Kitabı oku: «El lado oscuro del rock»
El lado oscuro del Rock
José Luis Martín
© 2020, José Luis Martín
© 2020, Redbook Ediciones, s.l., Barcelona
Diseño de cubierta: Regina Richling
Diseño de interior: David Saavedra
Fotografías interiores: APG imágenes
Fotografía de cubierta: Shutterstock
ISBN: 978-84-9917-589-8
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Índice
Introducción
Mis satánicas amistades
Bienvenidos al lado oscuro
I. Brujería, ocultismo, superstición & blues
El origen del vudú de Nueva Orleans
Marie Laveau, la reina vudú
El hoodoo de Luisiana
Conjuros y amuletos
El cruce de caminos
II. Rock’n’roll. La música del Diablo
El blues tuvo un hijo bastardo al que llamaron rock’n’roll
Dios le tendió la mano al Diablo
The Four Horsemen Of The Apocalypse
Elvis Presley. El lado oscuro del rey
Jerry Lee Lewis. El asesino del rock’n’roll
Little Richard, la reencarnación de Satanás
Chuck Berry, el padre del rock and roll
Screamin’ Jay Hawkins. El voodoo del rock’n’roll
Acoso y derribo
III. Corrompiendo la flema inglesa
Semillas de maldad
Del skiffle al blues. La semilla del diablo
Aleister Crowley, The Beast 666
Graham Bond, el genio ocultista
Tipos extraños en un mundo decadente
Chris Curtis, el batería visionario
Joe Meek. El loco del rock espacial
Crazy World Of Arthur Brown. Quemándolo todo
Screaming Lord Sutch. El padrino del shock rock
IV. Simpatía por el Diablo
The Beatles, de chicos buenos nada
Más famosos que Jesucristo
La conexión Crowley
El misticismo hindú
La inspiración de Charles Manson
The Rolling Stones o Sus Satánicas Majestades
Bienvenidos al lado oscuro
El inicio de la etapa satánica
Sympathy for the Devil
1969, el año maldito
Led Zeppelin. El ocultismo de Jimmy Page
V. Buscando la nueva espiritualidad
Millbrook, la puerta de la consciencia
Bienvenidos al verano del amor
Jim Morrison, el chaman eléctrico
La era psicodélica
El final de un sueño lisérgico
VI. Bajo el signo de Satán
Anton LaVey, el Papa Negro
Coven, la primera banda satánica
Black Sabbath, jugando con el Diablo
La consolidación del ocultismo
VII. Bajando a los infiernos
Alice Cooper, el teatro del horror
Judas Priest, los predicadores del mal
Iron Maiden, el número de la bestia
Lemmy, el azote de la religión
En busca del demonio más rentable
AC/DC. Los cuernos de Satanás
Kiss. La máquina de hacer dinero
Otras bandas con universos oscuros
Venom. Satán es poder
Mercyful Fate. El Rey Diamante
VIII. Culto a la muerte y el Anticristo
Rock Gótico, el sonido de la muerte
Rock industrial. La maldición de las máquinas
Nine Inch Nails, los clavos de Cristo
Orgy. Del emo a la ciencia ficción
Ministry. Rescatando a Crowley
Laibach. En guerra con la Iglesia
Fuego infernal y zombies
Marilyn Manson. La llegada del Anticristo
Columbine o la venganza del puritanismo
Metal extremo. La filosofía del mal
Sepultura. La fuerza de la superstición
Cradle Of Filth. La calidad de lo extremo
Behemoth. Hacia el paganismo nórdico
Cannival Corpse. Ignorados, prohibidos y estigmatizados
Brujeria. Decapitando gringos
Inner Circle: quemando las iglesias
IX. Nuevo siglo, mismo horizonte
El templo satánico
Ghost. El Cardinal Copia y sus Nameless Ghouls
Las brujas al poder
Propuestas para cruzar al lado oscuro
Listados de música
Bibliografía
Introducción
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Mis satánicas amistades
Lo primero que debería dejar claro es que no creo en el Diablo, Satanás o Lucifer, porque esa creencia me llevaría a reconocer la existencia de alguna divinidad superior como contrapunto. Según esa apreciación, es bastante triste y deprimente que una fuerza superior, si es que existe, permita que el mundo haya rodado de la forma irracional que lo ha hecho a lo largo de su historia, para eso ya nos valemos nosotros sin necesidad de supervisión. Llamadme ateo si preferís.
