Kitabı oku: «Por Todos los Medios Necesarios», sayfa 12
"Justo en el blanco. Ahora ponme ahí".
El helicóptero descendió rápido moviéndose de lado a lado a lo largo de la carretera. Dobló, dejando la puerta frente al Navigator. Luke pasó a Ed por arriba en el estribo. El helicóptero bajo del todo y rebotó en el techo del Navigator. Subió un metro en el aire y luego volvió a bajar.
Había llegado el momento.
Luke saltó.
Capítulo 31
Luke cayó de manos y rodillas y se aferró a las barras del techo del coche.
El conductor debe haber oído caer a Luke en el techo. El Lincoln comenzó a moverse bruscamente de un lado hacia otro a través de los carriles agitándose alocadamente tratando de quitarse de encima a Luke. Luke se agarró a las barras con toda su fuerza con su parte inferior del cuerpo rodando de un lado a otro.
El helicóptero salió rapidísimo por delante y se ladeó hacia la izquierda. Dobló fuertemente y se acercó directamente para atravesarse en su camino. Ed estaba en la puerta al costado a ellos. Luke bajó la cabeza justo cuando los fogonazos surgieron del arma de Ed.
Una lluvia de balas roció la parte delantera del coche. Luke se arrastró hasta la parte delantera. El lado derecho del parabrisas se había derrumbado hacia dentro. Se inclinó y golpeó los restos del vidrio empujándolo, forzándolo hacia adentro del coche. En algún lugar dentro del coche, una mujer gritaba. Una criatura estaba llorando.
La mitad del parabrisas cayó dentro del coche. Luke hizo girar su cuerpo, empujó sus piernas y se deslizó al asiento del acompañante. Aterrizó en el regazo de un hombre muerto. El conductor buscó a tientas su arma. La apuntó en dirección a Luke. Luke le tomó la muñeca y la golpeó con fuerza contra el panel de instrumentos.
El hombre dejó caer la pistola sin disparar. Se cayó entre las piernas y hacia el suelo del coche en el lado del conductor. El hombre apartó la vista de la carretera y trató de buscarla allí abajo. Luke sacó su propia arma.
De repente, hubo un disparo desde el asiento trasero. El sonido fue enorme en los estrechos confines del coche.
BOOM.
La gente gritaba por allí atrás. Luke se agachó y la cabeza del hombre muerto explotó.
Los oídos de Luke le zumbaban. Miró hacia atrás espiando entre los asientos. Ali Nassar estaba allí con una mujer y una niña. Todos tenían los ojos muy abiertos, aterrorizados, asolados. La niña estaba sentada en el medio. Detrás de ellos, en la tercera fila, había un hombre grande con un arma.
El hombre se agachó detrás de la cabeza de la niña. Su arma sobresalía por encima del hombro de la niña. Estaba justo al lado de la cara de la chica.
Esta era su oportunidad para poner fin a esto. Para salvar su vida. Para atrapar a Nassar.
Pero Luke no podía forzarse a efectuar el disparo. No podía correr el riesgo. No con la niña allí.
"¡Ali!" gritó Luke. "¡Toma ese arma! ¡Detenlo!".
Ali Nassar se quedó mirando a Luke con ojos apagados.
BOOM. El hombre volvió a disparar.
La niña gritó, chillaba ahora. Todo el mundo en el asiento trasero gritaba.
La bala dio en el centro de masa del hombre muerto. En un momento, esas balas iban a empezar a pasar a través del asiento del hombre muerto y de su cuerpo.
El conductor había encontrado su arma.
No había nada más que hacer. Luke volteó rápidamente su propia arma. Sostenía el barril en la mano y blandió la empuñadura. Martilló la cabeza del conductor con ella.
Una vez. Dos veces. Tres veces.
Se agachó cuando otro disparo estalló a través del coche.
BOOM.
El panel de instrumentos de plástico se hizo añicos, volando fragmentos por todas partes. Luke sintió cómo se le incrustaban en la carne.
