Kitabı oku: «Parroquia del Corral: Memoria documental»

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Parroquia de Corral

Memoria Documental

Jaime Reyes G.

Parroquia de Corral. Memoria documental. Jaime Reyes G.

ISBN edición digital: 978-956-8192-17-4

Registro nº 2020-A-9027

Mayo de 2021

Ediciones Universitarias de Valparaíso. EUV.

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

e[ad] Ediciones

Colección Archivo Histórico

Escuela de Arquitectura y Diseño

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Las imágenes de esta edición pertenecen a diversas colecciones del Archivo Histórico José Vial Armstrong y al autor.

Portada. Pila bautismal en la Parroquia en 1964.


Contenido

Agradecimientos

Prefacio

Para empezar

Prólogo

Memoria de una obra

Corral, patrimonio de la humanidad.

Reconstrucción y patrimonio

Las tres (cinco) Iglesias de Arauco.

Parroquia San José de Curanilahue

Parroquia San José de Arauco

Parroquia Nuestra Señora del Rosario, de Florida

Reconstrucción Parroquia de Corral

La forma arquitectónica

El obrar

La estructura

La nave

La liturgia

Concepción de presbiterio

El Altar

Luz de la oración

El volumen exterior

Fotografías de la publicación de 1982.

Borradores artículo revista CA

Borrador A. Borradores para artículo Revista CA nº 32, de 1982. Sobre la luz de la oración.

Borrador B. Borradores para artículo Revista CA nº 32, de 1982.

Programa de Fotos para artículo CA de 1982

Cartas de Corral

Carta de José Vial a Jorge Sánchez

Carta de Jorge Sánchez a José Vial.

Consultas Importantes

De los trabajos arquitectónicos

Carta de José Vial a Jorge Sánchez

Carta de José Vial a Francisco Méndez

Carta de José Vial a Francisco Méndez

Carta a Juan Purcell

Documentos

Sobre el acto de orar

Sobre la luz.

Sobre la luz de Corral

Luz de Corral. Conversación con Alberto.

Corral; luz de la ciudad

Pruebas de color

Planimetrías

Especificaciones técnicas

Álbum Fotográfico

Travesía de 2012

Plaza de la Parroquia. Obra de Travesía.

Restauración achurados Altar del Santísimo

Nuevos elementos de la entrada del templo.

Escultura Extensión Americana, de José Balcells.

Notas

Bibliografía

Archivo Histórico José Vial Armstrong

JAIME REYES G.

Agradecimientos

Este libro comenzó como una investigación impulsada por la Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y patrocinado por su Escuela de Arquitectura y Diseño. A las personas que, en estas instituciones, han confiado financiamiento, brindado decididos apoyos y alientos, corresponde primeramente agradecer por sostener y promover un estudio libre y abierto.

El equipo de trabajo para esta investigación estuvo compuesto por las alumnas de diseño gráfico Karen Carrera y Macarena Álamos, quienes con paciencia y dedicación digitalizaron, transcribieron y presentaron prácticamente todo este material. Como siempre, el Encargado Mayor del Archivo; Adolfo Espinoza ha sido esencial para poder publicar un estudio como este.

Mis agradecimientos a Juan Purcell, quien leyó cuidadosamente este libro, haciendo precisiones y aportando desde su memoria, que es la de quien participó directamente en la obra.

Finalmente debemos agradecer al arquitecto Patricio Morgado Uribe, quien en su tesis de grado de Magister, de 1994, “Reconstrucción de las Iglesias del Sur después del terremoto de 1960 por la Escuela de Arquitectura de la UCV. El caso de Nuestra Señora de La Candelaria”, desarrolla un estudio crítico completo y acabado de estas iglesias. De su estudio hemos obtenido no sólo valiosos detalles y referencias, sino admiración y curiosidad por estas obras.

Jaime Reyes G.

JAIME REYES G.

