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INTRODUCCIÓN Y ANÁLISIS DEL SECTOR RADIOFÓNICO
Está claro que las cosas están cambiando. No descubrimos nada nuevo, siempre ha sido así. La novedad, en realidad, está definida por los parámetros que gobiernan los cambios, la velocidad en que estos se están produciendo y, sobretodo, la importancia y/o trascendencia de los mismos.
Aquí es donde nos encontramos con una experiencia social sin precedentes hasta la fecha. Por un lado, unos cambios radicales en producción, promoción y difusión, ocurridos en muy poco espacio de tiempo. Y, por otra parte, un proceso realmente novedoso, como la tecnología en la digitalización de las comunicaciones entre los seres humanos con todo lo que ello conlleva. Esto afecta a todos los campos, pero si nos centramos en la comunicación radiofónica debemos hablar de una auténtica revolución. Una revolución que marca unas nuevas reglas, ofreciendo un panorama diferente a todo lo conocido hasta ahora, tanto en la elaboración de contenidos como en la programación, promoción y difusión de los mismos.
Estos cambios marcan unas pautas en el comportamiento de consumo que no están definidas por las grandes empresas, sino por los usuarios finales. Estos últimos son los que están creando las nuevas reglas del juego.
En programación, por ejemplo, y como comentaremos más adelante, no basta que un determinado jefe de programación decida lo que el consumidor quiere escuchar. Es ahora el consumidor quien realmente decide lo que quiere escuchar, cuándo y cómo.
♦Lo que quiere: el tipo de programa, el estilo musical o el comunicador preferido. Puede escoger entre una amplia variedad de contenidos a disposición del usuario. Con el condicionante de que si no encuentra lo que busca, siempre podrá realizarlo él mismo convirtiéndose en creador y productor de nuevos contenidos. No olvidemos que la capacidad de crear del ser humano es innata, este comportamiento forma parte del mismo instinto de supervivencia de la especie.
♦Cuándo: podrá escuchar el programa seleccionado cuando quiera. El programa no está sujeto a unos horarios determinados, puesto que los contenidos, si queremos que nuestro mensaje llegue al máximo número de individuos posible, deberán estar a disposición del usuario en el momento que éste decida escucharlo y en los distintos formatos estándar de mercado, definidos a su vez por las costumbres más populares de consumo.
♦Cómo: una vez superado el límite marcado por la localización física de las fuentes, a través de los dispositivos móviles, son los usuarios o consumidores quienes deciden donde escuchar el programa según sus intereses: playa, coche, casa, caminando o tumbados en el parque. Tanto en solitario como en grupo. Y éstos, a su vez, aprovechando nuevas formas de comunicación como, entre otras, las redes sociales de internet, podrán ser pequeños o grandes colectivos, con lo cual se cerraría un círculo, hasta la fecha monopolizado por los grandes entes mediáticos.
Una situación incómoda
Los grandes grupos mediáticos, necesarios, por otra parte, independientemente de nuestra opinión sobre el sistema de consumo en el que nos vemos envueltos, seguirán teniendo el futuro asegurado, ya que todos los contenidos necesitan de una infraestructura y plataformas para poder seguir llegando a los usuarios finales. Además, las grandes empresas dan estabilidad al mercado, asegurando y potenciando, según su capacidad de adaptación, el nacimiento de nuevos contenidos. En todo caso, lo que sí peligrará será el puesto de trabajo de aquellos ejecutivos de despacho que serán obligados a dejar su flamante sillón si no saben adaptarse a todos estos cambios.
Los que quieran mantener su puesto de trabajo deberán ser perfectos conocedores del sector de la comunicación, amantes del medio y visionarios por defecto, y deberán creer en compartir los conocimientos adquiridos en pro de una vocación de servicio y beneficio a la sociedad. Sólo así las empresas serán capaces de transmitir valores positivos con los que el usuario final pueda identificarse y ver reflejados en ellas sus capacidades individuales de formación, entretenimiento y crecimiento.
