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II. El Museo de Historia Natural Colegio de San José
LOS INICIOS DEL MUSEO Y EL HERMANO NICÉFORO MARÍA
El hermano Nicéforo María (Antoine Rouhaire Siauzade) (Foto 2), nació en Briade, Alto Loira, Francia, en 1888. Mientras adelantaba sus estudios religiosos en el noviciado de los hermanos, se aprueba y aplica en Francia la Ley Combes. El Instituto del Canónigo de Reims, al que pertenecía Antoine, optó por el destierro, y sus religiosos se dispersaron en países vecinos. Las casas de formación fueron trasladadas a Lembecq-les-Hall, en Bélgica, y hasta allí se encaminó Rouhaire Siauzade. En 1908, a la edad de 20 años, fue trasladado a Colombia para realizar su apostolado, y se instaló en Medellín (Daniel [hermano] 1980: 26-27).
Foto 2 Hermano Nicéforo María (Antoine Rouhaire Siauzade)
Fuente: Archivo MHN-CSJ. S. f.
¿Con qué ciudad se encontró Nicéforo María a su llegada? Desde finales del siglo XIX, Medellín se había fortalecido como eje de la vida regional, gracias a los nuevos procesos que sufrió la región antioqueña: la expansión de la economía cafetera, el desarrollo minero y los avances de las obras del Ferrocarril de Antioquia, que comunicaron la ciudad con el río Magdalena. La actividad económica de la urbe fue cada vez más compleja e importante en las primeras décadas del siglo XX (Álvarez, 1996: 77-78).
La población de Medellín, que en 1905 era de 59.815 habitantes, había ascendido a 65.547 pobladores según el censo de 1912 (Álvarez, 1996: 77-78), por lo que la consolidación de la ciudad como centro urbano y el rápido crecimiento de la población estuvieron acompañados de dificultades para combatir la miseria, la precariedad y el hacinamiento en las viviendas, así como las deficiencias de salubridad pública y educación (Castro, 1996: 410). Por ejemplo, en el ramo educativo, el registro de la instrucción primaria oficial para 1913 reportaba un total de 79 escuelas, 53 de ellas urbanas, con 7.344 alumnos y una cobertura del 10.9 % de la población (Municipio de Medellín, 1916).
A su llegada a Medellín, el hermano Nicéforo María fue designado como profesor de historia natural, francés e inglés en el Colegio de San José (Daniel [hermano] 1980: 26-27). Luego, en 1911, Nicéforo María inició las colecciones zoológicas que dieron origen al Museo de Historia Natural Colegio de San José, oficialmente inaugurado en 1913.6 El objetivo de su creación fue dar cumplimiento a la Ordenanza n.° 25 de 1911, según la cual los establecimientos educativos debían organizar un museo escolar. El hermano Antonio Dionisio, director del Colegio, nombró al hermano Nicéforo María para que se encargara de coleccionar animales y al hermano Antonio para coleccionar minerales (Serna Díaz [hermano], 1989: 5). Aunque Nicéforo María no tenía experiencia al respecto, empezó a coleccionar ejemplares «de ese mundo fantástico e inexplorado como era el de la fauna y flora regional. No tenía que ir muy lejos para coleccionar magníficos ejemplares; bastaba recorrer unos cuantos metros y ya se estaba en el monte» (Serna Díaz [hermano], 1973: 2).
Inicialmente no existía un local especial para el Museo, así que el material fue dispuesto en muebles o en el piso de un aula de clase. En 1912, se construyeron dos vitrinas, que junto con otros anaqueles se ubicaron en un salón aparte, en secciones divididas así: ornitología, mamíferos, reptiles y cerámica y mineralogía (Serna Díaz [hermano], 1973: 2). En este momento, el Museo funcionaba en el centro de la ciudad –carrera 51, avenida Juan del Corral, n.º 53-12–, donde estaba ubicada la sede del Colegio. Su fachada y capilla se muestran en la Foto 3.
Foto 3 Primera sede del Colegio de San José de la Salle de Medellín
Fuente: Periódico El Colombiano.
