Kitabı oku: «Gran líder gran maestro», sayfa 2

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Como ve, sus estudiantes recordarán por mucho tiempo la influencia de una maestra devota y una persona de inspiración. Como dice el párrafo final en el libro del año 1999:

El tributo más grande que podemos dar es emular los principios por los que ella vivió: una fe profunda en Dios, el coraje de enfrentar las dificultades, una sincera preocupación por los demás, la cualidad de darse así misma sin mezquindad, un respeto por el conocimiento, y un deseo por la excelencia.

Al enseñar algo más que química y física, la señorita Riley dirigió a los Chicos Cohete hacia un nuevo futuro. Sí, los grandes maestros son grandes líderes. Pero ponga esta oración al revés y tendrá otra afirmación verdadera: los grandes líderes son grandes maestros. A través de la habilidad al enseñar y la comunicación de ideas, los líderes tienen un poder sorprendente para promover el cambio. De hecho, los líderes que enseñan efectivamente pueden engendrar todo un movimiento social.

LOS MAESTROS PUEDEN PROVOCAR UN GRAN CAMBIO

Hay una diferencia entre un movimiento y una organización. Una abriga el cambio y la otra promueve el orden. Una valora la transformación; la otra valora la consolidación y la conservación de las ganancias. Ambas se necesitan, pero cada una requiere de un liderazgo diferente. Los movimientos son para el cambio y son liderados por maestros visionarios y grandes comunicadores. Las organizaciones tienen que ver con la estructura y solidificar el cambio y son lideradas por administradores y ejecutivos. Los movimientos crecen de grandes ideas las cuales son comunicadas por aquellos que las sustentan con pasión. Las organizaciones crecen o nacen de planes estratégicos trazados e implementados por administradores profesionales. Los movimientos son caóticos, enérgicos, y algunas veces son definidos como enfermos. Las organizaciones son estables, institucionales, y corporativas.

Los movimientos operan a la vanguardia, mientras que las organizaciones quedan un poco rezagadas, qué tanto rezagas queden, depende del liderazgo organizacional. Las organizaciones pueden promover movimientos dentro de ella misma, pero solamente si los líderes reconocen la necesidad de un cambio. Si el statu quo es la meta, las organizaciones aislarán, marginarán, y aún despedirán a los promotores de nuevas ideas y comunicadores de una nueva visión para el futuro. Dichas organizaciones están destinadas a morir mientras que nuevos movimientos las subyugan, y nuevas organizaciones y estructuras toman sus lugares.

El movimiento de derechos civiles es un ejemplo de este principio en acción. En sus primeros comienzos, sus líderes eran maestros que enseñaron sus principios fundamentales por medio de la acción así como la palabra. Rosa Parks, la mujer afro americana que a través del hecho de valentía de no renunciar a darle su asiento a un hombre blanco, inspiró las ruedas del movimiento de los derechos civiles para que continuara girando. Con su acción, ella enseñó que la igualdad es práctica, no teórica. Su decisión de dejarse arrestar, ser juzgada, y aún enfrentar la cárcel, enseñó un mensaje transformador a través del ejemplo y la desobediencia civil. Fue un mensaje que a la NAACP (por sus siglas en inglés) le fuera difícil comunicar a través de la política y procesos corporativos. Fue necesario un individuo con deseos de enseñar por medio de sus acciones para que empezara un movimiento y trajera cambio.

De igual manera, el movimiento de derechos civiles fue liderado por un maestro que en sus palabras abrigaba el cambio. El Dr. Martín Luther King, Jr., enseñó una visión para un Estados Unidos diferente. U mensaje quedó pasmado en su renombrado discurso: “Yo tengo un sueño” (I Have a Dream). El siguiente extracto de este discurso atrapa el mensaje central, y las enseñanzas centrales del movimiento de derechos civiles, maestro/líder.

Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño “americano”.

Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: “Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales”.

Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.

