Cilt 28 sayfalar
Kitap hakkında
Hablar mal de otro es un mal para la Iglesia toda, pues no se queda allí, en el mero comentario, sino que pasa a la agresión (al menos desde el corazón). Al murmurador San Agustín lo llama «hombre sin remedio». «Al no poderse excusar a sí mismos, están siempre dispuestos a acusar a los demás» (Sermón 19). A estos hombres, dice, «lo único que les queda es la enfermedad de la animosidad, enfermedad tanto más débil cuanto más fuerte se cree» (comentario sobre el Salmo 32,29).
Contra este mal espíritu (el hablar mal de otros) la tradición cristiana, ya desde los primeros Padres del desierto, propone la práctica de la acusación de sí mismo. Hace muchos años escribí un artículo sobre el tema de la acusación de sí mismo. Si bien estaba dirigido a jóvenes religiosos, pienso que nos vendrá bien a todos. Lo ofrezco como aporte a la Asamblea. El artículo se inspiró en algunos escritos de Doroteo de Gaza, que van al final como complemento.