Mientras Apolinar María trabajaba en el Museo del Instituto de la Salle en Bogotá, Nicéforo María emulaba sus actividades en el Museo de Medellín, y el canje de material enriquecía las colecciones de ambas instituciones.7 Aunque son escasos los registros conservados sobre el funcionamiento del Museo durante la dirección de Nicéforo María, en 1919 se publicó el primer número del Boletín del Colegio de San José, con un aparte sobre el Museo en la sección de Información. El Boletín consta de unos pocos artículos, ninguno de carácter científico, y un prospecto del Colegio. En este último, se destaca el papel del Museo en la institución educativa:
El museo de este plantel, por el número, variedad y belleza de las muestras que encierra, constituye una fuente abundante de ilustración e iniciativa para los educandos; es valioso adorno, no solamente del Colegio de San José, sino también de la ciudad de Medellín y de Antioquia toda (CSJ, 1919: 32-33).
En ese mismo pasaje, también se informa a los lectores que las personas que quisieran enviar material, podían hacerlo exento del pago de servicios postales, ya que el Museo contaba con franquicia postal. Según el texto, el horario de visitas del Museo era los domingos, de 12.00 m. a 4.00 p. m. En la última página de este primer Boletín, también se encuentra un breve relato, escrito en inglés, que invita a los estudiantes a visitar el Museo y conocer la colección de pieles de aves rapaces, loros, colibríes y pelícanos. El relato termina con un llamado a los estudiantes para que se animen a colectar nuevos ejemplares para llevarlos al Museo.8
Nicéforo María publicó su primer artículo de carácter científico en 1920, titulado «La ornitología en Antioquia» (1920: 17-19). En él se describe brevemente el trabajo realizado por el naturalista y miembro de the Zoological Society de Londres, Thomas Knight Salmon, que colectó material para el Museo Británico entre 1872 y 1878. También destaca el trabajo realizado en el Museo y la visita de especialistas extranjeros:
Nosotros empezamos la colección sistemática de las aves de Antioquia en julio de 1910. Tras largas excursiones y labores prolongadas, tenemos hoy la satisfacción de afirmar que dicha colección es muy completa respecto a las especies que habitan la región de Medellín y las regiones circunvecinas distantes solo un día de camino de la ciudad. Los diferentes ejemplares están rigurosamente clasificados y forman la porción más hermosa del Museo del Colegio de San José. Deseamos vivamente ampliar esta colección mediante la adquisición de las especies que habitan las regiones apartadas de Medellín. Por eso, mucho agradeceríamos a los amigos del Colegio y a los aficionados al ramo, si se relacionaran con este Museo y, aprovechando la franquicia postal de que goza, le enviaran ejemplares de tierra caliente y fría.
En noviembre de 1914, recibimos la visita de los señores Leo E. Miller y Howarth Boyle, notables colectores enviados por el Museo de Historia Natural de Nueva York, para completar el estudio de la avifauna del departamento de Antioquia. Dichos señores, a quienes dimos gustosos las informaciones que solicitaban, visitaron algunas comarcas no exploradas por Mr. Salmon (Nicéforo María [hermano], 1920: 18).
La invitación a colaboradores del Museo y aficionados a colectar especímenes y la existencia de una franquicia postal son registros de los esfuerzos del director del Museo, a comienzos del siglo XX, por aumentar las colecciones científicas y los posibles intercambios de material. Asimismo, la visita de los especialistas estadounidenses al Museo hace visible que la institución comenzaba a erigirse como un referente científico de importancia en la ciudad.
En el Boletín del Colegio de San José, número 4-5, publicado en julio de 1920, aparece un apartado titulado «Museo», en el que se consignaron «las dádivas recibidas» durante el período de febrero a junio de 1920. Los donativos fueron variados e incluían material enviado por el padre eudista Agustín Andrieux, de la región del municipio de San Pedro; un cuero de mono, enviado por un hermano, profesor del Colegio de San José del municipio de Sonsón; una remesa de reptiles, batracios e insectos, enviada por los hermanos del colegio de Santa Rosa de Osos; aves, batracios y plantas, suministrados por alumnos del mismo colegio; y algunos folletos de botánica, entregados por el doctor Andrés Posada Arango9 (Nicéforo María [hermano], 1920: 42-43). Las donaciones realizadas por el célebre médico antioqueño son una señal de respaldo a la labor del Museo y a los esfuerzos de compilación de material científico emprendidos por el hermano Nicéforo María.