Mis relaciones con Satanás vinieron a través de la música o como excusa de ella. Fueron mis amigos los que me embrujaron con discos e historias de Black Sabbath o Led Zeppelin primero, para al poco adentrarme en el universo oscuro de Iron Maiden, Judas Priest o Motörhead. Tommy ejercía de satánico, chamán o maestro de ceremonias; servía su elixir mágico, hoy conocido como cerveza de litro y evaporábamos aromas que invitaban a abrir la mente, en ocasiones cortados con tanta basura que lo único que daban era dolor de cabeza. Cuando la química acompañaba, era sencillo, dejar deslizar la aguja sobre el vinilo, bajar la intensidad de la luz y cerrar a cal y canto la habitación para que no se escapasen los efluvios mágicos.
Recuerdo que Tommy tenía un concepto diferente sobre la muerte, los espíritus y los demonios, que me sorprendía y embobaba. Hoy en día lo achaco a su procedencia gallega y la seguridad de que las brujas, hechiceros, demonios y fantasmas, haberlos haylos. Quizás por eso cuando se te acercaba a oscuras en Les Enfants Terribles y simplemente te llamaba y te enseñaba la mano cornuda, era digno de respeto.
Aunque no recuerdo su nombre, un año conocimos a su hermano, que daba más grima que él, posiblemente porque vivía en Galicia y conservaba todo su mojo intacto. En una sesión de brujería casera y mientras sonaba Black Sabbath, nos enseñaron fotografías de ellos durmiendo dentro de un nicho abierto en su tierra natal y ahí subió de categoría y todos lo vimos como nuestro Ozzy particular.
Nuestras sesiones diabólicas también se desarrollaron en lo alto del Montseny, refugiados en un monasterio abandonado que era el escenario ideal para una cinta de terror de serie B. Podíamos olvidarnos la comida, pero la música, la bebida, las substancias «alternativas» y las ganas de cruzar al lado oscuro no. Recuerdo que en la tercera visita al monasterio tuve una mala experiencia, aunque no creo que fuera con el submundo, ya que desde entonces no puedo ingerir alcohol blanco sin ver a la virgen y todas las estrellas.
El paganismo y la magia las encontré más adelante de la mano de amigas que no nombraré porque no les he pedido permiso, pero el tarot, el espiritismo y la ouija estuvieron muy presentes, con su propia banda sonora a base de Gwendal, Alan Stivell y otros grupos que ni recuerdo.
Menos intenso fue tropezar con acólitos del nuevo pensamiento universal a base de música progresiva. El LSD no me sienta del todo bien y estar en una reunión donde todos viajan sin maletas y tú no tienes combustible, no será el infierno pero se le parece mucho.
Con el tiempo y los años, el blues me llevó a reencontrar al Diablo, pero ya estaba curado de espanto y pocas cosas me sorprendían. Hace unas semanas me encontré con Tommy en un concierto y entre charla y cerveza me recordó que uno de mis peores demonios era conocido como «La Dolores», se manifestaba como docente y consiguió que aborreciera y abandonara estudiar.
Así que sí, que existen los demonios, pero libradme de los monstruos de carne y hueso del día a día, que de los malignos o divinos ya me libraré yo.
Bienvenidos al lado oscuro
Desde su aparición, en la década de los años cincuenta, el rock’n’roll está relacionado con el ocultismo, término que abarca rituales paganos, mitología egipcia y brujería, hasta la adoración del Diablo. Mientras que algunos artistas y bandas profundizaron en los estudios de lo oculto, otros se subieron al carro para crear polémica y vender más discos. Sin embargo desde el inicio de su andadura ha tenido una fuerte oposición del sector más moralista y radical del cristianismo, que lo ha señalado como foco de todos los males morales de nuestra sociedad.