En un mundo conectado en red, con la digitalización como medio para alcanzar un fin, un solo comunicador o usuario puede tratar de tú a tú a una gran cadena de radio, sin ningún tipo de complejo ni motivo para tenerlo. El abaratamiento de los costes en la producción digital y las posibilidades de difusión y promoción de los contenidos hacen de seres individuales germen potencial de tendencia de mercado. Y este lenguaje, el de mercado, sí que lo entienden las grandes empresas y grupos de comunicación.
Esto marca un antes y un después en el desarrollo de las políticas de actuación de las grandes empresas. Éstas deberán tener el control sobre la distribución de contenidos y la experiencia en el gobierno de las estrategias de marketing al servicio de éste. De este modo los profesionales potenciarán los contenidos y el potencial de las personas que los desarrollan.
Recordemos que en el fondo ya no será tan fácil controlar la capacidad final de decidir sobre lo que los usuarios desean consumir.
Sobre la materia prima de los contenidos habría motivos para escribir enciclopedias completas y nos quedaríamos cortos. Pero, desde el punto de vista de creador, podríamos decir que para gustos colores, y lo más importante sigue siendo ser uno mismo y creer en lo que se hace. En esto último la condición humana sigue siendo la misma por mucho que pasen los siglos. Y si la naturaleza aún nos mantiene la misma capacidad cerebral que la del primer Homo sapiens que pisó la tierra, es que todavía no la hemos desarrollado en su totalidad.
Las reglas están para romperlas
Con el fin de no repetir errores del pasado, el buen comunicador en radio debería conocer las reglas ya establecidas, fruto de la experiencia acumulada. Sólo así podrá sentir la verdadera necesidad de romperlas, con el fin de descubrir nuevos caminos que aporten un beneficio a la profesión en particular y a la sociedad en general.
El tigre del dial
La radio es una superviviente por naturaleza, no olvidemos que la base de la radio está marcada por la misma esencia de la comunicación, y ésta, por su naturaleza, también forma parte de nuestro instinto de supervivencia.
Como nos recuerda el profesor Carlos Infante, ya en los orígenes de la televisión en Estados Unidos, a la radio le pusieron el sobrenombre de el tigre por su capacidad de reacción ante la amenaza del nuevo medio, supuestamente mejor dotado. La radiodifusión supo rápidamente aprovechar las ventajas propias del medio radiofónico en cuanto a las diferencias provocadas por los condicionantes técnicos y a las amplias posibilidades de sectorización de mercado por parte de la radio. Mostrando una agilidad propia del felino, y con un reflejo certero, reaccionó para seguir manteniéndose como un consolidado medio de comunicación, con máximo poder e influencia sobre las masas.
Pensar que la radio del futuro, o la nueva radio, no se verá afectada por los nuevos procesos generados por los cambios sufridos sería de torpes. Y aferrarse al lenguaje radiofónico en su forma y modo actual sin darle la posibilidad de asimilar nuevos conceptos sería más torpe aún.
La radio del futuro presenta unas características de interactividad con el oyente, hasta la fecha limitada a la participación telefónica de los oyentes y a las clásicas dedicatorias. Aún así, hoy en día, siguen siendo uno de los espacios participativos preferidos por los radioyentes.
Una interactividad basada en nuevos hábitos de consumo, como el uso del chat, e-mails, mensajes de voz, rss, galería de fotos, redes sociales y profesionales, video y las llamadas TIC (Tecnologías de la información y la comunicación). Este proceso, además, desencadena no sólo en la mera participación del oyente puntual en el medio, sino en un proceso mucho más profundo de comunicación emisor-receptor de 24 horas, con la participación en los blog y foros de opinión de los programas e incluso una comunicación generada únicamente entre los oyentes de un determinado programa a través de la red, mucho más allá del tiempo de duración del programa de radio en cuestión. Estos últimos, los programas, a su vez, pueden ser emitidos por una emisora de FM o AM o mediante la presencia de un Pódcast en la red.
