Kitabı oku: «Didácticas emergentes»

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Salcedo Casallas, Javier Ricardo

Didácticas emergentes : la vida enseña, la vida aprende. El magnetismo emocional afectivo de la vida común y corriente / Javier Ricardo Salcedo Casallas. - Primera edición. - Bogotá : Ediciones Unisalle, 2021.

124 páginas : gráficas ; 21 cm

Incluye referencias bibliográficas

ISBN 978-958-5148-58-1 (impreso)

ISBN 978-958-5148-59-8 (ePub)

ISBN 978-958-5148-60-4 (PDF)

1. Emociones y cognición 2. Sociología de la educación 3. Vida cotidiana – Aspectos psicológicos 4. Educación - Filosofía I. Título

CDD: 370.1534 ed.22

CEP-Universidad de La Salle. Dirección de Bibliotecas


ISBN (impreso): 978-958-5148-58-1

ISBN (ePub): 978-958-5148-59-8

ISBN (PDF): 978-958-5148-60-4

Primera edición: Bogotá, D. C., enero del 2021


© Universidad de La Salle

© Javier Ricardo Salcedo Casallas


Edición

Ediciones Unisalle

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Corrección de estilo

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Diseño de pauta y diagramación

Andrés Conrado Montoya Acosta


Diseño de carátula

Andrés Pérez


Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier procedimiento, conforme a lo dispuesto por la ley. Hecho en Colombia.

CONTENIDO

Introducción

PARTE I. ¿Qué es lo emergente?

PARTE II. ¿Cómo comprender la categoría “didácticas emergentes”?

2.1. Operativa de las didácticas emergentes

PARTE III. ¿Cómo comprender las emociones en las didácticas emergentes?

3.1. La escucha y la mirada

3.2. Silencio y diálogo

3.3. Preguntar

PARTE IV. ¿Cómo comprender las emociones en los elementos pequeños del aprendizaje y de la enseñanza?

4.1. La enseñanza emergente

4.2. El aprendizaje emergente

PARTE V. ¿Cómo comprender la expresión “la escuela de la vida, enseña y aprende”?

Bibliografía

INTRODUCCIÓN

HEMOS ESTADO VIVIENDO EN una tradición prometeica1, que empieza a desvanecerse por otra, la fáustica2. En ellas se ha producido una forma teórica que explica cómo se produce la ciencia y en esta se señalan maneras de interpretar el mundo y los paradigmas. El viaje por las tradiciones y maneras paradigmáticas de representar la vida y lo vivo se mueve entre modos trashumantes3 de aprender a ser seres humanos a partir de enseñanzas prodigiosas que se definen porque ellas están en continuo movimiento; son diferentes a las formas sedentarias de enseñar y de aprender, porque ellas sí dejan espacios para iniciar/volver a andar sin que el volver se estacione para siempre en el mismo lugar, me refiero a las “didácticas emergentes”.

Instalo la categoría de “didácticas emergentes” para detallar el modo de andar como el ritonerllo4 de la enseñanza y del aprendizaje del siglo XXI, porque inaugura constantes movimientos inciertos y efímeros para la globalidad de las tradiciones prometeica y fáustica, porque actúa en paralelo y de forma invisible/visible, a estas dos fuerzas que acostumbran a la especie humana a ver la vida y lo vivo como instrumentos técnicos, cuya capacidad superior, la razón, se libera como unívoco capaz de mejorar las condiciones de vida a través de la tecnología.

La didáctica emergente fluye entre las comisuras de esa fuente de bienestar tecnológico del conocimiento científico, que educa para producir una ontología o ser humano técnico,

[…] programa tecnológico […] mediante el cual los procedimientos científicos no tendrían como meta la verdad o el conocimiento de la naturaleza íntima de las cosas, sino una comprensión restringida de los fenómenos para ejercer la previsión y el control; ambos propósitos estrictamente técnicos [que enrutan la didáctica general a la especificidad disciplinar]. (Sibilia, 2010, p. 40)

La didáctica emergente se enfrenta a diario con la fuerza fáustica denominada “paradigma” (Kuhn, 2004) positivista, sin atropeyar su direccionamiento. En este sentido, la energía de la enseñanza y del aprendizaje no se desvanece ante la fuerza de la razón técnico-profesional, para enseñar y aprender a vivir y existir, desde los límites de la vida ordinaria.