En el Boletín n.º 8 aparece la Sección Científica, aunque solo contaba con un artículo, escrito por Nicéforo María; en él se describen «las dádivas recibidas» por el Museo entre octubre de 1920 y abril de 1921. Estas incluían, además, los siguientes objetos, remesas de hermanos ubicados en otros colegios lasallistas: herpetos provenientes de Sabanalarga, enviados por el cura del municipio; aves, murciélagos, culebras, cráneos de mamíferos, objetos de cerámica indígena y minerales, conseguidos por los alumnos; y otros materiales, donados por particulares. En ese mismo artículo, Nicéforo María señala que, en compañía de otros hermanos profesores del Colegio, se habían realizado varias excursiones en busca de reptiles y anfibios (Nicéforo María [hermano], 1921a: 120-122). Posteriormente, en el mismo año 1921, publicó, en dos partes, el artículo titulado «Las ardillas de la región de Medellín» (Nicéforo María [hermano], 1921b: 146-148; y Nicéforo María [hermano], 1921c: 185-186), en los que realizó anotaciones sobre los caracteres más notables de algunas especies de ardillas y observaciones de individuos en diferentes puntos del valle de Medellín.
De otra parte, indagando sobre la enseñanza de las ciencias naturales en el Colegio de San José, en su «Prospecto» de 1922, se encontró que «el método experimental intuitivo» era la base de su propuesta:
Objetivas son las lecciones que se dictan, ora en las aulas, ora en el Museo, o en el laboratorio; y a menudo en el campo, bajo la dirección del profesor, los alumnos, respirando el aire puro, pueden a sus anchas examinar los objetos, reconocerlos, analizarlos prácticamente y adquirir de este modo conocimientos preciosos sin cansancio ni fastidio. Forman así colecciones científicas de real valor y se acostumbran a la observación y al trabajo personal. Los alumnos tienen a su disposición un espléndido museo, artística y científicamente ordenado, en el cual la fauna, la flora y el reino mineral de Colombia y particularmente de Antioquia ostentan muestras variadísimas que favorecen el estudio de las ciencias y prestan oportunos elementos a las lecciones objetivas en las aulas.
[…] de cuando en cuando, por medio de sustanciosas conferencias científicas y con el auxilio de proyecciones luminosas, se explanan ante los alumnos asuntos de sumo interés y se les comunican oportunamente los descubrimientos progresivos de la ciencia (Nicéforo María [hermano], 1922: 10-11).
La información del «Prospecto» expresa la intención, por parte del Colegio, de franquear la enseñanza confinada solamente al aula de clase y basada en la exposición oral del maestro, a una enseñanza de las ciencias que, junto con las lecciones de clase, se apoya en la intuición y en un papel activo por parte del alumno. Como se evidenciará a lo largo del texto, la formación de museos en las escuelas, la instrucción a partir del uso de las colecciones con ejemplares del territorio nacional y la realización de excursiones al campo, fueron propuestas claves en la modernización de la enseñanza planteadas en varias de las instituciones educativas lideradas por los Hermanos Cristianos de la Salle. Al mismo tiempo, esta red de instituciones fue un elemento determinante en la configuración de redes de intercambio de muestras recolectadas y de apoyo para la realización de excursiones científicas en Colombia.
Gracias al trabajo del hermano Nicéforo María, director del Museo, y a los obsequios que enviaban algunas personas, las colecciones en el Colegio de San José continuaron creciendo hasta 1922, año en que fue trasladado a Bogotá. A partir de esta fecha y durante los siguientes 12 años, las actividades del Museo sufrieron un receso. Por ende, las colecciones se incrementaron muy poco; sin embargo, el hermano Claudio Félix (CSJ, 1963: 41),10 responsable del Museo en dicho período, se ocupó de la buena preservación del material (CSJ, 2001: 17).
EL HERMANO NICÉFORO MARÍA: UN NATURALISTA CONSAGRADO, Y LA RED DE MUSEOS DE LA SALLE
A su llegada a Bogotá, el hermano Nicéforo María comenzó a trabajar en el Museo del Instituto de la Salle al lado del hermano Apolinar María. Para 1929, Nicéforo María era miembro de número de la Sociedad Colombiana de Ciencias Naturales y delegado de la Comisión de Vertebrados de la sección de Zoología y Botánica (Idinael [hermano], 1951: 18).
