Kitabı oku: «Visionando lo más bello», sayfa 2
El propósito de Dios, tanto en la cruz como en la elección, es que «nadie se jacte en su presencia» (v. 29). Ese es el primer criterio de la buena elocuencia: no proviene del orgullo ni de la jactancia. No proviene de un ego que busca la exaltación a través del habla inteligente.
Luego continúa en los versículos 30–31,
Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
El segundo propósito de Dios, no solo en la cruz y en la elección, sino también en la gracia soberana de la regeneración (v. 30, «Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús») consiste en que toda la jactancia esté en el Señor Jesús, Quien fue crucificado y resucitado. «El que se gloría, gloríese en el Señor». Entonces, el segundo criterio de una buena elocuencia es que exalta a Cristo, especialmente al Cristo crucificado.
Esfuerzo poético que se humilla a sí mismo y que exalta a Cristo
Así que aquí está la primera razón por la que no creo que este libro contradiga 1 Corintios 1:17, donde Pablo dice: «no con sabiduría de palabras», o 1 Corintios 2:1–2, donde dice: «[No] con excelencia de palabras o de sabiduría». El punto de estos dos textos no es que todo esfuerzo poético (o elocuencia que exalta a Cristo) sea incorrecto. Más bien, las palabras que pretenden alimentar el orgullo y son usadas para la auto exaltación a través de la demostración de la sabiduría humana, son incompatibles con hallar nuestra vida y gloria en la cruz de Cristo. Debemos gobernar nuestro uso de las palabras con estos criterios dobles: la auto–humillación y la exaltación de Cristo.
Si ponemos estos dos criterios al frente de todo nuestro esfuerzo poético —todos nuestros intentos de tener un impacto a través de la selección, el acomodo y la expresión de las palabras— estaremos protegidos del tipo de elocuencia que Pablo rechazó.
2. La elocuencia cristiana que exalta a Cristo puede no ser la razón por la que se rechaza la cruz
La segunda razón por la que no creo que el esfuerzo poético sea ajeno a la comunicación que exalta a Cristo y que se humilla a sí misma es la siguiente: las acusaciones de que el problema es la elocuencia a veces están mal encaminadas. Esto no es prueba del punto. Es simplemente una eliminación de un contraargumento mal utilizado.
La piedra de tropiezo de Benjamin Franklin
En la primavera de 1740, George Whitefield estaba en Filadelfia predicando al aire libre a miles de personas. Benjamin Franklin asistió a la mayoría de estos mensajes. Franklin, que no creía en lo que estaba predicando Whitefield, comentó sobre estos sermones perfeccionados:
Su exposición (…) era tan embellecida por la repetición frecuente, que «Cada acento, cada énfasis, cada modulación de voz, estaba tan perfectamente bien dirigida y bien colocada, que aunque uno no tuviera interés en el tema, era imposible sentirse complacido con el discurso: un placer muy similar al recibido de una excelente pieza musical.26
Es terrible pretender hablar en nombre de Cristo, y ser alabados por nuestra elocuencia en vez de por nuestro Cristo. Pero antes de llegar a la conclusión de que Whitefield estaba descuidando el consejo de Pablo de no hacer vana la cruz con su elocuencia, considera esto. Creo que hay personas que han escuchado mi propia predicación durante años sin comprender con el corazón lo que estaba diciendo. Permanecieron espiritualmente muertos a lo que estaba diciendo a pesar de muchos cambios en la manera de predicar, de la más simple a la más compleja, de la más tierna a la más dura, de una historia llena de suspenso a un argumento cuidadoso. Sin embargo, volvían a venir, no porque amaran lo que se predicaba, sino porque les gustaba la manera en cómo se hacía. Ellos mismos me lo dijeron. Conversé con ellos cara a cara, les rogué, les advertí, les reprendí, oré con ellos. Pero aún así, hasta donde sé permanecieron ciegos a «la luz del evangelio de la gloria de Cristo» (2 Corintios 4:4). Lamentablemente, no detecté en ellos ningún gusto por la verdad, ni la belleza de Cristo.