La derecha cristiana ha sido y es un componente poderoso, política y socialmente, influyendo en la política cultural de los estados, siempre en nombre de los valores familiares, pero escondiendo un tremendo deseo de seguir manteniendo su supremacía ante cualquier tipo de libertad de culto. Por eso desde sus inicios el rock se ha visto vigilado, acosado y atacado por los fundamentalistas religiosos, acompañados en su cruzada por las fuerzas de la derecha política, conservadora e inmovilista.
Igual que las brujas fueron señaladas, perseguidas y se quemaron en hogueras de la Europa del siglo xv, la cristiandad ha perseguido durante el siglo pasado cualquier apertura no estipulada como episcopal, topando de lleno con la cultura, desde cuentos infantiles, relatos de adultos, juegos de mesa, cine, televisión, Internet y la música. Cualquier expresión que hiciera referencia a la astrología, la New Age, el paganismo y sus tradiciones ancestrales, el esoterismo, ocultismo o el propio Diablo, era estigmatizada inmediatamente y se mostraba al conjunto de la sociedad como eje del mal. Daba igual que fuera el tablero de ouija, los libros de Harry Potter, las películas de la saga El Señor de los Anillos o la música de Black Sabbath o Marilyn Manson. Inmediatamente se provocaba una sensación de miedo colectiva que demandaba una reacción en forma de ataque judicial, político y moral.
Como veremos en el libro, en cada ocasión que aparece un elemento distorsionador de la hegemonía eclesiástica, se produce una respuesta ataque que lo condena por satanista, hereje o inmoral. Utilizando la represión en los viejos campos de algodón, prohibiendo la libertad de culto entre los esclavos llegados de África o lanzando mentiras y distorsionando la verdad para suprimir la explosión de júbilo que el rock’n’roll trajo en los cincuenta.
Con la proliferación de creencias paganas de los sesenta, donde la magia y el ocultismo se abrió paso entre la experimentación sicotrópica, atacando y cuestionando la cosmovisión cristiana establecida, llegaron las prohibiciones y la persecución de los líderes del movimiento, muchos de ellos devorados por las drogas y la presión. No escaparon las grandes estrellas, desde The Beatles o The Rolling Stones a Led Zeppelin, pero en los setenta se les escapó el libre albedrío de las manos, y la creación de la primera religión netamente satánica les estalló en la cara.
El rechazo más rotundo a la ciencia vino acompañado de un acercamiento del cristianismo hacia postulados más fundamentalistas y conservadores, que se entrelazó en más ocasiones de lo que la prudencia aconsejaba, con movimientos de extrema derecha, castigando a los que levantaban la voz contra la política belicista o reivindicaban los derechos civiles.
Los ochenta destapan una nueva era del culto a Satán que nos acompañará hasta nuestros días, elevándose el nivel del combate entre la religión y el rock. Por un lado el cristianismo fundamentalista y la derecha política crecieron como respuesta al ataque del Diablo, y a la sombra de Ronald Reagan inician otra cacería indiscriminada, aunque el efecto llamada es imparable y el atractivo de Satanás acaba por embaucar a millones de fans que ven en el heavy metal su válvula de escape.
Este libro no es un tratado sobre satanismo, aunque hablaremos de la adoración a Satán, pero nos muestra perfectamente la lucha entre la música rock y la religión cristiana. No somos nosotros los encargados de abrazar postulados de uno u otro lado, tan sólo dar a conocer los hechos que desgraciadamente se siguen repitiendo una y otra vez.
El pasado 29 de noviembre se celebró en la Facultad de Filología de la Complutense de Madrid un seminario organizado por Satanistas de España y Jóvenes Investigadores en Ciencias de las Religiones, bajo el título de La Experiencia Satánica. Las asociaciones cristianas y de ultraderecha convocaron rezos delante de la entrada, se volcaron mentiras como las expuestas por el Sindicato Español Universitario: «Ante las jornadas satanistas convocadas hoy en la UCM donde se promueven violaciones y conductas pedófilas con complicidad del rectorado, el estudiantado sin complejos ha respondido, consiguiendo su paralización».
Parece que en el nuevo siglo la cosa no ha cambiado. ¡Bienvenidos al lado oscuro del rock!
