Kitabı oku: «Hechizo tártaro», sayfa 2

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(1) Sterlitamak es la segunda ciudad más grande de la República de Bashkortostán con una población de más de 260 000 personas. Está ubicada en las orillas del río Belaya. Es un importante centro de producción petroquímica y de extracción de petróleo. Se rumoreaba que había sido una ciudad prohibida por ubicarse en sus inmediaciones silos subterráneos de lanzamiento de misiles nucleares.

(2) KAUSTIC es el complejo petroquímico más importante de Sterlitamak. Y después de fusionarse con su homóloga JCSC el complejo se convirtió en uno de los mayores complejos petroquímicos de Rusia. Los orígenes de Kaustic se inician en 1941 cuando ante el avance de las tropas nazis las autoridades rusas decidieron desmantelar las fábricas más expuestas a su conquista por las tropas invasoras e instalarlas en las remotas regiones del este de Rusia, los Urales y Siberia. El actual complejo JSC KAUSTIC consta de las siguientes líneas de producción: Sosa Cáustica, Cloro, Diclorometano, Cloruro de Hidrógeno, Ácido clorhídrico, así como instalaciones de Hidrógeno, Oxígeno, Enfriamiento de Amonio, Laboratorio, planta de tratamiento biológico y talleres mecánicos y de reparaciones.

CAPÍTULO III

Después de su partida de Rusia y lo que, imaginaba, supondría la pérdida de un romance no esperado, pero tan alentador, Eloy entró en una depresión tremenda, no había nada que despertase su interés. La vida familiar le resultaba agobiante, así que cuando se enteró que su empresa había firmado un contrato de asesoramiento con una empresa pakistaní que iba a construir una planta de cemento, no se lo pensó dos veces y se ofreció voluntario. Sus jefes vieron como maná caído del cielo este ofrecimiento. Los españolitos eran muy reacios a dejar sus poltronas para salir al extranjero y mucho menos a un país como Pakistán. Pero allí estaba él, cual moderno kamikaze.

El viaje se le hizo interminable Madrid-Frankfurt-Karachi, con una escala intermedia en Dubái. El equipo de asesores estaba compuesto por dos ingenieros de obra civil, que se quedarían en Karachi, un ingeniero mecánico que estaría destacado en Taxila y un jefe de obra que junto con Eloy se desplazarían a Jauharabad en el Punyab.

Llegaron a Karachi a las cuatro de la madrugada y cuando se registraron en el hotel eran las seis y tenían una reunión con el cliente a las ocho de la mañana. Es decir, dos horas de sueño.

La oficina estaba situada en un edificio y su estado era lamentable, sucio, descuidado, con ascensores abarrotados y poca limpieza. Y el cliente, con tanto dinero, solo ocupaba la mitad de una planta.

Como parecía ser el signo de su vida, aunque le habían vendido en su empresa que todo sería facilísimo, que el cliente estaba podrido de dinero y que no sabía dónde gastarlo aquello tenía toda la pinta de ser un «marrón». Argot popular para definir que te han metido en un gran problema.

Se presentaron a la secretaría del director general que amablemente los condujo a una sala de espera. Estrecha, calurosa y con una ventana que estaba casi pegada al edificio colindante, más bien parecía una celda.

Al cabo de una hora de espera, el director general los recibió. Este era de tez muy morena, con cabellos negros como el azabache y unos ojos grandes y saltones, la mirada era viva, despierta, denotaba que era un conseguidor y conductor de hombres. Un «encantador de serpientes». Sus modales eran parsimoniosos, delicados, sus manos se movían como los de una bailarina. Su tacto para dirigirse a ellos era exquisito. Eloy enseguida le apodó, en su fuero interno como el «Elegante».

Después de una interminable charla interesándose por el viaje, la familia, y demás amabilidades, sin perder su amable sonrisa, soltó la bomba:

«La verdad no sé para que habéis venido».

Un misil dirigido directamente a «la línea de flotación».

El estupor de Eloy y sus compañeros no se podía describir, se quedaron sin respuesta y después de algunos minutos para digerir la andanada y pensar la respuesta, Eloy reaccionó y trató de explicarle cuál sería su cometido en el proyecto.

Se acordó que al día siguiente viajarían en compañía del Elegante hasta el lugar donde se construiría la fábrica, previa escala en Islamabad.