La visión positivista instala una epistemología unívoca de situarnos en el contexto científico que teje una gramática del orden de la razón que pretende la solución de preguntas aún sin respuesta —problemas enigma— con modelos técnicos compartidos en el espacio científico actual.

La confrontación de la didáctica emergente con este paradigma es sustancial porque recurre a la solución constante de problemas vitales a partir de otras formas autónomas, “de una gran variedad de grupos subalternos indígenas, afrodescendientes, campesinos, pobladores de los territorios urbanos populares, jóvenes y mujeres solidarias” (Escobar, s. f., p. 4) que han compartido el territorio de la ciudad y del campo (la vida citadina y campesina), a pesar de ser convertidos en objetos de conocimiento competente, porque sus capacidades hacen posible la vida y la misma fórmula envolvente de la eficiencia cognitiva.

Los seres humanos somos efectivamente inteligentes porque en la vida diaria desarrollamos formas emergentes de enseñarnos y de aprender; los cuales, luego, la psicología apropia bajo modos materialistas como usufrutos de la mente y del pensamiento psicológico, denominando a esa fuerza emergente cognición.

Las diferentes formas emergentes de apropiarnos del mundo, en sus relaciones con el espacio urbano/rural fluyen en el lenguaje y en el pensamiento sentipensante, aquel que hace posible la existencia de la cognición o forma racional de clarificar el pensamiento en taxonomías psicogenéticas.

En la cultura del Caribe colombiano, y más específicamente de la cultura ribereña del río Grande de La Magdalena que rinde sus aguas al mar Atlántico, el hombre-hicotea que sabe ser aguantador para enfrentar los reveses de la vida y poder superarlos, que en la adversidad se encierra para volver luego a la existencia con la misma energía de antes, es también el hombre sentipensante, que combina la razón y el amor, el cuerpo y el corazón, para deshacerse de todas las mal formaciones que descuartizan esa armonía y poder decir la verdad. (Moncayo, 2005, p. 10)

Los modos didácticos de la vida cotidiana son expresamente formas sentipensantes gestadas en el contacto del ser humano consigo mismo, entre estos, la vida social y la realidad natural que proveen los recursos para vivir en el sistema terráqueo.

Son didácticas de lo ordinario, es decir, de la vida común y corriente y de la singularidad anónima que producen otras tecnologías en el dirario vivir, cercanas por su calidez, aústeras por sus privaciones, solidarias por sus pobrezas, fluidas por su densidad amorosa, invisibles por ser débiles (De Certeau, 2007), subalternas por permanecer en el fondo de la sabiduría popular, ancestral y decoloniales por las maneras como usan los conocimientos científicos decidiendo sobre su uso manipulable o desechándolo por su inutilidad.

Las tecnologías de la vida cotidiana del hombre y de la mujer, del niño y de la niña, del joven sentipensante son diferentes a las fáusticas que como un conjunto de expresiones estéticas (metáforas de la vida real: habladas, miradas, gritos, caminadas, cantos, entre otras) trazan territorios sensibles en la vida cotidiana haciendo posibles los lugares comunes (Tóttoc) o la vida entre lo fáustico de las sociedades tecnológicas que se erigen en las ciudades contemporáneas y empiezan a introducirse en las plazas de los pueblos campesinos, sin aminorarlas.

La gramática del orden positivista evita su sustituibilidad cooptando nuestro mundo 2 (Popper, 1997), en un juego mental entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo falso y lo verdadero, que en la actualidad se da entre la realidad real o el hacer cotidiano de lo vivo que produce vida y la realidad virtual o entre entornos simulados que producen apariencia real; última dicotomía que ha generado una forma de explicar lo “emergente” a partir de una visión tecnológica de la educación5 y que se denomina “pedagogías emergentes” (Adel y Castañeda, 2012, Gurung, 2015), bajo la evidencia de que está sucediendo una regularidad causal eficiente, en la sociedad digital en que se instalan cuatro realidades: “redes en la sociedad del conocimiento, la economía del conocimiento, la democracia orientada en la diversidad y la alfabetización digital” (Prendes, 2015, p. 217).

