Kitabı oku: «Una camaradería de confianza», sayfa 2
Müller no sólo estaba comprometido con sus propios ministerios. Su extenso corazón emprendedor tenía un enfoque más amplio en las cosas del reino. Pero es importante mencionar que, a pesar de la magnitud de su generosidad, él nunca perdió su orientación doctrinal. Por ejemplo, llegó un punto en el que interrumpió sus contribuciones a la MIC de Taylor, hasta que ocurrió la renuncia de uno de los líderes principales que había abrazado la doctrina del aniquilacionismo, rechazando la doctrina bíblica del infierno como tormento eterno y consciente.33
A. T. Pierson, biógrafo autorizado de Müller, dijo que la Institución del Conocimiento de las Escrituras de Müller «le debe su existencia al hecho de que su fundador ideó cosas grandes y generosas para la causa del Señor».34 De hecho, ese estandarte podría ser ondeado en las vidas de estos tres hombres: «ellos idearon cosas grandes y generosas para la causa del Señor».
Pero el ímpetu para la creación de nuevos ministerios no era meramente empresarial. Cuando le preguntaron a Müller por qué no había recurrido a instituciones existentes, respondió que consideraba que estaban fuera de sintonía con lo que él veía en las Escrituras. «Cuando comparamos a las sociedades religiosas que existían en ese entonces con la Palabra de Dios, encontramos que éstas se habían apartado tanto de ella que, no podíamos hacer nada para unirnos a ellas y al mismo tiempo mantener una buena conciencia».35 De manera específica, él dijo que esas sociedades (1) tienden a ser postmilenialistas, (2) tienen muchas personas no regeneradas involucradas en su funcionamiento, (3) solicitan dinero de las personas inconversas, (4) tienen personas ricas y no regeneradas sirviendo incluso en sus mesas directivas, (5) tienden a buscar personas de altos rangos para que sean sus líderes, y (6) están dispuestos a contraer deudas para financiar sus ministerios.36
Así que Müller comenzó su propia agencia y la dirigió de la manera en la que él entendía que lo enseña la Escritura. A partir de esa visión y ese compromiso individual comenzó a fluir una gran energía y unos frutos enormes. Además de hacerse cargo de más de diez mil huérfanos a lo largo de toda su vida, la Institución del Conocimiento de las Escrituras fundó escuelas diurnas por toda Europa continental, y con el tiempo llegó a servirle a más de 123 000 estudiantes.37 Y además esta Institución estuvo entre las primeras que respaldó a la Misión al Interior de China de Taylor, cuando fue fundada en 1865.
Taylor sigue el modelo de Müller
La decisión de Taylor de iniciar su propia agencia para enviar misioneros al extranjero comenzó de una manera similar por su desilusión con respecto a la manera en la que se conducían otras sociedades. Él ya había ido a China en 1853 con la Sociedad China de Evangelización. Pero después de cuatro años, renunció porque no estaba de acuerdo con su política de pedir dinero prestado para pagar las cuentas. «La Sociedad en sí misma estaba endeudada. Las cuentas trimestrales que yo entregaba junto con otros eran pagadas con dinero prestado, y entonces inicié un proceso en el que enviaba y recibía cartas, el cual terminó un año después con mi renuncia por motivos de conciencia».38 Ocho años después, él fundó la Misión al Interior de China bajo principios semejantes a los de la Institución de Müller. Pero veremos más de esa historia en el capítulo 3.
Estos disidentes modernos no eran tan modernos —¡vivían sin deudas!
Este asunto de las deudas, junto con la buena disposición para confiar en que Dios supliera las necesidades prácticas, es un ejemplo de cómo su individualismo y su adaptabilidad pragmática no sólo pusieron a Spurgeon, Müller, y Taylor en sintonía con el espíritu de la época, sino también era algo que los ponía radicalmente fuera de sintonía. Los tres rechazaron las deudas como un medio para dirigir cualquier ministerio cristiano. Y en lugar de eso, Müller y Taylor aplicaron el «principio de fe»,39 el cual consistía en que ellos buscarían a Dios y nunca irían directamente hacia ninguna persona para solicitar dinero.
