Kitabı oku: «Memorias de posguerra», sayfa 5

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P.: ¿Qué ocurrió en Nueva York?

R.: Las gestiones aduaneras fueron odiosas. Primero hicieron bajar a todos los refugiados y los recluyeron en Long Island. Donde tradicionalmente controlaban a los emigrantes. Allí los tuvieron veinticuatro horas. Luego los metieron en un par de vagones y los enviaron hasta Laredo. Vinieron en vagones precintados. Y ese trabajo, Susana, lo hizo con apenas 21 años. Una mujer excepcional.

P.: ¿Y no era mucha responsabilidad para una mujer tan joven?

R.: Sí, pero ni modo, había estado conmigo durante más de un año en plena guerra civil española. Visitado los frentes. Recorrido Madrid, Barcelona y Valencia. Había colaborado en la prensa. Yo creo que estaba preparada para esa y otras tareas tan duras como la expedición de los refugiados a México.

P.: ¿Qué artistas e intelectuales trató usted personalmente?

R.: En Francia tuve oportunidad de conocer a gran parte de la «inteligencia» española de la época que no había tratado en España. Por ejemplo a los redactores y colaboradores de la revista Hora de España (1937-38). En España había conocido a Manuel Altolaguirre, Juan Gil Albert, Sánchez Barbudo, etc. y a Ramón Gaya. En Francia conocí a Pedro Garfias, Juan Rejano, etc.

P.: ¿También al poeta Herrera Petere?

R.: A José Herrera Petere lo conocía antes y viajó a México en uno de los barcos de refugiados españoles. También Ramón Xirau. Los Díez Canedo. Todos ellos venían con sus familias. También José Ignacio Mantecón. Traté mucho a Juan Vicens que se ocupaba de la Propaganda republicana en París.

P.: ¿Con qué organizaciones trabajó usted?

R.: Ese trabajo lo hice en colaboración con los representantes políticos españoles y sus organizaciones de asilo. Me refiero al SERE y al JARE.10

P.: ¿Se hizo alguna gestión para llevar a Picasso a México?

R.: Fui ver a Picasso con Juan Larrea y con Eugenio Imaz. Acudimos su estudio en París. Nos recibió con el corazón compungido y los brazos abiertos. Cordialísimo. En principio estaba dispuesto a colaborar con nosotros y acompañarnos. Esta conversación las tuvimos a inicios de 1939. Cuando tenía que concretarse su traslado se excusó y nos dijo que no podía marcharse. Veía que la guerra europea era inminente. Por entonces creíamos que estallaría al llegar el verano: «Como ustedes saben yo jamás he salido de Francia. Esta es mi segunda patria. Y si salgo y no puedo volver…».

P.: Se sabe que Picasso tuvo una actitud muy solidaria con los refugiados españoles. Por ejemplo su participación –gracias a Juan Larrea– en la exposición en la Casa de la Cultura Española de México en 1940.

R.: También está la exposición de Picasso en la Sociedad de Arte Moderno de México que yo organicé en 1945. La preví, la organicé y la realicé con la ayuda de los museógrafos norteamericanos del Museum of Modern Art. En aquel momento hubo una gran solidaridad de parte de los norteamericanos.11

P.: Por cierto que buena parte de los textos del Catálogo lo escribieron españoles como José Moreno Villa y José Renau.

R.: Era lógico. También escribieron Agustín Lazo y Carlos Mérida. En la primera vez que se presentaba a Pablo Picasso con entidad en México. Eran cerca de cincuenta obras que venían del Museum of Modern Art de Nueva York. Me ayudó mucho el director entonces del MOMA que era amigo mío. También llegaron obras de colecciones privadas y los primeros bocetos del Guernica de Picasso.

P.: Pero usted siguió haciendo exposiciones sobre España.

R.: Así fue, en los años setenta, propicié desde la dirección del Museo de Arte Moderno de México, una gran muestra de arte español.