No creo que esto se deba a que haya echo vana la cruz despojándola de su poder con una elocuencia vana en todos esos mensajes. Más bien, creo que se debió a lo que Pablo dijo en 2 Corintios 2:15–16: «Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida». En otras palabras, la vanidad y la elocuencia carnal del predicador no son los únicos obstáculos para la fe.
Jesús, Juan el Bautista y la piedra de tropiezo de la verdad
Herodes un día decapitaría a Juan el Bautista, pero no podía dejar de escucharlo: «y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana». (Marcos 6:20). Lo mismo sucedió con el mismo Jesús: «Y gran multitud del pueblo le oía de buena gana» (Marcos 12:37), pero muy pocos entendían lo que estaba diciendo y realmente creyeron. Ni Jesús, ni Juan el bautista pretendían complacer los oídos de los reyes y del pueblo con palabras persuasivas o vana elocuencia. Ellos en ninguna manera estaban contradiciendo las palabras de Pablo. Pero, con todo eso, su predicación estaba «sazonada con sal» (Colosenses 4:6) y ocasionaba que tanto los reyes, como las personas comunes regresaran a escucharlos.
Jesús dijo: «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen» (Juan 10:25–27). Quizás Jesús habría dicho esto sobre Benjamin Franklin cuando se negó a creer en el mensaje de George Whitefield. Quizás la elocuencia de Whitefield no fue un obstáculo para su fe, sino una excusa de su incredulidad, mientras que otros encontraron que era el camino a la cruz.
3. Dios inspiró a los hombres a hacer un esfuerzo poético
La tercera razón por la que no creo que el apóstol Pablo (o cualquier otro escritor bíblico) descartara el esfuerzo poético en el servicio de Cristo es que Dios mismo inspiró a los hombres a hacer un esfuerzo poético en la escritura de las Escrituras. Ya hemos visto que en el mismo argumento contra la vana elocuencia humana, Pablo eligió palabras muy fuera de lo común para dar un golpe inolvidable: «Lo insensato de Dios» y «Lo débil de Dios» (1 Corintios 1:25). Esto es a lo que me refiero con esfuerzo poético. Esta es una especie de elocuencia de impacto, y la usó mientras condenaba la elocuencia vana.
El esfuerzo poético de Pablo
Este no fue el único lugar en el que Pablo eligió palabras que eran inusuales o metafóricas o de impacto emocional cuando podría haber usado palabras menos sorprendentes, conmovedoras o punzantes. Por ejemplo,
• llamó al hablar en lenguas sin amor «metal que resuena, o címbalo que retiñe» (1 Corintios 13:1);
• describió nuestro conocimiento incompleto en esta tierra comparado con el conocimiento en el cielo como la diferencia entre el tartamudeo de un niño y el razonamiento de un adulto, y como ver en un espejo vagamente (1 Corintios 13:11–12);
• se atrevió a comparar la venida del Señor con la venida de un ladrón (1 Tesalonicenses 5:2);
• trató de despertar a los tesalonicenses a sus afectos diciendo: «Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos» (1 Tesalonicenses 2:7);
• en 2 Corintios 11 y 12, se atrevió a jugar en el campo de jactancia del enemigo, vencerlos en su propio juego, luego se llamó a sí mismo un tonto por hacerlo: «(hablo con locura), también yo tengo osadía» (2 Corintios 11:21) y “Me he hecho un necio» (2 Corintios 12:11);
• llama a su propio cuerpo débil una vasija «de barro» (2 Corintios 4:7), y en otro lugar una «habitación» (2 Corintios 5:2);
• se refiere a sí mismo y a los apóstoles como «la escoria del mundo, el desecho de todos» (1 Corintios 4:13);
• dice que sus logros morales más elevados sin Cristo son «basura» (Filipenses 3:8);
• se refiere a los oyentes inconstantes como si tuvieran «comezón de oír» (2 Timoteo 4:3); y
• describe nuestros pecados como escritos en un registro y clavados con Jesús en la cruz (Colosenses 2:14).