I. Brujería, ocultismo, superstición & blues
El blues es, según todos los expertos, el principio de todo, la madre de todas las músicas modernas y mal vamos, si de entrada, es un género dominado por la brujería, el ocultismo, las creencias paganas y todo tipo de supersticiones. La sociedad occidental y decentemente católica apostólica ha dejado entrar al señor oscuro.
Es aquí donde comienza nuestro viaje al lado oscuro, arremangándonos y sumergiendo la cuchara en el gran caldero del gumbo, para remover todos los ingredientes y conseguir que la ocra se entremezcle perfectamente con el roux de Luisiana, mientras que nos centramos en otros menesteres.
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El origen del vudú de Nueva Orleans
Cuando en agosto de 1619 el barco corsario inglés White Lion desembarcó a los primeros veinte esclavos africanos en el puerto de Jamestown, en la colonia británica de Virginia, comenzó uno de los periodos más oscuros y trágicos de la historia de los actuales Estados Unidos. Una historia que aposenta su crecimiento económico con la esclavitud de millones de personas de color, tratadas como animales de carga, esquilmando todos sus derechos y libertades durante varios siglos. Con la pérdida de libertades fueron prohibidas sus creencias espirituales y mágicas, que si bien es cierto que fueron diezmadas, jamás consiguieron erradicarlas.
La expansión del vodun
Una de las principales creencias paganas que se importaron de África fue el vodun, originario de las Fon People del antiguo reino de Dahomey, actualmente Benin. Entre 1739 y 1931, la mayoría de esclavos fon fueron desembarcados en la colonia francesa de Luisiana, concretamente en el puerto de Nueva Orleans.
Vodu significa «espíritu» en el idioma fon y se trata de una deidad semejante a un dios o Gran Espíritu, representado por una gigantesca serpiente blanca llamada Dan que sostiene el Universo. La represión religiosa comenzó en las colonias francesas y españolas del Caribe, donde se les prohibió bajo pena de muerte la práctica de toda cultura pagana, por lo que los esclavos adaptaron sus creencias ancestrales con las nuevas impuestas por el catolicismo, pero sin perder su fe. De esta forma aparecen religiones híbridas que mutan según su destino final; la santería en Cuba y más tarde en México, la macumba y el cadomblé en Brasil y el vodou o vudú en Haití.
En agosto de 1791 los sacerdotes vodou promulgaron la rebelión entre los esclavos haitianos, que derivó en una cruenta revolución contra el gobierno de Napoleón Bonaparte, consiguiendo derrotarlo en 1804 y proclamar la primera república negra del planeta en Haití. Estados Unidos, temiendo un efecto dominó, promulgó un embargo comercial sobre Haití que sumió a una de las colonias más ricas en la miseria. A finales de siglo se produjo un éxodo masivo de negros libres, conocidos como gens de couleur libres o affranchis, que se establecieron mayoritariamente en Luisiana y en particular en Nueva Orleans.
Los esclavistas de Luisiana ejercieron una cruel represión religiosa con sus esclavos, por temor a que las creencias vudú provocaran una rebelión similar a la de Haití, evitando levantamientos revolucionarios en su territorio. La prohibición de la práctica religiosa produjo un efecto contrario al deseado y la religión vudú se extendió clandestinamente entre los esclavos, que la utilizaban con amuletos, encantamientos y ungüentos, principalmente para curarse, orientarse, protegerse y mantener una conexión espiritual con sus muertos, pero al mismo tiempo se desarrollaron maldiciones y amuletos para herir y buscar la desgracia en sus enemigos, generalmente los amos blancos, naciendo así una magia negra o superstición maligna.
En Nueva Orleans, antigua colonia francesa, se desarrolló una nueva clase social, formada por personas libres de color, que si bien no tenían todos los derechos adquiridos, gozaban de privilegios específicos como el derecho a la educación y el acceso a la propiedad privada. Las mujeres libres de color adquirieron rápidamente una enorme importancia, primero porque la escasez de mujeres de raza blanca dio lugar a la normalización de emparejamientos y numerosos matrimonios interraciales y en segundo lugar porque la mayoría de líderes espirituales eran féminas, ejerciendo un enorme poder religioso, social y cultural.