Mire, en resumen, todos los que estuvimos en la guerra civil española, hemos estado muy atentos al desarrollo histórico del pueblo español. Y en último término no hay que olvidar la figura histórica de Lázaro Cárdenas. Por otra parte la aportación española fue de primer orden. En este caso México no promovió una emigración económica sino una emigración artística e intelectual. Vino lo mejor del pueblo español, gentes que en cualquier país de América Latina hubieran hecho una labor positiva. Esos transterrados hicieron un trabajo muy positivo. En México están enterrados la mitad de los que llegaron. Y dejaron unas familias. La moral del pueblo español que aportaron se define en una línea de conducta intachable. Grandes figuras en todos los campos.

P.: ¿Cuál fue su último proyecto sobre España y México?

R.: Para celebrar la reanudación de las relaciones diplomáticas entre España y México, rotas por cierto desde 1939 a 1977, me llamaron desde la Presidencia de la República para estudiar como íbamos a celebrar ese aniversario. Me llamó el Secretario de Educación –Muñoz Ledo– del gobierno de López Portillo en el mes de diciembre de 1976. Me dijo, más o menos: «Fernando, vamos a reanudar relaciones diplomáticas con España. Hay que pensar qué vamos a hacer para celebrar ese evento histórico». Y dije que la forma más natural, desde el campo en el que yo trabajaba, era un intercambio de grandes exposiciones artísticas entre España y México. No tuve la fortuna de celebrar la exposición de México en España pero sí hice el proyecto. Por otra parte, me tocó el privilegio con Juan José Bremer, de haber sido uno de los primeros mexicanos que fueron a tratar en España un asunto oficial en la reanudación de las relaciones culturales entre ambos países. Me estoy refiriendo al proyecto: Del Greco a Goya y de Picasso a nuestros días (México, 1978).

P.: ¿Qué recuerdos tiene del retorno a España desde 1939?

R.: Recuerdo la cara de sorpresa que puso un paisano de ustedes, entonces Subdirector General de Museos, cuando yo le pedí un cuadro de Juan de Juanes, gran pintor valenciano de otro tiempo. Felipe Garin que así se llamaba, el señor, puso una cara de sorpresa, al ver que conocía la pintura valenciana de aquella época. Recuerdo que me dijo: «¿Pero usted conoce la obra de Juan de Juanes?». Y le contesté: Al menos, yo sí. Y de esta manera trajimos un cuadro de Juan de Juanes. También tuve que hacer la gestión, amistosa y difícil, para que vinieran las Majas de Goya. Los españoles estaban muy reticentes para que viajaran esas obras. La primera parte de la exposición, Del Greco a Goya se hizo en el Palacio de Bellas Artes. La segunda parte De Picasso a nuestros días se hizo en el Museo de Arte Moderno. Vinieron a inaugurar, esta exposición, los Reyes de España.

Entrevista realizada en la ciudad de México en junio de 1982.

1 Un siglo de grabado político mexicano, Ateneo Popular, Valencia, julio, 1937.

2 Desde la Legación de México en Francia se organizaron expediciones de españoles en los barcos Sinaia (1.600 pasajeros), Mexique (2.091 pasajeros), Ipanema (984 pasajeros), Vendamm, Flandre, Nyassa, De Grase, etc. Desde la Embajada de Chile en Francia, a iniciativa del escritor Pablo Neruda, se fletó el vapor Winnipeg. Desde la Embajada de México en Lisboa, enviaron los barcos: Serpa Pinto, Sao Thomé, Quanta y Saint Domingue, etc.

3 La Sociedad de Arte Moderno (1945), fue un espacio privado mexicano dedicado a exposiciones artísticas. Contó con socios fundadores como María Asunsolo, Luis Barragán, Miguel Covarruvias, Justino Fernández, Fernando Gamboa, Alfonso Reyes, Frances Toor, Juan Soriano, etc. El presidente fue Jorge Enciso y la secretaria Susana Gamboa. Organizaron, entre otras muestras, la primera exposición de Picasso en México (1945).

