren reprender que por qué no van munchas palabras en perfeta lengua castellana, digo que siendo andaluz y no letrado, y escribiendo para darme solacio y pasar mi fortuna, que en este tiempo el Señor me habia dado, conformaba mi hablar al sonido de mis orejas, que es la lengua materna y el comun hablar entre mujeres, y si dicen por qué puse algunas palabras en italiano, púdelo hacer escribiendo en Italia, pues Tulio escribió en latin, y dixo munchos vocablos griegos y con letras griegas; si me dicen que por qué no fuí más elegante, digo que soy iñorante, y no bachiller; si me dicen cómo alcancé á saber tantas particularidades, buenas ó malas, digo que no es muncho escrebir una vez lo que vi hacer y decir tantas veces; y si alguno quisiere decir que hay palabras maliciosas, digo que no quiera nadie glosar malicias imputándolas á mí, porque yo no pensé poner nada que no fuese claro y á ojos vistas, y si alguna palabra hobiere, digo que no es maliciosa, sino malencónica, como mi pasion ántes que sanase; y si dixeren que por qué perdí el tiempo retrayendo á la Lozana, parecia que me espaciaba con estas vanidades: y si por ventura os veniere por las manos un otro tratado de Consolatione infirmorum, podeis ver en él mis pasiones, para consolar á los que la fortuna hizo apasionados como á mí; y en el tratado que hice del leño del India, sabréis el remedio mediante el cual me fué contribuida la sanidad, y conoceréis el Auctor no haber perdido todo el tiempo, porque como vi coger los ramos y las hojas del árbor de la vanidad á tantos, yo, que soy de chica estatura, no alcancé más alto, asentéme al pié hasta pasar, como pasé, mi enfermedad. Si me decis por qué en todo este retrato no puse mi nombre, digo que mi oficio me hizo noble siendo de los mínimos de mis conterráneos, y por esto callé el nombre, por no vituperar el oficio escribiendo vanidades con ménos culpa que otros que compusieron y no vieron como yo; por tanto, ruego al prudente lector, juntamente con quien este retrato viere, no me culpe, máxime, que sin venir á Roma verá lo que el vicio della causa; ansimismo, por este retrato sabrán muchas cosas que deseaban ver y oir, estándose cada uno en su patria, que cierto es una grande felicidad no estimada, y si alguno me dirá algun improperio en mi ausencia al ánima ó al cuerpo, imperet sibi Deus, salvo iñorante, porque yo confieso ser un asno, y no de oro: valete con perdon, y notá esta conclusion.

El ánima del hombre desea que el cuerpo le fuese par perpétuamente, por tanto, todas aquellas personas que se retraerán de caer en semejantes cosas como éstas que en este retrato son contadas, serán pares al espíritu, y no á la voluntad ni á los vicios corporales, y siendo dispares ó desiguales á semejantes personas no serán retraidas, y serán y serémos gloria y laude á aquel infinito Señor que para sí nos preservó y preservará. Amén.

* * * * *

Son por todas las personas que hablan en todos los mamotretos ó capítulos ciento y veinte y cinco, va dividido en mamotretos sesenta é seis: quiere decir mamotreto libro que contiene diversas razones ó copilaciones ayuntadas, ansimismo porque en semejantes obras seculares no se debe poner nombre ni palabra que se apertenga á los libros de sana y santa doctrina, por tanto en todo este retrato no hay cosa ninguna que hable de religiosos, ni de santidad, ni con iglesias, ni eclesiásticos, ni otras cosas que se hacen que no son de decir: Item, ¿por qué más se fué la Lozana á vivir á la ínsula de Lipari que á otra parte? porque antiguamente aquella ínsula fué poblada de personas que no habia sus pares, de donde se dixeron li pari, los pares, y dicen en italiano: li pari loro non si trovano, que quiere decir no se hallan sus pares, y era que cuando un hombre hacia un insigne delito, no le daban la muerte, mas condenábanlo á la ínsula de Lipari. Item, ¿por qué más la llamé Lozana que otro nombre? porque Lozana es nombre más comun y comprende su nombre primero Aldonza, ó Alaroza en lengua arábiga, y Vellida lo mismo, de manera que Lozana significa lo que cada un nombre de estos otros significan, ansí que Vellida y Alaroza y Aldonza particularmente demuestran cosa garrida ó hermosa, y Lozana generalmente lozanía, hermosura, lindeza, fresqueza y belleza. Por tanto digo que para gozar de este retrato y para murmurar del Auctor, que primero lo deben bien leer y entender, sed non legatur in escolis. No metí la tabla, aunque estaba hecha, porque esto basta por tabla.

Yaş sınırı:
12+
Litres'teki yayın tarihi:
11 ağustos 2017
Hacim:
230 s. 1 illüstrasyon
Telif hakkı:
Public Domain
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