Kitabı oku: «Paisaje de la mañana», sayfa 8

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Con Patricia Hernández, del Plan Lector Santillana

Poco tiempo después le pedí a Patricia Hernández, jefa de producto Plan Lector de Santillana, una entrevista que permitiera ampliar la visión del trabajo que realiza dicha empresa. Con Patricia tengo una relación curiosa: nos conocemos bien y nos apreciamos, pero nos ha costado grandes encontronazos a lo largo de sus casi cinco años en Santillana. Ella proviene de una experiencia bancaria —fue ejecutiva de marketing y créditos bancarios— y frente a esa práctica financiera yo soy bastante intratable. Así que pueden imaginar unos hermosos incisivos royendo un hueso duro… pero ahora reconozco que nadie sabe mejor de programas y estrategias del Plan Lector que esa señorita de voz suave y sonrisa permanente.

Patricia, tú vienes de una experiencia distinta. ¿Qué fue lo más difícil que tuviste que enfrentar en el trabajo editorial?

Internalizar que manejar la línea de literatura infantil y juvenil no era administrar un producto cualquiera y que debía desarrollar la sensibilidad necesaria que me permitiera entender el punto de vista del escritor y del lector.

¿Que ha sido lo más grato de esta nueva experiencia?

Administrar una línea que contribuye en la formación integral de las personas. Siento que de esta manera ayudamos a que el Perú sea un mejor país.

¿No habrá algo de idealización cuando se afirma que comercializar libros es diferente que mercadear otros productos?

No es lo mismo, porque un libro es un producto que trasciende en el tiempo. Estamos obligados a ser muy responsables en cuanto a la calidad del producto que editamos e ilustramos.

¿Qué representa ahora un libro para ti?

Es el medio que permite despertar la imaginación, la fantasía, la reflexión, el pensamiento crítico valorativo. Es el mejor conductor de un sinfín de emociones.

¿Cuáles son las estrategias de venta de libros y de promoción de lectura que desarrolla Santillana en el país?

Contamos con una amplia experiencia en el mercado editorial, más de treinta años contando historias en el mercado peruano nos respaldan. La selección de temas y formatos se realiza teniendo en consideración los gustos y preferencias de los lectores. Contamos también con una red especializada de asesores en literatura infantil y juvenil que visitan los colegios y recomiendan la lectura de nuestro catálogo. Además nos preocupamos por asesorar pedagógicamente en la metodología que deben aplicar para consolidar el hábito lector.

¿Cuál es el promedio de novedades editoriales que lanzan cada año?

Depende del ciclo promocional. En promedio lanzamos veintidós novedades al año, pero ha habido momentos en que el catálogo se ha renovado en forma más intensiva llegando a lanzar más de treinta novedades en un año.

¿Dirías que estamos viviendo el mejor momento de nuestra literatura infantil y juvenil?

Definitivamente, las lecturas de hoy son mucho más cercanas y atractivas para los chicos, pues tocan temas de la vida cotidiana,

¿Es posible mejorar la propuesta editorial de Santillana?

Pienso que debemos seguir esforzándonos en asesorar a los docentes usuarios con propuestas innovadoras y estrategias atractivas. Además de mejorar los canales de comunicación con los padres de familia, sobre todo en el nivel de Inicial, etapa en la que los niños pueden establecer un vínculo afectivo con la lectura.

Es muy importante la participación de los padres…

Es responsabilidad de los centros educativos y también de los padres de familia, por eso nuestro compromiso de proporcionarles recursos que los ayuden a despertar en sus hijos el gusto por la lectura. Contamos con un sitio en internet y en redes sociales de promoción del hábito lector; si bien tenemos un buen número de seguidores —más de medio millón de personas—, se observa un crecimiento enorme de visitas de parte de los padres de familia.

¿Tienes relación con los autores? ¿Podrías diseñar un perfil de nuestros escritores para niños?

Me relaciono con los autores después de que su obra ha sido publicada y cuando ha tenido acogida en la comunidad lectora. Participo con ellos en los conversatorios que se realizan en los centros educativos. No puedo definir un perfil de escritor para niños, pues el proceso creativo de cada escritor es muy íntimo.

¿Por qué crees que tenemos, de manera ostensible, menos autores de literatura juvenil?