Incluso si un exitoso programa de radio o un destacado comunicador es retirado de la parrilla de programación de forma unilateral por una emisora de radio que obedezca exclusivamente a una decisión de la empresa, éste – programa o comunicador- si así lo decide, no tardará en encontrar su hueco en Internet en formato audio-radiofónico, con el consiguiente perjuicio en imagen del grupo mediático en particular y beneficio de los oyentes en general, por la pluralidad de contenidos.
Hablamos además de un proceso cross-media, donde la sinergia de las distintas plataformas de comunicación, como Internet o la telefonía móvil, entre otras nuevas ventanas de difusión de contenidos, apuntan también hacia un nuevo modo de entender la comunicación radiofónica que no debemos obviar.
Pero creo justa la posibilidad de avanzar sin renunciar al pasado.
Conozcamos bien el lenguaje radiofónico y observemos, entre otras posibilidades, como el mayor de sus inconvenientes, hasta la fecha, la falta de imagen, es precisamente la mayor de sus ventajas. Nos permite, entre otras posibilidades, escuchar mientras desarrollamos otra tarea. A su vez, la esencia de este lenguaje potencia la imaginación y la capacidad creativa ante lo que escuchamos, generando constantemente, en nuestra mente, imágenes de lo que percibimos a través de nuestros pabellones auditivos.
Sería interesante ver el escáner cerebral de una persona que mira la televisión y la de otra que escucha la radio.
La radio, como nos comenta José Ramón Velasco, goza de un efecto movilizador, frente a la pasividad inducida por otros medios. Dotada de una gran capacidad de movilización, fruto de la propia idiosincrasia del lenguaje radiofónico, en el modo en que es interpretado el mensaje por el cerebro, estimulándolo, obligándole a generar imágenes muy personales de lo que está escuchando.
En este análisis, es curioso como el paso del tiempo ha relegado prácticamente a la extinción, por parte de los grupos mediáticos, a la radio-novela, y ver como, a través de Internet, éste es uno de los géneros que resucita de su latencia. Precisamente uno de los que más recursos utiliza del lenguaje radiofónico.
Hablemos de otros campos. Parece que en los centros de estudios oficiales y universidades públicas, donde se estudia periodismo y publicidad, la fonética, base de la locución y materia prima de estas profesiones desarrolladas en radio, junto con la voz, esencia de la comunicación, no son importantes para la formación de un buen comunicador. En ningún caso podemos encontrar asignaturas al respecto, salvo esporádicos cursos de declamación y cómo hablar en público. Sin embargo, estamos ante uno de los pilares fundamentales del leguaje radiofónico, retomando la opinión del maestro Carlos Infante (www.carlos-infante.com) deberíamos prestar más atención a la fonética en particular y al lenguaje en general. Recordemos que la materia prima del pensamiento es el lenguaje, una carencia de éste, junto a una mala locución e interpretación del mismo, limita inexorablemente nuestras capacidades de pensamiento y comunicación. Podríamos decir que pensamos con la voz.
Pan para hoy, hambre para mañana
Si profundizamos en el análisis general sobre la radio actual y nos centramos en las políticas de programación de determinados medios de comunicación, basadas en intereses un tanto equivocados y que nada tienen que ver con el medio radiofónico, observaremos parrillas de programación de ciertas emisoras marcadas por la automatización en su formato más puro e impersonal, muy útil, eso sí, como hilo musical o fondo sonoro para ascensores, pero que no aportan oficio ni beneficio al medio radiofónico. A este asunto no le dedicaremos excesivos renglones, puesto que somos muchos los que pensamos que obedecen a políticas verticales del pasado.
Tristemente para otros, un presente al que aferrarse como un clavo ardiendo, con el fin de justificar no sé qué intereses, pero condenado a caer por su propio peso. Porque lo más curioso de algunas de las actuales parrillas de programación no es que estén copiadas unas de otras, aunque sí dan la sensación de partir de la misma fuente de inspiración no vocacional, puesto que por desconocimiento o mal asesoramiento, imaginamos que tratan de aprovechar “complejos estudios” donde se demuestra la rápida capacidad de penetración en el mercado de ciertas programaciones.