Esto es lo que quiero decir con esfuerzo poético. Todas estas palabras son imágenes cargadas de poder verbal y potencial evocador. Se esforzaba por no ser aburrido. Por no ser insípido. Su objetivo era dar golpes con plumas («nodriza») y piedras («locura», «basura» y «escoria»).
El esfuerzo poético generalizado de las Escrituras
Se han escrito libros completos sobre la asombrosa riqueza y variedad del lenguaje de la Biblia. Abordando la pregunta de cuánto de la Palabra inspirada de Dios es poesía, Leland Ryken pregunta y responde:
Dada la presencia combinada de paralelismo y una fuerte dependencia del lenguaje figurativo, ¿cuánto de la Biblia es poesía? Un tercio de la Biblia no es una estimación demasiado alta. Libros enteros de la Biblia son poéticos: Job, Salmos, Proverbios, Cantar de los Cantares. Una gran mayoría de las profecías del Antiguo Testamento tienen forma poética. Jesús es uno de los poetas más famosos del mundo. Más allá de estas partes predominantemente poéticas de la Biblia, el lenguaje figurativo aparece a lo largo de toda la Biblia, y siempre que lo hace, requiere el mismo tipo de análisis que se da a la poesía.27
En Oseas 12:10, Dios mismo dice: «Y he hablado a los profetas, y aumenté la profecía, y por medio de los profetas usé parábolas». En otras palabras, Dios mismo dice haber puesto en las mentes de los autores bíblicos, el poder pensar analogías, comparaciones, metáforas, símbolos y parábolas a fin de expresar la realidad de maneras indirectas, en vez de siempre describir directamente las cosas, sin ningún rastro de palabras imaginativas
El poeta John Donne dice: «El Espíritu Santo al escribir las Escrituras Se deleita, no solo con propiedad, sino con delicadeza, armonía y melodía de lenguaje; con altura de metáforas y otras figuras, que pueden producir mayor impresión en los lectores».28 Juan Calvino cita a Isaías como ejemplo: «Prestemos atención al estilo de Isaías que no sólo es puro y elegante, sino también está adornado con arte elevado, del cual podemos aprender que la elocuencia puede ser de gran utilidad a la fe».29
Pascal y Pablo sobre agradar al oyente
No estoy diciendo que dichas elecciones verbales sean absolutamente decisivas para conseguir las mayores metas del lenguaje. Dios es el único que puede hacer eso. El punto es que Dios parece haber ordenado que algunos usos peculiares del lenguaje tengan el efecto de despertar, interesar y provocar el pensamiento de una manera mejor que otros, para que el mensaje pueda ser visto y considerado de una manera más clara. Pascal escribe:
La elocuencia es un arte de decir las cosas de tal manera: (1) que aquellos a quienes hablamos puedan escucharlo sin dolor y con placer; (2) que se sientan interesados, de modo que el amor propio los lleve con más predisposición a reflexionar al respecto.30
Sin duda, existe una elocuencia que desagrada al oyente, pero el punto principal de Pascal es que detener y retener al oyente (o lector) es un medio para otros fines. Seguramente el apóstol Pablo habría incluido su discurso en el «todo» cuando dijo: «como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos» (1 Corintios 10:33). No es el agradar lo que salva. Dios salva. Pero Pablo creía que actuar (y hablar) de cierta manera podría hacer avanzar esa salvación mejor que otras. Y él creía esto, aun cuando Dios puede usar cualquier tipo de discurso que Le plazca como medio de salvación.