Prefacio

Como se menciona en los agradecimientos este libro es una obra del equipo del Archivo Histórico José Vial Armstrong. En este sentido, no es una revisión crítica de arquitectura. Tampoco es un estudio especializado en materias de patrimonio o de historia. De todas formas, el capítulo primero de este libro, que presenta el artículo “Reconstrucción de la Parroquia de Corral”, es la palabra directa de los arquitectos involucrados en las faenas y sí presenta profundamente los estudios y reflexiones respecto de la obra.

Este es un libro de archiveros que no tienen otra pretensión más que disponibilizar un material para que los oficios puedan estudiar y trabajar con estos contenidos en el desarrollo de sus íntimas cuestiones fundamentales. También quisiéramos que el libro permita observar y conocer, a las actuales generaciones, un modo de obrar fundado en la relación de la poesía con los oficios, y que puede desenvolverse no sólo en los ámbitos académicos, sino que puede construir materialmente el mundo.

El profesor José Vial Armstrong, uno de los autores principales de la reconstrucción de la Parroquia de Corral en 1960, guardó cuidadosamente la mayor parte de los archivos que componen este volumen. Ese cuidado se traspasó además a todo el material que esta Escuela produjo desde sus inicios y es por ello que el Archivo Histórico de esta Escuela lleva su nombre. De las iglesias del sur de Chile en las que estudiaron, trabajaron y hasta vivieron los profesores y alumnos de la Escuela, después del terremoto de Valdivia de 1960, la de Corral dispone de un abundante material de archivo.

El contenido de esta edición comenzó a ser recopilado y ordenado en 2012 como parte de una investigación que provocó, además, un viaje de Travesía del Taller de Diseño de primer año de la Escuela que realizó, ese mismo año, la obra “Plaza del Archipiélago” y la escultura “Extensión Americana”. Estuvo a cargo de los profesores José Balcells, Jaime Reyes, Michèle Wilkomirsky, Vanessa Siviero y Alfred Thiers.

En 1995 los talleres de 4º año y pre titulación, a cargo del profesor Alejandro Garretón, realizaron también una Travesía a Corral, con un estudio gráfico a propósito de la secuencia del Vía Crucis. Consistió en un recorrido por 14 estaciones que abordan cada momento de la pasión de Cristo desde la lectura de una virtud de Jesús. Se basó el trabajo en el nuevo Vía Crucis propuesto por el papa Juan Pablo II, que añade una última estación de la resurrección, marcando un sentido de esperanza.

Ya en 2013, el material recopilado por esta investigación estaba disponible en internet a través de distintas plataformas y soportes, pero –precisamente– sólo habíamos podido reunirlo a través de enlaces, navegaciones y derroteros en la web. Es decir, estaba repartido y acaso disperso. Este libro es la oportunidad de reunir todo en único volumen, con la posibilidad de mostrar incluso originales, como manuscritos y correspondencia de los involucrados en la reconstrucción o las planimetrías de grandes formatos. Aquí además se exponen una buena cantidad de fotografías de diversos momentos de la reconstrucción.

La investigación en el Archivo Histórico José Vial Armstrong, consistió en recopilar, digitalizar y disponibilizar el material referente a la reconstrucción de la Parroquia desde sus inicios después del terremoto de Valdivia de 1960, hasta la publicación de esta reconstrucción en la revista CA en 1982. La digitalización de imágenes se realizó cumpliendo estándares en cuanto a calidad, resolución, tamaño, etc., y se siguieron los protocolos del Archivo Histórico JVA. En esta edición las imágenes fueron adecuadas al soporte. Se crearon además objetos semánticos en la Wiki Casiopea, con metadatos y codificados de acuerdo con el código de este Archivo Histórico; se transcribieron cientos de páginas de cartas y documentos, manuscritos y mecanografiados, que se editaron en documentos PDF y html. Todo se presenta ahora en esta edición, reformateado y adecuado a este soporte.

Por otra parte, en 2012 realicé visitas periódicas a la Parroquia en Corral para constatar la situación de la obra. Hubo reuniones con los agentes parroquiales, a cargo de dos hermanas monjas, el encargado parroquial, incluso con el obispo de Valdivia. En agosto de 2012 llevamos una exposición de cincuenta fotografías que montamos en la Parroquia el día de su más importante fiesta, que cada año celebra a Nuestra Señora del Tránsito.