Pues bien, a esto es a lo que habitualmente llamamos “Pan para hoy, hambre para mañana”. Al interpretar al unísono una programación que poco tiene que ver con la esencia de la radio, parece existir una falta de dominio sobre el lenguaje radiofónico, ignorando el potencial del mismo, en pro de algunas programaciones que invitan a un alejamiento de las nuevas generaciones hacia otros estados del radiofonismo. No olvidemos que, tal y como están las cosas, la difusión por ondas no deja de ser un mueble, un medio para desarrollar un fin radio y si ésta no puede explotar todas sus posibilidades es que se nos quedó pequeño el mueble o está mal ordenado.
Quizás nuestras palabras destilen un cierto pesimismo ante el futuro de alguna de las emisoras de radio actuales o la programación de según qué cadenas o emisoras. Nada más lejos de la realidad. Generalizar conceptos es poco inteligente, además de una falta de respeto absoluta hacia los compañeros que trabajan en el medio. Y, aunque no nos falten motivos para pensar que en la radio actual sobran parásitos y falta corazón, gente vocacional que ame el medio, con capacidad de compromiso y pleno dominio del lenguaje radiofónico, creemos sinceramente en la existencia de grandes e incuestionables profesionales (radiofonistas, periodistas, locutores, técnicos, creativos, comunicadores, gestores y directores). También creemos en la apuesta de algunas cadenas y emisoras de radio por una programación basada en un profundo conocimiento del medio radiofónico que han sabido desarrollar a lo largo de muchos años una cuidada antena capaz de acercarnos el corazón de la radio, a millones de oyentes, ofreciéndonos grandes momentos que forman parte de la misma historia de la comunicación.
Nuestro más profundo respeto y admiración hacia quienes desarrollan este trabajo.
Lo bueno de esto, es lo malo que se está poniendo
Que las nuevas generaciones no se acercan al medio, es una realidad. Podrán decir que las audiencias de ciertas emisoras crecen, y es cierto, pero a su vez, la de la radio en general envejece.
Si los niños y jóvenes de hoy no escuchan la radio, ¿quien lo hará mañana?
Esos mismos niños, que no quepa duda, pero, tristemente, no bajo la imagen de la radio actual porque los estamos ignorando. Al igual que pudo ocurrir a las grandes empresas con las campañas de marketing que en su día desestimaron el poder de los consumidores individuales en los foros de Internet, los nuevos usuarios del formato radiofónico ya han elegido su propio camino. Un aviso a los navegantes, y no estamos hablando de una leyenda urbana, puede que hoy por hoy las cifras adquieran valores poco significativos, pero esto es sólo cuestión de tiempo, mucho antes de la aparición de You tube, cientos de programas de radio eran creados en estudios caseros y privados, distribuidos por FTP en Internet y, bajo acuerdos con distintas emisoras tradicionales, difundidos a través de las ondas.
En sí, esto quizás no nos parezca una evolución, sobre todo porque las productoras independientes de radio ya existían en otros países como EUA. Podríamos pensar que lo único que ha cambiado sea el medio de distribución, antes correo y ahora Internet, pero la cuestión va mucho más allá.
Hoy por hoy, cualquiera puede disponer de un estudio de producción instalado en su ordenador. Además, tener un servidor FTP en Internet donde subir nuestros programas de radio tiene un bajo coste para cualquier particular, incluso los hay gratuitos a los cuales pueden acceder miles de emisoras en todo el planeta. Además de millones de usuarios que podrán estar informados a tiempo real sobre la actualización de programas mediante la tecnología RSS aplicada al Audio-Pódcast, lo cual ya cambia considerablemente el panorama. Además no son pocas las web especializadas que contienen directorios Pódcast y Web-Site sobre programas específicos, sin contar aquellas que se dedican a recopilar contenidos para ser distribuidos a emisoras directamente.
Es una realidad, la necesidad imperiosa de crear por parte de aquellas personas que, inquietas por comunicar y generar contenidos, no encuentran salidas a sus iniciativas en según que medios de la radio actual.