4 Los detalles del viaje de la delegación mexicana al Congreso de Valencia los cuenta Elena Garro en su libro Memorias de España, 1937, Siglo Veintiuno Editores, México, 1992.

5 Sixto-Adalberto Tejeda Olivares (Chicontepec,1883-Ciudad de México, 1960). Militar. Gobernador del Estado de Veracruz (1920-24 y 1928-32). Candidato a la Presidencia de México en 1934. Fue nombrado Embajador de México en Francia (1935-37) y España (1937-39).

6 La Junta de Cultura Española, fue creada en París (13-03-1939). Se ocupó de tareas humanitarias y culturales. Al iniciarse la guerra europea se trasladó a México (1939). Estuvo formada por José Bergamín, Josep Carner y Juan Larrea (Presidencia), Juan M. Aguilar, Roberto Fernández Balbuena, Corpus Barga, Pedro Carrasco, José Gallegos Rocafull, Rodolfo Halfter, Emilio Herrera, Manuel Márquez, Agustín Millares, Tomás Navarro Tomás, Isabel O. Palencia, Pablo Picasso, Agustí Pi i Sunyer, Enrique Rioja, Luis A. Santullano, Ricardo Vinós, Joaquín Xirau (Vocales) y Eugenio Imaz (Secretario). Un grupo de ellos viajaron a México en el vapor holandés Vendamm (1939).

7 La Casa de España en México, centro de investigación y estudio para los transterrados españoles, fue creada por el General Lázaro Cárdenas en 1938, a iniciativa de Daniel Cossío Villegas y Alfonso Reyes. Entre los primeros invitados estuvieron: Álvaro de Albornoz, Jesús Baly Gay, Enrique Díez Canedo, José Gaos, J. Medina Echevarría, José Moreno Villa, María Zambrano, etc.

8 Tina Modotti (Udine, Italia, 1896- Ciudad de México, 1942). Fotógrafa italo-mexicana. Estuvo en la guerra civil española. Fue compañera de Vittorio Vidali. Al retorno a México tuvo contactos con el exilio español y en particular con la escritora Constancia de la Mora.

9 Mildred Constantine: Tina Modotti: A frágil Life, Paddington Press Ltd., 1975. Hay una edición en español: Tina Modotti, una vida frágil, Fondo de Cultura Económica, México, 1979.

10 El gobierno de la República española en el exilio puso en marcha dos organizaciones para ocuparse de los refugiados: el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles promovida por Juan Negrín (1939) y la Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles promo-vida por Indalecio Prieto (1939). A esos organismos, una vez llegados a México se sumaron el Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles (CTARE) y la Comisión Administradora del Fondo de Auxilios a los Republicanos Españoles (CAFARE).

11 Varios Autores: Picasso, Catálogo de la exposición de la Sociedad de Arte Moderno, México, 1945 (Textos de Agustín Lazo, Carlos Mérida, José Moreno Villa y José Renau).


José Luis Martínez, académico y escritor

(Foto: Paulina Lavista)

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ, ACADÉMICO

El escritor y académico José-Luis Martínez Rodríguez nació en la población de Atoyac en el Estado de Jalisco, México, en 1918 y falleció en la ciudad de México en 2007.

Tras cursar letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (1938-43), dio clases de literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Facultad de Humanidades de la Universidad de El Salvador (1951).

Tras una dilatada trayectoria intelectual fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (1960) que dirigió años más tarde (1980-2002).

Vinculado al mundo editorial mexicano fue el primer director de Fondo de Cultura Económica (1977-82), periodo en el que impulsó las ediciones facsímil de las revistas literarias mexicanas: Taller, Los Contemporáneos, Bandera de Provincias, etc.