Sueño que un día, incluso el estado de Missisipi, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.

Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter.

¡Hoy tengo un sueño!8

El Dr. King usó el poder de las ideas para traer un cambio social. Una vez sueltas, las ideas pueden dirigir aquellos movimientos cuyas energías traen cambios profundos y duraderos. Sin embargo, el cambio forjado por el poder de una idea no está libre de retractores. Los maestros que retan los pensamientos establecidos o las instituciones son frecuentemente rechazados o aún peor. De hecho, en el proceso de despertar una organización con el poder de la verdad, los maestros-líderes se darán cuenta que sus ideas son amenazadoras para algunos. A pesar de que la verdad nos hace libres, también se le puede resistir. ¿Por qué? Porque la verdad pone a sus seguidores cara a cara con la realidad. La resistencia al cambio es uno de los retos más difíciles que un líder pueda enfrentar. Los maestros-líderes frecuentemente pagan un precio para poder hacer una diferencia, pero el liderazgo no es un concurso de popularidad. El liderazgo no es para un corazón pusilánime. Aquellos líderes que buscan liderar por medio del poder de la enseñanza de ideas, verán sus ideas desafiadas. Algunas veces el desafío será directo y públicamente, y algunas veces sutilmente a través de la política de una arraigada burocracia.

Un acontecimiento de propia experiencia como maestro-líder requirió que yo tuviera que pagar un precio al enseñar y decir la verdad en un esfuerzo para traer el cambio. En una ocasión, tanto la popularidad y experiencia política me animaron para que mirara hacia el otro lado en una situación que era una falta de ética descarada. Afortunadamente, por la gracia y fuerza de Dios, no cedí a la presión y me encontré hablando la verdad y sosteniendo mi posición. De una manera respetuosa, he tenido que afirmar el porqué no puedo tomar el camino para ser políticamente correcto y porqué estoy a favor del camino de integridad ética. En aquél entonces, mis palabras y acciones no fueron bien recibidas. Hasta el día de hoy, probablemente me costó algún favor de ciertas personas; pero a la larga, al tomar yo esa posición, mi ministerio sobresalió y el respeto por mi liderazgo creció. Los colegas que estaban apoyando apenas mi ministerio llegaron a dar la bienvenida a mi liderazgo en otros contextos debido al apoyo de esta verdad. El resultado final fue una lección que se enseñó acerca de las acciones y el liderazgo mostrados a través de la enseñanza de la verdad. Algunas veces, en el papel de maestro-líder tendrás que declarar que el “emperador no tiene ropa” y vivir de lo que venga, Decir la verdad es una manera de enseñar y una forma de liderazgo.

Los maestros son grandes líderes porque tienen gran influencia y porque pueden traer grandes cambios organizacionales y sociales. Existe una tercera razón del porqué los maestros son grandes líderes.

LOS MAESTROS PUEDEN APELAR A ALTOS NIVELES EN EL DESARROLLO DE SEGUIDORES

Noel M. Tichy, profesor en la Escuela de Negocios de Michigan y director de la Sociedad de Liderazgo Global, cree el que más grande de los líderes son los maestros por naturaleza. El cree que ellos valoran el conocimiento y que entienden su poder y por lo tanto, como grandes líderes, ellos trabajan para construir lo que él llama organizaciones que enseñan. Las organizaciones que enseñan valoran el aprendizaje y están concientes que la enseñanza es la meta específica de la organización. Los líderes que están en la cima de las organizaciones que enseñan hacen su prioridad el desarrollar a las personas por medio de enseñarles a otros lo que saben. Tichy dice, “La enseñanza es el medio más efectivo para que el líder pueda liderar.”9 Los líderes que entienden ese principio comprenden que su función primordial como líderes es crear estructuras organizacionales donde la enseñanza es intencional, explícita, y el mismo corazón de los valores de la organización.