Con la intención de aumentar las colecciones del Museo, estableció correspondencia con otras instituciones académicas (Foto 4) e intensificó las excursiones científicas en los departamentos centrales de Colombia; entre 1923 y 1930 realizó, por ejemplo, seis visitas a Villavicencio (Meta). De otra parte, recibió material zoológico colectado entre 1924 y 1927 por diferentes religiosos lasallistas del colegio de Honda (Tolima). A la vez que aumentan las colecciones en el Museo, publicó en el Boletín del Instituto algunas traducciones anotadas de las descripciones realizadas por zoólogos sobre los vertebrados guardados en el Museo de la Salle. Esta labor buscaba divulgar en Colombia los estudios taxonómicos publicados en revistas de difícil acceso en el país (Rodríguez, 2002: 231).
Foto 4 Carta del 27 de abril de 1938 del hermano Nicéforo María al doctor Gerardo Botero A., decano de la Escuela Nacional de Minas (Medellín), para promover el intercambio de material científico
Fuente: HNM-CE-DD, documento 1, en: Archivo MHN-CSJ.
En 1933, en cumplimiento de sus actividades de docencia, Nicéforo María pasó a San Gil (Santander) y en 1935 a Cúcuta (Norte de Santander), donde organizó sendos museos de historia natural y extendió sus actividades de exploración a nuevos espacios de la geografía nacional (Rodríguez, 2002: 231). Como lo narra en una carta enviada al hermano Daniel el 3 de marzo de 1940, aprovechaba sus visitas a otras sedes de la comunidad lasallista para realizar excursiones y grandes cacerías:
[…] mi permanencia en Villavicencio había sido muy fructuosa; de allá traje 200 pieles debidamente preparadas –trabajo enorme para un solo preparador en el correr de un mes corto–. Las cacerías fueron particularmente interesantes, ya que se consiguieron unas cuantas especies que no se encuentran señaladas en la variada literatura sobre la fauna colombiana.
Al día siguiente del retiro anual, salía para Cúcuta. De allí pasé a Encontrados (Venezuela), y con varios hermanos de la comunidad de Cúcuta hicimos una colección muy interesante de aves del Catatumbo. […] después de muchas labores, encaminadas sobre todo a preparar la exposición que los HH. de Cúcuta están adelantando para las fiestas del Centenario de Santander, regresaba a Bogotá con una importante colección de quirópteros recogidos durante mi correría –14 especies– y muchas aves interesantísimas (HNM-CE-DD, f. 2, documento 2, en: Archivo MHN-CSJ).
La labor como naturalistas de los Hermanos Cristianos de la Salle en Colombia durante el siglo XX estuvo encaminada principalmente a realizar un inventario de la fauna y la flora del país. En varios países europeos, la construcción de catálogos de la naturaleza había sido hecha por naturalistas de los siglos XVII y XVIII (Foucault, 1976: 126-163); dada la ausencia de trabajos completos de este tipo en Colombia, los hermanos naturalistas intentaron llevarlos a cabo. Para efectuar estos inventarios, la comparación de los especímenes colectados con material bibliográfico era necesaria e indispensable para su identificación y clasificación, como lo señala la carta de Foto 5. Sin embargo, con frecuencia, el acceso a la documentación era un obstáculo:
[…] el año 39 se cerró con la adquisición de seis especies de ofidios nuevos para la ciencia. La falta de material necesario para la comparación y sobre todo la carencia de la literatura pertinente, me impidieron que interviniera exclusivamente en el estudio de las especies nuevas, que reconocí como tales (HNM-CE-DD, documento 2, en: Archivo MHN-CSJ).
En 1942, Nicéforo María publicó una de las primeras monografías de serpientes de Colombia que se conoce. En ella registró 180 especies diferentes, 26 de las cuales eran nuevas para la ciencia o registradas por primera vez para Colombia (Nicéforo María [hermano], 1942: 84-101).
