Kitabı oku: «Buscando un bebé»

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Buscando un bebé

Buscando un bebé: Copyright © 2020 Por Jessa James

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en ninguna forma o por ningún medio electrónico, digital o mecánico incluyendo, pero no limitado a fotocopias, grabaciones, escaneos o cualquier tipo de almacenamiento de datos y sistema de recuperación sin el permiso expreso y escrito de la autora.

Publicado por Jessa James

James, Jessa

Buscando un bebé

Diseño de portada copyright 2020 por Jessa James, Autora

Imágenes/Crédito de la foto: Deposit Photos: gstockstudio

Nota del editor:

Este libro fue escrito para una audiencia adulta. El libro puede contener contenido sexual explicito. Las actividades sexuales incluidas en este libro son fantasías estrictamente destinadas a los adultos y cualquier actividad o riesgo realizado por los personajes ficticios de la historia no son aprobados o alentados por la autora o el editor.

Índice

1. Jett

2. Cady

3. Jett

4. Cady

5. Jett

6. Cady

7. Jett

8. Cady

9. Jett

10. Cady

11. Jett

12. Cady

13. Jett

14. Cady

15. Jett

16. Cady

17. Jett

18. Jett

19. Cady

20. Jett

21. Cady

22. Jett

23. Cady

24. Jett

25. Cady

26. Cady

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Hoja informativa

Acerca del Autor

1

Jett

“Te lo digo, todas las mujeres son iguales”, digo yo. “Solo quieren hacerte creer que son diferentes…”

Mason y Alex, mis dos mejores amigos, ni siquiera me miran mientras subimos las escaleras hacia el techo. Ya lo han escuchado antes, pero igual me siguen escuchando. Son buenos amigos.

Resoplo un poco mientras llegamos al sexto tramo de escaleras. Un pequeño grupo de mujeres también está bajando, sus tacones altos hacen sonidos en el concreto. Me distraigo por un segundo por las mujeres con grandes sonrisas y piernas largas y delgadas.

Me gusta la que va al frente, liderando al grupo. Es una rubia con un minivestido rosado. Hace contacto visual conmigo por un segundo, luego se sonroja y se muerde el labio.

También me está mirando, a mí, a Mason y a Alex. Tres hombres altos y apuestos en camisas de cuadros y jeans. Probablemente está intentando descifrar cuál de nosotros es el más apuesto.

Alex es fácilmente el más alto. Con 2 metros, él es unos centímetros más alto que Mason y yo. Eso hizo que los reclutadores de fútbol universitario lo comenzaran a buscar cuando tenía diecisiete.

Mason tenía un aspecto misterioso y oscuro, especialmente con esa nariz que había sido rota media docena de veces. Él siempre atrae a las mujeres que les gustan los hombres enojados y los chicos malos.

¿Y yo? Yo soy bastante alto, tengo buen cuerpo y rostro. Suelto una de mis sonrisas peligrosas a la mujer que me está mirando. Ella se tropieza un poco y se estira para apoyarse en la pared y balancearse.

Bingo, pienso yo. Se siente muy gratificante.

Y luego se fueron. Llegamos a una puerta de metal y aunque está cerrada, puedo escuchar la fiesta que está ocurriendo al otro lado. El sonido del bajo se puede escuchar a través de la puerta.

Abro la puerta y salgo hacia el frío aire de una noche de primavera. La fiesta es en el tejado, con luces colgadas por encima y más de cien personas hablando y bailando debajo de ellas. Soy engullido de inmediato por una ruidosa música pop y por las brillantes luces de colores que alumbran todo el evento.

“Jett, vamos”, dice Mason, tocando mi brazo y señalando con su cabeza hacia el bar que estaba en frente.

Yo sigo a Mason y atravesamos la multitud. Recibo algunas miradas de mujeres, algo que me hace sentir esperanzado de una forma pervertida. No necesito su atención ahora mismo, pero tal vez la desee más tarde. Una vez que tome algunas cervezas, tal vez pueda olvidarme de Emily y enfocarme en lo que necesita mi cuerpo.