De vuelta al hotel, Eloy contactó telefónicamente con el responsable del contrato, en la oficina central de Madrid. Aquello fue como un diálogo de besugos o de sordos.

Eloy: «Pepe, que el cliente nos acaba de decir que no sabe para qué hemos venido».

Pepe: «Ah, ahí cada uno tiene que ganarse su puesto».

Eloy: «Pero ¿haciendo qué?».

Pepe: «Cada uno se tiene que buscar sus tareas».

Eloy: «O sea, que hay que hacer una especie de milagro».

Pepe: «Efectivamente».

Con esta negra perspectiva se enfrentaron a su primera noche en Pakistán.

A la mañana siguiente, no muy temprano, porque al Elegante no le gustaba demasiado madrugar, les recogió un chofer de la empresa para conducirlos al aeropuerto de Karachi. Allí se reunieron todos y emprendieron el vuelo. El vuelo Karachi-Islamabad es operado por la PIA, Pakistán International Airlines, con un Boing 747-300 y cubre los 1124 km de recorrido en aproximadamente 2 horas. Islamabad, que significa Ciudad del Islam, es una ciudad relativamente nueva, fue construida en la década de los 60 y está situada en la meseta del Potwar en el norte del país. Muy alejada de la frontera con India y fuera del alcance de los misiles y aviones indios. Es la capital de Pakistán.

Se hospedaron en el Hotel Marriott, el más lujoso e importante de la ciudad.

En la noche del 20 de septiembre de 2008 un atentado terrorista hizo explotar un camión bomba en el exterior del hotel causando 54 muertes y 266 heridos. La explosión del camión bomba produjo un socavón de 20 metros de diámetro y 6 metros de profundidad. Como consecuencia de la rotura de las conducciones de gas, el hotel se incendió quedando arrasadas las cinco plantas del edificio y sus 258 habitaciones.

Después de un pequeño descanso se reunieron para una de las larguísimas sesiones de trabajo con el Elegante. Este era muy hablador y le gustaba sentirse el centro del universo, pero era muy ameno, salpicaba las reuniones con chismes y comentarios, así que las reuniones, aunque extensas eran amenas, y las tertulias, ya más informales, que seguían a las reuniones eran muy extensas e interesantes.

Después de cenar se dirigieron a sus habitaciones. Eloy estaba cansado y un poco frustrado. Una ligera depresión empezaba a apoderarse de él. Pensaba en Aliyá y en que posiblemente había perdido su segunda oportunidad en la vida de encontrar algo de paz y felicidad.

Llevado de un impulso irracional descolgó el auricular y solicitó al telefonista una conexión al teléfono de su amada, sin esperanza alguna de conseguir comunicarse con ella.

Las comunicaciones entre Rusia y Pakistán eran prácticamente inexistentes desde que la noche del 27 de septiembre de 1979 cuando el ejército soviético, siguiendo las órdenes del presidente de la URSS Leónidas Brezhnev invadió Afganistán.

Esta guerra que duró hasta abril de 1992, aunque la URSS se retiró en 1988, causó una pérdida de población afgana de 1,8 millones entre muertos y refugiados, solo entre 1979 y 1988. La gran mayoría de los refugiados buscaron cobijo en Pakistán. El mundo islámico se movilizó y miles de ciudadanos de los países árabes se ofrecieron voluntarios para ir a luchar contra el invasor infiel. Una gran cantidad de estos voluntarios eran pakistaníes.

Para su sorpresa, Eloy recibió la llamada del telefonista informándole que tenía la conexión solicitada, reaccionó inmediatamente y dijo: «¡Hola!».

La voz siempre tranquila y sosegada de Aliyá le respondió:

Aliyá: «¿Cómo estás?».

Eloy: «Bien y ¿tú? Cariño, te echo mucho de menos».

Aliyá: «Qué sorpresa más agradable al escuchar tu voz, no esperaba tener noticias tuyas».

Eloy: «No esperaba poder contactar contigo, ahora trataré de llamarte regularmente. A propósito, dentro de tres meses tendré quince días de vacaciones. ¿Te gustaría que fuera a UFÁ a verte?».

Aliyá: «Sí, por supuesto, me hará mucha ilusión».

Eloy: «Te mantendré informada. No puedo olvidar los días tan maravillosos que hemos pasado juntos, eso me mantiene vivo».

Aliyá: «Yo también los recuerdo y me duermo pensando en ti».