El coche flotó hacia la izquierda fuera de la carretera hacia adentro y sobre el arcén. El conductor había quedado inconsciente al volante. El coche se fue por un terraplén cubierto de hierba. Se inclinó demasiado hacia a la izquierda, se inclinó, se inclinó… quedó sobre dos ruedas. Luke tomó el volante.
Demasiado tarde. El coche rodó. Luke se golpeó la cabeza contra el tablero. Luego, el coche estaba dado vuelta. Se estrelló contra el techo fuertemente y a una velocidad espeluznante. Aterrizó sobre su espalda. Se quedó sin aliento con la fuerza del golpe.
Las bolsas de aire se inflaron a su alrededor.
El coche rodó de nuevo. Fue lanzado como una muñeca. Se cayó del techo. Lo último que sintió fue su cabeza golpeándose contra el volante. Luego todo lo que vio fue oscuridad.
Capítulo 32
Ed Newsam vio todo desde el Little Bird.
El Navigator había rodado dos veces y aterrizado boca arriba en un poco de tierra apisonada al costado de la carretera. Sus neumáticos estaban estallados. Su parabrisas había desaparecido. El coche estaba echando humo por varios lugares.
La segunda Range Rover se detuvo en el arcén. Tres hombres saltaron de ella y corrieron por el terraplén cubierto de hierba con sus armas desenfundadas y a la carga hacia el Navigator en ruinas.
El helicóptero se movía rápido hacia los lados y hacia la izquierda. Ed trató de conseguir un buen ángulo de tiro para los hombres pero no podía. El helicóptero se estremecía. Dejó salir una ráfaga de disparos de todos modos. Dos de los hombres se sumergieron en la hierba. El tercero siguió corriendo.
"Mayday, mayday", dijo la voz de Jacob. "Asumir posiciones de choque".
Ed estaba atado al estribo con correas de cuero. El ajuste no era seguro. Un dolor agobiante le perforaba la cadera derecha. Tenía dolores agudos, rasgones y tajadas en todas partes de su cuerpo. Volvió la mirada a través de la puerta de entrada a la bodega de carga con sus correas de seguridad colgando. No había manera de que pudiera meterse allí y atarse a tiempo. Deslizó su arma dentro de la puerta, luego se inclinó y abrazó el estribo lo más fuerte que podía. Esta era su posición de choque.
Frente a él, el suelo se aproximaba rápidamente. Si el helicóptero rodaba, iba a volar por el aire. Nunca iba a poder aguantar. Estaría allí afuera, moviéndose a través del mismo espacio que las palas del rotor. Sacudió la cabeza. No se veía bien.
El mundo pasaba volando a una velocidad vertiginosa. Estaban a seis metros del suelo.
La voz de Jacob, como un hombre pidiendo una pizza: "Impacto en tres, dos…".
Ed agarró el estribo más fuerte que nunca. Cerró los ojos.
Por favor, no ruedes. Por favor, no ruedes. Por favor, no lo hagas.
*
A Luke le tomó unos segundos enfocar sus ojos.
Todavía estaba en la parte delantera. Se había golpeado fuerte la frente con el volante y estaba casi ciego por el dolor. Las bolsas de aire se habían desinflado pero el polvo blanco había quedado suspendido en el aire. Su cabeza descansaba sobre las piernas del conductor. Sus propias piernas yacían sobre el hombre muerto en el asiento del pasajero. Los dos hombres llevaban puestos los cinturones de seguridad. Luke había volado por los aires. Ellos apenas se habían movido.
Luke metió la mano debajo del asiento del conductor y palpó cerca de los pies del hombre. Encontró el arma del hombre y la tomó. Una Glock de nueve milímetros. Eso estaba bien. Se sentía bien en la mano. Se arrastró hacia una posición sentada. El vidrio de seguridad destruido del parabrisas estaba por todos lados en la parte delantera. El conductor estaba todavía inconsciente con la cabeza colgando contra su cinturón de seguridad.
Fuera del coche, dos hombres se acercaban con cautela, en cuclillas, cargando Uzis.