Frunzo el ceño al pensar en Emily. Ella es exactamente mi tipo: cabello rubio, ojos castaños y tiene una figura de bailarina. Emily también es la maldita perra que me arrancó el corazón y lo aplastó.

Pero ya no puedo hacer nada al respecto.

Mason logra ver una cubeta repleta de cerveza y los tres agarramos una. Es una Miller High Life, nada lujoso. La abro y tomo un trago mientras disfruto el frío líquido en mi garganta.

Alex lidera el camino hacia un lugar desocupado en la pared, nos quedamos ahí y miramos la fiesta.

“¿Para qué era esta fiesta?” pregunta Mason.

“Es una fiesta de mi representante”, dice Alex, encogiéndose de hombros. “Algo sobre unos ritos de primavera o algo así.”

“¿Todavía siguen buscando otro equipo de la NFL?” le pregunto a Alex.

“Sip. No estoy listo para rendirme todavía.”

“Deberías estarlo, después de ese horrible golpe que te dieron el año pasado”, dice Mason. “Estaba mirando el juego cuando esos tres tipos te derribaron.”

Alex se mueve y deja en claro con su lenguaje corporal que no quiere hablar al respecto. Solía jugar béisbol, así que entiendo a lo que se refiere.

“Oigan, ¿les conté que los chicos de la oficina crearon unas tarjetas falsas? Miren, déjenme sacar una…” dije yo y saqué una tarjeta de mi billetera. “Se supone que parezcan tarjetas de béisbol, pero son para agentes deportivos en Sampson.”

“No está nada mal tu fotografía”, dice Mason. Él me quita la tarjeta de mis dedos, la sostiene al lado de mi cabeza y entrecierra los ojos. “Podrías conseguir una buena vagina con esto, sabes.”

“Nada mal”, dice Alex, bebiendo su cerveza.

“Emily dice que es una mala fotografía”, digo yo, agarrando la tarjeta y regresándola a mi billetera.

“Oh dios mío. Bueno, si Emily lo dice, ¡debe ser verdad!” dice Mason y pone sus ojos en blanco. “Estoy cansado de escuchar su nombre. Te dejó por razones estúpidas, así que debes superarlo.”

“No es tan fácil”, protesté yo, pero no sonaba convencido.

“Ha pasado un mes, amigo”, dice Alex, dándome una palmada en la espalda. “Probablemente se esté follando a alguien nuevo. Debes superarla ya.”

“Como sea”, digo yo.

“En serio, deja de quejarte y actúa. Mira esta fiesta. Hay mujeres sexy en todos lados”, dice Mason.

Me tomo un minuto para evaluar y me doy cuenta de que Mason no se equivoca. Hay muchas mujeres en esta fiesta, bailando o hablando entre ellas.

“Creo que vi con quien voy a coquetear”, dice Alex. “Si me disculpan…”

Él se dirige al otro lado de la fiesta, su enorme tamaño fuerza a las demás personas a salir de su camino mientras atraviesa la multitud.

“¿Ves? Así de fácil”, dice Mason.

“Puedo conquistar a cualquier mujer que desee”, dije yo y levanté una ceja. “Soy Jett James.”

“No estoy seguro de eso.”

“¿En serio?” pregunto yo y vuelvo a levantar mi ceja. “¿Qué tal esto? Tú escoge la chica. Estoy dispuesto a apostarte asientos frontales para los Hawks.”

Mason me miró de reojo. “De acuerdo, pero no puedes irte a casa con la chica. Debes ir en una cita.”

“¿Una cita? ¿En serio?” digo yo.

“Es muy fácil irte a casa con una chica y luego no volverla a ver. Vamos, será bueno para ti.”

“Al diablo, de acuerdo”, digo yo mientras me toco la nuca. “Solo prométeme que escogerás a alguien buena.”