Jaime Reyes G.

JUAN PURCELL F.

Para empezar

La invitación de Jaime Reyes a colaborar en su libro “Parroquia de Corral. Memoria Documental”, dio lugar a recordar desde mi memoria y junto a otras memorias seleccionadas del archivo José Vial Armstrong para este libro, lo que fue la acción emprendida por la totalidad de la Escuela con ocasión del terremoto y destrucción de las iglesias del sur, en 1960, hace sesenta años.

La forma que esta acción adquirió fue la de una interrupción en el Plan de estudios de la Escuela, para asumir el encargo de las iglesias que nadie pudo hacerse cargo.

Estos dos hechos, por sus características épicas el primero y por el espíritu con el que se asumió el segundo, me recordaron Las Cruzadas y la parábola del Buen Samaritano, que dicen del verdadero nombre de esta acción y que fue confirmado por el temple y devoción que mostraron todos los que participaron.

La Iglesia de Corral fue una de las dos iglesias rescatadas de su destrucción por el terremoto.

La reconstrucción se hizo incorporando la nueva liturgia aprobada en el Concilio Vaticano II, que introducía cambios importantes en la celebración de los ritos y de su significación.

Tal vez el más importante fue el protagonismo del Dios hijo con relación a Dios padre en el rito de la misa, porque cambió el sentido del altar, el centro de la liturgia.

El altar del sacrificio, de Abraham, se cambió por la mesa de la cena, de Jesús con sus apóstoles.

Corral era una iglesia tradicional, de bóveda central, de cañón corrido y naves laterales, con altar al fondo, donde el sacerdote celebraba la misa mirando el sagrario y el retablo.

Los fieles estaban detrás, en la nave.

Se privilegiaba el largo sobre el ancho.

En el nuevo rito, el sacerdote está en la mesa rodeado de fieles mirando la asamblea.

Esta nueva figura requiere de un nuevo espacio, no sólo de un largo, si no también de un ancho.

Eso es lo que se hizo en Corral, a una iglesia larga, se le creó el ancho, un nuevo interior.

Para eso se construyeron las grandes vigas que eliminaban los pilares que soportaban la bóveda, y se cuidó la luz, tanto la que entraba por las ventanas, con las celosías, como la que reflejaba el interior, con la pintura.

Queríamos un espacio de oración en torno a la mesa en la que el sacerdote rodeado de fieles, celebra la misa mirando ahora la ekklesia.

Para terminar.

Agradezco a Jaime que me abrió la oportunidad de recordar y escribir sobre una de las aristas de esta Cruzada del Samaritano a las iglesias del sur.

Juan Purcell F.


Pruebas de difusiones en la casa de la Escuela en Valparaíso.


Pruebas de difusiones en la casa de la Escuela en Valparaíso.


Construcción de las vigas principales. Corral.


Construcción de las vigas principales. Corral.


Juan Purcell frente a los difusores de luz en Corral, durante la visita conmemorativa por la muerte de José Vial A. en 1983.

PATRICIO MORGADO

Prólogo

Si bien todas las iglesias reconstruidas en el sur de Chile después del terremoto de 1960 formaban parte de un mismo propósito y de una acción creativa que se asumía desde un fundamento común, en cada una de ellas se siguió un camino distinto. En el caso de la Parroquia de Corral había una carga significativa importante ya que, por un lado, el sitio era portador de una historia que se remonta al siglo XVII como lugar de defensa en el ingreso marítimo a la ciudad de Valdivia y, por otro, estaba localizada en el epicentro del terremoto y fue impactada a la vez por el tsunami que arrasó las costas del sur del país.