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Marie Laveau, la reina vudú
A principios de 1800 llegó a Nueva Orleans Marguerite (también conocida como Marguerite D’Arcantel), sacerdotisa vudú que había desempeñado un papel relevante en la revolución haitiana y que rápidamente se aposentó como estamento destacado en el nuevo orden religioso de Nueva Orleans. Sin embargo fue su hija, Marie Laveau, nacida en libertad, quien consolidaría ese nuevo concordato pagano.
Los escasos documentos que se conservan de Marie reflejan que fue una mujer extraordinaria, de una inteligencia y percepción fuera de lo común, que además utilizaba lo que se asumía como poderes psíquicos y paranormales, como refleja un documento sobre religiones paganas de Ina Fandrich, profesora de la Universidad de Luisiana: «Marie era considerada clarividente y consiguió manifestarse en muchos lugares a la vez. Se le atribuían curaciones milagrosas o traer de vuelta a casa a los maridos infieles».
Marie gozó de un extraordinario poder entre negros y blancos, dominando y conociendo secretos de la alta sociedad de Nueva Orleans. Se decía que tenía una gran red de informadores en todos los estamentos que le ayudaban a realizar sus predicciones, pero de la misma forma utilizaba la magia del vudú, mezclándola con santos católicos y espíritus africanos, ayudada por una enorme serpiente pitón blanca, conocida como «Gran Zombi» en el vudú. Fuera como fuere, Marie adquirió una gran fortuna gracias a su don y la abundante información que manejaba.
A finales de 1820 las líderes de culto vudú se unieron para escoger a su máxima representante, nombrando a Marie Laveau como la Reina Vudú de Nueva Orleans. Marie llegó a ser una de las personas más poderosas de la ciudad, mostrando su fuerza la víspera de San Juan de 1874, con un rito religioso a orillas del lago Pontchartrain para más de 12.000 personas blancas y negras.
Una de sus habilidades fue convencer a las demás líderes de la necesidad de asistir a misas católicas y fusionar el culto cristiano con el vudú como única defensa ante una inminente prohibición de los estratos puritanos católicos y que ha preservado a Nueva Orleans como la ciudad americana con más libertad de creencias religiosas y cultos.
Marie falleció el 17 de junio de 1881 de causas naturales, pasando su hija Marie Laveau II a ocupar su puesto como Reina Vudú. Su tumba ha sido profanada en numerosas ocasiones, tanto por seguidores como detractores, mayoritariamente racistas y católicos radicales.
Actualmente, su cripta en el cementerio de Sant Louis de Nueva Orleans es la segunda más visitada en los Estados Unidos después de la de Elvis Presley. Los peregrinos siguen visitándola para pedir ayuda y consejo, dejando ofrendas y marcando la tumba con una X, tal y como manda la tradición. Si deseas que Marie Laveau te conceda un deseo, marca la tumba con una X, gira tres veces, grita el deseo y toca la X con reverencia y respeto, dejando una ofrenda y te será concedido.
The Misfits, pillados «in fraganti»
El grupo de New Jersey The Misfits fue detenido y arrestado en 1982 tras un concierto en Nueva Orleans, pillados «in fraganti» intentando exhumar el cadáver de Laveau de su tumba.
Pero el mundo de la música ha recogido la figura de Marie Laveau en numerosas ocasiones, y de forma menos escandalosa, por grupos de toda índole y de todas las procedencias. La banda danesa de death metal Volbeat le dedicó el tema «Marie Levaeu» en el disco Seal The Deal & Let’s Boogie de 2016, mientras que la banda de folk escocés Fairground Attraction lo hace con su tema «Clare» de 1988.
Estilos tan dispares como el del crooner psicodélico Tav Falco que grabó «About Marie Laveau» en su disco Command Performance de 2015 o la banda de country rock Grant Lee Buffalo que le dedicó el tema «Dixie Drug Store» de su álbum debut, Fuzzy de 1993.