Naturalmente tendemos a estar pasivos, pero es algo muy bueno cuando el lenguaje aplaude y nos despierta para poner atención. George Eliot habla acerca de esto a través de uno de sus personajes en la novela Middlemarch:
No esperamos que la gente se sienta profundamente conmovida por lo que no es inusual (…) Si tuviéramos una visión aguda y un sentimiento de toda la vida humana ordinaria, sería como escuchar crecer la hierba y latir el corazón de la ardilla, y moriríamos de ese rugido que se encuentra al otro lado del silencio. Tal como están las cosas, los más rápidos de nosotros caminamos bien llenos de estupidez.31
Proverbios e Isaías como ejemplo
Esta podría ser una razón por la cual la Biblia está llena de una amplia gama de recursos literarios para añadir impacto natural: acrósticos, cadencias, quiasmos, consonancias, diálogos, hipérboles, ironías, metáforas, métrica, onomatopeyas, paradojas, paralelismos, repeticiones, rimas, sátiras, símiles, etc. Consideremos algunos ejemplos de Proverbios e Isaías:
• Sabroso es al hombre el pan de mentira; Pero después su boca será llena de cascajo (Proverbios 20:17)
• Los labios prudentes son joya preciosa (Proverbios 20:15)
• La ira de un rey es como el gruñido de un león, pero su favor es como rocío sobre la hierba. (Proverbios 19:12)
• Como rugido de cachorro de león es la ira del rey, Y su favor como el rocío sobre la hierba. (Proverbios 19:12)
• Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos. (Proverbios 16:24)
• Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado. (Proverbios 18:10)
• El que confía en sus riquezas caerá; Mas los justos reverdecerán como ramas. (Proverbios 11:28)
• Las riquezas del rico son su ciudad fortificada; Y el desmayo de los pobres es su pobreza. (Proverbios 10:15)
• Plata escogida es la lengua del justo; Mas el corazón de los impíos es como nada. (Proverbios 10:20)
• Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos, Así es el perezoso a los que lo envían. (Proverbios 10:26)
• ¿Tomará el hombre fuego en su seno Sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas Sin que sus pies se quemen? Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; No quedará impune ninguno que la tocare. (Proverbios 6:27–29)
• Escápate como gacela de la mano del cazador, Y como ave de la mano del que arma lazos. (Proverbios 6:5)
• Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado. (Proverbios 6:11)
• Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite. (Proverbios 5:3)
• Ella [la sabiduría] es árbol de vida a los que de ella echan mano, Y bienaventurados son los que la retienen (Proverbios 3:18).
• La sabiduría clama en las calles, Alza su voz en las plazas (Proverbios 1:20).
• El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio (Proverbios 20:1).
• Como rugido de cachorro de león es el terror del rey; El que lo enfurece peca contra sí mismo (Proverbios 20:2).
• Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, La cual escudriña lo más profundo del corazón (Proverbios 20:27).
• Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento (Isaías 7:2).
• Ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías (Isaías 7:4).
• Y acontecerá que aquel día silbará Jehová a la mosca que está en el fin de los ríos de Egipto, y a la abeja [Senaquerib] que está en la tierra de Asiria (Isaías 7:18).
• Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos (Isaías 9:3).
• ¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño! (Isaías 10:15).
• Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño los pueda contar (Isaías 10:19).
• He aquí el Señor, Jehová de los ejércitos, desgajará el ramaje con violencia, y los árboles de gran altura serán cortados, y los altos serán humillados (Isaías 10:33).
• Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. (Isaías 11:1).
• No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar (Isaías 11:9).
• Tendrán dolores como mujer de parto (…) sus rostros, rostros de llamas (Isaías 13:8).
• Y como gacela perseguida, y como oveja sin pastor, cada cual mirará hacia su pueblo, y cada uno huirá a su tierra (Isaías 13:14).
• Y cual ave espantada que huye de su nido, así serán las hijas de Moab en los vados de Arnón (Isaías 16:2).
• He aquí que Jehová (…) Te echará a rodar con ímpetu, como a bola por tierra extensa; allá morirás, y allá estarán los carros de tu gloria, oh vergüenza de la casa de tu señor (Isaías 22:17–18).
• Y lo hincaré como clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de su padre. Colgarán de él toda la honra de la casa de su padre (Isaías 22:23–24).
• Moab será hollado en su mismo sitio, como es hollada la paja en el muladar. Y extenderá su mano por en medio de él, como la extiende el nadador para nadar; y abatirá su soberbia. (Isaías 25:10–11)
• Como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da gritos en sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh Jehová. Concebimos, tuvimos dolores de parto, dimos a luz viento. (Isaías 26:17–18)
• Y les sucederá como el que tiene hambre y sueña, y le parece que come, pero cuando despierta, su estómago está vacío; o como el que tiene sed y sueña, y le parece que bebe, pero cuando despierta, se halla cansado y sediento; así será la multitud de todas las naciones que pelearán contra el monte de Sion (Isaías 29:8).
