Kitabı oku: «Tras La Caída », sayfa 2

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Jeremy se apoyó contra la barandilla del puente con sus ojos de zafiro fijos en dirección a la montaña. A lo lejos, pudo ver el brillo de las luces en la cumbre más alta.

Cerró los ojos durante un momento, esperando a que pasase el dolor. El hecho de haber estado fuera las últimas semanas no le había dejado ver que aún seguía ahí, en lo más profundo de su corazón. Tenía que agradecérselo a Gabrielle. ¿Cómo sabía lo que estaba sintiendo cuando ni él era capaz de entenderse a sí mismo?

Pensó que alejarse de Lash y Naomi le ayudaría a tener una mejor perspectiva sobre lo que estaba sintiendo. Pero cuando regresó y se quedó a solas en la habitación vacía de Lash, se cuestionó por quién estaba sufriendo su corazón: por Lash o por Naomi.

Se pasó las manos por la cara con frustración. Se había dejado mucho desde que se fue, casi como si se estuviera castigando a sí mismo. Ni siquiera se molestó en afeitarse. Tampoco se molestó en vestirse con sus trajes favoritos. En lugar de eso, se ponía cualquier cosa que encontraba, como pantalones de pinzas negros y camisetas. Incluso su pelo, que siempre lucía perfecto, estaba diferente, con los mechones del flequillo desaliñados cayéndole sobre los ojos y el resto tan largo que le llegaba hasta la clavícula. El único lujo que se permitió fue la chupa de cuero negra que le combinaba con sus nuevas botas de piel de cocodrilo.

Levantó la mirada hacia el cielo, que se estaba oscureciendo, intentando localizar el momento en el que todo cambió. ¿En qué momento dejó de ser un amigo leal para convertirse en alguien en quien no se podía confiar? ¿Podía culpar a Lash por no tener fe en él cuando ni él sabía si podía confiar en sí mismo con respecto a Naomi?

Jeremy se alejó de la barandilla y caminó por el puente mientras sus brillantes botas negras crujían sobre la madera. «Yo solo estaba haciendo mi trabajo. Eso es todo».

Vigilar a Lash y asegurarse de que llevaba a Naomi a Shiprock, eso era lo que le habían dicho que hiciera, y eso fue lo que hizo. Siguió las órdenes a la perfección. Así que, ¿y qué si se había pasado a verlos un poco más de lo que le habían pedido? No había nada malo en ello. Y puede que hubiera sentido un poco de celos... No, preocupación. Sí eso era; estaba preocupado cuando vio la obvia atracción entre ellos dos. Tenía que advertir a Lash que la dejara. Pensaba que arruinaría su oportunidad de regresar a casa.

Jeremy se quedó paralizado al recordar las palabras que le dijo a Lash.

«Ella no es para ti».

¿Por qué le había dicho eso?

«Tú sabes por qué», susurró una voz en su cabeza.

Dio un golpe en la barandilla con la mano. Sabía perfectamente por qué. Deseaba poder olvidarlo todo y volver a empezar con Lash y Naomi. Pero no podía.

Mientras batallaba contra los recuerdos que tenía de ella, agarró la barandilla tan fuerte que los nudillos se le pusieron blancos. Antes le había resultado más fácil, cuando tan solo debía concentrarse en completar una misión. Pero ahora, luchaba por alejar de su mente lo que sintió la primera vez que la vio: ese cabello largo y oscuro cayendo hacia adelante, sobre su hermoso rostro, mientras rodeaba a Deborah. Fue como si la luz golpeara su pecho y reanimara un corazón que no sabía que había estado sin vida. Fue solo cuando Lash apareció, obviamente amenazado por la forma en la que él la miraba, cuando se retiró y se centró en la tarea que le habían encomendado. Desde entonces, había estado apartando los sentimientos que habían surgido en él; unos sentimientos que no tenía ni idea de dónde venían hasta que Raphael le contó que era su hijo y que hacía mucho tiempo estuvo prometido a Naomi.

—¿Estás listo?

Jeremy se dio media vuelta al escuchar la voz. —Gabrielle. Pensaba que estaba solo.