Tichy identifica la enseñanza como el nivel más alto de liderazgo porque produce el mayor desarrollo en las vidas y en el trabajo de los seguidores. Al enfocarse en la enseñanza, los líderes incrementan la profundidad del conocimiento en la organización, elevan el nivel de compromiso entre los miembros de la organización y generan nuevos líderes quienes a su vez son capaces de producir otros líderes. El presenta un esquema de cuatro niveles de liderazgo en forma de pirámide (vea figura 1, página 33).

En el nivel más bajo, los líderes comandan sus seguidores. Los líderes a este nivel dan órdenes y direcciones siendo la meta el comandar y controlar el comportamiento de sus seguidores. Los seguidores conocen poco las metas y visión que va detrás de estas órdenes. Este enfoque es el que requiere menos tiempo departe del líder, pero también produce los niveles más bajos de aprendizaje, compromiso, y desarrollo de liderazgo.

En el segundo nivel, los líderes les cuentan su visión, metas, e ideas a sus seguidores. Se espera de los seguidores que simplemente adopten las ideas del líder y las implementen. Desafortunadamente, este enfoque sigue generando un nivel mínimo de compromiso, aprendizaje, y desarrollo del liderazgo.

En el tercer nivel, los líderes le venden a sus seguidores su visión y metas. Los líderes se convierten en motivadores quienes persuaden a sus seguidores a adoptar sus ideas. Esto se hace frecuentemente al permitir algún tipo de participación en el proceso de cambio.

Finalmente, en el nivel más alto, los líderes les enseñan a sus seguidores conceptos claves, los cuales se convertirán en la base de acción confidencial de parte de los seguidores. Esto da como resultado, seguidores que son dueños de esas ideas y son quienes desarrollan los medios para implementarlas. El fruto es el compromiso, el aprendizaje, y el desarrollo de liderazgo. Pero enseñar lleva tiempo y es riesgoso. Cuando los maestros confían sus ideas a sus seguidores, les dan poder a sus seguidores para que tengan mayor libertad para moldear la organización.

El riesgo de enseñar se balancea con los resultados de la enseñanza. Los líderes que se arriesgan a enseñar a otros y darles poder a sus seguidores con el conocimiento e ideas multiplican el impacto y resultados de su liderazgo. La enseñanza, como el nivel más alto de liderazgo, trae consigo el mayor éxito hacia el alcance de la misión organizacional.

LA NECESIDAD DE MAESTROS-LÍDERES

La Gran Comisión demanda que tomemos el reto del liderazgo a través de la enseñanza que da poder a sus seguidores. En Mateo 28:19-20, Jesús nos mandó: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;” Su mandamiento es más que un simple “Id.” Es un mandato que hagamos algo mientras vamos “haciendo discípulos.” La palabra discípulo significa estudiante o aprendiz.

¿Cómo se hace un discípulo? Jesús nos explica en un proceso de dos pasos cómo es que se deben hacer discípulos. Primero, debemos bautizar a las personas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto es un llamado a evangelizar. El bautismo, aunque no es la base para la salvación, es simbólico de una vida comprometida con Cristo. En el contexto cultural en donde Jesús enseñó estas palabras, el bautismo era el medio para declarar un compromiso público. Similar al llamado que se hace hoy a pasar adelante al altar, el bautismo proveía al nuevo creyente el medio para declarar la realidad de la obra de Cristo en ellos. Jesús les dice a sus seguidores que el primer paso para hacer discípulos es el paso del bautismo o el compromiso personal hacia Cristo.

El segundo paso nos lleva más allá del evangelismo. Es el llamado para hacer discípulos por medio de “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” Aunque la Gran Comisión es un llamado al evangelismo, es también enseñar a todos los que alcanzamos. La enseñanza está en el puro corazón y centro de la comisión de Cristo a la iglesia.

