Kitabı oku: «El último suspiro del planeta», sayfa 2
II. TRISTE DESPEDIDA
Tu calma es mi paz.
Tus ramas, melodía,
mecidas al viento,
violonchelo que suena al pasar
los rayos de sol
perdidos en tu indescriptible silencio.
Las gotas de lluvia,
perlas engalanadas,
salpican con su tintineo
aquellos remolinos de hojas enmarañadas
en lo más profundo del alma,
al son monótono de su balada.
El agua turbia
apaga los recuerdos del ayer,
espejo donde me alejo
del fuego marchito,
abocado a ese final maldito
del querer bendito,
y como aire frío
de tus entrañas
exaltan la paz de mi calma.
La noche oscura ofrece
tus ojos verdes
al brillo de los luceros,
dejando un reguero de lágrimas
porque Venus despertó
sin un te quiero.
La luz entre las sombras
refleja la soledad del atardecer
y un aroma a tierra mojada
despierta a la pálida luna,
iluminando el cielo
con su triste cara
de luz blanca y purpurina.
Y esos destellos corren un tupido velo
para dar paso al nuevo
e incierto sendero.
III POR ELLA
No quites la vida,
no juegues con ella,
no juzgues la vida,
ni marques tus huellas.
Tu vida no es vida
sin vida de ella,
emprende la huida
y vete sin ella,
o cuida su vida
y vela su estrella.
Viaja en su estela
y no dejes secuela,
libera equipaje
sin rencores ni chantajes,
lastrando egoísmo
y no pienses en ti mismo,
aunque sea de repente
por encima de la gente.
La flor añora la lluvia caer
cuando muere de sed.
Si no la riegas,
y siempre la niegas,
no volverá a nacer.
Los golpes son golpes.
Si sueña sin ti
con miedo de ir
de nuevo a tu encuentro,
no volverás a verla.
Si el miedo se queda,
olvida tu instinto
de loco tras ella,
rompiendo una lanza
contigo se queda.
Si la amas y enredas,
en tu alma se hospeda.
IV. AMOR A CIEGAS
Sin mirada busco el sol,
que me brinda su alianza con esmero.
Ayudado del perfume de tu pelo,
vislumbro los latidos de tu alma
y recorres con los dedos mi sendero,
como plumas que acarician las entrañas
colmadas de destreza y de saña,
alcanzando la virtud de la esperanza.
Así, cuando respiro,
necesito el aire de tus suspiros,
para llevarte conmigo
como si fueras mi abrigo
Y si te persigo,
huérfano de soledad
ya no sigo.
Desde la oscuridad
se retuercen los sueños
tras las sombras de la conciencia
si no palpo tu presencia.
Puedo olerte
con mis multiplicados sentidos;
logro verte
con las manos siendo mis ojos;
pedirte un beso, luego regreso
entre tus senos y mis excesos.
Y si estás ausente,
yo me enojo
por no hallarte enfrente.
Necesito de tu mente
para ver los colores en mis adentros,
como si fuera un descabellado antojo.
Soy el fuego sin sombra,
el viento del desaliento
y el momento de tus desaires.
La luz yace en mi interior.
Proyecto la penumbra
dando brillo a tu sol.
Y así, con los caprichos y las fantasías,
todo quedó en entredicho,
imaginando tu cara
sobre el resplandor del atardecer,
sin que el tiempo me bastara.
V. MALTRATADOR
¿Quién eres tú para quitar la vida
y jugar con ella?
¿Quién eres tú para juzgar la vida
y marcar tu huella?
Y si tu vida no es vida
sin la vida de los demás,
piérdete en tu soledad,
pero deja en paz la vida.
Por más que la lleven asumida,
solo pretenden vivirla con felicidad.
Y en la mente
solo viven con el presente,
angustiadas por el terror y el desasosiego,
cansadas de luchar a contracorriente
desde la sombra,
para escapar de sus amargas amarras
con miedo, pero con garra.
¿Quién eres tú para quitar la vida
y jugar con ella?
¿Quién eres tú para juzgar la vida
y marcar tu huella?
Perseguida por los siglos de los siglos,
desde la eternidad,
por tanta crueldad
de ti y de los que vendrán,
buscando afligir el ánimo
de aquellos magnánimos
derrochando su bondad.
Y ahora busca dentro la verdad,
y si es tu vida la que destruyas,
mejor que sea sin bulla,
para que sientas despacio
el resquemor de tu maldad.
No me atreveré a ser reacio.
Tampoco viviré pensando en tu dolor
insertado en tu piel,
desesperado como serpiente ultrajada,
al igual que tus víctimas desamparadas,
cuando ellas estén ausentes
y no quieran verte,
ni siquiera reconocerte,
pero sí olvidarte y, cómo no, perderte.
VI. AMOR NO CORRESPONDIDO
Lo siento, por ser el impaciente
más indecente.
Nunca debiste anclar tu amor conmigo,
en serio te lo digo.
Tú respiras por otras latitudes
y yo, con estas aptitudes,
sumergido entre inciertas pesadillas,
rozando tus mejillas,
pensando solo en sexo
y tocando tus rodillas.
Vuelas con los pensamientos
elaborando una vida plena
llena de sueños rotos,
desde los deseos más profundos
y con aquellos miedos banales
a caballo entre mi locura y tu cordura.
Crees en ti, pero no sabes de mí,
porque las manos las tengo vacías
y el corazón repleto de amor incompleto.
Propones lealtad y yo solo dispongo de maldad.
Olvídate de mí,
en serio te lo digo.
No pierdas más tiempo conmigo,
siempre miro hacia mi ombligo,
así que da la vuelta
y olvídate de mí,
en serio te lo digo.
No soy buen amigo
ni hombre para ti,
solo te haré sufrir.
Necesitas otro amor
que piense por los dos,
que sueñe contigo y forme un lazo
con tu corazón y su lealtad.
Así que da la vuelta
y olvídate de mí,
en serio te lo digo.
Ignora lo que fui
para que puedas volver a vivir.
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