Ella se acercó desde la sombra. Una brisa sopló haciendo que las suaves ondas rubias se movieran alrededor de su serio semblante. —Has estado aislado durante unas semanas. ¿Estás preparado para tu nueva tarea?

Jeremy se quedó sorprendido por su tono. ¿Había soñado que tan solo unas semanas atrás había sido Gabrielle quien le sugirió que se fuera para alejarse de todo lo que había ocurrido entre él y Lash? Le pareció un gesto muy amable y paciente por su parte.

Él miró atrás, hacia la montaña, y se preguntó si Lash todavía estaría furioso con él y, por mucho que intentó no hacerlo, también pensó en Naomi. —¿No podrías dárselo a Lash? Él es más adecuado que yo.

—Michael insistió en que esta asignación fuera supervisada por ti. Además, tú tienes tu propia asignación en la Tierra. —Su voz era firme mientras le miraba cuidadosamente. Ella debió haber visto algo en su cara porque su expresión se suavizó. Le miró de la misma forma en que lo hizo después de su pelea con Lash. —¿Acaso el tiempo que has pasado fuera no te ha ayudado a prepararte?

—Gabrielle, ¿no puedes hacer una excepción? Siempre he cumplido con mi deber y nunca te he cuestionado ni a ti, ni a Michael, por ninguna de las asignaciones que me habéis dado... ni siquiera cuando me pedisteis que atacara a mi mejor amigo.

—Es por tu leal servicio durante todos estos años, por lo que has ascendido y te has convertido en arcángel —señaló ella—. Sabes que esta posición requiere una mayor responsabilidad. Si Lash hubiera sido tan obediente como tú... Bueno, eso ya no importa. Él es un caso perdido.

—¿Por qué le odias?

Gabrielle arqueó una ceja. —Solamente estoy diciendo la verdad. ¿Acaso su comportamiento en el pasado no es una prueba de ello?

Jeremy negó con la cabeza. No podía entender el resentimiento que ella sentía hacia él. Pensaba que algún día finalmente le demostraría a Lash que podía llegar a ser un poco más indulgente con él. Pero con su vuelta tan solo volvió a encontrar que seguía exactamente igual que antes de que se fuera.

—Si estás preocupado por Lash, te aseguro que no habrá ningún problema. Yo me encargaré de ello…

—¿Preocupado? Se podría decir que sí. Cuando averigüe que soy a quien van a poner de pareja junto al amor de su vida en su primera asignación, el Infierno...

Ella prestó atención a la elección de sus palabras.

—Eh... lo que quiero decir es que... —Se aclaró la garganta— ya sabes, él no es precisamente el más razonable de los ángeles. Y tenemos cosas pendientes desde nuestra pelea.

—Te sugerí que te tomaras unos días libres para darte a ti, y espero que también a Lash, un tiempo para reflexionar en todo lo sucedido. —Gabrielle miró hacia la montaña y después a Jeremy—. Y tal vez así lleguéis a resolver los sentimientos que os están... agobiando.

Jeremy tragó saliva con nerviosismo por su indirecta. —No estoy seguro de lo que quieres decir.

El tono de su voz era suave y en voz baja le dijo: —¿Te has dado cuenta de que tienes fama de ser un gran jugador de póquer? Tus habilidades te podrían ser de gran utilidad en esta situación, ¿no crees?

Él frunció el ceño. —No te entiendo.

Gabrielle suspiró. —Aunque aborrezco el juego, estoy muy capacitada para mantener lo que se suele llamar una cara de póquer. Incluso diría que soy bastante buena en ello.

Su cara cambió como si se quitara una máscara y su semblante serio por el que era famosa, cambió al de una mujer cariñosa y vulnerable. —Tienes sentimientos por la chica. Estaba claro cuando te quedaste junto a su cama esperando a que despertase. De hecho, lo llevabas escrito en la cara la primera vez que la viste cuando te asignaron a Deborah y a Nathan.

—¿En serio viste eso?

—Sí. —dijo con voz suave.