Para referirse a la reconstrucción que hace la Escuela de Arquitectura de la PUCV en Corral, es imprescindible aludir a quienes emprendieron esa magnífica y ejemplar tarea, puesto que llevar adelante una obra de reconstrucción en las circunstancias que se hizo, con implicancias sociales, culturales, económicas y eminentemente creativas, sólo pudo ser administrada gracias a un pensamiento ordenado, conducido e iluminado por la “indicación poética” que le dio origen y que los llevó a “ponerse manos a la obra” y comenzar esta verdadera cruzada. Como se puede comprender en los pasajes de este libro, el enorme trabajo que implicaba desplazarse a distintos lugares del sur de Chile, hizo que el equipo de profesores tuviera que distribuirse y alternarse ocasionalmente la responsabilidad de los proyectos y su construcción.

Las múltiples gestiones que hubo que realizar para cada uno de los casos, los cuales –por convicción y postura frente al oficio– fueron enfrentados sin excepción como “casos únicos”, como un desafío plenamente arquitectónico y a la vez pedagógico, dan cuenta de una acción comprometida en un amplio territorio, que abarcó desde Concepción hasta Puerto Montt. Es fácil entender que cada lugar presentaba condiciones propias y dificultades que hubo que ir superando en la propia marcha de las obras. Los equipos fueron integrados por arquitectos, ingenieros y estudiantes. Para éstos últimos, muy probablemente constituyó una marca a fuego en su formación como arquitectos y su posterior desempeño.

Teniendo como principales referencias y fundamentación arquitectónica el Estudio de Pajaritos de 1952 y los “Estudios Litúrgicos” que la Escuela venía largamente desarrollando, el conjunto de obras tan disímiles entre sí guarda por eso un mismo secreto, un mismo trasfondo. Este origen impregnó el espíritu de la empresa, sumado a la convicción y vehemencia que caracterizó la construcción y el diseño de todas las iglesias. De algún modo, anunció la trayectoria futura la Escuela de la PUCV.

Es muy difícil ser del todo objetivo e imparcial al escribir estas líneas, pues mantengo una relación afectiva importante con estas iglesias. El hecho de haber estudiado en esa Escuela, aunque más de una década después de la reconstrucción, dejó viva en mi la inquietud por saber más de lo que frecuentemente mencionaban los profesores sobre su propia historia, en lo cotidiano de su enseñanza. Por fortuna, casi 20 años después tuve oportunidad de estudiar estas obras, pero con especial interés en las circunstancias que las rodearon. No era sencillo comprender lo que todo eso había sido y cómo había logrado formar parte de un discurso continuo y coherente con todo lo que se hacía en la Escuela, muy probablemente, sentando los principios de lo que fueron después los talleres de obra de la Ciudad Abierta. Ahí caí en la cuenta de que estos hechos marcaron el camino que seguirían en adelante los profesores y que fue determinante en el desarrollo de la Escuela y en la formación de las siguientes generaciones de arquitectos y diseñadores.

José Vial es alguien a quien he tenido presente de manera muy particular toda mi vida y ha marcado todo mi quehacer. Fue él quien me hizo ver que cada cual podía y debía tener una teoría personal sobre las cosas de la arquitectura, una “teoría del espacio” un punto de vista ordenador e integrado. Que cada uno de nosotros debía lograrlo desde la observación y la experiencia. Que estaba en nosotros la posibilidad de convertir aquello en obra. Sus palabras eran siempre muy rigurosas, elegidas, justas. La palabra, el nombre, como sustancia del pensamiento y origen de las propuestas. Ellas encerraban la posibilidad creativa de la arquitectura y por ello la disciplina de escribirlas y decirlas eran un ejercicio fundamental.

Por eso ahora, al leer esta invaluable recopilación de los escritos de José Vial, cómo compartía con sus pares las dudas y decisiones que iban construyendo la obra, no es otra cosa que la evidencia de un modo de pensar y vivir, modo que transmitió a través de su enseñanza en total consecuencia. En los textos vuelve a comparecer ese modo, esta vez en su propio hacer. Los textos nos revelan la profunda reflexión y rigor de lo proyectado, el detalle voluntarioso del espacio, de la luz, del paisaje y la consideración por la cultura y oficios del lugar, la vocación formadora, la capacidad de legar. No deja de ser admirable el deseo por comunicar y debatir con sus pares (amigos y colegas) las reflexiones de una manera franca y sencilla, de vivir una armonía de voluntades, de una obra hecha entre varios, de poner en acción una filosofía compartida y dejarla plasmada en la obra de arquitectura.