Así, el mundo humano se inserta y autoabsorbe en la última expresión por la fuerza de “protesicidad” o dependencia, cada vez más fuerte, que tenemos de artefactos o prótesis tecnológicas como: los computadores, los celulares y, más recientemente, los dispositivos móviles que se han hecho imprescindibles (Barragán, 2013, p. 12), que inhibe o sitúa —de otro modo— la posiblidad del mundo 3, hace referencia a la producción mental, el mundo de la cultura, este es el del lenguaje creativo y argumentativo, en el cual el pensar se articula con el sentir, por el aumento de la realidad (Prendes, 2015) a través de un sistema tecnológico que:

[…] potencia las capacidades de nuestros sentidos. Algo parecido al trabajo que realiza una lupa, un microscopio, un aparato para sordos... Pero, en este caso potenciando la percepción que el usuario tiene de la realidad mediante la inclusión de elementos virtuales en la misma. (Rolando, 2012, p. 1)

Por su parte, la realidad del hacer cotidiano de lo vivo que produce vida permite hacer visible la complejidad del momento contemporáneo. Ella, al no ser simulada y arreglada para ser vistosa, permite evidenciar que el centro está descentrado, que la realidad captura las redes, la economía cognitiva y la democracia desde abajo, y que la albetización digital encuentra sus ordenamientos didácticos en ilustraciones, ejemplificaciones y modelados que arrancan, siempre, del contacto con el mundo de la vida cotidiana y de la naturaleza; sin lo cual carecería de la impronta motivacional de la nitidez virtual de una imagen, o de la claridad sonora de un murmullo real que se presta para almacenar en un circuito digital.

Es la naturaleza real y la vida cotidiana, la que se presta valiosa para darle sentido a la pedagogía fáustica de lo virtual, cuya intencionalidad formativa, llamada cambio de época y época de cambios, resulta ser una variable que requiere ser controlada para que se produzcan subjetividades reguladas en el ámbito de lo digital diverso.

La formación digital formatea presupuestos prometeicos y fáusticos cuyo “objetivo biopolítico es organizar la vida, cultivarla, protegerla, garantizarla, multiplicarla, regularla; en fin: controlar y compensar sus contingencias, delimitando sus posibilidades biológicas al adaptarlas en un formato preestablecido y definido como normal” (Sibilia, 2010, p. 152).

La forma moderna de paradigma positivista, hace evidente la explicación del porqué tenemos maneras de concebir la vida y lo vivo, además,percibir que a partir de modelos de representaciónes universales detallamos el mundo viviente y construimos nuestros instrumentos humanos y también explican, el cambio que se produce cuando la sintesis de las respuestas ya no viabilizan otras para nuevas realidades. Para lo cual, el término “emergente” resulta adecuado porque hace posible comprender que frente a realidades virtuales se suscitan explicaciones renovadas que dejan atrás las antiguas respuestas ausentes de virtualidad.

Y en tal sentido, el centro de la actividad didáctica, que es un entramado de relaciones emergentes vitales y cotidianas, que enseñan y que transfieren saberes y energía espontánea, el cual es el aprendizaje sensible, se convierte para la mayoría de los seres humanos, en el opúsculo central por que afrontan las necesidades y se enlazan afectos, que no alcanza a resolver la erudición en lo crucialde la emergencia diaria. Opúsculo, porque es una obra limitada a las realizaciones ordinarias, producto u obra de la sentiexperiencia compartida.

