Kitabı oku: «Punta de lanza», sayfa 2
Ciudadano universal
De todos los lugares de los que pude haber sido
no me quedo con ninguno,
en todo caso con Irlanda,
porque soy borracho,
y algo bohemio,
y me gustan los acantilados,
con sus rocas ahí abajo,
mirando hacia arriba,
invitándote a una pinta con mucha espuma,
y mis tierras altas no te llegan ni a la mitad
de tus tacones de aguja,
que se clavan en mi alma de perdedor compulsivo,
de matarife acostumbrado a perdonar vidas,
a celebrar soledades,
de cobrador sin frac que condona deudas
por besos mal dados,
que tiene alma de oveja,
pero se viste de lobo,
porque el hábito sólo es hábito si te habitúas a ello.
De todos los lugares de los que pude haber sido
no me quedo con África,
aunque me gustan sus paisajes y sus árboles invertidos,
y sus negros sin sus mantas,
pero no soporto el calor si no es humano,
y a veces con reservas,
que las fiebres son muy suyas.
Ni tampoco con Europa,
que iguala monedas,
pero hace excepciones,
confunde credos,
impone aranceles,
abona trincheras,
que olvida los pasados
que le hacen repetirse,
que pone diques al mar,
como si valiera de algo.
Ni mucho menos América,
que depende de Vespucios,
de Florencias descastadas,
de conquistadores sin brújula,
de armas en manos necias,
de estatuas amontonadas.
Ni tampoco la del sur,
con sus Magallanes estrechos,
sus mares de sucia plata,
sus Patagonias compartidas,
sus favelas,
su fútbol,
sus pasiones excesivas.
De todos los lugares de los que pude haber sido
huyo de septentriones,
de atardeceres infinitos,
de noches eternas,
de solsticios,
de armisticios,
de gritos de guerra,
de fratricidios,
de lugares comunes,
de comunes acuerdos,
sin balanza equilibrada.
De todos los lugares de los que pude haber sido
no elijo Australias,
Indonesias,
Polinesias,
por fragmentos excesivos,
por izquierdas y siniestras,
por banderas confundidas,
por destierros coloniales,
de marsupiales sin bolsa,
de koalas rápidos,
de perezosos activos,
de demonios sin Tasmanias,
de dragones sin Komodos.
De todos los lugares de los que pude haber sido
descarto Asias por calendarios desfasados,
por honorables excesos,
por excesivos honores,
por sus largas murallas,
por sus vistas cansadas,
sus arrozales,
por sus tundras,
sus Baikales,
sus profundidades,
sus perros amontonados listos para el consumo,
sus liebres que esconden gatos,
sus perseguidos pangolines.
De todos los lugares de los que pude haber sido
no deseo Orientes Medios,
ni lejanos,
ni próximos,
con sus trenes a La Meca,
pero la gente va a pie,
con sus rodillas desgastadas,
sus alfombras orientadas,
con su Dios que tanto les gusta,
que algunos mueren por él,
sin saber a dónde van tantos pedacitos,
entre los que van los tuyos,
hermanados por el llanto que deparan los lutos,
vengan de donde vengan,
asediados el resto
por la ira de unos pocos.
De todos los lugares de los que pude haber sido
me quedo con este,
por costumbre
y por hartazgo,
por no reivindicar lo que me vino impuesto,
sin consulta, ni destino,
que eso es lo que soy,
ciudadano universal,
con mis ansias,
mis defectos,
mis desatinos.
Costra
Hoy he tirado a la basura parte de un pasado
que no era mío,
que heredé con la conciencia y olvidé con la memoria,
que formaba parte de mi mapa olfativo,
como tus células muertas,
que agonizaron en mi piel,
confundidas por contagio,
que ahora busco en los parqués acuchillados,
que brillan por tu ausencia.
Tengo el deber de anunciar una traición,
que no acarrea más pena que la que yo me imponga,
que cumpliré a mi manera,
si es que ya no la he cumplido,
que no parece suficiente,
y por eso me castigo.
Tengo la obligación de llamarte por mi nombre,
que podría ser el tuyo,
de quitarme la costra y olvidarme de picores,
de lucir cicatrices que parezcan tatuajes,
de callar lo que no dije,
de esperar tiempos mejores.
Aranceles
¿De qué foto nos sacaron a pesar del marco?,
¿de qué guindo nos tiraron?,
¿de qué proeza no narrada se te acusa,
y de qué vale si no vives para contarlo por ti mismo?
¿A quién sonsaco informaciones por las buenas
o bajo torturas,
si me cuentan lo que ya sé,
y no aprenden lo olvidado?