Desde el Museo de la Salle, el hermano Apolinar María y en especial el hermano Nicéforo María fueron un apoyo fundamental para la identificación de especímenes recolectados en los museos de otros centros educativos lasallistas. Además, la visita de especialistas internacionales a dicha Institución también era aprovechada para la revisión e identificación de material del Museo del Colegio de San José, como lo muestra la carta enviada por Nicéforo María al hermano Daniel, el 19 de julio de 1943, a propósito de la visita del eminente científico Emmett Reid Dunn,11 curador de reptiles y anfibios de the Academy of Natural Sciences de Filadelfia:
La presente [hermano Daniel] tiene por objeto saludar a S. R. muy atentamente y manifestarle que si tiene ejemplares de «tatacoas» o «ciegas» […] y si desea hacerlos estudiar o revisar por un especialista muy competente que ha llegado a Bogotá, los puede enviar al I. de la Salle.
Tendré el mayor gusto en hacerlos determinar por mi amigo muy íntimo desde largos años atrás, el doctor Dunn, de EE. UU, que está revisando actualmente nuestra importante colección de reptiles y batracios del país. Como el doctor Dunn es muy entendido en cecílidos, este estudio no sufrirá la menor demora y el material recibido será devuelto a S. R. sin tardanza.
Si S. R. desea aprovechar esta oportunidad para hacer determinar o revisar las ranas, sapos y lagartos de su colección, puede hacerlo con toda confianza. El doctor Dunn pasa la mayor parte de los días en mi compañía, en el I. de la Salle, y estará feliz de ver este material y de estudiarlo inmediatamente (HNM-CE-DD, documento 6, en: Archivo MHN-CSJ).
Foto 5 Carta del 1 de julio de 1940 del hermano Nicéforo María al hermano Daniel, director del Museo de Historia Natural Colegio de San José (Medellín), en la cual menciona la identificación de varios especímenes
Fuente: HNM-CE-DD, documento 3. Archivo MHN-CSJ.
Para el intercambio epistolar y de material científico o bibliográfico, los Hermanos de la Salle, además del correo ordinario, también recurrían a los hermanos del distrito que viajaban entre las ciudades, como se aprecia en este fragmento de una carta del hermano Nicéforo María enviada al hermano Daniel en octubre de 1943:
[…] el sirviente que me entregó los paqueticos que S. R. me envió, me dijo que un hermano de Medellín había llegado a la procuraduría de Bogotá […] y había dejado allí los dos paquetes. En el caso de que el tal hermano se acerque al I. de la Salle y quiera aceptar el encargo de llevarse él mismo al Colegio de San José de Medellín todo el material que S. R. me envió para la identificación de las especies, yo aprovecharé esta oportunidad. En caso contrario, se lo remitiré a S. R. por correo ordinario (HNM-CE-DD, 1949-07-03, en: Archivo MHN-CSJ).
Recurrir a estos viajeros para el transporte de encomiendas entre los museos reducía los costos y garantizaba la llegada del material en perfecto estado y en corto tiempo.
El asesinato del líder popular Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948, en Bogotá, provocó una insurrección popular acompañada de saqueos e incendios inducidos por los manifestantes. Edificaciones importantes del centro de la capital, entre ellas el Museo de la Salle, las iglesias y muchos locales, además de los tranvías, se vieron afectados. Un rumor difundido por un locutor de la emisora Nueva Granada, que informaba que en el Museo de la Salle se conservaba una gran cantidad de armamento que podía ser utilizado para atacar al pueblo, llevó a la muchedumbre a asaltar, el 10 de abril, las instalaciones del Instituto. Paradójicamente, los artefactos a los que se refería el locutor pertenecían a una colección de armas utilizadas en Europa durante la guerra de 1914, que habían sido donadas por el gobierno francés. Dos bombas de dinamita fueron lanzadas contra el Instituto de la Salle, y se generó el incendio que, tras los saqueos, consumió el herbario del hermano Apolinar María, las colecciones del Museo, su archivo y la biblioteca científica (Gonzalo Manuel [hermano], 1948: 14).