Y en este ordenamiento positivo de la técnica, el uso de la pedagogía se tiende a denominar “emergente”, esto es, una explicación que devalúa formas pedagógicas como: las teorías reproduccionistas (Bourdieu, 1969), las teorías de la resistencia (Freire, 1969; Giroux, 2001) o el enfoque radical (Illich, 1985) y sin embargo, usa uno de los modelos pedagógicos —no emergentes— que por su psicologismo motivacional, resulta una tecnología que acomoda la conección de la sociedad 3.0[6] y 5.0[7], el contructivismo en su vertiente del aprendizaje significativo (Ausubel, s. f.).

Cuando de lo que se trata es de hacer posible, reconocer, bajo el término “emergente” que su condición aún no (des)-escrita está transversalizada por la producción humana local/universal, que le insta a re-crearse como tal, en los entornos: físico, biológicos y culturales contemporáneos, que por lo pronto se proponen en la ciudad y en las plazas centrales de los municipios campesinos, en ser la metafóra del lugar común contemporáneo en donde se registran, digitalizan y distribuyen las fuerzas fáusticas de lo virtual y espacios wifi.

Lo necesario que es lo emergente, es argumentado por la visión positivista tecnológica, como en otrora lo ha hecho, frente a los horizontes de sentidos cognoscentes, bajo una visión: pesimista, inútiles, negándolos. Cuando de lo que se trata en este nuevo siglo es de superar la lucha de contrarios y entrar en la realización simétrica de relaciones de poder solidarias para la construcción orgánica y espiritual de nuestro planeta tierra.

No hay un nivel superior de realidad, la existencia de la realidad y junto a esta de la realidad ciberespacial, no son formas aisladas, sino producciones de un mismo origen, en la creatividad e imaginación humana. Elementos que deben entrar en diálogo para generar formas emergentes de enseñar y de aprender a ser seres humanos y además, a sobrepasar las didácticas antropopedagógicas o formas centradas en enseñanzas y aprendizajes humanas, hacia didácticas ecoantropopedagógicas o modos de enseñarnos la relación con la naturaleza, sus econosistemas o bióticos y abióticos en clave antropológica o modo renovado de configurarnos como hombres y mujeres conectados con el órgano tierra y el universo que la sostiene.

Sin embargo, no basta con estas líneas de atracción pedagógica. Entre los intestinos de las prodigiosas formalidades educadoras de las subjevidades contemporáneas se encuentran, con el poder estructurante, la energía emocional afectiva de la vida común y corriente. En ella toman forma, los cuerpos que se debaten todos los días con las realidades cotidianas que son esquivas a la realidad curricular de la escuela y de la universidad. Supongo, que es menester de estas corporaciones humanas, dejar de establecer puentes epistemológicos y metodológicos para medio acercarse a los saberes locales y arrancar de ésto: temas, categorías, pre-saberes, entre otras, y no olvidar que se habita entre los flujos energéticos, emocional afectivos, que indiscutiblemente afectan el pensamiento académico y sus formalidades de enseñanza y aprendizaje. La vida enseña, la vida aprende incesantemente, la escuela y la universidad deben ser sus principales aprendices.

1 La tradición prometeica, cuyo origen griego alude a un titán que da a los hombres el fuego y la manera para producirlo, constituye una línea de pensamiento sobre la técnica que se halla en los textos teóricos y científicos de los siglos XIX y XX. Lo que se desea subrayar de esta tradición es el carácter usurpador de los hombres por los saberes divinos, en otras palabras, la pedantería humana contra la naturaleza al desear doblegarla técnicamente.

2 La tradición fáustica tiene un origen incierto que inyecta una línea de pensamiento sobre el uso de la técnica desde el siglo XX en adelante, caracterizada por la pérdida de control mental sobre el uso tecnológico al punto de hacer posible el control y la regulación de la vida y de lo vivo para su propio consumo.

3 Lo humano propiamente porque el habitante del humus —el suelo, la tierra— cambia constantemente de lugar para buscar nuevas formas de habitar, así como de relación colectiva o de pensar y sentir en movimiento, caminar con otros para hallarse.