A lo largo de su trayectoria literaria le unió buena amistad con los escritores Max Aub, Octavio Paz y Juan José Arreola, del que fue compañero de estudios.

Se casó en primeras nupcias con la coreógrafa Amalia Hernández fundadora y directora del Ballet Folklórico de México.

A través de su dilatada trayectoria académica obtuvo diversos «doctorados honoris causa» de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña de Santo Domingo (1984), Universidad Nacional Autónoma de México (1996) y de la Universidad de las Américas (1997). Fue galardonado con diversos premios nacionales y extranjeros obteniendo la Cruz de la Orden de Alfonso X (1998).

Fue embajador de México ante la UNESCO (1963-64), Grecia (1971-74) y Perú y director general del Instituto Nacional de Bellas Artes de México (1965-70).

Autor de numerosos libros de investigación histórica y literaria destacan los títulos: La literatura moderna de México; México en busca de su expresión literaria (1810-1910); Pasajeros de Indias. Viajes transatlánticos en el siglo XVI; Origen y desarrollo del libro en Hispanoamérica; Documentos cortesianos; El trato con escritores y otras estudios y un libro autobiográfico titulado Bibliofilia.

Publicó asimismo algunos estudios biográficos como La obra de Agustín Yañez; Bernardino de Sahagún; Gerónimo de Mendieta; Moctezuma y Cuauhtémoc, Los últimos emperadores aztecas: Hernán Cortés; Guía para la navegación de Alfonso Reyes, etc.

Dejó, al morir, una importante biblioteca de artes y letras de México.

Pregunta: ¿Qué relación tuvo con España?

Respuesta: Conozco casi toda España menos Valencia. Y eso que uno de mis mejores amigos Max Aub estaba casado con una valenciana.

P.: Valencia y México estuvieron vinculadas, durante la guerra civil española, a través del Congreso de Intelectuales en Defensa de la Cultura (1937) y la presencia de un grupo de artistas y escritores mexicano.

R.: He leído recientemente el libro de Elena Garro. Viaje a España.1

P.: ¿Qué le ha parecido el libro?

R.: Ligero, impertinente, pero se deja leer. Es agradable.

P.: A qué refugiados conoció entonces.

R.: En aquel periodo empezaba mi carrera de escritor. Fui amigo de los maestros españoles que daban clases en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México: Enrique Díez Canedo, José Gaos, Gallego Rocafull y Agustín Millares Carlo.2

P.: ¿Qué amigos tuvo entre los escritores del exilio español?

R.: Sobre todo Max Aub, Joaquín Díez Canedo y Francisco Giner. He de recordarle que Max Aub vivía en la Calle Euclides, 5 y yo vivía en la Calle Euclides, 10, en la Colonia Nueva Anzures, cerca del Bosque de Chapultepec.

P.: Max Aub llega a la Ciudad de México en 1942.

R.: Max Aub vivió primero en el Paseo de Reforma, 137. Luego al llegar su mujer Peua y sus hijas se cambió a la Calle Euclides, 5.

P.: ¿Cómo surgió la amistad con Max Aub?

R.: Porque era asiduo de un grupo de artistas y escritores amigos míos: Abel Quezada, Díez Canedo. Alí Chumacero, García Terrés.

P.: Max Aub tenía asimismo una tertulia con exiliados españoles a la que asistía el filósofo José Gaos, el sociólogo José Medina Echavarría, el profesor Díez Canedo, etc.

R.: Esa era otra tertulia. La que yo le comento era la que el dibujante y pintor Abel Quezada denominaba Los Divinos. Allí iba también el periodista José Alvarado. La cita era los sábados. Max Aub venía incluso enfermo. Íbamos a comer a diversos restaurantes: Wellinghausen, Estoril, etc.

P.: Usted dirigió la editorial Fondo de Cultura Económica

R.: Dirigí la editorial Fondo de Cultura Económica entre el 1974 a 1981.