La conciencia de Müller estaba atada a Romanos 13:8: «No debáis a nadie nada». Él dijo: «No existe ninguna promesa de que Él pagará nuestras deudas, —más bien, la Palabra dice: “No debáis a nadie nada”».40 Él creía profundamente que esa forma de vida era la obligación de cada cristiano y llamaba a los cristianos a arrepentirse si alguno de ellos estaba endeudado. «Si el Señor nos está ayudando, nosotros deberíamos preferir sufrir privaciones antes que contraer deudas (…) Quisiera suplicarle al lector creyente que considere este asunto en oración; porque estoy muy consciente de que vendrán muchas aflicciones sobre aquellos hijos de Dios que no actúan conforme a Romanos 13:8».41
Müller llegó al extremo de negarse a pagarle semanalmente al lechero, y acordó que sólo le pagaría diariamente.42 Él sí les pagaba a sus trabajadores un salario, pero sólo bajo el entendido de que: «si el Señor no se complace en enviar los medios necesarios en la fecha establecida para entregar los salarios, yo no seré considerado deudor para con ellos».43
Taylor nació en el año en el que Müller fundó su Institución del Conocimiento de las Escrituras. A su debido tiempo, la reputación de la fe de Müller tuvo un gran impacto en Taylor. El obituario que Thomas Champness escribió para Taylor en 1905 muestra el alcance de la influencia de Müller:
¡HUDSON TAYLOR se ha ido! Un Príncipe de Israel ha sido llevado a su hogar. Él murió en China, la tierra que amó más que a la vida. Ahora que ya no está, nosotros vamos a escuchar más acerca de él. A su manera, él fue un gran hombre, como George Müller. Al igual que él, Taylor tenía más fe en Dios que en los hombres. La Misión al Interior de China, la cual fue fundada por él, era dirigida con principios similares a los del orfanato de Bristol. Todo lo que el escritor de estas líneas le debe a Hudson Taylor nunca se sabrá.44
Bajo el liderazgo de Taylor, la Misión al Interior de China nunca contrajo deudas ni pidió dinero directamente.
La influencia de Müller sobre Taylor fue directa desde el momento en el que se conocieron:
Aunque Müller le había dado contribuciones económicas a Taylor desde 1857, parece que ellos no se conocieron sino hasta 1863, cuando Taylor llevó a Wang Laijun a Bristol para que se sentara a los pies de Müller (…) El gran anciano —que se acercaba a los 60 años, con un aspecto casi demacrado, barba blanca y cabello rebelde— le entregó dos regalos al joven. Sus lemas de vida, los cuales se convirtieron en los lemas de la MIC, fueron el primer regalo: «Eben–ezer» («Hasta aquí nos ha ayudado el Señor») y «Jehová Jireh» («El Señor proveerá»). Taylor los transcribió en chino, y los imprimió en la portada de cada número de su revista titulada China’s Millions: Yi–ben–yi–shi–er (Eben–ezer) y Ye–he–hua–yi–la (Jehová Jireh). El segundo regalo de Müller fue su sistema de contabilidad divina: cada donación que recibía tenía asignado un recibo numerado, y Müller los publicaba en orden consecutivo, de manera anónima, en ocasiones regulares.45
Por su parte, así como Müller y Taylor, Spurgeon decía que el aborrecía las deudas de la misma forma en la que Martín Lutero aborrecía al Papa. Todas las construcciones que edificó fueron hechas libres de deudas.46 Pero parece que él no adoptó el principio de no pedir fondos a los hombres de la manera en la que lo hacían Müller y Taylor. La explicación parece bastante clara. Él era un pastor con la carga de predicar y aplicar las Escrituras a su rebaño, no se trataba meramente de organizaciones paraeclesiásticas, sino específicamente de sus relaciones con las personas. Una de esas relaciones era la que tenía con la iglesia local a la que pertenecía —el Tabernáculo Metropolitano. Si algún texto que el pastor aborda involucra la enseñanza de que los miembros de una iglesia deben sostener financieramente a la iglesia, entonces el pastor no sólo puede exhortar a las personas para dar, sino que dejaría de ser fiel al texto si no los exhortara.