Al respecto, en una carta enviada al director del Instituto de Ciencias Naturales, Armando Dugand, el 3 de julio de 1949, Nicéforo María menciona lo siguiente:
[…] uno de mis mayores desconsuelos sigue siendo la pérdida de la biblioteca científica del Museo de la Salle. Hasta aquí, no he podido conseguir las descripciones y las obras de consulta que son más indispensables para algún trabajo personal. Como un pobre mendigo, ¡acepto toda limosna «intelectual»!... El doctor De Schauensee me ha enviado los separados de sus diferentes publicaciones. Lo mismo ha hecho el doctor Zimmer. Algo es algo y estoy muy agradecido (HNM-CE-DD, 1947-07-038, en: Archivo MHN-CSJ).
Luego del fatídico incendio, la salud de Apolinar María, a sus 81 años, se afectó seriamente. Murió al año siguiente y fue sucedido en la dirección del Museo de la Salle por Nicéforo María, que emprendió numerosas excursiones científicas a varias regiones del país para coleccionar material y reconstruir las colecciones destruidas.
26 de octubre de 1951
Muy querido y recordado hermano Daniel:
Aprovecho esta oportunidad para enviarle algunas muestras de un recuerdo que traje del río Orteguaza, Caquetá, a unos 80 km de Florencia (21 de agosto de 1951). Son las únicas muestras botánicas que conservaba de la intendencia. Si no está uno equipado convenientemente para secar las plantas inmediatamente, es inútil recogerlas, pues todo se pudre y se parasita. Las lluvias son casi incesantes y torrenciales, de día y de noche, durante la mayor parte del año, en esta región de grandes ríos y de selva sin discontinuidad.
He recogido unas 2.000 pieles de pájaros, unos 200 + 50 mamíferos y bastante material enfrascado. Las procedencias son: Norte de Santander, Meta, Caquetá.
La falta absoluta [de espacio] me impide que desempaque este material, tanto en el Instituto de la Salle como en el Liceo, en la librería Stella o en el Veinte de Julio. Todo lo recogido esta amontonado en el hall del noviciado: 14 cajas de Norte de Santander, 9 cajas de Caquetá, unas 12 de Meta; estas las he podido arrinconar en el I. de la Salle. La crisis de local es actualmente increíble, pero real, en todas nuestras casas de Bogotá, y me es imposible estudiar lo que recolecté en estos dos años hasta que me den algún salón para este trabajo. En la actualidad, los nuevos locales del Instituto de la Salle no tienen sino las paredes; nada está terminado; no hay puertas, no hay ventanas ni vidrios puestos en ninguna parte (HNM-CE-10, f. 2, en: Archivo MHN-CSJ).
Los esfuerzos por reconstruir las colecciones fueron grandes, pero debido a la ausencia de un local para reubicar el Museo, las piezas que se salvaron y el material nuevo recolectado permanecieron varios años empacados y almacenados. Solo en 1960, 12 años después del incendio, se acondicionó un salón para ubicar las colecciones que permitía la entrada de visitantes (Serna Díaz [hermano], s. f.: 6), y a partir de los años setenta comenzó la construcción de los muebles para albergar el material (HNM-CE, documento 62). El incendio del Museo fue un suceso nefasto para el desarrollo científico del país, ya que se perdieron las anotaciones de campo y los especímenes que en algunos casos correspondían a especies nuevas para la ciencia o eran provenientes de áreas que ya no existen, además de los que habían sido revisados taxonómicamente por especialistas internacionales.
En Colombia, el envío de especímenes científicos a los museos de los Hermanos Cristianos de la Salle, dependía en la mayoría de los casos de esfuerzos individuales de discípulos o colaboradores que habitaban diferentes regiones del país y tenían vocación empírica para el trabajo de campo. Pero, si por algún motivo se perdía la conexión con ese colaborador, la posibilidad de volver a obtener material de dicha zona se desvanecía. Un ejemplo de ello puede leerse en una carta enviada por Nicéforo María al hermano Esteban Gabriel (Marco Antonio Serna) el 16 diciembre de 1965:
[…] sigo muy interesado en la recolección de reptiles y batracios, así como toda clase de vertebrados, particularmente cuando hay posibilidad de conservarlos en líquido. Muchas veces me pregunto cómo hiciera para obtener material del oeste colombiano, y particularmente de Chocó. La mastozoología, la ornitología y la herpetología de estas regiones me son conocidas en su mayor parte; pero el material que procedía de esta parte de Colombia fue destruido en el incendio del Museo y no hay ahora quién colabore para continuar el estudio de tan interesante fauna. Antes del desastre de 1948, teníamos material algo abundante de Quibdó. Me lo había enviado periódicamente, durante dos años, una hermana del hospital de la ciudad. Había de todo: pajaritos en alcohol, murciélagos interesantísimos, lagartos, culebras, peces, caracoles terrestres, insectos raros, etc. Yo solía darle a la hermana los nombres científicos de los animales recibidos, agregando algunos detalles de interés sobre cada especie, y tenía la impresión de que mis cartas eran leídas en público, porque notaba que cada vez iba aumentando el interés por capturar nuevo material, mejor preparado y más variado; seguían al pie de la letra mis indicaciones y parecían como complacidos en esta colaboración que, en verdad, fue valiosa ayuda para el conocimiento de la fauna especial de esta región de Colombia (HNM-CE, f. 2, documento 21).