P.: Max Aub llegó a publicar varios libros en la Colección Tezontle de esa editorial.3

R.: Así es. Pero eso fue antes de que llegara a la dirección de la editorial.

P.: ¿Qué recuerdos tiene de la exposición de Jusep Torres Campalans?

R.: Max Aub venía a casa a menudo para documentarse. Pedía datos de pintores. Yo le di acceso a mi biblioteca. Lo más curioso de esa experiencia es que la gente dio crédito a esa muestra. Tomaron en serio la existencia de Jusep Torres Campalans.4

P.: Se dice incluso que Margarita Nelken colaboradora del diario Excélsior aceptó la existencia de Torres Campalans.

R.: Es cierta esa historia. Era una historia hecha con muy buen humor. Max Aub tenía esa capacidad para inventarse historias. Fue muy ingenioso. También habría que recordar la invención del falso Discurso de la Real Academia Española, suponiendo que no hubiera habido guerra civil.5

P.: ¿Qué le pareció el libro póstumo sobre Luis Buñuel?

R.: Colaboré, sobre todo con Federico Álvarez, para que el libro se editara. Una bella edición. Incluyeron una entrevista conmigo.

Entrevista realizada en la ciudad de México el 23 de noviembre de 1993.

1 Elena Garro: Viaje a España, 1937, Siglo XXI Editores, México, 1992.

2 José Sarukhan Kermez: «En exilio español en la UNAM», en Varios Autores: Cincuenta Años del Exilio Español en la UNAM, México, 1991, Universidad Nacional Autónoma de México, págs. 11-16.

3 Publicó entre otros libros: No son cuentos (1944); Campo de sangre (1945); Yo vivo (1953); etc. En la Colección Presencia de México del Fondo de Cultura de México publicó: Guía de narradores de la revolución mexicana (1969).

4 Varios Autores: Max Aub. Jusep Torres Campalans, Generalitat Valenciana, Valencia, 2000, 2 Vols. (Edición a cargo de Manuel García).

5 Academia Española. El teatro español sacado a la luz de las tinieblas de nuestro tiempo por Max Aub, Madrid, 1956.


Octavio Paz, escritor, en el Congreso Internacional de Escritores y Artistas, Valencia, 1987

(Foto: José Aleixandre)

OCTAVIO PAZ, ESCRITOR

El escritor y ensayista Octavio Paz nació en la ciudad de México en 1914 y falleció en la ciudad de México en 1998.

A lo largo de su vida estuvo vinculado a España a través de viajes, premios y ediciones de sus libros. Hay, a nuestro entender, tres viajes significativos de Octavio Paz a España.

El primer viaje lo realizó, para asistir con el poeta Carlos Pellicer y varios miembros de la LEAR al Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura (Valencia, 1937). Por entonces, tenía ya publicados varios libros de versos: Luna silvestre (1933), ¡No pasarán! (1936) y Raíz del hombre (1937).

El segundo viaje lo llevó a cabo para presidir el Congreso Internacional de Escritores y Artistas (Valencia, 1987). Por entonces ya había editado gran parte de su obra poética y ensayística y acababa de publicar México en la obra de Octavio Paz.

El tercer viaje lo hizo como miembro del Consejo Rector del Instituto Valenciano de Arte Moderno (Valencia, Junio 1996), siendo director Juan Manuel Bonet. En esa ocasión dio una conferencia sobre André Breton, en la que al referirse a las vanguardias y a sus viajes a Valencia diría las siguientes palabras:

«Diré que una de las razones que me han hecho volver a Valencia y formar parte de la institución que él dirige, ha sido fundamentalmente su persona en la que veo una imagen de una nueva generación española y el interés de esa generación no solamente por los valores locales sino lo que pasa en el mundo. En el caso suyo ha sido particularmente penetrante e inteligente la forma en que ves nuestro pasado reciente como lo muestra ese libro sobre Las Vanguardias en España, que es algo más, un capítulo importante de las vanguardias en el siglo veinte.