Spurgeon amaba a Müller como un camarada cercano a su ministerio, y como uno de sus héroes. Él tenía conversaciones constantes con Müller47 y lo llamaba su «querido amigo». Müller predicó en algunas ocasiones en el Tabernáculo Metropolitano de Spurgeon.48 Los elogios de Spurgeon hacia Müller no tenían paralelos hacia ningún otro hombre de la época. «Nunca he escuchado a un hombre que le hable a mi alma con más profundidad que el querido Sr. Müller».49 «A veces pienso que me gustaría cambiar de lugar con George Müller en el tiempo y en la eternidad, pero no conozco a nadie más de quien pueda decir eso».50
Probablemente, Taylor fue la persona a la que Spurgeon admiraba casi a la par de Müller. Pero por la naturaleza de las condiciones, la relación entre ellos no podía ser tan cercana, porque Müller estaba a sólo unas horas de distancia en Bristol, y Taylor estaba en China la mayor parte del tiempo. Sin embargo, Spurgeon llegó a cantar elogios para Taylor y la Misión al Interior de China:
Ninguna misión existente en nuestros días tiene nuestra plena confianza y nuestros buenos deseos tanto como la obra del Sr. Hudson Taylor en China. Esa obra se conduce bajo aquellos principios de fe en Dios, los cuales se encomiendan de manera muy afectuosa a lo más profundo de nuestra alma. El hombre que está a cargo es «instrumento para honra, santificado, útil al Señor». Sus métodos de procedimiento exigen nuestra veneración —y con lo cual nos referimos a algo más que nuestro juicio o nuestra admiración; y el éxito que acompaña a esa obra es tal, que anima nuestro corazón y revela el sello divino que está sobre todo ese proyecto.51
En otras palabras, el hecho de que Spurgeon no estuviera dispuesto a utilizar exactamente la misma estrategia de recaudación de Müller y Taylor no disminuyó el afecto, la admiración, y el apoyo que tenía hacia ellos. De hecho, él admiraba la fe de ellos y la estrategia que usaban.
La raíz unificadora de las finanzas renegadas
¿Por qué razón Taylor y Müller adoptaron el patrón de no pedir fondos directamente a las personas?52
Müller dio la respuesta más clara —Y esa respuesta demuestra cómo es que él junto con Spurgeon y Taylor estaban totalmente fuera de sintonía con su época. Müller dio tres razones por las cuales iba a establecer los orfanatos, y las escribió en orden de importancia:
Las tres razones principales para el establecimiento del orfanato son: 1) Que Dios pueda ser glorificado —si es que Él se complace en proporcionarme los medios— a través de hacer visible el hecho de que no es cosa vana confiar en Él; y que, como resultado, la fe de Sus hijos pueda ser fortalecida. 2) El bienestar espiritual de los niños huérfanos. 3) El bienestar temporal de ellos.53
Eso es verdaderamente impactante, y es una evidencia segura de que Müller era un extranjero y peregrino en la tierra, y de que su verdadera ciudadanía y su tesoro estaban en el cielo. La gloria de Dios era preeminente para él, antes que el bienestar temporal de los niños. El cuidado de los niños sólo era un fruto de su intención de glorificar a Dios a través de demostrar que Él es digno de confianza. Ese es el don más alto y perfecto que Müller tenía para los niños y para el mundo. Sin ese don, todo lo demás es vano.
Esa es la razón por la cual Müller administraba los orfanatos de la manera en la que lo hizo —y en ese objetivo, él era uno con Spurgeon y Taylor. Él quería dar una prueba viviente del poder y la confiabilidad de Dios, y del valor que tenía el vivir por fe y oración —sin deudas. Cuando explicó la razón por la cual nunca compraba a crédito ninguna cosa para los orfanatos, él dijo:
El objetivo supremo y principal de la obra no es el bienestar temporal de los niños, ni siquiera su bienestar espiritual (sin importar cuan bendito y glorioso sea, aunque a través de la gracia, lo procuramos y lo pedimos en oración); sino que el principal propósito es: Mostrar ante todo el mundo y ante toda la iglesia de Cristo que, aún ahora en estos días de tanta maldad, el Dios vivo está dispuesto a manifestarse como el Dios vivo, a través de su disposición constante para ayudar, socorrer, consolar, y responder las oraciones de aquellos que confían en Él: de manera que no necesitamos alejarnos de Él en busca de la ayuda de nuestros semejantes, ni de los métodos del mundo, ya que podemos ver que Él tiene el poder y la disposición para proveernos todo lo que podemos necesitar para Su servicio.54
A pesar de que pudieron existir diferencias menores entre las estrategias y las formas de aplicación, esa pasión por demostrar la fidelidad de Dios ante el mundo fue algo que unió a estos tres amigos en sus respectivos enfoques de la iglesia (Spurgeon), del cuidado de los huérfanos (Müller), y de las misiones internacionales (Taylor).