Tal vez debido a la naturaleza de los jóvenes, que resulta un público más demandante. Al ser una categoría que requiere un mayor rigor, somos más selectivos al momento de seleccionar los textos y si no encontramos textos apropiados en el mercado local, complementamos la oferta editorial con obras de autores extranjeros ya galardonados en el género juvenil.

¿Consideras que la editorial es una de las empresas culturales con mayores oportunidades de servicio?

Definitivamente, nosotros pretendemos apoyar a la comunidad lectora en todo el proceso de desarrollo y consolidación del hábito lector. Leer es el camino ideal para mirar y entender el mundo de manera distinta.

¿De qué forma participa Santillana en la reflexión y el debate sobre los programas de lectura en la escuela?

A través de acciones de capacitación a nuestros docentes y gracias a los congresos de literatura infantil y juvenil que realizamos. De este modo buscamos movilizar a la comunidad lectora y reflexionar en conjunto sobre la situación de la lectura en el país.

Si es tan decisivo el rol de una empresa editorial, ¿no sería conveniente que se firmen convenios de responsabilidad social con el país?

Nosotros apoyamos permanentemente a diversas asociaciones culturales para llevar el libro hasta lugares lejanos de la capital. Aunque en términos de lectura hay todavía mucho por trabajar en el país.

Con Martha Muñoz, de Ediciones Peisa

Llegué minutos antes de la cita con Martha Muñoz, editora de Ediciones Peisa. Me sorprendió la oficina, bastante callada y modesta, atiborrada de libros hasta el techo. Yo recordaba el antiguo local de Lince, espacioso y atareado. En mi visita solo observé dos señoritas concentradas en sus quehaceres y, al fondo del pasillo, el sencillo despacho de Martha. “¡Qué diferencia con las multinacionales!”, pensé y me conmovió la voluntad de Peisa de afirmarse como editorial independiente. Fue su condición de origen y se ha mantenido así, aun cuando uno de sus directores, Germán Coronado, es el actual presidente de la Cámara Peruana del Libro.

Editorial Peisa está próxima a celebrar una proeza en nuestro medio: cumplir cincuenta años de fecunda labor. ¿Cuál crees que ha sido su principal contribución a nuestra literatura infantil y juvenil?

Desde sus inicios Peisa publicó libros para niños. Después de una primera etapa de búsqueda y aprendizaje decidimos emprender la producción de libros para niños cuyas temáticas tuvieran estrecha relación con aspectos de nuestra propia realidad cultural. Es así como empezamos a publicar, en formato álbum, libros de leyendas, mitos y fábulas de la tradición oral. Tal vez nuestro mayor aporte haya sido señalar un camino cuando este interés no era el dominante en nuestro medio.

Tú eres maestra, no sé si habrás ejercido la docencia en el aula, pero sin duda lo has hecho como editora. ¿Consideras que esta vocación pedagógica debe animar a los editores, sobre todo en un país con tantas carencias educativas?

Soy maestra y durante un tiempo breve desempeñé labor docente en secundaria. Creo que para un editor o editora de libros para niños y jóvenes es una ventaja tener formación pedagógica. A mí me permite situarme tanto en la perspectiva del niño lector como en la del docente o de la madre y padre motivadores, actores esenciales en el proceso de adquisición del hábito de la lectura.

Hay un riesgo, sin embargo, con el didactismo…

Si bien los editores de libros para niños y jóvenes debemos tomar en cuenta aspectos pedagógicos al momento de elegir los contenidos, esto no debe significar aplicar recetas didácticas que puedan restarle fuerza al mensaje que aportan la creación literaria y artística.

¿Cómo nació la Coedición Latinoamericana que publicó títulos tan importantes para niños y jóvenes en las décadas de los ochenta y noventa?

Esa coedición tiene sus antecedentes en un Seminario sobre edición de libros infantiles y juveniles, realizado en Bogotá, en febrero de 1979, organizado por Cerlalc/Unesco. Dicho foro tenía entre sus objetivos poner en comunicación a personas y empresas que venían editando libros para niños en América Latina y el Caribe. Ahí presenté una ponencia titulada “El libro infantil y el mercado consumidor frente a la viabilidad de un programa de coediciones”. Como consecuencia de este encuentro, en 1980 el Cerlalc convocó a cuatro empresas de la región de Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela para llevar a cabo un programa de coediciones de libros para niños y jóvenes. Ediciones Peisa, como representante del Perú, comenzó a participar en este grupo editorial en 1983.