Creemos que esto obliga a una seria reflexión por parte de los programadores de las cadenas de radio.
La suerte es que la radio, una vez más, sobrevive inexorablemente al paso del tiempo y a los cambios de tecnología, porque esos niños y jóvenes, de los que antes hablamos, no sólo escucharán radio, sino que serán parte activa en el desarrollo de la misma.
La radio como concepto es una superviviente por naturaleza, así lo ha demostrado desde su nacimiento, adaptándose a los nuevos tiempos y manteniendo intacta su magia, como el primer día, tras la aparición de otros medios.
Destacar, pues, que me siento optimista ante el futuro del formato radiofónico. Serán muchos los contenidos necesarios y miles la ideas para alimentar la radio del futuro, además de millones los usuarios de estos nuevos formatos radiofónicos.
Teoría de la Integración Inversa
A corto y medio plazo está claro que la radio, tal y como la conocemos, compartirá el mismo espacio escénico que la radio del futuro. Por tanto, creemos firmemente en la posibilidad actual de forzar los mecanismos de integración comunicativa de ambos formatos en un proceso denominado Integración Inversa. El resultado de esta fusión revertiría directamente en beneficio de los oyentes en general y de la radio en particular. En la práctica, se trataría de inducir a la radio de hoy a un comportamiento que le permita asimilar de Internet la herencia cultural de sus creadores, que a su vez está propiciando un caldo de cultivo capaz de potenciar los elementos propios del lenguaje radiofónico, sumando a este resultado las ventajas propias del medio radiofónico actual.
Consiguiendo un relevo generacional sin sobresaltos, adaptándonos a los hábitos de consumo de las nuevas generaciones, con una política de desarrollo que nos permita adelantarnos en el tiempo y potenciar en una unión todos los factores propios de los lenguajes específicos de cada medio: Radio e Internet.
Por último...
Aún así, tratar de analizar profundamente los cambios socioculturales del medio radiofónico, a medio y largo plazo, sería tarea imposible. Sobre todo porque nos encontramos en una época de profundos cambios tecnológicos en materia de comunicación entre los seres humanos, como hasta ahora nunca habíamos experimentado. Con unas consecuencias sociales, económicas y culturales, incluidas aquellas provocadas por la brecha digital, que sólo el futuro será capaz de valorar correctamente.
1. ANTECEDENTES. BREVE HISTORIA DE LA RADIO Y PREVISIÓN DE FUTURO
Resulta difícil adjudicar la paternidad a un solo hombre de muchos de los grandes descubrimientos de la humanidad, por la complejidad técnica de su nacimiento y por la cantidad de elementos que intervinieron en el proceso del mismo. Este es el caso de la radio.
Históricamente se reconoce a Marconi como el inventor de la radio, y así consta en la patente registrada 2 de junio de 1897. Sin embargo, los rusos consideran a Popov como el inventor de la radio, de la misma forma que lo hacen otros países con sus respectivos investigadores e inventores en esta materia.
De esta forma, también España hace suya la invención del medio, según el libro recientemente publicado por el profesor de la Universidad de Navarra, Ángel Faús, La radio en España (1896-1977), en el cual atribuye a un español el invento de la radio: Julio Cervera Baviera, que la creó en 1902 y la patentó en Inglaterra, Alemania, Bélgica y España.
En todo caso, estamos hablando de un complicado proceso técnico, que nace de distintas investigaciones, a veces separadas en el tiempo, otras, de forma paralela.
Con todo este confuso panorama podemos decir que técnicamente la radio nació el 12 de diciembre de 1901, fecha en la cual Marconi logró cruzar el Océano Atlántico con señales radioeléctricas.
El trabajo de Marconi no habría sido posible sin descubrimientos anteriores.
Aquí no profundizaremos en conocimientos técnicos pero mencionaremos algunos detalles teóricos a modo anecdótico y sobre todo con el único objetivo de saciar nuestra curiosidad sobre cómo nace la radio.