Así hubiesen continuado si la voz del telefonista no les hubiese interrumpido para decirles que el tiempo se acababa. Había una limitación de tiempo para las llamadas internacionales.

Vigorizado por esta comunicación se disipó su depresión y se dispuso a lanzarse de lleno a su nueva misión.

Dos días después iniciaron el viaje hasta Jauharabad.

Los 255 km de la carretera Islamabad -Jauharabad transcurren, en su mayor parte, por zonas montañosas y desérticas, la carretera es estrecha y plagada de curvas peligrosas, subidas y bajadas escalofriantes y en la mayor parte de su recorrido se desliza a lo largo de unos precipicios horribles. Los descensos son sumamente peligrosos por las curvas y el estrechamiento de la vía. La mayor parte del recorrido está sin asfaltar. Las 3 horas y 22 minutos que duró el recorrido se les hicieron interminables y la zozobra que les produjo el recorrido tan hostil y peligroso, unido a la temeridad de los conductores pakistaníes estuvo muy cerca de provocarles un ataque cardíaco.

Y al llegar al lugar asignado como residencia esta angustia que sintieron en el pecho durante el trayecto se incrementó exponencialmente al visitar lo que sería su hogar durante mucho tiempo.

La casa era de planta baja, oscura, sucia y desvencijada, las habitaciones eran pequeñas, con dos camas como todo mobiliario y un cubículo donde se instalaba la ducha. El aire acondicionado no funcionaba porque la potencia eléctrica era tan baja que no les hacía encender. El suministro eléctrico funcionaba alternativamente una hora y se desconectaba otra hora. En la parte posterior del edificio había un pequeño terreno, descuidado y lleno de malas hierbas y matorrales. Allí se ubicaba el aljibe que suministraba de agua potable a la casa. Como el agua no estaba tratada, los ingenieros del cliente que allí habitaban tenían frecuentes problemas de disentería y diarreas.

Los días trascurrían monótonos, pero, aunque con dificultades, trataban de cumplir con su cometido. Con la ayuda inestimable del jefe de obra, su compañero JJ. Bilbao, llamado cariñosamente el Bilbi desarrollaron un plan de trabajo, usando un ordenador que había conseguido que le facilitaran. Desarrollaron una planificación detallada y un sistema de control de progreso. Cada mes elaboraba un informe mensual de progreso y previsiones.

El Elegante comenzaba, a pesar de las reticencias de sus ingenieros, a apreciar el trabajo y a confiar más en ellos. Una especie de relación de amistad empezó a establecerse entre el Elegante y Eloy. Bien es verdad que gracias a la influencia y posición de intermediación que, Richard Campbell, el canadiense representante del Banco Asiático de Desarrollo, ejercía sobre el Elegante. Y también porque Eloy siempre tenía reservadas dos botellas de Chivas de 18 años para cuando el Elegante visitaba la obra. Lo que el Elegante apreciaba sobremanera.

Y así transcurrió el primer trimestre y le llegó el turno vacacional de quince días que se estipulaba en su contrato. No lo pensó dos veces, por mediación de un subcontratista que tenía oficina en Islamabad consiguió un visado para visitar Rusia.

El vuelo Lahore-Moscú recorre los 3900 km que separa ambas ciudades en 10h 50m con escala en Dubái lo que da lugar a intercambiar impresiones con otros pasajeros. Eso hizo Eloy, su compañera de asiento era una señora rusa que le ilustró sobre la evolución del país tras la dimisión de Gorbachov y el posterior desmembramiento de la URSS y la llegada del borrachín Yeltsin al poder. Cuando él le explicó que en Moscú se tenía que desplazar hasta Domodedovo para viajar a Ufá, Tatiana, que así se llamaba la señora, le advirtió que tuviera mucho cuidado, porque con el caos que reinaba en el país, había algunos taxistas piratas que aprovechaban el discurrir de la carretera por zonas despobladas para robar a los pasajeros y dejarlos abandonados y desnudos. Eloy sintió escalofríos y un sudor helado le recorrió todo el cuerpo, por un momento se imaginó desnudo, en medio de la nada y en las primeras horas de la madrugada. a varios grados bajo cero.