¿En qué año surgen los libros dedicados a niños y jóvenes, me refiero a la colección Quirquincho y la Serie de los Navegantes?

La colección Quirquincho surgió en 1984, con la publicación del libro El misterio de las Islas de Pachacamac y otros relatos. La serie de los Navegantes nació en 1992, con la publicación del libro 16 Cuentos latinoamericanos. Este título pertenece además a los libros publicados por el grupo de la Coedición Latinoamericana, y ya lleva publicado más de medio millón de ejemplares en la región.

¿Cuáles dirías que son las características de los libros infantiles de Peisa con respecto a las publicaciones de las otras editoriales?

Ediciones Peisa apostó por la edición de libros para niños con temáticas de la tradición oral, en una época en que las publicaciones de ese tipo eran escasas. Posteriormente hemos continuado publicando libros de diversos formatos y preferentemente de autores peruanos. Lo que tratamos es estimular la creatividad de autores e ilustradores, en procura de lograr la mejor conjunción. Nos esmeramos, también, en ofrecer libros de calidad en cuanto se refiere a su presentación.

¿Qué alentó a la editorial encargarle al poeta José Watanabe la dirección de la colección para niños y cómo fueron surgiendo sus libros?

Esa idea nació de extensas conversaciones que sostuvimos con él. José tenía una imaginación prodigiosa, y había trabajado, en la década del 1970, en la elaboración de guiones y producción de programas para niños, que se emitieron por la televisora estatal. Era un hombre con una curiosidad sin límites y había incursionado, más allá de la poesía, en otras actividades creativas como la escritura de guiones cinematográficos y teatrales. En una de las conversaciones surgió que José tenía ganas de volcar su creatividad en una serie de cuentos para niños. No lo dudamos ni por un instante y le propusimos hacerse cargo de la dirección de las nuevas colecciones cuya composición esbozaríamos juntos.

¿Cómo fue el proceso de trabajo?

Organizamos reuniones con un grupo de maestros con quienes José dialogó en pos de captar ideas que lo orientaran en la definición de los contenidos. Les preguntó de todo, sobre todo respecto a los intereses de los niños, lo que les produce fascinación y lo que los asusta, lo que les provoca risa y lo que los entristece. Su entusiasmo era tal que estuvo concibiendo contenidos e ideas para los libros que él mismo escribió incluso cuando fue hospitalizado. En total escribió las historias de quince libros, pero lamentablemente no alcanzó a verlos publicados todos. Aún mantenemos un manuscrito inédito.

En nuestro medio es insólito que una editora escriba un libro, tú lo has hecho. ¿Puedes referirte brevemente a Queremos ser niños y niñas felices?

El libro surgió de la necesidad de publicar un libro paradidáctico que abordase un tema que era muy solicitado en los programas escolares: “los derechos del niño y del adolescente”. Conocedora de lo tedioso que puede resultar un tema como este para los niños, decidí escribir un libro que lo tocara en una forma sencilla y amena, tomando en consideración la realidad de los niños de nuestro país. Me ayudé con ilustraciones del afamado Gian Calvi, ilustrador brasileño, y con datos estadísticos. Abordé, además, el tema de los deberes que también tienen los niños y adolescentes, un aspecto que apenas si se toca en nuestro medio.

¿Qué opinión te merece el diseño del Plan Lector en el Perú?

En términos generales me parece un proyecto positivo. Creo que con todas sus limitaciones la aplicación de este programa de lectura ha logrado que surja el interés por el libro de ficción tanto entre los niños y jóvenes, como entre los padres y maestros. Creo que hace falta, sin embargo, asistir a los maestros para que apliquen criterios técnicos en la selección de las obras literarias y evitar así que se produzcan distorsiones y se termine recomendando —como de hecho sucede— obras de dudoso valor literario por favorecer criterios mercantiles.