4 Se propone pensar las didácticas emergentes, primero en plural ya que no instituyen sino que se recrean de las diferencias configurantes del espacio y del tiempo vital cotidiano (territorio ordinario), que vuelve el carácter público a lo político, convirtiendo la didáctica (general) en la fuente contemporánea del pensamiento propio del profesor y, en ese orden, como segundo elemento, figura como ritornello o línea de fuga de lo instituido de las tradiciones didácticas apodícticas (prometeicas y fáusticas), buscadoras de leyes universales para transmitir enseñanzas globales exitosas desde un marco político instituido para controlar la vida urbana y rural (en calles, hogares, parques, plazas de mercado, entre otros).

5 La “visión tecnológica de la educación” se refiere a la resolución de los problemas de enseñanza y aprendizaje mediante las tecnologías de la información y la comunicación mediante los cuales se planifica y eficientiza el rol del profesor.

6 La sociedad 3.0 está integrada por trabajadores nómadas que trabajan en diferentes lugares y de formas asociativas diversas.

7 La sociedad 5.0 se centra en las personas de la industria 4.0, esto es, la integra a lo online con el offline, o vínculo entre el ciberespacio y el mundo físico real.

LO EMERGENTE, ES UNA imaginación radical (Castoriadis, 1998) o una forma de pensar y sentirnos humanos, esto quiere decir: productores de las medidas humanas que bajo el aspecto de invenciones crecen y se diluyen en la dynamis social (poiesis)8; lo emergente, el lindero entre lo revelado y lo insospechado, las visiones entre las cualidades dadas por el ser humano a los ángulos de mirada en que se ha ubicado, y las perspectivas de un movimiento inadecuado que fundan ángulos inéditos de superstición y de transición hacia lo considerado verdadero, sin que lo sea. Emerger (del latín emergo) que significa salir, reaparecer, mostrarse (Blanco, s. f.), se actualiza en la acción de imaginar, en cuanto a la capacidad de creación ontológica que puede enunciarse bajo la siguiente sentencia: ¡o creamos o nos siguen creando! En otras palabras, nos imaginamos o solo replicamos lo que nos dicen que somos.

Radical, porque lo que imaginamos lo creamos siempre en relación con algo, nunca negando. Lo emergente se origina desde un contexto de aparición, nunca separado de la realidad y solo a partir de ella inventar. Esta construcción de emergencia presenta la historia del pensamiento cotidiano porque se suscita en “las relaciones de un sujeto con sus circunstancias y la permanente fractura consigo misma, en la cual se asienta la reflexión con la necesidad de re-comenzar permanentemente” (Gentile, 2009, p. 13).

Variadas son las teorías del emergentismo. Una de estas son las teorías generales sobre la evolución emergente o teoría idealista del desarrollo (1920) cuya geopolítica se ubica en la filosofía británica o neorrealismo de la mano de Samuel Alexander (1922), Conwy Lloyd Morgan (1923) y Charlie Dunhbar Broad (1925). Sus producciones parten por identificar el cambio o lo nuevo como producto de transformaciones irracionales, esto es, incomprensible desde la lógica fáustica en donde la fuente del orden social es la razón de la vida social o modelación cultural y morfológica de los espacios urbano/rurales.

Una alusión breve del teórico Alexander (1920) sobre lo emergente distingue que la simplicidad de la existencia suscita los niveles superiores de la misma, para lo cual no hay explicación. Lo emergente se halla en la vida básica y ordinaria que eleva la existencia, al hacerse compleja en su construcción diaria.

The higher quality emerges from the lower level of existence and has its roots therein, but it emerges therefrom, and it does not belong to that lower level, but constitutes its possessor a new order of existent with its special laws of behaviour. The existence of emergent qualities thus described is something to be noted, as some would say, under the compulsion of brute empirical fact, or, as I should prefer to say in less harsh terms, to be accepted with the “natural piety” of the investigator. It admits no explanation. (1920, pp. 46-47)9

La emergencia es la cualidad de lo emergente. La cualidad de la emergencia se origina de algo que aflora bajo una nueva estructura con una nueva cualidad que ni es anterior —preestablecida— ni anticipada —previsible— porque es “expressible without residue in terms of the processes proper to the level from which they emerge” (Alexander, 1920, p. 45)10.

