Kitabı oku: «Los fenómenos de Venus y la destrucción de la Ciudad de Fuego»

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ISBN: 978-84-1114-144-4

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CAPÍTULO I

Convencido por haber sido concebido, por lo que en un ciclo se perfeccionó, no saber en lo infinito de lo que en su estilo se formó, como un prestigio que no tuvo solución y muy pronto se marchó y lo que en un día sería que de los momentos estaría para no dañar en lo que creían que poseían, sin preguntar con osadía qué se prefiere hacia el fundamento del universo.

Que todos en los que en realidad creen que en sus complementos son perjudicados con esos elementos, que ya no tienen conciencia hacia los que no son comprendidos en sus propios firmamentos, no lograron algo que su pensamiento atrajo esos fenómenos desconocidos, en esos bosques perdidos y con sus rostros desencajados, porque ellos al fin se lo toparon para no pensar en lo que no vieron:

el fenómeno de cuerpo entero, que era horrible para todos aquellos que lo vieron, ya que jamás se imaginaron esos bichos tan raros.

Berreando como un condenado, el terror y el miedo acechaban a aquellos viajeros, que nunca habían visto algo tan horrendo.

Todos los viajeros salieron corriendo sin mirar atrás.

Cuando cruzaron al otro lado de la ladera, se posaron a descansar, pero de pronto, uno de ellos se dio la vuelta.

Allí se encontraba el pedazo de criatura infernal que le dijo:

—Algún día os convertiréis en lo que yo soy .

Aquel endemoniado ser sobrenatural tenía cuatro manos con seis dedos muy alargados y una membrana entre sus dedos, la cabeza tenía la forma de un caparazón de tortuga y los ojos estaban escondidos tras la frente.

La boca y la nariz (que humeaba de vez en cuando) en la forma de un reptil. En los pies tenía seis dedos también con membranas y su boca cuando hablaba berreaba lo nunca visto en la historia universal.

Aquellos viajeros tenían contacto con el fenómeno desconocido, tenía una casa de campo (refugio).

Ellos se aposentaban y vivían muchas temporadas en medio del bosque.

A las afueras de la ciudad, estos viajeros se dedicaban a buscar y estudiar objetos arqueológicos. Se encontraban geólogos y arqueólogos que se conmovían por la naturaleza entusiasta tan solitaria y tranquila. Le daba tanta alegría poder gozar de aquellos parajes con esa belleza natural y con la dulce aurora primaveral, que dejaba un mensaje renovador de grandes fragancias y exotismo gutural, donde las familias se sentían acogidas y descansaban al mismo tiempo de aquella solemne realidad de sueños, que se les dibujaban en sus rostros.

En sus rostros, la felicidad les gozaba, pero a su vez el terror les acechaba dejándoles un mensaje. A lo lejos, en lo alto de aquellas colinas y en la plenitud de la noche, se encontraba berreando y resoplando esa cosa endemoniada que parecía acabar con todo aquello que se opusiera por su paso. Pero el silencio de la noche se volvía otra vez a su calma.

CAPÍTULO II

Un día, por la mañana, los arqueólogos y geólogos decidieron salir para explorar las montañas donde casi siempre estaba esa criatura infernal.

Fueron subiendo hasta llegar a lo alto de la cima y entraron en unas cuevas que allí había, luego continuaron explorando hasta que escucharon en el interior de una caverna unos rugidos.

En ese momento no quisieron entrar, ya que temían por lo que pudiera pasar.

Cuando miraron al cielo, las grandes águilas reales y los buitres carroñeros volaban por todo lo alto de las montañas.

El torbellino viento soplaba con gran furia y los montañeros deciden dar marcha atrás.

Hasta no estar seguros de aquella solemne irrealidad, que les parecía un sueño. Les tenían pánico, ya antes, una vez, le vieron el rostro y el cuerpo entero, y ¡era horrible! Pero no peligroso.

A veces, en causas un poco desconocidas y desconcertantes, hay que estar muy seguro de lo que se va a llevar entre manos para no salir lastimados y desilusionados. Los proyectos no son positivos cuando se tratan de algo entre la vida y la muerte, dos constantes de nuestra existencia.