Algunas campañas oficiales como Promolibro me han parecido discutibles…

Tengo poco conocimiento sobre las campañas oficiales que realizó Promolibro, entidad que ha sido reemplazada, según entiendo, por la Dirección del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura. Sé que esta oficina realiza algunas actividades de lectura en parques y el año pasado ha adquirido, por primera vez, libros de diversas casas editoriales para el desarrollo de sus programas. Me parece que su labor es microscópica en un país en el que no hay bibliotecas públicas. Hace falta que el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional emprendan campañas de gran alcance orientadas al fomento del hábito de la lectura entre nuestros niños y jóvenes. Hace falta, por otro lado, un Plan Nacional del Libro y la Lectura que oriente esta labor.

¿De qué manera, con qué criterios?

Creo que la única manera de mejorar los niveles de lectoría entre nuestros niños y jóvenes, y de despertar en ellos el amor por los libros y la literatura, es poniendo los libros al alcance de los potenciales lectores. El estado debe invertir en la instalación y dotación de bibliotecas públicas, y desarrollar, de la mano con la empresa privada, campañas de fomento del libro y la lectura.

Y promover encuentros, ferias del libro…

Claro, son muy útiles esos eventos que convocan autores e ilustradores, y también editores, para que hablen con niños y jóvenes. Permite a los lectores conocer quiénes están involucrados en la creación del libro, cómo ha llegado la obra editada e impresa —o el archivo digital— hasta sus manos.

Y en las escuelas, ¿cómo debería motivarse la lectura?

Lo ideal es trabajar con maestros preparados para esta labor. Y, por supuesto, seleccionar adecuadamente los libros con los que se va a trabajar en el aula, cuidando de que no planteen problemas de excesiva dificultad para el nuevo lector y, por otro lado, que no lo aburran. Cuando el niño o el joven descubren que el esfuerzo de la lectura es ampliamente recompensado con la experiencia vivida a través de la lectura, quieren revivir la experiencia. Y en la relectura, el mismo texto adquiere nuevos significados… ¡Este es el caso típico en el que hemos ganado un nuevo lector!

¿Cuál es tu mayor ilusión al respecto?

Sueño con un país en el que los niños y jóvenes tengan acceso al libro y gocen con su lectura. El día que esto suceda el Perú podrá aspirar a alcanzar mayores índices de desarrollo humano. Habrá menos intolerancia, menos discriminación y, al contrario de lo que sucede hoy, se forjará una sociedad más armónica e integrada.

LECTURAS EJEMPLARES 1

José de la Riva Agüero

Ventura García Calderón

José Carlos Mariátegui

Luis Alberto Sánchez

Jorge Basadre

María Wiesse

Sebastián Salazar Bondy

Antonio Cornejo Polar


José de la Riva Agüero

Estudios de la Literatura Peruana: Carácter de la literatura del Perúindependiente. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1962.

Consideraciones generales
La literatura peruana forma parte de la castellana

Esta es verdad inconclusa, desde que la lengua que hablamos y de que se sirven nuestros literatos es la castellana. La literatura del Perú, a partir de la Conquista, es literatura castellana provincial, ni más ni menos que la de las islas Canarias o la de Aragón o Murcia, por ejemplo, puesto que nada tiene que ver con la literatura, la dependencia o independencia política de la región donde se cultiva. La lengua constituye el único criterio, y no meramente exterior, como podría creerse, puesto que implica la forma, que es de importancia capital en el Arte, y de ordinario también (como entre nosotros) la influencia directa de la imitación y todo aquel heredero conjunto de reglas, procedimientos y direcciones, que se denomina tradición literaria. Las obras que se escribieron en Pérgamo, Alejandría y Antioquia, después del fraccionamiento del imperio macedónico, pertenecen a la literatura griega porque en idioma griego se compusieron; las obras de Boecio y de Venancio Fortunato, de San Gregorio el Magno, de San Isidoro y San Bernardo hasta de Erasmo y Ángel Policiano, pertenecen a la literatura latina, aunque fueron compuestas cuando ya no existía el imperio romano; lo que en lengua alemana se escribe en Viena o Innsbruck, Basilea o Berna, pertenece a la literatura alemana; lo que en lengua inglesa se escribe en Nueva York y Boston pertenece a la literatura inglesa; lo que en lengua francesa se escribe en Bruselas o Ginebra, pertenece a la literatura francesa; la literatura brasileña pertenece a la portuguesa; y todas las de la América española a la castellana. El lazo del habla común se eleva por encima de las divisiones políticas. Para que la literatura del Perú dejara de ser castellana, sería preciso que el castellano se corrompiera totalmente y se descompusiera en nuevos idiomas, y por fortuna, en el Perú (a pesar de nuestros numerosos provincialismos y a pesar de la inexplicable intransigencia, del tenaz empeño que la Academia pone en no admitirlos) aquella amenaza es muy remota.