Luke miró en el asiento trasero. Ali Nassar y su pequeña familia estaban vivos y despiertos aunque un poco aturdidos. Nassar tenía un gran yeso blanco en su mano derecha.
La niña era linda con una cinta de color verde brillante en el pelo negro. Tenía grandes ojos marrones como de venado. La mujer era delgada como una lámina y etérea. Para Luke, tenía el aspecto de una mujer que pasaba los días leyendo sobre la última moda en París y Milán y lo que la realeza británica estaba haciendo. Probablemente había despertado esta mañana pensando que había visto y hecho todo.
Ya no. Ahora ella miraba hacia delante. Luke había visto a personas en ese estado antes muchas veces. La mujer estaba en estado de shock.
Luke forzó hacia arriba el asiento del conductor y se subió a la parte trasera con ellos. Se agachó, en caso de que uno de esos hombres armados allí afuera pierda su disciplina. Se metió a presión a los pies de la niña.
"Usted es un loco", dijo Nassar.
Luke no le hizo caso. En su lugar, él miró a la niña y más allá de ella.
El hombre en la parte de atrás se había golpeado fuertemente. O estaba inconsciente o muerto.
"¿Cuál es tu nombre?", dijo Luke.
La niña estaba aterrorizada pero así y todo habló. "Sofía".
"¡Silencio, niña! ¡No hables con él!".
"Sofía, que bonito nombre para una niña bonita. De acuerdo, Sofía, quiero que hagas algo por mí. Es realmente muy fácil. Quiero que te quites el cinturón de seguridad y vengas hacia mí".
Nassar se movió para quitarse su cinturón de seguridad. "No te atrevas…".
Luke le apuntó el arma hacia la cabeza. "Di una palabra más".
"Por favor, no lo lastimes”, dijo Sofía. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
"No voy a hacerle daño, Sofía, pero necesito que vengas hacia mí".
La chica hizo exactamente lo que se le dijo. Ella se quitó el cinturón de seguridad y se trasladó hacia Luke con gracia como un pequeño animal. La envolvió con un brazo suave como si fuera su propio hijo.
Fuera del coche habían llegado los hombres armados. Los dos estaban en el mismo lado del coche, la izquierda. Ellos apuntaban con sus armas a través de las ventanas. La ventana trasera estaba destrozada. Todo dependía de que uno de ellos perdiera la calma. Habría un baño de sangre en este coche.
"¡Hasta ahí!", gritó a los hombres. "Tenemos una mujer y un niño aquí. Si abren fuego con esas armas, nos van a matar a todos".
No les importaba. Fuera del coche, uno de los hombres deslizó su Uzi detrás de su espalda. Sacó una pistola y apuntó con ella a través del agujero en donde una vez estuvo la ventana.
¡BOOM!
El cristal se hizo añicos cuando uno de ellos le disparó.
La chica gritó mientras Luke la sostenía y vio la marca de bala en el asiento de cuero a tan sólo unos centímetros de su cabeza. Por suerte, le habían errado. Tal vez no tenga tanta suerte la próxima vez, lo sabía. Extrañamente, Luke se encontró preocupándose más por la niña que por él mismo.
Por eso, cuando uno de ellos levantó su arma de nuevo y se acercó, parpadeando en la oscuridad, era en la niña en quien Luke pensó en primer lugar. Él pudo haber tenido su disparo. Podría haberlos matado a los dos. Pero no podía correr el riesgo. No con ella en peligro.
¡BOOM!
Luke la agarró y le dio la vuelta y cayó encima de ella una fracción de segundo antes de que el arma disparara.
Sintió un dolor insoportable cuando sintió la bala rozar su brazo. La sangre le salía a chorros por todas partes. Pero sabía por experiencia que era una herida superficial. Era un pequeño precio a pagar por salvar la vida de la niña.
Su madre gritó y Nassar gritó: "¡DEJEN DE DISPARAR, LOCOS!".