Peregrinos indígenas
Como cada ser humano que vive en el espacio y el tiempo —es decir, en una cultura y en una época en particular— Charles Spurgeon, George Müller, y Hudson Taylor fueron moldeados significativamente por el explosivo nuevo mundo en el que habitaban. Su activismo, individualismo, pragmatismo, y resistencia a los privilegios de la élite, junto con sus identidades de hombres comunes (ya que ninguno tenía un título teológico) fueron los elementos que los convirtieron en los hombres del momento. Sin embargo, ellos eran radicalmente diferentes de las multitudes incrédulas de la época.
Lo que quedará claro en los siguientes capítulos es que, a pesar de todas sus diferencias, entre ellos había una profunda camaradería de confianza en Dios. Ellos eran evangélicos en su énfasis de las Escrituras, la obra expiatoria de Cristo en la cruz, la necesidad del nuevo nacimiento y la conversión, y la energía resultante de activismo y misiones. Pero en la vida de esos hombres, el sufrimiento que cada uno soportó dio como fruto una extraordinaria confianza en la majestuosa bondad de Dios. Detrás de sus palabras de fe y de la simplicidad para confiar en que Dios cumple sus promesas hacia nosotros cada día de la vida, había una enorme visión del derecho y el poder de Dios para gobernar cada detalle de la vida, sobre el bien y el mal —sin que exista nada que pueda detenerlo.
Taylor, quien, de entre los tres, era el menos entregado a la sistematización teológica y la categorización,55 escribió una de las declaraciones más fuertes de esta convicción común. Cuando su esposa María murió después de 12 años de matrimonio, Taylor tenía la edad de 38 años. Él le escribió a su madre: «Desde lo más profundo de mi alma me deleito al saber que Dios hace o permite todas las cosas, y causa que todas las cosas obren en conjunto para el bien de los que lo aman».56 Catorce años después, a la edad de 52 años, escribió: «Así que fija esto en tu mente, que Dios es un Soberano infinito, y tiene el derecho para hacer lo que Le place con lo que es Suyo, y también tiene derecho de no explicarte las miles de cosas concernientes a Sus tratos contigo, las cuales confundirían tu razón».57
Spurgeon y Müller dijeron lo mismo en contextos similares —Müller en la muerte de su esposa, Spurgeon al momento de enfrentar los sufrimientos físicos que lo debilitaban. Ese era el fundamento unificador de su camaradería de confianza en la bondad, la gloria, y el poder de Dios. Esa sería la clave de la poderosa predicación de Spurgeon en medio de la implacable adversidad, de la satisfacción inquebrantable que Müller tenía para con Dios, y del deleite que Taylor tenía en la eterna unión con Jesucristo.
La depresión sin causa no puede ser razonada, ni el arpa de David puede disiparla con sus dulces discursos. Como luchar contra la neblina, es tratar de vencer esta desesperación que no tiene forma ni definición y que todo lo trastorna…
El cerrojo de hierro que tan misteriosamente cierra la puerta de la esperanza y retiene a nuestros espíritus en una prisión sombría, necesita de una mano celestial que lo abra.
Charles Spurgeon

1. CHARLES SPURGEON Predicando en medio de la adversidad
Para pastores y para el resto de nosotros
odos enfrentamos adversidades y debemos encontrar formas para perseverar en medio de los momentos de opresión de la vida. Todos tenemos que levantarnos y caminar a través de las rutinas de hacer el desayuno, lavar ropa, ir a trabajar, pagar las cuentas, y disciplinar a los hijos. En general, debemos mantener nuestras vidas andando aun cuando nuestros corazones estén quebrantados.
Aunque con los pastores es diferente —no completamente diferente, pero es diferente. El corazón es el instrumento de nuestra vocación. Charles Spurgeon dijo: «El nuestro, es más que un trabajo mental —es un trabajo de corazón, una labor de lo más profundo de nuestra alma».58 Por lo tanto, cuando el corazón de un pastor está quebrantado, entonces debe trabajar con un instrumento roto. La predicación es el principal trabajo del pastor, y la predicación es un trabajo de corazón, no es sólo un trabajo mental. De manera que la pregunta no sólo es cómo vas a seguir viviendo cuando el matrimonio está en problemas, cuando las finanzas no alcanzan, cuando los bancos de la iglesia están vacíos y tus amigos te han abandonado, sino que la pregunta es: ¿cómo voy a seguir predicando?