No hay que buscar nunca caminos equivocados y siempre tendremos a nuestro favor todo lo que en esta vida sea preciso. La humanidad está por encima de todas las cuestiones y debemos ser fieles a nuestros principios con gran armonía y gratitud para no dañar al prójimo ni a ti mismo, siguiendo los caminos de Dios.

Predicando siempre la verdad lograremos ser sociables, ayudar al necesitado y no tomar la justicia por nuestras manos. Así conseguiremos ser benevolentes hasta con los seres extraños que un día llegarán a la tierra… quizás nosotros también llegaremos algún día, a otros planetas.

CAPÍTULO III

Volviendo a esta historia surrealista que estoy escribiendo, puede que con el paso de los años se convierta en realidad según mis sueños y mis propios criterios.

Criaturas de otros planetas, galácticos, que acojan la fisonomía entre humano y animal, según mis conocimientos hablan y berrean con más fuerza y furia que un ciervo en celo.

La luz parecía molestarle, sobre todo la del sol.

Ellos se mueven a la caída del sol y hasta la madruga, antes de que salga el sol. De día tienen que estar dentro de sus naves o cavernas, al menos hasta que con el tiempo se les adapten las pupilas de los ojos para poder ver sin que les moleste la luz natural de nuestro planeta Tierra.

Esto es físico, pero en las mentes de estos fenómenos (llamémoslo así) hay una gran fortaleza mental para desarrollar cualquier tipo de funciones.

Sus adelantos, de donde vienen, son más sofisticados y avanzados que los humanos y, aun así, ellos no conocen ni la envidia, ni la maldad ni el egoísmo.

Todos son iguales en sus pensamientos y todos piensan con la misma certeza y se aconsejan en sus propios conocimientos, ayudándose los unos a los otros.

A los jóvenes, ellos les trasmiten una mirada enfocando a través de los ojos de los mayores. Los hijos de estos fenómenos no llegan a hablar hasta los diez años la duración de vida es el doble a la de un ser humano (doscientos años).

El tiempo de gestación de las hembras es de dieciocho meses, el doble de tiempo que tiene un ser humano. En cuanto al tema de aprender a andar, este “fenómeno” tarda una media de una semana después de nacer.

También tienen una capacidad mental para conocer y responder en todos los sentidos, a pesar de que ellos no hablan hasta los diez años. Solo pueden dar pequeños gritos cuando se ven en peligro.

Suelen vivir en comunidades o apartados de otros animales de su especie, para ellos adaptarse a la tierra es muy difícil.

Se alimentan de animales invertebrados como langostas, cigarrones, serpientes, etc.

El olfato de estas criaturas tan raras es extraordinario. Huelen a grandes distancias.

Se caracterizan por tener muchos sentimientos, aunque no pueden llorar y no lagrimean como los humanos.

En su planeta no existe el agua, solo hay fuego. Esto no es un problema para ellos, ya que no necesitan beber agua, pues tienen unas glándulas debajo de su lengua, que está llena de un líquido biliar que va alimentando todo su cuerpo cada veinticuatro horas.

También tienen otras veinticuatro para producir ese líquido para sus hijos. las madres les alimentan con otro líquido muy parecido, cuando nacen hasta los doce meses, y a través de la lengua de su madre se lo pasa a la boca del pequeño. A los pequeños les gusta jugar, como a todos los seres humanos.

CAPÍTULO IV

Los geólogos y arqueólogos que estaban haciendo exploraciones en aquellos parajes montañosos se asombraron al ver a aquel ser sobrenatural, y al toparse con él les habló y les dijo que no tuvieran miedo de él, porque el monstruo quería hacer amistades poco a poco para que así no hubiera malos entendidos ni ningún rechazo por ambas partes.

Entonces ellos optaron por subir la montaña para poder conversar con aquel ser de otro planeta. No temían que aquella cosa fuera a mentirles, sino que ellos no podían creer que ese fenómeno fuese verdadero y no le diera miedo a nadie.

Empezaron a subir la montaña silenciosos y cuando les faltaban unos cincuenta metros para llegar a donde estaba aquella pesadilla tan fea y rara, se asomaron al borde de la montaña y el fenómeno les dijo:

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