Luke oyó a los hombres levantar sus armas y percibió que finalmente lo tenían en la mira. Él sabía que esta era su última oportunidad.
Se dio la vuelta, puso una rodilla en el suelo y disparó dos veces. Él sabía que más le valía que hayan sido tiros perfectos o de lo contrario estaba muerto. No tendría tiempo de hacer un tercer tiro.
BOOM. BOOM.
Luke no vio ningún movimiento ya que todo se calmó. Por fin había silencio. Miró para afuera y vio a los dos hombres, ambos muertos, ambos con disparos perfectos en la cabeza.
Dejó escapar un largo suspiro de alivio.
"¡Usted es un loco!", Nassar repitió una vez más con la voz estremecida, temblando.
Luke se volvió hacia él y frunció el ceño mientras se inclinaba y agarraba su camisa.
"Las quiero afuera", dijo. "Tanto a la niña como a su esposa. Lejos de aquí. Más personas están llegando y podrían hacerles daño. Y esto es entre tú y yo ahora".
Nassar hizo una señal a su esposa pero ella hizo un profundo gemido desde la parte posterior de la garganta.
"¡ALI!", gritó Luke y levantó la pistola a su cabeza. "¡AHORA!".
La mujer comenzó a gritar y ahora la niña estaba llorando también.
Nassar se inclinó, tomó a la mujer por los hombros y la sacudió con violencia. "¡Irina! Contrólate. Toma a Sofía y vete".
La mujer desabrochó el cinturón. Salió del auto y se llevó a la niña. La mujer y la niña estaban a treinta metros de distancia y corriendo. Ahora cincuenta. Por un segundo, Luke las vio irse. Respiró profundamente. Si alguna vez tuviera una hija, se preguntaba si sería como ella.
Nassar hizo un movimiento para dejar el coche. Demasiado tarde. Luke lo agarró de la camisa y lo tiró de nuevo al auto. Dio un portazo y puso la pistola en la cabeza de Nassar.
Nassar se quedó mirando a Luke con ojos feroces.
"Ahora escúchame", dijo Luke. "Quiero saber todo. Con quién estás trabajando. Cómo lo hiciste. Cuándo empezó. Lo que sucede a continuación. Todo, ¿me entiendes? Si huelo una pequeña mentira, lo juro por Dios que te mato".
"Si me disparas, te prometo que será la última cosa que hagas".
"¡Habla! Voy a contar hasta tres. Al igual que la última vez. ¿Recuerdas cómo fue? Pero esta vez, en tres te vuelo los sesos".
"¡Estás loco! ¿Sabes eso? ¡Estás loco! Estás…".
"Uno", dijo Luke.
Fuera de las ventanas, hombres en uniformes corrían por la colina. Policías. Policías de Nueva York, la policía estatal, un río de policías. Estaban con ellos hombres vestidos con trajes, probablemente los chicos del ERE. Las cosas estaban a punto de terminar por ahí.
Se le acaba el tiempo.
"Dos…"
Nassar no pudo soportarlo. "¡Detente! Te diré lo que quieres saber".
"¿Quién hizo esto?", dijo Luke. "¿Para quién trabajas? ¿Irán?".
Los hombros de Nassar se desplomaron. La fuerza, la vida misma, parecía fluir fuera de él. Se encogió de hombros.
"Trabajo para ti".
Capítulo 33
4:50 p.m.
Delegación Policial Nro. 116 – Queens, Nueva York
Llevó más de una hora procesar a Ali Nassar y traerlo abajo.
Mientras esperaba, Luke habló con Becca en el teléfono.
"Eres un hombre maravilloso".
Luke presionó su frente contra la pared sucia en el sótano de la delegación y escuchó el sonido musical de la voz de su esposa en su oído. La estación de policía era un medio hostil. Los fluorescentes del techo eran demasiado brillantes. Voces y pasos resonaban a su alrededor. Alguien en el pasillo reía, una carcajada demente.
"No me siento muy maravilloso", dijo.
"Pero lo eres. Salvaste al Presidente hoy. Es increíble. Es un milagro".