Sus cejas se elevan. “Me ofendes al pensar que no lo haría.”

Yo solo gruño y bebo de mi cerveza. Mason está ocupado mirando alrededor.

“¿Qué hay de ella, la rubia en la minifalda roja? Es mi tipo”, digo yo.

Mason me mira, ligeramente exasperado.

“Dijiste que yo podía escoger. Además, estoy aburrido de las rubias que siempre escoges. Son como dices, todas son iguales. Bajas, delgadas y rubias.” Él arruga la cara. “Necesitas algo diferente. Considera esto como una limpieza de paladar.”

“Sshh”, digo yo y sacudo mi mano. “Te quejas demasiado.”

“Shh, déjame ver.” Él arruga sus cejas y se concentra. “Ah. ¿Qué tal ella? La morena con el suéter rojo y la falda.”

Miro en la dirección que él me indica y la veo después de un segundo. Tiene un aspecto académico, pero atractivo. Tiene cabello largo, totalmente negro y una piel de color oliva. En su cabeza descansaban unas gafas de sol oscuras. Estaba usando un suéter rojo de tamaño grande, una falda de tubo negra y un par de tacones rojo cereza.

También llevaba una enorme cartera negra y estaba usando su iPhone. De repente arrugó su cara y comenzó a escribir algo en su teléfono. Por la forma en que sus dedos escribían, pude imaginar que alguien se había metido en problemas.

Parece inteligente, pero no estaría interesada en el aspecto de exatleta que tengo. Eso está bien, porque ella luce como alguien que está lista para enseñarme español, no alguien con quien iría en una cita.

“Es linda”, admito yo. “Pero luce aburrida. Mira, sus amigas intentan llevarla a bailar. Te apuesto a que dice que no.”

Unos segundos después, ella las rechaza amablemente y se queda sola de nuevo.

“Tengo un buen presentimiento con ella”, dice Mason. “Ella es la elegida.”

“Vamos, tienes que escoger a alguien más interesante”, digo yo. “Alguien como… cualquier otra en esta fiesta.”

“Pensé que Jett James podía conquistar a cualquiera”, dice él con una enorme sonrisa en su rostro.

“Parece que acaba de tragarse un limón entero.”

“¿Y?” dijo él. “Dijiste que estabas apostando entradas para los Hawks.”

Maldición. “De acuerdo, de acuerdo. Ahí voy.”

Lo miro mal mientras avanzo a través de la multitud y me dirijo hacia el lugar donde se encuentra recostada en la pared. Noto que está moviendo el pie al ritmo de la música, aunque luce algo enojada.

“Disculpa”, digo yo, deteniéndome en frente de ella.

Ella me mira, sus ojos grises llenos de duda. “¿Sí?”

Me gusta su voz, una ronroneo profundo.

“Solo vine a decirte que eres hermosa”, dije yo. Hago una mueca, ya que la música de repente subió de volumen en la mitad de mi oración. No se escucharon mis palabras.

Ella arruga su cara y se ve algo graciosa. “¿Qué?”

Me inclino hacia ella y logro olfatear un poco de su perfume. “Dije que eres hermosa.”

Su expresión se vuelve desaprobadora en un instante. En un segundo siento su mirada en mí, la siento evaluando mi ropa y mi altura y la siento calculando algo. También mira los tatuajes que tengo visibles. Luego veo desaprobación en su expresión, a pesar de no conocerme.

Parece haber decidido que no valgo la pena utilizando una métrica de la cual no tengo conocimiento.

No se siente nada bien.

“Oh, uh… ¿gracias?” dice ella. Puedo notar que está por terminar la conversación.

¿Dónde está el famoso encanto de Jett James? Me pregunto.

“Hey, ¿me harías un favor?” digo yo, sin siquiera pensarlo. “Mi ex Emily está aquí y está mirándome de reojo. ¿Estaría bien si pretendemos que estamos coqueteando?”