• Por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente (Isaías 30:13).
• Un millar huirá a la amenaza de uno; a la amenaza de cinco huiréis vosotros todos, hasta que quedéis como mástil en la cumbre de un monte, y como bandera sobre una colina (Isaías 30:17).
La invitación a unirse a las Escrituras en su esfuerzo poético
Si el esfuerzo poético del hombre sabio de Proverbios y del profeta Isaías no frustran el propósito de humillar el orgullo, de exaltar a Cristo y de despertar esperanza y fe, entonces no debemos sorprendernos del hecho de que Dios nos llame a unirnos a Él en Su creatividad al usar imaginería impactante y sorprendente por medio del lenguaje. Él nos anima con palabras como las siguientes:
El hombre se alegra con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es! (Proverbios 15:23).
El sabio de corazón es llamado prudente, Y la dulzura de labios aumenta el saber (Proverbios 16:21).
Manzana de oro con figuras de plata Es la palabra dicha como conviene. (Proverbios 25:11).
Las piernas del cojo penden inútiles; Así es el proverbio en la boca del necio (Proverbios 26:7).
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal (Colosenses 4:6).
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él (Colosenses 3:17).
En otras palabras, piensa en la idoneidad, sazón y aptitud y tiempo y adecuación de tus palabras. Y haz de todas ellas un honor al nombre del Señor Jesús.
4. Muchos de los que han hecho un esfuerzo poético han sido personas humildes y orientadas hacia los demás.
Sé que muchos han sido vanidosos y se han exaltado a sí mismos en su uso de la elocuencia. Si eso no fuera cierto, Pablo no habría escrito 1 Corintios 1–4, y yo no estaría escribiendo esta introducción de la manera que lo estoy. No solo ha habido personas así, sino que nosotros mismos somos propensos a ser así. El orgullo acecha en cada corazón humano. Cristo murió por este pecado para que nosotros pudiéramos morir a él y vivir en justicia humilde (1 Pedro 2:24). Pero mientras vivimos en este mundo caído, debemos considerarlo como muerto una y otra vez. Debemos, por así decirlo, matarlo diariamente (Lucas 9:23; 1 Corintios 15:31; Colosenses 3:5).
George Herbert: Menos que la menor de las misericordias de Dios
Sin embargo, existen personas verdaderamente humildes que han dirigido su esfuerzo poético para el beneficio de otros, y no para su propia exaltación. George Herbert, como veremos a continuación, fue un pastor de campo quien entregó sus poemas no publicados a su buen amigo Nicholas Ferrar antes de morir, diciendo las siguientes palabras al mensajero:
Señor, le ruego que le entregue este librito a mi querido hermano Ferrar, y le diga que encontrará en él una imagen de los muchos conflictos espirituales que han pasado entre Dios y mi alma, antes de que pudiera someter mi voluntad a la de Jesús mi Maestro, en cuyo servicio he encontrado ahora perfecta libertad; dígale que lo lea: y luego, si cree pensar que puede ser beneficioso para cualquier pobre alma abatida, que se haga público; si no, déjelo quemar; porque yo y este somos menos que la menor de las misericordias de Dios.32
Aquí está la combinación de humildad («Menos que la menor de las misericordias de Dios») y amor por los demás («si cree pensar que puede ser beneficioso para cualquier pobre alma abatida»). Sin embargo, dudo que alguna vez haya habido un artesano del lenguaje poético más experto que George Herbert.