Dentro del blues tenemos a los fabulosos Canned Heat en su disco de 1968 Boggie With Canned Heat, donde grabaron el instrumental «Marie Laveau»; título que volvió a utilizar el grupo de Las Vegas The Delta Bombers con su mezcla de rock’n’roll y dirty blues explosivo, o el guitarrista Jimmy Buffett que habla de ella en el tema «I Will Play for Gumbo». Dos clásicos del rock comercial americano se rindieron a los encantos ocultos de la Reina Vudú: Dr. Hook en su álbum debut con un tema que lleva su nombre en 1972 y Redbone con un más que bailable «The Witch Queen of Nueva Orleans» grabado un año antes. El dúo psicodélico The Du-Tels, grabó una gran historia entorno a Marie en el disco No Knowledge Of Music Required de 2007, bajo el título «Voodoo Queen Marie».
Una larga lista de temas que hablan sobre ella y la presentan como bruja, hechicera, sacerdotisa de magia negra o mujer extravagante y poderosa en un mundo de hombres, y que no han hecho más que engrandecer su leyenda.
Si tuviéramos que quedarnos con tres de los temas más interesantes, serían propuestas nativas de Nueva Orleans, separadas en el tiempo y el espacio, pero presentadas bajo el mismo título «Marie Laveau». La primera es la grabación de Ingrid Lucia & The Flying Neutrinos, formación de rock’n’roll vintage con toques de swing y jazz que trabaja desde mediados de los ochenta con gran prestigio. La segunda propuesta sería Dr. John, que dejó su sabiduría vudú plasmada en el tema grabado en 2004, aunque tiene más canciones de su extensa discografía que se relacionan con Marie.
Para finalizar dejamos el tema de Papa Celestin, saxofonista de jazz, que fue uno de los músicos más destacados del movimiento de brass bands de principios del siglo pasado. Descendiente de affranchis haitianos, pioneros de la cultura criolla en Nueva Orleans, grabó la primera versión de «Marie Laveau» en 1949 con Original Tuxedu Jazz Band, aunque lo ha hecho en numerosas ocasiones con diferentes formaciones.
Es posiblemente la versión más popular de todo el legado musical de Marie Laveau.
«Allí vivió una dama mágica, no hace mucho tiempo, en Nueva Orleans, Luisiana, llamada Marie Laveau. Hizo una fortuna vendiendo vudú e interpretando sueños. Ella era conocida en todo el país como la reina vudú. La gente llegó de millas y millas alrededor, ella les mostró cómo tener ese vudú. A la dama vudú irían: ricos, educados, ignorantes y pobres. Ella chasquearía los dedos y sacudiría la cabeza. Luego encontrará sus amantes, vivos o muertos.Pobre Marie Laveau, Marie Laveau,La reina vudú de Nueva Orleans.»
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El hoodoo de Luisiana
Es un error muy común confundir hoodoo con vudú, pero en realidad son conceptos diferentes. Sin necesidad de entrar en un estudio muy profundo, la principal diferencia es que vudú es una religión, mientras que hoodoo es una práctica de magia popular.
El vudú es una institución organizada con ceremonias establecidas dirigidas por representantes religiosos, rigiéndose bajo una jerarquía de poder muy sólida. Actualmente es oficial en Benin y Haití, mientras que se practica mayoritariamente en República Dominicana, Puerto Rico, Cuba, Ghana, Togo y en ciudades de América del Norte y Nueva Orleans, donde se calcula que el 15% de la población profesan ese culto.
El hoodoo es una práctica espiritual y esotérica, que si bien proviene de África como el vudú, no pasó por las colonias del Caribe y llegó virgen a Luisiana, donde se mezcló con la religión católica, las tradiciones europeas más ancestrales y la cultura de los nativos americanos. Es por eso que en el hoodoo se puede invocar a santos católicos al mismo tiempo que se fusiona con ritos extraídos de grimorios de la baja Edad Media europea.
Hecha esta aclaración, cabe destacar que el hoodoo gira en torno al poder natural de la Tierra y sus espíritus, pero no busca una deidad omnipresente, utilizando intermediarios con el más allá en forma de antepasados o espíritus. No obstante, también cabe señalar que la mayoría de los practicantes del hoodoo practican la religión vudú, sin ser condición sine qua non.
El hoodoo puede ejercerlo toda la población, independientemente de su raza y origen social. Originariamente nació en el Delta del Misisipi, entre la población de esclavos de las plantaciones y desde allí, fue exportado a Cuba, Haití y Jamaica, en un proceso inverso al vudú.