Sus ojos habían regresado a la pantalla de su teléfono, pero luego se elevaron de nuevo. Me examina por otro segundo, sus ojos grises son como mirar una tormenta.

“Hmmm…” dice ella, obviamente indecisa entre su teléfono y yo.

Demonios, ¿soy tan poco interesante?

“Claro”, dice ella finalmente, pero parece que solo he logrado que me mire. Supongo que es momento de asombrarla.

Le sonrío y me acerco un poco. “Me dirás si esta relación falsa te está molestando, ¿cierto?”

La veo morder su labio ligeramente y fruncir sus cejas. No quiere hacerlo, pero se mueve un poco hacia mí. Supongo que eso significa que mi sonrisa funcionó.

Estoy dentro, pienso yo.

“¿Entonces solo digo la palabra y te alejas?” dice ella, manteniendo un tono ligero.

“Claro. Pero espero que no lo hagas. Me ahorrarías la vergüenza.” Pongo mi mano sobre mi corazón, pero no le hago una expresión de ruego.

Parece pensar que hablo en serio y asiente.

“De acuerdo. ¿Quién es?” pregunta ella y mira alrededor.

Mierda. Debí haberme preparado para esto. Escaneo la multitud y busco a alguien que se parezca vagamente a Emily.

“Huh… está ahí”, digo yo, asintiendo a una rubia linda y delgada cerca de la puerta de salida. “En ese mameluco negro.”

“Ah”, dice ella, asintiendo. “Es linda.”

Hago una mueca y ella responde.

“Lo siento”, dice ella. “Te preguntaría por qué no están juntos, pero no quiero echarle sal a la herida.”

“Estoy seguro de que podrías compensármelo”, digo yo con una sonrisa.

Su forma de voltear los ojos fue épica. Mi sonrisa se vuelve traviesa. Tomo un trago de mi cerveza, la cual ya está bastante tibia.

Miro por encima de mi hombro para ver lo que está haciendo Mason, pero no está por ningún lado. Maldito.

Cuando miro hacia atrás, ella está frunciendo el ceño de nuevo a su pantalla. Mierda, está perdiendo de nuevo el interés. ¿Por qué demonios Mason tuvo que escogerla a ella?

Necesito un nuevo método.

“Hey, ¿qué es tan interesante en tu teléfono?” pregunto yo.

Ella me mira. “Un correo de mi jefe. Soy abogada y mi jefe es demasiado detallado. Lo estoy intentando, pero no logro comprender este correo.”

Ladeo mi cabeza. ¿Cómo debería solucionar esto? Supongo que no he intentado ser directo todavía…

“¿Puedo hacerte una pregunta?” digo yo.

“Claro. Pregunta”, dice ella y apaga la pantalla de su teléfono. Ella me mira.

Me inclino, bajo la voz y utilizo toda la fuerza de mis ojos azules. “¿Tienes novio o esposo?”

En sus mejillas aparece un ligero rubor. “No.”

“De acuerdo. ¿Qué tal esto? Guardas tu teléfono por veinte minutos y me dejas entretenerte.”

El rubor se expande por todas sus mejillas. “De acuerdo…” dice ella, dudando.

Mete su teléfono en su cartera con un golpe satisfactorio. Sonrío y estiro mi mano.

“Jett James.”

“Cady Ellis”, dice Cady. Su agarre es firme e incluso dominante.

Tengo una imagen mental dominándola en la cama y ella luchando cada segundo hasta que está gritando mi nombre. Mi pene se retuerce ligeramente.

Es en ese momento que decido que me gusta.

“Un placer”, le aseguro. “Parece que ya terminaste con tu trago. ¿Qué tal si vamos al bar y te consigo otro?”

“Oh, no lo sé… tengo trabajo mañana…” dice Cady. Pero puedo notar que quiere otro trago y usa la excusa para coquetear.

“Vamos. Otro trago”, digo yo y le ofrezco mi mano. Le guiño el ojo. “Nuestra relación necesita algo de picante.”