Whitefield humillado por la doctrina de la elección
George Whitefield, el evangelista británico del siglo XVIII, fue la sensación de su época, a ambos lados del Atlántico. Sin embargo, Dios lo llevó a puntos de vista bíblicos sobre el pecado y la salvación que lo humillaron sobremanera. Él dijo,
Por mi parte, no puedo ver cómo se puede lograr la verdadera humildad de mente sin un conocimiento de esta doctrina [la doctrina de la elección]; y aunque no diré que todo el que niega la elección es un hombre malo, diré, con ese dulce cantante, el Sr. Trail, que es una muy mala señal: tal persona, quienquiera que sea, creo que no puede verdaderamente conocerse a sí mismo; porque, si negamos la elección, debemos, al menos en parte, gloriarnos en nosotros mismos; pero nuestra redención está ordenada de tal manera que ninguna carne se gloríe en la presencia Divina; y de ahí que el orgullo del hombre se oponga a esta doctrina, porque, según esta doctrina y ninguna otra «El que se gloría, gloríese en el Señor».33
El testimonio de los demás, especialmente de los humildes, es que era un hombre de amor. No olían el hedor del orgullo o la manipulación o el abuso en su elocuencia. Se sentían amados. Por ejemplo, Phillis Wheatley, una sirvienta negra de diecisiete años, escribió un tributo poético a Whitefield titulado: Un poema elegíaco acerca de la muerte de ese célebre teólogo y eminente de Jesucristo, el difunto reverendo y piadoso George Whitefield
Contenía estas líneas:
¡Cuando sus AMERICANOS estaban doloridos por la carga,
Cuando las calles estaban enrojecidas con su sangre sin culpa!
La amistad sin rival en su pecho ahora luchaba:
Su fruto fue la caridad y el amor.34
Se refería a los negros americanos. Entonces, al menos en su caso, la elocuencia del hombre se convirtió no en la exaltación de sí mismo, sino en la expresión del amor.
La «humildad magistral» de C. S. Lewis
C. S. Lewis fue quizás el apologista más popular del cristianismo en el siglo XX. Sin duda, es el apologista más leído en la actualidad del siglo XX. Pero Lewis también había llegado a Cristo como el centro de su mundo y el Salvador de la mente, el alma y la habilidad verbal. Owen Barfield, que lo conocía bien, lo describe como poseedor de una «humildad magistral».35 Entiendo que esto significa que llevó su conocimiento y habilidad magistrales a la ligera.
Lewis da una descripción inconsciente de sí mismo cuando dice que los primeros protestantes tenían una «humildad boyante». «De esta boyante humildad, de esta despedida del yo con todas sus buenas resoluciones, ansiedad, escrúpulos y rasguños de motivos, brotaron originariamente todas las doctrinas protestantes (…) El alivio y el optimismo son las notas características».36 Walter Hooper, su secretario, dice:
Aunque Lewis poseía una biblioteca enorme, poseía pocas de sus propias obras. Su memoria fenomenal registró casi todo lo que había leído, excepto sus propios escritos, una falla atractiva. A menudo, cuando citaba líneas de sus propios poemas, me preguntaba quién era el autor. Era un gran erudito, pero no un experto en el campo de C. S. Lewis.37
Uno tiene la impresión de que su «atención omnívora»38 hacia el mundo y las personas fuera de él lo había liberado de una manera maravillosamente saludable del tipo de preocupación por sí mismo que busca atención o elogio. Su esfuerzo poético, ya sea en ficción o no ficción, estaba sembrado de formas imaginativas de ver y decir las cosas, pero todo parecía servir a los demás. Algo de lo más llamativo que dijo sobre un profesor de literatura de Oxford fue esto:
El cristiano sabe desde el principio que la salvación de una sola alma es más importante que la producción o preservación de todas las epopeyas y tragedias en el mundo: y en cuanto a la superioridad, sabe que lo vulgar, puesto que incluye a la mayoría de los pobres, probablemente incluye la mayoría de sus superiores.39
Esfuerzo poético que no hace vana la cruz
Engañoso es el corazón humano más que todas las cosas y desesperadamente corrupto. Somos capaces de tomar la teología más humillante y las experiencias más humillantes y convertirlas en accesorios para el orgullo. Estoy seguro de que Herbert, Whitefield y Lewis cayeron presa de esa tentación. Pero no creo que fuera su identidad más profunda. Sus egos habían sido humillados por el evangelio de Jesucristo, y sus corazones habían sido vueltos hacia el mundo. Cuando hicieron un esfuerzo poético, no lo hicieron para exaltarse y vaciar la cruz, sino para ver, saborear y mostrar la verdad y la belleza de Dios, es decir, lo hicieron por amor.