—¿Por qué? ¿Por qué me has estado vigilando?

—Porque ya sabía lo que sentías por ella desde hacía mucho tiempo, cuando se iba a convertir en tu esposa. Y sé que ese tipo de sentimientos no desaparecen, incluso cuando los recuerdos son suprimidos.

Él dio un paso adelante y la agarró por el brazo. —¿Qué es lo que sabes? Dímelo. —Necesitaba saber más. Quizás si sabía lo que ocurrió en el pasado, podría deshacerse de sus sentimientos.

Ella hizo un gesto de dolor y miró hacia abajo, a su mano.

—Lo siento. —Él dejó caer la mano. Estaba yendo demasiado lejos. Necesitaba controlarse.

—No es algo que yo deba contarte. —Ella se frotó el brazo justo por donde él la había cogido—. Es algo que Raphael quiere contaros a ti, a Lash y a Naomi. De hecho, él está ahora mismo con Michael, pidiéndole permiso para revelaros parte de vuestro pasado.

—¿Nos van a devolver nuestros recuerdos?

—Es poco probable. Estoy segura de que Raphael ya te ha contado que la supresión de vuestra memoria forma parte de su castigo.

Jeremy asintió. Mientras esperaba junto a Naomi a que esta despertase, Raphael le contó por qué él y Lash no podían recordar su pasado. —Parece que lo han castigado durante mucho tiempo.

—No es cosa tuya decidir cuánto tiempo debe durar un castigo —le regañó—. Pero estoy de acuerdo. Creo que ha durado tanto porque está muy relacionado con lo que está ocurriendo ahora, incluyendo tu actual asignación. Lo que hizo Raphael tuvo una reacción en cadena no solo contigo, con Lash y con Naomi, sino también con... — Hizo una pausa mientras Jeremy la miraba fijamente conteniendo el aliento.

—Bueno, debo irme. Solo quería decirte que tu asignación será pronto para así darte tiempo para que te prepares.

Jeremy dejó escapar un suspiro, decepcionado. No le había revelado nada nuevo. De todas formas, él tenía que averiguar la manera de librarse de la asignación si quería hacer las cosas bien con Lash.

—¿Hay alguna forma de que pueda recurrir mi asignación? ¿Tal vez si hablo con Michael?

—Podrías hacerlo, pero eso solo hará que se enfade aún más. Yo ya he hablado con él en tu nombre. ¿Cómo crees que te dieron permiso para irte y aislarte?

—¿Tú hiciste eso?

—Sí. ¿Por qué estás tan sorprendido? Soy famosa por hacer una o dos cosas buenas de vez en cuando —dijo con un brillo en sus ojos verdes.

Él parpadeó impactado. En realidad, parecía estar bromeando.

—Michael quería que tú te encargases de su instrucción, además de ser su pareja en su primera asignación. Yo lo convencí para que me dejara entrenarla a mí.

—Gabriel, no sé cómo darte las gracias. —Si fuera así de amable con Lash, la vida sería muy distinta para su hermano. Aunque Lash nunca lo admitiría, todo lo que él siempre había querido de ella era su respeto.

—Aquí estás. He estado buscándote, Jeremiel —dijo Raphael desde los jardines. Una réplica más mayor de sí mismo caminaba hacia ellos con una gran sonrisa en el rostro. —Bienvenido de nuevo, hijo mío.

Jeremy tragó saliva con dificultad al oír esas palabras. Raphael siempre había sido como un padre para él. Aunque siempre parecía dirigir su atención hacia Lash, se las arreglaba para pasar tiempo con él.

—Por tu sonrisa, deduzco que la reunión con Michael ha ido bien —dijo Gabrielle.

—Sí. Sí, ha ido bien. Estuvo de acuerdo en que sería beneficioso para todos divulgar cierta información sobre nuestro pasado para así reforzar nuestros lazos. —Raphael se giró hacia Jeremy y le dio una palmadita en el hombro —. Ven, Jeremiel. Tenemos que contarle muchas cosas a tu hermano.