Cuando el corazón está abrumado, una cosa es sobrevivir ante la adversidad; pero otra cosa totalmente diferente es continuar predicando domingo tras domingo, mes tras mes.
Spurgeon les dijo a los estudiantes de su Pastors” College: «A veces un solo golpe aplastante pone al ministerio en un estado muy bajo. El hermano en el que más confiabas se convierte en traidor (…) El esfuerzo de diez años no te roba tanta vida como lo hacen Ahitofel el traidor o Demas el apóstata en unas cuantas horas».59 La pregunta para los pastores no es: «¿Cómo puedes vivir en medio de las críticas interminables, la desconfianza, las acusaciones, y el abandono?» —sino: “¿Cómo puedes predicar a pesar de todo eso? ¿Cómo puedes hacer ese trabajo de corazón cuando tu corazón está siendo asediado y está listo para caer?”
Esas son las preguntas principales para muchos pastores. Predicar las verdades excelentes y gloriosas en medio de una atmosfera que no es excelente y gloriosa es algo extremadamente difícil. Cuando un predicador recuerda semana tras semana que muchas personas consideran como hipocresía a su predicación acerca de la gloria de la gracia de Dios, eso no sólo lleva al predicador a las colinas de la introspección, sino a veces lo lleva al precipicio de la autoextinción. No me refiero al suicidio —sino a algo más complejo. Me refiero a una perturbadora pérdida de la capacidad para saber quién eres.
Lo que comienza como una introspección en busca de santidad y humildad gradualmente lleva a tu alma, por muchas razones, a una casa de espejos. Cuando te miras en uno de los espejos eres pequeño y gordo; te miras en otro y luces alto y flaco; cambias de espejo y ahora estás de cabeza. Después de un tiempo te invade un sentimiento horrible debido a que ya no eres capaz de saber cómo eres en realidad. El centro no es estable. Si el centro es inestable —es decir, si no existe un «yo» estable que sea capaz de relacionarse con un «Tú» estable (Dios), ¿quién se supone que va a predicar el siguiente domingo?
Cuando el apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 15:10: «Pero por la gracia de Dios soy lo que soy», estaba diciendo algo que es absolutamente esencial para la supervivencia de los predicadores en medio de la adversidad. Si la identidad del «yo» —el «yo» que fue creado por Cristo y está unido a Cristo, que sigue siendo un «yo» humano— no es estable, ya no puede haber una predicación auténtica, porque esa persona ya no es un predicador auténtico. Cuando el «yo» se ha ido, lo único que queda es un conjunto de ecos.
¡Oh, cuán afortunados somos al no ser los primeros que tienen que enfrentar estas cosas! Le agradezco a Dios por el poder sanador de la historia del poder de Dios en las vidas de Sus santos y, en particular, por la vida y el ministerio de Charles Spurgeon, quien, durante 38 años en el New Park Street Chapel y el Tabernáculo Metropolitano de Londres, fue un modelo de cómo predicar en medio de la adversidad. Y para todos aquellos que tienen ojos para ver, las lecciones que podemos aprender no son sólo para pastores, sino para todos nosotros.
Inicios puritanos
Susannah Thompson, quien llegó a ser la esposa de Spurgeon durante 36 años, nació en 1832, dos años antes del que sería su esposo, y vivió once años más que él. La vida de Spurgeon estuvo envuelta en la de ella en más de un sentido, ya que ella le sirvió a él y a la causa más amplia de Cristo, incluso después de que ella había quedado inválida a los doce años de su matrimonio. Ella le dio dos hijos gemelos el 20 de septiembre de 1856, Thomas y Charles Jr. Thomas se convertiría en pastor del Tabernáculo Metropolitano después de la muerte de su padre, y Charles Jr. tomaría el liderazgo del Orfanato de Stockwell que su padre había fundado.