En el año 1800, Alessandro Volta fabricó lo que más tarde sería conocido como la primera pila, un dispositivo capaz de generar corriente eléctrica. Desde entonces distintos científicos experimentarían con la corriente eléctrica, entre ellos, Hands Oersted, André Ampére, Michel Faraday y Joseph Henry.
En sus experimentos encontraron una relación directa entre el magnetismo y la electricidad. Maxwell desarrolló una teoría en 1860 donde decía que “Una carga eléctrica que se desplaza, mantiene su persistencia en el espacio mediante un campo electromagnético, aunque ya no exista la fuente original que lo ha generado”.
Años más tarde, en 1887, el alemán Heinrich Herz demostró la existencia de las ondas electromagnéticas mediante un descargador formado por dos conductores, con dos bolas en los extremos a escasa distancia entre ellas. Al conectarlas a un inductor conseguía que saltaran chispas de una bola a otra, la carga de corriente que atravesaba el descargador era variable y el cambio magnético también lo era. Así pues, la relación existente provocaba una radiación electromagnética.
Tres años más tarde el físico Edouard Branly inventó un cohesor de limaduras metálicas, con el que se podía, por primera vez, recibir señales de telegrafía sin hilo. En 1896, el ruso Popov, centrado en las investigaciones de Hertz y Branly, y tras intensos experimentos, inventó la primera antena radioeléctrica, construyendo el primer receptor de ondas electromagnéticas.
En 1896, el físico e inventor Italiano Guillermo Marconi, profundizando en las distintas investigaciones anteriores, construyó, con el descargador de Herzt, la antena de Popov y el Cohesor de Branly, un dispositivo capaz de transmitir señales de forma inalámbrica a unos centenares de metros. Al principio, en 1899, eran 51 Km a través del Canal de la Mancha y el 12 de diciembre de 1901 consiguió atravesar todo el océano Atlántico.
Hasta 1906 todas las transmisiones habían sido telegráficas, empleando el alfabeto Morse, pero fue ese año cuando el físico Reginald Fessendeen transmitió por primera vez música y voz claramente perceptibles por la radio en Onda Media.
Acababa de nacer la radio, tal y como hoy la conocemos.
Aunque lo cierto es que al principio, más que un medio de comunicación, a la radio se la trataba como a un entretenido juego de física recreativa.
Tristemente, como en otros grandes avances de raza humana, también fueron importantes en el desarrollo de la radio las conductas bélicas de la especie. Así, con la llegada de la guerra de 1914, los ejércitos, y especialmente la Marina, aplicaron la comunicación inalámbrica de forma generalizada, con el consiguiente desarrollo técnico.
En 1920 la emisora KDKA de Pittsburg (EUA) comenzó a emitir por primera vez una programación regular.
Dos años más tarde, en 1922, en Francia, Maurice Vinot, precursor de la radiodifusión europea, a través de la emisora Radiola y contando con la agencia de noticias Havas, comenzó a emitir boletines deportivos e informativos de carácter general.
Distintas son las crisis reconocidas en el mundo de la radio. Por un lado podemos destacar la que se produjo en los años 30, donde la prensa interpretó que la radio representaba un serio problema para su existencia. De ahí que la prensa forzó a las agencias de noticias a que eligiesen entre ellos o la radio a la hora de ofrecer sus noticias. Además de forzar a los clientes a que escogiesen entre estos dos medios de comunicación como destino de sus inversiones publicitarias, les obligaron también a retirar sus inversiones de la radio, ya que por aquellos años la prensa gozaba de mucho más poder mediático.
Con el tiempo la prensa se dio cuenta de que cuando la radio daba noticias importantes, ellos vendían más periódicos, con lo cual esas medidas despóticas comenzaron a desaparecer.
Durante aquellos años la radio avanzaba en su desarrollo técnico. La radiodifusión fue generalizándose y consolidando su potencial como medio de masas, incorporando y fidelizando cada día más y más oyentes.
La radio se convirtió así en un atractivo medio para las empresas comerciales, con el fin de dar a conocer sus mensajes publicitarios. Los anunciantes comenzaron a confiar en la radiodifusión, sus ingresos hacían más estable el mercado y favorecían las inversiones de las emisoras en avances técnicos, lo cual ayudó a desarrollar, potenciar y consolidar el mercado radiofónico.