Luke suspiró. No se sentía como un héroe. Y no se sentía como un milagro; se sentía como una pesadilla que aún estaba desarrollándose.
"Solo estás cansado, Luke. Es por eso que te sientes mal. ¿Cuándo fue la última vez que dormiste en las últimas treinta horas? Escucha, Gunner y yo estamos muy orgullosos de ti. Cuando vuelvas a DC, ¿por qué no vuelves a la casa, duermes bien toda la noche y luego vienes aquí? Está hermoso aquí en este momento. Sólo nos tomaremos algunos días, vamos a apagar los relojes, vamos a estar todos juntos. ¿Cómo te suena eso?".
"Suena muy bien".
"Te amo tanto", dijo.
Luke amaba a Becca también y quería verla. Quería pasar unos días tranquilos en la casa de campo tanto con ella como con Gunner. Pero por mucho que lo quisiera, no veía cómo podría suceder.
No podía decirle nada. Lo único que le dijo fue que después de la reunión con el Presidente, había volado de vuelta a Nueva York para localizar otra pista. No le dijo sobre el ataque al helicóptero. No le dijo acerca del salto sobre el techo de un coche en movimiento a ciento sesenta kilómetros por hora. No le dijo acerca de haber matado a dos hombres. No le dijo que este caso no estaba ni cerca de haber terminado.
Un joven detective con cabellera despoblada, la corbata torcida y sus mangas arremangadas llegó por un pasillo hacia Luke.
"¿Agente Stone?".
Luke asintió.
"Están a punto de comenzar el interrogatorio".
Luke terminó la conversación con Becca y siguió al detective a la sala de observación. La habitación estaba en penumbra con media docena de hombres en ella. Luke recibió gratamente a la penumbra después de la dura luz del pasillo.
El detective le presentó a Luke tres hombres de trajes oscuros y corbatas.
"Probablemente quiera conocer a estos tipos. Este es el agente Stone del FBI, estos son los agentes Stern, Smith y Wallace".
"Estamos con Seguridad Nacional", dijo uno de los hombres estrechando la mano de Luke.
"¿Begley los envió aquí?", dijo Luke.
La sonrisa del hombre vaciló sólo un toque. "¿Begley?".
"Sí. Ron Begley". Luke hizo la forma de una pelota de baloncesto con las manos. "¿Un tipo regordete? Maneja una unidad de allí no me preguntes cuál. Él y yo tuvimos un pequeño malentendido esta mañana acerca de si valía la pena perseguir a Ali Nassar o no. Supongo que ha cambiado de opinión".
Los tres hombres se rieron. "No trabajamos para Ron Begley".
"Bien por ustedes. Es probable que estén mejor de esa manera".
Del otro lado de una gran ventana falsa, Ali Nassar estaba sentado en una mesa de metal. Tomaba café de a sorbos de una taza blanca. Su tobillo estaba esposado a la pata de la mesa que a su vez estaba atornillada al suelo. No importaba. Ali Nassar no parecía que iba a ninguna parte.
Estaba total y completamente desalineado. Su camisa de vestir estaba rota y arrugada y desabrochada hasta el estómago. Tenía los pelos parados. Había medias lunas negras debajo de cada ojo. Su mandíbula le colgaba abierta. Su mano temblaba cada vez que levantaba la taza de café.
Un detective de la policía de Nueva York se cernió sobre él; un grande y musculoso irlandés de pelo rojo. Todo en la sala de observación quedó en silencio cuando Nassar comenzó a hablar.
"¿En dónde está mi hija y su madre?", dijo.
El policía negó con la cabeza. "Están bien. No es necesario que se preocupe por ellas. Las llevamos de vuelta a la misión iraní. Ellas no hicieron nada. No tienen idea de lo que está pasando. Nadie está siquiera interesado en ellas".
Nassar asintió. "Bien".
"Correcto", dijo el policía. "Está bien. Están a salvo. Ahora vamos a sacarlas de nuestra mente por un minuto. Quiero hablar de ti".