Y claro también estoy muy satisfecho, contento y emocionado de volver a Valencia a la que me unen muchos recuerdos, horas y días vividos en esta ciudad bajo atmósferas muy distintas.

Todo esto me conmueve especialmente.» 1

El autor de libros de poemas como Libertad bajo palabra (1949), Discursos visuales (1968) y Vuelta (1976); de prosa poética como Águila o sol (1951) y ensayos como El laberinto de la soledad (1950), Corriente alterna (1967), Marcel Duchamp o el castillo de la pureza (1968), Postdata (1970), El ogro filantrópico. Historia y política (1979), Sor Juana Inés de la Cruz (1982) y Tiempo nublado (1983), estrechaba sus lazos con España lanzando sus Obras Completas a través de la editorial Galaxia Gutemberg del Club de Lectores de Madrid.

La entrevista que incluimos en este libro da testimonio del periplo que hizo a España en plena guerra civil.

Al paso por Valencia publicó unos textos en las revistas Hora de España2 y Nueva Cultura3 y un libro de poemas Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España (1937).

Sobre ese periplo por Europa y una ciudad como Valencia y las experiencias compartidas con el escritor Juan de la Cabada, el museógrafo Fernando Gamboa o el músico Silvestre Revueltas y el descubrimiento de unos escritores españoles como Gil-Albert, Herrera Petere y Sánchez Barbudo (y el pintor Ramón Gaya), que incorporaría, años más tarde, a la revista Taller (México, 1938-41), conversamos en el verano de 1986 con Octavio Paz en la Ciudad de México.

Pregunta: El motivo de esta entrevista está relacionado con el 50 aniversario de la celebración del Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia en 1937, al que usted acude con apenas 23 años y varios libros de poemas4 y acompañado de una delegación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios de México.

Respuesta: Ellos llegaron después. En realidad creo que el congresista más joven fui yo.

P.: El más joven de los congresistas extranjeros.

R.: Incluso de los españoles. Ninguno era más joven que yo. Miguel Hernández, Serrano Plaja, Gil-Albert, Sánchez Barbudo eran mayores que yo. Algunos además no eran delegados. Eran delegados Miguel Hernández y Serrano Plaja.5

P.: ¿Era su primer viaje a Europa?

R.: Sí, era mi primer viaje a Europa. De modo que me deslumbró absolutamente. Había una mezcla de reconocimiento de lo que había leído –era un viaje bastante literario en ese aspecto– y al mismo tiempo el descubrimiento de España, una España en guerra. Me conmovió mucho desde la llegada. La delegación mexicana éramos realmente tres: Carlos Pellicer, poeta; José Mancisidor, jefe de la delegación y escritor comunista y yo. Después del congreso llegó un grupo de escritores y artistas de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios.6 Yo en lugar de regresar, como el resto de congresistas, me quedé en Valencia y me uní a este grupo de mexicanos y recorrí con ellos España.

P.: Aparte de Valencia hizo un recorrido por Madrid y Barcelona.

R.: Primero fue el Congreso que como usted sabe estuvo en Barcelona, Valencia, Madrid y después regresó a París. Yo me quedé en Barcelona y luego regresé a Valencia. Y allí me uní con esta delegación mexicana que llegó unos días después de finalizado el congreso. Por esto ha habido una cierta confusión sobre la presencia de la LEAR en el congreso. Ellos, insisto, llegaron después.

P.: Usted tuvo una breve intervención en el Congreso, que luego publicaría la revista valenciana Nueva Cultura.7

R.: Bueno, fue poca cosa. Aquellas intervenciones todas eran bastante vagas y generales. Quizás lo esencial, para mí, no fue el Congreso sino conocer a varios escritores y sobre todo conocer España. Eso fue lo más extraordinario.

P.: ¿Cuál fue la primera impresión de ese viaje?