Cady voltea sus ojos, pero me permite guiarla al bar. Pido un whisky puro para mí y ella pide un vodka con un poco de soda y rodaja extras de limón.

“Y dos shots de tequila”, digo yo. “Y no pretendas que no quieres. Te vas a tomar el shot.”

Cady arruga sus cejas, pero no lo rechaza. “De acuerdo.”

El bartender sirve los dos shots y me entrega los limones. Le deslizo el vaso del shot a ella y levanto el mío.

“¿Por qué deberíamos celebrar?” pregunta Cady.

“Por una buena noche”, digo yo, chocando mi vaso con el suyo. Tomo el licor, me quema, pero es delicioso. El limón hace su trabajo y sabe algo agrio después del tequila.

“Jesús”, dice Cady, temblando mientras muerde su pedazo del limón. “No tomo tequila desde la universidad.”

Le guiño el ojo y echo el pedazo de limón usado en mi vaso. “Vamos al borde del techo. Me gusta tener una perspectiva diferente siempre que puedo.”

Lidero el camino y Cady me sigue hasta el borde, el cual está protegido con barras de metal. Miro al paisaje y soy recompensado con una vista de la esquina de la calle Atlanta del centro desde ocho pisos de altura. Aunque es tarde, todavía hay bastante tráfico y da la impresión de ser un mar de luces rojas.

Cady se detiene a mi lado y se inclina para mirar. Observo su trasero y se ve fantástico ahora mismo, atrapado en esa falda de tubo.

“Todo se ve tan pequeño desde aquí arriba”, suspira Cady.

“Creo que ese es el tequila hablando”, digo yo y levanto mis cejas.

Cady me mira. “Sí, cierto.”

Cady desvía la mirada e inclina sus codos en la barra de metal más alta. Imito su posición y noto que solo soy unos centímetros más alto que ella. Cady es mucho más alta de las chicas con las que suelo salir, pero es agradable.

Cady me mira y bebe de su trago.

“¿Qué haces?” pregunta Cady.

“Soy un agente deportivo”, digo yo. “Pero solía ser un jugador de béisbol profesional.”

Sus cejas se elevan. “¿En serio?”

“Sip. Fui el jardinero central de los Atlanta Braves por tres años.”

“¿Por qué no sigues jugando?” pregunta Cady y ladea su cabeza.

Yo arrugo mi cara. “Me desgarré el manguito rotador. El doctor del equipo miró mi hombro y dijo que necesitaba cirugía. Eso fue todo, hasta ahí llegó mi carrera.”

“Jesús. Lo siento”, dice Cady, mirando mi hombro. Puedo sentir ese cálculo de nuevo, sus ojos grises escaneándome mientras hacen una especie de cálculo.

“Está bien. Puedo hacer algo que me gusta, así que no puedo estar muy molesto.” Bebo un trago de mi whisky y disfruto el ardor mientras trago. “¿Cuál es tu trabajo?”

“Soy abogada. Litigadora civil para ser exactos. Trabajo para Hansen & Felder.”

“Lo siento, pero no sé nada de leyes.”

“Somos una de las principales firmas de la ciudad”, dice Cady.

“Suena lujoso”, bromeo yo. Cady me mira y se ríe.

“Sí. No es muy romántico”, admite Cady. Su teléfono comienza a vibrar con insistencia en su cartera. “Ugh, por esto. Son las diez y media un viernes por la noche y sigo recibiendo llamadas.”

“Diles que fuiste temprano a la cama. Estabas enferma y querías descansar un poco.” Elevo mis cejas. “De esa forma también te cubres para mañana.”

De nuevo parece que quiere tomar mi consejo, pero una parte de ella duda.

“Oh, no lo sé…” dice Cady, arrugando su nariz.

“¿Sabes lo que necesitas?” pregunto yo.

“Hmmm, ¿ir temprano a la cama?”