Justo antes de que Jeremy se diera la vuelta, este pilló a Gabrielle mirando a Raphael con tal anhelo que hasta tuvo que mirarla dos veces. Sus ojos verdes se angostaron y su cara volvió a ser la de la Gabrielle de siempre, por lo que se preguntó si se estaba imaginando cosas raras.

Ella levantó la vista hacia la montaña que había a las espaldas de él con una sutil sonrisa. —Recuerda lo que te he dicho, Jeremy. Juega tu partida de póquer.

3

Naomi colocó los platos en el fregadero y rápidamente limpió la cocina, tratando de borrar de su mente la imagen de Uri agonizando. No quería ni pensar en la posibilidad de perder a Lash de tal forma.

—¿Qué estás haciendo? —Lash se puso detrás de ella y con un dedo recorrió su cuello.

—Limpiar. —Metió las judías en un tarro y colocó los cartones de bingo en una cajita.

—Lo que dije iba en serio. —Él cogió la caja de sus manos y la volvió a dejar en la mesa.

Unos ardientes ojos color miel se posaron sobre los de ella y lentamente vagaron hasta su boca. Recorrió su labio inferior con el pulgar mientras lo miraba fijamente, maravillado.

Ella respiró entrecortadamente e inhaló su delicioso aroma, que le hizo olvidar a Uri, a Rachel, el Infierno y la muerte. —¿Y qué dijiste?

Se acercó más a ella, rozando ligeramente sus labios con suyos mientras estos le susurraron: —Ya lo sabes.

Él levantó la cabeza y le lanzó esa sexy sonrisa que siempre provocaba que su cuerpo pareciera estar en llamas. Sus largos dedos se entremetieron por su cabello. Levantó un grueso mechón hasta su nariz e inhaló. Su pecho retumbó de placer, haciendo que a ella se le debilitaran las rodillas.

Suavemente, sin apartar la mirada de la suya, él le retiró el pelo sobre el otro hombro. Enroscó los dedos en su nuca y tiró de ella hacia él.

Ella se estremeció cuando su lengua, caliente y húmeda, se arremolinó alrededor de su oreja. Dejó escapar un suave gemido.

—¿Te estoy distrayendo? —Su voz era profunda y sensual.

—N-no —dijo ella entrecortadamente mientras aquellos ardientes labios se presionaban contra su cuello e iban deslizándose hacia abajo. —¿Dijiste algo relacionado con unas actividades?

Él le cogió la mano y la colocó sobre su pecho. Ella pudo sentir el calor abrasador de su cuerpo tonificado debajo de la camisa. —Ajá. —Su pecho resonó, provocando que su mano sintiera un hormigueo.

Puso su mano sobre la de ella y los ojos se le iluminaron de forma provocativa. —¿Te gusta el nuevo y mejorado Lash?

Él guió su mano hacia abajo por su pecho y ella se deleitó al sentir sus endurecidos músculos. —Sí —suspiró ella mientras trazaba con los dedos las líneas de sus abdominales. —Más de lo que tú crees.

—Demuéstramelo —dijo con voz áspera, con deseo.

Enrollando los dedos en su sedoso pelo, ella tiró de él haciendo que sus febriles labios se desplomaran sobre los suyos. Unos calientes y húmedos labios le devoraron la boca; su mentón le rasgaba la barbilla con cada zambullida de su lengua, dejándosela rosada y magullada.

Ella le sacó la camiseta de un tirón, desesperada por sentir su piel y la calidez de su pecho. Se separaron durante un momento para arrojar la ropa al suelo. Seguidamente, Lash se inclinó para levantarla y ella rodeó con fuerza su cintura con las piernas.

Ella sintió el frío de la pared contra su espalda mientras Lash se apretaba contra ella. Ella gimió por su dureza vibrando, queriéndolo, necesitándolo. Podrían hacerlo mil veces y aun así no era suficiente.

Ella arañó su espalda cuando los labios de él recorrieron su cuello hasta sus senos. Inclinó la cabeza hacia atrás gimiendo y apretando las piernas con más fuerza. Lash gimió.