A su llegada a Sherémetevo se dispuso a contratar a un taxista, escudriñó las caras de los potenciales transportistas tratando de identificar a alguno que le ofreciera más confianza. Seleccionó al que le pareció más fiable, no obstante, se le ocurrió ir acompañado del taxista hasta donde estaba un guardia de seguridad para solicitar la identificación del taxista. La situación, si no hubiese sido seria, parecería grotesca. Un individuo, a las tres de la madrugada, hablando por señas con un somnoliento guardia de seguridad que le miraba con cara de decir «¿este tío está chalado o borracho o qué?».

Al final decidió arriesgarse, no podía perder más tiempo, su vuelo a Ufá partía temprano y el viaje desde Sheremetevo a Demodedovo duraba más de dos horas.

Aunque estaba agotado por el viaje luchó denodadamente durante todo el trayecto para no dormirse. Cuando ya se divisaba la terminal de Demodedovo el taxista se acercó al arcén y paró el taxi. Eloy se estremeció y un pensamiento lúgubre vino a su mente, «ya está, se dijo, este cabrón va a atracarme», pero se consoló, pensando «bueno por lo menos estoy cerca de la terminal». Para su tranquilidad el taxista pedía que le pagara porque no quería ser visto cobrando en dólares. Pero el susto no se lo quitaría nadie del cuerpo.

Afortunadamente todo fue bien y el vuelo de 2h 5m lo paso dormitando.

La ansiedad y el nerviosismo se apoderaron de él al bajar del avión y dirigirse a la terminal. No sabía cómo, después de tanto tiempo sin verse, reaccionarían ambos. Al salir a la terminal la vio inmediatamente, estaba esplendorosa, con una amplia y calurosa sonrisa, aunque algo retraída, distante, más bien expectante. Se acercaron lentamente, como estudiando cada uno la reacción del otro, pero cuando casi se tocaban el frío desapareció e irrumpió el volcán que ambos llevaban dentro, se abrazaron efusivamente, se besaron discretamente, el hall poblado de gente los cohibía, se dirigieron abrazados hacia la salida, ella pasó su brazo izquierdo por la cintura de él y Eloy puso su brazo derecho sobre su hombro, mirándose, sin hablar, sobraban las palabras, sus miradas transmitían un mensaje de calidez, amor y deseo.

Se hospedaron en un hotel céntrico el Bashkiria, la habitación era amplia y confortable. Dejaron las maletas y sin más preámbulos empezaron a besarse, primero muy suavemente, como estudiándose y deleitándose el uno con el otro. Hasta que la ansiedad acumulada por ambas partes salió a flote y sin poderse contener, poseídos de una pasión imposible de contener, entregaron sus cuerpos al placer de sentirse juntos.

Después de calmar sus ansias, empezaron a hacer planes. Quería ir a todas partes y recuperar el tiempo perdido.

Hicieron un plan de viaje, estarían un par de días en Ufá para conocer la ciudad, después volarían a Moscú donde estarían dos o tres días, para luego volar a San Petersburgo, donde estarían un mínino de cinco o seis días pues esa ciudad había que visitarla despacio y con calma, dada la variedad de lugares que había que visitar. Iniciaron su periplo por Ufá visitando el monumento a Salavat Yulgev. Aliyá se había estudiado la historia de su ciudad y explicaba con su voz suave y melodiosa la historia del monumento. Explicaba que estaba dedicado a este personaje que era considerado un héroe nacional de Baskortostán. Aliyá le animaba a recorrer las amplias avenidas y jardines y contemplar las hermosas vistas desde la colina en la que está erigido el monumento. Aunque él estaba más interesado en contemplarla a ella, como se le iluminaban los ojos al hablar de su ciudad y su reacción cuando sabía que él la miraba.

Siguieron caminando y decidieron dirigirse al Teatro Estatal de Ópera y Ballet, ella sabía que había una función de ballet infantil y deseaba asistir. Eloy no estaba demasiado interesado en el tema, pero como deseaba complacerla en todo aceptó, aparentado un interés que en su fuero interno no sentía.

Ella le informó que el famoso bailarín Rudolf Nureev era natural de Ufá y había actuado en este teatro en sus principios.

La siguiente etapa los llevó a visitar el monumento a la amistad rusa-Baskiria, Aliyá le explicó que se había erigido para conmemorar los 400 años de la adhesión de Bashkortostán a Rusia. El monumento situado en una colina tiene unas vistas espléndidas del río Ufimka.

Tomaron un pequeño refrigerio para descansar un poco de tanto caminar y después dirigieron sus pasos hacia el monumento a Druzhby. Aliyá le explicó que era un monumento a la amistad de las naciones y destacó la alegoría que representaban las dos figuras femeninas en lados opuestos. Ella le informó que el monumento tenía 35 metros de altura y estaba construido en granito gris y rosa.