¿De qué zoo te has escapado,
sin bombardeos,
sindicatos,
ni jaulas abiertas?
¿En qué playa te dejó la marea,
que no tiene acceso para ir a buscarte?
¿En qué canción con la letra inacabada
habitabas bajo pseudónimo?
¿En qué barrio hemos vivido,
que ya no nos reconoce?,
¿qué se perdió en Cuba,
que a nadie ya le importa,
y menos aún lo saben?,
¿quién tiene mi felpudo,
que no se atreve a ponerlo?,
¿Por qué acabamos eso,
si sabíamos que no lo podríamos empezar?
¿Por qué cocinas para mí,
si en el fondo no te gusta?,
¿por qué besas mis labios,
si sé que sueñan con otros?,
¿por qué sueño contigo
y lo llamo pesadilla?
¿Quién me ha robado mi queso,
si no tenía lactosa?
¿Para qué nos vale un medicamento
con veintiocho dosis,
si solo un mes tiene esos días y no siempre?
¿Por qué se vende amor,
si en realidad no tiene precio
y no lo valora quien lo compra?
¿Por qué pagar aranceles,
si eso ya nos lo cobraron?
Infiel compañero
Tú, que fuiste a mi refugio a por perra compañía,
que lamí tus manos feas con mi cola agradecida,
que te di bula para engañar policías,
que me diste una esperanza para tener otra vida,
ahora te sueño despierto y de mí te has olvidado,
y te ha salido barato, porque el alma atribulada
no es el pago habitual de un país
que no es ni de perros,
ni de viejos.
Nosotros, que fuimos dos y ahora a vuelves a ser uno,
te estaré esperando si te vuelven a encerrar
a que vengas a buscarme,
y que puedas pasear.
Busca mi mirada triste en cualquiera de las jaulas,
y no pidas mi perdón,
porque ya te he perdonado,
aunque no te lo merezcas.
Eres mi infiel compañero,
porque nunca ha sido otra tu intención,
y no sabes de lealtades,
ni tienes corazón.
Febrero
Febrero es el mes más largo,
la hiel en vena,
la sabia retenida,
la flor cansada.
Febrero es una gota en un cristal hacia el abismo,
es un canto mudo,
una sirena coja,
una sierpe entretenida,
jugando con su pelo,
sin antídoto,
ni pasión,
ni desparpajo.
Febrero es el viento,
y el frío,
y la helada negra.
Febrero no se cansa,
no se aburre,
no se acaba.
Febrero está ahí,
como un lamento,
como un grito,
como un deseo no cumplido.
Febrero es un mes muerto,
una boca abierta,
mostrando su agonía.
La hierbabuena
La hierbabuena no es hierba,
ni es buena,
ni mala,
ni escuece,
ni engaña.
Es discreta y florece a su manera,
cuando quiere,
cuando puede,
cuando merece la pena.
Le teme al invierno,
pero no se arredra;
ama la primavera,
pero no se vende;
comprende el otoño
y le consuela,
soporta el estío
y sus excesos.
La hierbabuena no se mira en los espejos,
ni recibe enhorabuenas,
no respira si la cortan,
combina con los hielos,
hiberna por cansancio,
hiere por encargo,
recupera alientos,
matiza calendarios.
La hierbabuena se adapta a los cambios,
se agarra a los suelos,
piensa en pequeño,
actúa a lo grande,
sabe del pasado,
aguarda futuros,
acepta presentes.
La hierbabuena asoma acantilados,
conquista taludes,
aprende idiomas,
alcanza acuerdos,
es justa,
no es tonta,
regala abrazos,
reparte hostias,
sabe fuerte,
besa despacio,
trepa por las piernas de los atardeceres.
La hierbabuena sabe historias,
pero prefiere escuchar
y sabe de ecos de tiempos pasados,
convoca analogías,
esculpe amistades,
se ríe de las nubes,
juega con los girasoles,
deshiela tundras,
congela soles,
observa estrellas,
descubre planetas,
entiende mundos.
La hierbabuena sabe juzgar,
trata de tú a los sabios,
ignora a los necios.
La hierbabuena se echa la siesta,
si no la observan,
despereza horizontes,
respeta bosques
absorbe rones.
No juegues con ella,
quiérela como ella quiere
y no esperes más a cambio
que la propia savia que contiene.
Ese es su poder,
ese es su don,
ese es su regalo,
y es un bien preciado.
Los que lo saben lo quieren,
los que lo ignoran no importan,
unos son compañeros de viaje,
otros simples navegantes
que no la huelen,
que no la miran,
que no la aprecian,
que pasarán de largo,
y ellos se lo pierden.
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