Las teorías de Ernest Nagel y Karl Poppeer (Nagel, 1961) afirman que la emergencia presenta dos formas de comprenderse: es una imprevisibilidad o una tesis evolucionista que expone el origen de estructuras novedosas.

It is clear, therefore, that to say of a given property that it is an “emergent” is to attribute to it a character which the property may possess relative to one theory or body of assumptions but may not possess relative to some other theory. Accordingly, the doctrine of emergence (in the sense now under discussion) must be understood as stating certain logical facts about formal relations between statements rather than any experimental or even “metaphysical” facts about some allegedly “inherent” traits of properties of objects. (p. 369)11

Bajo esta óptica, Nagel hace observar que lo emergente es referido por una teoría cuando esta encuentra una propiedad que le permite expandir su conocimiento pero que luego, al enunciarse, deja de serlo. Lo emergente es solo una condición epistemológica, esto es; explicativa de un nivel de conocimiento que todas las teorías poseen y no tiene nada de particular ni de especial.

Popper (1977) argumenta que lo emergente se refiere a la aparición de lo nuevo, lo repentino:

[…] the fact that in the course of evolution new things and events occur, with unexpected and indeed unpredictable properties; things and events that are new, more or less in the sense in which a great work of art may be described as new. (p. 22)12

Este autor enfrenta a tres corrientes que están en contra de lo emergente: 1) los deterministas que defienden las consecuencias que determinan el pensamiento y las acciones humanas, 2) los atomistas, seguidores de Demócrito (s. V a. C.) postulan que todo lo existente depende de los átomos, ya que estos al ser inmutables y poseer movimiento combinatorio conforman lo indivisible de la realidad y 3) la teoría de la potencialidad, de las partículas físicas cuyo eje central es el sostenimiento de la armonía a través de magnitudes físicas o valores derivados de propiedades físicas, que pueden ser medidos y describir la evolución o variaciones probables.

Y sin embargo, esta inmutabilidad eurocéntrica que hace posible nombrar la condición de que nada emerge, es afirmada de otro modo en América Latina; por ejemplo bajo la perspectiva del borde o:

[…] razonamiento del umbral que se refieren a formas de conocimiento social que resulta de búsquedas en espacios diferentes y con modalidades distintas, posibilitando el ascenso de las racionalidades culturales, y con ello, otras formas de incertar la creatividad del hombre en la infratextura de su contexto. (Torres y Torres, s. f., p. 2)

La fuerza de lo (i)-mergente o lo opuesto a lo emergente, es decir, todo aquello que está considerado como: previo, configurado, definido y determinado sitúa a lo emergente como el “foco epistemológico en la batalla racional contra la razón cristalizada, fijada u osificada” (Zemelman, 1992b, p. 110).

Lo emergente se origina, siguiendo el pensamiento liminal de Zemelman (1992b) en el proceso de abstracción. Esto último parte de la observación de un objeto de la realidad creando una relación de distancia o identificación,

[…] que consiste en la transformación de la realidad del objeto. Ello supone concebir la abstracción en términos de potenciar la objetividad de la relación con la realidad para que pueda abrirse y captar lo real como lo necesario-dado, que es exterior al sujeto, todo lo cual constituye un proceso lógico constructor de lo real en función de una relación que se va constituyendo entre razón y realidad. (p. 111)

Es lo emergente un proceso de construcción —creación— de la realidad por lo tanto es una constante relación entre lo real y lo abstracto de la observación. De tal forma, que ayuda a la emergencia del conocimiento a pasar de lo necesario subjetivo a la necesidad objetiva, rompe con la inercia de la razón y por este motivo es crítica porque impide que la razón se convierta en un obstáculo para innovar el pensamiento. Así, lo emergente es conocimiento mutable e imprevisible y se mueve en lo histórico político de nuestras actuaciones sociales, es decir, en la historia de la construcción de nuestras realidades cotidianas.