El liderazgo bíblico es una tarea de enseñanza. De hecho, la enseñanza es la tarea fundamental de todo líder cristiano. Pablo le recuerda al joven Pastor Timoteo en 2 de Timoteo 2:2 cuando dice: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.” Pablo quería que Timoteo fuera un maestro. Más que eso, Pablo quería que Timoteo fuera un maestro de maestros. Timoteo debía entender que la tarea de liderazgo era más que una generación entrenando a otra generación. Era un cargo para confiar o dar autoridad a personas responsables donde ellas mismas continuarían el desarrollo del proceso de liderazgo. Se hace referencia a cuatro generaciones de creyentes en este corto pasaje: Pablo, Timoteo, hombres fieles, y otros. Nótese que Timoteo debía confiar el mensaje a aquellos “hombres fieles que sean idóneos para enseñar.” Lo que tenemos aquí es un sagrado encargo o compromiso de mayordomía de la Palabra de Dios donde los líderes, capaces de una fiel comunicación, equiparan la próxima generación. La habilidad primordial de “esta próxima generación de lideres” debe ser la enseñanza. ¿Por qué? Porque enseñar sobre Jesús, el evangelio, y las doctrinas de Cristo es el punto central de ministerio de la iglesia.

Debido a este encargo sagrado, Pablo identifica la habilidad de enseñar como cualidad básica para los ancianos. Pablo escribió: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar” (1 de Timoteo 3:1-2). Apto para enseñar: Es la habilidad para comunicar la perdurable e incambiable verdad de la Palabra de Dios, para ellos es un llamado al liderazgo.

Las ideas, expresadas en la palabra y la acción tienen el poder de hacer cambiar; y los maestros poseen el poder de las ideas. En Santiago 3, el autor le advierte a los maestros tener cuidado en el ejercicio de sus funciones en la enseñanza. Él dice: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 3:1). Él sigue con el poder de la lengua.

4Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. 5Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!

6Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. (Santiago 3:4-6)

La enseñanza es un medio enormemente poderoso para liderar. Para bien o para mal, las palabras de un maestro pueden proveer dirección o destrucción.

La iglesia está en riesgo. Lo que empezó tan poderoso como un movimiento, muy frecuentemente se ha convertido simplemente en una organización. Sus líderes se han convertido en cuidadores de lo que se ganó en el pasado y entregan el futuro a movimientos tanto buenos como malos. He aquí el problema fundamental. Los que antes eran los ancianos de la iglesia, llamados a ser maestros, se han convertido en oficiales del directorio ejecutivo en vez de maestros, la iglesia está relegada a un status organizacional. De la misma manera, cuando los ancianos abrazan la cultura y sus líderes lo que está de moda, quedan a la deriva en las corrientes de la cultura y pierden la habilidad para hablar la Palabra de Dios con claridad y autoridad. La iglesia debería de ser dinámica, estar a la vanguardia y en su impacto cambiar vidas. Pero esto solamente sucede cuando los líderes enseñan la Palabra de Dios de una manera relevante mientras a su vez se retiene un compromiso firme al texto bíblico y a la autoridad bíblica.

El trabajo de la iglesia es una obra de transformación. Es una obra forjada por hombres y mujeres que enseñan fielmente la Palabra de Dios, la cual es capaz de cambiar el mismo “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

Este libro trata acerca de cómo alcanzar el máximo liderazgo. Sus principios aplican principalmente para el liderazgo en la iglesia, pero también aplica para el liderazgo en las organizaciones fuera del contexto de la iglesia. Esto es porque trata sobre el poder de la enseñanza como una destreza del liderazgo. Los líderes que reconocen sufunción como maestros dirigen a los seguidores a una causa mucho mayor que ellos mismos. Como Terry Pearce lo dice, “Los buenos líderes hacen que los seguidores trabajen para ellos. Los buenos líderes hacen que la gente trabaje por una causa que es mayor que cualquiera de ellos y luego por uno al otro al servicio de la causa.”10 Los maestros hacen exactamente eso. Aquellos que aprenden a enseñar también aprenden a maximizar su liderazgo a través de la acción de la enseñanza hacia otros.