R.: Le voy a contar a usted que la primera impresión fue la llegada a París. Porque en París no estaban esperando a los mexicanos y a los cubanos, que llegaron juntos. Los cubanos eran Juan Marinello y Nicolás Guillén. Y los mexicanos, ya se lo he dicho, Carlos Pellicer, José Mancisidor y yo. Nos estaban esperando en el andén de la Gare de Saint Lazare: Pablo Neruda y Louis Aragon. A mí me emocionó mucho ver a Neruda y a Aragon.

P.: ¿Ustedes viajaron en barco?

R.: En aquella época no se usaba el avión. En el viaje tuvimos muchas dificultades. De México a Nueva York nos fuimos en automóvil. Allí coincidimos con los de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios. Ellos se quedaron en Nueva York. Después descubrimos que no había pasajes de barco porque era el tiempo de las Olimpiadas de Berlín. Tuvimos que ir a Canadá y en Québec tomamos el barco Empress of Britain, que fue el primer vapor que hundieron los alemanes cuando estalló la guerra mundial. Desembarcamos en Chesburgo y de allí fuimos a París. Allí vimos a Neruda y a Aragon y al día siguiente fuimos al Consulado de España a por las visas. Nos llevó Pablo Neruda. A la salida del Consulado nos tropezamos con Luis Buñuel. Lo conocí en ese momento. Después lo volví a ver primero en los Estados Unidos y luego en México. Fui muy amigo suyo.

P.: Hay una leyenda que dice que Luis Buñuel y José Bergamín estaban en Nueva York y hacían de espías de la República española. En verdad, en esa época estaban con los preparativos del Pabellón español de la Exposición de París de 1937.

R.: Después en París vi el Pabellón español de 1937. Fue una gran impresión para mí. De modo que todo fue simultáneo. Un muchacho mexicano que no había visto pintura y por primera vez se enfrenta a la pintura europea. No solamente a los museos con la gran tradición artística sino a la pintura moderna. Los primeros cuadros surrealistas los vi en esos días en París.8

P.: ¿A quien conoció en París?

R.: Al día siguiente de haber llegado a París mientras arreglábamos lo de la visa, hubo una cena de acogida a los que iban al congreso. En esa cena conocí a César Vallejo. Imagínese a un joven de 23 años que llega a Europa y antes de ir a España conoce a los grandes escritores latinoamericanos.

P.: ¿Conoció a Juan Larrea?

R.: No le conocí en España. Le traté en México.

P.: Juan Larrea fue el gran defensor de César Vallejo frente a Pablo Neruda.

R.: Al día siguiente, en la noche, salimos rumbo a España. En tren. Algunos de los que iban con nosotros tuvieron que bajar en Port Bou y recorrer parte de la montaña a pie porque no tenían la visa francesa. André Malraux iba en nuestro tren. Viajaban asimismo los cubanos, los mexicanos, Pablo Neruda, Ilya Erhemburg, el poeta Stephen Spender y dos escritoras inglesas cuyo nombre no recuerdo ahora. Así llegamos a Barcelona donde se había inaugurado el Congreso aunque llegamos un día tarde. Y al día siguiente llegamos a Valencia. Y allí nuevas sorpresas. Encontrarnos con Tristan Tzara, Julián Benda, etc. pero mi gran emoción fue conocer a Vicente Huidobro. En apenas una semana conocí a tres poetas centrales de la poesía moderna de Hispanoamérica: Neruda, Vallejo y Huidobro. Luego conocí a otros escritores. Y claro fui al Congreso y estuve con Serrano Plaja y Miguel Hernández cuya voz me cautivó. Esa noche en el Congreso recuerdo en la cámara interior de mi mente una sala llena de humo y ruido y de pronto un silencio porque un joven empieza a tocar el piano. Era el poeta ahora olvidado José Herrera Petere un buen amigo de Rafael Alberti. Y entonces Miguel Hernández se puso a cantar. Eran versos populares. Ver a esos dos jóvenes poetas cantando me impresionó mucho. Era como una conjunción de la poesía popular antigua y la poesía moderna.