Los primeros hechiceros del hoodoo
La base del hoodoo es una larga lista de hierbas, raíces, huesos, piedras y partes de animales que se transforman en amuletos, con los que confeccionas pociones, ungüentos y conjuros, bajo hechizos que suelen ser muy simples y poderosos.
Los pioneros Hoodoo Man o Doctor Hoodoo, eran hechiceros africanos que fueron capturados como esclavos y trajeron su sabiduría curandera al sur de Luisiana. Estos curanderos eran también llamados Médicos de Raíz debido a su destreza para crear caldos curativos con hierbas y raíces que aliviaron las penurias y heridas de los esclavos de las plantaciones, adquiriendo rápidamente un gran prestigio y poder entre la población negra y que con el tiempo se supo imponer entre los blancos.
El más popular de estos Médicos de Raíz fue Dr. John (no confundir con el músico), capturado en Senegal. Se trataba de un gran hechicero que practicó sus dotes de sanador y se ganó el beneplácito de la comunidad vudú que lo conocía como Bayou John o Príncipe John. Su leyenda creció por todo el estado hasta el punto que los terratenientes blancos le solicitaban ayuda para reprimir plagas, sanar a las bestias y esclavos e incluso a su familia. De él se decía que poseía la capacidad de reanimar a los muertos, dando pie al mito de los primeros zombis de Luisiana. Al mismo tiempo Dr. John era uno de los más famosos tamborileros de Nueva Orleans, pues en ciertos rituales hoodoo la música es muy importante aunque rudimentaria, normalmente ejecutada con fuertes pisadas, palmadas, golpes de bastón en el suelo y pequeños tambores, de ahí viene la creencia que los cánticos de los esclavos en los campos de algodón, los conocidos como work songs, incluían muchos cantos de hoodoo o vudú.
A vueltas (musicales) con el hoodoo
Jelly Jaw Short bluesman de Port Gibson, Misisipi, grabó en marzo de 1932 el tema «Snake Doctor Blues» en el que contaba las tribulaciones de un médico de raíz: “Soy el Doctor Snake y tengo mi medicina dentro de la bolsa. / Muchos os preguntáis que le hizo el Dr. Snake a los hombres, / con hierbas y raíces robó vuestras mujeres, por donde quiera que vaya».
Peter Joe Clayton nació en 1898 en Georgia, pero siempre dijo que había venido al mundo en África. Su nombre artístico era el de Doc Clayton y escribió algunos temas que han pasado a la historia del género como «Pearl Harbor Blues» o «Moonshine Woman Blues». Grabó varios temas con el hoodoo y el vudú como protagonistas, «Doctor Clayton Blues», «Watch out Mama» o «Yo Yo Jive» entre otros, pero en 1942 grabó «Root Doctor Blues» con esta letra: «Soy un médico de raíz, mejor que otro médico de esta tierra. / Mi remedio garantiza curarte, las pastillas y los dolores no están en mi plan. / Tengo una forma de operar que no te dejará cicatriz, / pongo el remedio justo en el lugar y juro que el poder te sanará».
Como toda práctica mágica, el hoodoo que en un principio se utilizaba para buscar el beneficio propio o ajeno, derivó en un lado oscuro o magia negra, donde el objetivo era hacer daño al enemigo o contrincante, buscándole la ruina económica, el desamor, la mala suerte e incluso la enfermedad y la muerte.
Uno de los hoodoo man que más populares se hicieron por esas prácticas fue Fred Staten, nacido en 1937 en Nueva Orleans. Se reconvirtió en Papa Midnight y más tarde en Chicken Man, alcanzando la figura de Rey Vudú y Doctor Hoodoo. A mediados de la década de los sesenta se popularizaron sus ritos a base de bailes desenfrenados donde la gente, bajo el efecto de ciertas sustancias, alcanzaba el éxtasis y a veces perdía el conocimiento, y en los que realizaba ceremonias de auténtica magia negra, durante las que se decapitaba pollos y se bebía su sangre. Falleció en 1998 en misteriosas circunstancias jamás esclarecidas.