Si la realidad es una construcción, es porque brota del pensamiento emergente o del movimiento constante de pensar en lo emergente como “aquello que no necesariamente se reproduce con certeza pero que conforma el contenido de esa materia con la que se pretenden plasmar sentidos de historia” (Zemelman, 1992b, p. 9).

La emergencia se concreta en los sentidos de historia vital y cotidiana, aquellos que al ser inesperados y que pertenecen al margen de la frontera, de lo invisible, se producen a partir de los hechos vividos en el movimiento diario (situación cotidiana); y en el momento de su olvido, son convertidos en acontecimientos que transgreden la contingencia de la situación.

Lo emergente en el pensamiento de Zemelman (1992b) propone pensar la realidad en movimiento, y evita apropiarse de sus dinamismos para incorporar otras categorías, que hacen posible la apertura del pensamiento y hacer perceptible mundos otros, esto es, la emergencia, el nombre que intenta darse a las realidades que fluyen en producciones sentisociales cotidianas de sentido común o buen sentido, porque son el grito expresivo del sentir que: evade, confronta, somete, se burla, confabula y acuerda el vapor cotidiano de las comunidades urbanas y rurales contemporáneas. La emergencia es la inteligencia común, compartida en el pensamiento kantiano.

En términos de las exigencias contemporáneas de la investigación en educación, bien podría traerse el término de emergente porque plantea la necesaria posición del científico social, de un distanciamiento de la acumulación del conocimiento como del mismo proceso psicocultural asociado a su construcción; es decir, asumir la racionalidad como construcción y no solo como reflejo de lo que han sido las prácticas científicas. (Zemelman, 1992a, p. 24)

Lo emergente como potencialidad múltiple no puede restringirse a los parametros que determinan la razón científica. Su lectura expone la exigencia de no partir de los límites gnoseológicos sino a partir de la cualidades y capacidades de leer la vida y lo vivo, no como causa o efecto, ni con los valores del análisis y la predicción sino lo alternativo emergente o producente o gestante y evitar que “lo humano sea un simple rol” (Zemelman, 2002, p. 66) y las acciones humanas bagatelas de la función instrumental.

En otras palabras, atrevernos a observar en la realidad lo impredesible para su construcción (la realidad literal), evita demoler lo humano que aún se mueve en la humanidad, aquello que es pasión, emoción y sentimiento. Aquello, que mueve otro humanismo, al estilo latinoamericano, lo sentipensante, o vínculo entre lo universalmente razonado y lo localmente creado.

En la fuerza de lo aún no distinguido (realidad) por su invisible forma de realizarse al margen de la observación cientifica se halla lo emergente (realidad literal), la sin razón, porque ella se crea en lo obvio13, última categoría que alude precisamente a “la apertura por lo que se oculta. Así como se busca distinguir lo no percibido […]” (Zemelman, 2002, p. 66) a partir de una lectura de la realidad desde opciones diferentes a la objetividad del orden–jerarquización–regularidad–linealidad u objetividad, lo emergente se alcanza a tocar en su fugacidad en lo obvio de su visualización.

Así mismo, lo emergente junto al paradigma liminal de Zemelman (1992a, 1992b, 2002) desea conjugar con el paradigma emergente de De Sousa (2009) o como lo presenta este sociólogo: “paradigma de un conocimiento prudente para una vida decente” (p. 40) o paradigma social.

Este modelo de De Sousa (2009) asume lo emergente como el re–conocimiento de los objetos más cercanos y semejantes al hombre para celebrar la vida y lo vivo, y dejar de persistir en los reflejos que se proyectan en el espejo objeto–sujeto del método científico.

Lo interesante de la comprensión de este autor portugués que más se re–crea viviendo las exigencias latinoamericanas, es la explicación de diferentes formas teóricas emergentes que muestran la potencia del pensamiento crítico o la posibilidad constante de crear sentidos nuevos para realidades singulares.

De Sousa (2009) crea una comprensión del paradigma emergente como visión no dualista ni fragmentaria de la realidad, todo lo contrario, le propone, usar la matemática, como “atractor” o condiciones posibles hacia las cuales evoluciona un sistema que parte de las posibilidades iniciales, en sus palabras:

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