Debo contar –me excuso por esto–, que me tocó ser uno de los ayudantes de José Vial en la asignatura de Presentación de la Arquitectura de primer año. El nos esperaba el sábado en la mañana en su casa para preparar los dibujos que luego presentaríamos al curso. Su trato llano y acogedor hacía de esas reuniones momentos de gran aprendizaje, donde él ponía un tono de perfección insoslayable en cada trazo, en cada palabra. Este libro nos regala esa dimensión del maestro a través de sus dibujos y manuscritos, simples, sin ostentación pero precisos y coherentes.

Las cartas y los dibujos presentados en esta obra dan cuenta de la intensidad creativa que se vivía en esos momentos, mediada por las dificultades de mantener una correspondencia ágil. El telegrama era lo más rápido, pero la carta era imprescindible y viajar era forzoso. Había que hacer gestiones con los arzobispados, administrar recursos, encontrar proveedores y además dirigir la obra sin un protocolo de proyecto, al modo tradicional.

Con todo eso y por sobre eso, prevalecía la voluntad de hacer arquitectura en cualquier lugar y con cualquier material. Alberto Cruz nos dijo una vez: “Hay que echar mano de lo que entre manos se tiene”.

En el libro se lee la siguiente cita de Jorge Sánchez (Pino) y José Vial (Pepe):

“los únicos brazos disponibles en Corral eran los pescadores, que habían quedado cesantes a raíz del maremoto. Con ellos se ejecutó la totalidad de la iglesia, y llegaron finalmente a tal grado de preparación y precisión, que muchos de ellos fueron contratados más tarde, en Valdivia, como carpinteros de primera”.

Corral como obra es quizás la mejor expresión de aquello, y estos textos son un fiel testimonio.

Agradezco sinceramente a Jaime Reyes Gil, autor del libro, por concederme la oportunidad y el honor de prologarlo y contribuir así a transferir una heredad que pervive por varias generaciones de arquitectos, diseñadores y tantos otros. Poner en las manos de otros las reflexiones y circunstancias que sostuvieron esta épica empresa, es una tarea que al igual que la Parroquia de Corral, sólo puede ser obra de varios.

Patricio Morgado Uribe

Concepción, agosto de 2020.

CAPÍTULO 1

Memoria de una obra

Jaime Reyes G.

La Parroquia de Corral (1) tal y como fue reconstruida por arquitectos y profesores de nuestra universidad hace más de sesenta años, se encuentra en un buen estado de conservación, especialmente en su interior. Conserva la mayoría de los elementos que la constituyen como una de las obras importantes de arquitectura moderna religiosa que hay en Chile. Sin embargo, esta obra no está en la cuenta de la historia arquitectónica del país.

Este libro quiere recuperar la plenitud de la Parroquia de Corral; considerando esa plenitud tanto en las actividades religiosas, culturales y comunitarias; en la conservación de la modernidad artística (en el diseño, la arquitectura, etc.) de su edificio; en la recuperación de su historia para la comuna de Corral y para la historia de Chile. Pero quiere algo más: construir memoria.

En primer lugar, este libro pretende hacer una memoria de la reconstrucción de la Parroquia para presentársela a la propia comunidad de Corral, para que conozca detalles de como fue realizada y por quiénes; que si bien fue concebida por arquitectos como Jorge Sánchez Reyes, José Vial Armstrong, Alberto Cruz C., Fabio Cruz P. y otros (2), de hecho fue ejecutada materialmente por esa propia comunidad, especialmente los pescadores de Corral.

Esta es una memoria basada, principalmente en un muy diverso material conservado en el Archivo Histórico José Vial Armstrong de la e[ad]. Este material incluye las planimetrías originales, los bosquejos, los datos técnicos, fotografías de la época, cartas y documentos. Creemos que este material es de interés para arquitectos, investigadores, artistas, historiadores y académicos que estudien estos ámbitos y, como ya dijimos, muy especialmente para la comunidad de Corral.