Atardecía y decidieron tomar un tentempié. Se dirigieron a una de las muchas pizzerías que empezaban a surgir. La Perestroika traía estas instituciones típicas del capitalismo. Disfrutaron de la comida y la regaron con Coca Cola una novedad en el país y después de un merecido descanso, reiniciaron su periplo. Esto los llevó a la Catedral de la Natividad de la Virgen. Aliyá, a pesar de haber nacido y haberse educado bajo el comunismo, era muy creyente y religiosa. Se postró a rezar y se concentró en sus pensamientos, Eloy no osó interrumpirla y se dedicó, discretamente, a observarla y apreciar su belleza y como su semblante se relajaba e iluminaba enfrascada como estaba en sus oraciones. Después de un tiempo que a él se le hizo interminable, decidieron que era hora de regresar al hotel a descansar.

Tomaron una ducha y a pesar del cansancio que les dominaba aun tuvieron fuerzas suficientes para entregarse el uno al otro. Aunque la pasión seguía latente esta dio paso a un sosiego más apacible, en vez de tratar de devorarse uno al otro, parecía que deseaban conocerse, explorar todos los rincones de sus cuerpos, tocarse y acariciarse como si se estuviesen explorando.

Esta manifestación de amor se fue diluyendo cuando el cansancio hizo mella y se quedaron dormidos, abrazados dulcemente.

Despertaron tarde y después de desayunar se dispusieron a seguir recorriendo la ciudad, tenían tiempo de sobra porque su vuelo a Moscú salía por la tarde-noche.

Se dispusieron a recorrer la Lenina Street en dirección al río. Después de un largo recorrido llegaron a los jardines Elexandra Metrosova, pasearon por los extensos jardines y se dirigieron por la ynhua Tykaeba hasta la yahua uiopynbi y yunua 3anhynnbi pacyneba hasta arribar a los jardines Salavata yulaeva para desembocar en la calle Navarezhnaya que discurre paralela al río Ufimka. Se extasiaron contemplando cómo las aguas discurrían por el río, los barcos y ferris navegando y las gaviotas procurándose su almuerzo. Habían recorrido más de 5 km. Pero estaban tan ilusionados que no se percataron de ello hasta que, al sentarse en la mesa de un chiringuito, de los muchos instalados a la orilla del río, sintieron el cosquilleo de sus piernas y de su estómago que los invitaba a sentarse a descansar y comer algo.

Lentamente hicieron el camino de regreso para encaminarse al hotel, recoger sus pertenencias y poner rumbo al aeropuerto para abordar el vuelo de Aeroflot que los trasladaría a Moscú. Pero antes hicieron lo que ya perecía un ritual, como disponían de unas horas, se ducharon juntos, se enjabonaron el uno al otro y bajo el chorro del agua empezaron a besarse y abrazarse, solo cuando empezaron a sentir que sus carnes empezaban a entumecerse decidieron salir, se secaron rápidamente y se metieron en la cama, para continuar con sus besos y caricias hasta culminar el proceso de amarse. Después de un ligero descanso, prepararon sus maletas y se dirigieron al aeropuerto. El vuelo con una duración de 2h 30m llegaría a Moscú a la misma hora, debido al huso horario, que partirían de Ufá. A su llegada tendrían tiempo suficiente para trasladarse al hotel Kosmos y descansar.

A Eloy posiblemente se le había secada la pituitaria porque está vez no percibió el clásico «perfume Aeroflot», o tal vez tenía los sentidos obnubilados por esta maravillosa aventura romántica que estaba viviendo, que ni percibió que la moqueta del pasillo seguía levantada y los respaldos de los asientos caídos. ¡Oh, el amor!, o como dice la canción «amigo, hay que ver cómo es el amor que hace al que lo toma gavilán o paloma». Y así se sentía él, como una paloma torcaz revoleteando alrededor de una jovencita sumamente atractiva.

El vuelo transcurrió con normalidad, las 2h 30m de duración se les pasaron, nunca mejor dicho, volando. Haciendo la lista de los sitios que visitarían y preparando los itinerarios.