A partir de ese momento, el desarrollo fue creciendo en todos los aspectos, en tecnología y en creatividad. Las emisoras crecían y comenzaba a existir una necesidad de lucha por los oyentes, lo cual obligaba a crear originales formatos de distracción en antena y establecía una clara relación entre la publicidad y la programación.
En este contexto debemos analizar un hecho histórico sin precedentes que demostró, sin pretenderlo, la capacidad de poder de la radio como medio de comunicación público.
En octubre de 1938, un jovencísimo Orson Welles emitió un programa de radio a través de la CBS que paralizó América. Se trataba de una adaptación del libro de su casi homónimo H. G. Wells, La Guerra de los mundos.
Este guión radiofónico gozó de una gran creatividad y una perfecta producción, lo cual llevó a los oyentes a creer realmente que los extraterrestres habían llegado a la tierra.
Sin ser conscientes de que se trataba de un espectáculo radiofónico ofrecido por Orson Welles, se extendió un pánico general en todo EUA.
En www.mercurytheatre.info podremos encontrar más información sobre el programa original de 1938, interpretado por el propio Orson Welles. Y no es difícil localizar dicho programa a través de las redes P2P, como Emule o Edonkey.
De nuevo la historia se repite y se vuelve a hablar de crisis. En esta ocasión se habla de la televisión. La aparición de un medio que ofrecía no sólo el audio sino imágenes en movimiento generó que la radio fuese testigo de cómo la televisión copiaba sus planteamientos a la hora de desarrollar los programas, concursos, seriales, noticias y programas de variedades. Esto fue un verdadero desencadenante de la posibilidad de canalización de las inversiones publicitarias hacia el nuevo medio. Una crisis abierta hasta el día de hoy. Aunque bien es cierto que cada medio ha estabilizado de alguna u otra forma sus ingresos.
En la actualidad nos encontramos con nuevas ventanas de desarrollo y explotación, con el consiguiente revulsivo en los distintos medios de comunicación. Y es que han surgido otros hábitos de consumo derivados de lo que comúnmente conocemos como nuevas tecnologías.
Esto ha colocado bajo la línea de confort a grandes entes corporativos de comunicación.
A lo largo de la historia de la radio, en muchas ocasiones se ha hablado de crisis, incluso los más catastrofistas la daban por desaparecida en ciertos aspectos. Pues bien, nunca un muerto estuvo tan vivo.
En nuestra opinión, y entendiendo la nueva radio como el producto resultado del trabajo obtenido por el uso del código propio del lenguaje radiofónico, sumado a las posibilidades generadas por la sinergía con las llamadas nuevas tecnologías, independientemente del formato en el que se registre o del medio utilizado para la difusión del mensaje, nos mostramos optimistas ante el futuro. Sin lugar a dudas, una nueva época dorada de la radio.
Creemos necesaria esta reflexión porque nos ofrece un novedoso punto de vista, acorde a los cambios generados por la sistemática incorporación de nuevas tecnologías, tanto en producción como en difusión.
Consideramos que la radio del futuro es un interesante reto y una clara apuesta por el contenido, las personas y los profesionales.
Los programas podrán llegar a los oyentes a través de distintos medios que parecen haber nacido para la radio: las ondas, el satélite, el cable, la telefonía móvil y, por supuesto, Internet. A través de Pódcast, streaming y radio a la carta, los nuevos formatos de reproducción y sus reproductores iPod y Mp3.
Dichos programas podrán ser generados por las grandes empresas y/o por millones de usuarios que han visto como el abaratamiento de los costes en materia tecnológica en general posibilitan el disponer de unos recursos técnicos e informáticos inimaginables hasta la fecha, con los que desarrollar nuevos contenidos que alimentarán la radio de las próximas décadas.
Una radio inteligente, personalizada, lista para seguir haciéndonos compañía.
Como la energía, la radio ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, adaptándose a los tiempos, manteniendo intacta su magia.