Ella recorrió con la lengua su marcado mentón, disfrutando de su áspera barba de tres días. Él gimió nuevamente y ella jadeó cuando a él se le puso más dura aún.

Antes de que se diera cuenta se produjo un fuerte traqueteo en la mesa y las sillas cayeron al suelo cuando Lash salió atropelladamente de la cocina hacia el dormitorio con ella en brazos.

Cuando la soltó, esta cayó en una nube de suavidad. Lash se puso sobre ella con ojos llenos de pasión. —Eres tan hermosa.

Lentamente, se recostó a su lado y pasó los dedos sigilosamente sobre sus labios, cuello y alrededor de sus senos. Ella gimió por su tacto ligero como una pluma.

—Ven aquí. Ella tiró de él, acercándolo.

Su cuerpo, duro como una piedra, se presionaba contra sus pechos al besarla intensamente.

—Naomi, mi Naomi —murmuró mientras le chupaba el cuello, saboreándola —. Te amo.

Su corazón se llenó de amor por él. Jamás se cansaba de escuchar esas palabras.

—Eres mía. Para siempre —le susurró.

Una sensación perturbadora la invadió al escuchar la expresión "para siempre", que resonó en su cabeza. Entonces se le vino a la mente la imagen del afligido rostro de Rachel.

—Espera, Lash —dijo sentándose en la cama—. Es que estaba pensando en algo.

—Limpiaré todo el lío de la cocina después. —Él le dio un tirón de la espalda y en medio de los besos dijo—: Menos pensar y más hacer.

Ella se volvió a sentar de nuevo. Algo no encajaba. Pero, ¿qué? Nunca antes había tenido esta extraña sensación. ¿Por qué ahora? —Algo va mal.

Él gruñó y se puso bocarriba. —¿Qué podría ir mal? Estamos solos; estamos juntos.

—No es eso.

—¿Qué es entonces?

—¿Deberíamos estar juntos?

Él se levantó de golpe pareciendo aterrorizado. —¿Tienes dudas sobre nosotros?

—¡No, no! En absoluto. —Inmediatamente ella se sintió culpable por hacerle pensar eso—. No es eso a lo que me refiero. Tú eres el único para mí. No podría estar sin ti. —Ella se inclinó y le besó intensamente.

Él suspiró aliviado. —¿Qué pasa entonces?

—Solo me refería a que si deberíamos hacer, ya sabes, esto. —Naomi señaló su desnudo, su glorioso cuerpo desnudo.

Él dio un tirón de ella y acarició su cuello con la nariz. —Mmm...Sin duda.

Naomi se estremeció cuando le acarició los senos. Volvió a caer sobre la cama. Sí, esto estaba bien. Se sentía muy bien. ¿En qué estaría pensando?

Le acarició el pecho. Él se sintió estupendamente.

—Dios, Naomi. Te quiero muchísimo.

¡Dios!

—Espera, Lash —jadeó, tratando de recuperar el aliento. Lentamente, los recuerdos de las largas tardes en las clases de catecismo y los sermones de Welita sobre la castidad resurgieron—. Lo que quería decir es ¿deberíamos estar juntos así sin estar casados?

Él se echó hacia atrás y la miró atónito. —¿Casados?

Ella se mordió el labio inferior, sin estar segura de cómo abordar el tema. No es que fuera una puritana ni nada por el estilo. Lash no era el primero con el que estaba. El pensamiento de tener sexo antes del matrimonio nunca antes le había importado pese a los sermones de Welita y su padre sobre permanecer casta. Pero ahora las cosas eran distintas. Era un arcángel. ¿No se suponía que tenía que ser un modelo a seguir o algo así?

—Bueno, no sé si los ángeles se casan o tienen algún tipo de unión formal. Me refiero a que no sé si cosas como el matrimonio significan aquí lo mismo que en la Tierra.

Sus labios dibujaron una sonrisa. —Así es. Varias parejas de ángeles hacen votos de compromiso, Uri y Rachel, por ejemplo. —Le metió un mechón de pelo detrás de la oreja—. ¿Es eso lo que quieres?