P.: Los congresos aparte de debatir ideas sirven para las relaciones humanas, conocer gentes. ¿A quiénes recuerda ahora?

R.: Bueno mire usted estábamos hablando del Congreso. Allí conocí a grandes figuras y como le dije antes poetas jóvenes como Serrano Plaja y Miguel Hernández. Pero como yo me quede en España durante varios meses pude conocer en Madrid y Barcelona a otras gentes. Mi relación más profunda, naturalmente, fue con la gente de mi generación. Conocí más a los escritores españoles. Sobre todo al grupo de la revista Hora de España.

P.: ¿Qué impresión le dio esa revista publicada en un país en plena guerra?

R.: Muy bien hecha y con cierta independencia. Porque pesaba ya en España la ortodoxia política y la ortodoxia intelectual. En Hora de España no había una disidencia sino cierta distancia ante la ortodoxia política sostuvo algo fundamental que era la autonomía de la revista. Esto se ve claramente, por ejemplo, en los artículos muy valientes de Ramón Gaya frente a José Renau en la polémica del cartel,9 sus críticas a Miguel Hernández, no siempre, quizás, justas, están ahí. Luego hay textos de Rosa Chacel, también independiente y de María Zambrano. Y luego había, en cada número, un texto de Antonio Machado.

P.: Esa revista pudo editarse gracias al apoyo del político valenciano Carlos Esplá, a la sazón Ministro de Propaganda, que subvencionó la edición de esa publicación.

R.: No lo sabía. La única propaganda eficaz es la que no se presenta como propaganda. En Valencia y aparte de este grupo fui muy amigo de Manolo Altolaguirre que entonces estaba embarcado en un montaje teatral.10 También conocí a Luis Cernuda a través de Gil-Albert. Muchos años después, terminada la guerra, recibí una Carta de Luis Cernuda, cuando sus amigos españoles estaban refugiados en México y él se encontraba todavía en Londres. Desde entonces inicié una larga amistad con Luis Cernuda.11

P.: Por entonces Manuel Altolaguirre estaba casado con Concha Méndez.

R.: Yo no conocí a Concha Méndez en España pues por entonces creo que estaba con su hija en Londres. Manuel estaba solo y tenía una hija, Paloma, grabadora. ¿Conoce al nieto? Es un joven poeta mexicano, Manuel Ulacia que colabora en la revista Vuelta. Es un hombre muy inteligente.12

P.: ¿Qué debates ideológicos se plantearon en el congreso? Aparte de la Ponencia colectiva de los jóvenes ¿se produjo alguna confrontación ideológica?

R.: Yo no diría confrontación. Había unanimidad. Lo lamentable del congreso es que hubo cierta unanimidad. Hubo pequeños conatos de discusión pero fueron suprimidos. Sobre todo por el tema de André Gide que acababa de publicar su libro Regreso de la URSS (1937).13

P.: ¿Ese libro de André Gide crea en el Congreso alguna discrepancia?

R.: Mire usted. Hubo actitudes diversas sobre el tema. André Malraux hizo, a mí entender, un discurso bastante cándido en defensa de Gide, quien era amigo de los republicanos españoles, pero lo condenamos sin oírlo.

P.: Un congreso que insistió en su carácter antifascista. Algo que visto desde España tenía su razón de ser por la intervención militar de Hitler y Mussolini en la guerra.

R.: Sí pero bueno… ya abordaremos ese tema en el próximo Congreso de Valencia.

P.: ¿Qué imágenes conserva de la ciudad de Valencia?

R.: Sí, preferiría que habláramos de eso. Era una ciudad en guerra, con los espacios culturales cerrados, pero me impactó la importancia de la arquitectura urbana de fines de siglo.

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