En Sheremetevo abordaron un taxi que les condujo hasta el Hotel Kosmos situado en la calle Prospek Mira 150, donde tenían reservada habitación e igualmente habían hecho una reserva para cenar en el restaurante mirador, Planeta Kosmos, que estaba muy solicitado dado que su capacidad era solo de 50 personas y su ubicación a 99 metros de altura y la espectacular vista panorámica que se observa desde el mirador lo hacía estar muy solicitado.

La velada fue muy agradable, la compañía la hacía aún más atractiva y las perspectivas de visitar una ciudad que ofrecía muchos alicientes, e incluso el morbo de pasear por una ciudad que hasta hacía bien poco había estado restringida al turismo hacia que todo fuera excitante.

El hotel, aunque antiguo, había sido construido en el año 1883, había sido remodelado al final de la década de los 60, con vistas a los juegos olímpicos, era acogedor y relativamente tranquilo, aunque era un magma de personas, razas y religiones, sus 1777 habitaciones tenían capacidad para albergar a más de 3000 personas y en sus 25 plantas albergaba todo tipo de tiendas y restaurantes.

El capitalismo parecía haber llegado para quedarse, en los restaurantes donde anteriormente casi te negaban la entrada, ahora había una señorita cantando y contando las excelencias de su cocina. Y lo más llamativo para Eloy fue cuando se dirigían a su habitación y descubrieron que la guardiana, que había normalmente en el pasillo, había desaparecido. Ya no había extra-vigilancia y control.

Como la pasión que sentían se había, no desaparecido, pero sí amansado, se fueron pronto a dormir pues el día siguiente sería muy ajetreado.

Despertaron temprano y después de un desayuno abundante tomaron un taxi hasta la Plaza Roja, donde empezaría su periplo.

Aliyá había estudiado durante cuatro años en la Universidad de Moscú, así que conocía perfectamente la ciudad. Eloy pensaba, cosas de los enamorados, que serían unas explicaciones muy interesantes. A pesar de que era muy pasota para estos temas. Pero ver y oír a su amada dar explicaciones le emocionaba lo suficiente como para prestar, algo, solo algo, de atención y no distraerse demasiado.

Aliyá se situó en el centro de la Plaza y comenzó sus explicaciones. Con mucho orgullo informó que la plaza había sido declarada patrimonio de la Humanidad en 1990 y que estaba considerada como una de las más bonitas de Europa. Sus 23500 m2 la hacía, también, una de las más grandes y su perfecta ubicación en el centro de la ciudad hacía muy fácil su acceso y ello la convertía en un centro de atracción magnífica. En su entorno se ubicaban construcciones emblemáticas como: el Kremlin, las Galerías GUM, la Catedral de San Basilio, el Mausoleo de Lenin y la Catedral de Kazán.

Eloy estaba extasiado al ver a su amada tan entregada a su labor de guía turística especial, solo para él, así entre sonrisas y guiños cariñosos, decidieron iniciar el periplo.

Empezarían por lo más cercano, el Mausoleo de Lenin.

Este fue construido en el año 1924 para albergar el cuerpo embalsamado y momificado del personaje que había muerto en enero de ese mismo año. Hasta hacía bien poco había sido centro de peregrinación de los ciudadanos, por ello las colas para visitarlo eran kilométricas, ahora había menos devoción y más curiosidad así que prácticamente no había casi nadie, solo alguna novia despistada que le ofrecía su ramo de novia. Los centinelas de la puerta aún seguían allí. La entrada estaba semioscura y tenían que bajar unas escaleras aún más oscuras, en cada rellano una figura fantasmal les procuraba el consecuente sobresalto, eran guardias que parecían estatuas de cera. Igual que la momia del personaje, aquello más que devoción le procuró a Eloy un gesto de repugnancia y rechazo, que tuvo que disimular, para no escandalizar a Aliyá que, aunque no era comunista había nacido, vivido y sido educada en ese régimen. Eloy empezaba a impacientarse y sentía que le faltaba el aire, así que hizo indicaciones a Aliyá para salir. Al aspirar el aire fresco del exterior se sintió revitalizado y deseoso de visitar algo menos macabro como la Catedral de San Basilio.

La Catedral de San Basilio está considerada como uno de los mayores símbolos de la ciudad y una de las catedrales más bonitas de Europa. Está catalogada como una de las maravillas del mundo moderno. Es famosa por sus cinco cúpulas en forma de bulbo. Fue mandada a construir por el zar Iván el Terrible. Sus nueve capillas interiores se comunican por pasadizos y su decoración es algo recargada.