Ahora Nassar negó con la cabeza. "Usted no tiene derecho a retenerme aquí. Quiero hablar con un abogado".
El policía sonrió. Estaba relajado. Luke reconoció a un tipo que oía esa demanda de abogado diariamente y luego encontraba una manera de evitarla.
"¿Por qué quieres hacer eso?", dijo el policía. "¿Tienes algo que ocultar? Ya habló con el agente del FBI en el coche".
"Me puso una pistola en la cabeza".
El policía se encogió de hombros. "Tal vez lo hizo, tal vez no lo hizo. Es la primera vez que oigo eso. Yo no estaba allí, así que ¿yo qué sé?".
"Es ilegal que usted me retenga aquí", dijo Nassar.
"Ali, deja que te diga algo. No estamos realmente reteniéndote aquí. Esa es la cosa. No estás bajo arresto. No podríamos arrestarte aunque quisiéramos y lo sabes. Te tenemos atado a esa pata de hierro por tu propia seguridad. Estos pasillos aquí están infestados de criminales violentos. A veces se escapan. Créeme, estás más seguro en esta habitación. Pero si te quieres ir, eres libre de irte en cualquier momento".
Nassar parecía a punto de hablar. Vaciló, tal vez esperando un truco.
El policía levantó una mano carnosa. "Ahora déjame decirte por qué irse es una mala idea", dijo. "Has estado involucrado en algo. Es algo malo. Tú sabes eso y yo sé eso así que no tiene sentido fingir. La gente me dice que volaste la Casa Blanca. No sé si creo eso".
"Yo no lo hice", dijo Nassar.
El policía le apuntó con el dedo. "Correcto. Eso es lo que creo. Creo que no lo hiciste. Pero parece que tal vez tú conoces a la gente que lo hizo. Y si yo fuera esa gente en este momento, ¿sabes lo que estaría buscando hacer? Limpiar cabos sueltos. Un tipo como tú se va por esa puerta, ¿cuánto tiempo realmente crees que vas a vivir? ¿Doce horas, si tienes suerte? Personalmente, dudo que vayas a sobrevivir tanto tiempo".
Nassar se quedó mirándolo.
"¿Tus amigos de la misión iraní?", dijo el policía. Sacudió la cabeza. "No creo que vayan a venir a por ti. Perdieron cuatro hombres hoy tratando de llevarte al aeropuerto. Eres una carga para ellos. Una vergüenza. Si regresan por ti, creo que será para poner una bala justo aquí".
El policía le dio unos golpecitos a la frente de Nassar.
Nassar negó con la cabeza. "Ellos no estuvieron involucrados. No tienen ninguna razón para matarme".
"Sí. Eso es lo que le dijiste al hombre del FBI". El policía leyó algunas notas en una libreta. "Le dijiste que estabas trabajando para una agencia del gobierno de EE.UU., algo que se llama Red Box. ¿No crees que el gobierno iraní te mataría si supiera que estabas trabajando para los americanos? Vamos, creo que eres un poco más inteligente que eso".
Los ojos de Nassar se abrieron brevemente.
El policía asintió. "Sí. Eres lo suficientemente inteligente. Lo ves. No te quedan demasiados amigos, Ali".
Luke pensó en ese momento en el coche. Los policías estaban a su alrededor. "Trabajo para ti", dijo Nassar. Entonces sí dijo Red Box. Luke apenas lo recordaba. Había saltado de un helicóptero. Había estrellado el coche. Había disparado a dos hombres en la cabeza hacía sólo unos segundos. Estaba tan conmocionado como cualquiera. En ese momento, casi no podía procesar lo que le estaba diciendo Nassar.
Ahora, mientras observaba, Nassar y el policía se miraron el uno al otro por un largo momento.