Ella le miró fijamente a los ojos. —Sí. Quiero unirme a ti, para siempre.

Él tomo su rostro entre sus manos. Sus ojos estaban llenos de tanto amor que a ella le costaba respirar. —No hay nada que desee más que unirme a ti. Hablaré con Michael mañana y haré los arreglos necesarios. —Después se inclinó y la besó.

Lentamente, Naomi sintió cómo volvía a caer sobre la cama y cómo él le acariciaba la parte interna de sus muslos.

Gimió y el sentimiento de culpabilidad reapareció nuevamente. —Lash, tal vez deberíamos esperar hasta que se haga oficial.

Él gruñó y se volvió a poner bocarriba. —Me estás matando, Naomi.

—Lo siento. Es solo que, bueno, tal vez sería mejor si hiciéramos esto de forma correcta.

—¿Por qué ahora? Hemos estado haciendo esto sin parar desde que llegaste aquí. —Se levantó y le lanzó una intensa mirada—. Y si mal no recuerdo, tu fuerte entusiasmo era una de las razones por las que construí nuestro hogar a este lado de la montaña, lejos de oídos y miradas indiscretas. Creo que hasta podrías haberle reventado los tímpanos a Gabrielle, basándome en las miradas asesinas que me ha estado echando últimamente.

Ella se quedó con la boca abierta y su cara empezó a sonrojarse. Además de tener una mejor vista y fuerza, los ángeles también tenían un oído amplificado. La mayoría de las veces, eso era algo positivo. Pero cuando vives en distritos colindantes y quieres privacidad, no lo es tanto.

—Yo... Tú... Bueno... —Se sintió muy avergonzada.

Él se rió entre dientes y le dio un beso en la punta de la nariz. —Estás muy linda cuando te pones nerviosa.

—¡Argh! —Se levantó de la cama y se puso una bata—. Lo digo en serio.

Él se apoyó contra el cabecero de la cama, con los brazos detrás de la cabeza. —Dime: ¿cuál es el verdadero problema?

Ella se sentó en el borde de la cama. Él podía leerla como si fuera un libro abierto. —Es por lo que dijo Rachel sobre ella y Uri. No quiero que eso nos ocurra a nosotros.

Sus ojos se volvieron serios y extendió el brazo para acariciar su mejilla. —No nos pasará. Estoy aquí, contigo. No me voy a ir a ninguna parte.

—¿Pero y si nos metemos en problemas por tener sexo prematrimonial? No quiero correr ningún riesgo.

—Naomi, eso no va a pasar.

—Me sentiría mucho mejor si lo hiciéramos oficial. —Ella se inclinó y le besó con suavidad.

Él la miró y negó con la cabeza, riéndose. —Si de verdad eso va a hacer que te sientas mejor...

—Sí, lo hará. —Ella sonrió—. Cuéntame cómo es la ceremonia.

—Bueno, no es muy diferente de las que probablemente estés acostumbrada a ver. Michael oficia una ceremonia vinculante, y los novios hacen sus votos de compromiso el uno al otro frente a los testigos.

¿Has estado alguna vez en una?

—Uri y Rachel tuvieron su ceremonia hace tiempo. Fue en 1987 o 1988. No estoy seguro. Lo que tengo claro es que fue en los 80. Él llevaba ese extraño peinado que llevaba el miembro de la banda Flock of Seagulls que estaba tan de moda entonces.

Ella se echó a reír al imaginarse a Uri peinado como si llevara un par de alas en la cabeza que combinarían con las de su espalda. Ese estilo causó furor en la década de los 80. El amor de su padre por la música alternativa y las bandas de new wave hicieron que estuviera expuesta a una amplia gama de moda y peinados. —Sí, definitivamente me lo puedo imaginar haciéndolo.

La risa de Naomi se acalló, volviéndose seria otra vez mientras pensaba en la ceremonia. Nunca se había imaginado casada o prometida a alguien, no hasta que conoció a Lash. Sabía que era algo que a Welita le encantaría ver. Y su padre, a él le habría encantado caminar a su lado cogido a su brazo. Las lágrimas le pincharon los ojos al pensar que su familia no estaría allí para verlo.