Aliyá estuvo rezando unos minutos después de apreciar y recorrer las nueve capillas. Eloy, mientras tanto, aprovechaba para descansar sentado en uno de los bancos. Aparentaba rezar, pero su mente estaba en la siguiente visita. ¡El Kremlin!

Aliyá le explicó, aunque él ya lo sabía, que el Kremlin había sido la sede del Gobierno de la extinta URSS y ahora lo era del Gobierno de Rusia, él aparentaba ignorancia para así hacerla creer que le interesaban muchos sus explicaciones. Él estaba más interesado en observarla y disfrutaba viéndola sonreír, mientras él se recreaba en las curvas de su cuerpo que destacaban, aunque estuvieran escondidas bajo su abrigo. No le interesaba para nada saber que la superficie ocupado por el Kremlin son 27 hectáreas, ni que en la plaza de las iglesias hay cuatro imponentes templos ortodoxos, pero prestaba atención para que ella se sintiera feliz y disfrutara de las visitas.

Su siguiente etapa los llevó al Monumento al Soldado Desconocido, situado en el jardín Alexander que consta de una placa, en granito, en conmemoración de los soldados soviéticos caídos en la Gran Guerra Patria, como la denominan los rusos cuando se refieren a la II Guerra Mundial.

La siguiente visita era la que más aterraba a Eloy, las galerías GUM, uno de los mayores centros comerciales de la ciudad y famoso en todo el país. Solo de pensar que tendría que recorrer las innumerables tiendas que abarrotaban los tres pisos del edificio le hacían temblar las piernas. Pero una vez más no quería defraudar a esa persona que con tanto cariño y amor le estaba explicando cada monumento. No quería decepcionarla, así que se preparó mentalmente para poder soportar estoicamente una de las cosas que más odiaba en su vida: ¡Ir de tiendas!

Se consolaba pensando que la próxima parada sería el restaurante de comida española en el que habían hecho reserva. El rincón de España estaba especializado en comida española.

El local era pequeño pero acogedor y el personal muy agradable en el trato, aunque no hablaban español, solo ruso. Pero Eloy tenía allí a su intérprete personal, su amada Aliyá.

Encargaron unos entrantes a base de jamón ibérico, aceitunas rellenas y queso manchego. De primer plato encargaron lo típico ¡paella, de mariscos!, que regaron con albariño, eligieron un blanco joven de la bodega Señorío del Sobral; de segundo tomarían un solomillo regado con un vino de la ribera del Duero. Un tempranillo joven de la bodega Pago de los Capellanes No pudieron con el postre y solo tomaron un café muy cargado. Había que seguir recorriendo Moscú.

Regresaron a la Plaza Roja, pues querían visitar el Teatro Bolshoi. Aliyá había sido bailarina de ballet en su niñez, por ello sus explicaciones tenían un marcado acento de nostalgia. Le explicaba que la compañía de ballet del Bolshoi había sido fundada en 1776, pero que el Teatro en sí no se había inaugurado hasta el año 1825 y precisamente con un ballet de un español, Fernando Soro, titulado La Cenicienta. Con gran orgullo enfatizaba que el teatro era uno de los más famosos del planeta y el mayor de Europa tras la Scala de Milán. Y que los ballets del Bolshoi tenían bien merecida fama por la calidad de sus bailarines y la perfección de sus representaciones.

A continuación, dirigieron sus pasos hasta la cercana Catedral de Cristo Salvador. Aliyá explicaba que era la iglesia ortodoxa más alta del mundo. Y que su construcción había durado 44 años. Y con gran pesar por su parte, explicó que en 1931 había sido totalmente demolida por los comunistas para construir el Palacio de los Soviets.

Eloy apreciaba mucho sus explicaciones por el sentimiento que ponía en ellas. Mientras ella hablaba sus miradas se buscaban y se enviaban mensajes subliminales de deseo y ardor.

Su destino final sería la calle Tverskaya que estaba repleta de lujosas tiendas de moda y renombrados restaurantes. Otra vez el suplicio de ir de tiendas, pero había que poner buena cara, para que un día tan maravilloso no se estropeara por su alergia a ir de tiendas. Después de un interminable deambular por las más renombradas tiendas de moda y alabar lo bien que le quedaba todo lo que Aliyá se probaba, aunque no se decidió a comprar nada. Decidieron que era hora de regresar a la comodidad del hotel.

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