"Quiero compartir algo contigo", dijo el policía. "Sé exactamente lo que estás pasando. Tengo un hermano menor. Hace unos quince años, se involucra en algo, igual que tú. Fue un error, al igual que tú has cometido un error y la situación lo superó. Resultó que estaba contrabandeando armas al Ejército Republicano Irlandés desde un bar en el Bronx. Le digo Mikey, eres un estúpido. No eres irlandés. Eres americano. Pero para ese entonces, todo el mundo está sobre él. Es buscado por el gobierno estadounidense. Es buscado por el gobierno inglés. Y si sus amigos en el IRA lo encuentran, van a tirarlo al río. Tienen que hacerlo. ¿Qué más van a hacer?, ¿dejarlo hablar?".
Un par de policías en la sala de observación se rieron. Luke les echó un vistazo.
"Este tipo y sus hermanos menores", uno de los policías dijo. "Mi hermano el violador. Mi hermano el incendiario. Mi hermano el terrorista. ¿Quieres saber la verdad? Tiene tres hermanas y son todas mayores que él".
Dentro de la sala de interrogatorios, Ali Nassar dijo, "creo que estoy en una mala posición".
El policía asintió. "Yo diría que estás en una muy mala posición. Pero puedo ayudarte. Sólo tienes que decirme qué es lo que está pasando".
Nassar parecía haber tomado a una decisión. Sacudió la cabeza. "Red Box no es una agencia. Es un programa, una operación. Operación Red Box. No sabía para qué era. Yo sabía lo que querían que hiciera y eso fue todo. Ellos querían que comprara algunos drones de China. Ellos me dijeron que le pague a algunos yihadistas, hombres que querían suicidarse por Dios. Hice los pagos desde una cuenta en el extranjero que ellos mismos crearon para mí. No era mi cuenta. No contraté a estos hombres. Yo ni siquiera sabía lo qué iban a hacer hasta hace dos días".
"Sigues diciendo ellos, ellos, ellos", dijo el policía. "¿Podrías ser un poco más específico? ¿Quiénes son ellos?".
Ali Nassar suspiró. "La Agencia Central de Inteligencia. Esa agencia me contrató. Un hombre que conozco de tu CIA".
Un soplido casi silencioso pasó por la habitación y Luke sintió un fuerte impacto en el medio de su cuerpo. Se sentía como si su cuerpo estuviese atravesado por una espiga. Miró a su alrededor a los hombres en la habitación con él. Todos – policías, agentes de Seguridad – todos parecían perplejos. Hubo un murmullo por lo bajo de conversación silenciada. ¿La CIA contrató a Nassar para ayudar a atacar la Casa Blanca? ¿La CIA?
El mundo entero de Luke giraba debajo de él. Sentía que era verdad; Luke siempre sabía si alguien estaba mintiendo y Nassar no lo estaba haciendo. O bien la CIA lo contrató o él realmente creyó que lo había contratado. Luke, conmocionado, se preguntaba si podría ser verdad. Si era así, tendría que mirar a todos a su alrededor de forma diferente. ¿En quién podría confiar?
"Fue hace un año", dijo Nassar. "Me visitó en mi habitación de hotel en Londres. En un primer momento, lo llamó Operación Red Box. Luego, un mes más tarde vino y me dijo que cometió un error, que no era la Operación Red Box. Nunca debemos hablar de Operación Red Box de nuevo. Ni siquiera hay que decir las palabras. Pero yo las recordé. Estoy seguro de que ese es el nombre pero no sé lo que significa. Así que si quieres saber acerca de la Operación Red Box, no me preguntes nada. En su lugar, pregúntale a tu Director de la CIA".
"¿Quién tiene a este tipo?", dijo Luke. "¿Quién lo va a tomar en custodia?".
Uno de los hombres de Seguridad Nacional levantó la mano. "Cuando la policía de Nueva York termine, lo van a dejar con nosotros".
Luke asintió. "Bueno. Estén pendientes de él y no lo dejen ir".
Empezó a caminar hacia la puerta.
"¿A dónde vas?", uno de los hombres dijo.
Luke ni siquiera se dio la vuelta.
"Voy a regresar a Washington. Necesito hablar con alguien".