—Pensaba que eras feliz con todo esto. —dijo él con voz suave.

Ella levantó la mirada hacia él y forzó una sonrisa. —Lo soy. Me estoy comprometiendo contigo. —Ella besó sus labios suavemente.

—Se honesta. No queremos empezar nuestro “para siempre” con secretos, ¿verdad?

Ella suspiró. —Es solo que a veces echo de menos a mi familia. No estarán aquí para verlo. Y mi padre, nunca llegaré a experimentar esto con él.

Ella abrió los ojos de par en par con sorpresa mientras el rostro de él empalidecía. Sin mediar palabra, él se levantó de la cama, fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua.

Ella observó que los músculos de su espalda estaban tensos cuando miró hacia otro lado, en silencio. —¿Lash?

Bajó la bebida antes de girarse hacia ella. Sus labios estaban húmedos mientras hablaba. —Ojalá pudiera hacer algo para arreglar eso.

—Oh, Lash. No es tu culpa que mi padre se haya ido o que yo esté aquí. Tan solo necesito recordarme a mí misma que estando aquí puedo cuidar mejor de mi familia.

—Eh, Naomi. —Se limpió la humedad de los labios con el dorso de la mano—. Hay algo que necesito contarte sobre eso.

—¿Qué pasa?

Se lamió los labios nerviosamente y abrió la boca, a punto de decir algo, pero volvió a cerrarla.

—¿Lash? —A ella le entró pánico. Algo iba mal. ¿Por qué estaba actuando de una forma tan extraña?

Él sacudió la cabeza y luego la miró con una sonrisa que no terminaba de ser creíble. —Tienes toda la razón. Juntos podemos cuidar de Welita y de los demás. ¿Sabes qué? Podríamos ir a echarles un vistazo por la mañana.

—¡Eso me encantaría! —Ella sonrió y entonces, de repente, frunció el ceño—. No, espera. No creo que debamos hacerlo. Gabrielle me dijo muy claramente que me mantuviese alejada del puente durante un tiempo.

—Ah, no le importará. Seremos muy rápidos.

Ella tenía una lucha interna entre querer seguir las órdenes de Gabrielle y ver a Welita. Estaba deseando contarle lo de su ceremonia con Lash. Esa era la cosa más cercana a Welita que hizo desde que estaba allí—Tal vez debería ir yo sola.

—Quiero ir contigo.

—No quiero que te metas en problemas. ¡Tú solo vuelve!

—¿Vas a dejar de preocuparte? Estaré bien. Además, a mí no me han dicho que me mantenga alejado del puente —sonrió—. Me encantaría verlos. Pronto ellos también serán mi familia.

Ella lo rodeó con sus brazos. —Lash, me has hecho la mujer más feliz del mundo. Te amo.

Él se echó hacia atrás, buscando su mirada. —¿Pase lo que pase?

Ella parpadeó con sorpresa. —Por supuesto. ¿Por qué haces una pregunta tan tonta como...

Ella dio un respingo al escuchar un repentino golpe en la puerta. —¿Quién será? Los únicos que vienen por aquí son Uri y Rachel. —Naomi se colocó bien la bata y caminó sin hacer ruido hacia la puerta.

Él le agarró la mano. —No.

Ella se rió. —¿Qué pasa contigo hoy? Estás muy nervioso.

—Iré yo —dijo.

Ella negó con la cabeza mientras él se metía los pantalones vaqueros frenéticamente. —Actúas como si viviésemos en medio del barrio más peligroso de Houston.

Él corrió hacia la puerta de entrada y la abrió. Su mandíbula se tensó y las manos se le cerraron formando puños.

—¡Hermano! —gritó Jeremy entrando y dándole una palmada en la espalda al pasar junto a él—. ¿He llegado demasiado tarde para el bingo?

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Yaş sınırı:
0+
Litres'teki yayın tarihi:
17 aralık 2020
Hacim:
202 s. 4 illüstrasyon
ISBN:
9788873049685
Telif hakkı:
Tektime S.r.l.s.
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