George Müller era el gran defensor evangélico de los huérfanos en el siglo XIX, pero Spurgeon también tenía una pasión por este ministerio. Él inició el Orfanato de Stockwell en 1866, doce años después de iniciar su ministerio pastoral en Londres. Le encantaba decir: «¡Que el Dios que responde por los orfanatos sea exaltado como Señor!60 La Sra. Hillyard, quien pertenecía a la denominación de los Hermanos de Plymouth de Müller, le ofreció a Spurgeon £20 000 si él iniciaba un orfanato como el que había descrito en The Sword and the Trowel [La espada y la pala], una revista que había fundado en 1865. Él había escrito que se necesitaba una escuela para los pobres, en la que «todo lo que creemos y tenemos en alta estima sea enseñado a los hijos de nuestros adeptos pobres».61
Spurgeon, quien nació el 19 de junio de 1834, fue una especie de huérfano. Sus padres no habían muerto, pero no pudieron encargarse de él al principio, y en su primer año lo mandaron a vivir con sus abuelos. Él recuerda que ahí fue expuesto a las riquezas de los libros puritanos de su abuelo. Y eso hizo que él fuera un amante de los puritanos por el resto de su vida. Él dijo que leyó el Progreso del peregrino más de 100 veces.62 Su abuela le regalaba un centavo por cada himno de Isaac Watts que él memorizara. Y su madre, después de que regresó a su casa en 1841, le leía los clásicos puritanos, tales como «la Alarma de Alleine».63
Incluso antes de su conversión a los 15 años por medio de un predicador metodista laico, él conocía su condición espiritual y la prescripción puritana para el remedio de sus pecados. Él había leído Gracia abundante de John Bunyan, Call to the Unconverted [Un llamado a los inconversos] de Baxter, y The Anxious Inquirer [El inquisidor ansioso] de John Angell James. Pero Dios no había abierto sus ojos a la dulzura del evangelio, sino hasta el 6 de enero de 1850, en la Primitive Methodist Church de Colchester, en la que había entrado para refugiarse de una tormenta de nieve.
Y a pesar de su distanciamiento previo —de sus padres y de su Creador— ahora él había sido adoptado en la familia de Dios. Nunca miró hacia atrás. Y sin ningún entrenamiento teológico formal, cuando tenía 17 años fue llamado a ser pastor de una iglesia congregacional de Waterbeach. Justo dos años después, cuando tenía 19 años, se postuló para servir en la New Park Street Chapel de Londres. Y para el siguiente año (1854) empezó su ministerio en ese lugar. Más adelante, cuando la iglesia construyó un nuevo edificio, su nombre cambió para ser el Tabernáculo Metropolitano. Spurgeon fue pastor de esa congregación durante 38 años, hasta el día de su muerte en 1892.
Las olas de bendición en su predicación
La predicación era la parte más reconocida y eficaz de la vida de Spurgeon. Él predicó más de 600 veces antes de cumplir los 20 años.64 Después de la apertura del nuevo edificio, él por lo regular era escuchado por 6 000 personas en el Día del Señor. En una ocasión él le predicó a la audiencia interior más grande de su vida, 23 654 —sin amplificación electrónica. Con el tiempo, se venderían alrededor de 25 000 copias de sus sermones por semana, y serían traducidos a 20 idiomas.
Cuando él llegó a New Park Street Chapel, había 232 miembros. Después de 38 años, había 5 311, con una adición total de 14 460 (un promedio de 380 miembros nuevos cada año). Y todo eso ocurrió a pesar de que él no tenía educación teológica formal. Él era autodidacta y también era un lector voraz— alrededor de seis libros por semana, con una memoria impresionante. Para el momento de su muerte, su biblioteca consistía de aproximadamente 12 000 volúmenes. Para asegurar su legado de predicación para otras iglesias y para otras épocas, él fundó el Pastors” College, en donde entrenó a casi 900 hombres a lo largo de su vida.65
Pero el omnipresente Señor Jesús no libró a su amigo y siervo, de las «muchas tribulaciones» que Pablo les prometió a todos aquellos que entrarán al reino de los cielos (Hechos 14:22). Su vida fue dura, y en comparación con la vida de su amigo Müller, también fue corta. Él se presentó por última vez ante su gente el 7 de junio de 1891, y murió el siguiente 31 de enero, de una dolorosa combinación de reumatismo, gota, y enfermedad de Bright, a la edad de 57 años.
De manera que, ni la vida ni la muerte de Spurgeon fueron fáciles. Ninguna de las dos fue libre de dolor. Y a medida que he caminado con Spurgeon a lo largo de los años, esas lecciones me han ayudado bastante —las lecciones de vivir con pérdidas, críticas, enfermedad, y tristeza. Eso es en lo que me enfoco en este capítulo. Pero primero, debemos considerar que hay otras razones por las que nosotros —los predicadores especialmente— podemos aprender mucho de Spurgeon. Por lo que ofrezco siete razones.