FIGURA 1


Noel M. Tichy, The Cycle of Leadership, Harper Business, 2004, página 59 Copyright @2002 por Noel M. Tichy, reimpreso con permiso de HarperCollins Publisher.

Capítulo 2
PRIORIDADES MAL PUESTAS:
Distraídos por lo bueno mientras se pierde lo mejor

10Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehováy para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos.

Esdras 7:10

ES FÁCIL DISTRAERSE. Por un instante que tomemos para hacer una llamada por el teléfono celular o corregir al niño puede llevarnos al desastre mientras conducimos. Las distracciones tienen una manera de desviar nuestro enfoque de lo que nos rodea.

Los beisbolistas conocen bien este principio. Tomen por ejemplo, el jugador de segunda base que está por hacer una doble jugada de rutina. La distracción momentánea del corredor que se acerca a segunda base hace que él quite su mirada de la bola y lo que iba a ser una simple doble jugada segunda base, para un corto, la primera base se convierte en un vergonzoso error en donde la pelota se le fue por en medio de las piernas.

Las distracciones hacen que perdamos el enfoque y juguemos mal el juego que está frente a nosotros. Esto es especialmente cierto si usted es un líder ministerial. Mediten en la historia de un pastor de los Bautista del Sur que una vez conocí. Él era estudiante de un curso doctoral en el Seminario Sureño en Louisville. La historia es verdadera, aunque el nombre de él ha sido cambiado.

UN CASO DE ESTUDIO EN PRIORIDADES MAL PUESTAS

El pastor Brian Hill tenía su día completamente planeado. Era miércoles, siempre era un día largo. Su día empezaría a las ocho, ya que tenía una cita para tomar café con un miembro del personal. Tendrían juntos un breve devocional seguido de una reunión con todo el personal, en donde se discutiría sobre los eventos por venir. A las nueve de esa mañana, él se iba a reunir con Mark el nuevo pastor de jóvenes. Mark estaba recién salido del seminario y necesitaba mucha orientación acerca de la vida del personal de la iglesia. El pastor Brian sentía que era su responsabilidad ser el mentor de Mark durante sus primeros días en el ministerio. A las diez, Lance, el ministro de adoración que trabaja a medio tiempo, supuestamente iba a llegar para repasar los planes para el servicio de adoración del domingo por la mañana. Brian esperaba estar mejor preparado para los planes del próximo servicio antes que Lance llegara, pero parecía que no iba a poder completar mucho su sermón debido a un inesperado funeral que tuvo que dirigir el martes.

La reunión del pastor Brian con Lance tardó más de lo que se esperaba. Lance le dijo que la tecladísta de la banda de adoración había renunciado. Parece que escuchó decir que uno de los ancianos pensaba que las habilidades de ella no eran muy buenas y que como resultado la calidad de la música era inferior. Lance le preguntó a Brian si él podría intervenir y que tratara de que el anciano se disculpara para que la tecladista regresara a su puesto en la banda de adoración. Ese problema definió para el pastor Brian el resto de la mañana ya que tuvo que hacer llamadas al anciano y a la tecladista. Brian se quitó un peso de encima cuando el anciano tomó responsabilidad por sus comentarios y se ofreció a llamar a la mujer y disculparse por sus comentarios ofensivos. Mientras el anciano estuvo de acuerdo con Brian de que los comentarios que él había hecho no fueron sabios, él le expresó la necesidad de hablar acerca de la calidad de la música en las futuras reuniones de ancianos. Él le dijo a Brian que creía de todas maneras que la música debería de mejorar “si es que esta iglesia quiere alcanzar ‘buscadores’.” Brian estuvo de acuerdo que llevaría el asunto a la reunión de ancianos, pero le pidió a este anciano que tratara de arreglar las cosas a corto plazo. Cuando Brian colgó el teléfono sintió que había esquivado una bala que podría haber hecho mucho daño.