(pp. 261-262)

La literatura del Perú es incipiente

Se encuentra en el periodo de formación; mejor dicho, de iniciación. De ahí proviene que abunden en ella los ensayos y las copias, y que prodigiosamente escaseen las obras definitivas, las de valor intrínseco y absoluto, desligado de la consideración del medio y de la época. Este carácter no es tampoco peculiar al Perú: se aplica a la literatura de toda la América Latina. Países nuevos, pobres, poco poblados, que han tenido existencia política tan inquieta y azarosa, en los cuales la profesión de literato suele no ofrecer porvenir ni recompensa alguna, mucho han hecho con producir a un Olmedo, a un Heredia y a un Bello: han superado con sus esfuerzos todas las expectativas, y han probado la bondad y excelencia de su genio, que alcanzó tamaños resultados en condiciones por demás desfavorables. Pero el ingenio no basta, si los restantes factores son hostiles, para constituir una gran literatura, y no se puede sostener que la hispano-americana lo sea. Se advierte en ella vacilación, inseguridad. Muchos e importantísimos géneros literarios están en mantillas. Los talentos frustrados y las tentativas abortadas son más comunes que en cualquier otra. La literatura americana en general se halla pues en la adolescencia. Aunque sea adolescencia robusta y heroica, adolescencia de Hércules, que promete quizá, una juventud triunfadora y radiante, es adolescencia a la postre. Pero confesemos con lealtad que la literatura del Perú no es de las más adelantadas. Al compararla con algunas de sus hermanas, no sale muy airosa. Prescindamos de la literatura brasileña, que si bien es latina e ibérica, no es castellana, y que ha tenido la fortuna de florecer en un país populoso y pacífico; prescindamos también de la de Cuba, porque bajo el gobierno español se disfrutó allí de tranquilidad, holgura e instrucción de las que nosotros carecíamos: Méjico, la Argentina y Colombia, que han vivido entre desórdenes y trastornos iguales, si no mayores que los de Perú, lo aventajan indudablemente en literatura. ¿Cómo explicar esto? ¿A nuestra mala disciplina literaria, a la falta de estudios, debe atribuirse dicha inferioridad, o serán nuestros criollos menos artistas y poetas que los mejicanos, colombianos y argentinos? No me atrevo a resolver el problema por temor de errar. Queda planteado, sin embargo. Hay que atreverse de una vez por todas con el mito de la riqueza literaria del Perú, porque de nada aprovechan las mentiras y las ilusiones. La verdad seca, ruda, amarga, sin ambages ni rodeos estimula, corrige y levanta. Mi opinión podrá ser equivocada, pero es sincera. ¡Ojalá vengan pronto a desmentirlas los de la generación presente, en la cual tengo grande y fundada confianza!

(pp. 264-265)


José de la Riva Agüero

Escritor y político peruano descendiente del precursor independentista homónimo. Nació el 26 de febrero de 1885 en Lima. Es considerado uno de los pensadores más notables y representativos del siglo XX del Perú. Acudió a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde se recibió de Doctor en Letras en 1910. Fue profesor universitario y fundó el Partido Nacional Democrático. Fue opositor al régimen de Augusto B. Leguía, y durante el Oncenio (1919-1930) partió al exilio en Europa por voluntad propia. De regreso, fue alcalde de Lima entre 1931 y 1932 y al año siguiente se integró al Ministerio de Educación. También fue decano del Colegio de Abogados de Lima (1935-1936) y presidente de la Academia Peruana de la Lengua desde 1934 hasta su muerte. Otros trabajos suyos son: Elogio del Inca Garcilaso (1916); El Perú histórico y artístico (1921); Civilización peruana: Época prehispánica (1937); Por la verdad, la tradición y la patria (1938), y Estudios sobre literatura francesa (1944). Su obra está marcada por una perspectiva peruanista y una simpatía hispánica. Falleció en Lima el 15 de octubre de 1944.


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