Un segundo paso, más allá de los alcances y posibilidades de esta publicación, podría ser reconstruir materialmente los elementos que se construyeron entre 1960 y 1964, y que con el paso de las décadas han ido desapareciendo, siempre y cuando en este proceso se siga y persiga el mismo partido que se tomó entonces. Este partido está detalladamente explicado en los capítulos que siguen.

Este libro es para la realización de los aspectos considerados en el primer paso y podría ser preparatorio para acometer, en una nueva fase, los aspectos del paso segundo.

Esta publicación pretende adentrarse en la memoria de la reconstrucción de la Parroquia recogiendo antecedentes en diversos formatos disponibles: fotografías y planimetrías originales, especialmente las realizadas durante la reconstrucción de la Parroquia. Se trata también de una “memoria poética”, precisamente aquella que desde un fundamento artístico abre la posibilidad de que exista la historia como tal. Esta historia considera los factores que los reconstructores utilizaron hace sesenta años. Esos factores o fundamentos, por ser más amplios y profundos que las especificaciones técnicas actuales, incluyen y son la esencia de conceptos como patrimonio, conservación o restauración.

Esta memoria podría bien exponerse a la comunidad de Corral y a los visitantes de todo el mundo que recalan en este puerto.

Corral, patrimonio de la humanidad.

Desde nuestro punto de vista, la Parroquia de Corral cumple con los criterios de la UNESCO para ser considerada una importante obra arquitectónica y artística:

“testimonia un intercambio de influencias considerable… en un área cultural del mundo determinada, en los ámbitos de la arquitectura o la tecnología, las artes monumentales, la planificación urbana o la creación de paisajes…”

“es un testimonio único, o por lo menos excepcional, de una tradición cultural…”

“es un excepcional ejemplo de un tipo de construcción o conjunto arquitectónico o tecnológico, o de paisaje, que ilustra uno o varios períodos significativos de la historia humana…”

La arquitectura moderna religiosa, en Chile, no cuenta con muchas obras, ya sea que se encuentren o no actualmente erigidas. La más famosa, con justicia, tal vez sea el Convento de los Benedictinos de Santiago.

Algunos arquitectos e investigadores apoyan esta constatación (Moreno, 2000):

Se analizaron grupos de obras, organizados de acuerdo a los usos de las mismas (arquitectura institucional, industrial, pública, religiosa, educacional, de infraestructura, etc.) y se realizó un catastro y relevamiento de la información existente. Uno de los hechos constatados en la investigación es que del grupo de obras seleccionadas, tan sólo una, la iglesia y monasterio de los Benedictinos (en Las Condes, Santiago) es monumento nacional, o sea, digna de ser preservada. Del resto de las obras no existe ni siquiera un registro claro de sus planos originales y de las transformaciones que han sufrido.

En este momento cabe mencionar el caso de las iglesias de Chiloé, que se encuentran ampliamente estudiadas, documentadas y que muchas de ellas están incluso restauradas. Una de las características que hace a estas iglesias dignas de pertenecer al “Patrimonio Mundial en Chile”, es, según el Consejo de Monumentos Nacionales, que

Tienen la peculiaridad de haber sido construidas por la comunidad de fieles. Los lugareños aportaban su trabajo o bien materiales de construcción, y procedían a edificar las capillas en conjunto con los misioneros. Es así como las Iglesias chilotas, así como la cultura del archipiélago, son resultado de un rico diálogo intercultural, y de un profundo mestizaje.

Se cree comúnmente que es la arquitectura de las iglesias chilotas el bien cultural que se convierte en patrimonio, pero el CNMN las destaca porque “se caracterizan por su óptimo aprovechamiento de los recursos del medio ambiente –en particular, de la madera–, por su diálogo e interrelación con el paisaje”. En este sentido dicen los arquitectos que trabajaron en Corral (Jorge Sánchez Reyes, José Vial Armstrong et al. 1982):

los únicos brazos disponibles en Corral eran los pescadores, que habían quedado cesantes a raíz del maremoto. Con ellos se ejecutó la totalidad de la iglesia, y llegaron finalmente a tal grado de preparación y precisión, que muchos de ellos fueron contratados más tarde, en Valdivia como carpinteros de primera.