Al medio día, Brian tenía una cita para almorzar con Pete, uno de los hombres que estaba tratando de reclutar para liderar el ministerio de grupos pequeños de la iglesia. Se deberían de reunir al medio día en un restaurante local, pero el hombre estaba atrasado por veinte minutos, una tardanza que Brian no se podía dar el lujo. El almuerzo duró poco más de una hora, y la decisión seguía incierta. El líder laico estaba indeciso de tomar un papel administrativo. Dijo que no quería estar empantanado llevando detalles y no poder liderar un grupo él mismo. Brain al menos quedó animado de que Pete oraría sobre tomar la posición y que le hablaría de su decisión después del servicio del domingo.

Eran casi las dos para cuando Brian regresó a su oficina. El había reservado de la 1 a las 3 para trabajar en su sermón. Después había planeado empezar a prepararse para la reunión de ancianos que era el miércoles después de la reunión de oración y estudio bíblico de los ancianos de la tercera edad. Esta iba a ser una reunión importantísima sobre el problema de presupuesto que la iglesia enfrenta desde la construcción del nuevo agregado. Costos imprevistos hicieron que el proyecto fuera más caro de lo estimado, así que habría que hacer un ajuste del presupuesto para poder mantener la iglesia “en negro”. Brian todavía debía revisar el material que le envió el director de la junta de ancianos y revisar los estados financieros del tesorero de la iglesia. Justo en el momento en que Brian iba a empezar la preparación del sermón, sonó el teléfono. Era el director de la junta de ancianos. Quería revisar con Brian los planes para la reunión y además quería preguntarle a Brian “si él había visto el material que él había dejado en su buzón.” Brian no le dijo que no había tenido oportunidad de verlo en detalle. En lugar de eso le dijo que “sí” los había visto. Cuarenta minutos después, la reunión por teléfono había terminado y Brian regresó a la preparación de su sermón. Pero ahora sólo podía pensar en la reunión, así que decidió revisar el material en detalle. Hasta ahí llegó la preparación del sermón. Tendrá que esperar hasta el martes.

Se había hecho bien tarde. Los ancianos estaban en desacuerdo de cómo se debían manejar de los asuntos financieros. Unos estaban increíblemente disgustados de que el comité pro construcción no hubiera hecho un cálculo más preciso del costo del proyecto. Otros pensaban que tener que asumir una mayor deuda aún era una opción inaceptable. Brian trató de persuadir a los ancianos de que era necesario ir a la congregación y pedir una ofrenda especial para ayudar a cubrir los costos. Mucha gente prometería ayudar aliviar la crisis. Un anciano con bastante poder discutía acerca de que la iglesia simplemente debería sacar una hipoteca mayor y tener fe que la colecta de cada mes cubriría ese gasto adicional. Finalmente, por medio de una decisión dividida y en contra de los deseos del pastor, los ancianos decidieron implementar un corte del 20 por ciento en las áreas de presupuesto discrecional. Brian regresó a casa frustrado porque sabía el desánimo que sería para toda la gente laica que trabajaba en muchos programas de la iglesia.

Eran las 11:38 PM cuando finalmente Brian puso la cabeza en la almohada. Pero el poder dormir llegó mucho después. Por treinta minutos estuvo acostado recapitulando el día a su esposa y compartiendo las tensiones de la reunión. Mientras hablaban, contempló hacer su currículo y enviarlo a otra iglesia. Él estaba desilusionado. Pensó que pasaría su tiempo desarrollando sermones, enseñando la Palabra de Dios, y equipando a laicos a hacer el trabajo del ministerio. Pero en vez de eso, su ministerio se parecía más al papel de un ejecutivo o administrador que el de un pastor-maestro.