1. Spurgeon era un predicador
Ya hemos visto que la predicación de Spurgeon, sin lugar a duda, era lo que le daba a su vida un impacto tan poderoso. La gran cantidad de sus predicaciones es asombrosa. Hoy en día, la colección de sus sermones llena 63 volúmenes, y hasta la fecha eso permanece como el conjunto de libros más grande que ha sido escrito por un solo autor en la historia del cristianismo.66
Incluso si su hijo Charles se hubiera equivocado, su estimación se acerca bastante a la realidad: «No había nadie que pudiera predicar como mi padre. Con tal variedad inagotable, sabiduría ingeniosa, proclamación vigorosa, súplica amorosa, y enseñanza lúcida, y con otra multitud de cualidades, por esa razón él debe, al menos en mi opinión, ser considerado como el príncipe de los predicadores».67 Spurgeon era un predicador.
2. Era un predicador dirigido por la verdad
No deberíamos interesarnos en la manera en la que ciertos predicadores enfrentan la adversidad si ellos no son en primer lugar guardianes y portadores de la verdad bíblica inmutable. Si ellos encuentran su propia forma para lidiar con la adversidad a través de medios distintos a la fidelidad a la verdad, entonces no van a ser de ayuda para nosotros.
Spurgeon definía la obra del predicador de esta manera: «Conocer la verdad como debe ser conocida, amar la verdad como debe ser amada, y después proclamarla en el espíritu correcto, y en las proporciones adecuadas».68 Él le dijo a sus estudiantes: «Para ser predicadores eficaces ustedes deben ser teólogos sólidos».69 Él les advirtió que «aquellos que se desvían de la doctrina cristiana, ya sea que estén conscientes o no, son los peores enemigos de la vida cristiana (…) [porque] los carbones de la ortodoxia son necesarios para encender el fuego de la piedad».70
Dos años antes de morir, él dijo:
Parece que hay hermanos maravillosos que piensan más en la vida que en la verdad; ya que cuando les advierto que el enemigo ha envenenado el pan de los hijos, ellos responden: «Querido hermano, lamentamos escuchar eso; y, para contrarrestar ese mal, abriremos la ventana, y dejaremos que los hijos tomen aire fresco». Sí, abran la ventana, y procuren por todos los medios darles aire fresco (…) Pero, al mismo tiempo, es necesario hacer esto, sin dejar de hacer aquello. Es decir, arresten a esos que envenenan el pan, y también abran las ventanas. Porque mientras esos hombres continúen predicando falsas doctrinas, ustedes podrán hablar todo lo que quieran acerca de profundizar en la vida espiritual, pero no tendrán éxito.71
La verdad doctrinal era el fundamento de todas las labores de Spurgeon.
3. Era un predicador que creía en la Biblia
La verdad que dirigió su ministerio de predicación era la verdad bíblica, la cual él creía que es la verdad de Dios. Él levantó su Biblia y dijo:
Estas palabras son de Dios (…) Tú, libro de gran autoridad, eres una proclamación de parte del Emperador del Cielo; lejos esté de mí ejercer mi razón en contradicción a ti (…) Este libro no tiene ni una sola mancha de error; es la verdad pura, genuina, y perfecta. ¿Por qué? Porque Dios la escribió.72
Existe una diferencia que distingue a los corazones de los predicadores y las personas en los que esta lealtad a la Palabra prevalece. En una ocasión comí con un hombre que se lamentaba por la atmósfera de su clase básica de escuela dominical. Dijo que la clase por lo regular estaba centrada en una discusión grupal. Una persona menciona un tema y otra encuentra algún versículo de la Biblia que sea relevante, pero después de leer ese versículo, la actitud que gobierna al grupo es: «Bueno, ya hemos escuchado lo que piensa Jesús acerca del tema, pero ¿tú qué piensas?» En aquellos lugares en los que esa atmósfera comienza a tomar el control del púlpito y de la iglesia, no está muy lejos el abandono de la verdad y el debilitamiento de la santidad.
4. Era un predicador que ganaba almas
Durante el ministerio maduro de Spurgeon, no hubo una semana en la que no hubiera salvaciones de almas a través de sus sermones escritos.73 Sus ancianos y él siempre estaban «velando por las almas» en la gran congregación. «Un hermano», dijo Spurgeon, «se ha ganado el título de mi perro de caza, porque siempre está listo para levantar a las aves heridas».74
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