Se han mencionado las iglesias de Chiloé porque el caso de la reconstrucción de la Parroquia de Corral, en estos aspectos, es muy similar a ellas.

Reconstrucción y patrimonio

Esta obra tiene una historia particular, pues no fue erigida desde cero, sino que se trata de una reconstrucción (Mihalache, 2006):

En 1960, después de uno de los más devastadores terremotos que tuvo lugar en Chile, la Escuela de Valparaíso estableció un acuerdo con las autoridades eclesiásticas para reconstruir algunas iglesias dañadas a causa del desastre. El problema se abordó de tres maneras: intervenciones integralmente nuevas, ampliación de algunos edificios deteriorados o integración de rastros antiguos en nuevas propuestas. El momento de esta intervención es relevante al menos por dos razones: por una parte, marca los cambios litúrgicos preconizados todavía al inicio del s. XX y legitimados luego por el Concilio Vaticano II; por otra parte, ofrece la oportunidad de la puesta en práctica de los estudios sobre arquitectura religiosa y parroquial.

El hecho de que se trate de una reconstrucción y no de una obra nueva implica que en su concepción, se adelantaron las definiciones de conceptos que en la actualidad son esenciales, especialmente porque en Chile siguen y seguirán sucediendo grandes y destructivos terremotos, a la hora de abordar trabajos y estudios de reconstrucción y patrimonio. Es probable que los arquitectos de la Parroquia, al momento de acometer la reconstrucción, en 1960, no estuviesen preocupados por términos como patrimonio, restauración, o conservación. Pero la proposición que hacen, a través de la palabra reconstrucción, implica, recoge y profundiza los anteriores. El patrimonio proviene de la paternidad; es una propiedad heredada de un ancestro. La restauración es un proceso; es la acción de renovar o reparar algo para devolverle su condición original; también es la restitución de un derecho (como el de una corona sobre la cabeza de un monarca) o el de una costumbre antigua. La conservación es un cuerpo comprometido con la preservación de la naturaleza o de los recursos naturales; se refiere a la vida salvaje y al medio ambiente; la protección de los ecosistemas. Se trata además de la reparación y prevención de los deterioros de los sitios y artefactos arqueológicos, históricos y culturales.

Todas estas definiciones ciertamente ayudan a comprender los fenómenos sociales, políticos y culturales que le conciernen a la civilización occidental cuando con sus propios productos; a su producción de todo orden. Sin embargo, la reconstrucción de la Parroquia de Corral no está basada en estas definiciones, sino está fundada en el acto de orar. Este acto, ¿cómo se lo hereda, se renueva o repara? ¿cómo se lo devuelve a sus orígenes, a su condición original?, ¿cómo se lo restituye o se lo conserva o se lo preserva?, ¿se lo puede reparar y prevenir su deterioro? Este acto es el que funda, el que abre, el que inaugura otorgando nacimiento. Este acto, que sucede y acontece siempre por primera vez, permite la existencia del Templo. Es la misma pregunta que se hiciera Alberto Cruz hace casi sesenta años, y que desencadenaría una de las formas más originales de la arquitectura y el arte de Chile (Cruz, 1954): “¿Cómo debe ser la forma dentro de la cual se ora?” Esta pregunta sería la misma que se intentaría responder en la reconstrucción de esta parroquia (Jorge Sánchez Reyes, José Vial Armstrong et al. 1982): “La forma arquitectónica se funda en el acto de orar, el retiro de la presencia de la forma y a la luz de oración”.

La Parroquia de Corral es una de las obras más significativas de la arquitectura moderna religiosa de Chile (Mihalache, 2006):

Los juegos de luz, sabiamente incorporados a lo nuevo y a lo viejo, son obtenidos considerando que la nueva estructura de madera está pensada de tal modo que no se necesita personal especializado para los trabajos de obra”.

“Las intervenciones siguieron las líneas directrices de la Escuela: cuidado por la materia, trabajo en comunidad, colaboración con las huellas del lugar.

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