Brian y su esposa decidieron mantenerse firmes. Después de todo, no es fácil mudar a una familia una vez que esta se ha adaptado, y de todas formas, otra iglesia no necesariamente sería diferente. Como una manera para sobrevivir, Brian decidió leer libros sobre administración y liderazgo. Asistió a un par de seminarios para reorganizar su idea del papel de pastor. Eventualmente, con el tiempo, tomó el papel de director ejecutivo de la iglesia y empezó a administrar la iglesia basado en conceptos que había aprendido en sus lecturas e investigaciones. Pero de alguna manera, muy dentro, sentía que había transigido en algo. Él estaba teniendo éxito como administrador de una iglesia pero fallaba como líder de Dios.

UN CASO DE ESTUDIO EN DEFINIR PRIORIDADES

Una vez, en los primeros días de la iglesia del primer siglo, los líderes-maestros de la congregación de Jerusalén estaban experimentando problemas similares a los que enfrentaba Brian Hill. Ellos también se estaban alejando de la enseñanza de la Palabra de Dios debido a las tareas que siempre demanda administrar la iglesia. Había surgido un problema en la joven iglesia, un problema político y de prejuicio. Intereses de fracción contra los asuntos de valor de necesidad humana. Aunque la iglesia empezó coma la epítome de la comunidad ideal (Hechos 4:32), no mucho tiempo después la comunidad estaba dividida. Los dos grupos que estaban en desacuerdo eran los judíos hebreos y los judíos griegos. Hechos 6:1-7 nos hace un recuento de lo acontecimientos.

1En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. 2Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 3Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 5Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 6a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.7Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.

¿Quiénes eran los hebreos judíos y los judíos griegos, y qué causó la división entre ellos? La desavenencia entre ellos era esencialmente cultural, lingüística, y de demarcación geográfica. Los judíos griegos, conocidos también por judíos helenísticos, hablaban griego y antes habían vivido en la dispensación fuera de Palestina. Sin embargo, en tiempos de paz cuando lo permitió el gobierno romano, se establecieron permanentemente en Jerusalén. En un sentido, eran parecidos a los judíos sionistas quienes, alrededor de principios del siglo veinte, comenzaron a regresar a su hogar, Palestina, o parecidos a los judíos ortodoxos de hoy quienes han emigrado hacia Israel en nuestros tiempos. De la misma manera, a estos judíos del primer siglo, que nacieron en el extranjero se les veía despectivamente por los judíos nacidos en Palestina; estos son, los judíos hebreos, porque tenían un idioma diferente, valores diferentes, y cultura diferente.

Los judíos hebreos se consideraban a sí mismos superiores a los judíos helenísticos. Porque habían nacido en Jerusalén y adoraban en las sinagogas en donde se hablaba arameo y hebreo. Veían a los judíos griegos como ciudadanos de segunda clase. Al estar separados uno del otro, los judíos griegos y los judíos hebreos tenían poca o ninguna comunicación con sus hermanos. Esta falta de comunicación entre los grupos también albergó un sentido profundo de amargura en ambos lados.

Mientras la iglesia en Jerusalén crecía (Hechos 6:1), tanto los judíos hebreos como lo judíos griegos llegaron a la iglesia en números cada vez mayores. Desafortunadamente, no es de sorprender que algunos de los prejuicios entre los dos grupos pasaran a la iglesia. La obra de Cristo en la vida de las personas es una obra que está siempre en proceso. Somos nuevas criaturas en un sentido legal (2 Corintios 5:17), nos falta mucho para llegar a ser como Cristo en la experiencia diaria. Los prejuicios que por tan largo tiempo y que tan profundamente se habían mantenido, es uno de esos pecados en donde el proceso de transformación parece demasiado lento. En la iglesia en Jerusalén, los judíos griegos sufrieron discriminación. Talvez el desaire no fue intencional, pero sin lugar a dudas fue real. Lucas hace implicación que los griegos era una minoría desatendida y que no estaban siendo bien servidos por la iglesia.

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