Sin embargo, como ya se mencionó, la existencia en Colombia de una red de instituciones educativas pertenecientes a los Hermanos Cristianos de la Salle permitió establecer redes de colaboradores más o menos estables que favorecían y facilitaban el intercambio de especímenes entre las instituciones y ayudaban recuperar, en parte, las colecciones del Museo de la Salle.
EL HERMANO NICÉFORO MARÍA: UN CIENTÍFICO RIGUROSO Y PERSEVERANTE
Durante toda su vida, el hermano Nicéforo María coleccionó, preparó y estudio miles de especímenes. Su trabajo como naturalista fue vasto; llegó a ser especialista de vertebrados, aunque también realizó grandes aportes en el campo de la paleontología, los artrópodos e incluso la botánica. Era considerado un maestro y un experto en zoología, principalmente en quirópteros y «herpetos». En homenaje a sus aportes al estudio de este grupo taxonómico, los especialistas estadounidenses Doris B. Cochran12 y Coleman J. Goin le dedicaron su obra13 (López López, 1989: 135).
Nicéforo María era conocido por su excesiva rigurosidad en la preparación e identificación de ejemplares zoológicos (HD-CE, documento 10). Por ello, la presencia en sus misivas de instrucciones o recomendaciones para la manipulación y envío de especímenes, en especial de murciélagos, era recurrente.
3 de octubre de 1965
Muy R. H. Esteban Gabriel:
Me apresuro a decir a S. R. que no saque los cráneos de los murciélagos, porque deseo recibirlos en el mejor estado de conservación que sea posible para favorecer el estudio científico de los mismos. La extracción de los cráneos y su preparación son muy delicadas, y suelo arreglarlos con ayuda de una lente de bastante aumento. Las verrugas de los labios, los adornos nasales y otros detalles del aspecto exterior de la cabeza no se deben alterar o destruir, porque son caracteres esenciales para su identificación. Con mayor razón hay que proceder con muchísimo cuidado para no romper o desfigurar los huesos tan delicados del cráneo y no quitar o romper los dientes, que son la base del estudio (HNM-CE, documento 19).
Según el hermano Daniel, el trabajo detallista de Nicéforo María en las disecciones minuciosas de los cráneos, dentadura y apófisis de la base del cráneo de los murciélagos, lo llevaron a sospechar, desde esa época, que allí residía la clave de lo que más tarde se descubrió era el centro de emisión y recepción de las ondas ultracortas que les permiten a estos mamíferos percibir su entorno (Daniel [hermano], 1980: 26-27).
En esa carta de 1965, a la par que Nicéforo María solicitaba material, también sugería invitar a los estudiantes del Colegio de la Salle de Envigado a participar en la recolección de quirópteros, orden de mamíferos de gran interés para él, puesto que veía con preocupación la ausencia de un inventario de este grupo taxonómico en Antioquia.
[…] sabiendo que sus chicos del Colegio son entusiastas colaboradores, se puede esperar la recolección, con su ayuda, de buen material regional de quirópteros. Hasta ahora, quién puede contestar a estas preguntas: ¿cuáles son las especies de murciélagos que hay en Medellín? ¿En Antioquia?... ¿En qué museo del departamento hay una colección verdadera de estos mamíferos alados?... Nuestro Museo de Bogotá tiene mucho más de 60 especies, pero prácticamente nada tiene de Antioquia (HNM-CE, documento 19).