5. Decir las cosas de una manera nueva es una forma de ver y saborear de nuevo
Una quinta razón por la que no creo que Pablo tuviera la intención de condenar todo esfuerzo poético es que, desde mi propia experiencia, el esfuerzo poético no solo es provechoso para otros cuando les hablo de las glorias de Cristo, sino que también es beneficioso para mí, pues me ayuda a verlas y saborearlas mejor. Este es el origen real de este libro. George Herbert fue la inspiración principal.
El esfuerzo poético como comunión con Cristo
En su poema llamado «Quidditie», Herbert tiene estas líneas sobre lo que es para él escribir poesía:
No es oficio, arte o noticia;
Ni el Exchange, ni el Busie Hall; Sino es que mientras vivo
Yo estoy contigo…40
Sus poemas son «eso que mientras vivo Yo estoy contigo». Esto pone en palabras lo que he descubierto que es cierto durante décadas. El esfuerzo por poner la verdad de Dios, y todos Sus caminos y obras, en un lenguaje fresco —algo que tal vez nunca se haya dicho antes— es una manera de acercarse a Dios, porque se ve y siente más adecuadamente. «Mientras vivo [es decir, mientras hago un esfuerzo poético], Yo estoy contigo».
Herbert me confirmó en su experiencia lo que ha sido una parte indispensable de mi predicación y escritura. No me refiero solo a la escritura de poemas, sino también a la escritura de sermones, libros, cartas y casi cualquier otra cosa que sea importante. Cada sermón era una oportunidad no solo para expresar, sino para ver y saborear. Cada esfuerzo por hablar las maravillas de la Palabra de Dios se convirtió en una nueva visión y un nuevo sabor. La presión de preparar una palabra fresca de Dios semana tras semana fue uno de los mayores regalos de mi vida. El esfuerzo por hablar bellamente fue una forma de ver la belleza. El esfuerzo por poner un destello de gloria en palabras impactantes o conmovedoras hizo que el destello creciera. El esfuerzo por encontrar palabras dignas para Cristo me abrió más plenamente el valor de Cristo.
Creo que esto es cierto para todos. Y esa es una de las razones por las que he escrito este libro.
6. Tres grandes ejemplos: George Herbert, George Whitefield y C. S. Lewis
Por último, creo que la elocuencia que exalta a Cristo y que se humilla a sí misma, o el esfuerzo poético (como la llamo en este libro) es válida e importante para la vida y el habla cristianos porque los tres personajes de este libro lo demuestran en sus vidas. Los recomiendo para tu propia inspiración y guía. Los tres, por supuesto, están mucho más dotados que yo y tal vez que tú. No dejes que eso te desanime. No me acerco ni mucho menos al talento poético de George Herbert, el poder dramático de George Whitefield o el poder imaginativo de C. S. Lewis. Pero, ¡oh, cómo me han enseñado a ver y comunicar la verdad y la belleza! La gloria de Cristo es más brillante, más clara y más dulce para mí debido a su esfuerzo poético, el esfuerzo por ver, saborear y hablar las glorias que ellos han visto de maneras frescas y poderosas. Le doy gracias a Dios por ellos.
Sí, hay una elocuencia humilde que exalta a Cristo. Sí, el esfuerzo poético es bueno. No es el factor decisivo en la salvación. Dios lo es. Pero la fe y todos sus frutos vienen por el oír y el oír por la Palabra (Romanos 10:17; Gálatas 3:5). Esa Palabra en la Biblia es extendidamente elocuente: las palabras son unidas de manera que tengan un gran impacto. Y Dios nos invita a crear nuestras propias frases frescas para Su gloria, no la nuestra. Y en el misterio de Su gracia soberana, Se glorificará en nosotros y en el corazón de otros, a pesar de y por las palabras que hemos elegido. De esa manera, nos mantendrá humildes y obtendrá toda la gloria para Si mismo.
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