“No, creo que necesitas bailar.”

“Oh, no lo sé, Jett…” dice Cady. Su lenguaje corporal es algo reservado.

“Esto no es bueno para nuestra relación, Cady”, bromeo yo. “Vamos, solo un baile.”

Cady me hace una mueca, pero me permite tomar su bebida y bajarla. Tomo su mano y noto lo delicada que parece y la llevo a un área donde hay varias personas bailando.

Cady está tiesa al comienzo, su cara parecía decir “puedo pensar en diez cosas que preferiría hacer en vez de esto.” Se mueve como si estuviera hecha de madera y apenas me toca.

Esto no servirá.

La giro gentilmente y acerco su cuerpo al mío. La música ruge y nos movemos con ella. Lento al comienzo y luego con más fuerza hasta que ella comienza a tocarme.

Sí, mierda, pienso. Dios, se siente bien.

Cady me sorprende al girar, deslizar sus brazos por mi cuello y besarme. Me sorprendo al comienzo, pero sus labios son tan suaves y dulces. Me invitaban.

La sensación va directo a mi pene y me pongo duro al instante.

Comienzo a liderar el beso, domino sus labios y a tocar su lengua con la mía. Sabe increíble, a menta fresca y vodka. Podría beber de sus labios por toda la noche.

Cady se retira, prácticamente jadeando. “¿Quieres ir a mi casa? No vivo lejos.”

Oh, diablos. Claro que quiero.

Pero Mason aparece en mi cabeza y lo arruina todo. Es muy fácil ir a casa con una chica y no volverla a ver.

La miro y sigo saboreándola en mis labios. Sería genial aceptar su oferta, ir a su casa y follarla hasta que salga el sol. Pero hay algo en ella que no me permite hacerlo.

¿Así se siente ser un caballero? Me pregunto yo.

“Sabes, no hay nada que me gustaría más que llevarte a casa y hacerte gritar mi nombre hasta que quedes ronca”, le susurro yo al acercarme. “Pero no creo que eso sea bueno para nuestra relación. No puedo llevarte a casa, no hemos tenido ni siquiera nuestra primera cita.”

Cady se pone roja como un tomate. “Yo… yo… debería irme…”

Cady saca el teléfono de su cartera y se voltea. Mi brazo se estira y la agarra, deteniéndola.

“No te vas a ir sin mi número”, digo yo. “Ni siquiera lo intentes.”

Le saco su teléfono de su mano, ignoro la mirada que me está dedicando. En unos segundos pongo mi nombre y mi número y luego me llamo a mí mismo. Mi teléfono comienza a sonar con “Swimming Pools” de Kendrick Lamar y luego le guiño el ojo.

“Ahora tengo tu número”, le bromeo yo y le regreso su teléfono.

“Aj, adiós”, dice Cady, volteándose.

No puedo resistir la oportunidad de agarrarla y volver a girarla hacia mí, presionar sus caderas con las mías y volver a reclamar su boca. Sus uñas se clavan en mi pecho, pero puedo notar que le gusta ser dominada.

La suelto y mis dedos pican con ganas por darle una nalgada. Honestamente, con esa falda de tubo prácticamente me lo está rogando.

“Ahora te puedes ir”, digo yo con una sonrisa.

Desearía tener una fotografía de su expresión, de indignación mezclado con interés carnal. La indignación ganó y ella me hizo una mueca y volteó. La vi escapar lo más rápido que pudo en esos tacones altos.

Me sueno los nudillos y pienso que debería haberla llevado a casa, al diablo con Mason.

Me muevo hacia la salida mientras ajusto el bulto en mis pantalones y miro alrededor. Mason y Alex no están por ningún lado. Típico.

Bajo lentamente por las escaleras y pienso en Cady. Su suéter rojo, su falda de tubo y sus tacones.

Sí, las mujeres son todas iguales… pero al menos alguien ha capturado mi interés.

Sonrío mientras bajo por las escaleras.

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